Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 14: Monstruo

Habían transcurrido varios días desde lo sucedido con Liam. A una parte de mí le emocionaba embarcarse en esta nueva experiencia, en especial porque Liam era encantador. Sin embargo, otra se aferraba a Zack. Esa minúscula parte aún albergaba una pequeña esperanza.

Después de sobreanalizar la situación finalmente decidí que hoy tendría mi primera cita con Liam.

Durante toda mi vida escuché a mi corazón. Él me dictaba que esperara a Zack, pero transcurrieron 12 años en vano.

No podía seguir esperando.

—Phoebe, ¿cuándo vendrá tu amigo? —indagó Caleb en su pose de hermano mayor cuando llegué a la sala de estar—. Queremos conocerlo.

—No vendrá. Quedamos en vernos en la cafetería —respondí.

—¡¿Qué?! —chilló—. ¿Acaso huye de sus responsabilidades? Seguramente no tiene buenas intenciones —opinó con dramatismo.

—Yo le pedí que no viniera —aclaré, sonriente. El lado sobreprotector de Caleb me parecía muy divertido—. Quería ahorrarle tu drama.

—¿Drama? Intento protegerte de los buitres carroñeros —se justificó teatralmente.

—Eres un exagerado —repliqué entre el escepticismo y la diversión, negando con la cabeza mientras me cruzaba de brazos.

—No conoces los límites de la perversión masculina —refutó, señalándome con el dedo.

—Lo dices por ti, ¿cierto? —rebatí, arqueando una ceja.

—Justo en el órgano palpitoso —emitió, palpando su pecho, fingidamente ofendido.

—Tranquilo, Cale. Estaré bien —aseguré, acariciando su hombro—. Ya soy bastante mayorcita. Los hombres hace mucho dejaron de ser un misterio para mí...

—¿Qué? —dijo, escandalizado. Caleb a veces pensaba que aún tenía 7 años—. ¡Zack, di algo! —chilló, depositando la mirada en su amigo, quien estaba acostado en el sofá escribiendo en un cuaderno de cubierta negra, relajado y ajeno a la situación—. Va a salir de noche con ese tipo que no conocemos.

—Ese no es nuestro problema —refutó el susodicho sin mirarnos siquiera.

—Claro que sí. Es nuestro deber cuidar de Phoebe —protestó Caleb.

—Ya es adulta. Sabe con quién se relaciona —zanjó Zack con indiferencia sin levantar la mirada de su cuaderno.

Evidentemente no le importaba.

Una parte de mí, esa parte tonta e ilusa que escuchaba a mi corazón, pensó que Zack daría alguna señal de interés. Quizás la posibilidad de que me enamorara de alguien más lo haría reaccionar, pero claramente me equivoqué.

Zack no me quería.

Alimentar mis esperanzas sería incluso más tortuoso.

Debía seguir adelante.

—Tengo que irme. No quiero llegar tarde —me despedí, intentado disimular mi decepción.

—¿Estás segura de que no quieres que te lleve? —insistió Caleb cuando llegamos al umbral de la puerta.

—Iré en autobús.

—Cuídate mucho, Pheebs —emitió, rodeándome protectoramente con sus brazos.

—Caleb, no me voy a la guerra. Solo iré a una cita —bromeé.

—La última vez que estuviste a solas con un chico no terminó bien... —me recordó, afligido, colocando sus manos en mis hombros—. Zack y yo estábamos cerca y, aun así, casi no llego a tiempo... Tengo miedo de que algo suceda y nosotros no estemos ahí para cuidarte... —confesó.

—Estaré bien, Cale. Te lo prometo —aseguré, esbozando una sonrisa para tranquilizarlo mientras acunaba su rostro.

—Si sucede algo, promete que me llamarás —me pidió.

—Lo haré.

—Promételo —insistió.

—Lo prometo —emití, intentando ser paciente con su paranoia.

—¿Por el meñique? —dijo, ofreciéndome su dedo, gesto que me pareció sumamente tierno, ya que cuando era niña lo obligaba a sellar las promesas así.

—Por el meñique —contesté, entrelazando nuestros dedos con una sonrisa.

* * *

Liam había sugerido ir a una cafetería llamada Starry Night, ubicada en el centro de la ciudad. La decoración era hermosa y minimalista. Además, estaba en la terraza de un edificio, ofreciendo una vista sensacional del cielo nocturno. Cuando finalmente llegué lo busqué con la mirada. Al divisarlo, me hizo una seña mientras una gran sonrisa se extendía por su rostro.

—Perdón por la tardanza —me disculpé al tomar asiento.

—Tranquila, llegué hace poco —le restó importancia.

De pronto una hermosa camarera nos interrumpió para colocar algunos aperitivos sobre la mesa.

—Que lo disfruten —emitió la joven y luego se retiró.

—Bueno, tal vez llegué un poco antes... —confesó, ligeramente avergonzado, ante mi mirada confundida.

—Lamento haberte hecho esperar —fue lo único que se me ocurrió decir.

El simple hecho de que Liam hubiese sido extremadamente puntual demostraba su interés. Sin embargo, yo no estaba tan segura del mío. 

—No te preocupes. Sé que cada minuto valdrá la pena... —opinó, sonriente—. ¿Te gustaría pedir algo más?

El pensamiento de que esta cita era una farsa comenzaba a reforzarse. Solo intentaba engañarme a mí misma disfrutando de su grata compañía para olvidar a Zack.

Estaba consciente de ello, pero Liam no.

Cora tiene razón.

No es justo para él lanzarse sin paracaídas pensando que suaves plumas lo recibirán cuando en realidad son enormes espinas que desgarrarán todo su cuerpo.

—¿Phoebe? —llamó mi atención.

—No... —balbuceé, saliendo de mi ensimismamiento—. Así está bien...

La noche apenas comenzaba y él lucía cómodo y animado. Yo, en cambio, tenía muchas dudas desde que estaba en casa.

—Liam, yo... tengo que decirte algo... —emití de pronto.

—A juzgar por tu tono no es algo bueno...

—Es algo justo —aclaré—. No sé si esto funcione...

—Phoebe, solo quiero una oportunidad, solo una. Te prometo que si al terminar la noche no quieres continuar con esto te dejaré en paz —aseguró.

—No, Liam, no estás entendiendo. Mis dudas no son por ti. Tú eres un chico divertido y agradable, pero...

—Detente —me interrumpió con su mirada gris fija en la mesa—. Sé muy bien la causa de tus dudas y sé también por qué estás aquí...

—¿Lo sabes? —pregunté, confundida.

—Tus sentimientos son evidentes. Eres muy genuina —contestó—. Es obvio que te interesa alguien más, alguien que probablemente no te corresponde o simplemente no te conviene... Sé perfectamente que soy un intento para olvidar a ese idiota que no sabe valorarte.

—Liam... —murmuré, conmovida ante su cruda honestidad. Me parecía valiente y admirable que se mostrara vulnerable frente a mí.

Zack jamás había hecho eso.

—No es necesario que te expliques... —aclaró—. Estoy dispuesto a aceptar el riesgo.

—No es justo para ti —repliqué con suavidad.

—No me importa. Yo quiero intentarlo —rebatió.

—No puedo ser tan egoísta...

—Yo quiero que lo seas —refutó, mirándome fija e intensamente.

—Debo... ir al tocador... —me excusé, poniéndome en pie.

—¿Eso es un "no"? —preguntó, provocando que me detuviera.

—Debo pensarlo... —me limité a responder, aún dándole la espalda.

Dicho eso, continué mi trayecto hasta llegar al recóndito baño. Me posicioné frente al lavabo y lavé mi rostro con fuerza, casi dolorosamente.

Debía decidir: ser egoísta y salvarme o condenarme a una espera infinita que nunca daría resultado.

Al contemplar mi reflejo, me pregunté dónde estaba esa guerrera que Cora admiraba.

¿Cuándo me volví tan cobarde e insegura?

De pronto mi agresivo monólogo interno fue interrumpido por el sonoro rechinar de unos tacones. Al inicio no presté demasiada atención a la mujer que se desplazaba por el elegante baño, pero al ver su reflejo en el espejo mi mundo se paralizó.

Era...

—¿Vivian? —musité al girarme para enfocarla.

Los años habían pasado y ella había cambiado mucho. Ahora su corto cabello rubio caía hasta sus hombros y llevaba un pronunciado maquillaje en sus ojos color avellana. Además, lucía un sensual vestido rojo a juego con su labial y sus uñas. Siempre fue muy bella, pero antes se veía envejecida y demacrada debido a sus circunstancias. Ahora parece una distinguida mujer de negocios.

Pero yo la conocía... Conocía al monstruo que se ocultaba detrás de aquella fachada de elegancia.

—¿Phoebe? —dijo, confundida, mirándome con detenimiento.

Sé que había cambiado mucho, pero, ¿cómo podía ser incapaz de reconocerme?

—Soy yo —respondí con sentimientos encontrados.

No sabía si debía sentirme triste o feliz de reencontrar a esa mujer.

—Así que es verdad... Estás de regreso... —comentó con una sonrisa torcida, cruzándose de brazos.

—Nunca me fui. Tú decidiste darme la espalda... —gruñí, apretando mis puños mientras las lágrimas se acumulaban imparablemente.

—No, por favor, no llores —me pidió—. No tengo tiempo para tu drama —añadió, poniendo los ojos en blanco.

—¿Drama? —repetí, escéptica ante su fría actitud—. ¡No me has visto en 4 años!

—¿Y? —respondió, indiferente.

—Veo que seguirás siendo la misma sin importar cuán elegante te vistas —mascullé mientras una lágrima rebelde rodaba por mi mejilla.

Aquella mujer no merecía mi llanto, pero no podía evitar sentirme herida.

—Phoebe, realmente no tengo tiempo para esto. Me están esperando —me informó, mirando su caro y elegante reloj. ¿De dónde habrá sacado tanto dinero?—. ¿Qué te parece si conversamos otro día? —ofreció, alternando la vista entre la salida y yo.

—Una vez más decides anteponer al resto —repliqué.

—No seas dramática, Phoebe Elizabeth. Olvida de una vez lo que sucedió —habló, hastiada—. Yo ya te perdoné —añadió con fingida dulzura, colocando su mano con manicura perfecta sobre su pecho.

—¿Perdonarme? —repetí, incrédula.

—Sí —reafirmó con una sonrisa cínica—, por ser una chiquilla insoportable que solo me daba disgustos —explicó entre dientes.

—No me extraña que digas eso —articulé con una sonrisa amarga—. ¿Qué más podría esperar de una madre que no abraza a su hija después de 4 años sin verla?

—Si te doy un abrazo, ¿te callarás y me dejarás ir? —gruñó.

—¿Cómo puedes ser tan desnaturalizada? —cuestioné, dolida—. ¿Cómo puedes estar aquí y dejar sola a Flori?

—No está sola. Está con su padre —rebatió.

—Ese malnacido no vale un centavo —sentencié con los vívidos recuerdos de mi infernal estadía en aquella casa.

—Ese "malnacido" te crio —refutó, cruzada de brazos, avanzando en mi dirección e inundando mis oídos con el rechinar de sus tacones.

—Claro —contesté con sarcasmo—, hizo lo que tú no podías porque estabas muy ocupada revolcándote con sus amigos en el sofá de tu propia casa.

Apenas pude terminar de hablar, ya que su fuerte y sonora bofetada volteó mi cara sin que pudiera evitarlo. Casi había olvidado lo fuerte que pegaba...

—¡Me respetas, niña! —exigió en un rugido, iracunda, abandonando esa fingida pose de madame y manifestando su verdadera naturaleza—. Mi trabajo ponía comida en tu plato.

—Es por eso que nunca me quisiste, ¿cierto? —farfullé, frotando mi mejilla adolorida—. Porque soy fruto de tu trabajo...

—Phoebe, no empieces con tu sentimentalismo —pidió, alzando la mirada en busca de paciencia—, ya tuvimos esta conversación hace años. Deberías agradecer que al menos tienes una madre.

—Claro, una prostituta que me expulsó de casa cuando solo tenía 15 años —refuté, sarcástica.

—Fue la decisión más grandiosa de mi vida —opinó repentinamente—. La mejor parte fue que ya no tuve que escucharte desafinar cuando cantabas en tu habitación. ¿Quién metió esa idea ridícula de ser cantante en tu cabeza? —se burló—. Tu voz era un sonido tan, pero tan irritante. eras irritante... Tú y esos dos amigos tuyos que por suerte nunca más volví a ver —escupió, venenosa.

—¿Cómo alguien como tú puede ser madre? —murmuré mientras las lágrimas corrían por mis mejillas.

—¿Te crees muy superior a mí? —cuestionó, arqueando una ceja con una sonrisa torcida—. ¿Piensas que no sé lo que estuviste haciendo cuando te fuiste? Tu amiguita Cora fue corriendo a contarme.

—Y no fuiste capaz de visitarme ni siquiera una vez —repliqué, secando mis lágrimas con el dorso de mi mano, llena de rabia.

—¿Para qué? Lo último que necesitaba después de tantos años de paz era que volvieras a perturbar mi vida con tu mera presencia —masculló, mirándome de arriba abajo, despectiva.

—Eres un monstruo... —sentencié.

—Sí, lo soy —lo aceptó con total naturalidad—, pero tú eres igualita a mí... —agregó con su maldita sonrisa torcida.

—Yo nunca seré como tú —aseguré.

—Si pensar eso te consuela, es tu problema. Hace mucho dejaste de ser asunto mío.

—Sé que en el pasado erré... mucho... pero cuando decidí salir del infierno en el que me había metido me prometí a mí misma que nunca sería como tú... —declaré, enfatizando la palabra "nunca".

—Da igual que intentes redimirte. Eres igual a tu madre —canturreó, dirigiéndose a la salida—, ninguna de las dos vale nada. La diferencia es que yo lo acepto y tú no.

Dicho eso, la elegante mujer rubia que me había dado a luz desapareció, dejando un profundo vacío en mí.

¿Cómo es posible que no me quiera ni siquiera un poquito?

Pasaron cuatro años y ella ni siquiera se alegró de saber que estaba bien, aunque era de esperarse. Cuando supo lo que me sucedió y que la necesitaba ni siquiera se inmutó en buscarme.

¿Por qué no me quería?

¿Qué tenía yo de malo?

No podía permitir que las dudas de mi infancia continuaran atormentándome. En un impulso corrí hacia la salida del local para buscarla. El ascensor estaba ocupado, así que tuve que bajar por las escaleras. Afortunadamente solo eran 3 pisos.

—Tiene que estar por aquí... —murmuré, corriendo por el parqueo mientras la buscaba con la mirada y, finalmente, mi incasable búsqueda dio frutos—. ¡Vivian! —grité al verla junto a un señor de traje que le abría la puerta del copiloto de un lujoso auto.

¿Acaso era su amante o simplemente un cliente?

¿Dejaba a mi hermana con aquel monstruo para irse a revolcar con otro?

Vivian Warm siempre será una egoísta que no merece la dicha de ser madre.

—¿Quién es ella, cariño? —indagó el señor de unos 60 años que la acompañaba, curioso.

Yo esperé, expectante, su respuesta mientras ella alternaba la mirada entre ambos, nerviosa.

—Es... mi sobrina —balbuceó su vil mentira.

—Me habías dicho que no tenías familia —cuestionó él.

—Es que es una sobrina de crianza. La vi crecer y siempre me llamó "tía" —mintió con maestría.

—Exacto —alcé la voz, llamando la atención de ambos—. Hace mucho que no te veía, "querida tía" —mascullé con una sonrisa forzada bajo la mirada confundida del caballero.

—¿Nos permites un segundo? —se excusó Vivian, tomándome del brazo para guiarme a un rincón apartado.

—¿Ahora soy tu sobrina? —inquirí, liberándome bruscamente de su agarre.

—Si fuera tú, mantendría la boca cerrada y me largaría ahora mismo —sugirió, amenazante.

—Creo que no estás en posición de dar órdenes —repliqué, desafiante—. ¿Quién es? ¿Tu cliente predilecto? ¿O un pobre señor que ni siquiera sabe que fuiste prostituta?

—Ese hombre es el que me va a dar la vida que merezco —aclaró con suficiencia—, y tú no lo vas a arruinar —dictaminó, aproximando su rostro al mío—. Suficiente arruinaste mi vida cuando naciste y continuaste atormentándome después de eso. Por primera vez tienes la oportunidad de no estorbar, así que no lo hagas.

—¿Por qué te ayudaría? —pregunté con tono retador.

—Porque si abres la boca, tomaré a tu hermana y desapareceré. Nunca más volverás a verla —me amenazó con una sonrisa torcida—. Taylor me dijo que querías restablecer tus lazos con ella. Flori seguro se pondría muy triste si su querida hermana deja de visitarla —emitió con un puchero.

—No serías capaz... —Negué con la cabeza. No podía creer que fuera tan cruel y maquiavélica.

—Ponme a prueba y verás —gruñó—. ¡Ya podemos irnos, querido! —anunció alegremente al darme la espalda para regresar con su anciano millonario.

Ambos subieron al lujoso auto y se esfumaron en cuestión de segundos. Yo, por el contrario, me mantuve inerte, mirando fijamente el pavimento y preguntándome qué sentido tenía la vida cuando no eras querida ni por tu propia madre. Podía entender que su embarazo no fue planeado, ya que fui fruto de... su trabajo... Pero todas las madres quieren a sus hijos, ¿cierto?

¿Por qué ella no me quería?

¿Qué había de malo en mí?

¿Por qué siempre prefirió estar en compañía de esos asquerosos hombres en lugar de cuidar a su hija?

Con esas interrogantes torturándome vagué sin rumbo bajo el manto de la noche estrellada.

No sabía a dónde me dirigía, solo sabía que quería desaparecer...

—¿Qué te sirvo? —preguntó el cantinero del bar al que acababa de entrar cuando tomé asiento frente a la barra.

Sorprendentemente el lugar estaba casi vacío y los pocos presentes ahogaban sus penas en alcohol. Tal vez debería seguir ese ejemplo. Eso al menos me ayudaría a olvidar por algunas horas.

No...

Hace mucho me prometí que nunca bebería. Sabía lo destructivo que podía ser el alcohol, ya que lo viví en carne propia...

Pero... ¿de qué servía mi promesa? ¿De qué servía mi esfuerzo por ser mejor si a nadie le importaba?

—Sírveme lo más fuerte que tengas... —le pedí al cantinero, colocando el dinero sobre la barra.

] [] [] [

—¿Phoebe? —emitió la voz confundida de Zack al abrirme la puerta cuando logré llegar a casa—. Es la 1 am —reclamó mientras yo me desplazaba por la sala de estar, intentando disimular mi tambaleante caminar.

—¿Ya es la 1? —pregunté, quitándome los zapatos torpemente. Mis pies dolían después de caminar durante horas—. El tiempo vuela cuando te diviertes —arrastré las palabras, dejando escapar la risa.

De repente Zack dio grandes zancadas en mi dirección y tomó mi rostro con una de sus manos, apretando mis mejillas. Se aproximó a mis labios y me olió con el entrecejo hundido.

—¿Bebiste? —inquirió.

—¿Qué? No, claro que no —mentí, arrastrando las palabras mientras me liberaba de su agarre.

Obviamente no me creyó.

—Bueno, puede que sí haya bebido —confesé con una sonrisa tonta ante su mirada inquisidora—, pero solo un poquito —añadí, haciendo un gesto de cantidad con mis dedos índice y pulgar.

—Phoebe, tú no bebes —me recordó, avanzando en mi dirección.

—Hoy quise beber. ¿Qué pasa? ¿No puedo? —lo reté y él simplemente se cruzó de brazos, lo cual llamó mi atención. En todo este tiempo no había notado que Zack estaba sin camisa.

Entre mi deseo reprimido y mi estado de ebriedad probablemente lo miraba como una ninfómama acosadora, pero no me importaba.

La pálida piel de Zack hacía un gran contraste con su tatuaje, el cual se ubicaba en la región posterolateral de su antebrazo derecho, muy cerca de su codo. Los músculos de sus brazos y torso estaban definidos, pero no de forma exagerada. Andaba descalzo y llevaba puesto un sencillo y cómodo pantalón negro. Además, su despeinado cabello azabache le daba un aire salvaje y misterioso. Definitivamente era un deleite para la vista.

Desinhibida por el alcohol, avancé en su dirección, paseando la mirada por su anatomía de forma descarada.

—¿Nunca te han dicho —coloqué mis manos en sus pectorales—, que eres un papucho? —pregunté y luego mordí mi labio inferior, coqueta.

—¿Phoebe? —emitió, hundiendo el entrecejo, confundido.

Me miraba como si tuviera a una extraña delante, pero no. Nunca fui tan auténtica.

—Siempre tienes esa pose de chico frío... —comenté, deslizando mi dedo índice por sus labios.

—Phoebe... —balbuceó—, estás ebria.

—¿Por qué eres tan frío? —me quejé con un puchero mientras él sostenía mis muñecas para evitar que lo tocara—. Bueno, eres frío, pero a la vez caliente... —pensé en voz alta con una sonrisa traviesa—. En realidad me pones caliente a mí —confesé con una risa nerviosa, víctima de los efectos del alcohol.

—Ya no sabes lo que dices —opinó, liberándome para luego alejarse.

—Los niños y los ebrios nunca mienten —refuté, ladeando la cabeza—. Me pones mucho, Zack Burn... —admití y su expresión de sorpresa fue un poema—. Tu apellido te queda muy bien... —caminé hacia él, seductora—, siento que me podrías quemar hasta volverme cenizas... y yo lo disfrutaría tanto... —continué, propinándole mordiscos esporádicos a mi labio inferior.

—Ya basta de decir tonterías. Irás a dormir ahora —dictaminó, elevando mi cuerpo de forma repentina para colocarme sobre su hombro.

—¡Zack, bájame! —exigí, pero él me ignoró olímpicamente.

No te hace caso cuando estás sobria, ¿por qué lo haría si estás ebria?

—Caleb tiene razón. Eres un aburrido —sentencié, cruzada de brazos, cuando finalmente me dejó en el suelo de mi habitación. Luego le saqué la lengua como si tuviera 7 años.

—Solo intento cuidarte —se justificó.

—No quiero que me cuides —rebatí, ceñuda. Odiaba que me tratara como a una niña—. ¿Sabes qué quiero que me hagas...? —dejé suspendida la frase, cerrando el espacio entre ambos bajo su atenta mirada. Zack se mantuvo quieto y expectante ante mi peligrosa cercanía.

No sé si era impresión mía debido al alcohol o si estaba realmente nervioso.

—¿En serio quieres que te lo diga? —susurré muy cerca de su oído mientras jugueteaba con el borde su pantalón, sintiendo la firmeza de su abdomen. Incluso podía jurar que lo escuché tragar saliva—. ¿O prefieres que te lo demuestre? —agregué, coqueta, tomando sus manos para colocarlas sobre mi cuerpo, una en mi trasero y la otra en uno de mis pechos, forzándolo a palpar con ganas.

—Phoebe —balbuceó, desviando la mirada y retrocediendo como si mi contacto quemara—, esto no está bien... Estás completamente ebria.

—Si estuviera sobria, ¿lo harías? —lo cuestioné.

—¿Qué? —musitó.

—El problema es que bebí, ¿no? ¿Entonces estando sobria sí tendrías sexo conmigo? —exigí saber.

—Lo mejor será que descanses, Pheebs —respondió, esquivo, tomando el picaporte para marcharse—. Hasta mañana —se despidió, dándome la espalda.

—Siempre me rechazas... —hablé con voz lastimera, llamando su atención—. ¿Por qué todos me rechazan hoy...? ¿Qué hay de malo conmigo?

—Nada —aseguró mientras lo enfocaba con ojos vidriosos.

El sinfín de emociones de esta noche me había llevado al límite. Desconocía la causa exacta, pero ahora mismo solo quería llorar.

—¿No te gusta mi apariencia? —cuestioné—. ¿No te atraigo ni siquiera un poquito? ¿Por qué es tan difícil para ti tenerme cerca? ¿Tanto asco te doy? —lo bombardeé a preguntas, secando bruscamente con el dorso de mi mano una lágrima rebelde que surcaba mi mejilla.

Tristeza, furia, confusión, frustración...

Demasiadas emociones me embargaban. Estaba física y mentalmente agotada.

—No digas eso, Phoebe —intentó calmarme, avanzando con cautela como si fuera un animal salvaje que en cualquier momento lo mordería.

—Es la verdad. Es lo que me has demostrado siempre con tu indiferencia —repliqué, secando mi rostro con brusquedad. Odiaba llorar.

—Las cosas no son tan simples... —refutó, bajando la mirada.

—Claro que lo son —contradije con determinación—, pero tranquilo... Ya confirmé lo que estaba cansada de saber: no te gusto —concluí con amargura.

—Phoebe... —musitó.

—Seguiré adelante y me enamoraré de otro. Será más fácil que continuar esperando a alguien que le asquea el simple hecho de tocarme.

—Nunca dije eso —aseguró.

—No necesito palabras de consuelo —aclaré—. Tus acciones hablan por ti.

—¿Mis acciones? —repitió, llamando mi atención.

Luego, sin previo aviso, Zack dio grandes zancadas hasta cerrar la distancia entre ambos, agarró mi cabello con firmeza y estampó sus labios contra los míos. Ante su repentina acción mis ojos se desorbitaron debido a la sorpresa.

No podía creerlo... Zack me estaba besando...

Sus labios eran fieros y demandantes y los míos le correspondieron con la misma pasión. Su lengua se abrió paso y yo la recibí con gusto, tirando de su cabello despeinado. Zack deslizó sus manos por mi espalda hasta estacionarse en mi trasero, reclamándolo como suyo.

Lentamente y sin separar nuestros labios, avanzamos hacia la cama. Luego él me empujó de forma brusca, pero excitante.

Normalmente era tan frío y distante. Aquí, en cambio, era otro... salvaje y apasionado...

Zack tomó mis tobillos y tiró de ellos para acercarme al borde de la cama. Luego se abalanzó sobre mí nuevamente, sujetando mis muñecas a ambos lados de mi rostro mientras me besaba con ganas. Después comenzó a depositar sus besos sobre mi cuello, provocando que mi piel se erizara.

—Te demostraré con acciones todo lo que he reprimido durante años... —habló muy cerca de mi oído mientras yo mordía mi labio inferior, sintiendo esa incipiente dureza que era testigo de sus palabras y de su deseo.

------

Hola!! :D
Sí, sí, sé lo que estás pensando...
AL FIIIIIIIINNNN!!!
XD
Cómo va todo?
Qué les pareció el cap?
Los leo! :)
Hoy pudimos conocer un poquito más sobre el pasado de Phoebe.
Conocimos a su madre, Vivian, quien no me cae muy bien, por cierto :)
Poco a poco conoceremos más detalles sobre el pasado de Phoebe.
El final estuvo bueno xd
Me gustó mucho esa escena :)))
Al fin Zack avanzó :')
Qué creen que pasará ahora?
Espero que les haya gustado el cap.
Hasta el siguiente.
Chauuu!
Dato random: No sabía cómo ponerle a la madre de Phoebe. Algunos nombres que pensé fueron Grace y Scarlet, pero finalmente la llamé Vivian :)
No olvides seguirme en Instagram como daia_marlin

Ella es Vivian :)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro