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18

Flavia

¡Le he visto!...¡¡el señor Gorikz!!....no pensé verlo nunca.

Es alto, parece todo un modelo. Es cierto que cubre su cara, ¿será porque es feo? Sí que da mucha curiosidad ver su rostro. Todos le miraban como si se tratara de algo inusual, algo que realmente llama la atención.

Finalmente he tenido que dejar el encargo en la recepción, no me dejaban subir obviamente. Ahora estoy devuelta en mi trabajo.

—Flavia, tengo un problema contigo.—es Jerry, me giro luego de mirar por la ventana las letras resaltantes en plateado—Estás muy distraída estos días. ¿Tienes problemas en casa?

—¿En casa?

No sé si reír o llorar con esa pregunta.

Me doy cuenta de la hora y al parecer Ignacio no vendrá. Se siente desepcionante. Realmente me gusta verle todos los días. Mucho trabajo quizás o talvez no vino a trabajar. Al menos sé que Hang no vendrá hoy, me dí cuenta que estaba junto al CEO y otro más que me pareció conocer pero no recuerdo. ¡Vaya, realmente Hang trabaja para el CEO del Gorikz Empire!

Debe ser duro ser su secretario.

Oh, ahora recuerdo. Debo llevarle comida al viejo Jack.

Pido el encargo y minutos después me doy una escapada rápida hasta el parque. Corro directo al mismo sitio...-¿donde?, ¿donde está?-miro a mi alrededor mientras me acerco a la banca. No veo al viejo Jack por ningún lado. Me atrevo a preguntar a varias personas describiendo su físico y todas las respuestas son "no le he visto".

Por un momento mi corazón se abate dentro de mi y me siento desesperada y recorro el parque en su búsqueda.

Que esté bien, porfavor-repito en mi mente una y otro vez.

Olvidé por cuánto tiempo estuve tratando de encontrarle y aún así también preguntaba...nada, nadie le ha visto.

Debo volver y no quiero hasta asegurarme que está bien. Una llamada de Jerry me confirma que debo apresurarme. Me voy si querés hacerlo.

Otra razón más para estar distraída.

Estoy por cruzar esperando al cambio de luces y miró al auto en el que viene. Sonrió de ver a mi conductor enamorado, si. Esa chica todas las mañanas está con él, se besan y sonríen a menudo. Pero detrás del auto hay una furgoneta, es negra y su conductor luce misterioso dado que lleva puesto una gorra y lentes oscuros. Mira en mi dirección y luego al otro lado. Lleva ahí desde esta mañana.

»Ay, no seas chismosa.

»Usted no se meta.

»Vieja chismosa.

Pelear conmigo misma dentro de mi cabeza se ha vuelto algo normal, a veces divertido.

***

Por fin ha terminado mi día laboral. Esta atardeciendo, mi cuerpo se siente cansado y mi cerebro y corazón estallan de preocupación por mi persona favorita. Apenas pongo un pie en el primer escalón de la escalera...

—Señora Stuart—escucho pisadas rápidas acercarse.

Odio que me digan así–me volteo.

—Ha llegado una invitación.

La chica me entrega un sobre negro con unas letras en plateado y estiro mi mano para tomarlo.

Se ve lindo–lo miró por ambos lados.

Me voy a mi habitación y abro el sobre cuidadosamente y hay una tarjeta platinada. Puedo ver mi reflejo en el.

—La familia Stuart está invitada a una fiesta por fin de año...en el Hotel...Golden.G-—tapo mi boca sorprendida.

Conozco ese hotel y es el más lujoso del país. ¿Quién sería el anfitrión?

—Es en dos días.

De todas maneras no pienso ir. Imagino será como la que tuvimos aquí y estaré unos días sin el señor. Ir a ese lugar sería recordarlo y prefiero estar en casa.

Bostezo. Estoy tan cansada que me dejó caer sobre el suave colchón. Cierro los ojos pensando en tomar solo cinco minutos...y PAM...pasaron dos horas. ¿Cómo los sé? Alguien toca a la puerta y doy un sobresalto esperando lo peor. Miró el reloj y luego la puerta abrirse lentamente.

—Señora, disculpe, han pasado treinta minutos desde la cena y no bajó.—ella entra cuando le hago un gesto de que puede entrar—Así que aquí le traje la cena a su habitación.

Le agradezco y se sonroja. Es la sirvienta que el señor Stuart puso como sirvienta personal. Es muy atenta y no tengo quejas sobre su eficiencia.

Como de forma lenta tratando de mantenerme despierta y al terminar pongo la bandeja con los platos vacíos sobre una mesita cerca de la puerta. Estirando mis brazos hacia arriba bostezo. Me desvisto y voy a darme una ducha. Al volver ya no tengo sueño, pero tampoco quiero salir de mi habitación...ya sé. Leeré el libro que deje a medias de leer hace un tiempo.

Animada abro la gaveta de la mesita de noche junto a mi cama. Me adentro en la lectura. Es genial. El principe y la princesa viajarán a una tribu donde ocurren cosas emocionantes, divertidas pero también tristes y peligrosas. Me encanta la forma en que el protagonista defiende su puesto como el hombre de su chica. Todas queremos ese hombre que se declaré de nuestra pertenencia. Suspiro. Por un momento me entristezco.

¿Por qué tenía que ser ficción? ¿El amor existe con tal intensidad?

***

Abro los ojos y la luz entra por las ventanas iluminado toda la habitación y molestando mis ojos. No recuerdo cuando cerré los ojos y me volví a dormir.

Hoy es sábado. No tengo trabajo. Pero me preparo como cada mañana y visto cubriéndose bien del frío. Incluso escondo todo mi pelo dentro de un gorro. Miró la maleta y me dispongo a tomarla junto con mis lentes. Luego del desayuno, al auto, y rumbo al parque. Allí noté la furgoneta de ayer. ¿Otra vez aquí? Soy curiosa y es que llama la atención, ya que no es un sitio donde se estacionen más que autos. Pero termino por no darle importancia, es un país libre. Mas bien me enfoco y estoy esperanzada de ver al viejo Jack sentado en la banca. Suspiro de alivio.

—Viejo Jack.—sonrío y casi dejo que vea mis ojos humedecer.

—Buenos días.—sonríe.

—Aquí está.—me siento a su lado poniendo la maletica en mis muslos.

—Gracias por todo.

—No hay de que. ¿Realmente sabes cómo guardarlo?

—Si, tengo mi escondite. Tranquila solo lo conozco yo.

—¿Tienes muchos tesoros?—trato de ser chistosa.

—No estaría aquí de ser así.—reímos un poco y me detengo a mirarle.

—Viejo Jack, nunca me contaste como terminastes en las calles.

Me apena pregunta pero la curiosidad me mata. Él mira sus manos y su expresión alegre se ha ido. Mierda, ¿qué hice?

—Olvida lo que he dicho, mejor porque no cambiamos de tema.

—Está bien. No tengo problemas en contartelo.

Escucho atentamente su historia.

—Nací en un pueblo pesquero al sur. Mis padres y toda nuestra familia eran pescadores de profesión. Cuando tuve la edad suficiente iba con mi padre mar adentro y teníamos largas horas.

—¿Cómo es que te gusta cantar?

—Muchas veces en las noches hacíamos fiestas y tocabamos instrumentos. Invitabamos a todos los vecinos. Mi madre cantaba, y yo con ella.

—Genial, debía ser super divertido.

Él sonríe asentando con la cabeza y continua narrando. Puedo sentir la nostalgia.

—Mis padres había pedido un préstamo para comprar un lugar donde pudieran prepara el pescado cómodamente y emprender nuestro propio negocio y todo iba bien. Por otro lado, conocía a una niña, mi mejor amiga de hecho. Cuando llego a la adolescencia se mudaron más cercanos la ciudad. Ella me enviaba cartas, no teníamos celular en mi pueblo.

-Eso es raro hoy día-sonrío y él también.

-Nuestro negocio y iba genial pero comenzamos a tener deudas. Nuestros barcos de pesca necesitaban reparaciones y el lugar donde trabajábamos. No era fácil economizar todo para mis padres ya que no eran muy matemáticos. Por mi parte solo le ayudaba e iba a la escuela. Pasaron los años y ya era un hombre cuando mi amiga de hace años me escribe que quiere que volvamos a vernos. Me emocioné tanto...ella siempre me gustó, desde muy joven.

—Aww—añado.

—Y si. Vine a la ciudad pensando que podía dejar a mis padres solos. Cuando voy en búsqueda de la mujer que amaba...—se detiene, sus labios tiemblan y aprieta con fuerza.

—¿Que pasó?

—La noche anterior ella estaba de fiesta y tubo una sobredosis.

—No me digas...—tapo mi boca con ambas manos y él deja caer unas lágrimas muy dolido.

—Murió. Estuve en un cuarto pequeño rentado y estube una semana procesando el hecho de no volverla a ver jamás.

Comienzó a llorar y me arrepiento de haber preguntado sobre el tema.

»Siempre cargándola Flavia.

—Pensando en volver, mis padre estaban en problemas. Resulta que las cuentas no daban y llegaron a la conclusión que estaban siendo robados. Me pidieron quedarme aquí. Los prestamistas comenzaban a amenazar. Intenté regresar y mi casa estaba hecha cenizas.

Abrí mis ojos impactada como si hubiera estado allí.

—Lloré y lloré aún más. Mi corazón dolía tanto. Volví a la ciudad, al mismo lugar. Comencé a beber por primera vez y no pude detenerme. Cuando me ví sin un centavo empecé a cantar en algunos lugares. Todo por una botella que me hiciera olvidar mi existencia. Si quería quitarme la vida siempre ocurría algo que me lo impedía. Me habían diagnósticado de cancer y decidí dejar de tomar. Ya era tarde porque no tenía techo donde resguardarme seguro. Solo las calles. Dormía en callejones y me escondía tras los latones de basura para cubrirme del frío viento que azotaba. Finalmente...

—Terminastes cantando en el metro—agrego.

—Así es.—seca sus lágrimas—Después de unos meses, conocí a una joven con una voz preciosa que no me rechazó por ser un vagabundo sucio—me mira y su sonrisa es amplia, sus ojos llorosos.

—Te quiero mucho viejo Jack.

Por primera vez me lanzo a abrazarlo y él trata de separarme. Se que lo hace por lo sucio que está y máloliente. Aun así aprieto con fuerza y finalmente sus brazos me rodean. Definitivamente es mi persona favorita en todo el mundo.

—Viejo Jack, no te mueras.—rompo en llanto.

Me siento triste y pésima por hacerle sentir triste también. Quería que sus días fueran alegres hasta el último momento.

—Señora Stuart.—escucho una voz grave y me giro asustada, es el guardia extendiéndome su celular—El señor está en línea.

Me da el típico escalofrío solo se saber que es él. Me alejo a poco metros aclarando mi voz para que no se escuche temblorosa.

—Señor...

—Supe que enviaron una invitación para una celebración por fin de año.

—Si, anoche me la entregaron.

—No podré ir, así que irás tú. Enviaré a Jason contigo, él te llevará en el auto y como siempre no se despegará de ti.

Miró al guardia.

Ah...se llama Jason.

—Irán personas importantes así que compórtate. Me enteraré como te fue. Por cierto Jason hará algo por mi, no vayas a estropear nada.

—Si señor.

Él cuelga y ganas de lanzar el celular al lago no me faltan.

—Calma—susurro respirando profundo—Cálmate.

Le entrego el celular. Este me dice que es hora de irnos. Asiento encogiéndome de hombros. Ah, casi lo olvido. Me acerco al viejo Jack y le entrego un papelito donde está el código de cuatro número que desbloquea la maleta.

Llegamos al auto y Jason abre la puerta para yo entrar. Mientras el bordea el auto me giro a mirar la furgoneta detrás y miró al frente cuando escucho que la puerta se abre y cierra tres segundos después.

Quería estar más tiempo con el viejo Jack.-me cruzo de brazos haciendo puchero como toda una niña.

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