Capítulo 19: Todo saldrá bien
Las puertas de la habitación se abrieron y vi como Astrid entraba. La vi dudar, como si no estuviera segura de acercarse a mí, pero en cuanto le hice una seña con la mano se encaminó hacia donde estaba.
En un primer momento no dijo nada. Tan sólo estaba de pie, mirándome como si fuese la cosa más frágil del mundo, como si pensara que iba a romperme de un instante a otro y su voz fuera el último empujón para hacerlo.
—Hola, As —la saludé con una de mis mejores sonrisas con el fin de darle a entender que no me encontraba tan mal como se imaginaba.
Astrid se sentó en el sillón situado al lado de la cama y tomó mi mano.
—Sí, amiga, soy yo —contestó ésta mientras se frotaba los ojos para eliminar todo rastro de unas lágrimas que amenazaban con salir—. ¿Qué tal estás?
Al momento de pronunciar esas palabras se golpeó mentalmente por la tontería que acababa de decir. ¿Cómo iba a estar? Reí al ver su cara. Seguro que se sentía como una idiota por el comentario que acababa de soltar.
—Ahí voy —fue lo único que dije, mientras estiraba el brazo en busca de un sobre que se encontraba en la mesilla situada a mi lado—. Tienes que prometerme una cosa, ¿vale? —hablé ante la atenta mirada de Astrid.
—Oh, no —negó As al ver los sobres blancos que sostenía entre las manos—. Todo va a salir bien, así que ahórrate la idea que tienes en la cabeza.
—Pero y si no es así me tienes que prometer que vas a hacer lo que te digo, As, por favor —supliqué—. Si las cosas no salen bien, quiero que hagas algo por mí, amiga.
—Está bien —contestó al fin aunque sabía que no era de su agrado y que le costó darme esa respuesta.
Astrid tomó los sobres y se los guardó en el bolso. Volvió a negar para sí misma, y yo sabía que estaba tratando de decirse a sí misma que todo saldría bien y que jamás entregaría esas cartas. De alguna manera yo también lo esperaba.
—Eh, no llores —traté de calmar a As al darme cuenta de que comenzaba a llorar—. Todo saldrá bien.
«Todo saldrá bien» me repetí para mí misma. Quería creer que sería así, pero ¿y si no lo era? ¿Y si esta era la última conversación que tenía con Astrid? ¿Qué sería de ella? ¿Y de mi madre? ¿Y de Axel? «Axel» pensé. Había algo que debía decirle y aún no había reunido el valor para hacerlo, tenía demasiado miedo y no era lo suficientemente fuerte para enfrentarlo.
Como si el universo hubiera escuchado mis pensamientos, la puerta de la habitación se abrió y Axel entró en ella.
—¿Cómo está mi chica favorita...? —pero se calló en cuanto vio a Astrid recostada en el sillón—. ¡Mierda, As, no sabía que estabas aquí!
—Idiota —masculló esta y los tres nos echamos a reír.
—Tú también eres mi chica favorita —añadió mientras trataba de abrazarla. Fue en vano. As no era de esas.
Le apartó de un empujón y Axel rió al ver su cara de enfado.
—No quiero tus abrazos.
Miré a las dos personas que tenía enfrente. Mis amigos. Si las cosas no iban como se esperaban, les iba a echar tanto de menos... Borré esa idea de mi cabeza y me volví a repetir la misma frase de antes «Todo saldrá bien».
Una vez salí de la habitación camino del quirófano mi di cuenta de una cosa. Sabía lo que era el amor. Mi madre, Astrid, Axel, las personas que siempre habían estado mi lado, quienes nunca me habían dejado sola, quienes seguían ahí, luchando conmigo en este momento tan complicado. Eso era el amor de verdad, y Einar no tenía el poder de arrebatarme eso, nunca lo había tenido y nunca lo tendría, porque pasara lo que pasara, no estaba sola.
La sala del quirófano se sentía fría. Miré alrededor y una oleada de miedo me invadió el cuerpo. No quería estar ahí, no estaba preparada para enfrentarme a eso. Quería huir.
—Leire —me llamó uno de los médicos que se encontraba a mi lado—. Ahora vamos a dormirte porque va a empezar la operación, ¿vale?
Habló con tanta dulzura que por un momento sentí como el miedo me abandonaba. Pero no duró mucho, porque de nuevo volví a sentirme ahogada. No era fuerte, no podía enfrentarme a eso. Cuando logré ordenar el caos de palabras que retumbaban en mi cabeza, hablé.
—No puedo hacerlo, necesito a Axel, le necesito.
—Tienes que tranquilizarte —volvió a hablar el médico—. Seguro que Axel está ahí fuera, esperándote.
«Esperándote» se repitió esa palabra en mi cabeza. Axel estaba ahí fuera, seguramente muerto de miedo, al igual que yo, pero estaba enfrentando la situación y yo sólo quería huir como una cobarde. No le merecía.
Respiré hondo y pronuncié las últimas palabras antes de sentir como todo se tornaba oscuro.
— Está bien. Estoy lista.
———☸———
Después de una semana sin actualizar, hoy os traigo el penúltimo capítulo de #ElSentido.
¿Podrá Leire superar la operación o por el contrario todo saldrá mal? ¿Y las cartas? ¿Qué pondrá en ellas? ¿Serán entregadas a cada destinatario?
Parece que el futuro de nuestra protagonista se encuentra en la cuerda floja...
¡Nos vemos el sábado que viene! 💚
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