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Capítulo 16: No quiero que duela

—¿No piensas abrirlo?

Miré el sobre y después dirigí mi mirada hacia Astrid. Por un momento pensé que no había sido una buena idea el hablarle sobre él, pero necesitaba desahogarme con alguien y sé que ella estaría dispuesta a escucharme. As no me juzgaba. Sólo que ahora mi mirada sé encontraba fija en el sobre y no era capaz de dirigirla hacia otro punto.

—No puedo —contesté—. Siento que si lo abro y leo lo que está escrito me va a doler. No quiero que duela. No quiero más dolor en mi vida. Siento que ahora que estoy reconstruyendo mi muralla, que todo parece volver a una cierta normalidad, se va a ir a la mierda en cuanto lea lo que me escribió mi padre.

Astrid me tomó la mano dándome a entender que estaba ahí para mí, que fuera lo que fuese, estaríamos juntas. Siempre lo habíamos estado. Cuando Einar se marchó de mi vida, cuando Joel me rompió el corazón y cuando enfrentó a su padre. Éramos un equipo.

—Algún día tendrás que abrirlo —murmuró con tristeza—. Además, si no lo haces te estarás comiendo la cabeza continuamente.

Me encogí de hombros.

—Lo sé, tan sólo estaba retrasando ese día lo máximo posible.

—¿Has hablado con Nora?

Negué con la cabeza. Desde el día de la conversación del salón, apenas nos habíamos dirigido la palabra. Por una parte odiaba esa situación, sé que ella lo estaba pasando mal y me sentía un poco idiota por mantenerla alejada de mí, pero necesitaba mi espacio. Me había mentido y tampoco podía mirar hacia otro lado y hacer como si no hubiera pasado nada.

—Necesito tiempo. Más tiempo.

Astrid me regaló una sonrisa y eso hizo que por un momento me olvidara de todo el asunto de mamá. Ella estaba conmigo.

—He estado pensando —echó hacia atrás un pequeño rizo que cayó por sus ojos—. ¿Seguro que no quieres celebrar tu cumpleaños?

Su cambio de tema era lo mejor que podía tener en este momento, pero saber que ahora su conversación se centraba en mi cumpleaños, no me molaba mucho. No estaba para fiestas.

—Sabes que no, As. No me van esas cosas.

—Lo sé, lo sé. No hace falta que montemos una fiesta, simplemente podemos reunirnos los tres. Axel, tú y yo. Sesión de películas y muchas palomitas. Piénsalo, ¿vale?

Sopesé su idea durante unos segundos y al final contesté. Quizá eso me serviría para mantenerme alejada de todo lo que estaba sucediendo en mi vida, quizá me vendría bien una distracción.

—Está bien. Si es algo sencillo, lo haremos.

—¡No puedo creer que vayas con Slytherin!

Después de decidir qué películas ver, acabamos haciendo un maratón de Harry Potter, aunque bueno, estaba claro que terminaríamos viendo alguna de ellas, los tres somos verdaderos fans de la saga.

Axel rió ante mi cara de fingido enfado y me arrancó el cuenco de palomitas de las manos.

—Los de Slytherin molamos más —afirmó antes de lanzar unas cuantas palomitas a su boca.

Astrid se había levantado a rellenar la jarra de agua y cuando la vi caminando hacia nosotros le regalé una mirada cómplice. Parece que nuestras mentes estaban coordinadas, porque las dos cogimos a la vez un cojín y golpeamos a Axel con tal mala suerte que las palomitas acabaron desparramadas por todo el suelo.

—¡Eh! Eso no vale —se quejó intentando devolvernos el golpe—. Estoy en desventaja. Sois dos contra uno.

Le di un último golpe antes de tirar el cojín a un costado del sofá.

—Eso para que vuelvas a decir lo de que moláis más.

Astrid se sentó a su lado y pasó un brazo por sus hombros.

—Nunca subestimes el poder de una mujer.

Los miré a ambos y se me escapó una sonrisa. «Sin duda estos dos formarían una pareja peculiar». El sonido de una alarma me sacó de mis pensamientos y antes de que pudiera siquiera preguntar de dónde procedía, sentí como dos cuerpos se lanzaban sobre mí.

—¡Feliz cumpleaños! —gritaron los dos a la vez, y nos echamos los tres a reír.

—Chicos, me estáis asfixiando —traté de alejarme un poco para poder tomar un poco de aire—. En serio, chicos, necesito un poco espacio.

Después de unos cuantos segundos se apartaron de mí retomando su sitio en el sofá.

—¿De quién ha sido la idea de la alarma? —pregunté mientras dirigía mi mirada del uno al otro.

—A mí no me mires —respondió Astrid apuntando a Axel con el dedo—. Fue idea suya, de su cabeza loca.

—¡Eh! —exclamó este como si se hubiera sentido ofendido—. Fue una idea brillante.

—Claro que sí, genio —le palmeé el hombro sin poder ocultar la risa.

Sin duda compartir esta noche con Axel y Astrid era lo mejor que me había pasado en mucho tiempo, y realmente deseaba que las cosas siguieran así de bien de ahora en adelante, al menos después de que ordenara el caos que rodeaba mi vida.

———☸———

¡Ya estamos aquí con un nuevo capítulo!

Leire sigue dando vueltas al tema del sobre y aún no ha sido capaz de averiguar por qué se lo ocultó Nora.

¿Lograrán arreglar las cosas antes de que sea demasiado tarde? ¿Cambiará todo si Leire se anima a leer la carta que le escribió su padre?

Aparte de todo este asunto, ¿cómo os imagináis el final? ¿Esperáis un final feliz, o por el contrario, os gustaría más uno triste?

¡Nos leemos el sábado que viene!

PD: este jueves publico el primer capítulo de Argentum: El legado de las brujas. ¡Os espero por allí! ❤


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