7
Para que entiendan mejor les dejo saber que este capítulo está ligado al 1 y 2.
★★★★★★★
Dos años y medio después.
Ignacio
Sentado junto a mi escritorio, tengo la laptop en frente mirando cosas de trabajo. Mucho trabajo pendiente. Cierro mis ojos por un momento y me recuesto poniendo mi cabeza hacia atrás para mirar el techo. Con mis pies hago girar la silla suavemente de un lado a otro a modo de juego.
—Acabo de llegar y ya quiero irme.—resoplo. Está siendo una semana muy tediosa.
Me levanto del asiento para caminar junto a la pared que tengo detrás, en realidad es un cristal grueso que se extiende a todo lo alto y ancho, exponiendo una hermosa vista. Con mis manos en los bolsillos miró las nubes, tan cerca que puedo tocarlas y luego miro hacia abajo. Las personas lucen como hormigas, hormigas molestas con ganas de pisar.
De repente recuerdo ese rostro. Sus ojos derramando lágrimas, temblando asustada para luego desmayarse en mis brazos.
—¿Dónde estás?—susurro aun mirando todas esas hormigas trabajadoras y vagas. Escucho la puerta abrirse y salgo de mis pensamientos.
—Señor Gorikz, ya estoy de vuelta.—reconozco su voy y suspiro aliviado— Por cierto, estaba en las noticias de la mañana, otra vez.—me volteo a verle y este pone la tablet encima del escritorio, escucho.
—Muy pocos conocen al CEO de Gorikz Empire...—habla un hombre—No da entrevistas, ni conferencias. Los paparazzis han tomado algunas fotos, pero él tiene cubrebocas y gafas donde quiera que va.
Me acerco al escritorio y observo en la tablet a ese periodista de pelo bien peinado hacia atrás y ojos claros que siempre está junto a esa mujer de pelo corto.
—...también se dice que su oficina está en el último piso del rascacielos más alto del mundo. Se sabe que posee gran fortuna ya que la familia Gorikz ha tenido gran prestigio por años. Destacan mucho en el tema de los negocios y patrocinan varias empresas de nivel medio y alto por todo el mundo, incluyendo la famosa cadenas de hoteles en Dubai.
—Su más grande éxito es el rascacielos más alto del mundo, lugar más visitado del país por ciudadanos y turistas. Recordemos que su padre, Úlik Gorikz, tardo cuatro años en levantar este impresionante edificio...
Estoy cansado de escuchar mi vida o más bien lo poco que saben de ella, después de todo están bien informados. Tocó el botón para bloquear la tablet a la vez que Hang pone el vaso de té en el escritorio.
—Como siempre tan eficiente secretario Hang.—tomando el vaso doy un sorbo—Delicioso—disfruto lentamente.
—Es mi deber señor.—sonríe y me extiende un sobre amarillo.
Lu Hang, es un gran amigo, la verdad ya le conocía mucho antes de ser mi secretario.
—En este sobre están los documentos que pidió ayer.—tomo el sobre de sus manos—También le aviso que tiene una junta con la directiva en...—mira el reloj en su muñeca—veinte minutos.
—Odio las reuniones, me dan sueño.
—Ja, estoy consciente de ello.
Suena el celular en mi bolsillo y miró de quién se trata, es mi madre.
—¿Qué pasa?—pongo el celular en mi oído.
—Tu hermana pasa, ¿La has llamado?—se escucha preocupada.
—No, he estado algo ocupado últimamente.
—Tu padre también está preocupado y no ha parado de llamarla, ella no contesta.
—Iré a verla más tarde.
—Sé que siempre te escucha. Dile que nos llame.
Cuelgo y Hang se cruza de brazos mirándome.
—¿La señorita Chris?—adivina conociendo la situación.
—No teníamos...—quedo a medias para pensar y suspiro, me siento en el escritorio dando la espalda a Hang y miró el cielo nublado justo en frente de mi—Me siento culpable.
—Ella fue quién tomó esa decisión, soy testigo de las veces que se lo advirtió e intentó alejarla a tiempo.
—Aún así me siento mal de haberla puesto en medio. Ese maldito no hizo más que jugar con sus sentimientos y lo sigue haciendo. Lo peor es que ella sigue esperanzada aparentando ser fuerte.
Miró el reloj en mi muñeca y esa reunión es en casi quince minutos. Tomando unas gafas y cubre bocas me encamino a la puerta y Hang va detrás.
—Necesito que hagas algo por mi—me detengo en seco y volteo a verle—Necesito vayas a ver a Chris, no estoy tranquilo con eso.
—¿Pero la reunión...?
—Lo puedo manejar.
—De acuerdo, iré entonces. No puedo negarte que también estoy preocupado por la señorita.
Hang se siente atraído por mi hermana. También la conocía de mucho antes pero nunca tuvieron una amistad, hasta que vino a trabajar conmigo. Se llevaban muy bien pero a mi queridísima hermana se le metió por los ojos un desgraciado.
Llegó hasta el ascensor que es para mí y personal autorizado. Me es imposible tomar el ascensor que toman los demás por llamar la atención y la demora en cada piso. Desciendo unos pocos pisos, antes de llegar me pongo el cubrebocas y las gafas. Cuando las puertas se abren todos me miran y se muestran en sus funciones laborales. Camino a paso fuerte a un ritmo normal y siento los murmullos por doquier.
—¡Trabajen!—digo alto y fuerte, al momento escucho el sonido de las sillas y teclados.
No hacen más que perder el tiempo ¿piensan que no lo sé?
No suelo salir de mi oficina en el último piso, que me vean por aquí es un milagro, por así decirlo.
—Señor Gorikz.—saluda el director de economía y finanzas, aparece repentinamente y va caminando a mi lado.
—El secretario Hang tuvo que salir un momento, así que voy a dirigír la reunión —digo con voz fría e inexpresiva mirando al frente.
Al abrir la puerta, todos ya están dentro, conversando, y guardar silencio al verme, se ponen en pie. Ignorándolos a cada uno tomo asiento en la cima.
—Bienvenido señor Gorikz.
No soporto las reuniones, tan sosas y aburridas. Tengo plena confianza en sus talentos y sé que no hay nada desfavorable o que no pueda ser resuelto. Miro la silla a mi lado y está vacía.
¿Dónde rayos está?—arqueo una ceja y dejó salir aire por mi boca cruzándome de brazos.
—¿Por qué él no ha llegado?—mi voz suena fría y espero una buena respuesta.
En ese momento se abre la puerta y alguien a toda prisa se sienta a mi lado. Por las gafas nadie nota que mis ojos están puestos sobre él y cada movimiento. Miró sus ojos escondidos tras unos espejuelos falsos.
—Felipe.—murmuro y gruño bajo a la vez.
—Lo siento primo.—susurra tímido.
En fin siempre es así, no voy a decir que lo lo esperaba–suspiro.
—Comiencen de una vez.—anuncio.
Aún cruzado de brazos y miró la enorme pantalla mostrar las diapositivas mientas exponen cada uno sus trabajos de este mes. Siento una inquietud en mis pies y me doy cuenta que algunos me miran de forma discimulada.
—¡Detengase!—ordeno al director que recién hablaba y se queda callado al instante—Ya dejen de mirarme como si fuera Dios. No sean molestos.—miro a la mujer que se sonroja—¿Y tú? Acaso quieres ser despedida. Estamos en medio de una junta hablando cosas serias, deberías y deberían saber que mínimo error que cometan será despedidos, sin excusas ni reclamos.—con voz fuerte soy el jefe que exige la perfección de los jefes.
Ella me mira impactada pero no me importa como se pueda sentir, ella ni nadie. No me gustan las molestias y el mínimo detalle que no soporte no me quedo callado. Siempre digo la verdad en sus caras y por eso nadie me busca las cosquillas que no tengo. Todas las mujeres que se acercan a mi reaccionan de la misma forma, tímidas y resultan ser putas. Son todas iguales, para que luego no digan que somos los hombres.
Pasan unas cuatro de horas.
¡Ay mi espalda!...y mi trasero.
Las luces de enciende y cuando me levanto dando por terminada la aburrida reunión, algunos se me acercan y levanto mi mano extendida. No me gusta que las personas estén cerca de mi.
—Cualquier cosa que quieran decirme o mostrarme, lo hablan con Hang cuando vuelva.
—Primo.—Felipe se me acerca e igual le detengo, por suerte nadie le escucho llamarme así.
—En la empresa no me llames primo. Y también resuelve tu problema con el tiempo.
—Si, señor Gorikz—en tono bajo y burlón.
Le miro en silencio. Él conoce mi mirada amenazante. Sella sus labios con sus dedos "okey, ya, me callo", me pareció escucharlo en mi cabeza tal y como lo hace.
Salgo del salón y camino a paso extendido prácticamente huyendo por salvar mi vida, no quiero que alguno intenté detenerme, aunque tampoco lo haría.Xon la tarjeta activo las puertas y entro en el ascensor, marco el último piso.
—Que molestos todos.—quito las gafas y el cubrebocas confiado de que el elevador no se detendrá hasta llegar donde quiero.
Miró el celular y pasaron cuatro horas. Cuatro horas desperdiciadas de mi vida. Cuatro, malditas, horas.
Las puertas se abren y lo primero que veo es el escritorio de Hang pero, él no está. Que raro.
—No puedo creer que aún no haya vuelto, ya son la 1 de la tarde.—decía pensando el llamarle a su celular, camino hacia la puerta que conduce a mi oficina. Al abrir la puerta...
—¡Ignacio!—me volteo y veo a Felipe saliendo de los otros ascensores—Hang.—corre acercándose a mi—el secretario Hang, acaba de tener un accidente.
¡¿QUÉ?!
***
Poco después en el hospital:
—Por suerte no fue grave—dice la doctora—el golpe no fue tan fuerte como para una fractura pero la joven que estaba en la calle si está un poco más herida aunque tampoco está gravemente...
—¡¿Atropelló a alguien?!—interrumpo.
—Te contaré luego.—Felipe toca mi hombro calmando mi preocupación.
—Sabemos que la chica está bien—agrega la otra doctora su lado que sostiene en sus manos un expediente.
—Que alivio.—miro a Hang respirar mostrando realmente su alivio.
Las doctoras continúan hablando, me parece que ya es suficiente. Solo me interesa ahora la salud de Hang y quiero que permanezca aquí por al menos lo que resta del día. Hang no estába de acuerdo y no me importó cuán fuerte y bien dijera que se siente. Todo termino a mi modo. Quedando los tres a solas me acerco a la silla quitando el saco y en ese momento quité las gafas y el cubrebocas descubriendo mi rostro.
—Felipe, ¿cuándo te compraste esos espejuelos? ¿Qué le hiciste a los otros?—le suelto de curioso.
—Ya no me gustaban y estos son modelo nuevo de la marca...—se calla cuando le quito los lentes con rapidéz—Oye, son caros.—chilla.
Los miró detalladamente y me los pongo.
—¿No tiene graduación?
—No eres el único que se disfraza.
—Me gustan, son míos.
—Hey, esas me gustan, devuelvemelas Ignacio.—reclama.
Se lanza sobre mi y le empujo.
—Ustedes son iguales.—Hang riéndose nos detenemos a verle.
—¿Iguales?—decimos al unisono.
—La única diferencia es que el señor Gorikz es más fuerte, su pelo es rizado y más largo. Mientas el señor Felipe lo tiene corto y sus ojos un poco más oscuros.
—O sea soy el más guapo.—me siento orgulloso y me cruzo de brazos mirando a Felipe tras los lentes.
Este hace chasquea su lengua y revira sus ojos. Su expresión cambia a seriedad ligado a la preocupa.
—Cambiando el tema.—Me informaron del accidente uno de los hombres detalló el auto y vió algo sospechoso.
Tomando su celular comienza a buscar y me muestra una foto.
—¿En serio?—le miró fruciéndo el ceño enojado.
—¿Qué ocurre?—Hang confundido parpadea varias veces.
—Este auto es el que siempre usan. Lo manejas con o sin Ignacio en el—Felipe se dirige a Hang.
—¿Y eso qué?—más confundido.
—Pues al parecer, amigo, esto lo planearon. Alguien intento matarte o matar a Ignacio.
—¿Entonces no fue u
accidente?—sube un poco el tono de voz sorprendido.
—Alguien cortó los frenos. Revisaron el auto y analizaron que no fuera un corte producto al mismo accidente pero no fue así.
El enojo se apodera de mi mientras escucho a Felipe. Mi voz sale fuerte:
—Manda a mis hombres a buscar quién fue y díganme cuando lo tengan. No sé saldrán con la suya—digo mientras me siento.
—Señor, ¿cree que pueda ser él?—pregunta Hang pensativo. Sé a quién se refiere.
—No lo voy a descartar de la lista.
En ese instante la puerta se abre y cierra de forma ruidosa y miramos. Hay una chica inmóvil contra la puerta su rostro contra la misma.
¿Qué está pasando?–pienso y pasan unos dos segundos de silencio.
—¿Flavia?—Hang le reconoce.
Sevoltea y claramente se nota que está nerviosa.
—¿Quién es ella?—mientras escaneo su aspecto de paciente de hospital.
—Oh, vaya. Es la chica que resultó herida del accidente—Félipe aclara mi duda.
Luego de escanearla termino en sus pies.
—¿No tienes zapatos?—miro su rostro, usa lente.
—No la avergüences—le defiende Hang.
—Lamento haberme puesto en medio. Estaba distraída—se dirige a Hang, mira al suelo para lucir lamentable.
—Tranquila no fue por ti. Ya había perdido el control del volante.
Sigo mirándola y no sé porque me molesta su presencia. Tal vez por el hecho de ¡ENTRAR SIN TOCAR LA PUERTA Y TOMARME DESPREVENIDO, PUDIENDO VER MI ROSTRO DESCUBIERTO!...Si, tal vez es eso, por suerte tengo puesto los lentes de Felipe.
—¿No deberías de estar en cama tú?—suelto sin más.
—Si pero estaba preocupada por...
—Lu Hang, pero llámame Hang.
—Estaba preocupada por Hang.
Vaya una chica preocupada por Hang, ¿y no es mi hermana?
—¿Ustedes son sus amigos?
—Si—Hang responde por ella luego de esta mirarlo tímida—Todas las mañanas voy a por ese... té helado, del que alguien está fascinado.
¿Té helado? ¿Espera ella es quién los hace?
Como un completo idiota y no es que sea al único que le pase, me atraganto con mi propia saliva por causa de la sorpresa que me llevé. Comienzo a toser y me pongo en pie para darles la espalda. Siento después la mano de Felipe, que golpea detrás en un intento por ayudarme a tomar aire.
—Flavia, ¿no?—se aleja luego de ver que ya puedo empezar a respirar un poco—Soy Felipe Go, González.
Casi se le escapa su apellido al muy inteligente.
—Encantada—responde.
—Él es...—veo que Felipe me señala.
—Yo soy Ignacio, solo Ignacio—intervengo aclarando mi voz—y somos compañeros de trabajo.
Felipe y Hang abren sus ojos mirándome, comienzan a toser y lucen que lo están forzando, fue imitar mi reacción anterior.
¿Qué les impresiona?–les miro.
—¡Oigan!—sigo molesto y ellos se callan
La joven se despidió y luego de ella marcharse todo fue silencio por pocos segundos.
—¿Solo Ignacio?—miro a Hang murmurando.
—¿Compañero de trabajo?—luego miró a Felipe murmurar igual y me doy cuenta que se están burlando de mí. Me miran incrédulos.
—¿Qué? ¿Querían que me presentará como el CEO del Gorikz Empire? ¿Olvidaron por qué me escondo?
***
Era muy tarde y luego de estar todo ese tiempo con Hang y Felipe regreso a casa. La mansión Gorikz queda en la Zona Cero, misma zona donde solo hay una calle y conduciendo por ella no ves edificios o casa comunes sino mansiones. Por supuesto entre cada una hay terrenos que los separan.
Atravesé el gran portón con el auto y manejé un poco más hasta bordear la fuente de la entrada. Dejé el auto y entregué las llaves al guardia que se encargría de llevar el auto al garage. Subí cuatro escalones y pase por la puerta quitando mis gafas y resoplé quitando el cubrebocas. Una sirvienta paso enfrente de mi y está me miro sorprendida. ¿Qué paso, un fantasma? ¿O no se esoeraba encontrarse conmigo tan de repente?
—¡Ignacio!—sigo la voz de mi madre y miro a mi lado.
Se acerca sonriente y está como cada día luego de ese incidente hace ya casi 3 años. Cuando quisieron acabar con su vida resultó herida y luego de que la operaran, sumándole a eso un poco de espera, al despertar pensabamos que ya todo estaría del todo bien, pero no fue así, ella dejó de sentir la sensibilidad de sus pies, fue un duro golpe saber que estaría en silla de ruedas de por vida.
Aún no he podido agradecerle a esa chica, no he podido olvidar esos ojos y su rostro. La única mujer que con tan solo una mirada llamo mi atención. Recuerdo que era hermosa, imagino que ahora lo eatara más y...
—¿Hijo?—parpadeé varias veces—Te preguntaba si has hablado con tu hermana.
—Hola mamá—me acuclillo y tomo una mano—Persona estaba distraído y no, no he hablado con ella pero Hang fue a verla y me dijo que ella decía estar bien, pero notó verla pálida y un poco débil. Ya te contaré lo que me dijo, ahora déjame subir a cambiarme.
—Estoy muy preocupada por Chris—lleva su otra mano a mi pelo y siempre me ha gustado como se siente cada vez que lo hace—Mi niña—susurra triste y me siento culpable asi que desvío la mirada—¿Has comido?
—No, pero igual ya no tengo hambre—me pongo en pie y camino dirigiéndome a las escaleras luego de despedirme para verla después y hablar de Chris.
Luego de una ducha caliente me sentí más relajado. Me paro frente al espejo y con mi mano limpió el espejo empañado por el vapor, miró mi pelo mojado, las gotas de agua caen sobre mis hombros y deslizando por mi cuerpo hasta tocar la toalla envolviendo mi cintura. Tome aire y lo solté de golpe por mi boca.
—A veces quiero que todo esto termine—luego de sentir la culpa golpeándome bien adentro miro mi mano y aprieto el puño—No puedo estar molesto con Chris, el culpable de todo soy yo después de todo.
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Dame tu 🌟 para saber si te gustó el capítulo.
Los errores gramaticales y ortográficos serán arragledos pronto.
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