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Capítulo 17: De regreso

Transcurrieron algunos días después de nuestra última presentación en el bar; días en los que, a pesar de que sabía que no debía, me ilusioné como una tonta sobreanalizando las palabras de Zack.

Justo como dijo Caleb a Zack le gustaba alguien...

Mi lado emocional no podía evitar pensar que podría ser yo. Sin embargo, mi lado racional optaba por olvidarlo y enfocarme en la música, puesto que sería lo más sano.

Por otra parte, albergaba el temor de que la afortunada fuera otra... quizás Bonnie o Paris. Ambas eran preciosas y compartían un vínculo extraño con Zack.

—Pheebs —habló Caleb al entrar repentinamente en la sala—, ¿has visto a Zack? Necesito hablar con él.

—Creo que se está alistando para ir a trabajar —contesté, dejando de lado mi bajo color blanco, el cual intenté tocar, pero mis pensamientos me lo impidieron—. ¿Sucedió algo? —indagué, preocupada ante su urgencia.

—No, aún no... —respondió, tomando asiento junto a mí en el sofá.

—Parece que viste un fantasma —comenté.

—Así fue —dijo con la mandíbula tensa, apoyando sus codos en sus rodillas.

—Ya me voy —anunció Zack, llegando de pronto.

—¡Zack! —llamó su atención mi mejor amigo y el susodicho se giró, desganado—. Debo hablar contigo.

—¿Tiene que ser ahora? Mi turno comienza en media hora —señaló, mirando el reloj en su muñeca.

—Esto no puede esperar —aseguró Caleb, poniéndose en pie, lo cual acrecentó mi preocupación.

—¿Pasó algo? —indagó Zack, tomándose con mayor seriedad las palabras de su amigo.

—Kai reapareció —respondió Caleb y el rostro de Zack se transformó.

¿Quién es Kai?

—Entonces ya está libre... —comentó Zack al tomar asiento, siendo seguido por Cale.

—Hoy estaba en una tienda de instrumentos porque quería comprar una guitarra nueva y de repente apareció... —relató.

—¿Crees que fue casualidad o piensas que te estaba siguiendo? —inquirió Zack, ceñudo.

—No lo sé... —musitó mi mejor amigo.

—¿Intentó lastimarte?

—No, no fue violento, aunque sí hostil —puntualizó mientras yo alternaba la mirada entre ambos, perdida y preocupada a la vez.

—Kai siempre nos odió desde que entró al reformatorio. Nunca logré entender sus razones —emitió Zack.

—Lo peor de todo es que Bélgica estaba conmigo... —agregó Cale.

—¿Piensas que podría lastimar a tu chica...? —habló Zack.

—No lo sé... —murmuró Caleb—. Se comportó de forma extraña... Sus palabras fueron casi... amenazantes. Temo que pueda decir o hacer algo en contra de Bel.

—¿De quién rayos están hablando? —intervine finalmente, saturada de información—. ¿Quién es ese tal Kai? —inquirí, extremadamente preocupada.

—Es un compañero que tuvimos en el reformatorio —contestó Caleb.

—Creí que solo habían hecho amigos cuando estaban ahí —repliqué.

—Hicimos muy buenos amigos, pero también tuvimos cierta rivalidad con algunos chicos. Nada para alarmarse... —añadió ante mi expresión temerosa—, pero uno de ellos parecía odiarnos con todas sus fuerzas...

—Kai... —concluí.

—Era bastante problemático... Desde el comienzo demostró que esa era su naturaleza —rememoró Cale, depositando la mirada en la mesita del centro.

—¿Por qué entró al reformatorio? —pregunté con una fuerte opresión en el pecho.

—Por robo a mano armada —contestó Zack, provocando que tragara saliva con fuerza, víctima del miedo—, aunque nuestros delitos no ofrecen muchos detalles sobre quiénes somos... Después de todo Caleb y yo acabamos allí por asesinato... —agregó, sosteniendo mi mirada.

—Lo lamento, Pheebs. No quería preocuparte con este asunto —terció Caleb, tomando mi mano—. Lo que tuvimos con Kai en el reformatorio fue una rivalidad tonta. Probablemente el habernos encontrado hoy fue una coincidencia.

—Ten cuidado. Kai no es de fiar... Debo irme —nos informó Zack, poniéndose en pie para luego marcharse.

—Tranquila, Phoebe. Nosotros sabemos cuidarnos —intentó calmarme Cale cuando nos quedamos a solas, aunque fue en vano.

—No puedo evitar preocuparme con todo lo que dijeron —rebatí suavemente.

—Probablemente son exageraciones nuestras —le restó importancia—. Solo quería prevenir a Zack por si ve a Kai en la calle —añadió relajadamente.

Tal vez Cale tenía razón y no debía preocuparme tanto, aunque no estaba tan segura...

—Olvidó su cena —comenté de pronto al visualizar una pequeña bolsa en el asiento en el que Zack estaba sentado.

—Deberías llevársela —sugirió Caleb, animado.

—No sé si debería... No quiero molestar —deseché la idea, jugueteando con mis dedos sobre mi regazo.

Nunca había visitado a Zack en su trabajo. No tenía idea de cómo se tomaría mi presencia, aunque, conociéndolo, lo más probable es que no lo hiciera de buena manera.

—Estoy seguro de que será una grata sorpresa... —opinó con una sonrisa pícara.

A juzgar por su expresión, Caleb insistía en la idea de que Zack estaba enamorado de mí. Si supiera cómo me trató después de besarnos, no pensaría así.

—Cale, el día de nuestra última presentación Zack me dijo algo... —conté, aproximándome con tono confidencial.

—¿Finalmente confesó que le gustas? —me interrumpió, esperanzado.

—Yo no le gusto... —refuté y él negó con la cabeza en señal de desaprobación—. ¿Acaso él te ha dicho que sí?

—No, pero él nunca habla de sus sentimientos —respondió, encogiéndose de hombros—, pero soy su mejor amigo. Lo conozco y estoy seguro de que le gustas.

—Esa noche me confesó que le gustaba alguien —proseguí, ignorando su opinión.

—O sea, tú —completó, ladeando la cabeza con una sonrisa.

—No quiso decirme quién era —continué con tono neutral.

—Zack es un crack. Hablando de quien le gusta con la chica que le gusta —emitió, burlesco.

—No te burles, esto es serio —le pedí, intentando contener la sonrisa mientras le pegaba con uno de los cojines del sofá.

—Serios serán los golpes que le daré si te sigue haciendo sufrir con su tortuoso silencio —rebatió, fingidamente enojado—. No fue para esto que me aparté del camino... Quiero ver a mis amigos felices —añadió, acariciando mi mejilla con ternura.

—Gracias, Cale —contesté, conmovida, palpando su mano sobre mi rostro. Nunca dejaría de sorprenderme la actitud tan madura que había adoptado ante esta situación.

—Ustedes son la única familia que me queda, Pheebs —dijo, sosteniendo mis manos sobre mi regazo—. Quiero que sean felices, pero mientras estén separados no lo lograrán.

Ante sus palabras bajé la mirada. Sabía que tenía razón, pero no había nada que pudiera hacer al respecto, así que opté por resignarme.

—¿Y cómo está Bel? —cambié el tema, liberándome de su agarre. No quería ahondar en esta conversación que solo me deprimiría.

—¿Recuerdas la cena a la que fui con mis padres el sábado?

—Sí, se reunirían con el socio de negocios de tu padre, ¿no? —repetí lo que me contó ese día en el que estaba tan reacio a asistir a la dichosa cena.

—Resultó que su socio era Sheldon Knoller, el padre de Bel, y allí estaban ella y su familia —relató, sonriente.

—El mundo es muy pequeño —comenté, apoyando mi codo sobre el espaldar del sofá y mi mejilla sobre mi mano.

—Mis padres me obligaron a ir para dar la imagen de la familia perfecta que nunca seremos. Pensé que me aburriría muchísimo, pero cuando vi a Bel mi noche se iluminó... —admitió, esbozando una pequeña sonrisa.

—Ella es muy especial para ti, ¿cierto? —indagué, sonriendo también.

—Más de lo que pensaba... —confesó con seriedad—. No me gustaría lastimarla...

—No lo harás. Cualquiera se sentiría feliz de ser tu novia. Eres un chico maravilloso —aseguré.

—No sé si le gusto a Bel. A veces bromeo con ella y siempre me evade —lamentó.

—Es difícil tomarse en serio tus chistes, Caleb. Si fuera ella, tampoco estaría segura de tus sentimientos. Para ti todo es una broma —rebatí.

—Pero ella no —replicó, retomando su sonrisa nostálgica—. No sé en qué momento mis bromas se volvieron algo serio...

—Siempre supe que te gustaba Bélgica —me jacté, victoriosa.

—Claro que me gusta. ¿A quién no le gustaría? ¿Te has fijado en lo linda que es? —refutó con obviedad.

—Sí —asentí, sonriente—, pero no me refería a eso...

—Tengo miedo, Phoebe —confesó repentinamente, bajando la mirada—. Nunca me gustó nadie en serio... nadie además de ti... —agregó, mirándome nuevamente—. Me aterra que se aleje cuando conozca mi pasado. No quiero decepcionarla.

—Estoy segura de que entenderá —intenté tranquilizarlo.

—¿Crees que entenderá que le robé porque padezco de cleptomanía y que estuve en un reformatorio dos años por asesinato? —rebatió, escéptico.

—Las cosas no fueron así y lo sabes. Todo fue un accidente —repliqué con suavidad.

—Eso no importa. Bélgica no debe conocer nunca mi lado oscuro —dictaminó.

—No hay luz sin oscuridad, Cale. Para amarte por completo Bel debe conocer tus demonios también —argumenté.

—Cuando estoy con ella una parte de mí está alegre y en paz —comenzó a hablar, nostálgico—, pero otra se siente presa del chico bromista y encantador que debo forzarme a ser todo el tiempo porque no quiero que ella conozca al otro Caleb, ese que fue capaz de apretar un gatillo... —prosiguió con ojos vidriosos, dolido y lleno de culpa—. Bel no merece conocer ese lado de mí, Phoebe. Ella merece a alguien que la haga feliz.

—Estoy convencida de que ese alguien eres tú —opiné para alentarlo y porque realmente lo pensaba—. Ya enmendaste tus errores del pasado. Ahora es momento de seguir adelante... y jamás te atrevas a dudar que mereces ser feliz —le ordené, sonriente, acunando su hermoso rostro.

—Gracias, Pheebs —respondió, conmovido, rodeando mi cuerpo para abrazarme con fuerza—. Por cierto —cambió el tema—, Bel nos invitó este sábado a una fiesta en la piscina que dará Paris en su casa.

—¿A Zack y a mí también? —indagué sin poder creerlo y él asintió—. No creo que Zack quiera ir... —comenté, desanimada.

—Si tú se lo pides, irá —aseguró con una sonrisa.

—Lo dudo —respondí, escéptica.

—Aunque a veces no lo parezca, tú eres su punto débil... —añadió, dejándome pensativa.

}{}{}{

Después de que Caleb se marchara tomé un taxi rumbo a la pizzería en la que Zack trabajaba con la esperanza de que estuviera allí, puesto que era repartidor y probablemente estuviera haciendo entregas.

Al llegar al hermoso y acogedor lugar, lo busqué con la mirada para entregarle su cena, la cual había olvidado en casa.

—¿Zack? —emití al verlo colocándose un casco para salir.

—Pheebs, ¿sucedió algo? —indagó mientras caminaba apresuradamente hacia él—. Estoy trabajando —agregó, ceñudo.

—Lo sé, te estoy viendo —repliqué, disgustada ante su actitud. Solo quería ayudar y él reaccionaba de esa forma tan hostil.

—¿Qué haces aquí? —inquirió, observando a su alrededor. Supuse que temía ser regañado por recibir mi visita en horario laboral.

—Vine a traerte la cena. La olvidaste en casa —expliqué, ofreciéndole la pequeña bolsa.

—No debiste molestarte —contestó al recibirla.

—Bastaría con un simple "gracias" —refuté, ladeando la cabeza con una sonrisa.

—Gracias —murmuró, desviando la mirada, incómodo.

—Si sonrieras al decir "gracias", estaría mucho mejor —sugerí alegremente.

—Deberías irte —emitió, ignorando mi petición y yo obedecí, desanimada.

Con pasos desganados di media vuelta rumbo a la salida y, en medio de mi trayecto, escuché:

—¡Pheebs! —Ante el llamado de Zack me giré, expectante—. Gracias... en serio... —añadió con una pequeña sonrisa que provocó que mi rostro y mi día se iluminaran. Luego dio media vuelta y desapareció por la salida trasera.

¿Cómo el simple hecho de sonreír lo podía hacer ver tan guapo?

Con expresión de tonta enamorada avancé hacia la salida, dispuesta a marcharme; pero, justo en la puerta, me encontré con alguien inesperado. 

—¿Liam? —musité, sorprendida.

—¿Pheebs? —dijo con igual tono—. ¿Qué haces aquí? —exigió saber, ceñudo. Evidentemente no le hacía gracia verme otra vez, aunque no podía culparlo.

—Vine a... —balbuceé, desviando la mirada—. ¿Trabajas aquí? —pregunté al ver que sostenía un casco igual al de Zack.

—Sí —contestó—, pero aún no has respondido mi pregunta.

—Vine a ver a un amigo —me limité a responder.

—Supongo que te refieres al chico por el que me dejaste plantado esa noche —escupió con una sonrisa torcida, haciéndome sentir culpable.

—Liam, yo... —murmuré, bajando la mirada—, quería disculparme por lo que sucedió. Intenté contactarte, pero no lo logré.

—Tranquila, me advertiste claramente que no te gustaba y que eso nunca cambiaría —señaló con la mandíbula tensa, clavando en mí sus furiosos ojos grises.

—Lamento haberme ido sin explicación —dije honestamente.

—La culpa fue mía por haberme ilusionado... —intentó restarle importancia, pero el dolor de su mirada lo delataba.

—Siento haberte lastimado. No era mi intención —aseguré con tristeza.

—No necesito tus disculpas —gruñó, rodeándome para marcharse.

—Entiendo que estés enojado —repliqué, reteniéndolo por el brazo.

—No creo que alguien te haya dejado plantada antes, así que dudo que me entiendas —masculló, liberándose de mi agarre como si quemara.

No quedaba rastro alguno de aquel chico dulce y gentil que me había invitado a salir, pero no podía reclamarle porque yo fui la culpable de su drástico cambio de actitud.

—Te sorprenderías... —refuté en voz baja mientras una pareja que iba de salida se quedaba mirándonos con desconfianza—. Tal vez deberíamos hablar afuera... —sugerí para evitar problemas con su jefe—. Por favor... —añadí con tono suplicante ante su expresión reacia.

—Supongo que hablabas del chico que te gusta... —comentó, cruzándose de brazos cuando salimos de la pizzería—. ¿Aún no sales con ese idiota?

—No, es un caso perdido —respondí, resignada.

—Es más tonto de lo que pensé... —opinó con una sonrisa amarga.

—Si te sirve de consuelo, ese día no te dejé solo para ver a otro chico. Me reencontré con mi madre. Llevábamos 4 años sin vernos. Eso me dejó muy afectada... —confesé con la pequeña esperanza de que me creyera, ya que, después de todo, no tenía motivos para hacerlo.

—Oh... —articuló—. Yo... no lo sabía, Pheebs... —agregó, rascando su nuca, avergonzado.

—No tenías manera de saberlo —le resté importancia.

—Discúlpame si fui grosero... Cuando no regresaste pensé lo peor... —se justificó.

—En tu lugar también lo habría hecho —contesté para hacerlo sintir mejor.

—Supongo que no me equivoqué contigo después de todo... —emitió, sonriendo tímidamente y evocando en mi memoria al chico que había conocido.

—Liam, quería disculparme porque, independientemente de mis razones, no estuvo bien lo que hice —aclaré—, pero eso no significa que yo...

—Phoebe, ¿crees que algún día logres estar con el chico que te gusta? —me interrumpió.

—Lo dudo... —admití, bajando la mirada con tristeza.

—No entiendo sus motivos. Debe ser un verdadero imbécil —gruñó, ceñudo—. ¿Cómo puede no gustarle una chica como tú?

—Eso no importa —farfullé.

—Sí importa... —rebatió—, porque por su culpa estás sufriendo y por su culpa no tengo la menor oportunidad contigo... Y a mí me gustas de verdad —confesó, avanzando un paso en mi dirección.

—Liam... —murmuré, sorprendida.

—Lo sé, sé que es apresurada mi declaración. —Sonrió tímidamente una vez más—. No nos conocemos en absoluto, pero hay algo en ti que me atrae demasiado...

—Quisiera corresponderte, pero...

—Sé que estás enamorada de alguien más —me interrumpió nuevamente—, pero, ¿hasta cuándo lo vas a esperar? —indagó, dolido—. Si no existe la menor posibilidad, ¿por qué vas a desperdiciar tu tiempo esperándolo?

—No sería justo estar con alguien más pensando en él —opiné.

—Eso lo debería decidir yo, ¿no crees? —refutó, arqueando una ceja.

—Liam...

—¿Quieres que te lleve a casa? Está anocheciendo —cambió el tema repentinamente, mirando la moto en la que hacía las entregas.

—Creo que será mejor que vaya sola —decliné su oferta cortésmente.

—Pheebs, por favor... —me pidió, tomando mi mano y, ante su hermosa mirada gris, finalmente cedí.

] [] [] [

El trayecto en moto con Liam fue... diferente al de Zack. Liam fue pausado y seguro. Zack, en cambio, era veloz y temerario. Sentía que justo así sería mi respectiva relación con ellos.

Probablemente Liam sería el chico que regala flores y cada día te dice lo hermosa que te ves mientras que Zack... era como un terreno baldío e inexplorado. Desconocía los peligros potenciales a los que me enfrentaría, pero estaba convencida de que saldría herida. Sin embargo, no podía evitar querer descubrir qué se ocultaba detrás de su gélida fachada.

—Gracias por traerme, Liam —emití al devolverle el casco—. Nos vemos —me despedí amablemente.

—¿No merezco un beso de despedida? —replicó con una sonrisa traviesa, llamando mi atención. Evidentemente su enojo inicial se había disipado por completo.

—Liam, pensé que ya todo estaba aclarado... —le recordé con tono de advertencia.

—Como te dije aquel día: estoy dispuesto a asumir el riesgo —refutó, sosteniendo mi mirada—. Realmente me gustaría intentarlo —agregó, bajándose de la moto.

—No podría vivir con la culpa de haberte herido, Liam —dije, afligida.

—Y yo no podría vivir pensando que dejé ir a una chica como tú —replicó, cerrando el espacio entre ambos y acunando mi rostro para luego estampar sus labios contra los míos apasionadamente.

Ante su acto inesperado mis ojos se desorbitaron mientras mi mente intentaba procesar lo que estaba haciendo.

—¡Liam! —lo regañé, empujándolo, estupefacta.

—Lo siento, yo... no debí hacer eso... Me dejé llevar... —se disculpó, avergonzado—. Es que eres muy tentadora. No puedes culparme... —añadió con una sonrisa pícara que me hizo recordar el día en que lo conocí, provocando que sonriera también mientras ponía los ojos en blanco—. Me alegra ver que aún soy capaz de hacerte sonreír —agregó.

—Contigo me río todo el tiempo —admití.

—¿Y con él no? —indagó, preocupado; pero solo obtuvo silencio de mi parte—.¿Qué tiene él de especial? ¿Por qué te gusta tanto?

—A veces me lo pregunto también... —confesé con la mirada perdida—. Supongo que no podemos controlar los sentimientos...

—Si así fuera, habría hecho que te enamoraras de mí en el segundo en que te vi —dijo con una intensidad que me hizo tragar con fuerza, nerviosa.

—Estoy segura de que querer a un chico como tú sería muy fácil... —opiné.

—Entonces inténtalo —me pidió, tomando mi mano.

—No puedo, Liam. Solo haré que pierdas tu tiempo —refuté.

—El tiempo a tu lado nunca será tiempo perdido —contradijo, agudizando su agarre—. Dame una oportunidad... tan solo una... —insistió.

—Si lo intentamos, seguramente te arrepentirás —auguré, sosteniendo su suplicante mirada gris.

—Tal vez —cedió parcialmente—, pero me arrepentiría más si te dejara ir sin haberlo intentado siquiera... —añadió con una sonrisa ladeada.

—Eres un gran chico, Liam —lo elogié genuinamente.

Su perseverancia y sinceridad me parecían admirables. Yo sería incapaz de exponer mis sentimientos de esa forma frente a Zack.

—Lo sé —contestó con suficiencia, haciéndome reír.

—¿Tu risa es un "sí"? —emitió su característica pregunta, ladeando la cabeza tiernamente.

Quizás me arrepentiría en el futuro, pero finalmente respondí:

—Es un "vamos a intentarlo".

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Bueeeeeenaaasss :D
Cómo va todo?
Qué les pareció el cap?
Los leo!
Kai regresó :)
Si leíste "Bélgica", recordarás muy bien a ese personaje (no hagas spoiler :) ).
Cale insiste en que a Zack le gusta Phoebe, tendrá razón? :)
No sé para qué me hago la interesante cuando todos sabemos la respuesta :'v
Me gusta que Caleb apoye a Phoebe, mi pequeño maduró :")
Y también me gusta cómo sus sentimientos hacia Bel están creciendo lentamente :)
Si no has leído la primera parte de esta trilogía, te invito a hacerlo. En el primer libro se aborda el romamce entre Caleb y Bélgica.
*Aprovecha para pausa publicitaria* v:
Y Liam reapareció :D
Qué nos deparará su romance con Phoebe? :)))
Espero que les haya gustado el cap.
Hasta el próximo.
Bye! :D
Dato random: Hoy haré una pregunta random: si estuvieras en el lugar de Phoebe, qué harías? :)

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