El sendero de un alma
"Una noche como tantas otras, una caminata como muchas otras, un camino solitario al igual que siempre, un rumbo que no tiene un final, un paso que no tiene un lugar al cual llegar".
Esos eran los pensamientos de una chica de un largo cabello negro brillante como el cielo nocturno, pero no iluminado por las estrellas sino por las pequeñas luces que le acompañaban, se podría decir que eran como pequeñas luciérnagas que revoloteaban a su alrededor de un majestuoso azul brillante casi celeste, un espectáculo maravilloso para cualquiera que las viera, pero lamentablemente al igual que a la chica, nadie podía verlas.
De hecho por más hermosas que se vieran danzando alrededor de la chica en realidad estás susurraban mientras otras gritaban siempre a su lado, siempre a ella, quejándose, maldiciendo, llorando, suplicando o únicamente gritando con desesperación.
Las ojeras que poseía la pequeña bajo sus ojos negros apagados denotaba la falta de sueño de la que fácilmente podría ser días, semanas o meses sin dormir, pero en verdad habían sido años, tal vez siglos incluso, ella no lo sabía con exactitud ni tampoco le importaba ya, de hecho nada le importaba ya.
A su pasar durante la noche los perros ladraban con miedo ante su presencia, otros lloraban por el dolor que sentía la pequeña en su corazón y otros aullaban en su nombre como un llamado a que no estaba sola, pero la realidad es que ella sí se encontraba sola y lo había estado durante casi toda su vida.
Pocos y vagos eran los recuerdos de su padre, nulos los de su madre que falleció tras darle a luz a manos de un ángel que atacó su hogar. Su mente era un océano desolado en que no habían ya emociones o recuerdos, sólo fragmentos flotando en la nada sin valor alguno pues como podía sentir algo por cosas o personas que no veía hace más de un siglo.
El paso de la pequeña era lento como cada noche, durante el día se refugiaba en algún lugar oscuro aunque nadie pudiera verla, el ver a tantas personas le molestaba aunque ya no como antes en que pensaba castigar les o maldecir los por olvidar a sus seres queridos, por no ofrecerles nada, ni siquiera una rosa, un altar con alguna foto o una plegaria durante alguna comida importante, la gente ya no creía que eso fuera importante o más bien parecía no importarles que alguien los hubiese dejado, solo una persona menos en sus vidas, solo alguien más que se ha ido con tantos otros lo han hecho y tantos otros lo harán.
Al principio esto le molestaba, la irritaba y les castigaba, pero con el tiempo fueron más, con el tiempo cada vez menos personas prestaban atención a sus familiares, a sus amigos o colegas que habían perdido la vida. Ni siquiera entre vecinos se enteraban del fallecimiento de algún otro, era algo que con el tiempo en lugar de molestarla la fue deprimiendo hasta el punto en que le dejó de importar, aún cuando en algún momento se llamó diosa de las ofrendas a los fallecidos, la portadora de incontables almas que esperaban ver a sus seres queridos y pasar tiempo con ellos siendo ella quién los llevaba ahora no era más que un alma en pena como cualquier otra, únicamente que ella parecía atraer a todas las demás almas por donde pasara; que se quejaban con ella por lo que sus familias no hacían, con ella se molestaban por ser olvidados, a ella le gritaban que sus familiares ni siquiera habían colocado una foto de ellos para recordarles o habían quienes lloraban cerca de sus oídos preguntándose porque ninguno de sus familiares o amigos a los que tanto amaban o querían les habían ido a visitar al cementerio.
La pequeña ante tantos lamentos sólo podía cubrirse los oídos con sus manos e intentar ignorarlas hasta que volvieran a callarse por un tiempo, algunas veces gritaba, cantaba o intentaba correr, pero naturalmente se dió cuenta que al menos correr era completamente inútil, pues las almas siempre, siempre la seguirían y la alcanzarían.
Durante las noches deambula, por las mañanas llora y durante las tardes se prepara para repetir el proceso otro día más, como cada día, como cada semana, cada mes y durante ya varios cientos de años.
La chica cada vez se acerca más a parecer una adolescente normal, tal vez ya de unos dieseis años o un poco menos pues aunque es baja y delgada su apariencia demacrada, lúgubre y agotada le echan varios años encima, pero para ella nada de esto es un problema pues aún cuando ahora hay vidrios reflejantes en casi todos lados de la que alguna vez fueron pueblos y ahora son llamados ciudades simplemente el arreglarse o tan siquiera mirarse son cosas que no le preocupan o no le importan además de que el mirarse en algún espejo o superficie solo le trae dolor pues recuerda con demasiado cariño cuando su padre le cepillaba el cabello, lo que la hace añorar aquellos días en los que reían juntos con su hermana mayor o cuando ambas se veían al espejo haciendo caras graciosas o aterradoras como la de su padre cuando se enojaba con alguien, recuerdos que despertaban momentáneamente su corazón, pero solamente para llenarlo de dolor por lo que simplemente dejó de hacerlo, ya no quería recordar más a su padre, a su hermana o su vida. Solamente deambular sin rumbo, ese era su objetivo, su razón para continuar.
Caminar por las noches, llorar por las mañanas y en la tarde prepararse para repetir el proceso una vez más.
Las almas que le seguían cada vez hablaban menos para la fortuna de la chica, pero el estrés que le producían las que seguían gritando o quejándose así como las que únicamente lloraban la mantenían tensa constantemente al punto de que parecía volverse loca pues aún cuando ninguna lo hacía ella aún podía oírlas, aún resonaban en su cabeza, era una sensación horrible, todo el tiempo estar acompañada únicamente por seres que se preocupan de sí mismos, muchos de ellos no eran malas personas ni estaban cerca de serlo, ella lo sabía bien, pero escucharlas constantemente era algo que la irritaba, la ponía nerviosa y la hacía querer gritar mientras se arrancaba el cabello, pero se mantenía firme, sin perder el control.
Tanto tiempo caminado, tantos países visitados e incluso océanos siendo atravesados por completo y ella no dejaba su expresión de angustia y paranoia pues las almas seguían a su lado al igual que siempre llorando, sufriendo, gritando, molestas, tristes, desesperadas, angustiadas.
Aún había países donde se ofrecían ofrendas a los fallecidos, donde se les respetaba o al menos se les recordaba, ella jamás podría olvidar su paso por aquellos lugares que fueron su mayor apoyo emocional para no perder la cordura por completo pues cada vez que llegaba más que por voluntad por mera casualidad varias almas se apartaban de su lado para ir con sus familiares agradeciendo las ofrendas, los altares, las estructuras o rosas para ellos, no era el nivel de complejidad del altar, algunos únicamente eran una foto y unos cuantos recuerdos, no era el dinero invertido pues algunas estatuas no eran ostentosas o muy sólidas, eran únicamente esculturas de arcilla, greda o madera en memoria de ellos, todo lo que conlleva a recordar a un ser querido, incluso una comida o brindis en su nombre era bienvenido, era apreciado, valorado tanto por las almas como por ella que agradecía siempre entre lágrimas a todas esas personas, a todos los habitantes y sj país el no olvidar a quienes los dejaron, no olvidar la historia que conllevó al presente, el querer mejorar o al menos llevar una vida feliz por quienes en algún momento estuvieron a su lado, eso era lo que ella agradecía siempre entre lágrimas con una gran sonrisa.
Sin embargo, momentos breves como esos eran incluso ahora más difíciles de repetir pues parecía que incluso en aquellos lugares cada vez eran menos a quienes les importaba la historia de los caídos, la historia de sus familiares o amigos de estos.
Esto terminó rompiéndola por dentro tanto como lo estaba por fuera, caminar por las noches al son de los perros que marcaban su paso por el lugar era cada vez más triste y solitario para ella, hasta que un día simplemente dejó de sentir.
Ya no tenía caso, las almas seguían con siempre, nadie podía verle o recordar que alguna vez ella existió, nadie recordaba las guerras libradas, los héroes caídos, los errores cometidos ni a los seres queridos que alguna vez estuvieron allí con los vivos.
Su corazón estaba tan apagado como su mirada y lento caminar poco a poco se fue deteniendo hasta parar por completo.
En un bosque como cualquier otro tendida en el pasto observó la noche, pero no sentía nada, intentó recordar a su padre, pero nada, intentó recordar a su hermana y ningún sentimiento brotó, entonces lo supo. Aún siendo una diosa ella finalmente había muerto, finalmente había encontrado su final allí, acostada por la eternidad rodeada de las almas que le exigían moverse o buscar a las familias de estos.
La chica se acostó de lado en posición fetal intentando soltar aunque fuese una lágrima por ellos, por su familia, por lo guerra, por la perdida, por las almas que le rodeaban, pero simplemente ya no había nada.
Fin.
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Un breve One-shot triste de quién se ha convertido en una de mis diosas favoritas por representar algo tan simple así como justificar algo que aún hoy en día al menos para mí en lo personal es molesto como lo es el grito de los perros pues ahora cada noche que los escuché ladrar pensaré no solo que es alguien pasando u otro perro también, sino que también pensaré que tal vez sea ella, recorriendo sola la fría noche esperando que la gente recuerde a sus seres queridos.
Espero les haya gustado esté breve relato así que sin nada más que decir, un gran saludo a todos y nos vemos pronto.
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