El Segundo Botón De Kita
Las flores de cerezo en su punto más alto. La ceremonia de graduación de la preparatoria Inarizaki, el discurso siendo llevado por Kita Shinsuke en medio del escenario del gimnasio donde el club de teatro se presentaba.
Un alumno ejemplar que ganó ese honor gracias a su desempeño académico, parado recto frente a todos los estudiantes que estaban sentados en el gimnasio. Las lágrimas asomando en los ojos de los de tercero, Kita daba un discurso de agradecimiento a todos sus amigos, compañeros y profesores de esa academia, y lo que vendría a futuro de forma inevitable.
Nadie realmente parecía prestar atención, nadie de segundo o primer grado, y ésa era una verdad, lo que menos les interesaba era la graduación, teniendo a un alumno ejemplar soltando palabras certeras de su boca. Por supuesto, eso no incluía al club de voleibol de la academia Inarizaki, teniendo el suficiente respeto como para escuchar cada una de sus palabras.
Shinsuke Kita, Ren Omimi, Aran Ojiro y Michinari Akagi, sus queridos superiores de tercer año que ese día se graduaban, dando un gran paso a su vida.
Los demás se dedicaban a estar en sus lugares, tranquilos y sentados, escuchando las palabras que tomaban un rumbo suave con cada una de sus palabras. Atsumu observó a su querido capitán, de pie, con su habitual expresión seria, no pudiendo evitar que el nudo en su garganta se hiciera cada vez más potente. Sus labios temblaron, y sus ojos llenándose de lágrimas como si fuera un pequeño niño al que le negaron algo importante, no se hicieron esperar.
Kita portaba su uniforme, su camisa blanca arreglada muy bien, en el cuello corbata roja, pantalón negro y un bleiser marrón claro. Era la última vez que Kita usaría ese uniforme...
Ese pensamiento lo hizo tragarse un jadeo que dejó escapar de su garganta, un sonido algo aturdido, adolorido, que Osamu, quien se sentaba a su lado, lo notó de manera inevitable. Atsumu, en definitiva, estaba al borde de las lágrimas.
—Tsumu... —susurró su hermano con el que día y noche peleaba. Pasó su brazo sobre su espalda, dando una caricia en esa parte en círculos al buscar calmarlo.
—Por eso, agradezco a todos los profesores y compañeros que estuvieron a mi lado estos tres años —finalizó su discurso Kita con una frase demasiado cliché y usada, pero siendo efectiva para poder dar por concluido el discurso. Seguido de eso, Atsumu sintió como su corazón era aplastado, encerrado en ese pánico certero donde sus pensamientos poco a poco iban procesando y aceptando.
Shinsuke nunca más volvería a ejercer su puesto de capitán, ya no podría volver a jugar junto a todos los de tercero, ya no sería el primero en ver cuando llegaba corriendo con Osamu a su lado tras una carrera. Kita ya no lo recibiría con una sonrisa amigable y lo saludaría. Shinsuke ya no volvería a la preparatoria, no lo encontraría por los pasillos durante los descansos, o muy temprano limpiando el baño.
«Ya no más».
Un golpeteo seco en su corazón, esa idea siendo un terrible dolor en el estómago, sólo atinando a sentir un poco de paz cuando los ojos tranquilos de su superior se cruzaron con los suyos. Cuando los ojos cafés se encontraron con los oscuros de Kita, las pupilas del más alto se dilataron, sintió un revoltijo dentro de su cuerpo, como un fuerte golpe donde las mariposas arropaban su corazón y las lágrimas bajaron por sus mejillas. Sus pupilas estaban dilatadas y la simple idea de que por accidente sus miradas se cruzaron, lo dejaron en un extraño trance...
Atsumu lo entendió.
No era la primera vez que Atsumu se enamoraba, tuvo algunas novias durante primero y a inicios de segundo. Aun así, las sensaciones que apresaban su pecho en ese instante, eran igual de nuevas e irreemplazables que provocaba otro chico, un hombre de cabellos grisáceos que tras dar una reverencia, bajó del gimnasio, pasando a tomar el micrófono el director.
Atsumu lloró como un niño pequeño, en algún momento dejó de tratar de mostrarse genial y guardar apariencias, y ya era un adolescente con el corazón herido, sus mejillas sonrosadas, sorbiendo sus mocos y sus ojos bien marcados por las lágrimas que tatuaban su piel.
Aran reía emocionado en una parte del enorme patio lleno de árboles de cerezo, sus padres y familiares estaban muy orgullosos, le tomaban fotos y lo felicitaban. Por otro lado, Kita estaba de pie, en su lugar, viendo a los tres chicos de segundo año: Osamu y Suna sonreían con levedad, y Atsumu no dejaba de llorar. Su abuela lo estaba acompañando.
—Puedes tomarte una foto con tus amigos —dijo la abuela, dando una gran sonrisa y enseñando la cámara que venía preparada para tomar fotos por la graduación de su nieto.
Todos estuvieron de acuerdo, y la sesión de fotos inició.
Atsumu, Kita, Suna y Osamu, en ese orden sonreían por la posición. A Atsumu no le importó mucho que lo fotografiaran con los ojos hinchados por haber llorado, ante su propio miedo y el intento de procesar la graduación de su amado superior, eso era lo que menos le importaba.
Luego, hubo algunas fotos donde Kita sólo estaba con Osamu, luego con Suna y seguido con Atsumu. En la foto donde sólo aparecían ambos, Kita logró ver de reojo al chico teñido que trató de sonreír.
—¡No sean tímidos, vamos! —incentivó la mujer con un pequeño tono divertido, esperando que los dos se abrazaran y se apegaran más. Kita obedeció con rapidez, pasando su brazo por los anchos hombros del que era más alto que él y le dio un cálido medio abrazo.
Atsumu murió ahí mismo.
Atsumu borró la sonrisa de sus labios, y cuando el flash se mostró, el chico de segundo tenía toda la cara roja.
¡No, no, no!
La anciana rio con cierta complicidad amable, posando su mano derecha sobre su mejilla mientras veía como Atsumu trataba de respirar tranquilo ante su suerte por la cercanía que tuvo con Shinsuke, y a su querido nieto viendo concentrado la foto que se tomó con Atsumu, notando al instante su extraña forma de actuar que quedó grabado en la cámara.
Kita alternó su observación de la fotografía al rubio teñido, quien con toda la cara roja y tras llorar, trataba de excusarse con algo que Osamu afirmaba y se burlaba de él de una manera demasiado pasiva. Lo miró por unos breves segundos, y pasó sus ojos hacia el segundo botón de su uniforme. Miró ese botón por varios segundos, y ante la atenta mirada amable de su abuela, con una de sus manos tocó el brillante botón, pensando por unos segundos en si era buena idea lo que sus nacientes impulsos le pedían hacer.
—Puedes hacerlo... —llamó de improviso su abuela, captando la atención de su nieto que volteó a verla, completamente sorprendido y con cierta vergüenza que se acumuló en sus pálidas mejillas. Pero aun sí, no dudó en lo más mínimo en asentir.
—Sí —respondió con brevedad, entregando la cámara a su querida abuela y enfocándose en colocar sus dos manos sobre el segundo botón de su suéter.
Después de lograr sacarlo, Kita lo alzó a la altura de su rostro, observándolo con detenimiento y atrapando entre sus irises el redondo botón de un color similar al plateado, muy brillante. Acto seguido, sus ojos giraron con discreción hasta ver la figura masculina de Atsumu, dando fuertes gritos de pánico mientras se tapaba con sus dos manos su rostro ardiendo en rojo y Suna tomaba fotos de su cara.
—Atsumu... —soltó de sus labios su nombre, congelando al mencionado en el acto y haciéndolo voltear lentamente, como si fuera una estatura que a duras penas lograba reaccionar.
Kita por fin pudo acercarse a él cuando sus miradas se cruzaron, y con su cara imperturbable que no decía nada ni revelaba sus verdaderos sentimientos, logró que pudiera llegar a quedar a unos cuantos centímetros de distancia frente a Atsumu. En su puño cerrado de su mano izquierda apresaba el botón, y sus ojos chocando con los temblorosos de la persona que le gustaba.
—Esto es un regalo para ti —contó de improviso al chico, extendiendo su mano con su puño cerrado al frente. Atsumu parpadeó un poco, no esperándose eso y pensando en si Kita le iba a regalar un dulce o algo tan pequeño que cabía en la palma de su mano.
¡Ni siquiera se preocupó en la posibilidad de que fuera un insecto muerto o algo asqueroso!
Simplemente levantó su mano a la altura de Kita, viendo como el chico colocaba lo que fuera que le diera en la palma de su mano y de paso sus pieles rozaron.
Cuando Kita apartó su mano y el objeto se vio, las pupilas dilatadas de Osamu y el teléfono listo para tomar la foto de Suna, se toparon con el segundo botón del uniforme de Kita. Atsumu quedó en shock y el color rojizo que se había nivelado tiempo atrás, ahora regresaba con más fuerza, golpeando sus mejillas, orejas y frente. Para variar, Kita apartó la mirada con absoluta timidez, dedicándose a mirar a los demás alumnos que se despedían de su institución.
El segundo botón del uniforme de Kita Shinsuke.
El día de la graduación, el chico regala el segundo botón de la chaqueta de su uniforme, llamado daini batan (第二ボタン), a la chica que quiere o a aquella que se lo pide (por ejemplo, muchas chicas piden el segundo botón a un senpai que les gusta o que ha sido alguien importante en su vida escolar).
Hay quién dice que esta tradición nació durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los soldados que se marchaban a la guerra regalaban el segundo botón de su uniforme a sus esposas y amantes como recuerdo, pues sabían que no regresarían con vida. Otros dicen que la tradición se popularizó con la publicación de una novela de Takeda Taijun, en la que había una escena donde se regalaba el mencionado segundo botón.
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