
Capítulo 13: Confesiones
El día siguiente Axel se presentó en mi casa por la mañana sin avisar. Con la fiesta apenas tuvimos tiempo para ponernos al día de todo lo que había ocurrido durante su ausencia, y todavía tenía varias cosas para contarle, además, el tiempo que pasábamos juntos siempre era genial.
No oí que había entrado en mi habitación hasta que escuché su voz.
—¿Sabes que no es tu culpa, verdad? —habló Axel a mi espalda.
No necesitaba decir nada más, sabía perfectamente a lo que se refería. Me bajé la manga del jersey y me di la vuelta para mirarle. Su cara reflejaba preocupación y cierta tristeza, y eso dolía.
—Supongo.
Él se acercó a mí y dejó una de sus manos sobre mi mejilla. Siempre me habían gustado sus caricias, me hacían sentir segura. En paz.
—No lo es —volvió a repetir tratando de convencerme.
Cerré los ojos disfrutando de su toque, pero al momento los volví a abrir. Cuando centré mi atención en su mirada, se veía triste. Odiaba eso. Odiaba saber que yo era la culpable de poner esa tristeza en sus ojos.
—No puedo no sentirme culpable, Axel, te juro que lo intento, pero no puedo.
Durante un tiempo le eché la culpa a Joel, fue por él por quien me hice esto, por sus palabras, pero al cabo de las semanas empecé a pensar las cosas, y aunque él me jodió, fui yo la que tomó la decisión. Yo elegí hacerme daño de esa manera. Podía haber elegido otro camino, pero no lo hice. Tomé la peor decisión y ahora estaba sufriendo las consecuencias de ello.
—No te tortures, Lei.
—Lo intento —contesté sin más.
Sé que vivir atormentada por una decisión que tomé en el pasado no es lo mejor que puedo hacer, que eso no va a cambiar las cosas, que no me va a arreglar, pero a veces mi cabeza viaja hasta ese día y me pregunto cómo serían las cosas si mi decisión hubiera sido otra. Si tan sólo no me hubiera dejado guiar por el dolor, si hubiera pedido ayuda. Quizá las cosas serían muy diferentes a como lo son ahora.
Axel me siguió cuando me senté en mi cama y el hueco a mi lado se hundió segundos después. Su cercanía me hacía sentir mucho mejor.
—¿Quieres contarme qué pasó con Joel? —preguntó trazando círculos en la palma de mi mano.
Axel había estado ahí para mí siempre, sobre todo cuando sucedió lo de Joel. Era justo que supiera cómo seguían las cosas ahora. Además, supongo que el mensaje que le envié antes de la fiesta aún estaba rondando por su cabeza.
Tomé un poco de aire y empecé a relatarle todo. Desde el instante en que me crucé de nuevo con él, los momentos de ignorarle y nuestra última conversación. También le hablé de que las miradas habían disminuido, y de que ya apenas recibía comentarios insultándome. Omití la parte de Einar en mi resumen, pero la pregunta de Axel me complicaba mi plan de ocultárselo.
—¿Te dijo por qué se fue?
—Sí... Bueno —no sabía qué responder a eso. ¿Le decía la verdad o le mentía? Odiaba mentir, pero sé que a Axel no le iba a gustar escuchar que fue Einar quien en parte tuvo la culpa de que Joel desapareciera de mi vida aquel día.
No me atreví a mirarle, pero sé que estaba esperando por mi respuesta, así que después de unos segundos de indecisión, hablé.
—Einar.
Su mano se apretó en la mía, y supe que no le había gustado en absoluto mi respuesta. Se fijó en nuestras manos y en seguida me soltó porque se dio cuenta de que me estaba haciendo un poco de daño.
—Lo siento, Lei... Yo sólo... —se disculpó, y yo negué en señal de que no pasaba nada—. Dime que es una broma, Leire.
—Ojalá lo fuera.
Axel se levantó y sentí frío cuando se alejó de mí. Estaba cabreado, lo conocía perfectamente. Aunque nunca había llegado a conocer a Einar, sé que le odiaba profundamente por todo lo que nos había hecho a mamá y a mí. Esta nueva revelación no mejoraba las cosas, si no todo lo contrario.
—Hay más —solté de repente.
Paró de moverse y me miró de nuevo. Las palabras se atascaron en mi garganta cuando hice contacto con sus ojos.
—¿Más?
Asentí.
—Vino un rato antes de la fiesta. Traté de impedir que entrara, pero dijo que quería hablar con mamá, y luego entraron al despacho y estuvieron un rato ahí. Después mamá salió llorando, pero me dijo que estaba todo bien —miré a Axel a los ojos—. No lo estaba, lo vi en su mirada.
—¿Qué crees que le dijo?
Me encogí de hombros. Ojalá tuviera la respuesta a esa pregunta, porque sin duda haría todo mucho más fácil.
—Ni idea, pero voy a averiguarlo.
—¿Cómo?
—Aún no lo sé —confesé—. Sé que algo pasó en ese despacho, y cueste lo que cueste voy a saber lo que fue. Einar no se va salir con la suya.
———☸———
¡Hoy vengo con un capítulo extra tal y como os prometí!
Me apetecía escribir un capítulo un poco más reflexivo en el que Leire muestra más sus pensamientos y cómo se siente, y creo que el regreso de Axel ha sido perfecto para ello.
¿Vosotros también tenéis a alguien que os haga sentir en paz? ¿Que está ahí para vosotros cuando lo pasáis mal? ¿Que os apoya pase lo que pase?
¿Podrá Leire descubrir lo que pasó en el despacho por su cuenta o la verdad la golpeará sin previo aviso?
¡Nos vemos el sábado!
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