Capítulo 6
El Sr. Price no es para nada como yo me lo he imaginado. Es joven y atractivo, con el cabello negro y los ojos de un azul muy intenso. El famoso Sr. Price, no es otro que el desconocido que me ayudó en el lobby, el mismo que vimos en la cafetería y con el que he soñado la noche anterior y aún no logro sacar de mi mente. Mi corazón comienza a latir frenético, lo siento como si quisiera salirse por mi boca. Mis piernas me tiemblan, no sé si por nerviosismo, ansiedad o algo más. Los recuerdos del sueño de la noche anterior aún están frescos en mi mente, y comienzo a sentir mis mejillas arder.
Luce exactamente igual que el día anterior. Aunque es imposible que hubiese cambiado mucho en apenas veinticuatro horas. Aunque hoy, a diferencia de ayer, su rostro luce una ligera barba, y su cabello se encuentra peinado a la perfección hacia atrás. Lleva un traje azul oscuro que hace resaltar, aún más, el color de sus ojos. Y una vez más me quedo embobada viéndolo más de la cuenta.
Agacho mi cabeza un poco con la intención de que no note mi presencia. No quiero que me reconozca como la chica patosa que se cayó en el lobby el día anterior y él ayudó a levantar. Creo que ahora si me quedo sin trabajo. No creo que él me quiera trabajando para él y mucho menos como su asistente personal después de la caída de ayer. Me acomodo las gafas y un mechón de cabello hacia atrás. Este es uno de esos momentos en que me gustaría ser invisible para que él no pueda verme.
—Gracias a todos por estar aquí con tan poca antelación—esa voz, hace que el vello de mi cuerpo se erice por completo—. Solo quiero que me conozcan y que sepan que cualquier problema que tengan pueden contar conmigo. Stella me escogió para ocupar el cargo entre otros candidatos iguales o mejor capacitados que yo, porque al parecer vio algo en mí—sí, creo que yo también vi algo en él, pero de una forma muy diferente. Lo miro de reojo esquivando su mirada. Verlo mover los labios mientras habla hace que comience a sentir cosas que no debo estar sintiendo en este momento. Mucho menos por él. Me estoy excitando, y solo puedo pensar en esos mismos labios recorriendo muy despacio mi piel. Aprieto los muslos debajo de la mesa y me olvido de lo que él dice mientras continúo viendo sus labios moverse a través del discurso que está pronunciando. Y recuerdo el sueño de la noche anterior donde me recorría, con esos mismos labios, el cuerpo. Aparto de mi mente esos pensamientos y me concentro una vez más en lo que él dice—...y cómo mismo le dije a Stella, continuaré haciendo de esta compañía lo que es. Una de las mejores del mundo en cuanto a tecnología de punta. Gracias a todos por venir con tan poca antelación, pueden retirarse a tomar un aperitivo al fondo—dice mientras todos aplauden con vigor.
Todos comienzan a levantarse y dirigirse algunos hacia los aperitivos y otros se marchan poco a poco del salón de reuniones. Él aún no me ha visto al parecer, ésta es mi oportunidad para escapar sin ser vista. Me levanto de la silla y me mezclo con las demás personas dispuesta a salir cuando Stella me llama.
—Katerine, quédate un momento. —mi oportunidad de escapar se acababa de esfumar.
Me aparto de la puerta y me paro al lado de Stella mirando la alfombra que en estos momentos me parece muy interesante. Tal vez si tengo suerte, no se acuerde de mí. Pero sé que eso no va a suceder, al menos que tenga alzhéimer, y no creo que sea el caso.
—Leonard, esta es Katerine, mi asistente personal, ahora la tuya. —nos presenta mientras yo levanto la vista del suelo y lo miro a él extendiendo mi mano a modo de saludo.
—Mucho gusto en conocerlo Sr. Price. —intento no sonar nerviosa.
El me observa por un momento con su mirada azul intensa fija en mí. Y después extiende su mano y toma la mía. Si se acuerda de mí, no dice nada y finge que no nos conocemos.
—Un placer, Srta. McClean, me han hablado mucho de usted—dice mientras mira a Stella y le sonríe—. Estoy ansioso por verla trabajando. —continúa aun sosteniendo mi mano.
—Bueno, ya que se conocen, creo que debo retirarme. —dice mi madre mientras yo aparto mi mano de la del Sr. Price que comienza a quemar contra la mía—. Katerine, muéstrale esta planta al Sr. Price, yo iré recogiendo las cosas que me quedan en la oficina. —dice mientras sale del salón de reuniones dejándonos solos.
—Sígame, le daré un breve recorrido. —le hago un gesto para que salga adelante.
—Usted primero Srta. McClean. —responde mientras me hace un gesto con la mano y yo salgo delante de él.
Es una suerte que yo voy adelante, así no puede ver que estoy ruborizada. Presiento que esto va a ser complicado a partir de ahora. Solo tengo que olvidarme del sueño que tuve donde él era el protagonista. Ahora es mi jefe. Y sé muy bien que entre nosotros jamás va a ocurrir nada. No porque la empresa no lo permita, no tenemos reglas que prohíban salir entre empleados. Pero después de lo de Joey, tomé la decisión de no salir con nadie que trabaje conmigo.
Cuando mi madre intentó que saliera con Joel fue diferente, no sólo por el hecho de que él es gay, sino porque no trabajamos juntos, el solo es el chofer de mi madre. Lo veo solo en algunas ocasiones. Pero al Sr. Price lo tendré que ver a todas horas, eso sin contar cuando tengamos que sentarnos a arreglar la agenda o algún durante algún viaje de negocios. ¿Porque estoy pensando tanto en esto? Lo más probable es que el Sr. Price ni se fije en mí, y si lo hace, bueno, ya tendré que buscar la forma de deshacerme de él.
Caminamos por el pasillo. Puedo sentir sus pasos detrás de mí, mientras le voy mostrando las oficinas del piso, que no son muchas, y explicándole cual es cada una. Le muestro la sala de descanso y dejo la oficina mía y la que será de él para el final.
—Esta es mi oficina—le digo mientras él la observa asintiendo con la cabeza—. Y esa de allí es la suya. —le digo señalando la puerta por donde sale Stella cargando una caja llena con sus cosas.
— ¿Ya le mostraste todo el piso? —me pregunta Stella mientras deja la caja por un momento en mi escritorio.
Iba a contestar, pero el Sr. Price se me adelanta.
—Sí, ya la Srta. McClean me mostró el piso—responde mientras me mira un instante—.¿Te ayudo con esa caja? —pregunta girándose hacia Stella.
—No, gracias, no es muy pesada, puedo arreglármelas. —le contesta ella brindándole una sonrisa.
—Insisto. —le dice mientras coge la caja del escritorio y camina saliendo por la puerta rumbo al ascensor.
Stella me gesticula "después me cuentas" y sale detrás de él. Y en cuanto la puerta se cierra salgo corriendo rumbo al baño y me paro frente al espejo. Me aclaro un poco el rostro con agua para ver si de esta forma logro que el rubor que ha aparecido, desaparezca. Pero es imposible.
Me seco la cara con una toalla y regreso hacia mi escritorio sentándome y revisando los e-mails que han llegado. Y es de esperarse que tenga uno privado de Jessy.
De: Jessy
Para: Kate
Fecha: martes, 20/10/2015, 9:15 AM
Asunto: ¿Qué te pareció?
Creo que sobran las palabras con respecto al nuevo jefe, hablamos mucho el otro día sin saber quién era. Y con el sueño que imagino tuviste, no cabe duda de que te gusta.
Jessy.
¡Oh dios! Ahora Jessy no me dejará en paz.
De: Katerine
Para: Jessy
Fecha: martes, 20/10/2015, 9:32 AM
Asunto: ¿Estás de broma?
Será mejor que olvides lo que hablamos el otro día y de que tuve un sueño erótico con el nuevo jefe. Lo que menos necesito en este momento es que me lo recuerdes.
Kate.
Solo espero que Jessy no toque más el tema. En ese instante se abre la puerta y entra el Sr. Price. Me quedo mirándolo mientras cierro el correo electrónico. Sus ojos por un momento se encuentran con los míos. Por suerte estoy sentada, ya que mis piernas están temblando debajo de la mesa.
Aparta su mirada de mí y va rumbo a su oficina cerrando la puerta después de entrar. Y yo me quedo mirando la puerta. El sonido del teléfono hace que pegue un salto en mi asiento y me saca de mi distracción. Al mirar el identificador veo que es él.
—Dígame Sr. Price. —contesto con mi mejor voz después de respirar profundo.
—En unos minutos venga a mi oficina para que me ponga al tanto de la agenda.
—Enseguida Sr. Price, ¿desea algo más?
—No, eso será todo, gracias. —y cuelga.
Mis piernas me tiemblan aún más. No recuerdo que su voz sonara tan sexy. Por teléfono suena terriblemente encantadora y hechizante. Respiro profundo y cojo la agenda. Me pongo de pie y camino hasta la puerta que separa nuestras oficinas. Vuelvo a tomar varias bocanadas de aire antes de tocar con suavidad.
—Adelante. —y tras respirar una última vez, entro en la oficina.
—Permiso. —respondo mientras abro y entro cerrando la puerta detrás de mí.
—Siéntese. —me dice señalando una butaca frente a su escritorio.
Esta no es la primera vez que discuto una agenda, lo he hecho en incontables ocasiones ya. Pero ha sido con Stella. Con el Sr. Price es por completo diferente. Cada vez que toco un punto de la agenda, el me hace preguntas sobre ello y me pide mi opinión al respecto.
Nuestra reunión se va extendiendo y es cerca del mediodía. Creo que hoy no voy a almorzar con Jessy y lo tendré que hacer sola. Jessy y yo llegamos a un acuerdo para almorzar, si pasan de las 12:15 pm y no la recojo, es que estoy complicada.
Finalmente llegamos a lo último que hay en la agenda.
—Y el jueves tiene una reunión con el gerente del Hotel Park Hyatt Chicago. —le digo mientras aparto mi mirada de la agenda y lo miro a él.
El Sr. Price se me queda mirando con atención antes de volver a hablar.
— ¿Algo más en la agenda? —pregunta mientras mira su reloj y después vuelve a mirarme a mí.
—No, eso es lo último. —le contesto mientras cierro la agenda.
—De acuerdo, puede ir a almorzar. Necesitaré que me envíe una copia de la agenda al correo cuando regrese. —me dice mientras aparta la mirada de mí y la dirige a su computadora.
—Con su permiso. —le respondo mientras me levanto de mi asiento y me dirijo rumbo a la puerta con mis nervios a flor de piel.
—Otra cosa. —me detengo y me giro hacia él.
—Sí. —le contesto con la mano en el picaporte de la puerta.
— ¿Cómo se encuentra su tobillo? —me pregunta de forma repentina.
— ¿Mi tobillo? —repito como una tonta.
—Sí, me percaté que no lo apoyaba mucho después de su accidente ayer.
¿Como es posible que se haya percatado de eso?
—Está mejor, gracias. Si me disculpa me retiro.
—Adelante. —me dice mientras yo salgo de la oficina con las piernas temblando y mi corazón latiendo a toda prisa.
Bueno, no ha ido tan mal después de todo.
Eso creo.
Le envío la copia de la agenda antes de ir a almorzar, de todas formas, ya la tengo transcrita. Solo tengo un problema. No tengo su correo electrónico. Abro el correo mientras pienso que hacer y para mi sorpresa tengo uno del Sr. Price.
De: Leonard Price
Para: Katerine McClean
Fecha: martes, 20/10/2015, 12:25 PM
Asunto: Mi correo.
Srta. McClean, creo que usted no tiene aún mi dirección de correo para enviarme la agenda. Aquí está.
Leonard Price, Presidente Ejecutivo de TecFall.
Creo que se acababa de solucionar el problema. Le doy responder al correo y le adjunto la copia de la agenda.
De: Katerine McClean
Para: Leonard Price
Fecha: martes, 20/10/2015, 12:28 PM
Asunto: Gracias.
Gracias por enviarme su dirección de correo, aquí le adjunto la agenda, con su permiso salgo a almorzar.
Katerine McClean, Asistente Personal de Leonard Price.
Envío el correo y me alisto para ir a almorzar. Cojo la gabardina del respaldo de la silla y salgo rumbo a la cafetería donde almorcé con Jessy el día anterior y dónde acostumbramos a almorzar de forma regular.
Ahora no está lloviendo, lo que es una suerte. Quizás si me apresuro Jessy aún esté almorzando allí. Pero ella no está. Bueno, creo que no me queda otra opción, tendré que almorzar sola. Me siento en el lugar de siempre y ordeno una ensalada campera, un sándwich de pavo y un jugo, a pesar que no tengo mucho apetito. En cuanto me traen mi orden comienzo a comer muy despacio la ensalada.
—¿La puedo acompañar? —casi me atraganto con una papa en la boca al escuchar su voz.
Alzo la vista de mi ensalada, y me encuentro con su mirada penetrante, fija en mí. ¿Que acaso no hay más lugares para almorzar? Mi corazón comienza a latir más rápido mientras las palabras se niegan a salir de mis labios. Respiro profundo y aparto mis ojos de los suyos para así lograr concentrarme en lo que voy a decir.
—Sí, no hay problema. —respondo tratando de no sonar nerviosa.
Él se sienta frente a mí mientras pone su orden en la mesa. Me brinda una media sonrisa y comienza a comer su hamburguesa. Ni siquiera me atrevo a mirarlo. Tengo miedo de que me atrape haciéndolo. Ahora tengo mucho menos apetito que antes.
¿Por qué me suceden estas cosas a mí?
—Que coincidencia encontrarnos aquí Srta. McClean. —me dice haciendo una pausa en su comida y mirando en mi dirección.
—Sí, que casualidad Sr. Price. —le respondo mientras miro un instante hacia él y le doy un sorbo a mi jugo.
— ¿Siempre viene a almorzar a este sitio? —pregunta con curiosidad. ¿A qué viene su pregunta?
—A veces. —respondo evasiva con una mentira.
Siempre vengo a almorzar aquí, creo que ahora tengo que buscar otro lugar para hacerlo. Ya es suficiente con verlo en la oficina. No quiero también cruzármelo a la hora del almuerzo.
— ¿Y usted? —le pregunto.
Y en cuanto lo hago, me arrepiento de lo que he hecho.
Él se me queda mirando mientras frunce el ceño. ¿Quién me ha mandado a abrir la boca? Pero tengo que saberlo, no quiero cruzarme con él todos los días y a todas horas. Si es así, buscaré otro lugar donde almorzar con Jessy.
—Bueno, no conozco mucho de esta zona, este lugar lo conozco por Stella, ayer me lo mostró y pensé que sería un buen sitio para almorzar.
—Lo es. —respondo mientras como muy lento mi ensalada.
— ¿No tiene apetito? —me pregunta mientras yo alzo la vista de la comida.
—No, no mucho. —contesto con honestidad.
— ¿Está enferma? ¿Se siente bien?
—No, no estoy enferma, estoy bien. —miento.
La verdad es que no estoy bien. He perdido el apetito desde el día en que lo conocí. Al menos ayer pude almorzar algo. Hoy, con el sentado frente a mí, es imposible hacerlo. Tengo el estómago hecho nudos mientras mi corazón late frenético en mi pecho. Necesito salir de aquí de inmediato, no puedo estar ni un minuto más frente a él.
—Creo que no comeré más—respondo mientras llamo para pedir la cuenta y pido que me envuelvan el sándwich sin apenas tocar—. Con su permiso, regreso a la oficina.
—Yo me encargo de esto. —dice mientras coge la cuenta para pagarla.
— ¡Disculpe! ¡No puedo dejar que pague mi almuerzo! —exclamo muy bajo, casi imperceptible como para que no me escuche.
— ¿Por qué no? —al parecer hablar muy bajo no funciona con él porque me ha escuchado.
Pero en ese momento no se me ocurre un argumento convincente para que no pague por mi comida. ¿Qué le puedo decir? Que no me gusta que un extraño pague mi comida. Pero ese extraño es mi jefe, hay una diferencia enorme.
—Porque no. Además, ni siquiera me lo comí. —le respondo muy seria.
—Pero lo hará más tarde, para eso se lo va a llevar, ¿o no? —me dice mientras traen mi sándwich envuelto y el Sr. Price paga sin siquiera dejarme protestar—. Si no se lo come, me veré obligado a llevarla a comer algo más tarde.
¡Llevarme a cenar! No, no, no, no. No puedo permitir eso.
—De acuerdo, me lo comeré más tarde. —respondo resignada mientras recojo mi sándwich y me levanto para irme.
«Ni loca voy a dejar que me lleve a cenar»
—Vamos, la acompaño. —me dice antes de pedir su cuenta.
—No va a terminar su... — me quedo con las palabras en los labios cuando miro su plato vacío.
¿En qué momento él ha comido su almuerzo? Ni siquiera me he percatado. Paga su cuenta y se pone de pie.
—¿Nos vamos? ¿O cambió de opinión y se va a terminar su almuerzo aquí? —me pregunta con voz firme y serena mientras me mira atento.
—Nos vamos. —comienzo a caminar rumbo a la puerta de salida sin siquiera esperar por él.
Puedo sentir sus pasos a mi lado mientras caminamos rumbo a la oficina. Ninguno de los dos dice una palabra en todo el trayecto. Al llegar al ascensor, él presiona el botón de llamada. Solo pasan unos segundos antes de que las puertas se abran. No sé si para mi suerte o desgracia el ascensor está por completo vacío y nadie sube con nosotros.
En un gesto casual y firme, presiona el botón del piso 25 y las puertas se cierran. El ascensor comienza a ascender, para muy lento a mi parecer, mientras él Sr. Price se recuesta, de forma casual, a una de las paredes del ascensor con sus brazos cruzados sobre el pecho. Me mira con curiosidad, como si fuese algo exótico fuera de este mundo.
Y yo, yo no sé dónde meterme en este instante. Me acomodo en el extremo opuesto del ascensor. El aire se ha vuelto más denso y mis sentidos se han agudizado. El embriagador olor que emana de su cuerpo comienza a nublar mis sentidos. Huele a colonia cara y algo más.
Ni siquiera me atrevo a mirarlo, no quiero perderme en su mirada como sé que va a suceder. Así que me entretengo en el papel de aluminio con forma de cisne que envuelve mi almuerzo.
El ascensor se detiene a medio recorrido y suben unas seis personas haciendo que el Sr. Price se mueva en el ascensor hasta detenerse a mi lado. Su porte y presencia intimidan un poco. El ascensor continúa su recorrido. Ahora siento su olor mucho más intenso que antes. Incluso puedo sentir el calor que desprende su cuerpo, a pesar de las capas de ropa que nos separan. Mi corazón se desboca queriendo escapar de mi cuerpo mientras siento las piernas como de gelatina.
El ascensor se detiene en nuestra planta y todos salimos. Lo puedo sentir caminar detrás de mí mientras paso frente a recepción y saludo a Jessy muy rápido con la mano. Camino deprisa hacia mi escritorio para esconderme detrás de él toda la tarde. Cuando he llegado a mi escritorio, el entra en su oficina. Me dejo caer en la silla y respiro profundo. Este es mi refugio. Donde me siento segura. Segura y a salvo. Como si de esta forma me pudiese librar de mi sexy y ardiente nuevo jefe.
El Sr. Price
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Espero les guste este capítulo. ¿Que opinan del comportamiento de Price?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto.
Xoxo
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