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Capítulo 21

—¿Serás imbécil? ¡Me has asustado! —le digo golpeándolo muy fuerte en el pecho.

—Tú me has asustado más. ¿Tienes idea de lo preocupado que me tenías? —puedo ver la preocupación marcada en su rostro mientras nos encontramos parados a unos metros del hotel. La nieve cae sobre nosotros, pero ninguno de los dos se mueve—. ¿Porque no contestabas mis llamadas Katerine?

—No tengo porque rendirte cuentas, no necesito tu protección y mucho menos tu cuidado. —le digo dándole la espalda y entrando al hotel.

—Sabes que sí necesitas protección Katerine. ¿Acaso no temes por tu vida? —tira de mi mano haciendo que me gire unos metros antes de llegar al ascensor.

—En estos momentos me importa una mierda, soy mayor de edad y sé tomar mis decisiones, no soy una niña pequeña que necesita que la protejan. —le grito soltándome del agarre de su mano.

—Pues en este momento, te estás comportando como una. —me dice en voz baja mientras se pasa las manos por su cabello.

Está frustrado, lo sé. He llegado a comprender que siempre hace ese gesto cuando algo le molesta. Al mirar a nuestro alrededor puedo ver a varias personas mirándonos y comentando entre sí. Al parecer estamos dando todo un espectáculo. Parecemos una pareja de enamorados en plena discusión amorosa. Con la diferencia, de que la única enamorada, soy yo.

Giro mis talones y me dirijo hacia el ascensor. Leonard no dice nada y me sigue mientras las puertas se abren y ambos entramos. Pero en cuanto las puertas se cierran después de él marcar nuestro piso me dirige una gélida mirada. Y yo le devuelvo otra. La verdad es que me resulta insoportable en este momento. Las puertas se abren y camino por el pasillo hasta la suite, abro la puerta y voy directo a mi habitación cerrando la puerta detrás de mí.

No quiero que nada ni nadie me moleste. Se me ha quitado el apetito, pero necesito una ducha, o mejor un relajante descanso en la bañera. Me quito la ropa y voy hacia el baño. Lleno la tina, me quito las gafas y me sumerjo en el agua después de llenarla con sales aromáticas. Reposo la cabeza en un extremo y cierro los ojos.

—Katerine—alguien llama a lo lejos. No voy a contestar. No lo haré. —Katerine, por favor, abre la puerta —la voz de Leonard se escucha suplicante del otro lado. No va a engañarme, no pienso abrir—. No has cenado nada y son casi las 10:00 pm, estoy preocupado. Llevas más de dos horas ahí adentro y no sé si estás bien.

—Vete. —murmuro más para mi que para que me escuche.

—¡Katerine! —dice golpeando ahora más fuerte la puerta. Continúa golpeando y llamándome y a cada vez aumenta el tono de su voz—. ¡Katerine! Si no abres la maldita puerta en los próximos diez segundos, la voy a tirar abajo, y me va a importar una mierda si nos expulsan del hotel.

Su tono ahora es feroz y demandante. Al parecer acaba de perder la paciencia conmigo. Lo escucho comenzar a contar.

—Has lo que desees. —murmuro una vez más mientras me acomodo y cierro los ojos.

—Uno...dos—me incorporo de repente. El no puede estar hablando en serio, ¿o sí?—...tres...cuatro—a medida que cuenta golpea más fuerte la puerta—...cinco—Pero, ¿y si echa la puerta abajo? ¡Mierda! Lo mejor será no averiguarlo. Salgo a toda velocidad de la bañera, me pongo las gafas y enredo mi cuerpo en una toalla—...seis...siete—me apresuro para salir y resbalo justo antes de llegar a la puerta del baño.

—¡Ahhh!—me agarro fuerte de la viga de acero mientras grito.

Acabo de descubrir para que está puesta aquí.

—...ocho...nueve.

Corro hacia la puerta con el corazón acelerado, y no precisamente por su presencia. Leonard se queda con la mano en el aire y clava sus ojos en mí.

— ¡Que acaso no puedo bañarme con tranquilidad! —le grito cruzándome de brazos.

No sé porque se lo he dicho, pero es que toda esta situación de que necesito un guardaespaldas me está empezando a cabrear. Leonard me mira asombrado por que acabo de gritarle.

—Estaba preocupado Kate, muy preocupado, pensé que te habías desmayado o algo, pues no has comido nada. Y cuando no abrías, me preocupe aún más, discúlpame.

Su tono de voz ahora es más clamado. Suena sincero, y se le ve preocupado en verdad. Descruzo mis brazos y cojo una de sus manos entre las mías.

—Discúlpame a mí por preocuparte. —le digo con sinceridad mientras el baja la vista hasta nuestras manos juntas.

Su mirada recorre mi cuerpo completo desde los pies hasta la cabeza, y puedo ver como su rostro pasa muy rápido de preocupado a divertido. Sus ojos se quedan fijos en los míos y me muestra su amplia sonrisa, esa que enseña los hoyuelos y que me vuelve loca.

Estoy consciente de que estoy mojada, goteando agua sobre el suelo, y con solo una toalla envolviéndome. Pero no entiendo porque tiene esa cara de idiota y la estúpida sonrisa. Tal vez si lo abofeteo se le quite.

—Interesante. —creo escucharlo murmurar, pero creo que no escuché bien.

— ¿Me puedes decir que es tan gracioso? —le pregunto muy seria soltando su mano. La verdad que sus cambios tan rápidos de humor me enfurecen.

—Estaba molesto contigo, por irte sin protección, pero al ver que estás bien me he relajado un poco. —dice dando un paso más cerca de mí. No me muevo de mi lugar, no puedo hacerlo, siempre tiene este efecto en mí cuando me mira de esta forma. Sus labios llegan hasta mi oreja. Lo siento sonreír antes de hablar—. Y tengo esta cara de idiota porque te apuraste tanto para abrir que no te acomodaste bien la toalla. —dice pegado a mi oreja haciendo que me estremezca por completo. Se separa de mí y me mira aún con la sonrisa en su rostro—. Creo que estamos a mano, vístete y ven a cenar. —da media vuelta y se marcha hacia el comedor por el pasillo opuesto al de mi habitación.

Su cercanía siempre me perturba. ¿Qué fue lo que dijo? Pero si tengo la toalla bien puesta. Pero cuando bajo mi mirada, puedo ver a qué se refería. Al parecer me he apresurado tanto en salir del baño que la toalla en lugar de anudarla por encima de mis senos, la anudé por debajo o quizás se bajó cuando me crucé de brazos. Sea el motivo que fuera, ahora me muero de vergüenza. He estado parada frente a él desnuda.

Cierro la puerta con más fuerza de la que debería y busco una ropa para vestirme. No veo el motivo para ponerme un vestido si al final voy a dormir después. Así que me pongo la ropa de dormir y me dirijo hacia el comedor. Leonard está sentado en una silla con una copa de vino en la mano. Sobre la mesa hay varios platos con la cena. Estoy hambrienta.

—Gracias por la cena. —le digo mientras me siento a cenar y el hace lo mismo sirviéndome una copa de vino.

—Lindo conjunto.

Me da lo mismo lo que piense de mi ropa de dormir. No estoy para su sarcasmo en este instante. Así que lo ignoro mientras él sonríe y yo comienzo a comer. Entonces recuerdo a la rubia exuberante de la charla.

— ¿Qué le sucedió a la rubia? — él se me queda mirando extrañado sin entender a qué me refiero—. La que no parabas de sonreírle y que te vi seduciendo después de la charla. —inquiero mientras él me mira entrecerrando los ojos.

No puedo creer que le esté diciendo todo esto. Creo que el vino es el que está hablando por mí.

—Le pedí que se marchara. —me dice mientras yo hago una pausa con el tenedor a medio camino de mi boca.

— ¿Pensé que te acostarías con ella? —cállate Kate, cállate ya.

—Gracias a ti, eso fue imposible. —responde mientras se come unas papas fritas sin apartar la mirada de mí.

— ¿Y yo que hice? —acaso me estaba culpando, bien podía haber seguido con la rubia.

—Te fuiste a pasear por Central Park sin guardaespaldas.

— Y que querías que hiciera, que me uniera a ustedes para hacer un trío. —le digo mientras cubro mi boca muy rápido.

Puedo sentir como mis mejillas se tiñen de rojo y un calor comienza a subir por todo mi cuerpo. Leonard me mira alzando las cejas y sonriendo ladino por lo que yo acabo de decir. Sé lo que pasa por su mente en este momento. Se está imaginando la escena. Y yo no quiero ni hacerlo.

— ¿Quieres hacer un trío? —me pregunta enarcando una ceja.

— ¡No! —contesto a toda velocidad.

No sé dónde meterme, quiero desaparecer. Leonard me mira intrigado. Le doy un largo sorbo de vino a mi copa. Y decido cambiar el rumbo que comienzan a tomar mis pensamientos, no es muy saludable que digamos pensar en hacer un trío con Leonard Price.

Que digo, no es saludable pensar o hacer nada que involucre a Leonard Price y a mí, ambos desnudos en la misma habitación. Tengo que apartar y borrar de mi mente las imágenes de él desnudo y mojado bajo la ducha. Aprieto mis piernas, controlo los latidos de mi corazón y recuerdo que mi consolador está en Chicago en mi apartamento. Debí de haberlo empacado también. Mejor pienso en otra cosa como en los nuevos amigos que he hecho.

Aún no les he dicho nada a los chicos sobre si iría al club nocturno y la verdad que con la cara de preocupación que le he visto a Leonard cuando he llegado, no me gustaría hacérselo otra vez. Entonces se me ocurre algo.

— ¿Tienes planes para mañana en la noche con la rubia?

¿Porque tengo que mencionar a la rubia?

— ¿Algún problema si los tuviese?

—No, la verdad no, puedes follar con quien te dé la gana—respondo mientras él me mira ahora muy serio. Acaso se estará preguntando porque le hablo de esta forma—. Pensaba salir mañana en la noche con unos amigos a un club. ¿Crees que puedas unírtenos?

— ¿Me estás invitando a ir a un club?

—En teoría no, pero como eres mi "guardaespaldas" —gesticulo en el aire—, y no puedo salir sin ti. Te puedes traer a la rubia si quieres.

Él se me queda mirando por un momento como preguntándose si estaré borracha. No lo estoy. No me hace mucha gracia verlo a él con otra mujer, pero si tengo que llevarla a ella, para poder salir yo, pues qué remedio.

—Se lo comentaré. —me dice antes de continuar comiendo.

Ninguno de los dos habla más. Terminamos la cena en un incómodo silencio. No me atrevo a mirarlo más a los ojos. Esa es mi debilidad. Y sé que, si lo hago una vez más, me voy a arrepentir. Termino de cenar y después de darle las buenas noches me dirijo hacia mi habitación. Busco el teléfono.

Tengo varias llamadas perdidas de Jessy. Y un extenso mensaje.

"Veo que New York no te asienta, ya no escuchas ni el teléfono. ¿Te has olvidado de mí? Espero que no decidas mudarte hacia allá. ¿O acaso ya conocisteis a alguien que te hizo olvidar?"

Ella siempre con su particular sentido el humor. Busco su número y la llamo. Al segundo timbre me contesta.

—¿Pensé que te habías olvidado de mí?

—Eso es imposible, es solo que he estado ocupada.

—Y bien, ¿cómo lo estás pasando en New York?

—Bien, hice unas amistades y saldremos mañana en la noche a un club.

—Te dije que eso era lo que necesitabas para olvidarte del Sr. Price.

—Eso es un poco complicado Jessy. No creo que lo pueda olvidar este fin de semana. —le digo mientras la visión de su cuerpo desnudo saliendo de la ducha regresa a mi mente.

— ¿Por qué no?

—Porque compartimos la misma habitación.

— ¡Que! —su grito del otro lado de la línea me hace apartar el teléfono de la oreja.

—Es una larga historia Jessy y estoy muy cansada.

—De acuerdo, pero mañana cuando regreses del club, me cuentas con detalle todo.

—Cuando regrese te llamo y te cuento todo. —le digo resignada, mejor no discutir con ella.

—Lo digo en serio, así llegues a la 3:00 am quiero que me llames.

—Está bien te llamaré, hasta mañana Jessy.

—Adiós, estaré esperando ansiosa la llamada. —y me cuelga.

Tengo que recordar llamarla mañana. Aunque sé que, si no lo hago, ella me llamará a mí. La curiosidad puede con ella. ¿Desde cuándo mi vida se ha vuelto tan excitante para ella?

Les envío un mensaje a los chicos confirmando mi asistencia al club y les digo que llevaré a otros amigos. No les especifico que es mi jefe y su nueva conquista.

Me saco las gafas y me acomodo en la cama. Unos minutos más tarde mis ojos se cierran muy lento y me veo envuelta en un sueño muy extraño y perturbador.

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Espero les guste este capítulo. ¿Que creen que esté soñando Kate?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto.

Xoxo
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