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Capítulo 26

No quiero abrir los ojos, me niego a hacerlo. Los aprieto con fuerza intentando que no se abran por su propia voluntad. No quiero abrirlos y averiguar lo que ha sucedido, porque tengo una ligera idea en mi mente y no quiero confirmarla.

—Kate, abre los ojos. ¿Estás bien? —me pregunta en tono de preocupación y solo entonces los abro muy lento.

En efecto, Leonard me mira preocupado.

—Sí, estoy bien. ¿Qué sucedió? —pregunto mientras alzo la vista.

—Tu auto acaba de explotar. —responde mientras se incorpora y se sienta en la acera.

— ¡Que!—grito sentándome al igual que él.

Y entonces miro detrás de su cuerpo. A unos metros detrás de Leonard, donde antes estaba mi auto, ahora solo hay una masa envuelta en una bola de fuego. Miro aquello impactada sin poderlo creer. Mi auto se ha convertido en una bola de fuego y humo. Leonard se pone de pie y me tiende la mano para ayudarme a levantarme.

— ¿Están bien? —pregunta un guardia de seguridad que llega corriendo junto a nosotros.

—Eso creo. —respondo pasando una mano por mi cabeza.

No me he golpeado, pero el estruendo me ha dejado algo aturdida. Leonard me sacude la nieve del cabello y de los hombros. Y ambos nos quedamos allí parados mirando como mi auto es consumido poco a poco por las llamas. Los bomberos llegan unos minutos más tarde y también la policía y una ambulancia. Las personas que pasan por ahí se detienen a mirar que ha sucedido. Leonard no se ha movido de mi lado y me abraza de forma protectora.

—Vamos para que te revisen. —me dice mientras caminamos hacia la ambulancia.

—Estoy bien. —murmuro, pero el insiste y me deja en manos de los paramédicos para que me examinen.

Al comprobar que estoy perfecta, me dejan ir. Entonces me percato de que la pierna derecha de Leonard está sangrando.

— ¿Te encuentras bien? —le pregunto mientras señalo su pierna.

—Estoy bien. —su repuesta no suena muy convincente.

—Vamos para que te revisen. —pero él se niega.

—No es nada, solo es un rasguño. —me contesta testarudo.

No convencida con su respuesta, camino en dirección a los paramédicos y les pido que lo examinen. Ellos vienen donde el está y se lo llevan hacia la camilla.

—Eres muy insistente. —me dice mientras lo sientan en la ambulancia y lo examinan.

Le cortan el pantalón hasta media pierna, pero no puedo ver bien la herida pues está girado hacia el otro lado. Un cuarto de hora más tarde, cuando terminan de vendarle la pierna se nos acerca un detective.

— ¿Ustedes estaban cerca del auto cuando explotó?

—Sí, el auto es mío, era—contesto mientras Leonard sale de la ambulancia y se para a mi lado—. ¿Sabe que fue lo que sucedió? —le pregunto mientras el detective mira primero a Leonard y después a mí.

—Al parecer hubo un desperfecto en el sistema de ignición, la investigación nos dará más detalles sobre lo que ocurrió en realidad.

¿Un desperfecto en el sistema de ignición? ¿Acaso esta de broma? O no quiere decir la verdad o no tiene idea de lo que en realidad ha sucedido.

—No entiendo, mi auto estaba perfecto esta mañana. —respondo sin comprender lo que él me está diciendo.

—Eso es lo que le puedo decir hasta el momento, se llevará a cabo una investigación más a fondo para saber con detalles como ocurrió todo.

Me estremezco de forma repentina. Nunca imaginé que esto podría ocurrir.

— ¿Podemos marcharnos? —le pregunta Leonard mientras pasa un brazo sobre mis hombros.

—Sí, lo pueden hacer después de que les tomen declaración y sus datos para mantenerlos localizados.

—Gracias. —le dice Leonard tendiéndole la mano.

Una hora más tarde nos estamos marchando, después que nos toman declaración y de ver como mi auto se convierte en una masa irreconocible, ahora cubierta de nieve. Recogemos nuestras maletas y Leonard me conduce hasta su auto parqueado a unos 50 metros del mío. Abre las puertas y me siento mientas el guarda el equipaje. Cierra el capó, se monta y conduce rumbo a mi apartamento.

Mi auto, mi adorado auto ha desaparecido en un segundo. Leonard va muy serio mientras conduce. Nunca lo he visto así. Giro mi vista hacia la ventanilla mientras veo la nieve caer. Un quejido de su parte hace que me gire a verlo.

— ¿Te duele mucho la pierna? —le pregunto.

No he podido ver bien la herida de su pierna pues no me han dejado acercarme mientras lo atendían.

—No, no mucho.

Su respuesta cortante y fría me hace saber que sucede algo más y que no me quiere contar. Entonces recuerdo lo que él hizo antes de que explotara el auto.

— ¿Por qué te agachaste a mirar debajo del auto? ¿Cómo supiste lo que iba a suceder? —le pregunto.

Aunque sé que es probable que no me responda, me estoy imaginando más o menos lo que ha sucedido, solo quiero que me lo confirme. Leonard se detiene en una luz roja. Me mira y me responde.

—Sucedió lo que me temía, pusieron una bomba en tu auto. —dice mientras saca su teléfono y teclea algo.

— ¡Que! ¡Una bomba! ¿Cómo sabes que era una bomba? Los policías no lo han sabido.

—Ni lo sabrán jamás. Esa bomba no deja rastro, y aunque hubiese quedado algo de ella, no la podrán rastrear. Será un callejón sin salida. —guarda el teléfono y acelera al cambiar la luz a verde.

— ¿Cómo sabes tanto de la bomba con solo verla de lejos? —Leonard se detiene en otro semáforo en rojo y esta vez me contesta sin mirarme.

—Porque te aseguro que es la misma que le pusieron a Giselle.

— ¿Giselle? No conozco a ninguna Giselle. —Leonard acelera otra vez y no habla más hasta llegar a mi apartamento.

Aparca el auto en el garaje subterráneo y apaga el motor. Se gira hacia mí y solo entonces vuelve a hablar.

—Giselle, era mi prometida. —me dice mientras se baja del auto.

Tardo un segundo en reaccionar y me bajo del auto también. Esto es algo inesperado, sin embargo, aún hay cabos sueltos en todo lo que él me ha contado. Si la bomba es imposible de rastrear, ¿cómo él sabe que es igual a la que pusieron en mi auto?

Subimos a mi apartamento y cuando estamos parados frente a la puerta, deja las maletas en el suelo y me quita las llaves de la mano.

—Entra detrás de mí. —mete la mano dentro de la americana y saca la pistola.

No tenía idea de que anduviese armado. Abre la puerta muy rápido y entra en el apartamento pistola en mano. Chequea la sala de estar y después me mira por encima del hombro.

—Espera aquí. —me dice mientras desaparece en el interior del apartamento dejándome parada en medio de la sala.

Unos segundos más tarde, regresa donde yo estoy después de revisar todas las habitaciones.

—Todo despejado. —dice guardando la pistola en la funda.

Sale afuera, recoge las maletas y después cierra la puerta del apartamento.

— ¿A qué viene todo eso? —le pregunto mientras el deja las maletas en el suelo.

—Solo estaba asegurándome que estuviese vacío el apartamento. —si creo que se ha vuelto loco de remate.

— ¿Y el arma? ¿No sabía que llevaras una?

—Siempre ando con ella.

Recuerdo que en el baile de máscaras me la había mostrado, pero pensé que era parte del disfraz. En parte lo entiendo. Después de lo sucedido con su prometida, no es para menos. Pero también creo que se está pasando con la paranoia.

—Voy a preparar algo para cenar.

—No será necesario, Alexander nos enviara algo, deben estar llegando.

En ese instante, alguien toca a la puerta. Leonard se dirige hacia allí y regresa con una bolsa que deja en la encimera de la cocina.

—Vamos a bañarnos para cenar.

Creo que hoy está más controlador que de costumbre, y eso es algo extraño. No sé si me guste el Leonard controlador, me gusta más el cariñoso.

— ¿Y si quiero cenar primero? —le digo retándolo sin moverme del lugar.

—Puedes ir haciéndolo—responde encogiéndose de hombros—, pero necesito antes un baño y quitarme la ropa manchada.

Miro su pantalón roto y después miro mi ropa desaliñada y manchada. Él tiene razón, necesitamos un baño.

— ¿Dormiremos juntos? —le pregunto mientras él me mira entrecerrando los ojos.

—No veo porque no podemos hacerlo. —responde sin entender a que se debe mi pregunta.

—Entonces sígueme, te mostraré la habitación.

—Creo recordar donde está. —contesta con una sonrisa mientras carga las maletas.

Se me olvidó que me cargó en sus brazos hasta mi cama y que justo ahora, acaba de inspeccionar todo el apartamento. Al llegar a la habitación pone una de las maletas en el suelo y la otra sobre la cama. La abre, busca una ropa y la vuelve a cerrar poniéndola en el suelo también.

—Voy a bañarme, si quieres ve cenando, o espérame. —me dice mientras se dirige hacia el baño.

Busco la ropa de dormir y me dirijo hacia allí también. Cuando abro la puerta me encuentro con Leonard sentado en el váter, sin zapatos, sin camisa y sacándose el pantalón. Se me queda mirando.

—¿Pensé que no te ibas a bañar?

—Lo necesito. —respondo mientras el termina de sacarse el pantalón y lo echa a la basura.

Me le quedo mirando la venda en su pierna.

—Se te va a mojar la venda.

—Me la tengo que quitar. —me dice mientras comienza a zafarla.

—Déjame, yo lo hago. —le pido agachándome en el suelo junto a él.

Leonard me da el extremo de la venda y comienzo a desenredarla con cuidado. Después de cinco vueltas la venda queda en mis manos. No sé qué hacer en estos momentos. ¿La boto, o la guardo para que se la ponga otra vez?

—La puedes botar, tengo otra limpia para mañana. —me dice mientras tiro la venda en el cesto de la basura.

Y entonces me quedo mirando su pierna. El corte tiene al menos diez centímetros de largo, e inconscientemente me veo contando cuantos puntos le han dado. Catorce.

—Vamos a bañarnos. —me dice poniéndose de pie y ofreciéndome su mano para ayudarme a levantar del suelo.

Tomo su mano y cuando estoy de pie, me suelto y comienzo a desnudarme. No me pasa desapercibida la mirada devoradora de Leonard mientras lo hago. Ahora que lo pienso, nunca me he desnudado frente a él. Leonard lo ha hecho por mí en las dos ocasiones. Cuando he terminado él se saca los bóxers y nos bañamos rápidamente. Cuando me estoy poniendo la camiseta de la universidad siento una risa detrás de mí.

— ¿Algo que quieras compartir? —le pregunto mirándolo por encima de mi hombro.

—Me gusta tu ropa de dormir.

—Me alegra que te guste eres el primero que la ve.

No voy a cambiar mi forma de vestir solo porque él esté aquí. Ya me he acostumbrado a vestirme con la camiseta de la universidad.

Termino de vestirme y el hace lo mismo. Se pone una camiseta gris y un pantalón azul claro. Se pasa las manos por el cabello haciendo que quede más desordenado y después salimos rumbo a la cocina. Leonard abre la bolsa y comienza a sacar cajas hacia la encimera.

—Puedes ir poniendo la mesa. —me pide.

Busco unos platos y cubiertos y los acomodo en la encimera.

—No tenías que haber ordenado del restaurante de Alexander, con comida china hubiera bastado.

—En este momento, con lo que sucedió, creo que lo mejor es comer de un lugar de confianza. Y qué mejor que del restaurante de Alex. —responde mientras termina de abrir las cajas con la comida.

— ¿Crees que puedan intentar envenenarme?

—Es mejor precaver.

Es oficial, Leonard padece de paranoia en extremo. Creo que ha visto demasiadas películas de Agente 007.

Aunque Leonard no me hubiese dicho de donde es la comida, lo hubiese adivinado. La comida del restaurante de Alexander es única en la ciudad, no tiene comparación. Cuando terminamos de cenar se me escapa un bostezo.

—Vamos a dormir, debes estar exhausta. —me dice levantándose mientras acomoda los platos uno sobre el otro.

—Déjame poner esto en el lavavajillas.

Recojo los platos y los cubiertos, los acomodo en el lavavajillas y después lo cierro. Apago las luces y nos dirigimos hacia mi habitación. Abro el armario y como es amplio, tiene suficiente espacio para que él coloque sus cosas.

—Puedes acomodar tus cosas ahí.

Lo dejo en la habitación abriendo las maletas mientras yo voy al baño a cepillarme los dientes. Lo estoy haciendo cuando un reflejo llama mi atención en el espejo. Sobre el cesto de la ropa sucia, está su camisa blanca, pero lo que llama mi atención es lo que está debajo. Levanto con cuidado la camisa y allí está en una funda negra el arma.

Es de color plateado y negro y se parece mucho a la que llevaba en el baile de máscaras. O quizás es la misma. Deslizo mis dedos por ella. Se siente tan fría como luce. Siento unos pasos más allá y regreso a lavarme los dientes. La puerta se abre y entra Leonard con su cepillo en la mano. Termino y salgo del baño dejándolo solo.

Me acomodo en la cama mientras pensamientos cruzan mi mente. En New York no llevó el arma, al menos no se la vi en ningún momento. Me pregunto si la lleva dentro de la empresa también.

Leonard sale del baño con la pistola en la mano y la deja en la mesita al lado de la cama. Se sienta en el borde y se pasa la mano por la pierna.

— ¿Te duele mucho la pierna? —le pregunto mientras él me mira a los ojos.

—Un poco.

Me levanto y voy hacia la cocina. Lleno un vaso con agua y regreso a la habitación. Abro la primera gaveta de la mesita y saco un frasco de ibuprofeno.

—Toma. —le doy el frasco con las pastillas.

Leonard saca dos y se las toma. Deja el vaso a un lado y se sienta en su lado de la cama.

—Ven aquí. —me dice palmeado la cama a su lado.

La forma en que lo dice, y el movimiento de su mano sobre el colchón hace que todo dentro de mí se retuerza. Me siento a su lado en la cama, pero guardo la distancia entre nosotros. No quiero lastimarle la pierna, que imagino debe de dolerle mucho más de lo que él dice.

—Acércate más.

—No quiero hacerte daño. —le digo mirando su pierna.

—Ven aquí—tira de mi mano y hace que quede sentada entre sus piernas. Me quita las gafas y las pone a un lado. Aparta el cabello de mi cara y me da un ligero beso en los labios—. Creo que al menos hoy, te tendrás que conformar solo con besos. —me dice mientras me da otro beso en los labios.

—Puedo intentarlo. —respondo enredando las manos en su cuello y robándole un beso.

Mientras dure, soy feliz estando solo entre sus brazos.

Nos acurrucamos juntos en medio de la cama. Solo besándonos. Es algo extraño hacer solo esto. Sin sexo. Leonard se recuesta en la cama y yo entre sus brazos. Y así me quedo dormida.

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Espero les guste este capítulo. ¿Que creen que suceda a partir de ahora?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto.

Xoxo
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