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Capítulo 28

Miro a Stella que me sonríe.

—Discúlpame. —me articula con los labios.

¿Porque me suceden estas cosas a mí?

Contrólate Kate. Yo que pretendía mantener en secreto lo de mi madre y todo se acaba de ir por el retrete. Ahora tengo que aparentar que no sucede nada entre nosotros, porque aún no se lo cuento a ella. Sé que va a ser muy difícil, sobre todo cuando él me mira de arriba abajo.

—Buenas noches Sr. Price. —le digo cordial.

—Buenas noches Katerine, que sorpresa encontrarte aquí, pensé que estabas visitando a tu madre. —me dice amable mientras frunce el ceño intrigado.

—En realidad, no será una cena de negocios, más bien una cena de agradecimiento por haberle salvado la vida a mi hija. —dice mi madre interrumpiendo, y ahora Leonard se queda de piedra.

Al parecer esa noticia lo ha dejado impactado. Incluso creo ver su rostro palidecer y cambiar de color ante este descubrimiento.

—Iré a ver si la cena esta lista. —dice mi madre mientras se dirige rumbo al comedor dejándonos solos.

—¿Supongo que no le has contado de nuestra relación? —me dice cuándo Stella desaparece.

—No—aunque tengo que hacerlo en algún momento—. ¿Qué haces aquí? —me enfrento a Leonard.

—Stella me invitó a cenar. ¿Supongo que Stella es tu madre adoptiva?

—Supones bien. ¿Te preparo algo para beber?

—No, gracias.

En ese momento mi madre nos interrumpe.

—La cena esta lista. —declara mientras da la vuelta rumbo al comedor otra vez.

—Vamos a cenar. —murmuro mientras camino rumbo al comedor.

Nos sentamos uno frente al otro mientras mi madre se sienta en la cabecera de la mesa. Leonard está pensativo, no habla durante toda la cena, solo en algún momento para celebrar la comida y agradecer la cena. Responde a algo que mi madre pregunta y eso es todo. Cuando terminamos de cenar nos dirigimos hacia la sala y mi madre comienza a preparar unos tragos.

—Discúlpeme un momento Stella, pero necesito hablar con su hija en privado de un asunto muy importante.

Yo me le quedo mirando con la boca abierta. Y mi madre me mira entrecerrando los ojos. Creo que ya ella se está imaginando algo. Y Leonard seguro quiere hablar sobre lo sucedido con mi auto.

—Bien, vamos a la biblioteca—le digo mientras él me sigue de cerca. Después de entrar, Leonard cierra la puerta detrás de él—. Y bien. ¿De qué tenemos que hablar? —pregunto mientras me siento en un sofá y lo invito a sentarse, pero él se queda de pie.

Mira la hora en su reloj, presiona un botón en él y después vuelve a mirarme.

—No estoy autorizado a contar nada de esto, pero nunca pensé que la persona más importante de mi vida se viera involucrada. Nada de lo que escucharás a continuación puede salir de aquí. ¿Entendido? —creo que la conversación acaba de ponerse muy seria. Asiento con la cabeza.

¿La persona más importante de su vida? ¿Acaso esa soy yo?

—No diré nada. —le prometo.

Leonard respira profundo.

—Hace poco más de dos años, yo estaba comprometido. Éramos felices, íbamos a casarnos...—lo interrumpo.

—Ya eso me lo has contado, no tienes por qué recordarme...

—No me interrumpas por favor, no te lo he contado todo, solo una verdad a medias. —me dice interrumpiéndome.

—Continúa, no te volveré a interrumpir.

—Como te decía, iba a casarme, pero alguien descubrió mi identidad—frunzo el ceño ante sus palabras. ¿Su identidad? —. Hicieron que pareciera un accidente, nunca llegó a la boda. Después de eso me impuse como regla no acostarme con la misma mujer dos veces, ni tener vínculo sentimental con ninguna, solo así me aseguraría que no le sucediese lo mismo.

Entonces deja de hablar y se sienta a mi lado pensativo. Ahora entiendo un poco más. Aunque todavía hay cosas que no cuadran en su historia.

— ¿A qué te refieres con tu identidad? —le pregunto mientras el levanta la cabeza.

Suelta una exhalación.

—Esto que te voy a contar no puede salir de esta habitación, tienes que prometer no contar nada a nadie. ¿Entendido? —me dice mientras me mira y puedo ver temor en su mirada.

—Sí. —confirmo.

—Trabajo en una operación encubierta para la División de Actividades Especiales de la CIA.

— ¡CIA! —grito demasiado alto y me cubro la boca al instante. Esto es demasiado que procesar—. ¿Eso qué quiere decir?

Leonard respira profundo antes de contestar.

—Soy un agente secreto.

— ¡Qué! —grito otra vez.

—Puedes hacer silencio, no quiero que se entere toda la casa. —me dice tapándome la boca.

— ¿Cómo que eres un agente secreto? —le pregunto casi susurrando quitando su mano de mi boca.

—Llevo encubierto casi seis años, no creas que trabajo en TecFall por casualidad.

—Entonces cuando me dijiste que ibas disfrazado de agente secreto, en realidad no era un disfraz. —inquiero recordando lo que me dijo en el baile del Drake.

—Sí.

—Entonces todo este tiempo, ¿me has estado mintiendo? —frunzo el ceño, estoy algo molesta.

—Más bien ocultándote información. Tienes que entender que no puedo hablar de esto con nadie. Nadie puede saber mi verdadera identidad.

— Entonces tu nombre real no es Leonard, ¿cierto? —le pregunto temiendo la respuesta.

—No, el nombre que utilizo es solo un anagrama de mi verdadero nombre.

— ¿Anagrama? —donde he escuchado antes esa palabra.

—Sí, es cuando utilizas las letras de tu nombre para crear otro.

— ¡Ah! Ya, igual que en Harry Potter y en el Código de Da Vinci.

—Si, contesta él con una leve sonrisa.

— Entonces, ¿tu nombre no es Leonard Price? —afirmo.

Leonard me mira fijo y muy serio, no sé si me contestará o no. Pero en ese momento lo que más deseo es conocer su verdadero nombre. Poco a poco todo va teniendo sentido.

—Leonard Aolond Price es el anagrama de mi verdadero nombre. —me repite sin apartar su mirada de la mía.

—Y ese es... —insisto esperanzada de que me diga el verdadero.

¿Me lo dirá o no?

—Te diré mi nombre, pero tienes que prometer que no te enfadarás.

—¿Porque me iba a enfadar? —le pregunto frunciendo el ceño. No entiendo nada.

—Promételo.

—De acuerdo, no me enfadaré. —Leonard respira profundo antes de contestar.

—Mi nombre verdadero, es Daniel Roland Cooper.

Se llama igual que mi admirador secreto que nunca conocí. Daniel. Pero lo que más llama mi atención son sus apellidos. Son los mismos apellidos de Stella. ¿Coincidencia?

— ¿Te llamas igual que el hijo de Stella? —le digo mientras él me mira ahora muy serio.

—Soy el hijo de Stella.

— ¡Eso es imposible! —exclamo incrédula dando un salto lejos de él. Recuerdo la foto que Stella tiene de su hijo y la verdad no se parecen mucho. Ni en el color del cabello, ni en el color de los ojos—. No te pareces mucho a la foto que ella tiene sobre la chimenea.

—Lo dices por el cabello, tengo un especialista que se ocupa de él una vez por semana, y los ojos, son lentes permanentes en la retina que se pueden configurar para cambiar de color. Además, han pasado 14 años desde esa foto.

Creo que estoy en shock con lo que él me está contando.

—Aun no te creo, el murió en un accidente de autobús hace muchos años.

—Eso es lo que le hicieron creer. Yo tenía que desaparecer, no podía existir. Fue cuando me reclutaron para convertirme en un agente secreto. Nadie podía saber de mi existencia, porque todas las personas que lo supieran estarían en peligro. Así, me convertí en Leonard Price. —lo miro con los ojos abiertos sin creer lo que me está contando.

— ¿Y porque decidiste contármelo?

—Porque temo por tu vida, y ahora mucho más cuando sé que estás relacionada con Stella.

—Cuando mis padres fallecieron la nombraron a ella como mi tutora y después me adoptó. —le cuento rápido.

—Veo que te tiene mucho cariño. —me dice sonriendo.

Ahora que me fijo bien, su sonrisa se parece mucho a la de Stella. Si ella se entera que su hijo está vivo se pondrá muy feliz.

—¡Tengo que contarle a Stella que estás vivo! —exclamo poniéndome de pie y caminando rumbo a la puerta.

—¡No puedes! —dice alcanzándome y agarrándome por el codo.

—Tiene derecho a saberlo, no sabes lo que ha sufrido todos estos años pensando que su único hijo está muerto. —lo reprendo tratando de zafarme de su agarre, pero me es imposible.

—Sí lo sé. Y es por eso mismo que no puedes contarle nada—Leonard me carga y me sienta nuevamente en el sofá—. No quiero que nadie más se vea involucrado en esto. Prefiero quererla en la distancia a que me le arrebaten en un segundo como a Giselle. —me dice con la voz cargada de tristeza.

—Pero...

—No hay pero que valga, prometiste no contar nada. Por favor cumple con tu promesa. —me dice mientras me mira a los ojos.

—De acepto resignada.

Ahora entiendo porque me lo está contando todo. Ya yo estoy involucrada. Literalmente soy un daño colateral. Y él no quiere que Stella me pierda. Y mucho menos perderla a ella.

— ¿Me lo contarás todo entonces?

—Sí.

—¿A quién estás investigando? —le pregunto cruzándome de brazos.

—Alguien en la compañía está involucrado en la venta de tecnología a terroristas.

— ¿Y sabes quién es?

—Tengo mis sospechas, pero no te puedo contar nada más. —por eso me pidió los expedientes del personal de nanotecnología.

Bueno en realidad muchas cosas las sabía ya, aunque fuera a medias.

— ¿Eso es todo? Antes me has hecho prometer que no me enfadaría contigo, pero de todo lo que me has contado aun no entiendo porque me tendría que enfadar. —le pregunto mirándolo mientras frunzo el ceño.

—No, no es todo—cierra los ojos, respira varias veces y después los abre—. Conoces a otro Daniel aparte de mí, ¿cierto?

¿A qué viene su pregunta?

—Sí, pero no quiero hablar de eso.

¿Cómo él sabe lo de Daniel?

— ¿Aun tienes su número?

—¿Cómo conoces ese nombre?

—Llámalo y tendrás la respuesta. —me dice mientras yo lo miro ahora intrigada y desconcertada.

A que viene todo este rollo. Saco el teléfono y busco en los contactos. Cuando encuentro su número miro a Leonard y después le doy llamar. Me coloco el teléfono en el oído y en cuanto da el primer tono puedo sentir otro teléfono sonando muy cerca. Leonard se saca el teléfono del bolsillo y me lo muestra. En mi oído suena el teléfono y el de él en su mano también. En la pantalla se lee Kate. No puede ser cierto. Él no puede haber jugado conmigo de esa forma.

— ¿Dime que no es cierto? —le digo mientras el finaliza la llamada.

—Quisiera decirte lo contrario, pero no puedo hacerlo.

— ¿Dime que no es verdad? —le repito golpeándolo en el pecho, conteniendo las lágrimas en mis ojos. —¿Dime que no has estado jugando con mis sentimientos?

—Discúlpame Kate, pero entiéndeme...

—¿¡Que es lo que tengo que entender!? —le grito exaltada— ¿Que incluso antes de que nos acostáramos ya estabas jugando con mis sentimientos? ¿Qué me mentiste y me engañaste haciéndote pasar por alguien que en realidad no eres? —le digo con las lágrimas a punto de salir.

—Te equívocas Kate, nunca te engañé. Sí, te oculté quien soy en realidad, pero lo hice para protegerte. Pero todo lo que te dije por correo como Daniel es cierto, nada de eso es mentira.

—Dijiste que querías conocerme, que estabas interesado en mí. ¿Acaso eso es cierto o es otra mentira más?

—Quería conocerte y tuve la estúpida idea de hacerlo mediante mi nombre real. —¿solo quería conocerme? No estaba interesado en mí, yo solo era otra aventura más en su vida.

—¿Y no se te ocurrió preguntarme y ya? ¿Acaso creías que no te iba a contestar o te iba a dar de lado simplemente porque eres mi jefe? —el no contesta solo agacha la mirada—. Sabes, para ser un agente secreto, creo que no has pensado mucho en las consecuencias de tus actos.

—La verdad no estaba pensando mucho en ese tiempo. —se hace un silencio entre nosotros.

No sé si golpearlo o mandarlo a la mierda. Ha jugado con mis sentimientos. Y quien dice que no está jugando en estos momentos también, o que otra mentira me dirá. Le conté muchas cosas de mi a Daniel. Y ahora todo va encajando en su lugar.

Desde el principio lo planeó todo. Así supo que estaría en el Drake esa noche, supo que era yo desde que me senté en la barra y comenzó con su plan de seducción. Y en New York...me llevó a ver un atardecer. Solo le conté a Daniel que me gustaba ver el atardecer.

Dicen que del odio al amor solo los separa una línea muy fina. Pues creo que yo la acabo de cruzar. En este momento lo odio con todo mi corazón. Me ha engañado y yo estuve tan ciega que no me he percatado de nada. Levanto una mano, y en un rápido movimiento le doy una fuerte bofetada que lo hace girar el rostro.

— ¡Eres un imbécil! —le grito con la respiración agitada.

—Bien, me lo merecía. —me dice mientras gira su rostro hacia mí y me mira a los ojos una vez más.

Y entonces le doy otra bofetada.

— ¿Y ahora esa por qué?

—Esa es por jugar con mis sentimientos. —lo miro retándolo con la mirada.

— ¿Ya terminaste de abofetearme? —me dice pasándose la mano por la mejilla.

—Estoy pensando si te mereces otra. —respondo furiosa.

—Prometiste que no te enfadarías.

—Te lo prometí, sí, pero después de toda la mierda que me has contado, no esperes que no me enfade. Mucho menos que te perdone todas las mentiras que me has contado todo este tiempo, porque eso no puedo hacerlo, al menos no ahora. Es mucho lo que tengo que asimilar. —le digo alejándome de él.

Leonard se levanta y camina rumbo a la puerta.

—Espero que te pongas en mi lugar y puedas perdonarme. —es lo último que dice antes de salir por la puerta dejándome sola en la biblioteca con mis pensamientos.


Me quedo allí sentada asimilando todo lo que Leonard, o Daniel me acaba de contar.

Es el hijo de Stella.

¿Como puede contarme eso y pretender que se lo oculte a ella? Tantos años sufriendo y llorando. Si supiera que está vivo...

¿Qué podría suceder si Stella sabe todo?

Imagino que nada bueno. A mí por acostarme con él, mira lo que me ha sucedido ya. Tengo que cumplir con mi promesa y no contarle nada a Stella. Aunque me duela ocultárselo, es por su seguridad. Pero está equivocado si piensa que voy a perdonarle el haberme engañado y jugado conmigo.

Me limpio una lágrima que cae por mi mejilla, me levanto del sofá y salgo de la biblioteca. Leonard se encuentra en la sala sentado en el sofá frente a Stella, cada uno con un trago en la mano. No me han visto y ambos se ríen. Definitivamente es su hijo, los dos tienen la misma sonrisa. Entro en la sala y ambos se quedan mirándome.

—Leonard me contaba del viaje a New York. —Stella me ofrece un trago que me ha preparado.

—Ah sí. —Leonard no aparta la mirada de mí.

Sé lo que me grita su mirada. No cuentes nada, no cuentes nada. Y no lo haré. No contaré su secreto, pero hay algo que tengo que contar. Él no me lo ha prohibido y no me lo va a impedir.

—Sí, me contó que estuvieron en el One World Observatory.

—Sí. Mamá hay algo que te tengo que contar. —le digo mientras me siento junto a Leonard.

Puedo sentir como se tensa en ese momento. Y sus ojos me lanzan una fría mirada. Le doy un largo sorbo a mi trago, cruzo las piernas y pongo una mano sobre la pierna de Leonard para tranquilizarlo. Los ojos de mi madre no se pierden aquel gesto.

—Leonard y yo estamos juntos.

Puedo sentir como su cuerpo se relaja por completo y suelta el aire que hasta el momento estaba conteniendo. Mi madre nos mira a ambos de forma alterna y después sonríe.

—Lo supuse. Yo sabía que ustedes se iban a llevar bien. —descruzo las piernas y me separo de Leonard.

Él intenta pasar un brazo por mis hombros y yo solo le lanzo una mirada fulminante. El entiende el mensaje, y retira la mano. Aún estoy enfadada contigo, idiota.

—No se corten por mí. ¿Les preparo otro trago?

—No gracias. —contestamos al unisonó.

Stella recoge las copas y se dirige hacia la cocina, no tarda mucho en regresar.

—No es problema de timidez, su hija está molesta conmigo. —le dice Leonard mientras me mira y en ese instante me dan ganas de estrangularlo.

¿Porque tiene que decirle eso a ella?

—Ah sí, seguro que por alguna tontería de ustedes los jóvenes.

No tienes idea Stella de la tontería que ha hecho tu hijo.

—Sí, una tontería. —le sonrío cuando en realidad lo que tengo son ganas de matarlo.

—Creo que es hora de marcharme—murmura Leonard mientras mira su reloj y se pone de pie—. Kate, ¿te quedas? —en estos momentos estoy muy molesta con él como para regresar al apartamento que compartimos.

—Me quedo, le pediré a Joel que me recoja en la mañana.

—No creo que puedas marcharte. —giro el rostro hacia mi madre.

— ¿Porque no? —mi voz sale más fuerte de lo que debería.

—Porque, aunque no se note, afuera hay una buena tormenta de nieve y granizo.

Me levanto, voy hasta la ventana y aparto la cortina. Afuera hay una fuerte tormenta. No puede irse así. Estoy furiosa con él, pero él no puede marcharse, no con estas condiciones climatológicas.

—La tormenta empeoró, no te puedes ir así. —aunque no quiero aceptarlo Stella tiene razón.

—No quiero molestar.

—Mi hija tiene razón, no te puedes marchar así, además no es molestia ninguna, ya había mandado a preparar la habitación de invitados para que te quedaras. Aunque eso fue antes de saber que tenían una relación.

—De verdad, no es necesario, yo...

—No hay más discusión, Katerine te puede mostrar la habitación, si es que siguen enfadados—dice con una sonrisa—. Ahora si me disculpan me retiro a descansar. —Stella se levanta—. Buenas noches hija, Leonard. —y se marcha.

—Por lo que veo sigue siendo testaruda. —me dice Leonard una vez que Stella ha desaparecido.

—Sí, siempre logra lo que se propone. Creo que en eso te pareces a ella—él no contesta, solo me sonríe—. Vamos, te mostraré tu le digo mientras camino hacia las escaleras sin mirar atrás.

—No vas a perdonarme tan fácil, ¿verdad?

—No, no te lo voy a poner tan sencillo.

Subo la escalera mientras él me sigue muy de cerca. Al llegar arriba, giro hacia la derecha donde están las habitaciones de invitados.

—Está es tu habitación—le digo señalándole la puerta mientras él me mira sonriendo burlón—. Será mejor que quites esa sonrisa idiota de la cara.

— ¿La habitación de mi madre sigue siendo abajo?

—Sí. —contesto mientras él le da un vistazo a la habitación y cierra nuevamente la puerta.

¿Que se trae entre manos?

—La verdad, me interesa más donde está la tuya. —me dice mientras camina hacia donde yo estoy, y yo retrocedo.

— ¿Porque quieres saberlo? —que pregunta más estúpida acabo de hacerle.

—Creo que tenemos que arreglar las cosas entre tú y yo. —me dice mientras yo choco contra la pared y él me acorrala.

— ¿Crees que puedes arreglar todo el daño que me has causado con sexo? No lo creo—le digo mientras me escurro por debajo de su brazo—. Buenas noches Leonard.

Me alejo de él lo más rápido que puedo sin mirar atrás. Entro en mi habitación y le pongo seguro a la puerta. No quiero correr riesgos y sé que, si él es un agente encubierto de la CIA, es capaz de hacer cualquier cosa.

Me dejo caer en la cama.

Han sucedido muchas cosas en las últimas 24 horas. La explosión de mi auto y ahora la confesión de Leonard de que es un agente secreto. Y por si fuera poco, es el hijo de Stella. Son muchas cosas que asimilar en tan poco tiempo. Recuerdo cuanto quería conocer a Daniel y que me debatía entre él y mi jefe. Y ahora resulta que son la misma persona. ¿Cuánto de lo que me ha contado como Daniel será cierto? —«Ponte en mi lugar.»—recuerdo sus palabras. Y cuando lo ves desde su punto de vista, tiene algo de razón. Esa es la única forma de proteger a la persona que ama. Ocultándole quien es en realidad. Pero eso también me da a mí la respuesta que llevo tiempo buscando. ¿Cuáles son sus sentimientos hacia mí? Él no me ama. Si lo hiciera nunca se hubiese enredado conmigo, y mucho menos me hubiese contado su secreto. Eso solo me dice que se preocupa por mí y nada más. Pero eso, yo ya lo sé. Y acepté esta extraña relación que tenemos de guardaespaldas con beneficios.

¿Pero por cuánto tiempo durará todo?

Ahora que conozco la razón de porque trabaja en TecFall sé que su trabajo allí no será permanente. Y que en cuanto cumpla con su misión, se marchará. Necesito meditar sobre todo esto y aclarar mis ideas.

Me levanto de la cama y voy hacia el baño, me quito las gafas y me echo agua en la cara. Regreso a la habitación con las gafas en la mano dispuesta a acostarme. Un movimiento en la cama llama mi atención. Me pongo las gafas otra vez y para mi sorpresa Leonard se encuentra allí sentado.

— ¿Cómo entraste? —le pregunto mientras me cruzo de brazos en medio de la habitación a solo dos metros de distancia de él.

Puedo sentir mi corazón golpeteando en mi pecho ante su presencia.

—Soy un agente secreto, recuerdas, además esta era mi habitación—eso explica muchas cosas ahora que lo pienso. Explica cómo hizo desaparecer los correos que me envió al principio. Y como hizo que pareciera que me enviaba los correos desde Francia—. ¿Ya pensaste si vas a perdonarme?

—Aun lo estoy pensando. ¿Por qué es tan importante para ti que te perdone? —inquiero con curiosidad.

Si yo no significo nada para él, ¿que más le da que lo perdone o no?

—Porque sé que cometí un error, y me arrepiento mucho de ello. Pensé que podría tener una relación siendo yo mismo. Quería que, por una vez, alguien me conociera en realidad, a mi yo verdadero, a Daniel.

—Y decidiste hacer el experimento conmigo, utilizarme de conejillo de indias. —le interrumpo.

—Todas las relaciones que he tenido sé que se han interesado en mí por quién soy. Leonard Price el empresario joven apuesto y exitoso.

— ¿Alguien más conoce tu identidad?

—No, solo tú.

—¿Ni siquiera tú ex prometida Giselle?

—No, ni siquiera ella lo supo nunca.

—¿Si yo no estuviese relacionada con Stella me lo habrías contado?

—No.

Su respuesta me acaba de confirmar que yo no le importo en lo absoluto. Él lo ha hecho todo desde el inicio para proteger a su madre sin ella saberlo. Yo soy y seguiré siendo un error que ha cometido y con el cual tiene que cargar. No soy más que lastre para él. Un lastre que en algún momento va a dejar caer.

— ¿Quieres decir que no te intereso en lo absoluto? —Leonard no contesta. Al parecer he dado en el calvo de la cuestión. Y su silencio es la respuesta que llevo tiempo buscando—. Lo nuestro siempre ha sido solo sexo, ¿verdad?

—Siempre ha sido así desde el principio, nunca te he ocultado lo que deseaba de ti Kate.

—Me dijiste que todo lo que me contaste como Daniel es cierto.

—Y lo es.

— ¿Lo de cultivar flores exóticas es cierto?

—Sí, todo lo relacionado con Daniel es cierto, ese es en verdad quien soy.

— ¿Y porque no puedes ser siempre tú?

¿Porque no puede ser de esa forma? Me gustaba Daniel, con él podía hablar de cualquier cosa y siempre estaba dispuesto a escuchar mis problemas. Y quizás le interesara una relación conmigo.

—Porque si comienzo a actuar de una forma diferente, comenzarán a sospechar el cambio y sé, que tarde o temprano terminarán por hacerle daño a cualquiera que esté relacionado conmigo.

—¿Y acaso no lo están haciendo ya?

—Lo tuyo es diferente Kate...

—Ah sí. ¿Diferente por qué? ¿Acaso ya no están tratando de matarme por acostarnos más de dos veces? ¿Estás seguro que ese es el verdadero motivo por el cual quieren eliminarme?

— ¿A qué te refieres?

—Piensa. En el baile de máscaras, ninguno de los dos se dio cuenta, y sin embargo intentaron violarme en New York y después lo de mi auto. ¿Y si todo esto está relacionado conmigo? Mis agresores te dijeron que me alejara de ti. Pero quizás es que quieren quitarme a mí de en medio a cualquier costo porque les estorbo para algo.

Leonard se queda pensativo. Sabe que tengo razón en todo lo que le estoy diciendo.

—Si es así, entonces tendrás más protección, ahora mucho más después de saber tu relación con Stella.

Sus ojos no se apartan de los míos. No se ha movido de donde está. Sentado a los pies de mi cama y yo parada en medio de la habitación cruzada de brazos. Ambos retándonos con la mirada.

—Sabes, hubo un tiempo en que me debatí entre Leonard y Daniel. ¿Y sabes a quién escogí? —el niega con la cabeza—. A Daniel. Pero resulta que el desapareció, así que no me quedó más remedio que liarme contigo y atenerme a las consecuencias. Entonces ahora que sé que los dos son la misma persona. ¿Acaso no existe la posibilidad de tener una relación con Daniel?

—Lo siento Kate, pero lo nuestro nunca irá más allá de sexo. Ni siquiera siendo Daniel.

— ¿Por qué? Dame una maldita razón por la cual no puede haber nada más. —le grito exasperada dando un paso más cerca de él.

—Porque juré que jamás me volvería a enamorar. —me dice agachando la mirada.

—Sabes, yo también juré que jamás me enamoraría de alguien complicado.

Se me fue. Yo y mi gran boca. ¿Aprenderé algún día a pensar antes de hablar? Leonard se me queda mirando atónito.

— ¿Estás enamorada de mí? —me pregunta levantando la mirada.

Sus ojos ahora me miran con sorpresa.

Quién no lo estaría, si todas las mujeres se derriten cada vez que el pasa por su lado, o cuando habla, o cuando las mira.

—Intenté evitarlo a toda costa, pero me fue imposible. —confieso.

—Sabía que tarde o temprano esto iba suceder, si no nos hubiésemos acostado, ahora no estarían tratando de matarte y no te habrías enamorado de mí.

—Tienes razón, no estarían tratando de matarme, pero no ibas a impedir que me enamorara de ti. El corazón tiene razones que la razón no entiende—hago una pausa—. Pero no te preocupes, cuando accedí a acostarme contigo sabía que todo esto iba a ser solo un rollo de una noche—que se ha extendido más de la cuenta—, como mismo me dijiste, y que al final me ibas a romper el corazón. Solo que me dejé llevar, y le hice caso a lo que decía mi corazón y no a lo que mi cerebro me gritaba todo el tiempo.

— ¿Y qué te decía tu cerebro? —me pregunta levantándose de la cama y caminando en mi dirección.

—Que eras peligroso y que tenía que alejarme de ti. —le contesto mientras él llega frente a mí con una sonrisa en sus labios y sus ojos mirándome con picardía.

Pero me ha sido imposible alejarme de él. No puedo hacerlo por más que lo intento. Lo odio por haberme engañado, pero no lo suficiente como para alejarme de él. No cuando me mira de esa forma salvaje y peligrosa. Su mirada ardiente deslizándose desde mis labios por todo mi cuerpo y haciendo que comience a excitarme.

—Entonces—dice llamando mi atención—, que tal si olvidamos todo esto. Quiero perderme en tu cuerpo durante un par de horas.

Y me quedo mirándolo fijamente. ¿No puede estar hablando en serio?

— ¿Aun quieres acostarte conmigo?

—Sí. Ya te dije que te deseo y que aún no me he saciado de ti. —me dice en un susurro dando un paso más cerca, sus labios ahora cerca de los míos.

Así que en teoría mientras mi vida corra peligro y tenga que protegerme, va a querer acostarse conmigo. Entonces una idea cruza mi mente.

—Bien. Pero tengo una condición. —le digo poniendo un poco de distancia entre los dos.

—Lo que sea, pide lo que sea y lo tendrás.

—No creas que te he perdonado del todo, entiendo en parte porque lo hiciste, para proteger a tu madre.

Le digo a unos metros de él.

— Entiendo que estés enfadada, pero tengo el remedio para eso. —me dice sonriendo malévolo mientras se desabrocha la camisa.

No puedo resistirme a él, no cuando me sonríe de esa forma que tanto me gusta y mucho menos si me muestra su torso desnudo. Pero tengo que controlarme por un momento para poder llevar a cabo mi plan. Aunque lo que más quiero es saltar sobre él y olvidar toda la mierda que me ha contado hasta ahora.

—No quiero acostarme contigo. —le contesto con firmeza mientras él me mira ahora arrugando las cejas.

— ¿Cómo? ¿Por qué no?

¿Cuál será su reacción cuando se lo diga?

—A partir de ahora, quiero acostarme con el verdadero tú, con Daniel.

Leonard se queda de piedra parado frente a mí.

—Creo que no hay mucha diferencia.

—Eso es lo que dices tú, pero me imagino que si debe haber alguna. Quiero llamarte por tu verdadero nombre, y que me cuentes cosas de tu infancia. Quiero conocer quién eres en realidad. Aunque no quieras que tengamos una relación, si no fueras un agente secreto, hubiéramos crecido juntos y nos conoceríamos muy bien. Eso es lo que quiero. Conocer a Daniel Cooper. ¿Acaso es mucho pedir? Solo te estoy pidiendo que seas tú mismo. Quiero gritar tu verdadero nombre cuando alcance el orgasmo.

Leonard se queda mirándome atónito ante mi inusual pedido. Me mira como intentando leerme el pensamiento. Da un paso más cerca de mí, sube una mano hacía mi rostro y me acaricia con dulzura haciendo que cierre los ojos.

—¿Eso es lo que quieres? ¿Conocerme? —me dice en un suspiro.

—Sí. —confirmo abriendo los ojos.

—Bien—dice dando media vuelta y separándose de mí—. Pero sabes que nunca existirá nada entre nosotros más allá de sexo. —me dice dándome la espalda.

—Sí, creo que ya eso lo has dejado claro.

Se detiene. Se abrocha nuevamente la camisa, gira sobre sus talones y regresa hasta donde yo estoy.

—Hola Kate, soy Daniel. —me dice tendiéndome su mano.

Y me quedo allí, de pie, mirando su mano. Sé que tengo que tomar una decisión rápida. Así que estiro mi mano para tomar la suya. Si lo perdono o no, lo decidiré más tarde. En estos momentos, él ha aceptado mis condiciones. Y por el momento me voy a conformar con eso.


Continua en La Misión, la pueden encontrar en mi perfil.

También pueden encontrar la precuela "El Fenix" una historia corta sobre esa noche dos años atrás que Kate no recuerda.
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Espero les haya gustado la historia y hayan disfrutado de la lectura.

¿Que creen que suceda ahora?

Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto.
Xoxo
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