Hace una semana que habían comenzado de nuevo las clases en la universidad, cuando apenas habíamos acabado los exámenes pocos días antes.

Astrid caminaba a mi lado mientras no dejaba de teclear en su móvil.

—Sonríes como una idiota —dije provocando que levantara la vista de la pantalla.

Me golpeó el brazo en respuesta.

—Tú tienes la misma cara cuando ves a Joel.

Joel. Desde ayer por la tarde no había vuelto a hablar con él y siempre nos saludábamos antes de entrar a clase. No solía llegar tarde, pero parece ser que hoy se había roto esa costumbre.

As volvió a hablar sacándome de mis pensamientos. Se había guardado el móvil.

—Me voy a clase, ¿nos vemos en el descanso?

Asentí en respuesta. Se giró y se perdió por el pasillo.

La mañana había transcurrido como de costumbre. Alguna clase más pesada que otra, pero en general se había pasado rápido. Lo único que me tuvo con la cabeza en otra parte fue el hecho de que no había recibido ningún mensaje de Joel. Nada, y ya me estaba empezando a preocupar. No era normal en él faltar a clases, y mucho menos ni siquiera enviarme un mensaje. Deshice la idea de que le hubiera pasado algo grave.

Antes de irme para casa aún tenía que coger unos apuntes que guardé en la taquilla la semana pasada, y aunque todavía estábamos al principio del cuatrimestre, me había propuesto estudiar desde el principio para que luego no se me echara el tiempo encima. Después de caminar durante unos minutos, me encontraba situada delante de ella. Introduje la combinación y abrí la pequeña puerta. Una nota cayó cuando fui a coger el montón de papeles.

Miré curiosa la hoja y me atreví a desdoblarla.

Volví a leer sin poder creerme las palabras que registraban mis ojos. Era una nota de Joel en la que se despedida de mí. No había nada más que esa simple frase.

«Tiene que ser una broma» pensé.

Joel nunca me haría esto, no sería capaz. Además, estábamos bien. ¿Lo estábamos? Teníamos los problemas normales de cualquier pareja, pero nada más.

Doblé la nota y me la guardé en el bolsillo. Tenía que tratar de hablar con él y aclararlo todo.

Tenía que haber alguna explicación para que decidiera terminar con todo de esa manera.

No dejaba de morderme el labio. Le había enviado a Joel un mensaje hace unos minutos y acababa de llegar su respuesta. No quería leerlo, temía encontrarme con algo que no me gustara.

Cerré los ojos una vez más y cuando los volví a abrir desbloqueé la pantalla del móvil.

Sólo aparecía una frase, pero a veces no hacían falta más palabras. A veces con unas pocas era suficiente para entenderlo todo.

«Ya no te quiero, Leire, nunca más lo haré»

Joel se había ido de mi vida. Me había dejado sin ni siquiera explicarme nada, tan sólo desapareció de un día para otro. Entonces la frase que Einar me dijo cuando aún era una niña apareció. Y le creí, por un momento le creí.

Dolía. Tenía que calmar el dolor que me producían sus palabras, las palabras de Joel. Tenía que buscar una manera para disminuirlo. Unas tijeras aparecieron ante mis ojos. Y entonces pensé que quizá ellas pudieran aliviar esto que estaba sintiendo. Las tomé. Durante un segundo dudé, pero luego el dolor volvió otra vez y entonces lo supe. Quería hacer esto, lo necesitaba.

Las coloqué sobre mi muñeca y las deslicé sobre ella. Dolía, pero el dolor no se comparaba al que estaba tratando de eliminar. La sangre no dejaba de salir cuando hice el primer corte. No era suficiente, aún dolía. Necesitaba más. Volví a hacer otro corte, y ahora la sangre manchaba el suelo. Me pesaban los ojos y la muñeca dolía. Las lágrimas no dejaba de caer, bailaban al mismo ritmo que la sangre. Dolía.

Las tijeras se deslizaron de mi mano y caí al suelo. Ya no dolía. Ya no sentía nada. Y entonces lo supe, había cometido un tremendo error. Me había jodido.

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La última parte del capítulo para mí ha sido algo difícil de escribir, porque me imagino lo que deben de sentir esas personas que toman la decisión de hacerse daño, y se me pone la piel de gallina.

Quiero recalcar que en ningún momento defiendo las autolesiones, creo que hay mejores vías para superar el dolor, pero hay que destacar que es algo que existe en la sociedad y que hay personas que eligen ese camino.

Dicho todo esto, espero que os haya gustado, y que aunque sea un capítulo fuera de la trama general, quería contar la historia de la cicatriz de Leire, siento que era algo necesario.

¡Nos vemos el sábado que viene!