Capítulo 15: Después del paraíso
Cuando desperté sentí que mi cabeza iba a estallar, así que masajeé mi sien en un intento por atenuar el dolor mientras rememoraba la larga lista de razones por las que no debía emborracharme.
No entendía cómo Caleb y Zack podían beber tanto.
Un momento...
Zack...
Lo único bueno del alcohol era que me daba valor y justo anoche me atreví a contar mi gran secreto: mi amor por Zack.
O al menos eso creía...
Mis recuerdos eran muy vagos. Tenía demasiadas lagunas que me impedían recordar la cronología exacta de los sucesos, mis acciones y las respuestas de Zack.
Solo una memoria era vívida y clara: Zack me había besado.
Ante el simple recuerdo mis mejillas se tornaron de color escarlata mientras cubría mi rostro, avergonzada.
Pero... ¿qué pasó después?
Rápidamente levanté la sábana que me cubría. Continuaba con la misma ropa con la que fui a mi cita con Liam.
—¡Mierda, Liam! —exclamé, recordando de pronto que lo había dejado plantado.
Aunque no me gustaba, al menos quería ser su amiga; pero después de esto probablemente me odiaba. Debía llamarlo y disculparme, pero antes averiguaría qué sucedió anoche exactamente.
—Buenos días, Zack —saludé con cautela al verlo en la cocina.
Él se encontraba de espaldas, escribiendo en ese dichoso cuaderno que nunca me mostraba y, al escuchar mi voz, se paralizó automáticamente.
—Buenos días a las 2 de la tarde —emitió al girarse, cerrando su cuaderno—. Supongo que la pasaste muy bien en tu cita —comentó, relajado—. ¿Quieres que te prepare algo de comer? —indagó, rodeando la isla de la cocina para abrir el refrigerador en busca de alimentos.
¿Por qué actuaba así?
—¿Te sucede algo, Zack? —pregunté, extrañada.
—¿A mí? No, claro que no —aseguró, colocando los ingredientes sobre la isla—. ¿Por qué lo preguntas? —se mostró confundido.
—Porque actúas de forma rara —respondí, ceñuda, mientras él cortaba algunas verduras.
—¿Tener un detalle con la persona con la que convivo es "actuar raro"? —replicó, deteniendo su acción.
—¿La persona con la que convives? —repetí, escéptica—. ¿De la noche a la mañana me reduje solo a eso? —comencé a perder la paciencia.
Anoche nos habíamos besado y ahora me trataba como si fuera una huésped. ¿Qué rayos le sucedía?
—¿Por qué te alteras? —indagó.
—¡¿Por qué actúas como si no hubiese pasado nada?! —rugí.
—No sé de qué hablas —contestó después de una pausa, bajando la mirada.
—Hablo de lo que sucedió anoche —aclaré.
—¿Anoche? —repitió, relajado—. No recuerdo nada relevante de anoche —dijo con indiferencia y yo sentí como si una lanza me atravesara el pecho.
—Anoche tú y yo... nos besamos... —musité—. Bueno, tú me besaste...
—Creo que estás imaginando cosas, Phoebe... —rebatió, dándome la espalda—. Llegaste muy ebria.
—¡Recuerdo perfectamente lo que pasó! —aseguré, exasperada, colocándome a su lado.
Si iba a tener el descaro de fingir que no recordaba, por lo menos que lo hiciera mirándome a los ojos.
—Tal vez lo soñaste —sugirió, contemplando la pared—. Me elogia que me veas de una forma tan "cálida" en tus sueños, pero solo fue eso: un sueño.
—¿Te estás burlando de mí? —farfullé, dolida.
—Claro que no —emitió, mirándome finalmente.
—¡¿Entonces por qué rayos no lo asumes?! —bramé, propinándole un manotazo a la isla, pero Zack ni siquiera se inmutó.
—No asumiré las consecuencias de algo que nunca sucedió —contestó mientras yo observaba su inexpresivo perfil, furiosa.
—No es invención mía. Nos besamos —mascullé con convicción.
A pesar de que los recuerdos no eran nítidos, tenía la certeza de que eso había sucedido.
—Si estás tan segura de que así fue, ¿por qué vienes a buscar una confirmación? —cuestionó, irritado, clavando su oscura mirada en mí.
—No recuerdo lo que sucedió después... —confesé, avergonzada.
—¿Después? —repitió—. El sueño se terminó... —zanjó con la mandíbula tensa, marchándose con grandes zancadas.
Yo, por mi parte, me quedé en la cocina, meditando lo sucedido. Cuando pensé que finalmente Zack había aceptado sus sentimientos me trata así... pero no lo iba a permitir.
Encolerizada, lo seguí hasta la sala de estar. Ya todo estaba dicho, su indiferencia era la prueba innegable de que yo no le importaba, pero aun así me negaba a aceptarlo. Él estaba en medio de la habitación, de espaldas e inerte, inmerso en sus pensamientos.
—Siempre pensé que te costaba demostrar tus sentimientos —rompí el silencio, provocando que me observara por el rabillo del ojo—, que ser frío era parte de tu personalidad... pero jamás pensé que serías tan cobarde —sentencié en un gruñido.
—Piensa lo que quieras —respondió, indiferente, tomando asiento en el sofá mientras encendía la televisión.
—¿En serio vas a ignorarme? —indagué, incrédula y dolida.
—No entiendo por qué sigues hablando de esto —dijo, mirando fijamente su programa.
—Y yo no entiendo por qué tú lo evitas —refuté—. ¿De qué tienes miedo? —inquirí, pero él simplemente me ignoró.
Siempre soporté su indiferencia, ya que estaba en su derecho de ignorar mis sentimientos si no me correspondía; pero después de ese beso era evidente que algo sentía, aunque no estuviera tan enamorado como yo.
No tenía derecho de ilusionarme y luego evitarme sin dar una explicación siquiera.
—Phoebe, estás siendo infantil —me regañó, ceñudo, cuando me posicioné frente al televisor para llamar su atención.
—Y tú estás siendo un cobarde egoísta —rebatí.
—¿Qué es lo que quieres de mí? —se exaltó, poniéndose en pie—. ¿No estabas saliendo con alguien más? ¿Por qué inventas ese beso de la nada?
—Quiero que enfrentes lo que sucedió... —respondí con determinación, cerrando la distancia entre ambos—. Quiero que me enfrentes.
—Tú piensas que la vida es color de rosa. Todo es muy simple para ti... —dijo en voz baja, desviando la mirada.
—¿Por qué es difícil para ti? —insistí en saber, avanzando hacia él.
No lograba entender su raciocinio. ¿Por qué se reprimía? ¿A qué le temía?
Ante mi interrogante él se mantuvo en silencio.
—Zack, respóndeme —insistí con el entrecejo hundido.
—No tengo nada que decir —zanjó, esquivo, haciendo un ademán para marcharse.
—¿Es tu última palabra? —indagué, reteniéndolo por el brazo.
—¿Qué es lo que quieres saber, Phoebe? —cuestionó, liberándose de mi agarre, exasperado—. ¿Si me gustas? ¡No! ¡No me gustas! —estalló, enfurecido—. ¡Nunca me has gustado! ¡Para mí eres simplemente una amiga de la infancia y jamás te veré de otra forma! ¡¿Estás contenta?! —rugió a centímetros de mi rostro, provocando que mis ojos se humedecieran.
Cuando concluyó Zack se quedó muy quieto, mirándome con expresión arrepentida, pero era tarde. El mal estaba hecho.
¿Cómo pude ser tan tonta...?
—Phoebe, yo... —balbuceó.
—¡Buenas, familia! —nos interrumpió una animada voz—. ¿Llego en mal momento? —indagó Caleb, alternando la vista entre ambos, preocupado.
—Para nada, Cale. —Forcé una sonrisa—. Llegas a la hora justa... ¿Puedes hacerle compañía a Zack? Yo voy a salir —anuncié.
—Claro —contestó, extrañado.
Con pasos apresurados huí hacia mi habitación, intentando contenerme. Las ganas de llorar me superaban, pero me negaba a liberarlas.
Zack no lo merecía.
Sin embargo, necesitaba desahogarme.
Todos tenemos a una persona a la que recurrir cuando llegamos al fondo del pozo, nuestro lugar seguro. Para mí, esa era Cora.
Torpemente busqué mi móvil en mi bolso. Antes de marcar su número le envié un mensaje a Liam para quedar. Debía disculparme.
—Cora, ¿podemos vernos? —pregunté cuando recibió la llamada.
—Sí, claro, Phoebe. ¿Sucedió algo? —indagó, preocupada.
—No, todo está bien —mentí, secando una lágrima solitaria y rebelde que rodó por mi mejilla—. Es solo que quiero presentarte a alguien...
* * *
Después de una breve parada en mi antigua casa y de un escueto intercambio de palabras con el desagradable de Taylor, fui con Flori de paseo.
Si Cora era mi lugar seguro, mi hermana era mi mayor alegría. Era inconcebible que no se conocieran.
—Phoebe, ¿estás triste? —preguntó mientras íbamos en el taxi, rumbo al parque donde Cora nos esperaba.
—¿Qué? No, claro que no —mentí, forzándome a sonreír—. ¿Por qué lo estaría?
—No lo sé... Aunque tu sonrisa es muy bonita, tus ojos se ven tristes —opinó. Para ser tan pequeña era muy perspicaz—. ¿Peleaste con tu novio? —añadió de repente.
—¿Cuál novio? —Hundí el entrecejo.
—El chico guapo —contestó con obviedad.
—¿Zack? —emití y ella asintió, sonriente—. Zack y yo no somos novios, Flori —aclaré con pesar.
—¿Por qué no? —protestó.
—Porque no —me limité a responder.
Ni siquiera yo sabía la respuesta a esa pregunta o, bueno, sí: yo no le gusto.
—Cuando le pregunté me dijo lo mismo —se quejó con un puchero, cruzándose de brazos, inconforme.
—¡¿Le preguntaste a Zack si era mi novio?! —me exalté, llamando su atención—. Flori, no vuelvas a hacer eso, por favor —la regañé con delicadeza—. Son temas de adultos.
—Los adultos a veces son muy tontos —sentenció, haciéndome sonreír.
Tienes razón, Flori. Los adultos somos tontos.
* * *
Al llegar al enorme y tranquilo parque, Cora estaba sentada dándole de comer a las palomas.
—¿Quién es ella, Phoebe? —indagó mi hermanita, curiosa.
—Tú debes de ser Flori —comentó Cora al ponerse en pie, sonriente, y la susodicha asintió—. Mi nombre es Cora, soy amiga de tu hermana y si quieres, también puedo ser amiga tuya.
—¡Sí quiero! —exclamó, entusiasmada—. No tengo muchas amigas. En el colegio los otros niños se burlan porque mi familia no tiene dinero —confesó con tristeza.
—Flori, no me habías dicho eso... —murmuré.
—Esos niños son unos tontos —opinó Cora, agachándose para quedar a su altura—. No saben de lo que se pierden. La inteligencia y los principios no pueden ser comprados ni con la mayor fortuna. Por eso debes esforzarte en tus estudios y ser una buena persona —le aconsejó y ella asintió con una sonrisa—. ¿Qué te parece si damos de comer a las palomas? —propuso al ponerse en pie.
—Me gustaría —aceptó con gusto—. Seguro tienen hambre.
—¿Podrías comenzar tú? Debo hablar con tu hermana. —Ante la petición Flori tomó el alimento de las aves e inició la tarea por su cuenta con gran emoción—. Es un encanto tu hermanita —la elogió mientras tomábamos asiento.
—Te hablé mucho sobre ella. Era hora de que se conocieran —expliqué, contemplando a mi hermana correr detrás de las aves.
—Presentarnos no fue el único motivo de este encuentro, ¿cierto? —replicó, arqueando una ceja.
—No puedo ocultarte nada, ¿verdad? —emití con una sonrisa triste.
—¿Qué sucedió? —indagó.
—Sucedieron tantas cosas que no sé por dónde empezar...
—Por donde sea más fácil —me aconsejó.
Después de un profundo suspiro relaté todo lo ocurrido detalladamente.
—Desde un inicio te dije que salir con ese chico no funcionaría —me regañó—. Siempre fuiste fiel a tus sentimientos y será mejor que continúes así. De nada servirá fingir querer a otro, solo lo lastimarás.
—Debo disculparme con Liam. No merece lo que hice —hablé, avergonzada.
—En cuanto a tu madre... —prosiguió—. Sé que no debería decir esto porque te trajo al mundo, pero no me agrada esa mujer. ¿Por qué la vida es tan injusta? —se quejó con tristeza—. Vivian no merece a las 2 hijas maravillosas que tiene.
Ante sus melancólicas palabras opté por abrazarla. Cora sufrió mucho por la muerte de su única hija a tan temprana edad, pero me tenía a mí. Aunque nos conocíamos hace poco y no compartíamos sangre, la amaba como a una madre.
—Pero no fue Liam ni Vivian quien apagó tu sonrisa —replicó al concluir nuestro abrazo—. No entiendo a ese chico...
—Simplemente no le gusto. Debemos aceptarlo —concluí amargamente.
—Eso no es cierto. Zack está loco por ti —refutó.
—¿Cómo estás tan segura? —inquirí, ceñuda.
—¿Alguna vez me he equivocado?
—Tus corazonadas no pueden guiar mi vida, Cora Thompson.
—Estoy convencida de que le gustas —alegó—, pero no entiendo por qué actúa así. No parece un chico tímido, pero quizás el hecho de que eres especial para él lo limite. Sin embargo, ese beso era la excusa perfecta. Ambos podían declararse. No entiendo por qué prefirió negarlo.
—Tal vez tiene razón y bebí demasiado. Debería olvidar ese beso —opiné, cabizbaja.
—Deberías enfrentarlo —replicó.
—Ya lo hice y no salió bien —lamenté.
—Ojalá pudiera ayudarte, Phoebe —emitió, acariciando mi cabello.
—¿Puedo dormir en tu casa esta noche? —indagué, esperanzada. No quería ver a Zack. Mis fuerzas para discutir se habían agotado. Ante mi petición ella accedió con una sonrisa—. Gracias por cuidarme tanto, Cora —agregué, hundiendo mi rostro en su pecho mientras la abrazaba.
—Para eso estamos las amigas —contestó cuando me separé de ella.
—Y las madres —añadí con una cálida sonrisa, provocando que sus ojos grises se tornaran vidriosos debido a la emoción.
* * *
Al día siguiente regresé a casa muy temprano con la esperanza de no encontrarme con Zack, pero desgraciadamente no tuve tanta suerte.
—Phoebe... —dijo al salir de la cocina y verme caminar de puntillas con los zapatos en la mano.
—Hola —saludé, desganada.
—No viniste a dormir. Estaba preocupado —confesó.
—¿Preocupado o te sentías culpable? —repliqué, provocando que su entrecejo se hundiera—. Pasé la noche en casa de Cora —admití.
—Phoebe, yo... —balbuceó, bajando la mirada.
—Tranquilo, no tienes que decir nada —lo interrumpí. No necesitaba sus disculpas ni su condescendencia.
—No, insisto... Yo... quería pedirte perdón por la forma horrible en que te traté. No debí gritarte. Perdóname... —pidió.
A juzgar por su mirada sus palabras parecían sinceras, pero su trato me lastimó demasiado y no estaba lista para perdonarlo.
—¿Me pides perdón por gritarme y no por tratarme como una borracha mentirosa? —me quejé, indignada.
—Phoebe... —musitó, dolido.
—Voy a mi habitación —le informé sin mucha amabilidad.
—Phoebe —me retuvo, tomando mi brazo—, aún no me has contado por qué bebiste —exigió saber, ceñudo.
—¿Tengo prohibido beber? —rebatí.
—No, pero tú nunca bebes. Odias el alcohol por todo lo que significó en tu vida... No olvidarías tus principios así de la nada. ¿Sucedió algo? —indagó, preocupado.
—No —mentí, liberándome de su agarre mientras desviaba la mirada.
—¿Tu cita no salió como esperabas? ¿El chico te lastimó? —inquirió con la mandíbula tensa.
Solo tú tienes el poder de lastimarme y ya lo usaste para destruirme por completo.
—No —gruñí.
—Entonces, ¿qué sucedió? —insistió.
—Nada —mentí nuevamente, exasperada ante su insistencia.
¿Por qué después de herirme fingía que le importaba mi vida?
—Tú no beberías hasta la ebriedad por "nada" —argumentó—. Algo muy grave tuvo que desestabilizarte y solo hay 2 personas en este mundo capaces de hacer eso: el imbécil de tu padrastro... y esa maldita mujer... —concluyó—. ¿Te reencontraste con tu madre?
—No quiero hablar de eso, Zack —dije, masajeando mi sien para calmarme.
—¿Viste a Vivian? ¿Se atrevió a lastimarte? —me interrogó, pero me mantuve en silencio—. ¡Respóndeme, Phoebe! —exigió, aproximándose.
—¡Basta, Zack! —grité, harta de su falsa preocupación—. Sé cuidar de mí misma. No necesito tu protección. Soy mayor de edad y puedo resolver mis problemas.
—¿Resolverás tus problemas emborrachándote? —replicó.
—No escucharé tus sermones, no eres mi padre —rebatí, dándole la espalda para marcharme a mi habitación mientras él me perseguía.
Al llegar a mi destino, intenté cerrar la puerta, pero él colocó su mano sobre esta para impedirlo.
—Phoebe, aún no he terminado —proclamó.
—Pero yo sí —emití, empujando la puerta, pero Zack me venció al ser más fuerte.
—¿Podrías dejar de comportarte como una niña? —refutó al entrar—. Solo quiero ayudarte. Sé cuánto te lastimó tu madre y no permitiré que vuelva a hacerlo.
—Tal vez deberías preocuparte por otra persona que tiene un poder mucho mayor para lastimarme... —lo enfrenté, cerrando la distancia entre ambos. Ante mi argumento Zack se quedó en silencio, bajando la mirada, avergonzado—. Sal de mi habitación, por favor... Quiero estar sola... —le pedí, tomando el picaporte.
—Si me necesitas, estoy aquí... —musitó antes de salir.
* * *
Durante la tarde Caleb fue a visitarnos. Lucía muy emocionado porque iría al cine con Bélgica. Realmente tenía mucha esperanza en ellos.
—Chicos, ¿han visto mi pulsera negra? La quiero usar este viernes —indagué, buscándola con la mirada en la sala de estar donde estaban sentados mis amigos. Caleb me la había obsequiado y quería que formara parte de mi outfit en mi próxima presentación.
Había decidido que lo mejor sería enfocarme en mi carrera. Debía perfeccionar mi técnica con el bajo, mejorar en el baile e intentar componer. Era evidente que el talento no bastaba. Solo el trabajo duro nos abriría paso en el camino de la música. Debía concentrarme en mi sueño porque estar con Zack era imposible.
—No, no la he visto —respondió Cale.
—¿Y tú, Zack? —Me giré hacia él con las manos en la cintura, viéndolo escribir en su dichoso cuaderno—. Oye, te estoy hablando —añadí ante su indiferencia, golpeando su bota y provocando que bajara los pies del apoyabrazos del sofá.
—¿Yo qué? —gruñó con hastío, depositando su atención en mí, ceñudo.
—¿Escuchas alguna vez lo que decimos? —pregunté, indignada.
—Lo dudo —opinó Caleb con burla.
—¿Tú no tienes una cita? ¿No deberías largarte? —replicó Zack, provocando una sonrisa por parte de Caleb. Era evidente cuánto disfrutaba molestarlo.
—Aún tengo tiempo —contestó relajadamente.
—Entonces, ¿te gusta Bel? —me atreví a preguntar, emocionada, tomando asiento en el apoyabrazos del sofá.
—Sabes de sobra quién me gusta —respondió secamente, provocando que desviara la mirada, incómoda.
No comprendía su ríspida respuesta. Pensé que ya había superado sus supuestos sentimientos por mí y que comenzaba a agradarle Bélgica.
—Pero Bel es muy linda y simpática —rebatí, sonriente—. ¿No crees, Zack? —busqué su apoyo, pero él continuaba concentrado en su cuaderno.
¿Qué tanto escribe ahí?
—Si tú lo dices... —se limitó a responder sin levantar la mirada de su escrito.
—Me encantaría que salieras con ella —agregué con aprobación.
—¿Vas a empezar con tu papel de casamentera? —cuestionó con ligera molestia en su tono. ¿No comprendía que yo solo quería verlo feliz?
—¿Acaso no te gusta, Cale? —inquirí.
—No es eso... Bélgica es genial. Es linda y divertida, pero... —se detuvo de pronto.
—Pero, ¿qué? —insistí en saber.
—¿Y tú no dices nada? —se dirigió a Zack repentinamente, lanzándole un cojín que lo golpeó en el rostro, pero este se mantuvo inexpresivo.
—No tengo nada que ver con tus líos amorosos —refutó, aún escribiendo.
—¿Qué tanto anotas? ¿Acaso escribes novelas románticas? —indagó Caleb.
—¡Yo las quiero leer! —exclamé, poniéndome en pie, entusiasmada—. ¿Puedo? —emití, acercándome a él, impulsada por la curiosidad.
—Yo no me meto en sus vidas, así que no se metan en la mía —gruñó, levantándose del sofá, evasivo.
—¿Zack? —musité con tristeza al verlo marchar.
—Me largo —escupió, rumbo a su habitación.
¿Por qué se enoja? Yo solo quería leer sus escritos. Él es muy talentoso. Probablemente son geniales. Además, no debería avergonzarse con nosotros. Somos sus mejores amigos.
—No te preocupes —me pidió Caleb, posicionándose frente a mí y frotando mis brazos.
—No entiendo por qué es así con nosotros. Siempre nos esquiva... —lamenté, dolida y confundida.
¿Por qué nunca nos permite participar en lo que le importa? A pesar de nuestros desencuentros, no podía desentenderme de él. Lo amaba demasiado.
—Le gustas —soltó Caleb de repente, provocando una opresión en mi pecho.
¿Cómo podía decir eso sin más?
En otro momento mi corazón rebosaría de alegría y esperanza, pero después de lo que sucedió sabía que era imposible.
—No lo creo —murmuré, desviando la mirada.
—Lo conozco, Pheebs. Se encierra en sí mismo para huir de lo que teme o de lo que cree que puede dañarlo o, en este caso, de lo que cree que puede dañar —opinó.
—Eso no tiene sentido —repliqué en voz baja. El único motivo por el que huye es porque no le gusto.
—No todos son como yo. Yo te dije lo que sentía por ti desde un comienzo.
—No empieces —le pedí, incómoda. No me gustaba hablar de ese tema.
—Tranquila. Me quedó bastante claro cuando me rechazaste que quien te gusta es Zack —escupió.
—No hables así, Cale —emití, dolida, acariciando su rostro.
—¿Acaso es mentira? —refutó con la mandíbula tensa.
—Sabes que te adoro, Caleb —le recordé, entristecida—, pero...
—Solo como amigo —me interrumpió—. Es Zack quien te gusta. Lo sé —añadió, mirando el suelo.
—Si pudiera escoger...
—No termines esa frase —me interrumpió nuevamente—. No quiero escuchar eso.
—Cale... —dije con un hilo de voz. Me dolía verlo enojado conmigo.
—Me voy —me informó—. Iré a fingir que soy feliz saliendo con un montón de chicas porque no puedo tener a la que quiero —agregó antes de salir, cerrando la puerta sonoramente.
Pensaba que ya estaba enamorado de Bélgica, pero tal vez necesitaban pasar más tiempo juntos. Esta cita probablemente los ayudaría. Jamás vi a mi mejor amigo tan entusiasmado con ninguna chica. Estaba segura de que sentía algo especial por ella, aunque él no se hubiera dado cuenta aún.
No permitiría que desperdiciara la posibilidad de ser feliz por una confusión de adolescente hormonal.
Él no me ama y, aunque así fuera, yo estaba enamorada de alguien más...
Mientras los pensamientos bombardeaban mi cabeza me desplacé por la casa hasta llegar a la puerta de la habitación de Zack.
—¿Zack? —murmuré después de tocar.
—Phoebe... —emitió cuando abrí la puerta, colocando su cuaderno debajo de la almohada.
—Disculpa si te molesto, solo quería saber si estabas bien... como te fuiste de repente... —expliqué, avergonzada y con temor a su expulsión.
—Lo siento... no estaba de humor —se justificó, desviando la mirada.
—Entiendo... —musité, sintiéndome como una intrusa—. Bueno, te dejo para que estés más cómodo —le informé, haciendo un ademán para irme.
—¡Phoebe! —llamó mi atención—. Quédate... por favor... —me pidió, dejándome sorprendida.
—¿Qué es lo que tanto escribes en ese cuaderno? ¿Por qué nunca nos muestras? —me atreví a preguntar, tomando asiento junto a él en la cama.
—Porque no les incumbe —respondió con una sonrisa torcida.
—Grosero —gruñí, ceñuda.
—Quizás algún día te muestre —cedió con una pequeña sonrisa que me derritió el corazón—, aunque dudo que me atreva... —agregó, avergonzado.
—Estoy segura de que me gustará... sea lo que sea —intenté tranquilizarlo—. Debería seguir tu ejemplo y escribir. Tal vez así logre hacer una canción —opiné.
—¿Quieres componer?
—¿Recuerdas a Alfred Russell?
—¿El productor?
—Una de sus muchas críticas fue que debíamos hacer música propia —le informé, desganada.
—Muchos grandes artistas comenzaron haciendo covers en Internet —puntualizó, restándole importancia a las palabras del productor.
—Lo sé, pero tiene sentido lo que dice —repliqué—. El arte es una forma de expresión. ¿Qué clase de artistas somos si no podemos expresarnos por nosotros mismos? Creo que deberíamos intentar componer. ¿Caleb y tú lo han intentado? —indagué, curiosa.
—Caleb compuso una canción llamada "Niña con alas" después de la muerte de su hermana, pero cuando Gemma la escuchó hizo un escándalo —relató con pesar—. No soporta nada que le recuerde la muerte de Clara. Luego de eso Caleb nunca volvió a componer. Supongo que su musa se marchó...
—¿Y tú? —pregunté con interés.
—¿Yo? —repitió—. Yo no sé componer —contestó, encogiéndose de hombros.
—¿Lo has intentado al menos? —cuestioné, arqueando una ceja.
—No se me da bien —desechó la idea—. No tengo inspiración.
—Supongo que tampoco tienes una musa, aunque tal vez podrías encontrar una más fácil de lo que piensas... —dejé suspendida la frase, mirándolo de forma sugerente, lo cual provocó que desviara la mirada, incómodo.
—Voy a dormir, Pheebs —dijo repentinamente.
—¿Tan temprano? —pregunté, extrañada, ya que no eran ni las 8.
—Quiero descansar. Anoche no dormí bien —explicó.
—¿Por qué no? —me mostré preocupada.
Quizás la preocupación por mi ausencia no lo dejó dormir...
—Tuve una pesadilla —aclaró mientras intentaba disimular mi expresión de decepción.
—No sabía que tenías pesadillas —comenté. Aunque yo no fuera el motivo, me preocupaba que no descansara adecuadamente.
—Que seamos amigos y vivamos bajo el mismo techo no quiere decir que debes saber cada detalle de mi vida —replicó, ríspido.
—Veo que el chico frío y grosero regresó —emití con una sonrisa forzada, poniéndome en pie para marcharme.
—Nunca se fue. No es mi culpa que veas cosas donde no las hay —refutó.
—Idiota —gruñí justo antes de largarme.
-------
Hola, hola, apreciadas nefronitas de mi riñón :D
Cómo va todo?
Qué les pareció el cap?
Los leo!
Quiero a Zack, pero me desespera en ocasiones.
XD
Pobre Pheebs :')
Qué creen que habrá sucedido después del beso?
Porque Phoebe no recuerda...
:)
Ya veremos cómo evoluciona su situación :)
Me gusta mucho la relación que Phoebe tiene con Cora. El personaje de ella me cae muy bien :)
Por cierto, por qué creen que Phoebe no bebe?
Recuerdan el capítulo del primer libro en el que Caleb y Bel van al cine? Es este :D
Y Zack volvió a meter la pata al final :/
Estoy ansiosa por escribir su libro :)))
Así podremos comprender mejor a mi pequeño :')
Espero que les haya gustado este cap.
Hasta el próximo.
Chauuu!
Dato random: No recuerdo si ya lo había dicho antes, pero bueno, al igual que Phoebe tampoco me gusta beber. Me parece un hábito nocivo e innecesario, aunque los motivos de ella son muy diferentes :)
No olvides seguirme en Instagram como daia_marlin
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro