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Capítulo 1

Dorian estaba muy serio mirando el fuego de la chimenea cuando entra Viveka preocupada por él por haber permanecido durante toda la cena en silencio.
Viveka se acerca a su esposo y le hace la pregunta de volver a tenerla que dejar sola.
Dorian no quiere responderle, sabe que entrar de nuevo en batalla supone meses alejado de ella y se perderá el nacimiento de su hijo.
Aún así, Viveka poniendo la mano de su esposo en su vientre, le da ánimos asegurándole de que volverán a estar juntos.
Dorian no sabe que decir y más mirando a la mujer que tiene delante y en pocos meses le dará un hijo.
Sólo puede abrazarla, saborear sus labios y rezar para poder regresar sano y salvo.
Tan sólo dispone de varias días para estar juntos  antes de marchar junto con sus soldados a la batalla de Waterloo donde recibirá las órdenes del emperador Napoleón.

Pasados los días, Viveka se despide de su esposo entre lágrimas, éste le hace prometer que volverá para permanecer junto a su familia.
Amélie y Frinn también se despiden de Dorian el cual les deja de encargo que cuiden de su esposa y Mallori.
Subido a su caballo, Dorian echa un último vistazo a su familia para poner rumbo a lo que será una nueva conquista para el país y más hombres arriesgando su vida.

Aprovechando de que el país está de nuevo gobernado por Napoleón, algunos rebeldes piden que se vuelva a ir y sea el país gobernado por el rey.
Entre esa batalla de intercambio de opiniones, la gente más humilde de París sigue trabajando duro en el campo para poder mantenerse.
Debido a la subida de tributos, a los ciudadanos apenas les alcanza para salir adelante mientras que los nobles ven crecer sus riquezas.
Por ese motivo, y por qué cada vez moría más gente sin poder asistir al médico, los ciudadanos parisinos comienzan a desesperarse ante la situación y si a eso se le suma el aumento de los robos el miedo era más que evidente entre el círculo de los más ricos.

Aquella misma mañana, Mallori había terminado su trabajo en una pequeña clínica junto a su compañera y amiga Nadine y el doctor Francesco.
Había sido una noche muy larga debido al poco espacio y las tantas personas que acudían para que le ayuden con sus enfermedades sin contar los heridos que llegaban por la batalla.
En la clínica era todo un caos. Aún así, Mallori le gustaba su profesión, y ser enfermera era lo que más amaba además de sentirse útil y poder ayudar a otras personas.
Nada más despedirse de su amiga, Mallori subió a un carruaje para que la llevara a su hogar.
Una vez subida en el carruaje el cielo comenzó a ponerse gris, el mismo cochero avisa de una posible tormenta y por ello decide cambiar de camino para ganar tiempo antes de que la lluvia los soprenda.

Mallori mira con atención el paisaje, sus ojos empiezan a cerrarse debido al cansancio pero en un momento dado el ruido del relincheo del caballo hace que el carruaje se detenga de golpe siendo sorprendidos por un grupo de bandidos.
Mallori empieza a asustarse, intenta bloquear la puerta para que nadie le haga daño pero es demasiado tarde, uno de los bandidos, el cual lleva su rostro tapado con una máscara blanca ya ha entrado.
El espacio es demasiado pequeño como para que los nervios le impiden pensar con claridad y aunque trate de escapar el bandido la tiene acorralada entre la puerta y su cuerpo con sus brazos puestos ambos lados de la puerta.
Sus ojos negros es lo único que puede ver mientras va sintiendo cada más pánico.

— Por favor no me haga daño. — Súplica Mallori notando sus lágrimas apunto de estallar.

El bandido no dice nada, bajo su máscara sonríe admirando la belleza de la mujer de cabello color fuego y pecas en su rostro. Con delicadeza roza su piel suave y blanca como la nieve.
Sin poder apartar sus ojos de aquella hermosa mujer, el bandolero no puede sujetar esas ganas que van aumentando  de querer probar sus labios.
Sin ningún tipo de vergüenza posa un ligero beso en los labios de la dama que tiembla cada vez más.
Sus dedos juegan con uno de sus rizos quedándose cada vez más prendado de su belleza.
Mallori le da un bofetón en modo de defensa sin saber que acaba de encender al hombre que oculta su rostro bajo la máscara logrando pegarse a su cuerpo donde al mirarla a sus ojos siente que debe alejarse de ella inmediatamente.
Como si le quemara tocarla, el bandolero se aparta al escuchar a uno de sus hombres hablar.
Sin apartar su mirada de ella, éste se baja del carruaje riéndose.

Mallori no abrió los ojos hasta que el cochero le habla.

— Discúlpeme mademoiselle yo no sabía que íbamos a ser asaltados. ¿Está bien?

— No. No lo estoy. Por favor lléveme cuanto antes a mi hogar. — El cochero no dice nada y tras coger las riendas de los caballeros se ponen en marcha.

Nada más llegar a su hogar, Mallori va directa hasta su habitación donde cierra la puerta quedándose muy quieta temblando por lo sucedido.
Inmediatamente, Amélie y Viveka la buscan para hablar con ella.
Nada más ver a su madre, esta se avanlanza a ella llorando amargamente durante un rato.
Amélie busca un vaso de agua y se lo entrega a su sobrina la cual, ya más calmada comienza a contarle lo sucedido.
Aterradas, Viveka abraza a su hija fuerte agradeciendo de que nada malo le haya pasado.
Mientras tanto, Amélie se queda pensativa y no fue hasta pasados unos largos minutos cuando le propone a su sobrina aprender a defenderse.

— Amélie, ¿Estás segura de lo que dices? Sabes perfectamente que una mujer no puede manejar una espalda, eso solo lo hacen los hombres.

— Viveka, deja de pensar como estos franceses y admite que si hoy Mallori hubiera sabido manejar una espada o un arma nada malo le hubiera ocurrido. Imagínate si uno de los bandoleros no los interrumpen a tú hija la hubieran hecho cualquier cosa como abusar de ella, pegarle, secuestrarla... ¿Eso es lo que quieres?

— No. Claro que no deseo que a mí hija le pase algo tan atroz como eso. Pero...

— Madre, la tía lleva razón. Aunque seamos mujeres debemos saber defendernos de esos bandoleros. Hoy me he podido salvar, pero quizás en otro momento no tenga tanta suerte.

— ¿Estás dispuesta a que Frinn te enseñe a manejar una espada Mallori?

— Por supuesto que sí tía. Quiero saber cómo defenderme y no ser un manjar para esos bandidos que se aprovechan de la falta de hombres para atacar a las mujeres.

Amélie sonríe feliz por la decisión que ha tomado su sobrina.
Después de haberse asegurado de que esté bien, las dos mujeres salen de la habitación dispuestas para hablar con Frinn para que mañana mismo comience a enseñar a Mallori como ser una buena espadachín.

A solas, Mallori no puede dormir, la mirada negra como la noche hace que no pueda conciliar el sueño negándose a sí misma que el beso que le han robado lo había recibido con gusto, pues aunque estaba temblando de miedo, la mirada de ese bandolero no era tan agresiva, si no todo lo contrario. Era afable y aunque su rostro lo ocultaba bajo una máscara ella misma trataba de imaginarlo cómo sería, pues sus dedos rozando su piel le habían dado a entender de qué aquel bandido tenía algo que le hacía dudar y al mismo tiempo siente como su corazón late con tanta intensidad contra su pecho. Era una mezcla de pánico y perplejidad por haberse encontrado con un desconocido y haber visto en sus luceros negros un brillo con un mensaje que en esos momentos ella quisiera poder descubrir de que se trata.

Abajo en el salón, Amélie habla con su esposo referente a lo conversado con su sobrina.
Frinn, que había permanecido al ejército y tuvo que retirarse piensa si es lo más correcto mostrar las habilidades de manejar una espada a Mallori.
Viveka trata de convencerlo para que le enseñe a defenderse a su hija.
Frinn se levanta del sillón de tela verde, camina despacio de un lado a otro de la habitación con sus manos puestas atrás en la espalda dudando si hacerle caso a su esposa y Viveka o no.
Pues nadie mejor que él sabe que si alguien llegase a descubrir que una mujer maneja una espada sería injustamente llevada ante el juez donde tendría consecuencias muy malas.
Dado que estaba prohibido de que una mujer hiciera cosas de hombre y lo peor de todo que sería juzgada severamente.
Por otro lado, no tenía nada de malo enseñar a Mallori a defenderse. Era una mujer hermosa y debido a los continuos robos alguien podría lastimar a Mallori.
Mejor que supiera defenderse. Por ello, mira con atención a su esposa comunicándole su decisión de comenzar a mostrar el manejo de la espada a Mallori, pero todo debía quedar en secreto.
Tanto Viveka como Amélie prometen guardar el secreto. Todo sea por proteger a Mallori de que no sea sentenciada por algo que está prohibido y pueda aprender cualquier mujer para intentar no ser lastimada por los bandidos.


Al llegar a su escondite,  los bandoleros comienzan a destapar sus rostros.
El líder, es el primero en dejar su arma en una mesa junto al dinero y joyas que habían robado ese mismo día.
La banda estaba compuesta por ocho hombres, todos ellos eran considerados unos rebeldes por ir en contra de la monarquía y del emperador.
Para el líder del grupo, era una diversión poder quitar algunas de sus riquezas a los ricos para repartirlos entre las personas pobres que eran tratadas injustamente.
Los hombres toman algo de dinero y tras repartir el resto en pequeñas bolsas de tela dos de ellos se marchan para entregar el dinero a varias familias que no tienen nada que comer. Salvo patatas y algo de pan.

Mientras, el resto de los hombres cocinan algo para comer, el líder mira con atención un mapa donde pensará en la manera de poder asaltar el carruaje de un duque que están esperando con ansias para robarle parte de su fortuna. Ese dinero que roba a sus trabajadores y él lo gasta en otros vicios y darse la buena vida.
Pero mientras mira el mapa, unos ojos claros vuelven a su mente.
La mujer del pelo de fuego lo ha cautivado, incluso se ha quedado prendado de su belleza.
Conocía a muchas mujeres, de hecho muchas madres hacían lo posible para atraer su atención para que se fije en sus hijas con edad casamentera.
Pero en ese momento Yannick Dubois no pensaba en contraer matrimonio para juntar las grandes fortunas.
Más bien, quería disfrutar de su libertad mientras no sea descubierto, podría ayudar a todas aquellas familias tan desdichadas y tan agradecido que estaba en especial con una de ellas que lo había tratado tan bien después de haber fallecido su madre su padre, el marqués De Fabry  lo dejara desatendido por culpa de su nueva esposa y la vida tan desorganizada que llevaba.

Tras cumplir su mayoría de edad, Yannick prometió ayudar a las familias tan desafortunadas de los barrios más pobres de París donde pasaban hambre debido a la pobreza por la que estaban pasando mientras los más ricos, se reunían en Versalles en fiestas que organizaba el rey y donde se gastaban su dinero en juegos de azar o charlaban animadamente sobre cómo aumentar sus riquezas.

Nick como lo llaman sus hombres y amigos de confianza, se había criado en la casa del capataz de las tierras de su padre. Tanto Jean, como Bettina habían decido cuidar del pequeño cuando el marqués se casó de nuevo y empezó a cambiar de manera de vivir y pensar.
Aunque dispuso de una mejor vida por ser hijo del marqués, Yannick valoró positivamente el cariño que le mostraban el matrimonio educándole con respeto hacia las familias que menos tenían.
Yannick fue un niño feliz hasta que llegó a su adolescencia y su padre le exigió estudiar para que así ocupara su puesto dado que su segunda  esposa no le dio hijos y murió joven quedándose nuevamente viudo.

Yannick tuvo los mejores profesores donde se convirtió en todo un hombre de negocios.
Su habilidad con los números hizo que pudiera ser el director del banco de París durante unos años. Desafortunadamente la llegada de Napoleón hizo que los más ricos retiren su dinero y el banco quedó al borde de la quiebra.
Desde que se conoció la noticia del regreso del emperador, el rey Luis XVIII toma la decisión de marcharse por no querer seguir gobernar por los constantes desarreglos que tenía con los países vecinos dejando al cargo a Napoleón donde no tardaría en reunirse con los altos mandos del ejército para comenzar con su plan de conquista llevando un ejército de más de 30.000 soldados sin importarle como podrían sobrevivir los ciudadanos que apenas tenían recursos para salir adelante y para poder hacerse con el material adecuado para la guerra subía los tributos a los ciudadanos que veían como su comida escaseaban y los ricos se divertían en fiestas organizas sin ningún fundamento. Tan solo para divertirse.

De ahí fue donde nació la ira de Yannick.
Ver cómo aquellas personas pobres eran víctimas de pasar penumbras, hambre y ver morir cada día a niños y ancianos por no tener nada para alimentarse.
Junto con siete hombres más, que eran unos delincuentes y no tienen nada que perder. Yannick consigue convercerles para formar un grupo de bandoleros y darle a los pobres lo que les pertenece ocultando su identidad para no ser juzgados y llevados a la horca.
Por ello, tapan sus rostros con máscaras, usan ropas viejas con botas negras y cubren sus manos con guantes para no dejar huellas dado que en los últimos robos, los pocos hombres que quedan del ejército andan pendientes de poder arrestarles.

Escondidos en una pequeña casa de piedra abandona en mitad del campo, la banda tiene su escondite. Allí se reúnen para  comentar sobre cómo deben realizar sus robos.
En ese momento, Nick piensa en el error que había cometido al intentar asaltar el carruaje donde iba subida la mujer pelirroja confundiendo ese mismo carruaje con el del un banquero rico.
Habido sido un error, pero no lo era tanto porque había tenido la  oportunidad de verla a ella atreviéndose a alzarse la máscara un poco para besar sus labios.
Nunca antes había hecho algo similar. De hecho, ellos llevan armas para defenderse de los militares, no desean hacer daño a gente inocente.

No querían ser héroes, tan solo pretenden hacer justicia ayudando de alguna manera a la gente más indefensa y pobre de París que son tratados mal donde se aprovechan de su ingenuidad para obligarles hacer lo que ellos dispongan.
Lo si estaba claro, era quien tiene el poder tiene derecho sobre un ciudadano que intenta trabajar para llevar una vida tranquila y donde deben ser obedientes y dóciles por miedo a ser ejecutados.
Ese es el propósito de Yannick y sus hombres, convencer a los parisinos  aunque no tengan armas, sean analfabetos, no sepan luchar... Tienen que disponer de valentía si desean enfrentar a un pequeño ejército porque el pueblo es el que manda y tiene la última palabra.

De momento son los delincuentes más buscados de París.
Yannick lleva ventaja por ser marqués y de ese modo puede enterarse de muchas acciones que hacen los nobles y donde al robarles a ellos está haciendo una obra de caridad al repatirlo entre los ciudadanos.
Aunque son hombres valientes, siempre van con miedo de ser descubiertos y por ello no se relacionan con nadie e intentan pasar lo más desapercibidos posible para no llamar la atención, deben de ser muy inteligentes si no quieren acabar en la horca.

Mientras tanto, ellos siguen con sus planes de hacer justicia en  un país tan mal gobernado que lucha por obtener más poder a costa de derramar sangre y morir tantos hombres en batalla donde nadie los recordará mientras los altos mandos serán tratados como héroes pasando a la historia.

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