Capítulo 25
— ¿Entonces te mudarás conmigo? —me pregunta.
— ¿Tengo otra opción?
—Es eso o a la inversa, tú eliges. Lo que si no dejaré tu seguridad en manos de nadie que no sea yo.
—Si quieres algo bien hecho hazlo tú mismo. —murmuro con una sonrisa.
—Exacto.
— ¿Ya tienes apartamento? —le pregunto mientras él se me queda mirando.
—No, pero esta semana debo resolverlo, podemos quedarnos mientras tanto en mi habitación del hotel.
— ¿Que le diré a Jessy o a mi madre?
—La verdad. Que tenemos una relación y que nos mudamos juntos.
—Una relación un poco extraña, ¿no crees? —le digo acomodándome las gafas.
—Todas las relaciones de una forma u otra son extrañas desde algún punto de vista. Y la nuestra no deja de ser la excepción. ¿Qué es lo que te preocupa?
— ¿Cómo sabes que me preocupa algo? —le pregunto mientras me acomodo las gafas una vez más.
—Porque te conozco mejor de lo que te imaginas Kate y sé que cuando haces ese gesto con las gafas o cuando te metes un mechón de cabello detrás de la oreja estás nerviosa o te preocupa algo. Así que, ¿cuál es el problema?
—Me preocupa lo que dirán las personas por la decisión tan repentina de vivir juntos.
Leonard deja de cenar. Se levanta de su silla, viene junto a mí y se agacha a mi lado para que nuestros ojos queden a la misma altura. Me toma las dos manos entre las suyas y me mira a los ojos obligándome a mirarlo también.
—Olvídate de lo que digan las personas, o lo que comenten. Tú y yo sabemos la verdad de nuestra relación, y eso sólo nos incumbe a nosotros—no aparto mi mirada de la suya—. Terminemos de cenar que muero por recorrer tu cuerpo una vez más y tenemos que dormir algo antes de ir para el aeropuerto. —me sonríe, me da un ligero beso en los labios y se levanta del suelo sentándose otra vez en su silla.
—No me has contestado para que me sacaste fotos. —le pregunto una vez más.
—Si vamos a aparentar una relación, lo más lógico es que tenga alguna foto tuya en mi teléfono.
—Tienes razón, creo que debería hacer lo mismo. —le digo sonriéndole mientras pienso en como quiero la foto de él.
Mientras termino de cenar más me percato que algo ha sucedido con él para que cambie tanto. O es que en realidad es de esta forma y no lo había visto hasta ahora.
Después de cenar vamos hacia su habitación y estamos un rato viendo la televisión hasta que Leonard decide que ya hemos reposado lo suficiente la comida y comienza a recorrer mi cuerpo muy lento con sus labios. No queda ni un solo lugar en todo mi cuerpo que sus labios no recorran, o que sus manos no acaricien. Tengo que recordar que cumple sus promesas al pie de la letra. Cada vez que encuentra alguna cicatriz, me pide que le cuente la historia que se oculta detrás.
La alarma que he puesto para la 1:00 am, comienza a sonar insistente. Apenas hace una hora que nos hemos acostado, mis ojos se niegan a abrirse. A duras penas me levanto de la cama buscando mis gafas en la mesita donde las he dejado la noche anterior. Leonard a mi lado duerme como un tronco, ni siquiera ha escuchado el teléfono sonar. Me inclino hacia él y aparto un mechón de cabello de su frente.
—¡Leo!—le digo moviéndolo por el hombro, pero él ni se inmuta. —¡Leo!—vuelvo a moverlo, pero nada.
Lo destapo y me quedo mirando su cuerpo desnudo. Me levanto de la cama y voy hacia el baño. Me lavo los dientes y la cara. Cuando regreso a la habitación aún continúa dormido. Su cuerpo es impresionante. Fuerte, aunque no es musculoso en exceso. Sus piernas bien fornidas. Mientras admiro su cuerpo se me ocurre algo.
Vamos a ver si logro que te despiertes de esta forma. Me acuesto a su lado en la cama y sin previo aviso cojo su miembro en mi mano y comienzo a masajearlo mientras acerco mis labios a su oreja.
—Si no te despiertas se nos va a ir el vuelo. —le susurro mientras muerdo el lóbulo de su oreja. Entonces sube la mano hacia mi cintura y me atrae contra él haciéndome quedar debajo de él en el colchón.
—Linda forma de despertarme—dice pegando sus labios a los míos sin abrir los ojos—. Si no fuera porque no tengo más preservativos, te aseguro que perderíamos ese avión—Leonard se pega más a mí. Su comentario me hace reír—. ¿Te causa gracia que no tenga más preservativos? —me dice entreabriendo los ojos.
—No es eso, es que tenía la impresión que siempre estabas preparado.
—Siempre estoy preparado, pero no tenía planeado que sucediera nada de lo que ha sucedido—su respuesta me sorprende—. ¿A menos que tengas algún método anticonceptivo del cual desconozca?
No lo tengo, pero es algo que tengo que tener en mente cuando regresemos a Chicago. Los preservativos son seguros, pero mientras más seguridad mejor.
— ¿Y si lo tuviese? ¿Como sé que no tienes alguna enfermedad?
—No las tengo, pero solo para estar seguros y que confíes en mí, me haré unos análisis cuando regresemos.
—Bien. Yo también me los haré. —Leonard sonríe contra mis labios.
—No creo que te los tengas que hacer tú, según recuerdo soy el único con el que has mantenido relaciones sexuales y todas han sido protegidas—él tiene razón. Solo quiero demostrarle que puede confiar en mí—. Vamos a levantarnos, no creo que pueda pasar ni un minuto más contigo desnuda debajo de mí sin hacer nada.
Nos levantamos y Leonard me arrastra consigo dándome besos en el cuello hacia el baño e insiste en que nos duchemos juntos. En cuanto termino y me envuelvo en una toalla voy hacia mi habitación. Busco una ropa y después acomodo el resto en la maleta. No he traído mucha ropa, solo la necesaria para no pasar trabajo empacando o deshaciendo la maleta. En cuanto termino salgo con mi maleta y me encuentro con Leonard esperándome en el comedor.
Hoy viste de traje, sin corbata, con el cabello desordenado y revuelto. Me mira sonriendo sin apartar sus ojos ni un momento de mi cuerpo.
— ¿Nos vamos? —pregunto haciendo que aparte su mirada de mi cuerpo y la dirija hacia mis ojos.
—Vamos. —me dice mientras me quita la maleta de la mano.
El viaje de regreso me parece más rápido de lo usual. Una vez que nos acomodamos en el asiento del avión me recuesto a Leonard y él a mí y nos quedamos dormidos. Nos despierta un auxiliar de vuelo cuando estamos por aterrizar. Cuando salimos del aeropuerto, Joel nos está esperando afuera.
—Bienvenido Sr. Price, Kate. —dice con un asentimiento de cabeza en mi dirección.
Joel coge ambas maletas y las guarda en el maletero mientras Leonard me abre la puerta del auto para que yo entre.
—Hacia la oficina Joel. —le dice mientras pasa una mano por mis hombros y tira de mi hacia él. Me siento extraña. Sé que todos en la empresa muy rápido comenzarán a hablar y comentar sobre nuestra relación. Y lo que más odio son los comentarios de pasillo y que hablen de lo que no saben—. ¿Cansada? —Leonard interrumpe mis pensamientos apartando un mechón de cabello de mi rostro.
— ¿Quién tiene la culpa? —inquiero en un susurro.
—Yo, desde luego, no lo voy a negar. Te prometo que esta noche te dejaré descansar.
—No hagas promesas que después no puedas cumplir.
—He dicho que esta noche te dejaré descansar, pero no dije a qué hora. —susurra en mi oreja mientras yo sonrío. No me pasa desapercibida la mirada de Joel por el retrovisor, me parece verlo sonreír, pero no sabría decir.
Cuando llegamos a la oficina, está nevando, así que Joel parquea en el garaje subterráneo. Salimos y nos dirigimos hacia el ascensor. Aún es temprano por lo que no hay mucho personal. Al llegar a nuestra planta nos dirigimos hacia la oficina.
Cuando me ha dicho que tendríamos una relación me imaginé que nos tomaríamos de la mano por los pasillos o que me robaría un beso en alguna esquina. Pero lo distante que se muestra en este momento me dice que lo que he vivido en New York no se va a repetir aquí en Chicago.
—. —me dice abriéndome la puerta de su despacho. Cojo un bolígrafo y una libreta para tomar notas y entro a su oficina. No sé porque estoy nerviosa. Pero entrar en su oficina me perturba a pesar de la intimidad que hemos compartido, se siente extraño—. Siéntate—me pide mientras él hace lo mismo en la silla frente a mí. Hago lo que me pide. Leonard se me queda mirando fijo. Mis piernas tiemblan cada vez que me mira de esa forma. Y después de las últimas doce horas junto a él, voy entendiendo porque me hace sentir así. Me excita tan solo con mirarme, y ahora lo entiendo mucho mejor—. Primero: Necesito que organices una reunión urgente con seguridad. Quiero las nuevas medidas implementadas ya. Segundo: Me gustaría echarle una hojeada otra vez a los expedientes de todo el personal que trabaja en Nano, y también a los encargados de desarrollar el prototipo de IA.
—Bien—respondo terminando de tomar nota—. ¿Y tercero? —pregunto levantando la vista de la libreta y mirándolo por encima de las gafas.
—Tercero—dice levantándose de su asiento y dándole la vuelta a la mesa. Se para delante de mí. Estira la mano hasta acariciar mi barbilla y sujetarla con suavidad—. Dos cosas: La primera—dice tomando la mano para ponerme de pie haciendo que suelte la libreta en el asiento—. Necesito un beso—y sin darme tiempo a reaccionar me sorprende robándome un beso que me deja con los sentidos atolondrados cuando sus labios se separan de los míos a la espera de más—. Y la segunda, necesito uno de esos deliciosos cafés que solo tú sabes preparar. —me dice sonriéndome mientras enreda las manos en mi cintura.
—Bien—contesto con la respiración acelerada por su asalto arrebatador—. En cuanto me sueltes voy por el café. —respondo con una sonrisa en mi rostro.
—Pues ve por el café. —me dice soltando mi cintura.
Me giro y Leonard me da una nalgada.
— ¡Ay! ¿Y eso porque fue? —le digo fingiendo enfado, pero no puedo evitar reír.
—Porque quise. —me dice con una deslumbrante sonrisa. Se sienta en su silla y yo salgo de su oficina con el corazón acelerado y una tonta sonrisa en el rostro.
Me dirijo hacia la sala de descanso a preparar dos tazas de café. Hasta yo misma necesito una bien cargada si quiero mantenerme en pie el día entero. Con las personas que me cruzo me miran raro. Debe ser por la estúpida sonrisa en mi rostro.
Cuando termino me dirijo con las dos tazas hacia la oficina. Dejo la mía sobre mi escritorio y entro en la oficina de Leonard. El levanta la vista de la computadora en cuanto siente la puerta abrirse. Camino hacia su mesa bajo su atenta mirada. Dejo la tasa sobre un posavasos. Leonard la toma y le da un sorbo.
— ¡Mmm! Delicioso, justo como lo recordaba. —mi cuerpo de la cintura para abajo se retuerce de placer al sentirlo gemir.
Le doy una media sonrisa y me retiro de su oficina antes de lanzarme sobre él y desnudarlo allí mismo.
Me siento detrás de mi escritorio y enciendo la computadora. Hoy va a ser un día complicado. Tomo un sorbo de café y comienzo a trabajar. Como mismo me ha pedido Leonard, cito a seguridad para una reunión de emergencia a las 9:00 am. Y después vuelvo a solicitar los expedientes y la información que me ha pedido.
El personal de seguridad llega puntual y los conduzco al salón donde están reunidos con Leonard cerca de dos horas.
Tengo que sacar una cita con el ginecólogo y también tengo que poner al día a Jessy con respecto a nuestra relación. Quizás pueda matar dos pájaros de un tiro. Tomo mi celular y marco a Jessy. Va a enloquecer en cuanto le cuente.
—Hola neoyorkina. —me responde al instante.
—Hola, necesito un favor.
—Si está en mis manos.
— ¿Tienes el número de tu ginecólogo?
—Ginecóloga, sí. ¿Qué sucedió? ¿Estás embarazada?
—¡No! —grito demasiado alto. No creo estar lista aún para pensar en eso, mucho menos con alguien que no está dispuesto a involucrarse de forma sentimental—. Necesito una cita lo antes posible. —termino.
—Bien, la llamaré y te aviso.
—Gracias. —le cuelgo antes que comience a indagar más.
Diez minutos más tarde mi teléfono suena, es Jessy.
—Te parece bien dentro de una hora. —eso ha sido bastante rápido.
—Sí. ¿Me acompañas? —pregunto en tono suplicante.
—Sí, desde luego que sí. Tenemos mucho de qué hablar.
—Voy a avisar que saldré, te recojo enseguida. —le digo colgando el teléfono.
Ahora solo tengo que avisarle a Leonard. Marco su extensión.
—Sí. —me responde rápido.
Pensé que a estas alturas su voz por teléfono no causaría efecto alguno sobre mí. Me equivoqué.
—Tengo una cita con el médico en media hora, Jessy me acompañara, no te preocupes, le pediré a Joel que nos lleve y nos espere. —solo espero que no se oponga a que me lleve Joel.
— ¿Estás bien? —pregunta preocupado.
—Sí, solo es...algo rutinario. —no quiero especificarle que tipo de médico es el que voy a visitar.
—Bien, cuando regreses pasa por aquí.
—De acuerdo. —y cuelga.
Cojo mi bolso y salgo en busca de Jessy, que me recibe con un fuerte abrazo al llegar a recepción. Solo espero que no se note mucho el corte en mi mejilla. Ella se me queda mirando con atención.
—Tenemos que ponernos al día, tengo tanto que contarte y muero por qué me cuentes todo lo sucedido en New York, pero lo que más me intriga es saber si es verdad lo que escuché en el ascensor esta mañana cuando iba subiendo. Wau. Los chismes aquí corren rápido.
— ¿Qué fue lo que escuchaste con exactitud? —le pregunto haciéndome la desentendida.
Las puertas del ascensor se abren y entramos. Por suerte estamos solas y ella no duda en comenzar su interrogatorio.
— ¿Es cierto que tienes una relación con Leonard?
—Sí. —contesto con firmeza. Una relación extraña, pero una relación.
— ¿Pero me habías dicho que no quería una relación?
—Cambió de opinión en New York.
—¿Me pregunto que habrá sucedido para que cambiase de opinión?
Yo también me pregunto lo mismo. Y no creo que a Jessy le guste saber los términos de nuestra relación. Tengo que desviar el tema de conversación a otra cosa.
— ¿Qué es lo que tenías que contarme? —le pregunto en un intento por desviar el tema de conversación hacia ella.
—Estoy tan feliz. Pero no sé cómo te vas a tomar lo que te voy a decir.
—Pues si no me lo dices nunca lo sabrás. —me pregunto que será.
— ¡Me mudé con Alexander! —me grita muy feliz.
Abro mucho los ojos de la sorpresa. Esto ha sido muy repentino, aunque ella siempre ha estado muy segura de sus decisiones. Además, de que por la forma que esos dos se miran, seguro terminan casándose dentro de poco.
—¡Me alegro por ti Jessy! —le digo abrazándola fuerte—. Pero, ¿no crees que es muy repentino?
—No, estoy muy segura de todo, lo único que lamento es que te voy a dejar sola. Bueno ahora que lo pienso, muy sola no vas a estar, puedes pedirle a Leonard que te haga compañía. —me dice sonriendo.
Que les dije, ella siempre muy segura de todo.
—Bien. ¡Felicidades entonces!
—Tenemos que salir a celebrar esta noche. —desde luego que imaginé que diría eso.
—Podemos dejarlo para el fin de semana, todo lo que quiero es descansar. No he dormido nada en toda la noche, y estoy agotada del viaje. —no debí haber mencionado eso último.
— ¿Agotada del viaje o de Leonard? —no puedo evitar reír con su comentario.
—Las dos cosas. —respondo mientras reímos a carcajadas.
Continuamos conversando todo el viaje hasta la clínica. Al llegar busco mi teléfono y le envío un mensaje a Leonard. No quiero que esté preocupado por mi seguridad. Y la verdad es, que en mi apartamento me siento muy segura, pero también me voy a sentir muy sola.
"No te apresures en buscar apartamento, mientras, te puedes quedar en el mío."
Leonard me contesta rápido el mensaje.
"Prefiero que estemos solos tú y yo en un apartamento, no es que desconfíe de las personas, es que me gusta escucharte gemir debajo de mí...cuanto más alto mejor. Y no creo que puedas hacerlo con Jessy en la habitación de al lado."
Su mensaje me hace reír, pero también me excita.
"Creo que no tendré problemas para cumplir con mi parte de los gemidos...estaremos solos tu y yo en el apartamento."
Y le doy enviar. A los pocos minutos mi teléfono vuelve a sonar. Lo voy a revisar cuando la puerta del consultorio se abre.
—Katerine McClean. —mencionan mi nombre.
—Sí, soy yo. —respondo poniéndome de pie.
— ¿Te acompaño? —me pregunta Jessy.
—No, no creo que haga falta. —le contesto dando media vuelta y caminando hacia donde está la doctora.
Media hora más tarde estoy saliendo del consultorio después de realizarme una inspección de rutina, unos análisis complementarios y con un método anticonceptivo, además de una caja de condones que me ha dado la doctora. Los resultados de los análisis estarán para mañana y me los enviarán a mi correo.
—Y bien. ¿Cómo fue la consulta?
—Bien. —le digo mientras busco el teléfono y reviso el mensaje que me llegó antes de entrar a la consulta. Es de Leonard.
"En ese caso, iré empacando mis cosas, no veo el momento de perderme en tu cuerpo una vez más."
Su mensaje me hace reír una vez más. Jessy se me queda mirando mientras me río sola.
— ¿Algo que quieras compartir? —inquiere mientras levanta una ceja sonriendo.
—No. —le contesto rápido mientras guardo el teléfono. —Vamos a almorzar. —le digo tomándola del brazo.
Cerca de la 1:00 pm, nos estamos bajando frente a la empresa. Vamos riendo cuando algo llama mi atención. Un auto parqueado cerca de nosotros que se parece al mío. Me acerco a él y me percato de que no se parece, es el mío.
— ¿Qué hace mi auto aquí? —le pregunto a Jessy mientras ella continúa riendo.
—Lo tomé prestado esta mañana, el mío no hubo dios que lo hiciera arrancar.
—Te he dicho que tienes que deshacerte de ese auto, lo único que hace últimamente es dejarte tirada.
—Sí, Alexander me dice lo mismo todo el tiempo.
En ese instante alguien se detiene a nuestro lado y se queda mirando el auto.
—Lindo auto.
—Gracias. —contesto automáticamente mientras el hombre continúa de largo y yo me quedo mirando extrañada.
Pero después decido olvidarlo y no darle importancia. Muchas personas se detienen a ver mi auto, llama mucho la atención, a pesar de que es de hace 2 años, apenas y están saliendo al mercado.
Cuando llego a mi escritorio me encuentro con una nota manuscrita por Leonard.
Regresaré en la tarde, fui a recoger el resto de mis cosas del hotel. Espero que no te importe que haga una estancia indefinida en tu apartamento.
Leonard
La verdad es que no me molestaría que se quedara conmigo por toda la eternidad.
Me siento a trabajar. Leonard llega después de las 3:00 pm y entra directo a su oficina. Voy por su café y ese es el único contacto entre nosotros en toda la tarde.
A las 5:30 pm Jessy llega a mi oficina. Esto es algo extraño ya que siempre soy yo la que voy por ella.
— ¿Sucede algo? —le pregunto cuando la veo asomada en mi oficina.
—Alexander ha venido por mí, hoy se ha tomado la tarde libre, vengo a dejarte las llaves de tu auto. —me dice poniéndolas en la mesa.
Me pongo de pie y voy hacía donde ella está.
—Extrañaré no tenerte en el apartamento. —le digo mientras le doy un efusivo abrazo.
—Yo también. Pero entre tú y yo, no me vas a extrañar tanto, no vas a tener tiempo. —y ambas nos echamos a reír.
Me despido de Jessy y me guardo las llaves del auto en el bolsillo de los jeans. Leonard me ha pedido que me quede hasta más tarde. Haría cualquier cosa con tal de estar a su lado e irnos juntos, además que como su asistente es mi deber quedarme hasta que el se marche.
A las 7:30 pm estamos bajando en el ascensor para dirigirnos a mi apartamento. Leonard ha tenido que hacer unos cambios de última hora con respecto a Joel. Pues ha tenido que ausentarse por una urgencia familiar. Por lo cual Leonard, se ha autonombrado chofer-guardaespaldas. Cuando salimos del ascensor cada uno con las maletas en la mano, Leonard con más cosas que yo, recuerdo que mi auto está aparcado afuera.
—Creo que tenemos un problema. —le digo mientras salimos por la puerta y una fina nieve comienza a caer.
—Tú dirás.
—Jessy tomo prestado mi auto esta mañana, pero Alexander la vino a recoger en la tarde y ella me dejo las llaves.
—Bien, nos podemos ir en tu auto, y yo regresaré después por el mío.
—No es eso, es que no conduzco cuando está nevando. —le confieso.
Leonard me mira anonadado.
— ¿Algún motivo especial por el cual no lo hagas?
—No puedo hacerlo. Lo he intentado, pero en cuanto me siento detrás del volante y miro la nieve por el parabrisas me congelo. Según me han dicho los médicos, es un trauma que tengo del accidente que tuve cuando era niña.
—Disculpa, no lo sabía. Dame las llaves, yo conduciré. —me dice poniendo las maletas en el suelo y estirando la mano. Saco las llaves del bolsillo de los jeans y entonces viene a mi mente lo sucedido cuando regresábamos del almuerzo. Hace mucho tiempo que nadie se detenía a mirar mi auto. La verdad es, que hay autos mejores—. ¿Qué sucede? —me pregunta levantando mi barbilla con su mano.
—No es nada, solo que alguien se quedó mirando mi auto hoy y hace mucho que nadie lo hacía. —respondo pensativa como si no tuviese importancia.
Leonard me quita las llaves de la mano.
—No te muevas de aquí. —me dice en tono autoritario.
Mi auto se encuentra aparcado a unos diez metros de nosotros y Leonard camina en dirección a él con paso rápido. Se agacha en la acera, mira debajo del auto y se levanta corriendo en mi dirección.
—¡Cuidado!—me grita mientras me abraza con fuerza.
Leonard me cubre con su cuerpo mientras yo cierro los ojos. El me abraza mientras pone una mano en mi cabeza y ambos caemos en la acera tras el estruendo.
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Espero les guste este capítulo. ¿Que creen que sucedió?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto.
Xoxo
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