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Culpable

La enfermera entró en la habitación. Mindy creyó que se trataba de la hora de los analgésicos, como siempre era habitual en las mañanas. Sin embargo, se encontró con la sorpresa que tenían visitas.

La cabeza de Alfie se asomó por la rendija de la puerta y se oyó la voz de Erin quejándose con él por haberla arrastrado a ver a esos chicos que desconfiaba. En especial de Sam Carpenter. Había leído bastante sobre ella en las redes y tenía cierto recelo tenerla tan cerca, a diferencia de Alfie quien parecía dispuesto a ayudar.

—Chicos, me alegro de que se encuentren bien —declaró Alfie suspirando de alivio.

Chad estaba desparramado sobre el sofá. Ya le habían quitado la mayoría de sus vendajes. Aún conservaba ese semblante serio asimilando los hechos en que se encontraban.

Mindy, por otra parte, recibió a las visitas con una mirada de desconfianza.

—¿Ahora se preocupan por nosotros?

—Pues claro, ustedes son amigos de Tara. Además, no saben cómo quisiera saber de su paradero. He estado investigando un poco y traté de localizar su celular, pero ha sido imposible. Parece que se hubiese esfumado.

—Bastante conveniente diría yo —mencionó Mindy sin despegarle esa mirada juzgándolos.

—¿Ya nos estás poniendo en plano que nosotros estamos detrás de la desaparición de Tara? —declaró Erin a la defensiva—. ¿Ves, Alfie? Por eso no quería acompañarte a venir aquí.

—Pero Erin, tenemos que ayudar de alguna manera —reclamó Alfie insistiendo a su compañera.

Chad agradeció la amabilidad de Alfie, a pesar de que sabía qué él estaba secretamente enamorado de Tara y que ella lo trataba como a un buen amigo. Nunca sintió celos de él. Siempre confió en Tara y ella en él. Seguía abrumado por encontrarse a Gale con Sidney la noche anterior. Añoraba que Sam no se encontrara con ellas. Pues había salido con rumbo desconocido muy temprano esa mañana.

Alfie dejó una caja de rosquillas que había comprado para los chicos en la mesa y Erin dejó una bolsita de regalo junto a la caja.

—Para que coman algo rico.

—Y para que se diviertan leyendo algo interesante. Son unos libros que supuse que les gustarían —añadió Erin.

Luego de eso, los dos muchachos se despidieron. Tenían clases y no pensaban faltar a ellas.

Mindy, agarrando una rosquilla de crema de fresa y chispas, miró a su hermano tratando de leerle la mente. Después examinó a detalle la rosquilla en su mano. La olió, la palpó y la apretó.

—Sospechoso. Muy sospechoso.

Chad sonrió muy poco.

—¿No te comerás las rosquillas?

Entonces Mindy le dió un gran mordisco.

—Pasaron la prueba. Así que sí. Y están bastante buenas —declaró Mindy luego de poner a prueba el método científico—. Sin embargo, no dejan de encabezar mi lista de posibles sospechosos...

Como siempre, su hermana lograba arrancarle una sonrisa...

En la entrada del hospital, Sam daba una calada a su cigarrillo y sostenía una bolsa de compras llena de bebidas y snacks para picar. Había salido a un minimarket, comprar dentro del hospital era demasiado caro. Además, necesitaba una cajetilla de cigarrillos pues ya junto con Chad la había consumido toda. Además, las enfermeras la habían reprendido por fumar dentro del hospital y optaba por hacerlo afuera.

El frío de la mañana le calaba los huesos, provocado que acomodara su larga chaqueta sobre sus hombros. A su lado, Danny Brackett la contemplaba. No le había dirigido la palabra desde que la había encontrado en el sitio unos minutos antes, se mantuvo en silencio a su lado, acompañándola en su letargo.

Sam fue quién rompió el silencio, con una voz temblorosa y seca. Danny la reconfortó acercándola a su cuerpo en un abrazo de lado, dándole a entender que siempre estaría para ella.

—La extraño demasiado, Danny —Sam tenía las mejillas húmedas de tanto llorar—. Extraño demasiado a Tara. No sé qué hacer para encontrarla.

—¿Y si le tiendes una trampa a Ghostface? —sugirió Danny.

—¿Y sí no es solo un Ghostface? Podrían matarla sí se enteran de que acabamos con uno.

—¿Y por qué deberían de enterarse Sam? —Danny acunó el rostro lleno de lágrimas de la chica y depositó un beso en su frente. Luego fijó su mirada en la de ella—. Sé que temes por Tara, pero quizá sea mejor arriesgarse un poco para tener alguna pista de ella.

Se fundieron en un abrazo. Sam había dejado de llorar, pero valoraba mucho en tener de su lado a Danny de nuevo.

—Necesitaba alguien que me entienda.

—Siempre estaré para ti, Sam. Aun cuando todo se vuelva difícil.

Entonces Sam abrió los ojos y vio a Gale Weathers junto con Sidney Prescott quien, con muletas y una férula en el pie, esperaba que Gale acercara el auto al parterre.

Sam se tensó y Danny preguntó que ocurría. Ella solo lo abrazó más fuerte.

—Solo quiero que todo acabe —fingió su voz de dolor y mantenía fija la mirada en Sidney, quien subía al auto con ayuda de Gale.

Soltó a Danny ya cuando el carro había echado marcha. Observó cómo se alejaba por el parqueadero hacia la vía principal. Luego regresó la mirada fingiendo tristeza para Danny. En su cabeza, no podía imaginarse que Sidney ya estaba en Nueva York y encima herida, muy probablemente por el mismo Ghostface que la chantajeaba.

O quizá, era otro. ¿Acaso trabajarían juntos? ¿O era otro Ghostface aleatorio que mataría a Sidney arrebatándole a ella la oportunidad de hacerlo y de salvar a Tara? Pero, al final, eso es lo que quiere Ghostface, matar a Sidney. ¿O quería que específicamente lo haga ella misma?

Tenía un centenar de preguntas.

—¿Sam? ¿Estás bien? —preguntó Danny tomándola por los hombros y buscando su mirada, la cual estaba perdida en un punto muerto.

—Debo irme —mencionó alejándose de Danny—. ¿Podrías decirles a los chicos que están dentro que voy a hablar con Kirby? O mejor, yo les mando un mensaje, que no se preocupen.

—¿En estos momentos, no es mejor que todos nos quedemos unidos?

Sam mientras se alejaba hacia la principal, hablaba.

—¿No dijiste que debía arriesgarme si quería encontrar a Tara? Pues bien, eso hago.

—Pero no lo hagas sola. Voy contigo.

Ambos pidieron un taxi rumbo a la comisaría. Al llegar, los oficiales mencionaron que la agente Reede estaba realizando un interrogatorio y los obligaron a esperarla. A Sam aquello le pareció raro. Pensaba que Kirby estaba exclusivamente asignada al caso de Ghostface y la desaparición de Tara.

Reede apareció por la recepción luego de un poco más de veinte minutos. Otro agente del FBI y una chica rubia la seguían. Ninguno de los tres notó la presencia de Sam ni de Danny. Kirby fue a hablar con sus colegas en sala contigua. El oficial López fue una oficina aledaña y la chica se dirigió a la puerta principal. Alzó su verde mirada y quedó perpleja al encontrarse con la de Sam. Detuvo sus pasos y aferró su mano a su pecho.

—¿Tú eres Sam Carpenter? —preguntó con una voz muy silenciosa, como si le costara articular sus palabras.

Danny miró a Sam de reojo, consternado. Sam estaba sorprendida. No conocía a la chica.

—Sí... Soy yo —respondió dudosa—. ¿Por qué la pregunta?

A Amanda se le humedecieron los ojos de repente y su semblante se volvió más tosco, como si le daba rabia verla frente a ella.

—¿Tú lo hiciste, no es cierto?

Sam no comprendía lo que estaba ocurriendo.

—¡¿Tú lo hiciste?! —su tono de voz se elevó de repente, llamando la atención de los oficiales—. ¡¿Tú mataste a William?!

—¡¿Qué?!

El agente López, al oír el alboroto, fue hasta la entrada principal con unas esposas en las manos. Ante la sorpresa de Danny y Sam, éste la obligó a colocárselas.

—Sam Carpenter, estás bajo arresto por ser sospechosa del asesinato de William Kobach.

—¡¿Qué?! —masculló Sam atónita.

—¡¿Habla en serio?! —insistió Danny al ver como inmovilizaban a Sam.

Kirby entonces apareció en la recepción. Tenía el rostro serio con algo de aflicción.

Se acercó a Sam, quien buscaba explicaciones, Kirby le mencionó que solo era protocolo. Necesitaba oír su coartada y testimonio para poder liberarla.

—Necesito que colabores con nosotros, Sam. Así te liberaremos lo más pronto posible.

Le ordenó a Danny esperarla mientras la llevaban al salón de interrogatorios.

Sam se sentó, con ambas muñecas frente a ella y vio a Kirby y Luis frente a ella con sus libretas listos para obtener detalles.

—¿Dónde estuviste la noche de anteayer, entre las nueve hasta las once de la noche? —interrogó López con voz monótona.

—En el hospital. Acompañaba a mis amigos. Recuerde que fuimos atacados por un loco que disfrazado de Ghostface hace unos días —se dirigió a Kirby, incrédula—. Kirby no me digas que solo porque él era mi psiquiatra lo mataría.

—Sam. Necesito pruebas que estabas a esa hora en el hospital —mencionó Kirby muy seriamente —. ¿Quién puede corroborarme la información? Si descubro que mientes, tendrás puntos menos a tu favor.

Entonces Sam hizo cuentas de las horas. No era cierto, justo a esas horas estaba en la calle, huyendo de un Ghostface camuflado entre la multitud, el cual se encontró por querer seguir... a Danny.

—Espera, espera... —Sam se puso nerviosa—. Estuve fuera a esa hora. Lo recuerdo. Perdón por contestar tan instintivamente. Esto me sacó de mis casillas.

López alzó una ceja y prosiguió a anotar en su libretita. Sam comenzó a desesperarse.

—Kirby, en esos momentos YO fui atacada por un Ghostface.

—¿Estabas en las calles sola?

—Pues sí, pero... Estaba siguiendo a alguien sospechoso.

—¿Podría saberse a quién? —esta vez fue López el que preguntó.

—A... —entonces se daba cuenta que estaba metida en un tremendo lío.

—¿A?

—...

Kirby seguía sin hablar. Había dejado que su compañero prosiguiera.

—Por favor conteste, señorita Carpenter.

—A Danny Brackett...

—¿Perseguías a la persona con la que viniste hoy a la comisaría? —Kirby se tensó en su silla y cruzó sus brazos sobre su pecho —. ¿Es un chiste?

—Espera Kirby. Venía a decirte algo importante... No es lo que crees.

—Sam... Esto es serio. Hay pruebas que te hacen sospechosa de este crimen.

—¿Pruebas? ¿Sólo el hecho que él era mi médico?

—No —Kirby se inclinó sobre la mesa—. Hay una grabación de un testigo que subió a internet, justo después del momento del crimen y parece que se trata de ti, usando un disfraz de Ghostface...

—Kirby. No fui yo. Lo juro —Sam trataba de comprender todo—. ¿Escuchas lo descabellado que suena todo? Es imposible que haya sido yo. Yo no usé ningún disfraz de Ghostface ese día.

—Todavía necesitamos más pruebas que digan lo contrario Sam —declaró al fin Kirby—. Por el momento, te quedarás aquí en la comisaría. Todavía faltan unos análisis del laboratorio.

—Kirby, ¿qué hay de Tara? —Sam estaba desesperada por lo que le estaba ocurriendo—. ¡No puedes hacerme esto! ¡Soy inocente!

—Necesitas medicación. Nos aseguraremos darte la necesaria mientras permanezcas aquí. Consultaremos con expertos —se dirigió a López y le ordenó llevarla a una celda temporal —Asegúrate de que goce de medicinas y buena comida hasta que tengamos todos los resultados.

—¡¿Hablas en serio?! ¡¿Crees que me volví loca así de repente?! —gritó Sam mientras forcejeaba con López que la comenzó a arrastrar rumbo a su celda.

—No, Sam —Kirby miró de reojo a Sam y luego regresó a anotar en su libreta—. Solo debo ser precavida.

López se llevó a Sam hacia su celda y Kirby quedó asimilando las cosas. Había hecho un pequeño diagrama de araña en su libreta conectando todos los acontecimientos ocurridos en búsqueda de una coincidencia. Necesitaba más información, sin embargo, desconocía de donde podría obtenerla.

Salió de la sala de interrogatorio masajeándose la sien intentando interiorizar todo. Danny de topó con ella y preguntó por Sam. Ella le explicó todo y Danny no creía lo que oía. Sabía muchas cosas de Sam, pero no era una asesina.

—Quizá no, Danny. Pero pudo haberse desequilibrado por todo lo que ha atravesado. Además, le viene de sangre...

Danny se mantenía incrédulo, ante todo.

—Probaré que lo que dices no es cierto. Probaré la inocencia de Sam. Necesitamos enrumbar de nuevo el caso para poder encontrar a Tara.

—Danny —Kirby trastabilló en decirle o no—. Necesito hacer mi trabajo.

—Encontrar a Tara también es tu trabajo...

Kirby cerró los ojos, dudando si decir lo que pensaba.

—Como he sido víctima de lo que Ghostface es capaz, es bastante probable que Tara ya no se encuentre con vida.

Danny retrocedió un paso atrás ante la declaración de la agente.

—Pero...

—Danny, tengo pruebas en este caso, que también involucra a Ghostface. Cuando hallemos pistas de Tara, podré enfocarme en ella. En este momento, no puedo hacerlo...

El semblante de Danny se endureció.

—Alguien busca desviarte del caso, porque te aseguro que Sam es inocente —abrió la puerta de la comisaría y proclamó antes de marcharse—. Y voy a probarlo.

—Si lo haces, soltaré a Sam de inmediato y me disculparé. Sin embargo, tengo una pequeña corazonada de esto.

Al salir de la comisaría, Danny caminaba perdido en el mar de sus pensamientos, preocupado por el bienestar de Sam. El día estaba bastante oscuro y frío.

"¿Sam?, no puede ser"

"Alguien trata de culparla de un crimen"

Caminó dos calles hacia la derecha.

"¿Pero, que conseguirían con eso?"

Se detuvo en una esquina a pensar en los acontecimientos, exprimiendo cada escena en busca de detalles que había dejado pasar por alto.

"Nada tiene sentido"

Continuó caminando, dando pasos lentos. Estaba muy preocupado por Sam. Poco tiempo podía verla y ahora, ella corría peligro...


¡Pluck!... ¡Shrash!...


Era el sonido de su ropa rasgándose y de su carne siendo perforada por la hoja de un cuchillo. Danny exhaló con fuerza del susto y de la agonía. El aliento se le escapaba de los pulmones ante el punzante dolor en su espalda. Al voltear, vio la máscara fantasmal de Ghostface desencajando el arma de su espalda para volverla a encajar en su vientre. Danny se encogió de dolor exclamando un quejido muy débil y llevándose las manos al sitio de la herida. Luego, cayó al suelo del callejón donde se encontraba. Completamente inerte.

Ghostface contempló por instantes su cuerpo y limpió la sangre del cuchillo con su túnica. Tenía que desaparecer pronto.

Prosiguió su camino con naturalidad hasta perderse entre la ciudad...

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