8
Para que entiendan mejor les dejo saber que este capítulo está ligado al 2 y 3.
★★★★★★★
Ignacio
Apenas me desperté me alisté tan rápido como pude y salí en el auto pisando el acelerador a fondo.
Flashback
Escuché la alarma, no, no era la alarma. Abrí mis ojos y ví la llamada entrante. ¿Chris? ¿Tan temprano? Tomé la llamada:
—Ignacio—se le escucha raro, algo parece estar pasándole.
—¿Qué pasa? ¿Por qué te escucho hablar así? ¿Estás bien?
—Me siento muy mal, por favor ven.
—¿Pero dime qué ocurre?
—Apúrate. Por favor.
Fue lo último que dijo antes de colgar.
Fin de Flashback.
No tardé en llegar. Subí al elevador hasta que abrió justo en el apartamento de Chris. Entré y la busqué por todos lados–era un apartamento muy grande–la llamé y nadie respondió. Finalmente entré a su habitación y la encuentro en su cama acostada abrazando su enorme barriga con sus pies recogidos y gruñendo. Está pálida y muy delgada.
—¡Chris! ¡¿Por qué demonios estás sola?! ¡¿Dónde están los empleados?!
—La señora Rebeca salió con la chef a comprar un antojo que pedí.
—¿Y el guardia?—enojado traté de ayudarla a sentarse.
—No te enojes, salió un momento y volverá en minutos.
—¡No puedes estar sola Chris!
—Por favor no te pongas así, necesito que me ayudes no que me pelees, no ahora.
—Tsh—chisté y ella quería ponerse en pie pero soltó un grito inesperado y cayó sentada en la cama otra vez—Chris, ¿qué pasa?—me acuclillé y miré su rostro, comenzaba a llorar.
—Llévame al hospital, ahora.
***
Estando de camino, luego de tanto retorcerce de dolor, se desmaya a solo una calle. Al llegar por suerte ya había llamado y tenía una camilla y personal listos para recibirla. Como siempre, Chris me desespera y más en un momento así. Solo tomo los lentes de cristal transparente que guardo en la guantera y pienso que sea más que suficiente. Nadie conoce mi rostro de todas maneras y no pensarán que el señor Gorikz está en el hospital.
Mi hermana recién entra a la sala de urgencias. Chris no solo lleva una bebé en su barriga a solo tres meses para nacer sino que también está enferma y esto puede ponerla en peligro a ambas.
—¿Ignacio?—escucho una voz femenina.
Cuando miro a la chica luego de decir mi nombre me doy cuenta que es la misma chica de ayer. No puedo evitar mirarla y reconozco su cara como también su nombre
—Flavia.
—Te ví llegar, ¿estará bien?
En ese momento se abre la puerta y sale una mujer con una bata blanca y un estetoscopio en su cuello.
—Doctora—le miró con preocupación pero no desesperado.
—¿Flavia?—sorprendida la mira a ella.
—May, ¿trabajas aquí?
—Si, ¿cómo has estado?—responde sonriente muy natural.
—¿En serio?—cruzado de brazo las miro y no creo que en serio se detenga a saludar.
—Lo siento, ¿eres familiar de la embarazada? Al parecer se ha puesto de parto, nos dice que tiene apenas seis meses y que tiene can..
Se abre la puerta y se asoma un chico interrumpiendo.
—Doctora May, la chica acaba de vomitar sangre.
—¿Qué?—llevo mis manos a mi cabeza.
La doctora entra corriendo y estar solo en esto me pone muy de los nervios. Llamaré a mis padres, deben saber.
Obviamente hablando con ellos se preocuparon, mi madre rompió en llanto diciendo que vendrían enseguida. La puerta se abre justo cuando cuelgo la llamada y sale Chris inconsciente toda manchada de sangre en su ropa. Me duele ver a mi hermana así. Llendo tras ellos solo quiero que ella salga viva de esto o sino mataré a ese desgraciado. Pensé enojado en miles de formas en que podía acabar con su vida hasta que me detengo luego de que entran al quirófano y las puertas se cerraron delante de mi.
No hablo o hago gesto alguno, solo me siento en unas sillas a un lado donde espero. Dejo que mis muros me ayuden a no temer lo que pueda pasar. Junto mis manos entrelazando los dedos y apoyo mis codos sobre las rodillas. Luego enredo mis dedos entre los rizos de mi cabello apoyando mi frente en las palmas mis manos.
¿Puede morir? Todo por mi culpa, lamento haberte metido en esto Chris.
Siento a Flavia sentarse a mi lado y alzando mi cabeza llegó hasta recostarla en la pared detrás de mi. La miro.
—Todo va a salir bien.—trata de esperanzarme.
Miró sus ojos directamente y puedo notar el color que me es muy conocido. Dejo de recostar mi cabeza y por un momento ella tiene toda mi atención. Quiero extender mi mano y quitar sus lentes para ver su ojos, todo su rostro detalladamente.
Conozco esos ojos.–repito en mi mente una y otra vez. Y lo recordé. Me profundice en ese color miel. Fueron los mismos que me miraron aquella noche. Los mismos en los que no he dejado de pensar por casi tres años.
Ella voltea su cara y me sorprendo abriendo los ojos. Luego de detallar su perfil puedo verla con más claridad ahora que los lentes no están cubriendo tanto su rostro.
Eres tú, realmente eres tú. Finalmente te encontré.–mi corazón se acelera y la miro como si no hubiera nada más en este mundo.
—Lo siento. Me tengo que ir. Quisiera poder acompañarte, lo siento—dice y noto sus mejillas un poco rosas.
—Está bien, gracias...por, estar, aquí.—¿por qué tartamudeo? mis manos tiemblan, esto nunca me había pasado.
Ella se levanta y se va. La veo alejandose y sigo inmóvil, me pongo en pie de golpe y me preguntó ¿cómo rayos es que no me muevo? ¡MUEVETE! Trato de seguirla y antes de salir del pasillo me detengo, me escondo cuando veo que unos hombres de traje se acercarse a ella. Flavia oarece conocerles, les habla y parece enojada.
¿Dónde has estado todo este tiempo?–pienso mientras observo como sube al auto y los dos hombres vestidos de trajes y serios la acompañan.
***
Han pasado quince minutos desde que Flavia se fue y diez desde que mis padres llegaron. Mi madre solo sabe llorar desde que entro al hospital y mi padre está sentado a un lado.
Estoy frente a ellos recostado a la pared, de brazos cruzados, mirándolos.
Se abren las puertas y sale la misma doctora, esa tal May. Mis padre de inmediato se acercaron y solo tuve que ver la cara justo cuando aparecio para saber que como siempre, hay una buena y una mala noticia.
La buena era que la bebé está sana y apesar de nacer antes tendrá cuidados. La mala...Chris no sobrevivió.
Mi madre estalló en llanto y mi padre acuclillado la abrazo fuerte también lloro escondido en el cuello de su mujer.
Chris era mayor que yo, tan solo cuatro años de diferencia, era demasiado joven y una vida entera por delante, pero desde que supimos de su embarazo algo más se descubrió. Ella estaba enferma, tenía cáncer de estómago terminal, sufrió mucho estos seis meses y aguantó lo que nadie puede imaginarse, nadie sabe porque solo confiaba en mi.
***
Esa misma tarde, se hicieron los preparativos para hacer el velorio en casa, donde había privacidad y no habrían reporteros ni paparazzis. Puedo decir que la decoración era bonita, mi madre escogió el blanco, habían rosas rojas y el ataúd abierto antes que todos llegarán.
Cuando bajé las escaleras con las gafas y el cubrebocas en mano me detuve justo antes de entrar al salón y miré a mi madre tomando la mano de Chris, le hablaba entre lágrimas.
Siento que alguien toca mi hombro. Es mi padre, también mira a mamá y el respira profundo para alejarse de mi y caminar hacia ella.
—Primo.—me volteé y me encontré con Felipe y detrás de él aparece:
—Hang.
—Es cierto...Chris, ella...—dice cabizbajo, así que salió del hospital en cuanto lo supo, era de esperar.
—Si—en cuanto le respondí se acercó a mi lado, miró el salón, el ataúd y mi hermana sin vida descansando dentro. Sabía que estaba dolido.
—Siento su perdida, señor Gorikz.
—Sé que la amabas Hang.—le miré y tenía esa lágrima a punto de caer, luego Felipe, triste y algo enojado, me acerque a él—Sé lo que piensas...todos los muertos de nuestra familia y problemas tienen un apellido.
—Parece una maldición.
Una hora después comenzaron a llegar los amigos más cercanos de la familia, todo fue discreto. Estando afuera con mis padres nos dimos cuenta de una cámara afuera de la mansión justo en el portón. Malditos entrometidos. Había suficiente seguridad para que ninguno cruzar la línea.
Fue una noche dura, para que contar. Al otro día no podía detener mi agenda de trabajo. Dos días luego de la muerte de Chris y estando en la oficina del Gorikz Empire solo pensé en una chica. Flavia, no pensé que estuvieras tan cerca.
—Señor aquí tiene...—pone un montón pequeño de papeles sobre el escritorio veo que sostiene el vaso de té—el departamento de contabilidad le manda los documentos.
—Hang, ¿hace cuánto conoces a Flavia?—mi pregunta lo dejó mirándome algo impactado, me extiende el té y lo agarro—¿Qué? ¿Por qué esa cara?
—Bueno, primero no suele preguntar por nadie. Dos, tampoco suele hacerlo por una mujer, tres...
—¿En serio vas a darme una lista de eso?
—Soy su secretario, señor, ya se me ha hecho costumbre eso de las listas. En fin, respondiendo a su pregunta...hace un tiempo, unos dos años talvez o quizas un poco más.
¡¿Por qué no me lo dijo?!–no, no puedo preguntarle eso, ¿cómo él iba a saber?, pero si hay algo que quiero preguntarle.
—Su rostro, ¿no te parece haberlo visto en otro lado? que no sea en su trabajo, claro.—él niega pensando.
—Hablando de ella.—dice de repente sacando algo de su bolsillo, un papel doblado—Me pidió que le diera esto. Y me retiro señor, tengo correos que responder.
Al tener el papel en mis manos no voy a mentir que quería leerlo de inmediato. Espere fingiendo mirar la laptop cuando Hang se dió la vuelta y salió por la puerta. Abrí el papel entonces y leí:
"Hola Ignacio, es Flavia. La doctora May me dijo de la muerte de aquella joven, lamento mucho tu perdida y por otro lado te felicito porque supe que la bebé está bien y sana."
Sonreí y me imaginé su voz tímida, como me ha hablado hasta ahora. Me gustaría ir a verla pero tengo mucho trabajo, talvez mañana.
Pues el día estuvo bien movido, tuve una reunión virtual con dos presidentes de empresas que ayudo financieramente y varios temas se tocaron. Necesito organizarme y pensar bien las cosas, por suerte me considero bueno en los negocios. Al volver a casa ya era de noche pasado de las nueve, mi madre estaba dormida de seguro a base de medicamentos y mi padre no sale de su despacho. Por mi parte estaba muy cansado, fuí directo a ducharme, no tenía hambre, solo sueño.
***
Al otro día:
Era cálido en la habitación pero al mirar por la ventana noté que llovía, eran pequeñas gotas, molestas, un total fastidio.
Una hora después salí y encontré a Hang afuera junto al auto como cada mañana, sostenía una sombrilla y miraba su celular, al verme nos saludamos.
—Buenos días, Señor Gorikz.
—No tan bueno, esta lluvia es un fastidio.
Subimos al auto y Hang tomo el volante. Veinte minutos hasta llegar a nuestro destino. Salí del auto–el rostro siempre cubierto–llegando a la puerta me detuve y me voltee a medias. Hang me preguntó ¿qué pasa?, pero no le respondí, solo miré a ese negocio familiar cruzando la granavenida y que se situaba justo en la esquina.
Seguimos hasta el elevador y subís al último piso. Pensaba ¿Cómo puedo ir a ver a Flavia sin que Hang o quién sea se entere? Realmente nunca me ha interesado ver una chica...pero ahora, bueno...si.
Al entrar en mi oficina me gire a Hang u le pedí que fuera a buscar unos documentos, dichos documento que no me importan tanto pero de igual forma los necesitaba. Él volvió al elevador dispuesto como sipre a hacer su trabajo y yo aproveché la oportunidad para ir al cuarto. Si, en la oficina tengo una puerta que conduce a un cuarto, tiene una cama, tele, baño y bueno, paso muchas noches aquí por el trabajo.
Quito el saco de cientos de miles de dolares y los zapatos que lucen muy brillantes.
—No puedo lucir como alguien tan adinerado—digo rebuscando en el cuarto de ropa y encuentro un abrigo que puede servirme para lo que necesito y unos zapatos que en mi vida recordaba que tenía. Por último unos lentes de cristal transparente.
Estaba listo. Entré en duda cuando pensé que tomar el elevador de siempre llamaría la atención. No puedo creer lo que voy a hacer. Mi idea fueron las escaleras, bajar solo un piso y allí es la última parada del elevador corriente. Al entrar presioné el botón qu eme llegará directo al lobby. Me miré por el reflejo de la pared del elevador y pienso que algo me falta. Llevando las manos a mi cabeza alboroté mi cabello rizado y creo que me pasé un poco. Todo porque no me reconozcan.
Las puertas se abrieron y caminé rápido sin mirar a nadie, tocaba los espejos para así cubrir mi rostro, pensaba que alguien podría reconocerme.
Crucé la avenida y me detuve enfrente de la cafetería, tomé aire. Cuando abro a puerta lo primero es la campañilla que suena, me pareció gracioso porque no suelo entrar a un lugar y escuchar esa campanilla junto a la puerta. Lo otro que pasó fue que una chica se me acerca para ofrecerme asiento y tiene la intencion de atenderme pero yo quiero otra cosa. Busco entre todas las que visten como ella.
—Lo siento, soy amigo de una chica que trabaja acá. Flavia.
—¿Quieres que ella tome tu orden?—asiento acomodando los lentes un poco mas arriba. No quería que me viera a los ojos directamente—Bueno, espere un segundo.
Ella se aleja y me llama la atención la tele, son las noticias de la mañana. Espera, ¿ese soy yo?...fue lo que grabaron aquellas cámaras afuera de casa cuando el velorio de Chris. Jodidos entrometidos y chismosos de mierda.
—He visto fotos de su padre.—escucho que dice una de las meseras—De seguro su hijo es un dios griego por herencia—Tsh ¿Yo? ¿Un dios griego por herencia? Nah, que va.–pienso poniendo el codo en la mesa y alzando la mano pongo mi mejilla recostada en la palma.
Aquella meseras esta tocando el hombro de otra chica, señala a sus espaldas y la otra se voltea. Es ella, Flavia. A medida se acerca me siento nervioso, no sé que decirle. Su pelo era recogido por completo en alto y usa lentes parecidos a los míos solo que un poco más pequeños. Él vestido le queda un poco ajustado a su cuerpo y llega a mitad de sus muslos. Me parece hermosa. Ya di el paso de venir ¿Qué se supone que diga ahora?
—Ig, Ignacio. —saluda.
—Hola, Flavia.—digo serio, tal vez se me fué la mano, no sé.
Ella termina ofreciendome unos hotcakes y el té helado que sabe preparar. Acepté ambos, el té porque realmente me gusta, pero el hotcake solo lo acepté por qué me lo ofreció, la verdad no me gustan los dulces.
Ocurrió algo inesperado. Tres jóvenes con aspecto de rockeros antisociales. Se sentraron y fueron directo a molestar a Flavia. Les escuché ofendiendola y su reacción hacia ellos era de huirles. Cuando uno se levantó, agarró su mano enojado me ví con la sangre comenzando a hervir dentro de mi y me di cuenta cuando le dijo algo al oído.
—Ey, suéltala—finalmente hablé y este no la soltaba, por el contrario—Dije que la sueltes.—me puse en pie y saliendo de mi puesto para acercarme a ellos.
—No te metas o incrusto los lentes contra tu cara—dice mostrandome unos anillos bañados en plata, bastante toscos, al parecer los usa en sus peleas, han de doler sus puños por a eso.
—¿Qué clase de hombre eres para creerte que puedes tratarla así?—vuelvo a decirle
—Otro mocoso cuarto ojos.—revira sus ojos—¿Sabes quién soy, payaso?
—Sorprendeme.—realmente quería que lo hiciera así que me crucé de brazos y arqueo una ceja al no ver lo que espero.
Suena la campanilla de la puerta.
—Max.—uno de ellos se pone en pie y toca el hombro de su amigo.
Perece que alguien se acerca, por lo visto le tienen miedo. Flavia logra soltarse y retrocede un paso mirando detrás de mi.
—Hang—m.usita y la escucho.
¿Qué? ¿Hang? ¿En serio?–me volteo a medias y camina hacia nosotros, le miro con sus ojos puestos en Flavia.
—¿Pasa algo? ¿Estás bien Flavia?—pregunta y pongo los ojos en blanco volviendo al frente.
Los tres tipos se ponen en marcha y parece que se van, la cabeza del grupo me mira antes de salir por la puerta. Respiro profundo y calmado poniendo las manos en los bolsillos. Hang tiene mi atención y no se da cuenta. Él me mira fruciendo el ceño y puedo leer su mente: —¿Señor Gorikz?
Le miro alzando las cejas y trato de responder a eso: —Si, soy yo.
—Vaya, resulta que fuiste quién me sorprendió.—digo de boca para afuera.
—¿Y tú qué haces aquí?—si ya sé. Me escapé y vine por mi propio té, bueno no era solo eso, pero no pienso decirlo enfrente de Flavia, así que voy a mi puesto en silencio.
Al sentarme observó a Hang dándole la tarjeta de crédito y camina hasta sentarse frente a mi.
—Señor G...—susurra.
—Ignacio.—le iterrupí—No me llames así acá.
—¿Qué hace aquí? Pensé que estaría en algun lugar del Gorikz Empire.—susurra y se inclina para que pueda escucharle mejor.—Con razón no estaba en su oficina.
—Bueno—me cruzó de brazos y miro a un lado apenado de preguntarle—Solo quiero saber...¿Te gusta Flavia?
—¿Qué? Para nada, sabe que solo una mujer me ha gustado y ...
—Si ya sé.—interrumpí.
—¿Está celoso? Espere...¿no me diga que le gusta Flavia?
No permito que insinúen cosas de las que ni yo mismo estoy seguro. Me inclino imitando su posición poniendo los codos sobre la mesa.
—Cambiando de tema. ¿Por qué esos tipos reaccionaron así cuando te vieron?
—Hay una buena explicación para eso. Ellos son parte de los hombres que trabajan para...ya sabe quién.
—¿Voldemort?—me burlo y me río por dentro, cuando él revira los ojos para luego decirme pero me le adelanto—Si, no tienes que decirlo. Sé de quién hablas. Ya entiendo el por qué.
Me recuesto cruzando los brazos más cómodo. Minutos después Flavia llega colocando todo en la mesa y finalmente le da la tarjeta a Hang.
—Ignacio, ¿vas a comer hotcakes?—levanto los ojos y trato de no responder sarcástico, más bien con naturalidad.
—¿Qué tiene?—sonrío hablando entre dientes. Él sabe que no soporto los dulces, ni siquiera el olor.
—A ti te encanta el té, ¿no es cierto?—digo y me es un dato curioso, un asiático que no le gusta el té. Él solo lo compra por mi como cada mañana.
—Hang gracias por ayudarnos.—ella dice sonrojada. No me jodas.
—Si, gracias Hang—digo con el vaso en la boca. ¿Cómo es que se lleva el maldito credito delante de ella?
—¿Estás siendo sarcástico, justo ahora?—musita entre dientes.
Que bien me conoce.
—Ignacio—me llama Flavia mientras fulmino los ojos de Hang.
—Uh–huh.—la miro.
—Gracias también. No puedo negarte que tuve miedo que algo te pasara.
—¿A mí? ¿Por qué?—doy un sorbo.
—¿Cómo qué por qué? Tienes una hija pequeñita que te va a necesitar. Luego de la muerte de tu esposa...—enarco una ceja escuchandola.
—¿Hija?¿Esposa?—dejo el vaso en la mesa. Ya me están queriendo hacer la vida más difícil. Comienzo a reír.
—No. Ella era mi hermana mayor, la bebé es mi sobrina.
—Oh. Pensé...
—¿...qué estaba casado?—le completo poniéndome en pie y me acerco queriendo ver sus ojos una vez más.
—Si.—casi ni yo me escuché.
No tengo una mujer Flavia. De hecho tengo un problema con eso, bueno no exactamente es un problema pero...en fin. Mi corazón late se forma acelerada y quisiera salir de esta duda. Es lo que pasa por mi mente, de un lado a otro, queriendo desesperarme. Mi cuerpo se mueve por si solo poniendome en pie y quedando frente a ella. Claro tiene que alzar su cabeza un poco para mírame a los ojos. Doy un paso más cerca atraído a su belleza como si estuviera hechizado. Su carácter cambia cuando deja de mirarme para hacerlo a un lado. Mira al suelo y parece ignorarme. ¿Qué pasa? ¿Por qué reacciona así tan de repente?
—Bueno...Flavia.—¿qué fue lo que vió?—Nos tenemos que ir. ¿Te parece si nos vemos mañana?—asienta y me voy tomado el vaso de té helado antes.
Al salir camina hasta el borde de la acera y Hang se para a mi lado.
—Algo le pasa.—digo sospechando algo malo.
—Señor puedo preguntar...¿La conocía de antes?—dice mirando al frente.
—Es ella. La chica que salvó a mi madre aquella noche.
—¿Cómo lo sabe?
—Porque no he podido olvidarla, y han sido casi tres años. No conozco chica más valiente que ella.
***
Volvemos al Gorikz Empire y estando ya en la oficina quito el abrigo y vuelvo a ponerme el saco y los zapatos que me quite antes. El trabajo me mantuvo ocupado el resto del día y a las dos de la tarde Hang me llama al teléfono.
—Señor. Debemos salir, al Golden G. Ya le esperan todos.—dice y cuelgo.
Dos minutos después ya estábamos subiendo al elevador y al llegar al lobby seguimos hasta el auto. Está vez estaba vistiendo como Ignacio Gorikz y no como el Ignacio que fue a ver a Flavia en la mañana.
Entro en el auto y me giro para verla trabajando. Continúo la mirada hasta la otra calle, justo donde había mirando ella antes de actuar raro. Había un auto negro con ventanas oscuras, pero donde el conductor hay un hombre. Este la está mirando de forma permanente.
—Necesito que investigues quién es el hombre del auto. Creo que ella está siendo vigilada y si así fuera quiero deshacerme de él, ya.
—Si señor.—dice Hang antes de pisar el acelerador.
††††††††††
Espero te vaya gustando está historia tanto como yo escribiendolo.
Ahora empieza lo bueno y espero no dejes de seguir cada cosa que le pase a nuestros protas. Atent@ a cada detalle porque puede resolver muchas cosas.
Buajajaja.
Comenta que tal te pareció el capítulo y no olvides darme tu 🌟 para saber si te gustó.
Nos vemos en el próximo cap.
(Él próximo capítulo está siendo editado)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro