Capítulo 9: Bajo la noche estrellada
El último viernes del verano no tardó en llegar, motivo por el cual muchos adolescentes estaban colapsando (entre ellos Caleb). Sus padres le exigieron que continuara sus estudios después de salir del reformatorio.
Arthur y Gemma no veían futuro en la música. Para Caleb ser músico era su mayor sueño y para ellos, una pérdida de tiempo. Cale aún dependía de ellos, así que debía acatar sus órdenes.
Zack y yo llevábamos vidas diferentes, así que nuestra prioridad era el trabajo.
Su sueldo como repartidor de pizza y el de ambos en el bar no era suficiente, así que decidimos tocar en lugares públicos para ganar un dinero extra.
—Zack, ¿ya estás listo? —indagué, tocando la puerta de su habitación.
—Sí, estaba buscando mi guitarra —explicó al abrir, cargando su instrumento—. ¿Caleb irá con nosotros?
—Dijo que nos vería allí —respondí.
—¿Qué lugar escogiste? —preguntó mientras caminábamos hacia su moto.
—Caleb me sugirió una cafetería que inauguraron a inicios del verano. Está ubicada en uno de los parques más frecuentados de la ciudad. ¡Seguramente mucha gente nos verá tocar! —exclamé, sonriente.
—Es bonito tu entusiasmo —comentó, aunque no sabía si lo decía en serio o si era sarcasmo.
—Gracias —decidí tomarlo como un cumplido—. Es incluso más bonito cuando me elogias. No sueles hacerlo... —señalé y él se matuvo en silencio unos segundos, analizando mis palabras.
—No elogio a nadie en particular. No es personal... —aclaró.
—Entiendo. No soy especial en un buen sentido, pero tampoco en el malo —concluí—. Por cierto, Zack... —cambié de tema para disimular mi tono decepcionado—, quería preguntarte acerca de algo que Caleb dijo...
—¿Qué estupidez dijo ahora? —inquirió.
—¿Recuerdas que hace unos días tú... entraste al baño... mientras me duchaba? —rememoré con las mejillas encendidas.
—¿A qué viene eso? —gruñó, desviando la mirada.
—Bueno, ese día me dijo que te preguntara por "el efecto foca". ¿A qué se refería? —pregunté con curiosidad.
—Mataré a ese cabrón... —masculló con cierto enojo, acelerando el paso.
Si no lo conociera, pensaría que está avergonzado.
—¡Zack, espérame! ¡¿De qué hablaba Caleb?! —alcé la voz, persiguiéndolo como niña pequeña mientras me ignoraba olímpicamente.
* * *
Después de un pequeño viaje en moto llegamos al hermoso y gigantesco parque con árboles frondosos, lagos, puentes y senderos. Era un lugar ideal para pasear tomada de la mano con tu pareja.
Una pena que Zack y yo solo seamos amigos.
—Creo que es un buen sitio —opiné, bajándome de la moto para tomar asiento en un banco cercano a la frecuentada y bonita cafetería.
—Cuando quieras comenzamos —emitió Zack, sentándose a mi lado mientras acomodaba su guitarra de color negro.
—¿Qué canción tocaremos? —indagué.
—La que quieras. Yo hago lo que me pidas. —Su sugerente respuesta me hizo arquear una ceja—. Quiero decir... tú eres la cantante. Puedo tocar la canción que prefieras —se corrigió rápidamente, desviando la mirada.
—De acuerdo. —Sonreí, divertida ante su reacción. No solía ver avergonzado o nervioso a Zack—. ¿Qué te parece Falling down de Dronx? —propuse mientras él depositaba la funda de su guitarra en el suelo.
—Cuando quieras —contestó y yo asentí.
Después de mi señal Zack deslizó sus dedos sobre las cuerdas, generando el hermoso sonido que daba inicio a la canción.
—Falling down and then rising up. Reach the clouds in a state of flowers... —empecé a cantar, cerrando mis ojos para sentir la letra.
Al inicio las personas pasaban sin prestar demasiada atención, pero a medida que la presentación avanzaba algunos se aglomeraron alrededor. Otros simplemente arrojaron dinero en la funda y luego siguieron su rumbo.
—Don't worry my love look to the stars above... —se unió Zack, haciendo un melodioso coro.
Me encantaba cómo sonaban nuestras voces juntas y me gustaba incluso más la forma en la que me miraba cuando cantaba.
Tal vez era mi ilusión de enamorada, pero en momentos como este me daba la impresión de que él también sentía algo, como si quisiera expresarme su amor a través de la música.
En medio de la canción Zack desplegó todo su talento con un solo de guitarra que cautivó a los presentes, incluida yo.
—¡And we are coming down! Falling down and then rising up... —continué cuando él concluyó su fragmento en solitario.
—...Embracing the sound, ¡and we are coming down! —cantamos juntos el final de la letra. Después Zack finalizó con otro solo de guitarra que hizo estallar en vítores al público.
Numerosos espectadores arrojaron dinero en la funda. Entre ellos estaba una chica muy hermosa de cabello castaño y ojos marrones que usaba lentes, la cual me observó fijamente durante varios segundos, motivo por el cual esbocé una genuina sonrisa para luego decirle:
—Gracias.
La bella desconocida no tuvo tiempo de responderme porque otra chica salió de la cafetería y le gritó:
—¡Hasta que al fin llegas!
Al escuchar eso, fue rápidamente hacia allí para reunirse con su amiga.
—Tal vez esto sí funcione —llamó mi atención Zack, quien estaba contando el dinero recaudado—. Es una cantidad considerable.
—Me alegro. —Sonreí.
—Hola, chicos —saludó Caleb minutos después, haciendo su entrada triunfal en patineta.
No puedo creer que aún ande sobre ese artefacto del inframundo. Cuando éramos niños quiso enseñarme y casi me fracturo una pierna. Nunca más intenté subir a esa cosa.
—Llegas tarde —replicó Zack, ceñudo.
—Lo siento. Tuve un... contratiempo —se justificó, desviando la mirada, nervioso.
—¿Estás bien, Cale? —indagué, preocupada ante su extraña reacción.
—Sí, claro... —contestó, tenso. Aunque no le creí, opté por no insistir—. ¿Qué les parece si tomamos algo? Yo invito, así compenso mi llegada tarde —sugirió con tono avergonzado.
—Me parece justo —emitió Zack, pragmático.
Después de que el chico de vestimenta negra guardara su guitarra entramos a la cafetería.
—Este lugar es muy bonito —opiné, recorriendo el sitio con la mirada.
—El café tiene un sabor aceptable —dijo Zack mientras caminábamos hacia una mesa.
Definitivamente un elogio suyo no era algo que escuchabas todos los días. Ni siquiera el pobre café se salvaba.
—Chicos, me tengo que ir —anunció Caleb repentinamente.
—Acabas de llegar —refutó Zack cuando tomamos asiento.
—Lo sé, pero... debo irme... —se excusó con expresión ansiosa, como si hubiera visto a alguien que no debía.
—Estás muy raro, Caleb —tercié, ceñuda.
—Después nos vemos —añadió, nervioso, y luego salió disparado como un rayo.
—¿Qué le sucede? —hablé con el entrecejo hundido.
—Ni idea —contestó Zack sin darle mucha importancia, leyendo el menú—. Hace años paso de entenderlo. Lo único que me duele es que tendremos que pagar nosotros.
—Tú tan práctico como siempre —comenté, divertida.
—Los sentimentales son tú y Caleb. Alguien debe seguir la voz de la razón en esta banda —replicó.
—¿Entonces es fácil para ti ignorar tus sentimientos y dejarte llevar por la razón? —indagué con interés, pero su expresión se tornó incómoda.
—Creo que no comeré nada. Se me quitó el hambre —respondió, poniéndose en pie.
—Pero acabamos de llegar —protesté.
—Ten —agregó, dejando su billetera sobre la mesa—. Come lo que gustes. Yo esperaré afuera —me informó y luego se marchó dando grandes zancadas.
¿Por qué se va así de la nada? ¿Qué fue lo que dije?
—¿Ya sabe lo que va a pedir, señorita? —preguntó la mesera, apareciendo de repente, pero yo también había perdido el apetito.
* * *
Caleb, para compensar el hecho de haberse marchado sin explicación, nos invitó esa misma noche a un exclusivo club nocturno, cuyo dueño era amigo de sus padres.
Para la ocasión me puse un elegante vestido plateado y tacones a juego. Después de peinarme y maquillarme completé mi outfit con algunas joyas sencillas, entre ellas un anillo que coloqué en mi meñique izquierdo, donde tenía tatuado (específicamente en la falange proximal) la silueta de un corazón con los detalles internos del símbolo de la paz.
Era sencillo, pero representaba dos cosas primordiales que desde niña anhelé y nunca pude obtener: amor y paz.
Al concluir, me dirigí hacia la sala de estar, donde me esperaba un reticente Zack.
—No quiero ir —gruñó.
—Zack, por favor —le supliqué.
—No iré —repitió, cruzado de brazos.
—Es el último viernes del verano —repliqué.
—Ese no es mi problema.
—¿Te quedarás en casa aburrido? —rebatí, colocando mis manos en mi cintura.
—¿Iré a aburrirme a un club nocturno? —refutó.
—Tienes 21 años. Disfruta la vida —sugerí con entusiasmo.
—Prefiero disfrutar la vida en mi casa —contestó, indiferente.
—Bueno, hagamos esto. Podemos ir solo un rato y regresamos temprano —propuse.
Ante mi oferta él arqueó una ceja, meditándolo.
—Por favor, Zack. Necesito distraerme —le imploré, colocando mis manos frente a mi rostro en un gesto de rezos mientras hacía mi mejor puchero.
—Bien —cedió finalmente con cara de hastío—. Vámonos ya. Mientras más temprano nos vayamos antes regresaremos.
—¡Gracias! —exclamé, rodeándolo con mis brazos, lo cual provocó que se tensara—. Lo siento —balbuceé, alejándome rápidamente—, sé que odias que te toquen. Esperaré afuera mientras buscas las llaves de la moto —le informé, pero no era más que una excusa para ocultar mi avergonzada expresión.
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Era la primera vez que entraba a un club nocturno. Por tanto, no tenía referencia para comparar, pero me parecía un lugar fabuloso. Estaba repleto de personas que bailaban bajo las coloridas luces. Todos parecían divertirse sin preocupación.
—¿No quieres bailar, Pheebs? —indagó Caleb, apoyado en la barandilla y moviendo su cabeza al ritmo de Youngblood de 5 Seconds of Summer mientras miraba la pista de baile, la cual estaba en el primer piso del club.
Su entusiasmo era contagioso, motivo por el cual quise aceptar su propuesta, pero cuando deposité la mirada en Zack, quien estaba en nuestra mesa (con cara de asco he de añadir) sentí culpa, puesto que yo lo forcé a venir, así que sería injusto dejarlo solo.
—Mejor ve tú —le sugerí—. Yo me quedaré con Zack.
—¿Estás segura? Tiene cara de que en cualquier momento va a matar a todos —bromeó y ambos reímos, mirándolo a lo lejos, lo cual provocó que nos enfocara con desconfianza. Obviamente sabía que hablábamos de él.
—Me arriesgaré. Yo lo obligué a venir, no puedo dejarlo solo —expliqué.
—Entonces te dejaré con la fiera salvaje. Si se sale de control, grita. Yo iré a divertirme —me informó con una sonrisa pervertida—. ¡Zack! —llamó su atención—. ¡Mueve el bote! —se burló, haciendo un sugerente movimiento pélvico, que provocó que Zack le sacara el dedo medio, lo cual hizo sonreír a Caleb, quien luego bajó las escaleras rumbo a la pista de baile.
—¿Estás seguro de que no quieres bailar, Zack? —indagué, tomando asiento a su lado.
—Sé que tú sí quieres. No te limites por mí, diviértete —me pidió.
—No quiero dejarte solo —repliqué con suavidad.
—Me gusta la soledad —le restó importancia, haciéndome dudar—. Ve a divertirte.
—¿En serio no te molesta? —insistí, preocupada y él simplemente hizo un gesto de negación—. De acuerdo —cedí finalmente con una sonrisa.
Luego me posicioné frente a la barandilla, buscando a Caleb con la mirada entre la multitud que bailaba. Cuando finalmente lo divisé estaba bailando con una chica.
Es muy rápido.
Después desvié la mirada, avergonzada, porque la besó repentinamente y con mucha intensidad.
—Su nueva víctima —comentó una voz a mi lado.
—¡Zack, qué susto! —exclamé.
—Caleb no pierde su tiempo... —prosiguió, haciendo caso omiso a mis recientes palabras y apoyando sus codos en la barandilla—. Le gusta vivir la vida al límite... —añadió cuando nuestro mejor amigo llevó a la chica a un lugar más privado.
—Yo no veo nada de malo en eso —opiné—. A veces las personas reprimen sus sentimientos y deseos más profundos... ¿Qué sentido tiene la vida si tienes que vivir encadenado?
—A veces las cosas no son tan fáciles... —refutó, tensando la mandíbula.
—¿Qué quieres decir? —pregunté, contemplando su perfil.
—Regresaré a la mesa —ignoró mi interrogante, dando media vuelta.
Odiaba cuando hacía eso.
¿Acaso disfrutaba dejarme intrigada?
Segundos después comenzó a sonar Slow down de Selena Gómez, canción que me encantaba debido a lo enérgica y sensual que me parecía.
Sin pensarlo demasiado me dejé llevar por el pegadizo ritmo, moviendo mis caderas y jugando con mi cabello. La música era contagiosa, embriagadora y me hacía sentir poderosa y extasiada. A medida que la canción avanzaba mis movimientos se volvieron más atrevidos.
Esta noche no quería pensar, solo quería vivir...
Repentinamente alguien se posicionó detrás de mí, agarrando mis caderas para bailar. Por un segundo pensé que era Zack, pero esa esperanza se esfumó cuando me giré y vi a un completo desconocido.
—¿Te gustaría bailar conmigo? —preguntó con una sonrisa coqueta.
—No debería... —respondí, incómoda.
—¿Por qué no? ¿Qué te lo impide? —rebatió.
A pesar de que no lo conocía, su pregunta me parecía buena.
¿Qué me lo impedía?
¿Mis sentimientos por un chico frío y distante que me dejaba con la palabra en la boca o que me ignoraba todo el tiempo?
Debería aprender de Caleb.
Debería vivir el momento.
Debería dejar de sobrepensar y solo sentir.
Debería bailar con este chico hasta no poder más.
Pero no podía.
—El chico que me gusta... —contesté finalmente, mirando hacia la mesa, pero Zack ya no estaba—. Si me disculpas... —emití con cortesía y luego me alejé en dirección a la mesa.
¿A dónde habrá ido Zack?
—¿Buscas al chico que estaba ahí sentado? —preguntó una desconocida que estaba en una mesa cercana y yo asentí con cierta desesperación—. Lo vi dirigirse hacia la azotea.
Después de agradecerle emprendí mi rumbo hacia allí. Al llegar, me quedé embelesada mirando el cielo nocturno repleto de estrellas.
—Estas luces son mucho más bonitas que las del club —comenté.
—Yo prefiero las estrellas —me sobresaltó la voz de Zack, ya que no lo había visto.
Estaba sentado en el muro que delimitaba la azotea con una de sus piernas colgando y la otra flexionada, apoyando su codo en ella mientras fumaba.
—Pensé que ya no fumabas desde lo que pasó... —emití, sentándome a su lado.
—Lo había dejado, pero a veces recaigo... cuando me siento tenso... —se justificó, arrojando el cigarrillo a lo lejos.
—¿Y por qué estás tenso ahora? —indagué, curiosa y preocupada a la vez.
—Te dije que no quería venir y aun así insististe —respondió después de varios segundos, mirando el horizonte relajadamente y llevando a su boca un caramelo de menta que sacó de su bolsillo.
—Lo siento. No quería hacerte sentir mal... —me disculpé, jugueteando con mis dedos.
—¿Y Caleb? —cambió el tema.
—Desapareció con la chica.
—Su pobre víctima... —comentó con burla.
—Tal vez sea el amor de su vida —aventuré, romántica.
—No conoces al amor de tu vida en un lugar como este —refutó, escéptico.
—¿Y dónde sí? —indagué.
—¿Qué? —murmuró, depositando su oscura mirada en mí, confundido.
—¿Dónde puedo encontrar al amor de mi vida? —pregunté explícitamente—. Me gustaría ir a conocerlo y confesarle cuánto lo he esperado... O quizás sea como muchos dicen: está más cerca de lo que pensamos... —añadí, arqueando una ceja mientras ladeaba la cabeza con la esperanza de que captara mi indirecta, pero solo logré que desviara la mirada, esquivo.
—Creo que mejor me voy... —anunció de repente, bajándose del muro.
—¿Por qué? Es temprano aún —lo detuve, tomando su mano, lo cual llamó su atención—. Además, ¿te irás sin bailar una canción siquiera?
—No me gusta bailar —gruñó, ceñudo.
—No te gusta... ¿o no sabes? —Arqueé una ceja—. Si quieres, puedo enseñarte —le ofrecí.
—No volveré al bullicio de allá abajo —replicó con hastío.
—¿Quién habló de regresar? —Sonreí, buscando mi móvil para poner una canción que me encantaba.
Coloqué mi celular sobre el muro, dejando que resonara en la hermosa y solitaria azotea Only love can hurt like this de Paloma Faith.
—Ven —le pedí, tomando sus manos para guiarlo hacia el centro del lugar con el ritmo de fondo.
Zack me miraba con cierta confusión. Lucía perdido, así que esbocé una sonrisa para reconfortarlo.
—Solo sígueme... —lo alenté, colocando sus manos en mis caderas y rodeando su cuello para luego moverme lentamente al compás de la música.
Zack era muy listo, así que aprendió en cuestiones de segundos. Cautivada por el momento, apoyé mi rostro sobre su pecho, sintiéndome protegida y en paz, como si estuviera en casa... pero, por alguna razón, el corazón de Zack latía apresuradamente.
Quería preguntarle qué le sucedía.
¿Por qué su corazón palpitaba así o, mejor dicho, por quién?
Alejé mi rostro de su pecho y enfoqué sus ojos tan oscuros que parecían negros, los cuales brillaban como nunca antes.
¿Era el efecto de la luz de la luna o del amor tan profundo que sentía por él?
—Para ser la primera vez bailas muy bien —comenté, divertida.
—Tuve a la mejor maestra —contestó con una media sonrisa que derritió mi corazón. Debería sonreír más a menudo. Se veía extremadamente guapo.
Al escuchar sus palabras, me quedé embelesada mirando sus labios y, por un segundo, me dio la impresión de que él hizo lo mismo. Mi mirada viajó a la suya, anhelante.
Quería besarlo.
Víctima de mi desesperado deseo, nuevamente contemplé sus tentadores labios y me acerqué lentamente a la espera de su reacción, pero él se quedó quieto, observándome. Después se inclinó para aproximarse, recorriendo mi espalda con sus manos hasta que una de ellas se estacionó en mi nuca.
Él quería lo mismo que yo...
Su mirada lo delataba. Ese brillo diferente era de deseo.
Estaba a tan solo centímetros de Zack. Su aliento mentolado se entremezclaba con el mío. Un simple movimiento y finalmente pobraría sus labios, pero él hizo algo inesperado.
—Debería ir a casa —emitió, girando su rostro y retrocediendo algunos pasos para luego ponerse de espaldas a mí.
—¿Qué? —musité, estupefacta.
—¿Vienes o te quedas? —inquirió, caminando en dirección a la salida de la azotea.
Yo aún estaba procesando el hecho de que había rechazado besarme.
Eso quiere decir que... ¿no le gusto...?
—¡Phoebe! —me sacó de mi ensimismamiento.
—Voy... —contesté finalmente, aunque no estaba segura de si era la respuesta correcta.
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Buenas, buenas :D
Cómo va la vida?
Esta semana vuelvo a la universidad
:"""""")
Por tanto, andaré escasa de tiempo otra vez :/
Pero intentaré ser puntual.
En estas vacaciones escribí bastante y tengo unos cuantos caps de reserva je je.
En fin, qué les pareció el cap?
Los leo!
Quienes leyeron "Bélgica" recuerdan este capítulo? Es el cap 1 :D
Ya la línea temporal coincide con el primer libro.
Mientras Caleb andaba haciendo sus cosas :v Phoebe y Zack bailaban en la azotea, imagino esa escena tan romántica.
Me encanta la canción, por cierto :')
Bueno, todas las canciones que pongo aquí me gustan xd
Se las recomiendo :D
Y justo cuando pensamos que venía el primer beso...
No :)
Pinche Zack :/
Espero que les haya gustado el cap.
Hasta el próximo, nefronitas de mi riñón :)
Chauuu.
Dato random: Soy medio parecida a Zack para salir :v No es que odie la fiesta, pero prefiero quedarme en casita o ir a lugares más tranquilos :)
No olviden seguirme en Instagram como daia_marlin
:")
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