Capítulo 3
Continúo sentada en el suelo frío del ascensor. Es una suerte que esté vacío. Llevo una mano a mi pecho donde el corazón late frenético.
«¿Qué acaba de suceder?»—me digo mientras recuerdo su mirada penetrante fija en la mía.
Miro los zapatos en el suelo a mi lado y río. Estas cosas solo me suceden a mí. Alzo la vista hacia el panel del ascensor que va marcando los pisos sin detenerse.
«¡Qué extraño!»
Pronto llega al último piso, me levanto y recojo los zapatos mientras las puertas se abren. Más tarde debo meditar sobre lo ocurrido. Salgo del ascensor y camino rumbo a mi oficina mientras miro mis pies descalzos.
— ¡Kate! —alguien grita mi nombre sorprendiéndome.
Alzo la vista y la veo detrás del escritorio de la recepción.
— ¡Jessy! ¡Regresaste! —grito eufórica mientras corro hacia ella.
Dejo caer los zapatos al suelo y nos envolvemos en un fuerte abrazo.
—Solo me fui unos días, no para siempre. —contesta separándose de mí.
—El apartamento se siente vacío sin ti, y extraño mucho nuestra salida habitual de los fines de semana. —le respondo con nostalgia.
—Bueno, tenemos este fin de semana para ponernos al día. ¿Qué les sucedió a tus zapatos? —pregunta señalando al suelo.
— ¡Oh!—olvidé los zapatos—. Un pequeño accidente. —le respondo mientras los recojo una vez más.
—Ya veo. ¿Cómo estuvo tu semana? —a ella le gusta mucho cambiar de tema de forma drástica.
— ¿Ya sabes lo del nuevo jefe?
—Sí, escuché algún que otro comentario cuando subí en el ascensor. ¿Ya lo conociste?
—No, Stella aún le está mostrando la empresa, creo que lo conoceremos entre hoy y mañana.
—Todo esto es muy extraño, ¿no crees?
—Eso mismo pienso yo. Solo conozco su nombre, desconozco su apariencia. No sé cómo, pero se las ha ingeniado para que no exista ninguna foto de él en ningún sitio. Es un completo misterio. —contesto mientras medito un poco.
—Ni se te ocurra Kate, conozco esa mirada. —Jessy me sermonea.
— ¿Que mirada? —pregunto haciéndome la desentendida.
—Esa mirada—dice señalando mi rostro. —La de "me gustan los misterios imposibles de resolver". —dice imitando mi voz y haciéndome reír.
—Solo me intriga, nada más—no entiendo cómo ha logrado desaparecer. Lo mejor es olvidarme de eso—. ¿Cómo está tu padre? —pregunto recordando el motivo por el que se ha ausentado.
—Bien, solo fue un susto, ya está en la casa recuperándose.
—Si te puedo ayudar en algo, solo avísame.
—De acuerdo. ¿Qué harás con los zapatos? —ha vuelto a cambiar de tema, al parecer no quiere hablar de lo sucedido con su padre—. No estarás todo el día sin zapatos, ¿o sí?
—No. Creo que tengo unas zapatillas de emergencia en algún lugar guardadas—respondo mientras ambas reímos y me dirijo a mi oficina—. ¿Sabes si Stella subió? —pregunto girándome hacia ella un instante.
—No lo sé, si lo hizo, fue antes que yo llegara. —me dice mientras yo me giro y reanudo la marcha.
Aquí en la oficina me dirijo a mi madre como Stella, nadie sabe que ella me adoptó cuando fallecieron mis padres. Cuando comencé a hacer las prácticas le pedí que mantuviera en secreto nuestra relación. Para todos ella es una vieja amiga de mi madre, que al final es la verdad en realidad. Solo que una verdad a medias.
No hay señales de mi madre por ningún lugar, al parecer no ha subido aún, si es que lo hace en algún momento del día. Me dirijo hacia el baño de mi oficina, busco en el armario donde guardo el bolso y encuentro las zapatillas que dejé en una ocasión. Me las pongo y me dirijo a mi escritorio. Enciendo la computadora y espero que encienda. Después comienzo a revisar los e-mails y a organizar la agenda de la semana.
Son las 10:00 am y ella aún no ha subido a la oficina. Me levanto de la silla y voy a prepararme un café. Hay una máquina expendedora en uno de los pasillos, pero prefiero al igual que mi madre el café casero preparado por uno mismo. Así que me dirijo a la sala de descanso. A pesar de que hay personal dispuesto para que me lo preparen y me lo lleven a mi oficina a cualquier hora que lo solicite, a mí me gusta prepararlo yo misma. Nadie se opone y a mi madre le encanta cuando se lo llevo.
No hay nadie allí, y después de terminar de preparar el café lo vierto en una jarra y regreso a mi oficina. En cuanto me siento suena el teléfono y lo atiendo sin mirar el identificador.
—TecFall buenos días. —contesto con una sonrisa en mi rostro.
—Hola Kate. ¿Hay algo en la agenda para hoy?—es Stella.
—No mucho, solo tienes una reunión a las 2:00 pm con el gerente del Park Hyatt Chicago.
—Cámbiala para otro día, no creo que pueda hoy, así que a menos que sea muy importante, que no se pueda aplazar, me avisas.
—De acuerdo. ¿Dónde estás?
—Mostrándole las nuevas innovaciones tecnológicas al Sr. Price. Te llamo en la noche y hablamos.
—De acuerdo, hablamos en la noche. —le respondo mientras finalizo la llamada.
Bueno, creo que ahora debo de cambiar mis hábitos. Abro mi correo privado y le envío un e-mail a Jessy.
De: Katerine
Fecha: lunes, 19/10/2015, 10:25 AM
Para: Jessy
Asunto: Almuerzo.
¿Podemos almorzar juntas hoy? Por favor dime que sí, no quiero almorzar sola.
Kate.
La verdad es que no sé si Jessy esté de ánimos para ir a almorzar conmigo, nunca lo podemos hacer, yo casi siempre estoy muy ocupada y almuerzo con mi madre para agilizar la agenda. Quiero aprovechar ahora que podemos.
Su respuesta llega unos minutos más tarde.
De: Jessy
Para: Kate
Fecha: lunes, 19/10/2015, 10:28 AM
Asunto: ¡Almorzar!
Me encantaría ir a almorzar juntas, hace tiempo que no lo hacemos, me recoges a la salida. Estaré detrás el escritorio.
Jessy.
Me encanta el sentido del humor de Jessy, tal vez por eso nos llevamos tan bien.
El día transcurre muy lento. El resto de la mañana lo paso atendiendo llamadas y cambiando reuniones para la próxima semana. No me gusta estar sentada aquí sin hacer nada en lo absoluto. Al menos cuando mi madre está en la oficina no paramos en todo el día de un lugar para otro. A ella le gusta supervisarlo todo con sus propios ojos, y siempre me pide que la acompañe y tome nota.
La agenda se va llenando poco a poco de eventos para la próxima semana, reuniones y discusión de nuevos proyectos. Y solo es lunes.
Al mediodía salgo en busca de Jessy y nos dirigimos a una cafetería que hay muy cerca de allí, frente al parque Millennium.
Nos sentamos en una mesa al fondo, apartada de todos. Jessy se sienta mirando hacia la puerta, como es costumbre, y yo de espalda a esta. A nuestro lado tenemos un enorme ventanal que nos da una hermosa vista del parque. Una chica toma nuestra orden, muy rápido, e igual de veloz nos la sirven. Estamos charlando y haciendo planes para el fin de semana, cuando Jessy se interrumpe en medio de una frase.
— ¡Madre mía! ¿Quién es ese dios sexy que acaba de entrar? —exclama mientras yo me giro intrigada hacia donde ella está mirando.
Y entonces lo veo. El mismo traje, el mismo cabello negro. Luce más alto ahora que lo veo de lejos.
Mi corazón comienza a latir desbocado mientras se me hace un nudo en el estómago o son mariposas revoloteando, no lo sé. Vuelvo a girarme en el asiento mirando ahora mi hamburguesa a medio comer. No creo que pueda continuar comiéndola. Acabo de perder el apetito. Y trato por todos los medios de ignorar los comentarios de Jessy.
—Está buenísimo, ¿verdad? —me dice haciendo que lo mire una vez más antes de girarme hacia Jessy.
No sé porque me torturo volviendo a mirarlo, sé exactamente como luce, lo he visto mucho más de cerca.
—No está mal. —respondo fingiendo indiferencia.
—Vamos, míralo bien, está para comérselo. —murmura ella saboreándose.
— ¡Jessy! —la regaño.
—¡Que! Mirar no hace daño, además no lo quiero para mí, no es mi tipo, más bien es el tuyo.
— ¿El mío? ¿Y desde cuando sabes el tipo de hombres que me gustan? —pregunto incrédula.
—Justo como ese. Los peligrosos que están fuera de tu alcance, y todas se babean por él. —responde mientras señala a una de las meseras que lo mira embobada.
—Tienes razón, todas las mujeres se babean por él. —le contesto mientras le señalo a otra más y ambas reímos.
— Incluyéndote a ti.
— ¿A mí? Te equivocas, no es para nada mi tipo. —le respondo mientras cojo una papa frita y le doy una mordida tratando de evadir los comentarios que sé vienen a continuación.
—Si lo es, acéptalo.
—De acuerdo, pudiera ser mi tipo. —acepto resignada esperando que ella deje de molestarme. Pero estoy equivocada si pienso que ella va a dejar el asunto así como así.
—Entonces, si te invitase a salir, ¿aceptarías? —pregunta muy emocionada.
—Claro que no, apenas lo conozco. Además, en que universo él me invitaría a mí a salir, mírame, no tengo nada del otro mundo. —contesto mientras me acomodo las gafas.
Pero a veces se me olvida que Jessy me conoce muy bien.
— ¿Estás nerviosa? ¿Porque siento que me estás ocultando algo? ¿Acaso lo conoces? —pregunta intrigada. Alzo la mirada de mi hamburguesa y la miro directo a los ojos.
Si he aprendido una cosa de Jessy en el tiempo que nos conocemos, es lo perseverante que es. Lo mejor es contestarle a la primera o no parará de preguntar e insistir hasta obtener la respuesta. Ella es capaz de ir y preguntarle a él si me conoce, solo para salir de dudas.
— ¿Por qué crees que lo conozco? —le pregunto tratando de evadirla, pero sé que va a ser en vano.
—Porque desde que lo viste estás sonrojada. Además, dejaste de comer y te has acomodado el cabello y las gafas más de cuatro veces desde que él llegó. Vamos, suéltalo. ¿Qué sucedió con él?
—Sí, se puede decir que lo conozco. —respondo con indiferencia mientras le doy vueltas a una papa frita en mi plato.
— ¿Cómo conociste a un tipo tan sexy y atractivo? —me pregunta intrigada mientras continúa mirando hacia donde él se encuentra.
Y miro hacia él una vez más. Lo más probable es que no me reconozca o no se acuerde de mí. Siempre sucede.
Se encuentra parado frente a la barra ordenando algo. Solo espero que se marche sin percatarse que yo estoy aquí. Me giro una vez más y cojo una papa metiéndola en mi boca.
—En realidad no lo conozco Jessy.
—Qué lástima, ya se va—dice al tiempo que yo me giro y lo veo salir por la puerta con dos vasos de café en las manos—. Entonces me contarás de que lo conoces y que ha hecho para afectarte tanto. —me dice Jessy sin rodeos mientras yo me giro una vez más hacia ella.
—Lo conocí esta mañana, solo me ayudó. —le contesto encogiéndome de hombros.
— ¿Te ayudó? —pregunta ahora con curiosidad.
— ¿Recuerdas mis zapatos rotos? —le pregunto mientras ella asiente—. No te conté como sucedió.
—¿Porque presiento que me voy a reír con esta historia? —hago una mueca de fastidio antes de contarle lo sucedido.
—Se me rompió el tacón en el lobby y me caí al suelo perdiendo mis gafas. Él me ayudó a ponerme en pie y me alcanzó las gafas. —no quiero especificarle que me las colocó el mismo, ese detalle me lo guardo para mí.
—¡Lo sabía! —exclama riendo—. Estas cosas solo te suceden a ti. ¿Y que más sucedió? —me dice ahora emocionada dejando de reír.
—Nada más, le di las gracias, demasiadas veces, por cierto, y tomé el ascensor hacia la oficina.
— ¿No se te ocurrió preguntarle su nombre? —me dice como si fuera lo más obvio.
—La verdad no, estaba más preocupada escapando sin zapatos. La situación ya era bastante embarazosa como para también preguntarle su nombre, ¿no crees?
—La próxima vez que te lo cruces le preguntas su nombre, lo más probable es que si te ayudó es porque trabaja en la empresa. Y quizás lo puedas invitar a tomar un café o algo para agradecerle su ayuda.
— ¡Invitarlo a tomar algo! ¡Estás loca! Además, dudo que trabaje en la compañía, recordaría un rostro y un cuerpo como ese si trabajase con nosotros. —muy rápido me cubro la boca. Creo que acabo de hablar más de la cuenta.
— ¡Entonces si te fijaste en él! Cuéntame, ahora tengo mucha más curiosidad. —tengo que aprender a mantener la boca cerrada y no pensar en voz alta.
—No estoy ciega, bueno al menos no cuando las traigo puestas—le digo señalando las gafas mientras ambas reímos—. Sí, me fijé en él, quién no lo haría, está para morirse. —Kate mantén la boca cerrada, me recuerdo una vez más.
— ¿Cómo es? —pregunta emocionada.
No tengo por qué ocultarle a Jessy nada, acostumbramos a hablar muy abierto sobre los hombres.
—Tiene unos brazos fuertes y firmes. Pero lo que más impresiona es su aspecto peligroso que hace que quieras alejarte lo más rápido posible de él—me sumerjo en los recuerdos de esta mañana—. Pero su mirada azul penetrante evita que te muevas del lugar. Es algo muy frustrante. Querer salir corriendo y no poder al mismo tiempo. Y su voz. Su voz es muy sexy, creo que tuve un orgasmo cuando lo escuché hablar. —Jessy se echa a reír mientras yo intento apartar de mi mente los recuerdos de su mirada y sus manos cálidas sosteniendo las mías.
Comienzo a darle vueltas a la soda en mi mano y observo el líquido girar y girar dentro de este.
—Suena como que te afectó demasiado. —dejo lo que estoy haciendo y la miro con atención.
—Nada que ver, es solo que me perturbó un poco —le respondo mientras intento convencerme que no sucede nada más—. Nunca nadie me ha perturbado de esa forma, además es posible que no lo vuelva a ver.
—Es la segunda vez en un día, creo que las posibilidades aumentan. —responde Jessy muy optimista.
—Todo el mundo viene a esta cafetería Jessy, es solo una coincidencia. —una extraña coincidencia en verdad.
—De acuerdo, si tú lo dices, no insisto. Pero sé que hay mucho más en esta historia de lo que me estás contando. Nadie nunca ha logrado hacerte perder el apetito Kate, ni siquiera "el idiota" de Joey. —y la verdad es, que ella tiene razón.
No solo con que Joey era un idiota, de eso me percaté muy tarde. Aquel extraño que me ayudó, hizo que mi corazón se acelerara con solo tocarme y mirarme a los ojos. Eso no lo logran muchas personas, solo una persona lo ha logrado antes de esta mañana. "El idiota", cómo lo apodó Jessy, puso mi mundo patas arriba.
Jessy y yo nos conocemos desde la universidad. En ese entonces, ella tuvo que mudarse un año antes de terminar la carrera y perdimos contacto. Nos volvimos a reencontrar cuando comencé las prácticas en TecFall.
A Joey, lo conocí unos meses después de comenzar las prácticas, teníamos casi la misma edad y él hacía las prácticas en el departamento de nanotecnología. Comenzamos a salir, a pesar de que Jessy me advirtió sobre los comentarios de que era un mujeriego. Y no le hice caso, la verdad es que estaba ciega en ese entonces. Joey había movido mi mundo de una forma inimaginable y cuando me percaté, fue demasiado tarde. Su traición me dejó el corazón roto en mil pedazos.
Todo ocurrió por esta fecha también. Y entonces unos días después ocurrió lo del Hotel Drake. Jessy está al tanto de lo ocurrido en el Hotel, ella fue conmigo esa noche, pero tomamos caminos diferentes. Ella terminó conociendo a Sean, de quien se separó hace unos meses y yo terminé con un extraño en una suite. Y por más que intento acordarme de él, no lo consigo.
Aunque dudo que él pueda reconocerme si nos cruzamos, yo he cambiado mucho en dos años. Mi cabello, antes por los hombros y de color miel, ahora es largo y de mi color, castaño claro, cortado en capas. Además, lo más probable es que estuviese igual o más borracho que yo esa noche y tampoco se acuerde de mí.
—Debemos regresar. ¿No te terminarás la hamburguesa? —me pregunta Jessy sacándome de mis pensamientos.
Miro mi hamburguesa a medio comer, pero no tengo apetito. Pido que me la envuelvan para llevar y después de pagar la cuenta regresamos.
Me despido de Jessy en la recepción y voy hacia mi oficina. Y me concentro en los nuevos correos que han entrado, en actualizar los contratos viejos y archivar los nuevos.
Un toque en la puerta me saca de mi labor.
—Adelante. —respondo mientras cierro un archivo y miro hacia la puerta.
— ¿Hasta qué hora piensas trabajar? —pregunta Jessy mientras se asoma por la puerta.
Y al mirar el reloj me percato que son pasadas las 5:30 pm.
—He perdido la noción del tiempo. ¿Viniste en tu auto? —pregunto mientras comienzo a apagar la computadora.
—No, en taxi.
—Entonces recojo las cosas y nos vamos—le digo mientras voy por mi bolso donde guardo los zapatos rotos. —. Vamos. —apago la luz de la oficina y salimos.
— ¿Cuándo conoceremos al nuevo jefe? —me pregunta una vez en el ascensor.
—Mañana, creo que Stella me comentó algo en la tarde cuando hablamos.
—Cambiando de tema, estoy planeando algo genial para este fin de semana. —comenta emocionada.
— ¿Dónde iremos esta vez? —inquiero con curiosidad mientras el ascensor se detiene en un piso y nos acomodamos en el fondo.
—No te lo diré, esta vez es una sorpresa. —responde mientras aparta su mirada de mí.
—Aún no sabes dónde iremos, ¿verdad? —Jessy vuelve a mirarme.
—No, pero se me ocurrirá algo. — ambas nos reímos y las demás personas nos miran.
El ascensor hace otra pausa en otro piso y suben más personas, está casi lleno. Entonces dos mujeres que hay frente a nosotras comienzan a hablar de un tema que llama nuestra atención. Ambas nos miramos y escuchamos la conversación que se desarrolla frente a nosotras.
— ¿Que te pareció el nuevo jefe?
—No lo sé, pero creo que no va a dar la talla.
—¿Porque lo dices?
—¿No es obvio? Es demasiado joven para el puesto.
—¿Tú crees? Por algo lo eligieron, ¿no?
—Hay que esperar y ver, solo espero que no nos quedemos sin trabajo, será muy difícil encontrar otro en estos momentos.
Las puertas del ascensor se abren en la planta baja y todos salen del ascensor muy rápido. Parece como si huyeran de forma desesperada a sus casas.
—Bueno ya conocemos algo del nuevo jefe —me dice Jessy distrayéndome por un momento mientras caminamos rumbo a la salida—. Es joven.
—Depende del punto de vista. —le contesto mientras atravesamos las puertas.
Afuera nos recibe un cielo oscuro por completo acompañado de una fina llovizna, típico en este mes. Nos apresuramos hacia mi auto para no mojarnos. Desactivo la alarma, abro las puertas con el mando a distancia y entramos rápidamente en él cerrando las puertas y dejando la lluvia afuera.
— ¿A qué te refieres? —pregunta Jessy poniéndose el cinturón de seguridad.
— ¿Qué edad crees que tienen esas mujeres? —le pregunto mientras me pongo mi cinturón y arranco el auto.
—No lo sé, cerca de los cincuenta. ¿A qué viene esa pregunta? —me dice intrigada mientras me incorporo al tráfico.
—Ponte en su lugar. Si tú tuvieses casi cincuenta, cuarenta y tantos. ¿Alguien joven para ti de qué edad sería? —le pregunto mirándola brevemente mientras me detengo en un semáforo.
—Unos diez o quince años menor que yo. —contesta pensativa.
—Lo que nos da unos treinta y algo o cuarenta, ¿verdad? —le digo mientras ella asiente—. Entonces, ¿nuestro jefe es joven? —le pregunto mientras el semáforo cambia a verde y yo acelero una vez más.
—Bueno, desde esa perspectiva, es mayor que nosotras.
—Hasta que no lo tengamos frente a nosotras no podemos juzgar si es joven o no. ¿Y si es como Brad Pitt? — le pregunto mientras enciendo el IPod.
— ¿Cómo Brad Pitt? —pregunta estupefacta mientras ríe.
—Luce de treinta, se ve muy bien, pero tiene cincuenta. —respondo mientras ella ríe aún más y yo la acompaño.
—Ya entendí tu punto. Tienes razón es mejor no sacar conclusiones hasta que lo conozcamos.
—Sí, y será en algún momento de mañana. —le digo mientras subo el volumen de Everglow.
— ¿Coldplay? Hace tiempo que no lo escuchamos.
—Sí, pensé que era hora de un cambio. —contesto mientras Jessy comienza a tararear la canción y yo la sigo.
Conduzco con precaución pues la lluvia ha arreciado. Las canciones cambian mientras las cantamos juntas hasta llegar a nuestro destino. Aún continúa lloviendo, ahora un poco menos, cuando aparco en el garaje subterráneo de nuestro edificio. Después de ponerle la alarma al auto tomamos el ascensor hasta el último piso donde está nuestro apartamento. Abro la puerta aun tarareando la última canción que escuchamos mientras muevo las manos y mi cuerpo al ritmo de la música.
Cuelgo el bolso en la percha y dejo las llaves en la mesita del correo que hay junto a la puerta.
—Estás muy animada hoy—la voz de Jessy me trae de vuelta a la realidad—. ¿Tiene algo que ver con el bombón de la cafetería?—me dice alzando las cejas de forma sugestiva.
—Nada que ver—miento—. Estoy feliz de que hayas regresado—le contesto mientras ella me sonríe—. ¿Ordenamos o preparamos algo?—le pregunto mientras enciendo el estéreo y una canción comienza a sonar de fondo.
—Voy a preparar algo, tengo ganas de cocinar. —me dice mientras va rumbo a la cocina.
Nuestro apartamento es genial. No imagino poder pagarlo yo sola. Es tan grande que cuando Jessy no está se siente muy solitario. Tiene dos habitaciones, cada una con su propio baño, un pequeño estudio, la sala de estar y la cocina-comedor. Además, que tenemos una espléndida vista de 360° con enormes ventanales panorámicos que dan a una extensa terraza con vista al lago Michigan. No podemos pedir nada mejor.
— ¿Qué vas a preparar? —le pregunto desde la sala.
A ambas nos gusta mucho cocinar, pero según ella, a mí se me dan mejor los postres.
—Arroz a la milanesa, espero que te guste. —creo que lo he probado en alguna ocasión hecho por Elise, pero es difícil saberlo, no repite las comidas, a menos que le pidieses algo específico.
—De acuerdo, voy a darme una ducha. —le digo mientras me dirijo rumbo a mi habitación.
Me dirijo al baño y pongo a llenar la tina con agua bien caliente. Regreso a la cama, me siento y me quito las zapatillas masajeando mis pies uno a uno, teniendo cuidado con el tobillo que me lastimé.
Voy hacia el baño, me desnudo, me quito las gafas y cierro el grifo de la tina antes de entrar en ella. Hoy ha sido un día agotador, y no físicamente. Después de mi pequeño accidente y de conocerlo a él, tengo su mirada penetrante y su voz gravadas de forma permanente en mi mente. Y lo que menos necesito en este momento es una distracción en el trabajo. Tengo que concentrarme en él ya que estaré a prueba, así que necesito en verdad un relajante y largo baño que me haga olvidarme hasta de mi propio nombre. Me recuesto en la tina mientras el agua me cubre hasta el cuello. Cierro los ojos y siento como mi cuerpo comienza a relajarse por completo ante el delicioso calor del agua.
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Espero les guste este capítulo. ¿Que piensan del Sr. Price?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto.
Xoxo
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