Capítulo 23
— ¿Y qué vas a hacer? —le pregunto curiosa.
—Con respecto a la compañía, voy a poner seguridad extra—me dice mientras su mano sube hasta mi mejilla—. Y con respeto a ti, también.
— ¡Más seguridad! —exclamo frustrada y con ganas de protestar—. ¿Que acaso no es suficiente con Joel haciéndome sombra el día entero?
—No, no lo es—contesta muy serio, al parecer lo he dicho en voz alta. Me acomodo las gafas y meto un mechó de cabello detrás de mi oreja—. No debes preocuparte por la vigilancia Kate, piensa que es por tu seguridad, mucho más después de lo sucedido anoche. Solo que le haré unos pequeños ajustes.
— ¿Ajustes? —abro mucho los ojos.
Y ahora que se le ocurrió para mi protección.
—Sí, no pienso dejarte sola ni un segundo. —me dice deslizando los dedos por mis labios.
De forma inconsciente deslizo la lengua por ellos sin apartar mi mirada de la suya y puedo ver el brillo peligroso en ella.
—¿Y puedo saber que tienes pensado hacer extra para mi protección?
—Yo no haré nada—hace una pausa evaluando mi reacción—. Tú lo harás.
— ¡Yo! ¿Y qué puedo hacer yo?
Solo me mira, sé que está planeando algo. Pero no estoy preparada para lo que él me pide a continuación.
—Mudarte a mi apartamento.
Por suerte no tengo jugo ni nada en la boca, porque de seguro que se lo hubiese escupido encima.
— ¡Estás loco! ¿Cómo me voy a mudar contigo? ¿Qué explicación le voy a dar a Jessy? ¡Oh dios! ¡Jessy! Debe de estar preocupada por mí y como loca porque no contesto mi teléfono. Y mi madre, debe de estar al borde de la locura porque no la he llamado. —digo levantándome de golpe de la cama. Necesito salir y comprarme otro teléfono.
—¿Pensé que tus padres habían fallecido?
—Sí, me refiero a mi madre adoptiva. —respondo a modo de explicación.
—Puedes venir aquí y tranquilizarte. —me pide palmeando la cama a su lado.
—¡Cómo quieres que me tranquilice en este momento! —Leonard se levanta de la cama y me sostiene por los hombros mientras me pierdo en su mirada.
—Jessy llamó a mi celular preguntando por ti, y le dije que se te había roto el tuyo y tenías que comprar otro, que más tarde la llamabas. ¿Ya puedes tranquilizarte? —me dice sonriéndome de esa forma que tanto me gusta y que me hace perder el sentido.
—No me sonrías así. —le suelto de pronto.
—¿Porque no? —me dice volviendo a sonreír de esa que hace que se formen los hoyuelos en las mejillas.
—Porque no lograrás que me mude contigo, ni siquiera así—respondo tratando de soltarme del agarre de sus manos, pero es imposible—. Además, no es como si tuviésemos una relación y decidiéramos vivir juntos. Porque no es así.
—Pero puede serlo. —lo miro ahora asombrada.
—¿Cambiaste de idea? ¿Quieres una relación? — él no me contesta, solo me sonríe. Coloca una mano en mi cadera y sube la otra hacia mi mejilla para apartarme el cabello del rostro—. ¿Porque no me besaste anoche? —le pregunto de repente.
—Porque por mucho que tuviese deseo, no era el momento correcto, ni para besarte, ni para cualquier otra cosa. —responde mientras desciende sus labios hacia mi cuello.
No me besa, solo deja su cabeza allí mientras me abraza fuerte y aspira en mi cuello. Mi piel reacciona ante el aire que escapa de sus labios y se eriza por completo.
— ¿Y este es el momento? —se separa de mí y me mira sonriendo.
—No. Ve a vestirte, iremos a comprar un nuevo teléfono, le prometí a Jessy que me aseguraría que te lo compraras. —me dice separándose de mí y dirigiéndose al baño.
— ¿Te puedo hacer una última pregunta? —Leonard se detiene en medio del baño.
— ¿Qué quieres saber?
—¿Cómo me encontraste? —eso es lo que más me intriga.
—Rastree tu teléfono. —dice sonriendo mientras desaparece en el baño.
¿Yo escuché bien? ¿Pero cómo? Bueno, sé cómo, yo misma lo hice en una ocasión. Pero esa no es la cuestión. La cuestión es que ha rastreado mi teléfono, y si sabe hacer eso, es muy probable que también sepa hacer otras cosas como piratearlo y revisar todos mis correos o mis llamadas o coger todos mis contactos. Tengo que indagar más en este tema. Leonard Price es todo un enigma y pienso llegar al fondo de todo esto. Tengo que averiguar que más sabe hacer.
Salgo de su habitación rumbo a la mía cerrando la puerta en cuanto entro. Todo lo que ha sucedido desde la noche anterior ahora me parece irreal. Y lo más extraño de todo es su cambio en cuanto a una relación. Aunque en realidad no me ha dicho que tendremos una relación. En realidad, no me ha dicho nada. ¿Y mudarme con él? Eso sí ha sido el colmo. Busco una ropa que ponerme. Está equivocado si cree que me voy a mudar con él.
Quince minutos más tarde estoy vestida con unos jeans azules ajustados, desteñidos y rasgados en la rodilla, una camisa gris de manga larga una chaqueta de cuero negra y unos converses. Salgo en busca de Leonard.
Se encuentra sentado en la sala de Tv y en cuanto me ve se levanta y apaga la televisión. Hoy al igual que los últimos días viste de forma casual, aunque no deja de lucir elegante. Trae unos jeans azules desteñidos, una camisa blanca y una chaqueta de cuero negra. Hoy no trae los converse, en su lugar trae unas botas color marrón.
— ¿Lista para irnos? —dice apartándome de mi ensoñación.
—Sí. —contesto con firmeza.
—Pues vamos—dice ofreciéndome su brazo. En cuanto pongo mi mano sobre su antebrazo él la toma y la desliza hasta que nuestros dedos están entrelazados—. Mucho mejor así, hoy no quiero perderte de mi lado. —me dice mientras tira de mi rumbo a la puerta.
Y yo me dejo llevar encantada mientras él me conduce por todas partes tomando mi mano. Así, a la vista de todos lucimos como una pareja normal. Aunque sé que no lo somos.
Mientras el ascensor desciende hasta la planta baja lo miro de reojo para ver si su mirada me da alguna información de lo que sucede con el hoy. Pero nada. El me mira, me sonríe con una sonrisa deslumbrante y sube mi mano hasta sus labios para besarla.
Y ese sencillo contacto de sus labios sobre mi piel activa todas las células y terminaciones nerviosas que se encuentran dormidas. Un cosquilleo comienza a inundar todo mi cuerpo.
—Mmm—dejo escapar un leve e inaudible gemido. Al menos espero que no lo haya escuchado.
Se me acelera la respiración y él lo nota cuando aprieta mi mano entre la suya y acerca sus labios a mi oreja.
—Sé lo que eso provoca en ti. —susurra haciéndome estremecer.
Voy a contestarle algo, pero en ese instante las puertas se abren y él tira de mí. No está nevando, pero una fina capa de nieve cubre todo New York. Sin soltar mi mano me conduce rumbo a Central Park y paseamos un buen rato tomados de la mano.
—Hora de almorzar. —dice tirando de mi para salir del parque.
Leonard detiene un taxi, le indica una dirección al taxista y después me sonríe. Almorzamos unas hamburguesas en un lugar llamado Burger Joint. El lugar está escondido detrás de la recepción del hotel Le Meridien.
Después de comprar mi nuevo teléfono llamo a Jessy y después a Stella, no quiero que se preocupen. Les explico que se me perdió el teléfono y no indagan más. Está casi atardeciendo cuando tomamos otro taxi. No presto atención a la dirección que Leonard le dice al conductor. Y cuando nos bajamos en el One World Tarde Center me giro hacia él.
— ¿Qué hacemos aquí?
— ¿Has subido al observatorio?
—No.
—Pues vamos. —me dice tirando de mi mano.
Hay una fila enorme para comprar las entradas. Pero Leonard pasa de largo y se encamina directo a la del ascensor.
— ¿No vamos a sacar las entradas? —le pregunto mirando como pasamos la cola de largo.
—Ya las tenemos. —me dice sacándolas del bolsillo de la chaqueta y mostrándomelas.
— ¿Cuándo has comprado las entradas?
—Las compré hoy en la mañana, quería subir y pensé que te gustaría acompañarme. ¿O me equivoco? —me pregunta enarcando una ceja mientras se detiene en el medio del pasillo.
No. No se ha equivocado. Esto es lo primero que deseaba hacer en mi próxima visita a New York. He visto varios vídeos del ascensor y me han contado cómo es la experiencia. Pero sé que no es lo mismo.
Tira de mi mano rumbo a la fila del ascensor. Y cuando entramos aprieta mi mano fuerte mientras las puertas se cierran. A medida que el ascensor comienza a subir se puede divisar en las pantallas a la redonda de este la evolución de la ciudad de New York. Las vistas en las diferentes épocas. Un contador va cronometrando los años. Pasando por el 11/9 y después la nueva construcción. Es como si estuviésemos dentro del edificio mientras lo construyen.
Al abrirse las puertas del ascensor todos salimos. Y las vistas, son para quitar el aliento. Los cristales panorámicos sobresalen del edificio y te puedes sentar en el borde a observar todo. Lo mejor de todo, es el horario en el que hemos subido. Está atardeciendo y el cielo muestra sus azules y naranjas mientras las luces de la ciudad comienzan a encenderse poco a poco. Todo es espectacular y mágico. Mi momento preferido del día observado a cientos de metros del suelo.
—Gracias. —le digo girándome hacia él y abrazándolo por la cintura.
Leonard se sorprende, pero me devuelve el abrazo encantado.
—No hay de qué.
Me separo de él y me dispongo a disfrutar de la vista.
Me encanta ver los atardeceres, pero la verdad es que ver el atardecer en New York desde esta altura no tiene comparación ninguna. Los atardeceres que he visto en toda mi vida son, en este momento, insignificante en comparación con lo que estoy viendo. La nieve comienza a caer, cubriendo por completo la ciudad. Es algo que nunca antes he visto.
— ¿Otoño en new York? —me susurra en el oído haciéndome estremecer.
Sé que es Leonard, mi cuerpo sabe reconocerlo donde sea, incluso sin verlo.
—Sí, me encanta el otoño. —le digo con la mirada perdida en la distancia, sin mirarlo.
—Sí, eso también, pero me refiero a lo que tengo en la mano. —me dice haciendo que me gire hacia él.
Trae dos tragos en las manos y me ofrece uno.
—Gracias—le digo mientras lo pruebo. Y vuelvo mi vista otra vez hacia el espectáculo que es la vista de New York atardeciendo mientras nieva. Después de tomarme el Otoño en New York, un Bajo Manhattan y picar algo de lo que Leonard me ofrece, se acerca a mí con otra copa en la mano—. ¿Champagne? —inquiero con curiosidad mientras miro el líquido dorado y burbujeante en el cual hay una fresa.
—Charles de Fère.
—Nunca lo he probado.
— Te va a gustar. —me dice mientras yo cojo la copa y lo miro por encima de esta.
—¿Es idea mía o estás tratando de emborracharme?
—Idea tuya. —dice mientras bebe de su copa.
— ¿Celebramos algo?
— ¿Hay que celebrar algo para tomar una copa de champagne? —lo pienso por un momento.
—No. —respondo dando un trago a mi copa.
Delicioso.
Vuelvo la vista hacia el panorama de New York y me deleito observando como poco a poco el sol termina de desaparecer y da paso al anochecer. Leonard se encuentra parado a mi lado frente a los cristales panorámicos.
—Me encanta ver el atardecer.
—Sí, lo sé.
— ¿Lo sabes? —inquiero con curiosidad, no recuerdo haberle contado que me gustan los atardeceres.
—Sí, por la forma en que estás sonriendo en estos momentos. —me dice dando un trago a su copa de champagne.
—La vista desde aquí es espléndida, no tiene comparación.
—Si la tiene—me giro hacia él. Leonard me mira sin apartar sus ojos de mí. Y no sé cuánto tiempo pasa mientras nos miramos. Apenas pasan unos segundos, pero pueden haber sido minutos, horas, los que estamos mirándonos fijamente antes de yo apartar mi mirada de la suya. Puedo estar una eternidad mirándolo—. Creo que es hora de marcharnos—me dice quitándome la copa vacía de la mano—Vamos. —deja las copas en una bandeja. Toma mi mano y entrelaza nuestros dedos una vez más. Y me dejo conducir encantada rumbo al ascensor—. Y bien. ¿Qué te gustaría hacer ahora? —me pregunta mientras entramos en el ascensor y nos acomodamos en el fondo junto a otras personas.
—Sé que me gustaría hacer, pero no creo que te apetezca. —le contesto más para mí que para él.
Leonard se acerca más a mí y me susurra al oído.
—¿Qué es lo que te gustaría hacer y porque crees que no me apetecería?
—No creí que lo dijera en voz alta.
—Ya lo has dicho. Ahora me tienes intrigado.—me dice pegándose a mí.
Todo esto es culpa de Leonard y sus tragos y el champagne. El alcohol siempre ha logrado que mi lengua se afloje y hable más de la cuenta.
El cuerpo de Leonard cubre por completo el mío. Vistos desde otra perspectiva parecemos una pareja de enamorados muy acaramelados al fondo del ascensor.
«¿De veras él quiere que le responda?»
Su mirada fija en la mía me hace saber que está esperando una respuesta. Su rostro está a escasos centímetros del mío y nuestros labios están casi rozándose. Puedo sentir su respiración sobre mí, así que le respondo.
—Besarte—contesto mientras él me sonríe—. Pero anoche no quisiste hacerlo, así que imagino que hoy tampoco lo harás.
Las puertas del ascensor se abren y nos quedamos mirándonos como idiotas mientras todas las personas salen. Leonard dirige sus ojos a mis labios y después vuelve a clavar su mirada en la mía.
—Vamos. —me dice mientras me arrastra fuera del ascensor y salimos hacia la calle.
Es de noche y está nevando. Leonard no suelta mi mano mientras detiene un taxi con un fuerte silbido. Sostiene la puerta para mí y después sube.
— ¿Hacia dónde? —nos pregunta el taxista.
— 1 Hotel central Park. —responde Leonard sin darme tiempo.
El taxista arranca y Leonard tira de mí hacia sus brazos. Me sacude la nieve que tengo en la cabeza y me mira a los ojos.
—No es que no quisiera hacerlo, no debía hacerlo. No quise empeorar la situación. Anoche te di lo que necesitabas, alguien que te cuidara y estuviese ahí para ti. —me dice mientras enreda una mano en mi cabello.
— ¿Y esta noche? ¿Me darás lo que necesito esta noche?
Sí, soy consciente de que el alcohol es el que está hablando, no yo. Tantos tragos me están pasando factura. Leonard acerca sus labios a los míos, rozándolos un poco.
— ¿Qué es lo que necesitas esta noche? —me pregunta con voz ronca.
—Por ahora que me beses hasta dejarme sin sentido. —murmuro cerca de sus labios con la respiración acelerada.
—Bien. —es lo único que dice antes de unir sus labios a los míos.
Su beso comienza lento y sensual. Sus labios son como los recuerdo, calientes húmedos y tentadores. Su lengua se desliza ellos y los entreabro para darle acceso a mi boca y profundizar el beso. Enredo una mano en su cabello mientras tiro de él hacía mi para acercarlo más. Necesito su cercanía, sentir su cuerpo cálido junto al mío.
Un ligero gemido escapa de mis labios mientras él los muerde y tira de ellos. Sus manos bajan hasta mi cintura y me aprietan fuerte mientras empuja mi cuerpo contra el suyo, como si fuera posible estar aún más pegados. Una de sus manos se mete por dentro de mis jeans y aprieta una de mis nalgas. Sus labios dejan los míos y bajan dando besos por mi cuello. Entonces el taxi se detiene de repente haciendo que nos vayamos hacia adelante.
—¡Nada de sexo en mi taxi o se bajan ahora mismo! —nos grita furioso el taxista.
La fuerte voz hace que ambos nos miremos y comencemos a reír a carcajadas.
—No se preocupe, solo nos estamos besando, no estoy interesada en que nadie me vea desnuda, mucho menos en un taxi, llévenos al hotel. —le digo mientras el taxista arranca el auto otra vez.
—Yo si estoy interesado en verte desnuda—susurra Leonard en mi oído haciéndome estremecer—. Si se apura en llegar le daré una buena propina. —le dice al taxista mientras el hombre lo mira por el espejo retrovisor y acelera el taxi.
El resto del viaje en el taxi voy recostada al hombro de Leonard mientras él me acaricia con dulzura. Y como mismo le ha prometido Leonard, le da una buena propina cuando nos bajamos del taxi frente al hotel.
— Deberíamos cenar algo, ¿tienes hambre? —me pregunta mientras caminamos hacia el ascensor.
—Sí, tengo ganas de devorarte. —le digo cuando nos detenemos frente a las puertas del ascensor.
Leonard me sonríe y presiona el botón de llamada.
—Voy a tener que recordar que la bebida te vuelve atrevida. —me dice mientras las puertas se abren y entramos.
No es solo la bebida, es su cercanía que me vuelve loca. En cuanto las puertas se cierran Leonard me acorrala contra una pared y dirige sus manos hacia mi cintura.
—¡Ni se te ocurra desnudarme en el ascensor! —le grito poniendo las manos en su pecho.
— ¿Por qué no?
—Porque si no lo notaste, los ascensores aquí tienen cámaras y no me gustaría ser la protagonista de la película porno de esta noche. —murmuro sonrojada mientras comienzo a excitarme con la sola idea de que él no me haga caso y me desnude aquí mismo.
—Bien, pero lo haré en el próximo ascensor que no tenga cámara. —me dice mientras sus labios atacan los míos.
Su cuerpo me presiona contra la pared del ascensor, mientras nuestros labios se funden en uno solo. Cuando las puertas se abren salimos sin dejar de besarnos, a trompicones rumbo a la habitación, pues ninguno de los dos va viendo por dónde vamos. Solo nos besamos con desespero.
Leonard me aprisiona contra una pared y mientras sus manos se deslizan por mi cuerpo sube una de mis piernas hacia su cadera dejándome sentir que tan excitado está. Cuando me separa de la pared esta vez soy yo la que lo empuja contra la otra y él sonríe contra mis labios.
Para cuando logramos llegar a la habitación, Leonard me tiene cargada y recostada contra la puerta mientras besa mi cuello y yo intento, de forma inútil, encontrar la tarjeta.
— ¿Tienes prisa por entrar a la habitación? —pregunta arrancándome un gemido mientras me baja al suelo.
—Tengo prisa por desnudarte. —respondo mientras él saca la tarjeta de sus jeans y abre la puerta.
—Pues será mejor que no nos moleste nadie mientras lo haces—contesta mientras coge la piedra que dice "Ahora no" y la coloca en la loza que está en el marco de plantas de la puerta de la habitación—. Listo. —tiro de su mano para que entre a la habitación y el cierra la puerta detrás de él.
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Espero les guste este capítulo. ¿Se esperaban que sucediera esto?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto.
Xoxo
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