Capítulo 2: Bajo el mismo techo
La casa de Zack era bastante peculiar, puesto que solía ser una especie de bodega que su abuelo materno, el señor Salvador De Santi, le heredó al morir.
Zack la había decorado de una forma sencilla y acogedora y, a pesar de no tener la estructura convencional de una casa, yo ya la consideraba mi hogar.
Supongo que lo importante no es el lugar, sino con quien convives...
—Sé que no es una casa muy común, pero... —emitió Zack con cierto tono avergonzado al verme escrutando el sitio.
—Es perfecta —lo interrumpí con una reconfortante sonrisa.
—Tendremos que comprarte ropa, Pheebs —comentó Caleb, acostándose en el sofá como si fuera el dueño del lugar.
—Aún me queda un poco de lo que Cora me obsequió y no pretendo comprar ropa cara. Además, quiero comenzar a trabajar lo antes posible. No quiero depender de ustedes —aclaré.
—Cora se portó muy bien contigo... —dijo Zack, tomando asiento.
—Ella salvó mi vida... —musité, mirando el suelo, entristecida.
—Ven aquí —me pidió Caleb y lo obedecí—. Ahora nos tienes a nosotros... —agregó, rodeándome con sus brazos—. Nunca más nos alejaremos de ti... No dejaremos que nada te pase —prometió, acunando mi rostro—, ¿cierto, Zack?
El susodicho simplemente se limitó a asentir con la mirada fija en la mesita del centro.
—Yo... iré a preparar tu cuarto... —nos comunicó, poniéndose en pie de repente.
—¿Te pasa algo, Pheebs? —indagó Caleb cuando me recosté en el sofá, liberando un suspiro.
—No, es solo que... todo esto es tan nuevo para mí. Llevo tanto tiempo sola... Creo que debo acostumbrarme de nuevo a tener una familia —contesté, ofreciéndole una sonrisa para que no se preocupara.
—Pheebs... ¿has pensando en volver a ese lugar...? —indagó, serio.
—Cale, no quiero hablar de eso —desvié el asunto.
—O sea que sí lo has pensando —concluyó.
—No, no pienso ir —mentí, poniéndome en pie para evitar su penetrante mirada azul, la cual tenía la maldita habilidad de saber cuándo estaba mintiendo.
—Phoebe, no tienes que enfrentar todo tú sola... Ahora nos tienes a nosotros... Me tienes a mí —enfatizó, tomándome del brazo con delicadeza para obligarme a encararlo—. Cuando eras una niña...
—Ya no soy esa niña, Caleb —lo interrumpí—. No sé que habría sido de mí sin ti y sin Zack en aquel entonces... pero esa pequeña asustada ya no existe más... —añadí, liberándome de su agarre—, así que te pediré que dejes de tratarme como si tuviera 7 años. Ya he pasado por mucho, sé cuidarme sola —dejé en claro, sonando más ruda de lo que pretendía.
—Lo sé, Pheebs. Sé que eres fuerte y por eso te admiro, porque a pesar de todo seguiste adelante... Pero no me pidas que me desentienda de ti... Tú nunca dejarás de importarme... —aseguró, aproximándose demasiado a mi rostro.
—Gracias por preocuparte, Cale. Eres un gran amigo —repliqué con suavidad.
—Claro, tu amigo... —dijo con una nota amarga en su voz.
—Phoebe, ya tu habitación está lista —anunció Zack repentinamente.
—Yo creo que ya me iré —nos informó Caleb.
—¿Tan pronto? —emití.
—Tengo cosas que hacer —respondió, ligeramente descortés—. Después nos vemos.
Dicho eso se dirigió a la puerta y luego se largó sin explicación alguna.
—¿Se enojó? —indagó Zack.
Espero que no...
Caleb siempre ha sido el más pasional de los tres. Le gustaba divertirse y vivir al máximo, aunque nunca tomaba nada en serio. Sin embargo, cuando algo le importaba solía dejarse llevar por sus emociones fácilmente.
—¿Puedo ver mi habitación? —evadí el asunto.
—Claro.
—¿Qué es esto? —pregunté al ver un calendario en la pared, el cual tenía marcada la fecha de hoy—. ¿Estabas contando los días para que yo saliera? —pregunté, emocionada.
—Fue idea de Caleb... —masculló, desviando la mirada—. Ven a ver tu habitación.
No les mentiré. Su respuesta me decepcionó. Siempre que albergaba la esperanza de que Zack demostrara su afecto hacia mí, él esquivaba el asunto con una facilidad pasmosa.
A veces sentía que ni siquiera le importaba...
—Con el tiempo podrás decorarlo como quieras —dijo cuando entramos a la habitación.
—Gracias, Zack. —Sonreí y él simplemente asintió para luego decir:
—Descansa.
—¿Ya te irás? —pregunté, sonando un tanto desesperada.
—¿Se te ofrece algo? —inquirió.
Por Dios, nos conocíamos desde pequeños. No debía tratarme como a una huésped que ve por primera vez en su vida.
—Eh... No... —balbuceé sin saber muy bien qué decir ante su expresión hastiada. Parecía que hasta le aburría ver mi rostro.
—Me voy a trabajar —me informó—. Ten —agregó, lanzándome un celular desde la puerta, (el cual por poco se me cae, he de añadir).
¿No pudo dármelo en la mano como una persona civilizada?
Mi contacto no va a hacer que se le caiga el brazo.
—Si necesitas algo... llama a Caleb. Yo estaré trabajando —dijo sin más y luego cerró la puerta.
—Ok... —murmuré a la nada—. ¿Puedes recordarme por qué te gusta? —gruñí al contemplar mi reflejo—. ¿Y por qué te pones tan nerviosa con él? Ya no tienes 7 años, Phoebe —proseguí con mis regaños.
—Phoebe —emitió Zack, abriendo la puerta repentinamente.
—¡¿Qué?! —exclamé entre los nervios y el susto.
¿Acaso tampoco sabe tocar la puerta?
—¿Estabas hablando sola? —indagó, ceñudo.
—Eh... No... —balbuceé mi vil mentira, nerviosa.
—Estas son las llaves de la casa —habló, arrojándolas.
Al parecer, tendré que darle un curso de cómo se entrega un objeto directamente en la mano de una persona.
—De acuerdo.
—Los años pasan —añadió, llamando mi atención—, y tu cara se sigue poniendo igual de roja... —comentó con una pequeña, pero hermosa sonrisa.
Ante sus palabras no pude evitar sentirme sumamente nerviosa y avergonzada. Luego, como si nada, cerró la puerta y se marchó.
—Esta convivencia no será nada fácil... —concluí, acostándome dramáticamente en la cama mientras mi corazón palpitaba apresuradamente.
***
Puesto que no tenía nada concreto que hacer, decidí aprovechar toda la tarde para organizar la casa de Zack para agradecerle de alguna forma el hecho de que me hubiese acogido. Después de acomodar el resto de las habitaciones concluí mi día de labores domésticas limpiando la sala de estar y, como limpieza que se respete debe llevar música, puse a todo volumen Break free de Ariana Grande.
Ya saben, si la música no suena fuerte, la casa no queda igual de limpia.
—If you want it... take it... —comencé a cantar mientras limpiaba y bailaba, imaginándome que aquella sala de estar era un gran escenario y los muebles, el público que me aclamaba.
A medida que la canción avanzaba mi emoción se acrecentaba y mis pasos de baile se volvían más exagerados. Sabía que me veía ridícula, pero no podía dejar de brincar y cantar mientras usaba la escoba como micrófono. En mi máximo punto de efervescencia me subí al sofá para concluir con mi gran show.
—¿Te diviertes? —me interrumpió una voz cuando la música de mi celular fue pausada repentinamente, lo cual hizo que mi vello se erizara por completo.
Maravilloso, era Zack.
—Estaba limpiando —dije, bajándome del sofá en un inútil intento de disimular la vergüenza.
—Ya veo —replicó con fingida seriedad.
—¿Comiste ya? Puedo preparar algo de cenar —intenté desviar el asunto.
—No es necesario, traje pizza —contestó.
—Genial, ¿la compraste de camino a casa? —indagué para hablar de algo mientras él se dirigía a la cocina.
Todo con tal de no hablar del ridículo que acabo de hacer.
—Soy repartidor de pizza, así que comeremos bastante por un buen tiempo —me informó, ofreciéndome un trozo—. Creo que tendrás que moverte así con frecuencia si no quieres subir de peso —comentó mientras mordía su pedazo de pizza, intentando disimular la sonrisa.
—¿Cuánto viste? —pregunté con las mejillas encendidas.
—¿Acaso importa? —replicó, burlón.
No llevo ni 24 horas en esta casa y ya me he sentido avergonzada delante de Zack dos veces.
—Tomaré una ducha —dijo al terminar de comer—. Por cierto... —emitió, girándose—, ¿esa es mi camisa? —indagó, refiriéndose a una prenda negra que me quedaba enorme, pero que me vi en la obligación de usar porque no tenía más ropa.
—Sí, no tenía nada que ponerme... —me justifiqué—. Espero que no te importe...
—¿Quieres quedártela?
—Bueno, sí me gusta... —confesé, ya que me parecía realmente bonita a pesar de su sencillez, aunque he de admitir que lo que más me gustaba era que le pertenecía a él.
—Quedátela —respondió, dándose la vuelta para marcharse.
—¿En serio? ¡Gracias, Zack! —exclamé, abrazando su espalda, gesto que provocó que se tensara automáticamente.
—Para agradecerme no tienes la necesidad de tocarme... —masculló, ceñudo.
—Lo siento... —murmuré, apartándome rápidamente—. No era mi intención incomodarte...
—Entonces no vuelvas a tocarme —me pidió con cierta descortesía, aún dándome la espalda.
—Tranquilo, no lo volveré a hacer —repliqué, dolida ante su grosera actitud justo antes de que se marchara.
***
Al día siguiente desperté temprano y con un objetivo muy claro en mente, ya que había alguien muy especial a quien quería ver. Probablemente Caleb se enojaría mucho si se enteraba, ya que me había pedido no regresar a ese lugar... Pero debía hacerlo...
Después de una larga y extenuante caminata finalmente llegué a mi destino. No obstante, aún no me sentía preparada para enfrentar todo, ya que había desaparecido... Por ese motivo opté por ocultarme detrás de un árbol a esperar. Me conformaba con ver a esa persona desde lejos y confirmar que estaba bien.
—¿Phoebe? —emitió alguien a mis espaldas. Por mucho que el tiempo hubiese pasado reconocí su voz al instante y me provocó el mismo efecto que años atrás.
Miedo...
—Tú... —musité al girarme, tragando con fuerza mientras apretaba mis manos para evitar que viera que estaba temblando.
Caleb tenía razón.
No importaba cuánto tiempo hubiese pasado... Yo seguía siendo la misma niña...
—En serio eres tú... —concluyó con una sonrisa torcida—. Estás... súper cambiada... —agregó, recorriendo mi cuerpo con su mirada color ámbar—. Supongo que los años no pasan en vano... Te sentó muy bien crecer... —opinó.
—Yo ya me iba —gruñí, haciendo un ademán para marcharme, pero él me lo impidió agarrando mi brazo.
—¿No nos harás una visita? —indagó con esa maldita sonrisa ladina.
—Suéltame —mascullé, intentando disimular mis nervios.
—Aún pareces un pollito asustado, ¿sabes? —comentó—. Aunque ahora eres más bonita...
—¡Que me sueltes, maldita sea! —rugí, liberándome de un tirón.
Me prometí a mí misma que nunca más dejaría que nadie me viera como un "pollito asustado".
—Pheebs —nos interrumpió una tercera voz.
—¿Caleb? ¿Zack...? —emití al verlos detrás de mí—. ¿Qué hacen aquí?
—¿Quién es este? —gruñó Caleb, ceñudo.
—¿Y estos dos? —replicó despectivamente el señor que se encontraba frente a nosotros—. ¿Son tus guardaespaldas? Hasta donde tenía entendido no tenías dónde caerte muerta... ¿Con qué les estás pagando a tus defensores, Phoebe...? —canturreó su interrogante.
—La respetas, imbécil —dictaminó Caleb, haciendo un ademán para abalanzarse sobre él.
—No, Cale. No merece la pena —lo detuve—. Vámonos de aquí...
—Ven a visitarnos cuando quieras, Phoebe... —emitió burlonamente mientras nos alejábamos en dirección al auto de Caleb.
***
Regresar a ese lugar y ver a ese hombre removió sentimientos desagradables y dolorosos en mí. Huir fue lo más sano y sensato, pero sabía que cuando llegáramos a casa me esperaba un gran sermón.
—Solo te pedí una cosa, Phoebe. Solo una. Y a la primera oportunidad que tienes haces justo lo contrario —comenzó a regañarme Caleb en el preciso instante en que atravesamos la puerta de la casa de Zack.
Con razón estuvo tan callado durante el trayecto. Estaba esperando a llegar aquí para estallar.
—Ustedes no tenían derecho a seguirme. Ya tengo 19 años, ¡dejen de tratarme como a una niña! —repliqué, enojada.
—Estábamos preocupados por ti... —aclaró, dolido.
—No era mi intención preocuparlos, chicos —dije con un tono más afable—, pero debo enfrentar esto sola...
—¿Por qué insistes en apartarnos? ¿Qué quieres demostrar? —indagó Caleb.
—¿Demostrar? —repetí, escéptica—. Caleb, estuve sola muchísimo tiempo... Ustedes se largaron cuando tenía 13 años y viví durante 2 años a merced de la maldita y miserable realidad que me rodeaba y, por si fuera poco, luego conocí el verdadero infierno durante los últimos 4 años. Nadie estuvo ahí para protegerme... Ni siquiera ustedes... —les recordé con un hilo de voz y ojos vidriosos—. Todo ese tiempo me sirvió para entender que si no aprendo a ser fuerte, nadie lo será por mí... así que no tienes derecho a decir que intento enfrentar mi pasado solo para "demostrarle" algo a ustedes —repliqué con firmeza.
Llorar no serviría de nada. Hace mucho había renunciado a depender de la protección de Caleb y Zack, ya que, por las malas, había aprendido que era yo sola contra el mundo.
—Solo queríamos ayudar... —musitó.
—Lo sé... Y se los agradezco... pero les pido que borren de sus mentes el recuerdo de esa niña... —dije, tomando su mano bajo su atenta mirada, aunque en realidad esa petición también era para mí misma.
Sabía que para seguir adelante debía dejar de ser aquella pequeña Phoebe que se escondía y era protegida por sus amigos.
Para que naciera una nueva yo, ella debía morir... y si Caleb y Zack seguían cuidando de mí todo el tiempo, yo continuaría viviendo como presa de ese recuerdo.
—Pero... —intentó replicar.
—Caleb, si no renuncias a ella, yo tampoco podré hacerlo... —aclaré.
—¿Tú no dirás nada? —inquirió él, dirigiéndose a Zack, quien se mantuvo recostado de la pared con las manos en los bolsillos y en silencio todo este tiempo.
—Es su vida —respondió, encogiéndose de hombros con indiferencia.
Me alegraba que Zack no alentara el espíritu sobreprotector de Caleb, pero definitivamente no esperaba esa respuesta. Había sonado tan frío... casi parecía que ni siquiera le importaba...
—De acuerdo, Pheebs... —cedió Caleb finalmente—. Yo... intentaré respetar tu espacio y tus decisiones.
—Gracias, Cale —emití, dándole un fuerte abrazo.
—Solo quiero tu bien... Lo sabes, ¿verdad? —dijo en voz baja para que solo yo pudiera escucharlo.
—Lo sé... —murmuré, ocultando mi rostro en su cuello.
—Prométeme que si nos necesitas, pedirás ayuda —me pidió, acunando mi rostro.
—Lo prometo —emití con una sonrisa y luego él depositó un cálido y prolongado beso en mi frente.
—¿Dónde está Zack? —indagué al ver que había desaparecido.
—Ni idea, pero yo ya debo irme. Mañana saldremos de fiesta —me informó.
—¿Qué? ¿Así de pronto?
Paradójicamente después de meses de encierro no quería salir de fiesta.
—No quiero excusas —replicó con una sonrisa torcida y luego me arrojó un beso justo antes de marcharse.
No recuerdo la última vez que me arreglé para salir...
Cuando Caleb se marchó me dirigí a la cocina a beber agua mientras pensaba qué rayos me pondría mañana. Ni siquiera había comprado ropa aún. La verdad era que me gustaba arreglarme, maquillarme y lucir hermosa; pero llevaba tanto tiempo sin preocuparme por eso que hasta me parecía raro.
Supongo que ahora que volvía a llevar una vida normal podía hacerlo.
—¡Qué susto, Zack! —exclamé al verlo en la cocina, parado en una esquina como si fuera un alma en pena.
—¿Por qué te asustas? Vivo aquí también —replicó, inexpresivo.
—Caleb nos invitó a salir mañana —comenté, ignorando sus palabras recientes mientras me servía mi refrescante agua.
—¿Por qué volviste a ese lugar? —inquirió de repente.
—¿Qué? —balbuceé, dejando de beber.
—¿Por qué fuiste? —repitió, acercándose a mí.
—Pensé que ya no volverían a entrometerse en ese asunto —rebatí, ceñuda.
—Nunca dije que no lo haría —refutó, dejándome confundida.
—Dijiste que "es mi vida" —rememoré y él simplemente se mantuvo en silencio a pocos pasos de mí—. Hasta parecía que no te importaba... —comenté, desviando la mirada para disimular cuánto me había dolido su indiferencia.
—¿Volverás a ir? —me evadió con su interrogante.
—Antes te comportaste de una forma tan fría, ¿y ahora estás preocupado? —dije, cruzándome de brazos.
—No has respondido mi pregunta —refutó.
—Ni tú la mía —gruñí, pero una vez más Zack solo se quedó en silencio para luego darme la espalda y simplemente decir:
—Debo irme.
Después desapareció como si nada, dejándome llena de dudas. Conocía hace años a Zack, pero seguía sin comprender por qué siempre era tan frío conmigo y, en especial, por qué seguía queriéndolo a pesar de eso.
--------
Bueeeenas!! :D
Volví :)
Cómo están?
Yo?
Hasta el cuello de estudio, de guardias y de seminarios :")
Ianoawantomas :""")
Estoy cursando un año bastante complejo en la universidad, por este motivo les pido comprensión :')
En fin, dejando de lado mi miserable existencia...
¿Qué les pareció el cap? :D
Este es apenas el inicio de la convivencia de mis niños :)
Como me gustan esos dos xd
Me lo imagino a él tan dark y a ella tan colorida y llena de vida. Los adoro :')
Y quién será ese hombre al que Phoebe reencontró?
Por qué Caleb no quería que ella fuera a "ese lugar"?
Más adelante nos enteraremos :)
Espero que les haya gustado el cap.
Hasta el próximo.
Chauuu!
Dato random: Cuando comencé a escribir esta historia se me hacía súper raro escribir desde la perspectiva de Phoebe. Era una mente extraña para mí (como estaba acostumbrada al estilo de Bélgica). Mis protas de historias anteriores eran diferentes a Bélgica, sin embargo, no me sucedió eso. No obstante, no tardé en adaptarme a Phoebe :D
A ustedes les ha pasado (si escriben)?
No olvides seguirme en Instagram como daia_marlin
Por allá estaré subiendo imágenes de la historia :)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro