Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 9

El Sr. Price no me necesita más a las 5:30 pm, así que con mucho cuidado guardo la rosa en la caja y voy en busca de Jessy.

Subimos en los autos hasta el apartamento y después de Jessy aparcar el de ella en el garaje, se cambia al mío y nos dirigimos hacia el Little Star. Al igual que el día anterior hay personas esperando afuera.

— ¿Están esperando para entrar? —pregunta Jessy asombrada.

—Sí. —respondo mientras caminamos rumbo a la entrada.

En cuanto llegamos allí nos detienen los dos guardias.

—Buenas noches, Katerine McClean, vengo a ver al chef.

—Adelante. —dice uno de ellos mientras nos abre la puerta.

Caminamos por el pasillo hasta llegar donde el maître.

—Buenas noches Srta. McClean, un placer tenerla una vez más con nosotros, por favor sígame, el chef la recibirá enseguida. —dice mientras abre una puerta diferente a la del salón.

Nos conduce por un pasillo hasta un pequeño recibidor.

—Esperen aquí, el chef estará con ustedes en un momento, tomen asiento. —y desaparece por otra puerta.

Estamos en un pequeño recibidor donde hay un sofá y varias butacas. Nos sentamos una al lado de la otra. No estamos mucho tiempo sentadas esperando, a los pocos minutos la puerta se abre y sale el maître acompañado de quién supongo es el chef. Nos ponemos de pie mientras el maître regresa a su puesto de trabajo y nos deja con el chef. Es alto, de cabello rubio, que cae a ambos lados de su rostro, y ojos verdes esmeralda. Se acerca a nosotras con una sonrisa en su rostro.

—Buenas noches. ¿Usted es Katerine la que habló conmigo por teléfono? —dice mientras se para frente a Jessy y toma una de sus manos para besarla—. Un placer conocerla. —dice mientras Jessy y yo reímos y él nos mira sin entender.

—El gusto es mío, pero yo no soy Katerine, ella es Katerine. —dice Jessy señalando en mi dirección.

—Discúlpeme. —dice mientras suelta la mano de Jessy y viene donde yo estoy, realizando la misma acción.

Tiene un inusual acento que al principio no sé identificar, creo que es irlandés.

—Disculpa aceptada. Esa es Jessy, mi compañera de piso y de trabajo. —le digo mientras él vuelve a mirarla muy sonriente.

Es una escena de lo más cómica. Los dos se miran y sonríen como idiotas. Creo que lo mejor será si los interrumpo.

—Disculpe, pero creo que estamos en desventaja, todavía no nos ha dicho su nombre.

—Oh, claro—se gira hacia mí y por un momento deja de mirar a Jessy—. Soy Alexander. Por favor siéntense—nos pide mientras nos sentamos en el sofá y él en la butaca—. Dime, Katerine, ¿en qué te puedo ayudar?

—Ayer cené aquí con mi jefe, el Sr. Price. Solo quería saber si alguien de su personal notó algo extraño.

— ¿Extraño como qué? —pregunta intrigado.

—No lo sé. —no sé cómo explicarle.

—Me comentaste algo de una rosa que te enviaron. ¿Cómo sabes que te la enviaron de aquí?

—Por lo que dice la nota.

—¿La rosa es negra de casualidad?

—Sí.

— ¿La trae consigo? —me pregunta mientras yo saco la caja de mi bolso y se la muestro.

El abre la caja y observa la rosa con detenimiento.

—Sí, es de mi restaurante. No es cualquier rosa—dice mientras yo lo miro sin perder un detalle de lo que dice—. Es una especie exótica. Solamente me enviaron cinco—me quedo impactada—. Son muy difíciles de encontrar y extremadamente caras. Esas me las ha regalado un amigo de Londres. —dice mientras me devuelve la caja.

¡Dios!

¿Extremadamente caras?

¿Qué tan cara cuesta una rosa negra?

—¿Entonces no tiene idea de quién pudo llevarse la rosa? Y la letra de la nota, quizás la reconozca o las iniciales de la persona. —le digo mientras saco la nota y se la muestro.

El la observa un rato hasta que niega con la cabeza.

—Lo siento, quisiera ayudarla, pero no reconozco la letra o las iniciales. —dice regresándome la tarjeta.

—Gracias de todas formas por su ayuda. —respondo con sinceridad mientras me pongo de pie y Jessy hace lo mismo.

—No hay de qué. Solo espero que no sea un psicópata. —dice mientras se levanta y los tres reímos.

—Esperemos que no. Jessy, ¿nos vamos? —le pregunto mientras la veo con la mirada perdida en Alexander.

—Sí, vamos. —dice mientras aparta su mirada y nos dirigimos hacia la puerta.

—Gracias por su ayuda Alexander. —le digo una vez más extendiéndole mi mano a modo de despedida.

—Siempre es un placer conocer a tan bellas damas—dice mientras besa mi mano y después toma la mano de Jessy para despedirse también—. Lamento no haber podido ayudarlas.

—No se preocupe. Gracias por su tiempo. —le contesto mientras salimos del restaurante en busca del auto.

— ¡Wau! Por poco me da un infarto cardíaco. —me dice Jessy en el auto mientras yo no puedo dejar de reír.

—Nunca te he visto tan afectada por un hombre. Los dos se miraban como idiotas Jessy. Solamente les hacía falta la habitación.

—Bueno... —dice ella mientras me muestra una tarjeta.

— ¿Y esa tarjeta? —le pregunto entrecerrando los ojos.

—Me la dio Alexander cuando se despidió.

—Bueno al menos el viaje hasta aquí no ha sido en vano. —murmuro sarcástica mientras Jessy ríe como idiota y yo conduzco rumbo a nuestro apartamento.

— ¿Ordenamos algo para cenar? —le pregunto cerrando la puerta del apartamento.

—Sí, voto por una pizza. —Jessy se deja caer en el sofá de la sala.

—Pues pizza será—respondo mientras busco el teléfono para ordenar. Pero en ese instante tocan a la puerta—. ¿Esperamos a alguien? —pregunto mientras Jessy se encoge de hombros y yo camino rumbo a la puerta.

Al abrir hay un chico bien vestido con dos cajas en las manos.

— ¿Katerine McClean? —pregunta mientras me mira con atención.

—Sí.

—Traigo una entrega del Little Star.

—No hemos ordenamos nada. —mucho menos del Little Star.

Ni siquiera sabía que se podía ordenar algo de allí.

—Cortesía del chef—dice tendiéndome las cajas—. Que lo disfruten.

Cierro la puerta con el pie y camino rumbo a la cocina.

— ¿Quién era?

—Nos trajeron algo del Little Star. —le digo mientras ella corre hasta donde yo estoy.

—Pero no ordenamos nada.

—Sí, lo sé. Como también imagino que no hacen entregas.

Sobre una de las cajas hay una nota doblada. Despego la nota y leo en voz alta:

Fue una descortesía de mi parte no invitarlas a cenar algo. Espero que con esto me disculpen.

Alexander.

Jessy y yo nos miramos por un momento y entonces abro muy rápido una de las cajas. Dentro hay un biscocho igual al que comí con el Sr. Price.

—Esto te va a encantar. —le digo a Jessy mientras se me hace agua la boca.

— ¿Ya lo has comido?

—Sí, en la cena con el Sr. Price. —le contesto mientras ella me mira asombrada.

—¿Creo que no me has contado mucho de esa cena?

—No hay mucho que contar.

Jessy saca el postre de la caja y lo coloca en la encimera. Al abrir la otra caja hay en ella un exquisito plato de algo que no sé identificar, pero sé que va a estar delicioso.

—Creo que ya puedes dejar el teléfono a un lado, hoy no lo necesitaremos—dice Jessy mientras me lo quita de la mano—. ¿Cómo supo donde vivíamos?

—Creo que el Sr. Price puede tener algo que ver con eso—respondo pensativa—. Olvidémonos de eso y cenemos antes de que se enfríe. —le digo mientras busco unos platos.

—Sí, muero por probar el postre.

—Créeme, te vas a morir cuando lo pruebes. —le digo mientras comenzamos a servirnos.

Ninguna habla en el transcurso de la cena. Aquello está demasiado delicioso y muy rápido lo terminamos. Entonces llegamos al postre. Esta vez, disfruto cada cucharada que me llevo a la boca.

—Eso ha sido lo más delicioso que he probado en mi vida. —murmura Jessy cuando terminamos el postre y nos sentamos en el sofá de la sala mientras yo hago zapping en los canales.

—Te lo dije.

—Creo que voy a llamar al chef y agradecerle por la cena. —me dice mientras se levanta sonriendo con picardía.

Y se va rumbo a su habitación. Me quedo sentada frente a la televisión viendo una película que no tengo idea de que trata. Todavía da vueltas en mi mente la tarjeta de mi admirador secreto. Ahora que lo pienso, tengo una investigación pendiente. Me levanto del sofá, apago la televisión y voy rumbo a mi habitación. Enciendo la laptop y me pongo a buscar la exótica rosa negra.

La verdad es que, para ser tan exótica, no hay mucha información. Solo existe una sola persona que la tiene en todo Londres, aunque nunca mencionan su nombre. Y que no es muy frecuente encontrarlas ya que solamente se dan una vez al año. La planta da de quince a veinte rosas, de las cuales solamente vende cinco, las otras casi siempre las regala a sus amistades. Pero más impresionada me quedo cuando veo lo que cuesta cada una de esas rosas.

¡Doscientos dólares!

¿Quién da doscientos dólares por una rosa?

Continúo buscando información, pero del dueño del inusual invernadero de rosas negras, no hay información ninguna.

Dos horas más tarde, continúo donde mismo. No tengo ni idea de quién puede ser mi admirador secreto. Cierro la computadora y me voy rumbo al baño por una ducha relajante. Recuerdo que tengo que llamar a Stella. Me he olvidado de ella por completo.

Termino la ducha y mientras me siento en la cama busco mi celular para llamarla. Son casi las 10:00 pm, solo espero que no esté durmiendo aún. El teléfono suena varias veces antes de que me responda.

—¿Pensé que te habías olvidado de mí? —me regaña, pero yo sé que debe de estar sonriendo.

—Han sido dos días muy estresantes. —respondo mientras la siento reír del otro lado.

— ¿Qué te pareció el Sr. Price?

Buena pregunta mamá.

¿Qué le puedo responder?

Qué está ardiente. Que fue el que me ayudó cuando me caí. Que el estómago se me hace nudos y las piernas me tiemblan cada vez que lo veo o entro en su oficina. No puedo contarle nada de eso.

—Nunca he tenido una discusión de agenda tan larga. —le digo mientras ella se ríe.

— ¿Hasta qué hora te tuvo?

—Hasta pasadas las doce. —le digo mientras ella continúa riendo del otro lado de la línea.

—Me alegro de que te cause gracia.

—No, no es eso. Disculpa por no poder avisarte, pero sabía que el haría eso.

— ¡Que! —exclamo irritada.

—Sí, esa era una de sus pruebas.

—Una de ellas. Y de casualidad no te dijo cuáles serían las otras, ¿cierto?

—No, pero no te preocupes, sé que se van a llevar bien.

— ¿Cómo lo sabes?

—Te contaré un pequeño secreto—dice mientras yo me pego más el teléfono al oído—.Ustedes tienen mucho en común.

Yo y el Sr. Price, mucho en común. Eso tengo que verlo.

—Por lo que veo, lo conoces bastante bien.

—No más que tú.

—Pero me acabas de decir...

—No te creas todo lo que ves Kate, las apariencias pueden engañar. Y sé que debajo de esa apariencia fuerte que el deja ver a todos, se esconde alguien por completo diferente.

—Si tú lo dices—pero dudo mucho que él y yo tengamos algo en común—. Bueno mamá, solo te llamé para hablar un rato, voy a dormir, mañana debe ser otro día interesante. —le digo bostezando mientras ella vuelve a reír. Me encanta escucharla reír.

—Está bien cariño, duerme bien.

—Te quiero mamá.

—Yo también te quiero hija. —y cuelga.

Me cubro con el edredón mientras dejo mis gafas en la mesita de noche.

«Tengo que olvidarme de todo, del Sr. Price, de mi admirador secreto y solo concentrarme en el trabajo.» —me digo a mí misma mientras me acomodo en la cama para dormir. «Mañana será un día diferente.» —me digo mientras cierro los ojos.

Sí.

Hoy es un día por completo diferente. Al llegar al ascensor, a diferencia de otras veces, no hay nadie.

¡Qué extraño!

Presiono el botón de llamada, y mientras espero, comienzan a llegar más personas.

—Buenos días. —cierro los ojos.

¡Dios!

¡Esa voz tan temprano no!

¿Porque tiene que torturarme de esta forma, a esta hora?

Su voz me ha sonado muy cerca. Abro los ojos y giro mi rostro. El Sr. Price se encuentra a mi lado con su rostro a escasos centímetros del mío. Trago en seco mientras miro sus labios tan cerca de los míos que me tientan a besarlos. Hoy al igual que ayer, luce una incipiente barba que hace que se me seque la boca y mis piernas tiemblen deseando sentirla deslizándose por mi cuerpo. Me separo un poco de él.

—Buenos días Sr. Price. —le contesto con gentileza poniendo un poco de distancia entre nosotros.

Las puertas del ascensor se abren y entro acomodándome en el fondo, en una de las esquinas del ascensor, mientras el Sr. Price me sigue de cerca y se acomoda a mi lado. Me siento como si me estuviese acorralando. El ascensor se llena de personas, por lo que él se tiene que pegar un poco a mí. Al cerrarse las puertas, comenzamos a subir.

No me gustan mucho los ascensores llenos de personas, hace que me ponga nerviosa. Y la presencia del Sr. Price a mi lado, no mejora mucho la situación. Siento la electricidad que nos rodea y nos atrae. Puedo sentir su mirada que me taladra, pero no me atrevo a mirar.

El ascensor se detiene en el décimo piso y bajan varias personas. Pero el Sr. Price no se separa ni un milímetro de mí. Lo miro con brevedad y me sorprende mirándolo. Aparto mi mirada y la enfoco en el panel de pisos que va cambiando mientras el ascensor sube muy lento. Me separo un poco del Sr. Price. El no vuelve a pegarse a mí, pero puedo sentir su mirada. El ascensor se detiene varias veces más hasta que en el vigésimo piso se bajan todas las personas quedando solamente el Sr. Price y yo.

En cuanto las puertas se cierran, mi corazón comienza a latir desbocado. Si un ascensor lleno me pone nerviosa, mucho más lo estoy al estar sola con el aquí.

Puedo sentir su presencia mucho más fuerte que antes. Su olor, ahora invade el ascensor y me nubla los sentidos. Me giro un poco para observarlo y se encuentra recostado a la pared contraria con su cabeza inclinada hacia arriba y los ojos cerrados. Ahora que lo observo bien, luce muy diferente a ayer. Viste unos jeans y una chaqueta negra de cuello alto con enormes botones dorados. En la mano trae unas gafas aviador que no había visto antes. Su cabello luce desordenado, como si se hubiese pasado la mano varias veces por él. Luce tan diferente y endemoniadamente sexy, mucho más que de costumbre. El ascensor se detiene en nuestro piso y el Sr. Price sale antes que yo caminando muy rápido hacia la oficina.

— ¿Qué le sucede? —me pregunta Jessy en la recepción cuando paso frente a ella.

—No lo sé—le contesto encogiéndome de hombros —. Si sé algo te cuento luego. —le respondo con un guiño mientras camino rumbo a mi oficina.

Pero entonces recuerdo el café del Sr. Price y cambio de dirección. En cuanto está listo, vuelvo a retomar mi camino. Toco a su puerta y entro sin esperar que el me avise. Al igual que todos los días se encuentra mirando a la distancia por las ventanas panorámicas.

¿Extrañará Londres?

—Su café Sr. Price—le digo mientras lo pongo en su mesa—. Con su permiso. —digo mientras me retiro de su oficina.

—Espere un momento. —dice mientras yo me detengo en seco y me giro muy lento hacia él.

El Sr. Price camina hacia su escritorio mientras yo me quedo allí congelada, mirándolo.

—Necesito los expedientes de todo el personal que labora en nanotecnología lo antes posible. —me dice mientras busca algo en su escritorio.

Que petición tan extraña.

¿Acaso va a despedir personal?

—Enseguida Sr. Price. ¿Algo más? —le pregunto mientras el levanta su mirada hacia mí.

—Sí, gracias por el café. —me sonríe antes de dar un sorbo de la taza que ya tiene en la mano.

—De nada, con su permiso. —respondo mientras doy media vuelta y salgo de su oficina.

Aún mis piernas están temblando cuando me siento en mi silla. Su sonrisa me ha desarmado completamente. Es cálida y amable y me hace sentir cientos de mariposas. Aun no entiendo porque tiene ese poder sobre mí. Cierro los ojos por un momento.

Olvidar...olvidar...olvidar...


_______________________________________________________________________________

Espero les guste este capítulo. ¿Que les pareció Alexander y Jessy?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto.

Xoxo
🐦⭐

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro