Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 10: Una chica peculiar

Cuando desperté al día siguiente la casa estaba tan silenciosa como de costumbre. Tal vez Zack se había ido a trabajar o quizás me estaba evitando para no hablar de lo que sucedió anoche.

Estuvimos a punto de besarnos, pero él me rechazó...

—¿Zack? —musité al verlo en la cocina, preparando algo de comer.

—Phoebe —respondió sin mirarme siquiera. Lucía muy concentrado elaborando su sándwich.

—Pensé que estarías trabajando —comenté para evitar un silencio incómodo, posicionándome a su lado en la isla de la cocina.

—Mi turno comienza en 2 horas —explicó.

—Entiendo... —murmuré sin saber muy bien qué decir, dando paso al silencio que tanto quería evitar.

Odiaba que fuera tan distante e impenetrable. Desde anoche no he dejado de pensar en el momento que compartimos y él luce tan ajeno e indiferente.

Tal vez, en lugar de esquivar el tema, debería preguntarle directamente. No fue mi imaginación, casi nos besamos. Él también lo deseaba... o eso creo...

Con él nunca estaba segura de nada. Era demasiado difícil de leer.

—¿Quieres? —habló de repente.

—¿Qué? —balbuceé al salir de mi ensimismamiento.

—Estabas embelesada mirando mi sándwich. Acabas de despertar, debes tener hambre —explicó, ofreciéndomelo.

—No, es tuyo —contesté, avergonzada.

—No te preocupes. Prepararé otro —contestó y no me quedó más remedio que aceptar.

—Gracias —murmuré, sonriendo tímidamente.

Pequeños momentos como este en los que Zack me cuidaba como solía hacerlo cuando éramos niños me hacían recordar las razones por las que me enamoré de él.

Zack era una persona fría con sentimientos escasos, pero los pocos que tenía eran sumamente intensos y profundos. Es por eso que deseaba algún día formar parte de ellos.

—Lo que es mío es tuyo... —agregó, enfocándome con intensidad—. Mi comida, mi casa, mi guitarra... Todo lo que tengo te pertenece.

—Zack... —musité, sorprendida—, no esperaba que dijeras algo así... No sé qué decir... —añadí, colocando un mechón de mi cabello naranja detrás de mi oreja, nerviosa.

—No digas nada —replicó con la mirada perdida, apoyando sus manos sobre la isla—. Te ofrezco lo que tengo desinteresadamente. No espero nada a cambio.

—¿Estás seguro? —pregunté, tomando su muñeca, lo cual llamó su atención—. Porque yo sería capaz de darte lo que me pidieras... —confesé, sosteniendo su oscura mirada y avanzando en su dirección, tímida y seductora a la vez. Él me observó por varios segundos, tragando saliva con fuerza.

Si no lo conociera, pensaría que está nervioso...

Me alegra que al menos una vez no sea yo la que tiene que controlarse para no temblar como gelatina.

Ante mi proximidad él se mantuvo muy quieto y con la mirada expectante.

Si no quisiera que lo tocara, ya me habría detenido, ¿cierto?

Avancé otro paso, palpando su abdomen, cuya definición pude sentir por encima de su ropa, y luego deslicé mi mano hasta depositarla sobre su pecho, percibiendo sus acelerados latidos.

Estaba nervioso... y, tal vez no lo parecía, pero yo también. Temía que me detuviera y retomara su fría fachada.

Justo como anoche, su mirada viajaba entre mis ojos y mis labios, estacionándose en estos últimos con interés. Lentamente me aproximé a sus labios y contemplé su mirada por un segundo en busca del chico estoico e indiferente, pero no hallé rastros de él. Solo estaba el Zack que me veía con deseo.

—¡Phoebe! ¡Zack! —nos interrumpió una voz procedente de la sala de estar, provocando que nos alejáramos automaticamente—. Aquí están —comentó Caleb—. ¿Interrumpo...? —indagó, arqueando una ceja ante nuestras expresiones avergonzadas.

Sí, mi estimado amigo, interrumpiste.

—No, ¿qué podrías interrumpir? —gruñó Zack, incómodo.

—¿Sucedió algo, Cale? —intervine.

—¿Debe suceder algo para que venga a visitar a mis amigos? —replicó, rodeando la isla de la cocina para darnos un abrazo.

—Amigos a los que dejaste tirados anoche para ir detrás de una falda —rebatió Zack, arqueando una ceja.

—¿Qué? —murmuró el chico de ojos azules, nervioso y ligeramente tenso.

—Te vimos cuando estabas hablando con esa chica —expliqué.

—Y también te vimos cuando te fuiste con ella a un lugar más íntimo... —añadió Zack.

Ante nuestras palabras la expresión de Caleb se tornó afligida y culpable. No había rastro de su alegría y diversión habituales. ¿Habrá sucedido algo malo con la chica del club?

—¿Por qué la cara larga, Shines? —emitió Zack mientras Caleb deambulaba por la cocina—. ¿Acaso no era una chica...?

—¡Zack! —lo regañé ante el comentario inapropiado, haciéndolo esbozar una sonrisa torcida.

—¿Cale, sucedió algo con esa chica? —pregunté, preocupada.

—Sí... Cuando estaba con ella yo... tuve otro episodio de cleptomanía... —confesó, avergonzado, mirando el suelo fijamente.

—¿Qué? —musité—. Tú... ¿le robaste?

—No quise hacerlo. Te lo juro, Pheebs —se justificó rápidamente—. Yo... no pude controlarme... —explicó, apoyando sus manos sobre la isla para luego apretar sus puños con rabia mientras las lágrimas caían—. Mis padres tienen razón al no quererme...

—No, Cale. No digas eso —le pedí, frotando su hombro para consolarlo—. Eres una persona maravillosa, pero estás enfermo y necesitas ayuda.

—Tal vez tengas razón, Pheebs. No tomé en serio la gravedad del asunto. En solo un mes he tenido demasiados episodios... Eso nunca me había pasado... —señaló. Su mirada denotaba miedo e incertidumbre, como si su enfermedad pudiera apoderarse por completo de él en cualquier momento.

—Te daré el número de Cora. Ella es una excelente psicoterapeuta y tal vez pueda ayudarte.

—Gracias, Pheebs.

—Caleb —intervino Zack de pronto—, ¿esa chica te vio cuando le robaste? Me preocupa que te denuncie. Eso no sería bueno tomando en cuenta tus antecedentes...

—Estaba dormida —se limitó a responder y nosotros asentimos, aliviados, para no ahondar más en el asunto—. Bueno, no quise traer malas noticias —comentó, retomando la sonrisa, aunque era ligeramente forzada.

Caleb estaba muy afectado con este tema. Después de enterarme de su condición investigué al respecto. Podía recibir tratamiento para aprender a manejarlo, pero jamás se curaría. Estaría sometido a esos inesperados episodios de cleptomanía el resto de su vida.

—En realidad, vine a invitarlos a una fiesta —nos informó.

—Pensé que habías dicho que no traías malas noticias —replicó Zack, ceñudo.

—Vamos, Zack. No seas amargado —le pidió Caleb—. Te vas a divertir.

—No lo creo —gruñó.

—Bueno, yo sí quiero ir —anuncié.

—Por eso eres mi favorita —emitió Caleb, depositando un cálido beso en mi mejilla bajo la mirada fulminante de Zack.

—¿Y a dónde iremos? —indagó, desganado.

—¿Ahora quieres ir, dulce amargura? —refutó Caleb con una sonrisa malévola—. ¿Qué fue lo que te hizo cambiar de opinión?

—Vete a la mierda, Caleb —masculló Zack, desviando la mirada para luego marcharse de la cocina.

—Fuiste tú, Pheebs —dijo mi mejor amigo.

—¿Qué? —Lo miré, confundida.

—Estoy casi seguro de que la chica a la que Zack quiere eres tú...

<><><>

Al caer la noche, me arreglé con gran esmero. Las palabras de Caleb despertaron nuevas esperanzas. Quizás no era mi imaginación y realmente le gustaba a Zack, pero, si era así, ¿por qué no decía nada?

Cubrí mi cuerpo con un vestido sin tirantes de color salmón que hacía relucir un pequeño tatuaje de una flor de loto, ubicado debajo de mi clavícula izquierda muy próximo a mi hombro.

Cuando conocí a Cora ella me explicó el significado de ese tatuaje y me pareció sorprendente que una planta pudiera enfrentar condiciones tan adversas para sobrevivir. Ella dijo que yo era como esa flor.

Al terminar de alistarme, me dirigí a la sala de estar para esperar a Caleb. Al llegar, me extrañó no ver a Zack porque normalmente estaba listo muchísimo antes que yo.

Mientras esperaba vagué por Instagram para ver los últimos posts de mis cuentas favoritas. Entre ellas se encontraba la de una hermosa influencer llamada Paris Hungría, quien pertenecía a una prestigiosa familia de celebridades.

—¿Caleb aún no llega? —llamó mi atención una voz masculina.

—¿Zack? —murmuré al ver su look tan diferente y... sexy.

Como de costumbre, su vestimenta era de color negro. Llevaba puesta una camisa arremangada con los primeros botones desabrochados, haciendo relucir sus clavículas y una sencilla cadena plateada. Además, traía unos jeans oscuros y su muñeca era adornada por una manilla de plata. Su cabello azabache estaba despeinado de una forma exótica y salvaje, dándole un toque varonil y sensual.

Lucía demasiado atractivo para mi pobre corazón.

—Fue idea de Caleb —gruñó ante mi descarado escrutinio—. ¿Me veo demasiado ridículo? —Desvió la mirada, avergonzado.

—No, para nada —me apresuré a decir—. Te ves...

Atractivo, sexy, apetecible, follable.

—Muy bien —completé finalmente, (ya que no podía decir nada de lo que estaba pensando), cautivada con la imagen ante mis ojos.

Sáltale encima y muérdele la yugular.

—¡Ya llegó por quien lloraban! —exclamó Caleb, haciendo su entrada triunfal.

—Ya era hora, Shines —gruñó Zack, rumbo a la salida.

—Te ves muy sexy, dulce amargura. Me alegra que me hicieras caso. Todas las chicas de la fiesta quedarán rendidas a tus pies, incluso la que te gusta... —canturreó con una sonrisa malévola, pero Zack lo ignoró, limitándose a avanzar hacia el auto.

—¿Cómo lograste convencerlo? —indagué—. Se ve tan guapo... —opiné, mirando su ancha espalda mientras avanzaba algunos metros por delante de nosotros.

—Tú también luces preciosa, Pheebs.

—Gracias, Cale. —Sonreí.

—Yo lo digo, pero Zack también lo piensa —añadió.

—No lo sé —murmuré, insegura.

La opinión de Caleb era esperanzadora e importante porque era el mejor amigo de Zack, pero no podía ignorar los hechos. Zack estuvo a punto de besarme, pero prefirió rechazarme.

—¿Cómo crees que logré convencerlo? Cuando te menciono él se vuelve una marioneta —explicó, divertido.

—¿No estarás exagerando? —repliqué, poco convencida.

—Créeme, Pheebs. Tienes sobre él más poder del que piensas... —dejó suspendida la frase, abriendo la puerta trasera y dejándome paralizada con sus palabras.

—¿Nos vamos o qué? —nos interrumpió Zack desde el asiento del copiloto, impaciente.

—No sabía que estabas tan ansioso por ir a esta fiesta, dulce amargura —comentó Caleb al encender el auto.

—Mientras más temprano lleguemos antes nos podremos ir —rebatió Zack con desinterés.

Yo, por mi parte, continué mirando fotos en Instagram, aunque ahora no prestaba mucha atención porque mis pensamientos viajaban a cierto chico vestido de negro.

—¿Y tú qué haces, Pheebs? —preguntó Caleb.

—¿Yo? —balbuceé—. Veo fotos en Instagram —contesté finalmente, ya que no podía decir que estaba pensando en cómo usaría mi supuesto poder sobre Zack.

—¿Alguien interesante?

—¿Qué? —balbuceé, confundida.

—En Instagram —aclaró.

—Estaba viendo fotos de Paris Hungría —expliqué.

—¿Y esa quién es? —se alzó la voz de Zack.

—¡¿No conoces a Paris Hungría?! —chillamos Caleb y yo al unísono con ojos desorbitados.

—No, no la conozco. Crucifíquenme —respondió con sarcasmo.

—Es la influencer más conocida del momento —expliqué.

—Su familia entera es famosa —agregó Caleb.

—Su madre es Grecia Montserrat. Es escritora y guionista.

—También es la presentadora de un programa súper conocido que transmiten todos los sábados en la noche —añadió Caleb.

—Y su padre es Cheng Li. Creo que es uno de los 5 hombres más ricos de Asia.

—Por no mencionar a su tía, Alaska Montserrat... Qué mujer tan sexy... —comentó Caleb.

—¿Ahora también te gustan las mujeres mayores? —inquirió Zack, haciéndome sonreír. A Caleb le gustaban todas.

—Si supieras de quien hablo, me entenderías —argumentó honorablemente.

—Probablemente es una mujer casada y con hijos —añadió Zack.

—De hecho, tiene cinco hijas —puntualicé—. Alaska fue una modelo muy renombrada y hoy en día, aunque está retirada, lo sigue siendo.

—Jamás escuché hablar de ella —dijo Zack sin mucho interés.

—Tal vez hayas escuchado hablar de su hija mayor, Kenya. Es una modelo súper famosa también —agregó Caleb.

—Ni idea.

—Ha salido en la portada de miles de revistas. ¿En serio nunca la has visto? —indagué, escéptica.

—¿Tengo cara de leer revistas de moda? —rebatió.

—¿Tampoco has escuchado hablar del esposo de Alaska, Sheldon Knoller? Es un empresario del mundo de las aplicaciones. Probablemente conozcas su trabajo, ha hecho aplicaciones sobre música también —prosiguió Caleb.

—No me suena, aunque me parece curioso el hecho de que es el único que no tiene nombre de país o ciudad —comentó Zack.

—En esa familia es tradición nombrar así. De hecho, muchos fans hacen lo mismo como tributo —expliqué.

—¿Y cómo se llaman los demás? —indagó con ligero interés.

—La segunda hija de Alaska se llama Austria.

—También tiene unas gemelas llamadas Venecia e Irlanda —dijo Caleb.

—¿Y la quinta hija? Pensé que habían dicho que eran cinco —señaló Zack.

—Pues... no tengo idea de cómo se llama. No suele aparecer en eventos públicos. Creo que ni siquiera tiene redes sociales —respondí—. Tal vez no le gusta ese mundo.

—Creo que esa es la que mejor me cae —habló Zack.

—¿No te agrada la gente famosa? —preguntó Caleb.

—No tengo motivos para que me agraden. Solo porque todos los quieren yo no estoy obligado a hacerlo —replicó—. Por ejemplo... la tal Paris, ¿por qué es famosa? ¿Cuál es su talento?

—Bueno, es influencer de moda —contesté.

—O sea que es famosa por ser hija de gente con dinero y fama. Eso no es tener talento. Seguramente nunca tuvo que esforzarse por obtener nada en su vida.

—No deberías juzgarla sin conocerla, Zack —opiné.

—No la quiero conocer —gruñó.

—Bueno, dejando de lado a Paris y su familia de celebridades... Llegamos —anunció Caleb.

Al bajar del auto, observé la gigantesca y lujosa mansión ante mis ojos, deslumbrada. Cale comentó que la anfitriona era hija de diplomáticos, pero no imaginé que su casa sería tan hermosa y elegante. Parecía un palacio.

—¿Aquí vive Megan Meyer? —indagó Zack mientras avanzábamos hacia la entrada.

—¿La conoces? —pregunté, mirando discretamente su atractivo perfil.

—Su familia hace obras de caridad y destinaron una gran cantidad de dinero al reformatorio en el que estábamos —relató, contemplando el suelo, avergonzado.

Caleb y Zack, al igual que yo, vivían atormentados por su pasado. Incluso en ocasiones les costaba mencionarlo.

—Entiendo —musité, haciendo un ademán para depositar mi mano sobre su hombro mientras caminábamos, pero al final me detuve.

La expresión afligida de Zack me incitaba a consolarlo para que entendiera que, a pesar de todo lo que sucedió, aún había alguien que lo amaba; pero, por alguna razón, me sentía como una intrusa. Sabía que cuando intentara penetrar su fría coraza él me alejaría.

Caleb habló brevemente con los trabajadores de seguridad e inmediatamente nos dejaron pasar. Supongo que él y la anfitriona tenían una buena relación.

Si el lugar era hermoso por fuera, lo era incluso más por dentro.

—Caleb, viniste. —Al escuchar una entusiasta voz femenina, detuve mi escrutinio de la inmensa y elegante sala de estar.

Al buscar a la emisora, contemplé a una chica cuyo largo cabello azabache era adornado por dos mechones de color rojo vivo que caían a ambos lados de su rostro. Supuse que sería Megan Meyer, la anfitriona. Su belleza y elegancia eran innegables. Tenía un grácil caminar, unos ojos color verde turquesa que nunca antes había visto, una pálida piel tersa y una preciosa sonrisa que se ensanchó en el segundo exacto en que vio a Caleb; sin embargo, intentó disimularla rápidamente.

¿Acaso le gustaba?

—¿Cómo estás, Meg? —saludó Cale, dándole un fugaz abrazo.

—Perfectamente. Supongo que estarás ansioso por tu retorno a la vida estudiantil —comentó burlonamente, arqueando una ceja, lo cual me hizo sonreír, ya que sabía del poco interés que despertaba el estudio en mi mejor amigo.

—No quiero que llegue el lunes. Prefiero tirarme de cabeza contra un cactus —respondió Cale, haciéndola reír.

—Tranquilo, estaremos en el mismo instituto. Puedes contar conmigo para lo que necesites —aclaró amablemente. Sin embargo, notaba algo más que amabilidad en su tono: las sonrisas esporádicas, la risa espontánea, las intensas miradas, la preocupación... A esa chica definitivamente le gustaba Caleb.

—Gracias, Meg. Siempre te has portado muy bien conmigo —respondió con gratitud.

—¿No me presentarás a tus amigos? —indagó de repente, mirándonos por primera vez en todo este tiempo.

Estaba muy concentrada mirando a papi Shines.

—Supongo que recordarás a Zack.

—¿Tú eres el amigo de Caleb de ese entonces...? —preguntó, ligeramente sorprendida y él asintió—. Wow, no te reconocí con ese look... Me alegra volver a verte, Zack.

El susodicho se limitó a asentir con la cabeza a modo de saludo.

Hombre de pocas palabras.

—Y ella es nuestra mejor amiga, Phoebe —agregó Caleb.

—Es un placer, Megan. Tu fiesta está hermosa —dije con una sonrisa.

—El placer es mío, Phoebe. Yo debo continuar recibiendo a los invitados, así que nos veremos luego. Disfruten la fiesta —emitió amablemente para luego marcharse.

—Qué chica tan agradable —comenté mientras Caleb nos guiaba hacia la piscina.

—Meg es genial —dijo con una sonrisa nostálgica.

Tal vez el sentimiento era recíproco...

Quizás ella sería la persona que lo haría olvidar esa idea absurda de que estaba enamorado de mí.

—Dios, qué cantidad de gente —gruñó Zack con expresión hastiada cuando llegamos a la piscina. El lugar estaba repleto de una juvenil multitud que bailaba al ritmo de la música del DJ que se encontraba sobre el escenario.

—Megan es excelente organizando fiestas. Bueno, ella es buena en todo lo que hace —opinó Caleb con una nota de admiración que despertó mi curiosidad.

—¿Ahora te gusta Megan? —inquirió Zack, incrédulo.

—¿Que si me gusta Megan? —emitió un escéptico Caleb y yo deseé con todas mis fuerzas que su respuesta fuera afirmativa—. Es absurda tu pregunta, Zack. Sabes muy bien que Meg me apoyó en el momento más difícil de mi vida. Sería incapaz de verla con otros ojos. Le tengo demasiada gratitud —explicó, dejándome decepcionada.

—Me alegra que seas capaz de reconocer que ciertas chicas no merecen ser parte de tus juegos, Caleb —replicó Zack.

—¿Juegos? —repitió Cale mientras yo alternaba la mirada entre ambos, atenta—. Yo no juego con nadie. Siempre he sido muy claro con ellas. Jamás le prometí nada a ninguna.

—Aun así muchas han salido lastimadas porque, a pesar de que seas tan claro, no pueden evitar enamorarse de ti —comentó Zack relajadamente, contemplando el agua de la piscina con las manos en los bolsillos—. Las haces sufrir, aunque no sea a propósito.

—Me parece irónico que digas eso, Zack —rebatió Caleb, arqueando una ceja.

—¿Qué quieres decir?

—¿Estás seguro de que tú no has hecho sufrir nunca a ninguna chica que esté enamorada de ti...? —indagó, dejando a Zack sin palabras y a mí, con una fuerte opresión en el pecho.

Acaso se estaba refiriendo... ¿a mí?

—Buscaré algo de beber —contestó finalmente, fulminándolo con la mirada para luego marcharse al otro lado de la piscina.

—¿A qué rayos venía eso? —regañé a Caleb, propinándole un leve manotazo en el brazo.

—¿A qué venía qué? —contestó con una sonrisa inocente.

—No te hagas el desentendido, Caleb Roy Shines —proseguí—. ¿De qué chica estabas hablando? No te estabas refiriendo a mí, ¿cierto? No le dijiste que estoy enamorada de él, ¿cierto? —lo bombardeé a preguntas mientras él fingía mirar el entorno, distraído—. ¡Caleb! —chillé, zarandeándolo.

—Phoebe, relájate. Vinimos a esta fiesta a divertirnos.

—Pues a mí no me divirtió tu comentario —gruñí, ceñuda, cruzándome de brazos—. Zack no debe saber que estoy enamorada de él.

—Ya sé, ya sé. Es tu gran secreto —canturreó con diversión.

—Podríamos decir que sí —cedí.

—¿Y qué te hace pensar que Zack no se ha dado cuenta de tus sentimientos? —preguntó de repente.

—¿Qué? —balbuceé, nerviosa—. Pues...

—Y más importante aún —me interrumpió—, ¿qué te hace pensar que él no siente lo mismo?

—Caleb, él no... Yo no le gusto a Zack. Es imposible —opiné con derrota, bajando la mirada mientras rememoraba su rechazo de la noche anterior.

—Pheebs —tomó mi mentón, llamando mi atención—, sé que estás consciente de cuánto me gustas —añadió, provocando que desviara la mirada, incómoda—, y eso no cambiará de la noche a la mañana. Sin embargo, la actitud con la que afrontaré tu rechazo sí decidí cambiarla. Si no puedo hacerte feliz, me encargaré de encontrar a quien sí pueda... Y esa persona es Zack. Te prometo que no descansaré hasta verlos juntos —concluyó, dejándome conmovida y con ojos vidriosos.

Jamás esperé una actitud tan noble y madura de su parte. No obstante, sabía que, a pesar de su buena intención, su deseo era imposible.

—Bueno, ¿dónde se habrá metido Zack? —agregó repentinamente con su habitual tono despreocupado, pero luego su expresión se transformó en una de asombro e interés—. Ella es... —musitó, enfocando a alguien a la distancia.

—¿Cale? ¿Sucede algo? —indagué, buscando el objetivo de su mirada.

—No... Es solo que... acabo de ver a alguien...

—¿A quién? —pregunté, curiosa.

—¿Recuerdas a la chica del club? La chica a la que yo... le robé... —dijo, avergonzado.

—¿Está aquí? —emití, temerosa.

—Es la chica del cabello castaño con anteojos —explicó, enfocando a una hermosa muchacha que estaba al otro lado de la piscina, la cual me resultaba familiar.

—Tal vez deberíamos irnos. Podría reconocerte —sugerí, preocupada.

—Tranquila, no lo hará. Estaba demasiado ebria. Además, ya tuvo la oportunidad de reconocerme y no lo hizo.

—¿De qué hablas? —inquirí.

—¿Recuerdas el día que fuimos a tocar en el parque y llegué tarde? —Ante su interrogante asentí—. Vi a esa chica en ese momento y... tomé su celular... —confesó con la mirada en el suelo.

—¿Qué? —Los episodios de Caleb eran más frecuentes de lo que pensaba.

—No era caro en absoluto. Sé que no es justificación, pero... —prosiguió, lleno de remordimiento—. ¿A dónde va? —cambió el tema, enfocando a la chica a lo lejos.

—Parece que va a beber agua —opiné, viéndola caminar en dirección a una mesa con bebidas.

—Iré a hablar con ella —dijo Caleb de repente.

—No, Cale. Es peligroso. Te podría reconocer —repliqué, reteniéndolo por la muñeca.

—Me arriesgaré —respondió con convicción—. Lastimé a esa chica, Pheebs. Necesito conocerla. Tal vez en el futuro pueda enmendar mis errores —explicó.

—Ten cuidado —lo liberé con preocupación—, y no generes problemas —le pedí.

—Tranquila, todo estará bien.

—Viniendo de ti no estoy tan segura... —murmuré, observándolo alejarse.

A pesar de que entendía la necesidad de Caleb de ayudarla, me preocupaba el rumbo que tomaría su interacción. Si ella lo reconocía, podría denunciarlo, lo cual sería demasiado desfavorable para él, ya que había salido recientemente del reformatorio.

—¿Dónde está Shines? —llamó mi atención la voz de un recién llegado Zack.

—Volviste... —musité.

—Por poco no vuelvo —comentó, hastiado.

—¿Sucedió algo? —indagué.

—No, solo tuve que soportar la escena de una niña rica y engreída —explicó—. Realmente lamento que Caleb vaya a ir a un instituto lleno de chicas como esa.

—Pero, ¿qué pasó? —insistí en saber, confundida.

—Que sus padres no le dieron educación —respondió sin mucho interés—. Por cierto, parece que Caleb se divierte... —dijo con una sonrisa torcida, enfocando la piscina.

—¿Qué quieres decir? —pregunté, girándome—. Ay, no... Le dije que no se metiera en problemas y es lo primero que hace —emití, indignada, colocando mis manos en mi cintura al ver a Caleb en el borde de la piscina, sosteniendo por la muñeca a la chica de los anteojos, la cual estaba a punto de caer. Si él la soltaba, terminaría empapada.

—¿Esa es su nueva táctica de conquista? —se burló, mirando la escena con diversión.

—No tiene gracia, Zack —lo regañé, contemplando con preocupación a mi mejor amigo, quien por suerte recapacitó y volvió a colocar a la chica en tierra firme. Por un segundo pensé que la arrojaría a la piscina.

Luego, de una forma totalmente inesperada, el tacón de ella se quebró, provocando que perdiera el equilibrio y cayera al agua.

—Esa no la viste venir, ¿eh? —se burló Zack.

—¡Zack! —lo regañé nuevamente, viendo cómo Caleb se lanzaba a la piscina para rescatarla. Segundos después ambos emergieron del agua; sin embargo, estaban un poco... unidos...

—Caleb no pierde el tiempo —comentó Zack, divertido, al verlo besando a la chica, quien lo empujó y comenzó a salpicarlo y ofenderlo, totalmente furiosa.

—Creo que Caleb y yo tenemos conceptos diferentes de la frase "no generar problemas" —concluí, colocando mis dedos índice y pulgar en mi tabique, considerando a Cale como un caso perdido—. No puedo seguir mirando esto...

—Te estás perdiendo una divertida escena... —dijo Zack. El condenado estaba disfrutándolo.

—Hola, chicos —saludó Caleb al llegar.

—¿"Hola, chicos"? —repetí, indignada, al verlo completamente empapado, pero con una sonrisa y un brillo especial en la mirada que nunca antes le había visto—. Se suponía que querías acercarte a ella para ser su amigo. ¿Qué fue todo eso? —lo regañé.

—Las cosas se salieron de control. —Se encogió de hombros, relajado.

—Tú hiciste que se salieran de control —repliqué.

—Te gustó la chica, ¿cierto? —comentó Zack y Caleb se limitó a sonreír.

—Hombres —emití, poniendo los ojos en blanco.

—Me pareció muy... peculiar... La mayoría de los invitados de esta fiesta son compañeros de instituto de Megan, así que probablemente la veré otra vez. Espero que así sea, siento que tendremos una amistad muy interesante...

-------

Buenas, buenas :D
Cómo va todo?
Qué les pareció el cap?
Los leo!
Quedó un poco extenso :')
Qué nostalgia escribir sobre Bel y su familia :")
Si leíste "Bélgica", conocerás a todos los personajes que mencioné.
Recuerdan este cap? :)
Me gustó la escena del inicio entre Phoebe y Zack :)
Y Caleb interrumpió para variar :')
Me alegra su nueva actitud hacia el romance de sus amigos. Fue muy maduro.
Espero que les haya gustado el cap.
Hasta el siguiente.
Gutbai :D
Dato random: Decidí que el personaje de Megan tuviera el apellido alemán "Meyer" porque significa "superior" como un claro ejemplo de la necesidad de perfección del personaje, lo cual se evidencia un poco mejor en el primer libro. No obstante, no suelo poner apellidos acorde a la personalidad. Por lo general, pongo cualquier cosa random xd, aunque no fue así con mis Reformers :)

La IA me hizo medio descamisa'o a Zack :v
Pero quedó guapo :)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro