Capítulo 22
Los dos hombres me miran, uno a cada lado de la cama, mientras me encuentro acostada y con las manos atadas al cabecero. No veo sus rostros, solo sus ojos. Uno de ellos sube a la cama y comienza a besarme, devorando mis labios. El otro baja por todo mi cuerpo dando besos y deslizando sus manos hasta que siento su lengua acariciar mi clítoris haciéndome gemir. El hombre que me besa, acalla mis gemidos introduciendo la lengua en mi boca mientras con sus dedos aprieta y tira de mis pezones.
Trato de moverme, pero no me dejan. Entonces de forma repentina ambos se separan de mi cuerpo dejándome con la respiración acelerada y al borde del orgasmo. Y vuelven a pararse cada uno a un lado de la cama. Los miro de forma alterna. Ahora si se les ve el rostro. ¿Acaso mi mente me está engañando? Los dos son la misma persona.
Leonard.
Me sonríen de forma perversa y ambos vuelven a venir sobre mí, besando por igual todo mi cuerpo. Descienden al parejo, cada uno por un lado dejando un húmedo rastro por toda mi piel. Deslizan sus manos por mi cuerpo hasta llegar a mi sexo. Y entonces ambos de forma simultánea introducen cada uno un dedo en mi interior haciendo que se me escape un gemido.
Me siento de repente en la cama, sudando y con el corazón acelerado. ¡Por Dios! Todo ha sido un sueño. ¿Por qué no puedo tener sueños normales? O Ninguno. ¿Quién me mandó a hablar con Leonard sobre hacer un trío? En este momento extraño mi consolador. Dirijo mi vista hacia la puerta y por un instante me siento tentada a ir hacia su habitación y pedirle que termine lo que ha comenzado en el sueño.
Busco las gafas y me las pongo. El reloj marca un poco más de las 6:00 am. Creo que no voy a poder dormir más. Voy al baño y después de lavarme la boca y asearme me visto, me recojo el cabello en una trenza y voy a prepararme un café. Hoy solo hay en la agenda la exposición de tecnología y la verdad es que no quiero estar aquí cuando Leonard despierte. Pero tampoco quiero que se enfurezca por salir sin él. Busco un trozo de papel y le escribo una nota:
"Bajé a desayunar. Te prometo que no saldré del hotel sin ti."
Kate.
Y como no sé si se molestará por eso, decido dejarle preparada una taza de café. Pongo la nota y la taza con el café en la mesa del comedor y bajo a desayunar.
Lo siento llegar antes de verlo. Puedo sentir su presencia cerca de mí. Alzo la vista y me encuentro con su mirada. No está molesto. Tal vez el café ha surtido el efecto deseado.
—Buenos días Katerine.
—Buenos días Sr. Price—contesto formal. Y antes de que pregunte que hay en la agenda me adelanto—. Hoy solo tenemos en la agenda la exposición de tecnología a la cual podemos o no ir. Todo depende de usted.
Leonard me mira por un momento, me sonríe y después habla.
—No podemos dejar de ir, pronto nuestra empresa expondrá el nuevo prototipo de inteligencia artificial basado en nanotecnología y debemos darnos a conocer. —me dice mientras comienza a desayunar.
Sabía que diría eso.
Después de él terminar de desayunar nos dirigimos hacia la exposición. Y allí pasamos casi todo el día. De almuerzo me como unos aperitivos y una soda. Leonard no se aparta ni un momento de mi lado. Me cruzo con los chicos y nos ponemos de acuerdo en encontrarnos a las 9:30 pm en el lobby del hotel para salir juntos hacia el club.
A las 2:00 pm subimos hacia la habitación y me paso la tarde decidiendo que ponerme para ir al club. No es como si hubiese traído mucha ropa, pero estoy indecisa.
Al final opto por unos jeans ajustados y desgastados de color azul claro, una blusa negra y encima una gabardina de color gris. Para completar me pongo unos botines de tacón de aguja negros. Me rizo un poco el cabello y lo dejo suelto sobre mis hombros. Me maquillo como lo hago usualmente y me pongo los lentes de contacto. Cuando me doy por satisfecha, salgo de la habitación.
Cuando voy a salir por la puerta siento unos pasos detrás de mí. Me giro y me encuentro a Leonard. Y no puedo evitar examinarlo con atención. Trae un polo negro, con una chaqueta de cuero negra, unos jeans oscuros y unas converses. El cabello lo trae justo como a mí me gusta, desordenado. Cuando mis ojos se encuentran con los suyos, más azules que de costumbre, siento que mis piernas se debilitan y me sostengo del marco de la puerta.
—Voy saliendo, ¿vienes? —le pregunto mientras abro la puerta apartando mi mirada de él.
—Sí.
Tomamos el ascensor juntos y en silencio. Su olor me está volviendo loca. Miro el panel de números mientras el ascensor baja piso a piso. Finalmente, las puertas se abren y salimos. Los chicos ya se encuentran en el lobby, y también la rubia voluptuosa.
—Ya nos podemos ir. —les digo después de saludarlos a todos.
Nos dividimos en grupos para montar en los taxis hacia el club. Por suerte no tuve que ir en el mismo taxi que Leonard.
El ambiente en el club es moderno y ruidoso. El club tiene una enorme barra que le da la vuelta a toda la pista. En unas esquinas hay varias mesas al igual que en el piso superior. Las luces intermitentes iluminan la pista al ritmo de la estridente música. Ocupamos una mesa en el piso superior y los hombres van por los tragos mientras nosotras esperamos.
Después de varias rondas de cerveza y unos tragos, de los cuales no recuerdo el nombre, me levanto y todos me miran.
— ¡Vamos a bailar! —grito por encima de la música.
Todos gritan emocionados mientras se levantan y nos dirigimos hacia la pista al ritmo de One last time de Ariana Grande. Media hora después de estar bailando, las cervezas comienzan a hacer efecto y me alejo del grupo rumbo al baño. Cuando salgo me cruzo con la rubia en la cola, pero la ignoro. Camino hacia la pista de baile y comienzo a mover mi cuerpo al ritmo de una música que no reconozco.
Pero cuando el tema cambia y comienza a sonar Never close our eyes de Adam Lambert siento a alguien pegarse a mí por detrás. No necesito girarme para saber quién es mientras coloca sus manos en mi cintura. En cuanto sus manos me tocan, mi cuerpo reacciona a su contacto sabiendo identificar a quienes pertenecen. No lo aparto, y sin mirar atrás comienzo a moverme y a cantar la canción mientras bailamos juntos. Subo mis manos hacia su cuello mientras muevo mi cuerpo y disfruto del breve momento que se termina junto con la canción en cuanto regresa la rubia del baño y él va a bailar con ella.
Trato de evitar mirar hacia donde Leonard está bailando, pero es inevitable. Mis ojos siempre terminan allí. Nuestras miradas se cruzan, y él me sonríe. Nunca lo había visto bailar y lo hace de una forma muy sensual. En este momento me arrepiento de haberlo invitado a venir con la rubia. Y ahora tengo que soportar ver como ella se restriega contra él como una gata en celo. Media hora más tarde ya he agotado mi cuota de ver a Leonard demasiado acaramelado con la rubia.
Me pongo la gabardina y salgo afuera a tomar aire. Está nevando. Miro hacia el cielo y dejo que la nieve caiga sobre mi rostro esperando que esta enfríe mi cerebro sobrecalentado.
— ¿Te encuentras bien? —me pregunta un hombre a mi espalda.
—Sí. —respondo sin mirarlo.
— ¿Segura?
Solamente lo miro de reojo dándole a entender que no quiero hablar y este se marcha dejándome sola.
Unos minutos más tarde, alguien se abalanza sobre mí y me conduce a una esquina oscura y apartada. Unas manos me aprisionan contra una pared de ladrillos. Hay dos hombres. Uno de ellos está detrás de mí sosteniendo una navaja contra mi cuello. El otro, me examina de arriba abajo. Tiene el rostro cubierto con un pasamontaña, y supongo que el que me agarra también. Intento gritar, pero muy rápido el que sostiene la navaja me cubre la boca.
—Ni se te ocurra hacer un sonido, zorra.
El corazón se me sube a la boca latiendo a mil por segundo. Mi teléfono comienza a sonar. Imagino que es Leonard tratando de localizarme. El otro hombre comienza a toquetearme toda. Me siento asqueada. Acerca su rostro a mi cuello. Me siento impotente en ese momento. Mi teléfono vuelve a sonar. Cierro los ojos mientras aquel tipo mete la mano por debajo de la blusa. No puedo gritar, no puedo moverme, no puedo hacer nada.
Entonces el que me manoseaba, se separa de mí de forma brusca y abro los ojos en el instante que lo veo caer al suelo. El hombre se levanta rápido y se enfrenta a quien lo ha tirado.
Leonard mira a los dos hombres. Uno me cubre la boca con una mano y me sostiene por los hombros mientras aprieta la cuchilla en mi cuello. El otro se para frente a Leonard y saca una navaja del bolsillo.
—Deja que la mujer se vaya. —dice Leonard mientras yo observo todo aquello, impotente, con cara de espanto, sin poder hacer nada.
—¿Por qué? Queremos divertirnos con ella y un idiota como tú no nos lo va a impedir. —le dice mientras arremete contra Leonard.
Leonard da un salto hacia atrás escapando diestramente del corte de la navaja. El hombre intenta cortarlo una vez más, pero Leonard lo esquiva con destreza. En un movimiento rápido logra cogerle la mano al hombre y lo desarma lanzando la cuchilla bien lejos y después a este contra unas bolsas de basura con una patada. El hombre se levanta del suelo y mira en mi dirección al que sostiene la cuchilla en mi cuello.
—No te atrevas. —murmura Leonard furioso.
—¡Llévatela! Yo termino con el idiota del novio y te alcanzo en el lugar. —le dice mientras el hombre me arrastra con él por la fuerza.
Lo último que veo es a Leonard en posición de combate mientras el hombre saca ahora una pistola y le apunta. No veo nada más, soy arrastrada a la fuerza y obligada a caminar por un callejón oscuro y cada vez más rápido.
Abre una puerta casi al final del callejón y me hace entrar de un golpe dándome un empujón. Caigo de bruces en el sucio suelo. Aquello es un apartamento, pero parece abandonado. El hombre me gira sentándose a horcajadas sobre mí. Intento gritar, pero el muy rápido acalla mis gritos con una mano. Lo muerdo y él me da un golpe demasiado fuerte en la cara.
— ¡Maldita perra! —grita mientras busca en el suelo un trapo sucio y me amordaza—. Te quiero calladita. —me dice sacándose el pasamontaña y mostrándome una sonrisa desdentada.
Es en vano gritar. Pero al menos puedo defenderme con las manos y los pies. Intento patearlo, pero me inmoviliza en el suelo con su cuerpo. Intento arañarlo, pero el me sostiene por las manos. Recoge una soga del suelo, me ata las manos juntas y ellas a la pata de una vieja butaca. Busca la cuchilla y me la pone en el rostro.
Abro los ojos de par en par.
¿Y ahora que me va a hacer?
Comienza a bajarla muy lento y cuando llega a mi ropa la rasga. Primero la gabardina, después la blusa y finalmente corta el sujetador.
Y entonces comienza a manosearme. Y a besuquearme toda. Intento gritar, pero los gritos mueren en mis labios. Siento mi teléfono sonar. El hombre busca en el bolsillo de la gabardina, lo saca y lo lanza contra la pared. Siento el estruendo del teléfono al hacerse pedazos y como este deja de sonar. Ahora si estoy perdida. Y las lágrimas comienzan a salir de mis ojos a borbotones. Cuando sus manos van hacia mis jeans para zafarlos cierro los ojos. No quiero ver lo que sucederá a continuación. Me ahogo en un gemido.
La puerta se abre de un golpe y mis ojos se abren del pánico. Ha llegado el otro. Vuelvo a cerrarlos porque no quiero ver nada más. Entonces dejo de sentir el peso sobre mí y siento un estruendo. Abro muy lento los ojos asustada y me encuentro con el rostro de Leonard. Siento un quejido y al buscar de dónde proviene veo al hombre tirado en una esquina.
— ¿Te encuentras bien? —pregunta preocupado sacándome la mordaza. Tiene su rostro muy cerca del mío.
No puedo hablar, no encuentro mi voz. Así que solamente asiento mientras intento controlar las lágrimas. Entonces siento otro estruendo y veo a Leonard apoyarse en sus manos sobre el suelo a mi lado. Se levanta de un salto con un gruñido y esquivando un golpe que le van a dar, le propina varios al otro hombre hasta dejarlo inconsciente en el suelo. Todo está oscuro, pero imagino que no debe de haber quedado en buenas condiciones.
Se gira hacia mí y me desata las manos para después ayudarme a ponerme en pie. Al mirar mi ropa veo que ha quedado destrozada, solo tengo pedazos de tela colgándome encima. Prácticamente estoy desnuda para arriba. Leonard al percatarse de la situación se saca su chaqueta y me la ofrece.
—Póntela.
— ¿Y tú? —soy consciente del frio que hay y el solo trae un polo.
—Tú lo necesitas más, anda, póntela—me dice mientras yo me meto en su chaqueta, que me queda grande, pero está cálida e impregnada de su olor. Leonard me cierra la chaqueta y me sostiene por las manos—. ¿Estás bien? —me pregunta otra vez mirándome a los ojos.
—Sí. —le digo en un quejido mientras continúo sollozando.
— ¿Quieres hacer la denuncia? —me dice sacando su teléfono.
—¡No!—eso solo hará relucir que soy hija de Stella y no quiero verla involucrada en todo esto—. Solo quiero irme de este horrible lugar. —le digo mientras me abrazo a él y vuelvo a comenzar a llorar.
Leonard me pega más a su cuerpo, me abraza y me saca de allí. Cuando llegamos a la calle detiene un taxi, me ayuda a subir y después le indica al taxista la dirección. Y sin importarme nada, me acurruco en su pecho, contra su cuerpo.
Leonard toca mi hombro cuando llegamos al hotel. Me ayuda a bajar del taxi y después de pagar me abraza mientras me conduce rumbo a la habitación. En cuanto estamos dentro me gira entre sus brazos y me mira a los ojos.
—Kate, ¿qué te hizo ese desgraciado?
—Nada—le contesto con la cabeza baja—. No sucedió nada porque tú llegaste en ese momento—hago una pausa—. Si te demoras un poco más, no quiero ni pensar en lo que me hubiese hecho. —respondo mientras vuelvo a abrazarme a él.
—Tenía que haberlos matado a los dos. —murmura muy bajo contra mi cabello. En ese momento, no sé si es su olor que inunda mis sentidos, su cercanía, o el calor que emana de su cuerpo, pero cuelo mis manos por debajo de su polo negro. Siento como sus abdominales se tensan ante mi contacto. Necesito tocarlo, necesito sentirme querida en este momento. Necesito saber que le importo a alguien—. ¿Qué estás haciendo? —pregunta separándome de su cuerpo.
— ¡Te necesito! ¡Bésame! —Leonard me mira frunciendo el ceño como si aquella petición fuese la más absurda del mundo.
—No creo que sea una buena idea Kate. —responde mientras acaricia mi cabello con dulzura.
—Necesito que me beses, que tus manos recorran mi cuerpo y me hagas olvidar lo que acaba de suceder. —le digo mientras sin poderlo evitar las lágrimas salen de mis ojos.
Leonard me estrecha contra su cuerpo y me conduce a su habitación. Me saca la chaqueta y los restos destrozados de mi ropa. Se agacha, me saca los botines y después me baja los jeans y la ropa interior. Se pone de pie, toma mi mano y me conduce al baño. Abre la ducha de cascada y se mete conmigo, aún con su ropa puesta. Coge una esponja le vierte gel y comienza a lavar todo mi cuerpo. Mi cuello, mis brazos, mis senos. Baja hacia mi vientre y con delicadeza entre mis piernas.
Se agacha y me lava las piernas desde los tobillos y subiendo hacia los muslos. Después se para frente a mí y me hace girarme para lavarme la espalda. No hay nada erótico ni sensual en lo que él hace. Solo está haciendo lo que yo le he pedido, aunque de una forma muy diferente a lo que yo imaginé. Cuando termina con mi cuerpo, coge el champú y me lava el cabello. Me da masajes suaves en el cuero cabelludo que poco a poco me relajan. Cuando termina me abraza y camina conmigo hasta estar debajo de la ducha donde me quita toda la espuma.
Cierra la ducha y me envuelve en un albornoz. Me tiende una toalla para que me seque el cabello. Y mientras lo hago, Leonard se saca la ropa mojada tirándola a un lado.
Por más que lo intento, no puedo evitar ver su cuerpo desnudo y mucho menos la notable erección que tiene en ese momento. Pero tan rápido como se desviste, se envuelve también en un albornoz. Me quita la toalla de las manos, coge la secadora y comienza a seca mi cabello mientras desliza los dedos por él.
Cuando el cabello está seco, pone el secador a un lado y toma mi mano para llevarme hacia la habitación. Me indica que me acueste en su cama y así lo hago. Leonard sube y después de apagar la luz de la mesita se acuesta a mi lado.
—Ven aquí. —me dice ofreciéndome sus brazos.
Me acurruco contra su pecho mientras el acaricia mi cabello con ternura.
—Descansa Kate. —y no sé si es la ternura con la que me lo dice o los acontecimientos del día, pero mis ojos se van cerrando poco a poco hasta quedarme dormida.
Despierto sobresaltada y me siento en la cama de golpe. No ha sido un sueño, nada lo fue. Y los acontecimientos de la noche anterior regresan de golpe a mi mente. De no haber sido por Leonard, no quiero ni pensar en que hubiese sucedido.
Leonard descansa a mi lado. Ya no trae el albornoz, en su lugar trae una camiseta gris. Afuera aún está oscuro, debe ser de madrugada aún. Me quito los lentes y los pongo en la mesita. Vuelvo a recostarme en la cama acomodándome contra su pecho. Necesito su calor. Él no se despierta, pero me abraza. Cierro los ojos y algunas preguntas comienzan a rondar mi mente.
¿Cómo me encontró?
¿Dónde aprendió artes marciales?
¿Qué va a suceder con nosotros ahora?
«Mañana se lo preguntaré.» —me digo mientras me dejo arrastrar hacia el mundo de los sueños.
Al despertar a la mañana siguiente, mi rostro duele un poco, debe ser por el golpe que me dio el desgraciado aquel. Me siento en la cama, y entonces me percato que estoy sola. Siento unos pasos y veo una silueta borrosa caminar en mi dirección.
—Ni se te ocurra levantarte. —me dice mientras se sienta en la cama a mi lado y pone una bandeja en mis piernas.
—No creo que pueda comer sin mis gafas. —le digo mientras lo siento reír a mi lado.
—Espera. —veo a la silueta moverse a mi lado.
Y justo igual que cuando lo conocí, me coloca las gafas, aunque esta vez, lo hace con mucho cuidado. Frente a mi hay una bandeja con desayuno para dos personas. Al lado de uno de los vasos de jugo hay dos píldoras.
—Tómatelas, te ayudaran con el dolor y la inflamación.
¡Inflamación!
—Necesito ir al baño primero.
—Te puse el cepillo de dientes en mi baño. —me le quedo mirando extrañada, pero al final me levanto de la cama y me dirijo hacia allí.
Y al mirarme en el espejo veo a que se refiere. Tengo un pequeño, aunque casi imperceptible, corte sobre el pómulo derecho y lo tengo un poco inflamado. El corte no es de importancia, casi ni se ve. Me toco con la mano. Duele un poco. Me lavo la cara con cuidado, me cepillo los dientes y salgo después de hacer mis necesidades.
Regreso donde está Leonard en la cama sentado esperándome. Me siento a su lado y me tomo las píldoras. Aún no se ha vestido por completo. Solo trae la camiseta gris y unos bóxers negros.
Siento mis mejillas teñirse de rojo mientras miro fijamente sus bóxers y recuerdo la erección que tenía la noche anterior. Creo que lo mejor va a ser apartar mi mirada de él. O mejor dicho de sus bóxers.
—Esto se ve delicioso. —murmuro mientras comienzo a desayunar y aparto mi mirada escrutadora de él.
Leonard no come nada, solo me mira. Cuando voy por la segunda tostada, me le quedo mirando.
— ¿No piensas desayunar? —le pregunto ofreciéndole la tostada.
—Sí, solo quiero asegurarme que estás bien. —me dice mirándome a los ojos.
—Estoy bien. —Leonard coge la tostada que le ofrezco sin apartar la mirada de mí.
— ¿Quieres hablar de lo que sucedió anoche?
—La verdad quisiera olvidar todo lo que sucedió anoche. —respondo negando con la cabeza y apartando mi mirada de la suya.
— ¿Todo? —lo vuelvo a mirar.
Todo no. Solo las cosas desagradables que sucedieron. No quiero olvidar nuestro baile y tampoco quiero olvidar el tierno baño que me dio.
— ¿Te puedo preguntar algo? —le digo en un intento por cambiar el tema de conversación.
—Pregunta.
— ¿Me responderás? —sé que es muy evasivo con las preguntas personales.
Él sonríe.
—Lo intentaré. —contesta con sinceridad.
— ¿Dónde aprendiste a pelear?
—Practiqué artes marciales cuando era joven.
Esto es algo nuevo e inesperado, aunque bastante revelador. Explica que sepa defenderse tan bien. Ahora entiendo porque me dijo que sería mi guardaespaldas el fin de semana. Está preparado para serlo.
—Creo que debo pedirte disculpas. —le digo agachando la mirada.
— ¿Por qué?
—Porque todo lo sucedido anoche fue mi culpa. —le digo mientras sin poderlo evitar recuerdo lo ocurrido y las lágrimas vuelven a salir de mis ojos.
Leonard toma la bandeja, la pone en la mesita, después coge el vaso con jugo que yo tengo en la mano y lo pone allí también. Se sienta frente a mí y sostiene mi rostro con ambas manos. Me limpia las lágrimas y alza mi mirada hacia la suya.
—No debes culparte por lo sucedido, no fue tu culpa.
—Sí, lo fue—le digo en un sollozo—. Si yo no hubiese salido sin ti, nada hubiese ocurrido. —le digo tratando de dejar de llorar.
Leonard tira de mí hacia su pecho y me abraza deslizando una mano por mi espalda y la otra por mi cabello para calmarme.
—Iva a suceder de cualquier forma. —me dice muy bajo, pero lo escucho a la perfección.
Me separo de él sin entender a qué se refiere.
— ¡Qué! ¿Qué quieres decir? —le pregunto limpiando las lágrimas de mi rostro con el dorso de la mano.
Leonard se pasa una mano por su cabello y me mira. Creo que está decidiendo si contármelo o no.
—Después de que te alejaste, y logré derribar al otro hombre, hice que hablara—estoy por preguntarle que hizo para lograr que hablara, pero él me interrumpe—. Antes de que preguntes, no, no te gustará saber que le hice para que hablara, pero le saqué información.
— ¿Qué tipo de información? —pregunto sorbiendo por la nariz, ahora tengo curiosidad.
—Alguien los envió específicamente para que te dieran un susto y te alejaras de mí.
—Querrás decir para que me violaran. —rectifico.
—Según él, no lo iban a hacer. Solo querían asustarte y amenazarte.
—Asustarme y amenazarme, ¿con qué?
—Con que dejaras la compañía en la que trabajas y no te involucraras conmigo.
— ¿Dejar la compañía? ¿Y qué tiene que ver involucrarme contigo cuando entre nosotros no hay nada?
—No lo sé. Pero después de que me dijo eso he estado pensando y creo saber por dónde viene todo.
— ¿A qué te refieres?
—Estoy pensando que alguien quiere robar el prototipo de inteligencia artificial basado en nanotecnología que hemos desarrollado.
— ¿Con que objetivo?
—Venderlo en el mercado negro a terroristas es una posibilidad.
—Pero porque amenazarme a mí, no lo entiendo.
—Tú no eres su objetivo, soy yo.
Eso tiene más lógica, lo más rápido de conseguir algo de la compañía es a través del CEO.
—Pero sigo sin entender la parte en que no me involucre contigo.
—A menos que quien esté detrás de todo sea alguien que conoces y no te quiere metida en medio. —me dice el pensativo.
¿Alguien que conozco?
Sus palabras se quedan grabadas en mi mente. Esa es una posibilidad. Remota, pero aun así tiene mucho sentido. Pero, quien no me quiere involucrada en esto, tiene una retorcida forma de sacarme de en medio. Y él porque quiere sacarme del medio, imagino que tiene algo que ver con mis habilidades con una computadora y no porque me conozca. Pero nadie tiene porque saber lo que puedo hacer con un computador, al menos no por el momento.
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Espero les guste este capítulo. ¿Que opinan de lo que le sucedió a Kate?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto.
Xoxo
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