Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

12

Flavia

Estoy en el auto, sentada contra la puerta y mi cabeza en la ventanilla. Lloro y siento cada parte de mi cuerpo doler. Entre mis piernas puedo sentir un palpitar molesto, tengo chupones y pequeñas marcas enrojecidas.

Mis padres me entregaron a un hombre sádico que me quitó todo, mi inocencia, mi ganas de amar, mi virginidad, todo.

—Señora, llegamos.—dice deteniendo el auto.

Seco mis lágrimas y miró por la ventanita a las chicas, las otras meseras, que llegar sonrientes y se ven muy unidas.

—Podrías llevarme al hospital.—tengo la voz ronca de tanto llorar.

—Señora no tiene permitido ir a otro lado que no sea su trabajo.

—Porfavor—le miró de forma lamentable—¿Crees que puedo huir de él?

Un segundo después del silencio pisa el acelerador. Le agradezco pero él no habla. Se el riesgo que corre al hacerlo. Pocos minutos después...

—No tardaré, espérame en el auto.

—Debo ir con usted, es mi trabajo.

—Confía en mi, será rápido.

Este por fin me pide que me apresure o iría por mí. Así que tengo que correr para ir a ver al viejo Jack. Esta durmiendo, y no quiero despertarle. Una enfermera entra y se acerca a inyectar algo en el suero.

—Él ¿Cómo está? Los resultados...

—Debes ver al doctor, él se lo explicará mejor.

Mi celular suena camino a ver al doctor y es Jerry, tienen muchos pedidos y no debería de faltar como ayer. No tuve más opción que ir al trabajo pensando en volver luego.

***

Atiendo a unos clientes cuando escucho la campanilla y miró hacia la puerta. Por alguna extraña razón al verle entrar mi corazón se acelera mientras él se acerca.

—Hola Ignacio.—apenada.

—Hola.—sus labios amplían una sonrisa.

Que sonrisa tan perfecta...¡Oh sí! Ahora que por fin le veo puedo pedirle que me ayude.

—Ven un momento.—tomo su antebrazo por sorpresa y jalando de el camino hasta una compañera pidiéndole que continúe el pedido que estaba haciendo. Sigo caminando hasta el cuarto de descanso, el mismo donde están las taquillas. Entro e Ignacio está confundido, cierro la puerta con ambos dentro.

—Necesito tu ayuda.—me volteo a verle.

—¿Yo?—se señala con el dedo sorprendido.

Abro la taquilla y tomó el cheque, se lo extiendo. Él lo toma en sus manos mientras le explicó que necesito sacar ese dinero, por eso lo necesito porque yo no puedo hacerlo. Su mirada atenta a mi rostro me causa un temblor nervioso en mis manos. Sus ojos miran el cheque nuevamente y se decide a ayudarme. Es genial, ahora podré pagar todos los gastos sin problema.

Pongo mi abrigo y él toma mi muñeca por sorpresa, me quedo inmóvil mirandole y alza mi mano más cerca de su cara.

—¿Porqué tus muñecas están enrojecidas de este manera?

Quito mi mano rápidamente y él me toma por el abrigo, haciendo a un lado la tela que cubre mi cuello. Pequeños chupones casi ni se ven pero él parece tener vista de águila.

—Flavia ¿Qué te pasó? ¿Quién te hizo esto?—preocupado siento que se enoja.

Me encojo de hombros y me aparto de él. Miro al suelo recordando anoche y no puedo evitar sentirme sucia.

—Flavia.—él se acerca a mi y toma mi barbilla con sus dedos, alza mi rostro.

Pero me alejo, siento que todos los hombres son como el señor Stuart. Que cualquier hombre puede hacerme daño como él lo hace. No quiero llorar frente a Ignacio. Le pido que nos vayamos rápido y él acepta, no dice nada más. Antes de salir me detengo a mirar al auto donde está el guardia...muy entretenido por cierto. Está junto a una chica que ha aparecido de la nada. Mirando al chico de pelo rizado tomo su mano y me apresuró a salir. Tomamos un taxi y estamos camino al banco. Mi mano se siente cálida y siento algo suave, es como una...mano.

Desciendo para ver mi mano junto a la de él. Al verle este está sonrojado mirando nuestras manos casi tomadas. Le suelto apenada.

»Flavia, que atrevido despiste.

—Lo siento, no me di cuenta, de verdad...

—Está bien.

Mis palpitaciones aumentan su ritmo. Siento un toque suave y cálido que no quiero soltar. Su mano es grande y la mía encaja perfecto. Entrelaza nuestros dedos miró su rostro, mi respiración se ha vuelto rápida y la suya igual. Su otra mano se mueve a tocar mi mejilla y su dedo pulgar hace una suave caricia. Cierro mis ojos y tomó aire por la boca sintiendo su toque enviar una sensación de corriente por todo mi cuerpo.

¿Qué me pasa? ¿Por qué me gusta su caricia? Lo que me hace sentir. ¿Qué me haces?

Siento un pequeño aliento contra mi boca que me hace juntar la piernas con fuerza. Al abrir mis ojos él está cerca, muy cerca de hecho. No quiero alejarlo, su aroma es tan suave. Su nariz roza la mía y siento su dedo correr hasta mis labios y rozarlos de un lado al otro. Él abre sus ojos mirando mis labios. Sin poder evitarlo también miró los de él, que muerde y suelta de forma sensual. Se escucha a alguien toser.

—Hemos llegado.—el taxista está sonrojandose y ni siquiera nos observa por el retrovisor.

Nos separamos rápidamente por igual y salimos. Espero a que él pague el taxi luego de que me insistirá y yo recordar que olvidé mi dinero en el trabajo. Entramos al banco y chocamos en la puerta, él me permite el paso y luego de eso me giro a verle inmóvil en la puerta.

—Ignacio.—él me mira y tengo curiosidad por saber en qué piensa. Él se acerca y sé que quiere decirme algo. Mira a su alrededor.

—Tengo un amigo que nos puede ayudar, sería más rápido. ¿Te parece?—rascando su pelo despeinandose de forma sensual.

»Flavia es que todo lo que él hace te parece sensual.

»Pos si.

—Entonces vamos con él.—respondo.

Este asienta y toma su celular alejándose de mi. No puedo saber que dice excactamente pero cuanto termina un hombre bien vestido se acerca a nosotros poco después. Le extiende la mano a Ignacio y este me presenta como su amiga.

Oh por Dios, dijo que soy su amiga y eso me puso muy nerviosa.

—Siganme—dice y vamos tras él, entramos en una sola donde solo hay oficinas, todas a puertas cerradas.

—Señor...—este hace una pausa—Solo puede entrar uno.

—Entonces debes ir tú.—me dirijo a Ignacio mirándole.

Ellos entran y estoy en el pasillo caminando de un lado a otro. Pasan minutos, casi una hora y por fin la puerta se abre y sale Ignacio con una pequeña maleta.

¿Es el dinero?

—Aquí tienes.—me la extiende y no me siento segura de tomarla—¿Prefieres que la tenga yo?

Asiento con la cabeza.

—Te necesito para algo más.

—Vaya, pediré algo como recompensa por ser tu ayudador.—se cruza de brazos y arquera una ceja con una sonrisa traviesa.

Me siento tensa cuando estoy en lugares donde se maneja mucho dinero, no se porque. Tomamos otro taxi y vamos al hospital.

—¿Porqué estamos en el hospital?—me pregunta mientras nos adentramos hasta la recepción.

—Tengo un amigo que está delicado, necesita ser tratado inmediatamente.

Ignacio entrega el dinero y cuando le entregan un formulario él se detiene con la pluma sobre la hoja.

—Ignacio.—segunda vez que se queda con la misma expresión e inmóvil, me mira—¿Pasa algo?

Él niega y escribe, me doy cuenta que salta su nombre. Se me parece raro ya que es lo primero y más fácil hasta en un examen es precisamente eso.

—Puedes ir por tu amigo iré tras de ti luego.

Y eso quiero, voy a verle y está despierto aún acostado y una enfermera está tomando su presión.

—Viejo Jack.—me siento a su lado y el se anima apenas me ve.

—Por fin algo que si quiero ver. Sácame de aquí.—juega y es buena señal para mí.

—Hola—una voz masculina y me giro para ver al doctor con unos papeles en mano—¿Como se siente Jack?

Luce genial solo sabe decir que le deje ir. El doctor es serio y se enoja un poco cuando me entrega los papeles.

—Jack no quiere tratarse y es muy peligroso.

Lo noto cabizbajo, talvez no quiere que yo sepa. El doctor dice que el tiene cáncer en el páncreas y está empeorando. Eso me dejó en shock. Le miró y claramente ya lo sabía. No sé qué decir o hacer luego de escuchar que estaba enfermo todo este tiempo. No tenía mucho tiempo de vida. Cuando estamos a solas solo le miró y no sabe que decirme.

—¿Por qué no me contaste?

—No quería preocuparte, sabía que lo harías. Además sería una carga menos para la sociedad, un vagabundo menos.

Sus palabras me causan dolor.

—Me atrevo a corregir y decirte, que la sociedad más bien pierde a una persona genial y de buen corazón para dejar solo personas que si merecen morir—hablé entre lágrimas siento y correr por mis venas la importancia de deshacerme del señor Stuart.

—No lo veo así.—comienza a llorar sigiloso y apenado. Agarre sus manos con fuerza.

—No te dejaré morir así sin hacer algo. Ya perdí a alguien que quería mucho, no te puedo perder a ti también. Me quedaría sola literalmente. ¿Quién me daría fuerzas para soporta cada día? Palabras de aliento cada mañana.

Le insisto en recibir tratamiento y por un momento lo dejo piensar. Acepta cuando le insisto con las palabras "por favor".

Ignacio

Primero cuando me entrega el cheque y pienso: Mierda. No pensé que sería ella la que sacaría el dinero.

Segundo, cuando entramos en el banco y miró a mi alrededor, ninguno de los trabajadores podría reconocerme porque siempre cubro mi rostro pero aún así siento que me puedan reconocer. Para sacar ese dinero tendría que dar mi nombre y firma eso sería exponerle mi identidad tanto al trabajador como a ella. Era algo que no quería que pasará.

Tercero. En el hospital.

Al ver en la hoja el espacio para poner mi nombre.

¿Qué hago ahora? Mi apellido es un problema.

Ella me mira y escribo el resto del formulario. Logro hacer que se vaya con una buena excusa, y por fin escribo el nombre. La chica toma la hoja y ella abre sus ojos sorprendida. Se dió cuenta.

—Shh—poniendo mi dedo sobre mis labios ella asienta sonrojada. No quita su vista de mi—Si dices algo creeme que será tu último día de trabajo en un hospital.—amenazo de la forma más noble que existe. Pregunto por el paciente del papel y como llegar. Camino por los pasillos y muchas doctoras y enfermeras me miran.

¿Me quitarán la ropa o qué?algunas me sonríen–Mujeres.

Voy a entrar pero me detengo cuando la escucho llorando. Me escondo y puedo entender cada palabra. Su amigo está muy enfermo y puede morir. Siento mi pecho apretarse escuchándola hablar ¿Porqué duele?


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro