Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

14

Ignacio

Aún en la cama estiro mi mano con pereza a tomar el celular que suena repetidamente volviéndose un fastidio. Puedo ver la notificación del calendario anunciar...

—Hoy es Navidad.—con esa voz características cuando apenas abres los ojos. Suspiró mirando el techo.

Me siento en la cama y aparto las sabanas para salir caminando hasta el baño. Pongo mis manos en el lavamanos y me miró en el espejo. Entro en la ducha y siento el agua caliente recorrer mi cuerpo relajando cada músculo. Una corriente recorrer cada rincón de mi cuando la recuerdo. Alzó mi cabeza y las gotas de agua caen sobre mi rostro.

***

Abro la puerta mientras adjunto el reloj en mi muñeca. Me detengo al escuchar el llanto de mi sobrina a lo lejos y se escucha muy enojada. Sigo el recorrido hasta su habitación, mientras la escucho calmarse. Encuentro la puerta un poco abierta, así que la abro por completo sigiloso.

—¿Está bien?—murmuro preguntando a la niñera que la mece en sus brazos.

—Si señor. Pude calmarla.—sonrojada apenas me mira y noto su timidez.

La bebé comienza a llorar otra vez y me acerco. Apretar sus puños volviendo sus nudillos blancos.

—¿Qué le pasa?

—Puede que se haya quedado con hambre.

—Dale de comer.

—Recien tomo su biberón.

—Entonces dale más.—ella trata de calmarla meciendola pero no logra ningún avance—Has algo útil para que deje de gritar. Llévala con mi madre, sé que se calmará.

—Está desayunando, no creo que...

—Siempre está encantada de tenerla. Sígueme.

Salimos de la habitación y va tras de mi. Bajamos las escaleras y el llanto de la bebé llama la atención de los guardias y sirvientas que tenemos cerca. Al llegar al comedor mi madre y mi padre están conversando y tomados de la mano mientras toman su desayuno.

—Mamá, aquí te traigo a tu nieta.—camino hasta mi asiento mientras la niñera llega hasta mi madre.

Extiende sus brazos haciendo puchero y es increíble, al instante se calma y solo sollosa leve. Mi padre extiende su dedo a tocar su mano y la agarra con fuerza. Ese gesto llamó mi atención, no sabía que se aferraba de esa manera tan pequeña.

—¿Hoy cenarás con nosotros en la noche?

—Tengo trabajo hoy pero espero llegar pronto. Sé que a mamá eso le es muy importante.

—Es la primera navidad de mi nieta, tenemos que tirarnos muchas fotos tengo pensado hacer un álbum de fotos enorme.

—Definitivamente el espíritu de abuela ya se apoderó de ti.

—No te burles de tu madre—ella se apena y sonríe.

—Déjala Ignacio. Tu madre es muy familiar, no puede evitarlo.

—Si ya me se la historia cursi de ustedes. Mi hermana hizo que nos la contarán miles de veces.

Sonríen cabizbajos por un segundo la bebé bosteza y mi madre se derrite. Es increíble el parecido que tiene a Chris, cabello dorado y ojos del mismo color.

—Nos iremos de viaje hasta después de año nuevo.—dice mi madre.

—Nos llevaremos a la niña—le sigue mi padre.

—Eso no pasará.—mi tono se torna tajante. Eso no es buena idea.

—¿Qué has dicho?—mi madre sorprendida.

—Ella está más segura en mis mano.

—No eres el único que sabe proteger lo suyo Ignacio—mi padre fruce el ceño.

—Pues no me has hecho confiar en eso. Me niego a que se la lleven y no tocó más el tema.—me pongo en pie.

—No le dirás feliz navidad a tu sobrina.

—La veré en la noche.

—Estará dormida de seguro.

Sin más remedio rodeo la mesa y llegó hasta ella. Extiendo mi mano a tocar con mi dedo índice su manito, Ella me mira.

—Feliz navidad pequeña.—digo en tono dulce—Por cierto Santa Claus no existe.—ya eso no fue tan dulce.

—¡Ignacio!—mi madre me mira fija.

Me da gracia. Ella solía decirme que existía y rompió mi corazón cuando...nah, mentira nunca me lo creí, pero los demás niños si lo hablaban constantemente en estás fechas. Qué estupidez, era un fastidio y por órdenes de mi madre tenía prohibido romper sus iluciones. Me conoce.

—¿Qué? No la ibas a engañar de esa manera ¿verdad?

—Deja que tengas un hijo y sabrás....

—Nop. No termines esa frase.—le interrumpo—Ahora si, me voy.

Camino abotonando el saco, al salir veo el auto y Hang está junto a la puerta del copiloto con su espalda el auto. Viste de traje negro como siempre, unas gafas y sus manos en los bolsillos.

—Buenos días señor Gorikz—inclina su cabeza y un poco su torso.

Costumbre de saludo asiático que muestra con el, respeto.

—Hang.—saludo de vuelta.

Él mismo recorrido de cada mañana sin nada que llame mi atención. Llegamos frente al Gorikz Empire. Hang bordea el auto para abrir la puerta. Una vez fuera me detengo para girarme y mirar a la cafeteria familiar de enfrente.

—Puede que no trabaje hoy.—comenta Hang a mi lado mirando donde mismo.

—Ven acá imbécil, te voy a partir la cara.—escucho una voz fuerte acercándose, miró a William a pocos metros de tocarme pero Hang se interpone y evita que lo haga. El hombre enojado le da por querer golpearle pero...

Por favor, ¿qué asiático que se respeta, y sepa además artes marciales, se deja tocar?

William retrocede dos metros gruñendo.

—Déjame adivinar, ¿mi sobrina?—me cruzo de brazos arqueando una ceja.

—¡Mi hija!—se esfuerza en su pronunciación.

—No me jodas William, tú no la quieres como tu hija.—estaba artandome de la insistencia.

Lleva una mano hacia detrás y se detiene a mirar a su alrededor, muchas personas. ¿Acaso tiene un arma de detrás?

—Vete de aquí. Si haces algo habrán muchos testigos en tu contra.

—En ese caso me los cargo a todos.—entre dientes.

—Sé que lo harías porque la vida de una persona aparte de la tuya no vale nada.

—No es que tú seas un santo Ignacio.

—No a que viene eso de santo. Cómo tampoco no tengo porque estar aquí perdiendo mi tiempo contigo cuando tengo trabajo y cosas importantes que hacer.—sin más que decir me alejo confiado, sé que Hang cuidará mi espalda.

Flavia

Hoy es navidad, suele ser un día emocionante y hermoso para pasar en familia y amigos. Para mi es un día normal lleno rodeadas de personas que pueden ser igual o pero que el señor Stuart.

La noche ha llegado y estoy sentada mirándome en el espejo. Miró mi peinado presumiendo el largo y un maquillaje sencillo, aún así mis ojos resaltan su color, más que el vestido fino y largo cuya espalda está descubierta.

—¿Estás lista?—una voz grave y masculina.

Miró asustada al reconocer la voz del señor Stuart en mi habitación. Le miró poniéndome en pie y él se queda inmóvil, hipnotizado y casi babeando al detallarme de pies a cabeza. Se acerca lentamente y con sus dedos pellizca mi barbilla alzando mi rostro observa detenidamente. Por dentro pido que me suelte de una vez.

—Si que eres hermosa, nunca ví ojos como los tuyos.

Sabe hacer cumplidos pero al ver su cara solo noto a un depredador, una bestia que quiere comerme en cuanto tenga la oportunidad.

—Gracias señor Stuart.

Cada vez que le tengo cerca siento escalofríos.

—Vamos, todos están esperando.

Encancho mi brazo junto al suyo luego de que me obligará a hacerlo de forma cortéz. Es horrible estar cerca de alguien y fingir ser una linda pareja cuando por detrás es todo lo contrario. Entonces llegamos al gran salón todo nos miran, perdí la cuenta de cuantos saludé y el señor Stuart me presentó. Recuerdo que el señor IGorio vendría, no estoy segura de que realmente entre por esa puerta pero por alguna extraña razón quiero que lo haga.

—Es él.—murmuros llaman mi atención a todos lados.

Me doy cuenta que algo realmente pasa cuando veo personas voltearse a ver en la misma dirección. Sigo la vista de todos y el señor Stuart toma mi mano de inmediato.

Él realmente vino-mientras me acerco forzada.

Estoy escondida. Me apena que me mire, bueno... en realidad me apena que me miren todos. Desde que llegué no hacen más que mirarme como si fuera el centro. El señor Stuart le saluda con mucho respeto y le ofrece beber. Estoy mirando al suelo tímida y alzó mis ojos al señor IGorio cuando le escucho llamarme.

—Señora Stuart—su voz algo temblorosa a causa de su edad.

Corresponde al saludo de su mano extendida luego de pensarlo por un segundo. Volteando el señor mi mano besa mis nudillos. Tiene labios secos y ásperos, no es lo que aparenta.

—Señora Stuart.—esta vez le sonrió.

—Señor IGorio, gracias por venir.—finalmente reacciono—Siéntase como en casa.

—Discúlpenme un momento.—el señor Stuart se aparta de nosotros repentinamente y le veo ir junto a un joven.

Es William, no luce como para la ocación, viste como si llegara de tener un mal día. Juntos desaparecen del lugar.

—¿Es el hijo del señor Stuart? William Stuart, ¿no es así?

—Si, es él mismo.

Me preguntó que habrá pasado para que luzca así.

—¿Cómo has estado?—el anciano me hablaba forzando me a salir de mi curiosidad.

—Bien, gracias por preguntar.

—Señorita Flavia.—este no luce convencido. Es como si supiera que miento.

—Señor IGorio ¿qué quiere de mi?—susurro teniendo cuidado de que nadie más nos oye.

—No espero nada, solo quiero ser tu amigo. Conozco a Stuart y sé que a su lado puedes estar en peligro. Eres joven y luces ingenua, es todo.

—Jamás sería su amiga, usted no es alguien en quien pueda poner mi confianza.—me detengo y prefiero no provocarle—Solo no me pregunte si sabe la respuesta.—me disculpó y doy un paso cuando agarra de mi muñeca y tiene mi atención por eso. De ambas manos se sostiene de bastón.

—Espera, puedo ayudarte.

—¿Por qué me diría eso alguien como usted?

—¿No sabes qué pasó con su anterior esposa? Ella era muy amiga mía.

—¿Su anterior esposa?—musito para mi—¿La madre, de William?—sentí miedo y no sé el por qué—Algo se trae entre manos usted. Nadie pide a una joven desconocida ser amigos y aún más cuando alguien como el señor Stuart es mi esposo. ¿Su esposa? Pues ella no está, sé que murió. No quiero hablar de este asunto.

—¿Le considera como su esposo, al señor Stuart?—¿porque luce sorprendido?

—No le conozco a usted de nada y lo poco que he escuchado, no me gusta.

—Con permiso.—se acerca una mujer me parece haberla visto antes—Señora Stuart, señor IGorio.

Saluda con una amplia sonrisa mirándonos a ambos. El señor IGorio la mira y se disculpa educadamente para irse a otro lado del salón con su acompañante.

—Hola, ¿no me recuerdas?—ella es sigilosa—Soy la señora Ross. Nos vimos por primera vez en la cena donde te conté del señor IGorio.

—Claro, ya recuerdo.

Ella fue la que me dió una pequeña introducción sobre quién es IGorio para todos los presentes tanto en aquella cena como ahora los que están en este lugar.

La señora Ross se sorprendió de ver como hablaba con el anciano. ¿Acaso es su fan número uno? Él no suele hablar mucho con una mujer. Poco después otras señoras se fueron incluyendo a nuestra conversación. También noté como de un momento a otro comenzaron a hablar de sus vestidos y joyas como si se tratara de una competencia por ver el más costoso y fino.

Entre ellas puedo, mirar más allá y enfocar mi vista junto a el hombre de pelo largo y lentes situado junto al señor IGorio, que está mirándome. Bebe de su copa mientras hay hombres a sus alrededor hablandole, parece que los ignora. Él me está mirando. ¿Por qué me sigue haciéndolo? Da incluso más miedo que el hombre que tengo por esposo, aún solo su mirada a metros de mi.

—Señora Stuart.—hablando del diablo—Acompañeme.—este extiende su mano y la tomo sin poder decidir, él me jala y posa su mano en lo último de mi espalda, justo donde está la pequeña curva.

—Espero estén disfrutando de esta noche.—llama la atención de todos.

Luego de las palabras del señor Stuart, terminando en un Feliz Navidad, nos dirigimos al balcón luego de su invitación a ver los fuegos artificiales. No me lo esperaba. Al verlos con tanta claridad me doy cuenta porque a tantas personas les gusta. Cuando se expande para crear algo hermoso, tantos colores me dan hasta ganas de pedir un deseo. Así que sin poder evitarlo cierro mis ojos...

—Quiero ser libre.

...Y pedí un deseo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro