Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 21: Evidente

El agua se volvió una depredadora para mí. Me aterraba sumergirme en ella y someterme a su implacable fuerza porque, durante mi infancia, estuve a punto de ahogarme en incontables ocasiones...

En medio del caos actual alguien tomó mi cintura, ayudándome a salir a la superficie para luego llevarme hasta las escaleras. El miedo y los horribles recuerdos me tenían paralizada, así que ni me inmuté en ver a mi salvador.

Solo quería hacerme pequeña y desaparecer, así que abracé mis rodillas, completamente empapada y con algunos mechones cayendo sobre mi rostro, temblando debido al frío... o tal vez debido al miedo...

—¿Pheebs? Pheebs, ¿estás bien? —emitió Cale, palpando mi hombro, desesperado.

—¡No me toques! —chillé, apartándolo de un manotazo—. No me toques, no me toques, no me toques... —murmuré repetitivamente, apretando con fuerza mis rodillas mientras miraba el agua, temblorosa.

—¿Pheebs...? —me llamó Caleb.

—¿Qué le pasa a Phoebe? —preguntó Flori.

Aunque sabía que los tres estaban justo a mi lado, sus voces se escuchan lejanas, como si estuviéramos en universos diferentes... o quizás era mi mente la que estaba en otro lugar... en el pasado...

—Flori, ¿podrías buscar una toalla para tu hermana? —pidió Cale—. Están en la habitación donde dejamos tus cosas.

—¿Phoebe...? —musitó Zack, acariciando mi brazo.

—No me toquen —gruñí, pero esta vez no lo alejé.

—Phoebe, yo... lo lamento... No sabía que le tenías tanto miedo al agua... —se mostró arrepentido mi mejor amigo—. Fue una tontería lo que hice. Realmente lo siento...

Ante sus palabras me mantuve en silencio, respirando lentamente mientras cerraba los ojos en un intento por calmarme.

—Phoebe, ¿qué te sucede? —preguntó Caleb al acunar mi rostro, haciéndome volver a la realidad. Esta vez su contacto no me molestó. Estaba más tranquila.

—Hay una razón para tu pánico al agua, ¿cierto? —concluyó Zack, suspicaz, pero me mantuve en silencio.

—No debes contarnos si no quieres... —habló Caleb, comprensivo.

—Cuando era pequeña yo... —emití finalmente—, casi me ahogo... —confesé.

—Lo imaginé —dijo Zack.

—Mejor dicho... mi madre casi me ahoga... —musité.

—¡¿Qué?! —chillaron al unísono, estupefactos.

—¿Vivian trató de ahogarte? —repitió Caleb, espantado, y yo asentí suavemente, abrazando mis rodillas mientras reprimía las ganas de llorar—. Esa perra... —masculló—. Disculpa, Pheebs, sé que es tu madre, pero... —se apresuró a decir, arrepentido.

—No tienes que disculparte —lo interrumpí—. Esa mujer hace mucho dejó de ser mi madre —añadí con una sonrisa amarga.

—¿Quieres hablar? —preguntó Zack, llamando mi atención.

—Nunca les conté, pero todo sucedió antes de que se mudaran. Yo tendría 6 o 7 años. Saben que Vivian era... alcohólica, ¿verdad? —indagué, avergonzada.

—Claro que lo sabíamos —contestó Cale, indignado—. Tú nunca lo dijiste explícitamente, pero muchas veces la vimos llegar casi arrastrándose. Zack siempre me avisaba cuando vigilaba.

—¿Entonces sí vigilabas mi casa? —me dirigí al susodicho, ligeramente sonriente.

—Fue casualidad —aseguró, desviando la mirada.

—Bueno, el punto es... —proseguí, decepcionada ante su evasiva—, que cuando bebía se volvía muy agresiva... y yo era la única que estaba a su alrededor, la única con la que podía desquitarse de su ira y frustración...

—Esa maldita... —gruñó Cale, caminando de un lado a otro como fiera enjaulada.

—En una ocasión yo estaba en la bañera y ella llegó para ayudarme, pero de repente... —continué, reprimiendo mi llanto—, tomó mi cabello y hundió mi cabeza en el agua. Justo antes de que me ahogara se detuvo y después volvió a hundirme. Hizo lo mismo una y otra vez... —rememoré con una lágrima rebelde surcando mi mejilla—. No sé cómo no morí ese día. Lo peor de todo es que se volvió un hábito. Ella disfrutaba hacerme sufrir.

—Voy a matarla —gruñó Cale, iracundo.

—Caleb, cálmate —le pedí—. Saliste hace pocos meses del reformatorio. No hagas nada de lo que puedas arrepentirte.

—¿Por qué no llamaste a la policía, Phoebe? ¿Por qué no nos dijiste? Nuestros padres te habrían protegido —reclamó con una mezcla de tristeza e indignación.

—Si decía algo, ella iría a prisión... ¿Cómo podría denunciar a mi propia madre? Ella era todo lo que tenía... —musité, dolida.

—Ya encontré la toalla —anunció mi hermana al regresar.

—Flori no puede verme así —dictaminé, secando mi rostro rápidamente. No quería preocuparla y mucho menos que supiera que nuestra madre me maltrataba cuando era niña.

—Yo la distraeré —se ofreció Cale—. Acompáñame a buscar otra, Flori —le pidió después de entregarle la toalla a Zack. Luego Cale y mi hermana se marcharon hacia el interior de la mansión.

—Fuiste muy fuerte, Pheebs —rompió el silencio Zack, colocando la cálida tela sobre mí.

—Para nada. Estaba aterrada —refuté, sintiéndome indefensa y vulnerable—. Viví toda mi infancia con miedo. Mi propia madre me golpeaba y me decía cosas horribles... Cuando estaba sobria no era amorosa, simplemente ignoraba mi presencia; pero cuando bebía aquella casa se volvía el mismísimo infierno...

—Es por eso que no bebes... —concluyó con una sonrisa triste.

—El alcohol destruyó mi infancia... No sabía por qué Vivian bebía tanto. Tal vez lo hacía para sobrellevar su trabajo o nuestra precaria vida. Solo sabía que se transformaba en un monstruo.

—Lamento que hayas pasado por todo eso.

—No importa. Quedó en el pasado —le resté importancia, bajando la mirada e intentando esbozar una sonrisa para no preocuparlo.

—Sí importa, Pheebs —rebatió con una vehemencia inusual en él—. Por su culpa estás llena de traumas y cicatrices.

—Cierto... —cedí—. Tal vez Vivian tiene razón... Nadie podría amar a alguien como yo —repetí lo que solía decirme cuando bebía.

¿Cómo alguien podría quererme si ni mi propia madre lo hacía?

—Vivian está equivocada... —replicó—. No conozco a una persona más fácil de amar que tú. Es imposible no quererte —opinó, elevando una de sus comisuras.

—¿Sabes algo, Zack? Los únicos recuerdos felices que tengo de mi infancia son cuando estaba con ustedes —admití, sonriendo ligeramente—. Cuando jugábamos, cuando cantábamos y soñábamos con tener nuestra propia banda... ¿Recuerdas cuando simulamos una boda y nos casamos? —rememoré, ensanchando mi sonrisa.

—Me acuerdo —respondió, asintiendo.

—Caleb quería ser el novio, pero Clara lo convenció de que ser el Padre era más genial... —proseguí, divertida—. Recuerdos como ese son los que me hacen atesorar mi infancia. Si tuviera que vivir todo de nuevo con tal de compartir tantos momentos hermosos con ustedes, lo haría sin dudarlo.

—¿Te confieso algo, Pheebs? —dijo, mirando el agua, pensativo—. Sí vigilaba tu casa... No soportaba la idea de que esa mujer maldita te lastimara... —reconoció, sosteniendo mi mirada.

—Zack... —musité, sorprendida.

—Sé que ya no eres aquella niña que necesitaba nuestra protección, pero cuando te miro a los ojos —emitió, acariciando mi rostro—, aún la veo y yo...

—¿Tú qué...? —murmuré, contemplando sus facciones, hipnotizada.

De pronto escuchamos un sonoro carraspeo que rompió la bella atmósfera que se había creado.

—¿Estoy interrumpiendo? —inquirió el recién llegado, ceñudo.

—Hola —saludé, poniéndome en pie torpemente.

Culparía a la reciente experiencia por mi torpeza, pero no. Estaba nerviosa por la cercanía de Zack y, por si fuera poco, Liam nos había visto.

—Lamento llegar tarde, Pheebs —dijo después de que besé su mejilla, lo cual le extrañó, pero no hizo ningún reclamo.

—¿Cómo entraste? —indagué.

—Tu amigo Caleb y tu hermana me abrieron la puerta. Dijeron que estarías aquí.

—¿Liam? —emitió Zack, sorprendido.

—¿Zack? —contestó con igual tono—. ¿Eres amigo de Pheebs?

—Sí —respondió al llegar junto a nosotros—. No me digas que tú eres... —agregó, alternando la mirada entre ambos.

—El novio de Phoebe —aclaró, sonriendo, orgulloso.

Zack, por su parte, no se veía muy contento. Sabía que ambos trabajan en la misma pizzería, pero no estaba segura de si eran amigos (como Zack odia a todo el universo).

—Veo que ya conociste a Zack, Liam —comentó Caleb al llegar con Flori.

—De hecho, ya nos conocíamos. Trabajamos juntos —explicó.

—Entiendo... —emitió con tono sugerente—. ¿Quieres beber algo? Esta pequeña y yo tenemos sed después de tanta natación —añadió, sonriéndole a Flori.

—¡Yo quiero una malteada! —exclamó ella, entusiasmada. Es increíble la facilidad que tiene Caleb para ganarse a todos.

—Tus deseos son órdenes, mi pequeña monarca —aseguró, alzándola en el aire para sentarla sobre sus hombros—. ¿No vienes, Liam?

—Supongo... —respondió el susodicho—. Phoebe, ¿vendrás?

—Phoebe se nos unirá en breve —replicó Cale con una sonrisa ladeada, esa que esbozaba cuando tenía algún plan malévolo—. Vamos. —Ante la petición de mi amigo Liam accedió, vacilante, después de alternar la mirada entre Zack y yo.

—Zack, ¿estás bien? —pregunté cuando dio grandes zancadas en dirección a la piscina.

—¿Por qué no lo estaría? —gruñó mientras yo lo seguía de cerca.

—Parece que no te gustó ver a Liam. ¿Acaso no te agrada? Trabaja contigo —puntualicé.

—¿Lo sabías? —preguntó con cierto enfado, girándose repentinamente, lo cual me hizo retroceder un paso—. Pudiste mencionarlo —masculló, ceñudo.

—¿Para qué? —refuté, escéptica ante su indignación.

—Cierto, no me importa con quien salgas —rebatió con una sonrisa torcida y luego me dio la espalda nuevamente.

—¿Estás seguro? —indagué, arqueando una ceja—. Porque si no te conociera pensaría que tienes celos —señalé. Sabía que estaba mal, pero no pude evitar sentirme victoriosa.

—No, no estoy celoso —aseguró—, pero la próxima vez que necesites consuelo deberías llamar a tu novio —escupió, girándose para enfocarme.

—¿A veces me pregunto como yo...? —me detuve de pronto, dolida.

—¿Tú qué? —repitió, ríspido.

Fui capaz de enamorarme de ti...

—Nada. Regresaré con mi novio —enfaticé la dos últimas palabras—. Es junto a él que debo estar.

No estaba dispuesta a soportar sus groserías, así que di media vuelta y me largué. Si su objetivo era alejarme, lo había logrado.

}{}{}{

La semana transcurrió tranquilamente. Liam y yo tuvimos citas muy agradables, puesto que él era encantador; sin embargo, no estaba enamorada de él... y creo que nunca lograría estarlo.

Por otra parte, la convivencia con Zack se volvía cada vez más pesada. Desde el domingo prácticamente no me dirigía la palabra. Parecía detestar al universo más de lo normal. Ni siquiera hablaba en los ensayos. Simplemente tocaba la batería y después se largaba.

Esta noche él y Caleb ensayarían en el bar After Vibes. El señor Robert estaba orgulloso porque su idea había funcionado. Muchos fans asistían a ver los ensayos y no solamente las presentaciones oficiales.

—Hola, Cale —saludé al verlo sentado en el sofá de la sala de estar, tocando su guitarra, desganado—. ¿Vienes a buscar a Zack para el ensayo?

—No, iremos por la noche —respondió, dejando de lado el instrumento—. Zack debe trabajar hoy por la tarde —explicó mientras tomaba asiento a su lado.

—No sabía... Zack no me comentó nada...

—Estos últimos días ha estado más insoportable de lo normal —se burló.

—No digas eso, Cale —lo regañé, intentando contener la sonrisa.

—Es la verdad. Dulce amargura está más amargado que de costumbre —puntualizó.

—¿A ti tampoco te habla? —indagué.

—¿No te habla? —preguntó, sorprendido.

—No, creo que está enojado conmigo —lamenté, haciendo un puchero.

—Eso, mi querida Phoebe, no se llama "enojo". Son celos —concluyó con una sonrisa victoriosa.

—No empieces —le pedí, poniendo los ojos en blanco.

—Desde que comenzaste a salir con Liam estuvo fingiendo que no le importaba, pero después de conocerlo tuvo un choque de realidad —analizó—. Al fin se dio cuenta de que si no reacciona, te va a perder para siempre.

—Parece que sabes mucho sobre los sentimientos de Zack. —Arqueé una ceja.

—Es mi mejor amigo —contestó con obviedad, encogiéndose de hombros.

—Entonces, ¿por qué no me cuentas lo que Zack oculta? Si está tan celoso como dices, ¿por qué no confiesa sus sentimientos de una vez? —cuestioné.

—Ya te dije que no puedo decirte —replicó—. Deberías preguntarle tú misma.

—Sabes perfectamente que no me responderá —rebatí, ceñuda—. Cale... ¿acaso tiene que ver con el reformatorio? —indagué, preocupada.

Durante su estancia en ese lugar ambos estuvieron más cerca que nunca. Fue un período de confidencias y reconstrucción. Probablemente Zack le reveló mucho a Caleb sobre sus sentimientos.

—Cale... —insistí ante su silencio.

—Pregúntale a Zack —repitió.

—Pensé que querías ayudarme con él —me quejé como niña pequeña.

—Lo siento, Pheebs, pero le prometí que no te contaría nada —se justificó.

Sus palabras me dejaron pensativa. Nos conocíamos desde niños... cada defecto, cada cicatriz, cada demonio...

¿Qué podría ser tan grave como para que Zack me lo ocultara?

—¿Vendrás al ensayo? —me sacó de mi ensimismamiento—. Tocaremos Let her go. Sé que te encanta esa canción.

—Siempre piensas en mí a la hora de escoger las canciones —reconocí, conmovida.

—De hecho, fue Zack quien la sugirió —aclaró.

—¿Zack? —repetí, extrañada y sorprendida. Cale simplemente asintió con una sonrisa sugerente—. Habrá sido una coincidencia —deseché la idea—. ¿Invitaste a Bel? —cambié el tema. No quería seguir hablando sobre Zack.

—Estos días ha estado extraña conmigo... —comentó, preocupado—. El lunes la cité en la biblioteca para conversar. Quería disculparme. No debí hablarle así, solo estaba preocupada —se mostró arrepentido—, pero Bel nunca llegó...

—¿Crees que sigue dolida? —aventuré.

—Supongo... —murmuró—. Temo que no me perdone. Me comporté como un imbécil —gruñó con culpabilidad, golpeando su rostro con un cojín.

—No te tortures, Cale —le pedí, acariciando su hombro—. Deberías intentar hablar con ella otra vez —sugerí.

—Me dejó plantado en la biblioteca y el resto de la semana ni siquiera me ha mirado. Es obvio que no quiere hablar —replicó, resignado y dolido a la vez—, a menos que... —agregó al enfocarme, sonriendo malévolamente.

—No me gusta esa sonrisa —comenté, temerosa. Era su clásica expresión antes de pedirme algo.

—¿Podrías pedirle que venga al ensayo? —preguntó, haciendo un puchero y ojitos de perrito abandonado.

¿Quién le dice que no a esa carita?

—¿Qué no hago por mi mejor amigo y por el amor de su vida? —cedí, sonriente.

Después de que me enviara el número de Bel llamé, temerosa de que me ignorara, pero finalmente atendió:

—¿Hola?

—¿Bel? —emití, insegura—. Es Phoebe.

—Oh. Hola, Pheebs —saludó, extrañada. Obviamente no esperaba mi llamada.

—Caleb me dio tu número —aclaré bajo la atenta mirada de mi amigo—. ¿Cómo has estado?

—Bien, supongo... —fue su respuesta.

—Me alegra —contesté mientras Cale pegaba su oreja al teléfono para intentar escuchar—. Te llamaba para invitarte a un ensayo que tendremos esta noche —expliqué, mirando a Caleb, ceñuda.

—¿Esta noche? —repitió.

—El ensayo termina temprano —aseguré ante su tono vacilante—. Sé que tienes instituto mañana. Puedes invitar a Paris si quieres —ofrecí para convencerla—. Me haría mucha ilusión que vinieras —añadí bajo la mirada esperanzada de Caleb.

—De acuerdo. Iremos —aceptó finalmente y luego de una breve despedida finalizó nuestra llamada.

—Listo —anuncié.

—¡Te amo, Phoebe! —exclamó Cale, abalanzándose sobre mí para abrazarme y besar mi mejilla reiteradamente, haciéndome reír ante su reacción exagerada—. ¿Ya te he dicho que eres la mejor?

—Solo un par de veces. —Sonreí.

/\_/\_/\_/\

La decoración del bar fue modificada esa noche, ya que estaba ambientado con velas, lo cual le daba un toque romántico. No había tantas personas como de costumbre, pero era comprensible, ya que era jueves y solo sería un ensayo.

Mientras Cale y Zack se alistaban, yo esperé pacientemente, observando el lugar por si Bélgica llegaba y minutos después apareció.

—¡Hola, chicas! —saludé, abrazándolas.

—Hola, Phoebe —emitió Bel, mirando el bar al igual que Paris. Obviamente estaban buscando a alguien.

Bel buscaba a Caleb, pero, ¿a quién buscaba Paris?

—Vamos a sentarnos —sugerí, guiándolas hacia una mesa en primera fila.

—¿No subirás al escenario? —indagó Bel al tomar asiento, curiosa y extrañada.

—No, hoy es el turno de mis chicos de brillar —contesté con un atisbo de sonrisa.

—Qué tatuaje tan curioso —comentó Paris repentinamente, tomando mi muñeca izquierda y escrutando el tatuaje de las iniciales de Caleb y Zack.

—Gracias —respondí, sonriente.

—En la fiesta de Paris me dijiste que me contarías el significado de tus tatuajes —puntualizó Bel—. ¿Qué simboliza este?

—Este tatuaje me lo hice en honor a Zack y a Caleb —expliqué, mostrándoselo de cerca—. Esta es la Z de Zack y esta, la C de Caleb —añadí, señalando las letras.

—Debes quererlos mucho —opinó Paris.

—No estaría aquí hoy de no ser por ellos... —emití, sonriendo con tristeza y nostalgia.

—Su amistad ha de ser muy sólida y especial —terció Bel.

—Ellos son todo lo que tengo... —confesé y ellas se quedaron en silencio.

—Casi va a comenzar el show —anunció Paris algunos minutos después—. Iré a buscar algo de beber. ¿Quieres algo, Bel?

—No, gracias. La última vez que bebí no salió bien... —declinó la oferta.

—¿Y tú, Pheebs?

—No, gracias, Paris. Yo no bebo —aclaré con cortesía.

—¿En serio no bebes? —preguntó, escéptica.

—El alcohol destruye a las personas y hace sufrir a los que te rodean —opiné con más seriedad de la que pretendía. Luego ella se alejó hacia la barra.

Segundos después se encendieron las luces del escenario, llamando la atención de los presentes que se quedaron en silencio. Mis amigos estaban sentados en banquetas de madera con sus respectivas guitarras. Después de acomodar sus micrófonos deslizaron sus dedos sobre las cuerdas, dando inicio a la suave y bella melodía.

—Me encanta esa canción... —musité, cerrando los ojos y moviendo lentamente la cabeza al ritmo de la música.

Caleb fue quien dio inicio al espectáculo que, aunque solo era un ensayo, no perdía su magia.

No comprendía cómo Gemma y Arthur no apoyaban a su hijo. Era un excelente guitarrista y, además, escucharlo cantar era un auténtico privilegio.

La canción lenta y armoniosa tenía embelesado al público que los contemplaba. Mis amigos sobre un escenario eran hipnóticos.

Poco antes de llegar al coro Zack empezó a cantar. Lo conocía desde niña y nunca veía tanto sentimiento en él como cuando tocaba (especialmente si cantaba). A pesar de no ser el vocalista principal, su voz era excepcional.

Lucía entregado e inmerso en la letra, impregnándole emoción a cada nota, como si lo hubiese vivido, como si hubiese dejado ir al gran amor de su vida...

A medida que la canción avanzaba se intercalaban los fragmentos, dándole cada uno su toque particular y, aunque eran diferentes, ambos sonaban hermosos.

De vez en cuando Caleb alzaba la mirada para enfocar a Bel, como si estuviera tratando de que ella escuchara sus sentimientos. Zack, en ocasiones puntuales, también buscaba a alguien en el público... a mí...

Sabía que mirarme disipaba sus nervios, ya que nos conocíamos de toda la vida, así que intenté alentarlo con la mirada, esbozando una leve sonrisa.

Al llegar el coro, sus voces se unieron, deleitándonos. Viéndolos desde afuera podía comprender por qué las fans se volvían locas con ellos. La canción siguió avanzando y ellos continuaron alternándose para cantar.

Al concluir, el público se puso de pie (yo incluida) para aplaudir su magistral interpretación.

—¡Estuvieron increíbles! —exclamé con orgullo, abrazándolos.

—Gracias, Pheebs —respondió Cale, devolviéndome el abrazo. Zack, en cambio, simplemente me ignoró.

Segundos después, como de costumbre, las fans llegaron a elogiarlos, así que retorné a la mesa con Bel.

—No entiendo a Zack —rompió el silencio la chica de anteojos y rostro angelical.

—¿A qué te refieres? —me mostré curiosa.

—Bueno, en realidad no los entiendo a ustedes dos —se corrigió.

—¿Qué? —musité, nerviosa.

—Se gustan —concluyó, provocando que mis mejillas se encendieran.

—No... No es así... —negué, casi balbuceante.

—No suenas muy segura. —Arqueó una ceja, suspicaz—. ¿En serio dirás que no te gusta? —preguntó, incrédula.

—Pensé que no se notaba —repliqué, bajando la mirada.

—¿Se supone que era un secreto? —indagó, escéptica—. Porque me parece el secreto más evidente —opinó, haciéndome sonreír tímidamente.

—Tienes razón... Él me gusta... desde que era una niña... —admití, mirándolo, anhelante—. Pero yo no le gusto a él —aclaré con tristeza.

—¿Qué? —chilló con incredulidad—. Phoebe, ¿te fijaste en cómo te miró mientras cantaba?

—Solo lo hace porque me conoce. Lo ayuda a sentirse confiado —refuté.

—La forma en la que te miró no es la mirada que se le da a una simple conocida —señaló.

—Lo dices porque no sabes cómo es conmigo cuando estamos a solas... Prácticamente no me habla —relaté, entristecida.

—Por eso no logro comprenderlo... Pero estoy segura de que tú le gustas —insistió.

—Me voy a casa —nos interrumpió Zack, hastiado.

—¿Tan temprano? —dije.

—Solo vine a tocar, así que ya me voy —explicó y luego dio media vuelta, dejándome decepcionada. Definitivamente no tenía la menor disposición de hablarme—. ¿Vienes? —agregó después de dar algunos pasos y no pude evitar sonreír.

—Bel, ¿te importa si me voy ya? —indagué, poniéndome de pie.

—Para nada...

—Gracias... Nos vemos, Cale —me despedí, sonriente.

—Pórtense bien —lo escuché decir a lo lejos, pícaro.

—Disculpa —me interceptó un desconocido en medio de mi trayecto para alcanzar a Zack.

—¿Nos conocemos? —pregunté, extrañada.

—Aún no... Soy Drew Smith, soy productor —explicó el señor de unos 40 años, dándome su tarjeta de presentación mientras yo hacía un esfuerzo sobrehumano para no colapsar de emoción.

—Es un placer —fingí calma cuando en realidad quería brincar de alegría.

—Tú eres Phoebe Warm, la líder de Reformers, ¿cierto? —emitió y yo asentí—. He visto a tus amigos cantar hoy y debo confesar que estoy realmente impresionado.

Ante sus palabras no pude evitar sonreír. ¡Le había gustado la presentación!

—He visto algunos videos que han subido sus fans a Internet. Me gustaría escucharlos en vivo, tal vez sean lo que estoy buscando.

Oh. Por. ¡Dios!

—Nos encantaría tocar para usted —logré articular (no sé cómo).

—Sin embargo, me gustaría escucharte antes a ti.

—¿A mí sola? —pregunté, confundida.

—Tus amigos son excelentes cantantes. Sé que tú eres la vocalista principal, pero quiero escucharte personalmente y si es de mi agrado, me gustaría tener una cita con Reformers.

—De acuerdo —acepté. Mi voz era mi mayor arma. Si el contrato dependía de mí, lo conseguiría a toda costa.

—Nos mantenemos en contacto entonces, Phoebe —dijo a modo de despedida y, cuando finalmente desapareció, comencé a saltar, emocionada.

Esta vez no permitiría que la oportunidad se escapara de nuestras manos. Me aseguraría de que fuera el primer paso hacia el éxito.

-------

Buenas, buenas, nefronitas de mi riñón :D
Cómo va la vida?
Qué les pareció el cap?
Los leo!
Hoy conocimos más detalles acerca del pasado de Phoebe. Mi pobre niña :'(
Aquí quienes odian a Vivian —>
:)))
Creen que Zack se puso celoso cuando supo que Liam salía con Pheebs?
Je je.
Recuerdan este cap en "Bélgica"?
Y Phoebe conoció a un productor :D
Ya veremos cómo avanza todo :)
Espero que les haya gustado.
Hasta el próximo cap.
Chauuu.
Dato random: Me encanta cuando en las historias se menciona el título, es tan conmovedor :")
No olvides seguirme en Instagram como daia_marlin

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro