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27

Ignacio

Suena mi celular. Es un mensaje.

"Señor todo está listo. Felipe ya está aquí".

Guardo el celular en un bolsillo en la parte interior del saco y abotonando miro la cuna blanca justo frente a mi. Cuelgan unos animales que giran con una relajante y dulce melodía sumándole a la oscuridad, se siente tan tranquilo. Mi sobrina duerme de una forma pacífica sin saber lo que ocurre a su alrededor. Observo su cabello rubio y fino, me detuve a detallar sus pestañas largas y cejas finas. Para mí era imposible que un recién nacido o de meses se pareciera a alguien específicamente, pero me doy cuenta que mirándola me recuerda a Chris.

—No pude proteger a tu mamá pero definitivamente te protegeré a ti.—dije bajo teniendo despertarla—Ese hombre jamás se acercará y hará de ti lo que le plazca.

A mi lado, hay estantes dónde están unos peluches sentados. Caminé hasta tomar el que más llamó mi atención  por tener el tamaño perfecto.

—Espero no te moleste que lo tome prestado. Pensándolo bien, que no se entere tu abuela. De seguro es más su favorito tuyo.—le miro suspirar y mover sus labios girando un poco su cabeza, me hace soltar una sonrisa con cada gesto.

Veo las gavetas y abrió desde arriba y busco hasta encontrar las mantas. Me decidí por una gruesa. Envuelvo el peluche a como entiendo. Listo, de seguro se parece.

Llendo hasta la puerta abro para salir y justo coincido con una sirvienta que iba a entrar. Noto en su mano el biberón con leche, mira al suelo, ¿apenada talvez? Solo dice "señor" cómo saludo y me aparto para permitirle la entrada. Sigo mi camino algo extrañado por no ver a la nana de siempre.

Al llegar a la escalera me encuentro con un guardia que va subiendo. Este se detiene y al yo pasar baja su cabeza, el mismo gesto que la sirvienta de hace un momento. Continuo mi paso ignorándole y se que en cuanto pase por su lado el seguirá su camino. No le doy importancia.

Sobre los que trabajan aquí, mi padre es quien tiene el control. Si ocurre un cambio rara vez me lo dice como tampoco me interesa. Confío en que sabe cómo manejar las cosas, aunque no me guste su método soso. Soy mucho más estricto y exigente que él.

Por fin afuera y veo a Hang recostado al auto. Está hablando con supongo es Felipe montando una moto. El casco que tiene puesto no dejándome ver su rostro. Él viste una chamarra de cuero marrón oscuro, pantalones ajustados.

—Hace mucho no te veía así.—dije y ambos me miraron notando mi presencia al fin.

—Primo—volteándose a verme saluda sonriendo pero se detiene fruciendo su rostro, lo poco que veo de su cara debajo el plástico elevado—Te ves algo...

—Me hierve la sangre justo ahora.—no muestro expresión alguna pero mi voz suena fría. Abro la puerta del auto y pongo un pie dentro—Salgamos de una vez.

Nos dirigimos rumbo al lugar que me dijo William y solo espero que esto se termine de una vez y por todas. Él estará preparado para no ver a su hija como yo para obtener ese video y proteger a Flavia. Al lugar que nos adentramos se ve como un suburbio. Muchos callejones oscuros entre los edificios, la juventud viviendo su vida nocturna o como diría yo...perdiendo el jodido tiempo. Nos detenemos en un edificio de tan solo cuarto pisos luciendo deteriorado. Hang se baja y yo tomo el peluche envuelto en la manta. Al salir ya esté estaba a mi lado y se lo lanzo al descuido. Este lo atrapa por los pelos casi al tocar el suelo.

—Señor sé que no le gustan estas cosas, pero al menos de a pensar que es la bebé de verdad.—se escucha la risa a carcajadas de Felipe.

—No tengo ganas de tratar con la raza humana justo ahora, así que imagina un peluche.

—Tranquilo primo.—entre su risa burlona toma aire.

Ordenó a Felipe a qué se quede y nos avise si algo raro ocurre por acá. Una vez más demuestra su niño interior y dice "si capitán" alzando su mano sobre su frente.

Mi colega asiático va detrás de mi, subimos las escaleras estrechas y oscura. La baranda no se ve segura por lo que es mejor ni tocarla...por si acaso. Ver las condiciones me hace preguntarme ¿Por qué eligió un lugar así?
Último piso y confirmo el número puesto en la puerta. Al tocar, abre un hombre, claramente trabaja para William porque su vestir no va acorde con el lugar. Nos adentramos a paso lento en el pequeño apartamento donde todo quedaba cerca, una pequeña cocina y el baño no tenía puerta sino una tela que cubría su interior. Un sofá con una mesita a su lado y en frente una tele vieja. Creo que lo más lindo era una mesita con un mantel que decora a un jarrón con flores blancas al otro lado de Hang.

-¿Donde está William?-digo pasando la vista por cada uno. Uno de ellos sentado en el sofá y otro detrás de quién había abierto la puerta. Tres en total.

-Vendrá luego. La niña.-extiende su mano.

Mis sospechas comienzan a ser clara y me respondo a la pregunta del ¿por qué aquí? Recuerdo a la sirvienta y al guardia, ambos actuando de la misma forma volviéndose algo extraño e inusual. No se permite bajar la cabeza, sino más bien levantarla para mostrar su rostro con claridad, no importa que tan respetuosos quieran ser eso era una de las principales reglas.
Miro a Hang moverse a mi señal y extender el peluche con cuidado como si de la bebé se tratara.

Este hombre lo toma en brazos y destapa para ver solo un juguete de felpa, luce enojado, engañado, estafado. Veo su mano ir rápidamente detrás y a tiempo tomo el arma que llevo conmigo y disparo en su muslo, provocando que deje caer su pistola y casi caiga al suelo retorciéndose de dolor entre gruñidos. El hombre que está tras él si logra apuntarme, pero a tiempo, Hang toma el jarrón con las flores y lo lanza con fuerza sobre este impidiendole disparar. El hombre que estaba en el sofá llega sobre Hang mientras que los otros dos van sobre mi. Uno le golpeó con el mango de la pistola, así lo aparto y pateó con fuerza al que le sigue cayendo sobre la mesita de cristal destrozandola.

Hang dejo a uno inconsciente. Quedan dos...y medio. El tercero está con energía mientras el otro se repone y en un flash Hang se coloca frente a mi, y todo esto un experto en artes marciales, patea en sus pelotas, lo empuja y cae sobre el otro que tenía detrás. Los dos en el suelo, abrazados, aww.

—Espera Hang.—agarré su hombro cuando tenía la intención de terminar su trabajo. Aún así saco su pistola y apunta a ellos.

Acercándome a quién toca en su entrepiernas adolorido, y entiendo que tan doloroso puede ser...le tomo del pelo con fuerza alzando su cabeza de mi un tirón.

-¿Donde está William?-apuntándole en la frente él me mira mostrando resistencia-Él la tiene, ¿verdad?

(...)

Bajamos las escaleras corriendo y Felipe nos ve entrar al auto con desesperación. Hang pisa el acelerador a fondo y veo la moto a mi lado.

-¿Qué paso?-grita preocupado manejando al lado.

-William está en el aeropuerto de ciudad Z...y tiene a la niña.

Flavia

Está frío y casi no puedo respirar. Abro mis ojos y mi boca tomando bocadas de aire desesperada. Mi cara está empapada como también parte de mi pelo y ropa. Estoy en un auto y a mi lado encuentro a William, quién sostiene una botella de plástico con agua en el fondo.

-Genial William. Con el frío que hace me tenías que lanzar agua.—me quejo.

-Que malagradecida eres, no te quejes. Preferirías que lo hiciera a golpes.

-¿A dónde me llevas? ¿Qué estupidez estás haciendo? Si el señor Stu...

-No lo menciones.-no me deja terminar-Solo te utilizaré por un momento.

-A mi no me metas en tus asuntos o yo misma le diré a tu padre.

-Oh cosita, no estás en posición de negociar.-desbloquea su celular para ponerlo frente a mi cara con un vídeo en reproducción-¿Te imaginas que pasaría si lleva a ver esto quién ya sabes?

¡Es el video! Lo tiene en su celular-estoy entre lo emocionada por encontrarlo y temerosa de lo que pueda pasar, si lo que dice realmente ocurriera.

El auto se detiene y miro por la ventanilla un avión un poco más pequeño de los que acostumbro ver. Junto a este hay hombre y mujeres bien uniformados, se que son los que trabajan dentro del mismo.

-Tú te quedas aquí.—dice él saliendo del auto luego se acerca a estas personas.

Es de noche pero está muy alumbrado. Llegan dos autos y veo a una mujer salir con una cesta, de esas que se usan para transportar a bebés en coches. Espero no sea lo que pasa por mi mente. Dicha mujer se detiene frente a William y el se inclina a tomar a una bebé con sumo cuidado la estrecha en sus brazos apartándose de todos. Noto como la abraza a pesar de estar de espaldas, no puedo ver su rostro tampoco.

Esa debe de ser la sobrina de Ignacio. Oh no, tengo que hacer algo. Estoy segura que no tardará en darse cuenta. Lo único que puedo hacer es retrasarlos.

Salgo del auto rápidamente y llegó hasta el llamando la atención de todos. William me ve y chasquea sus dedos, justo entonces dos hombres me sujetan a cada lado. Totalmente inmóvil.

-Ella no debería estar aquí.

-Es mi hija...claro que debe estar aquí, conmigo.

-Solo vas a tratarla como un objeto. Los hijos no son para mover a tu antojo. No sabes cuidar de una bebé, solo la harás sufrir a tu lado...no se lo merece.

-Hablas como si yo fuera Stone.-dice para si mirando a la pequeña que duerme en sus brazos, luego vuelve a mi-¿Qué sabrás tú de como pueda tratarla?

-Solo tengo que saber cómo es tu padre para saber cómo serás tú.

Por lo visto eso no le gusto ni un poco. Da tan solo tres pasos enojado y su puño impacta en mi mejilla sin discriminación de sexo. Cierro mis ojos y siseo dolida, eso dolió bastante. Mi cuerpo comienza a temblar involuntario y no es por el frío. Tengo miedo pero no dejaré que él vea eso.

-¡No me compares con esa bestia de hombre! No me parezco en nada a él. ¡En nada!-nunca le vi gritar de esta forma tan feroz.

-Ser su padre biológico no te da el derecho. No te hará mejor padre. Acabas de golpear a una mujer, no eres mejor que..-callo, me duele la mejilla temo vuelva a golpearme así.

-¡Cállate, tu no sabes nada!

-Pero algo si sé-me le enfrento mirándole directo a los ojos, esta vez puedo sentir poco a poco el rencor y odio que guardo salir de mi-Si no vas a protegerla con ese amor que tiene un padre por su hija, de que vale tenerla a tu lado como si fuera un peón que luego puedes sacrificar ¡por tu jodida conveniencia!-tomo aire y mis lágrimas comienzan a salir sacando lo que siento-No será feliz...¡nadie debería nacer para ser utilizado como un antojo!-mis lágrimas salen sin freno alguno- Tus padres, ellos son los primeros que deberían amarte y no dejar que te hagan daño.

Lo que siento justo ahora me quema muy adentro. Mis padres...apenas recuerdo los momentos felices, solo las peleas. Ellos me abandonaron y vendieron por una conveniencia. Se fueron con los bolsillos rebozados de dinero mientras su hija sufría en manos de un monstruo de hombre.

Esa niña entraría en la vida que es la mafia. Un horror para los que no nacieron para eso. Solo los que no tienen corazón, ni sentimientos pueden sobrevivir esa vida.

Miro los ojos de William puestos sobre la bebé en sus brazos y la lleva devuelta a dónde estaba.

-William-con la voz quebrada, suplico por la pequeña.

-Tú no sabes nada-dice con voz suave y algo encogida-Nadie lo sabe...porque actúo así. Nadie me conoce realmente, nadie va a entenderme por tener el padre que me tocó. Solo creeme cuando te digo...-se voltea hacia mi-...que no soy como la bestia de mi padre.

-No dejaré que te la lleves.

-¿Tú y cuántos más?-deja salir una risa corta algo burlona-llévensela y hagan como acordamos-dice a los hombres que me sostienen.

Me es imposible soltarme, ellos me llevan dentro del auto. No pude hacer más para retenerlo por más tiempo y eso me entristece. El auto en el que estoy se aleja y veo a todos abordando el avión. Nos detenemos dentro de un garaje enorme, obviamente del avión. Y cruzando me de brazos dejo caer mi cabeza en la ventanilla llorando, mientras el avión se posiciona en la autopista. Comienza a tomar velocidad.

Soy una inútil. No sirvió de nada lo que hice-lloro recordando a Ignacio diciendo lo mucho que quería al alejarla de William.

-Lo siento, hice lo que pude-susurro sollozando.

Escucho un sonido. ¿Eso fue...un disparo? Miro hombres correr sacando sus pistolas zy luego aparece un auto de la nada a toda velocidad seguido de una moto.

-¡Vayan tras ellos!-gritan algunos subiéndose a los autos.

¿Será, él?-pongo las manos en el cristal y sonrió, me aterro, pero me alivia a la vez

—Ignacio.—musito.

Ignacio

Hang va a toda velocidad y vemos a dos hombres custodiando con armas de alto calibre.

-Señor G...—siento su indecisión.

-Aplástalos-ordeno con frialdad desde atrás.

Ellos apuntan y gritan que nos detengamos. Un disparo de su parte da en el espejo de la puerta del copiloto.

-¡En serio tan lejos! ¿Quién rayos los contrata?-burlón arqueo una ceja.

Ambos salen de nuestro camino en el último segundo y Hang rompe la cerca. Al entrar podemos ver el avión entrando en la autopista. Miro a Felipe tras nosotros. Entramos a la autopista cuando miramos un auto que nos persigue, los hombres asoman sus cuerpos y apuntan con las armas. Comienzan a dispara y Felipe acelera para ponerse en frente protegiéndose así de las balas.

Noto el avión aumentando la velocidad. Y chisto por los disparos que no terminan.

—Partida de fastidiosos.—siento las balas impactando en el auto repetidamente. Y juro que me sacan de mis casillas.

Soy el único libre. Me quito el saco con furia lanzandolo al suelo y remango la camisa hasta por debajo de los codos.

Tomando la pistola me giro poniendo mis rodillas en el asiento y disparo al cristal solo con el objetivo de romperlo. Ahora tengo una visión clara pero comprendo que no tendré un tiro certero mientras el auto de ellos va de un lado a otro. La pistola que poseo no ayuda mucho, pero debo deshacerme de ellos de todas maneras, así que mi objetivo son las ruedas. Disparo a una y, ¡Bingo! El conductor pierde el control del timón y se desvía y es bueno pero pongo los ojos en blanco cuando detrás se ven más autos.

-Le enseñaron bien.—comenta Hang.

-No todos tiene un padre que te enseña a disparar como si fuera un deporte o entretenimiento.—digo mientras cuento los autos que se acercan—Cinco.—susurro.

-Mis respetos al mejor.—continua la charla.

-Conmigo ¿no?

-No subestime tampoco a su padre. Antes solía ser rebelde e igual de fuerte que usted, quizás más hábil.

-Si claro-me acomodo en el asiento como estaba anteriormente-Pues no ha sabido demostrármelo.

Suena un celular y es el mío. Lo busco dentro del saco que estaba en el suelo y al tomarlo veo que es mi madre.

-Así que ahora te enteras.-digo sujetando el celular con mi hombro mientras cargo la pistola. El solloso es de una mujer.

-Ignacio-entra un llanto ruidoso-¿Dónde está?

-¿Mi padre está contigo?-ella me lo pasa-¡Maldito vejestorio, has dejado que se infiltraran!-le grito.

-Ya los tengo y no son infiltrados, nos traicionaron. ¿La niña...?

-William la tiene, estoy tras él.

-Dime dónde estás enviaré hombres...

-No gracias, no quiero que uno de ellos me dispare por la espalda.-terminando de hablar recibo gritos enojados por mi rebeldía y luego mi poca percepción del peligro al actuar sin contarle-Alguien me dijo que no subestime a mi padre que solía ser rebelde.—Hang y yo nos miramos por el retrovisor—Y de hecho mi madre no se cansa de decir que me parezco mucho a ti. ¡Vaya! ¿Por qué será? ¿Me cuentas alguna anécdota de tu juventud papá?

Un silencio de su parte se junta a una fuerte respiración. Ups se enojo aún más. Cuelgo. Felipe alza su mano izquierda y captamos su señal. Él toma la derecha y nosotros la izquierda. Me apego al lado derecho del auto y junto a Felipe disparamos a las ruedas del avión. Segundo después se escucha el alto chillido de las gomas en freno. Nos alejamos por seguridad.

-Ya están aquí.-dice Hang y miro detrás los autos. Son muchos disparos y solo podemos cubrirnos. Hang maniobra el auto para evitar algo peor.

El avión privado termina por frenar por completo.

Nuestro auto se frena bruscamente con un derrape. Y se escuchan los demás imitar. Todo es tranquilo y estoy extrañado por eso. Siento las puertas de los autos abrirse y luego cerrarse con fuerza.

Hang toma el arma y sale apuntando a los otros. Felipe se acerca a nosotros dejando la moto y también saca su arma. Era un momento muy tenso. Miro el avión abrir la puerta a la vez que despliega la escalera. Salgo lentamente y veo a William salir a la par.

-¡Ignacio!-me llama abriendo sus abrazos sin temor, tiene algo en su mano, un revólver-¿Cómo lo supístes?

-No eres muy inteligente William. Es fácil leer tus planes-me acerco a el y este a mi a paso rápido fruciéndo el ceño.

El viento azota y no siento frío por estar solo con la camisa remangada.

-¿No piensas que soy de tener solo un plan o si?-enfocando su mirada detrás de mi.

Giro el torso y miro un auto detenerse. Un hombre sale y abriendo la puerta de atrás mete su mano y se escucha un grito femenino. La sujeta por su pelo negro y largo.

No puede ser-quedo sorprendido, la obligan a mirarme y confirmo quien más temor que estuviera involucrada.

-¿Qué hace ella aquí?-gruñendo miro a William mostrando una fiera que quiere salir. Del avión sale una mujer con una cesta y se escucha un llanto-Entregamela...ahora.

-No Ignacio, ya está conmigo no la pienso soltar.

-Pues no pienso dejar que te salgas con la tuya. Mientras yo esté vivo ellas quedará en los Gorikz.

Me giro para ver a Flavia quien está llorando.

-Ella no tiene nada que ver-vuelvo a William-Déjala ir-parece una súplica pero en realidad es una advertencia.

Él se ríe. Esa risa ya me tiene arto.

-Está es la última vez que te permito burlarte de mi.

Con el arma golpeó su cara, y como detonador comienzan los disparos. Tengo que correr tras el auto y alcanzo a ver a William hacer lo mismo. La mujer que tiene a mi sobrina se oculta tras las escaleras del avión. Me desespera.
Al mirar a Flavia me cargo de irá, el estúpido aún la toma por el pelo y la pone como escudo mientras ella tapa su cara con ambas manos. Se que está aterrada.

-Hang-a mi lado me mira-Necesito tu ayuda, quiero ponerla a salvó primero.

Él corre entre los autos disparando mientras le cubro. Al verle llega al auto más cercano tomo la oportunidad para acuclillarme y mirar a Flavia. Apunto la hombre tras ella, están a un poco más de diez metros. Trato de controlar el temblor de mi brazo a causa de la adrenalina, no puedo controlarlo.

Tranquila voy a ponerte a salvo-miro su mano tapar su brazo rápidamente y aprieta sus dientes, de entre sus dedos veo sangre.-por favor que lo aprendido en tantos años no sea en vano-sigo apuntando nervioso.

Mi brazo a dejado de temblar, accionó el gatillo.

Por favor-suplico dentro de mi.

El disparo dió justo en la cabeza. Celebro como todo un adolescente mientras veo a Hang correr hasta ella y llevarla tras un auto donde está más segura.

-Ahora, ¿dónde está ese mentecato?-asomo la cabeza cuidadoso mirando.

-Primo-miro a Felipe ponerse a mi lado con la respiración rápida-no quiero presionar pero... uno, puede venir la policía y dos, pueden venir refuerzos.

-De todas maneras no pienso quedarme toda la noche en esto.

Algo brilla por debajo del auto en que trajeron a Flavia, está a lo lejos y llama mi atención. Al enfocar la vista noto que es un charco cuya luces se reflejan. Observo detenidamente la posición del auto, va directo al avión. Eso me da una idea pero...

-Primo ¿Qué pasa?-él dispara y se protege nuevamente agachándose.

-Que fastidio-digo para mi-Felipe ¿Tienes una navaja?

-Si ¿Por qué?-lo saca de su bolsillo y lo tomo.

-Se me ocurre algo. Sígueme.

Corremos con todo mientras disparamos y llegamos a ocultarnos en el auto de al lado al cual quería llegar.

-Van tres.-le escucho decir y me giro lentamente sorprendido a verle.

-No me digas que estás contando cuántos heridos llevas-él solo se ríe.

-Bueno ¿me dirás cuál es tu plan?

-Explotar el avión.

-¡¿QUÉ?!

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