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Capítulo 15

Esa noche estoy conversando con Daniel hasta bien entrada la noche. Le cuento que encontré la máscara perfecta, pero nunca le digo de qué iré disfrazada por mucho que me insistió.

Así fueron transcurriendo los días. Nos enviábamos mensajes y teníamos interminables conversaciones en las que me hacía reír o simplemente hablábamos de nuestros gustos y lo que habíamos hecho en el día.

El Sr. Price continuó insistiendo con llamadas a mi teléfono durante toda la semana. Aun no entiendo cómo consiguió mi número, estoy segura de que Jessy no se lo dio porque le pregunté. Pero no estoy segura no se lo haya dado a Alexander. En fin. Los correos de él, continuaron llegando, diciendo cosas escandalosas que hacían que mi respiración se acelerara rápido. Después del tercer correo lascivo los mandé a borrar de forma automática. Estoy tratando de olvidarlo y esto no ayuda mucho. Sus llamadas a mi teléfono las bloquee. Así al menos tuve dos días de paz antes de que terminara la semana. Paz y tranquilidad, solo conversando con Daniel. Sin más molestias del Sr. Price.

El sábado al despertar y apartar las cortinas me encuentro con un cielo encapotado del cual cae una fina nieve. El invierno ha llegado el último día del mes.

Tengo todo el día para prepararme para el baile de máscaras de esta noche y estoy muy ansiosa. Al final nunca le conté a Daniel de que voy a ir disfrazada, solo que lo esperaré sentada en la barra con su vestido.

Hoy necesito relajarme por completo pues estoy nerviosa. Después de una semana, por fin nos conoceremos. Lleno la tina del baño y me sumerjo en el agua cálida una vez está llena. Me afeito por completo y me lavo el cabello. Quiero estar perfecta hoy. Hace mucho tiempo que nadie me ha hecho sentir de esta forma.

Al mediodía me como solo una manzana. La ansiedad y los nervios me han hecho perder el apetito. A las 5:30 pm la nieve ha aumentado. Es la primera nevada de la temporada de invierno. Media hora más tarde me estoy vistiendo para el baile de máscaras.

Hoy es una de esas ocasiones en que no uso las gafas. Así que busco las lentillas y me las coloco. Mi cabello lo dejo suelto sobre mis hombros después de rizarlo un poco. No necesito rubor para las mejillas, estoy tan ansiosa por conocer a Daniel, que están teñidas de forma natural de un leve rosa.

Salgo rumbo al hotel con tiempo extra. Está nevando, así que tomo un taxi y le pido al conductor que conduzca despacio y con precaución. No me gusta manejar cuando está nevando. Nunca lo hago.

He quedado con Daniel en encontrarnos a las 8:00 pm. Y tan puntual como siempre me ha gustado ser, estoy allí cinco minutos antes de la hora exacta. Me siento en una banqueta de la barra y el cantinero se me acerca.

— ¿Va a beber algo? —me pregunta mirándome más de la cuenta.

—Solo una soda, estoy esperando a alguien. —le digo mientras él se aleja en busca de mi pedido.

Necesito tener mi mente clara para cuando llegue Daniel. Media hora más tarde suena mi teléfono. Es él.

—Hola. —trato de no sonar muy emocionada, pero sé que fallo.

—Discúlpame, pero voy a llegar un poco tarde, mi avión llegó con retraso.

—No te preocupes, está bien.

—Si me preocupa, no quiero que pienses que te dejé plantada.

—Está bien, te espero entonces.

—Nos vemos en un rato.

Al menos me ha llamado para decir que viene atrasado. Me levanto y camino un poco para estirar las piernas. Llego hasta la entrada del hotel. Afuera el tiempo ha empeorado, y lo que ha comenzado como una leve nevada se ha convertido en una intensa tormenta de nieve que amenaza con dejarnos a todos aquí encerrados esta noche. Regreso una vez más a la barra y pido otra soda.

Y así transcurre el tiempo. No quiero levantarme de aquí por si Daniel llega. Media hora más tarde mi teléfono vuelve a sonar. Contesto de inmediato al ver quién es.

— ¿Ya llegaste al hotel? —contesto emocionada.

—No, lo siento, pero no puedo llegar. Mi auto se descompuso y detuvieron el tránsito por la tormenta. No pude salir del apartamento. Discúlpame Kate, se lo ilusionada que estabas por conocernos esta noche, pero al parecer va a tener que ser en otro momento.

—Está bien, no te preocupes. El tiempo está en nuestra contra hoy. —le respondo un poco desilusionada.

—Sí. Disfruta de tu baile y nos hablamos mañana para ir a comer algo, ¿qué te parece?

—De acuerdo, nos hablamos mañana. Buenas noches.

—Nos vemos mañana preciosa. —me dice antes de colgar.

¿Me ha llamado preciosa? Siento mis mejillas arder mientras se me acelera un poco la respiración.

Bueno, las cosas suceden por un motivo. Y si el destino no ha querido que nos conozcamos hoy, por algo será. Aunque no me gusta estar aquí sola, no voy a desperdiciar la noche. Voy a disfrutar de la fiesta, pero antes necesito pasar por el tocador, las sodas están comenzando a hacer efecto.

—Una margarita por favor. —al regresar a la barra una vez más, cambio mi pedido.

Tengo que recordar no beber demasiado. No puede sucederme lo mismo que la última vez que vine a esta fiesta.

Allí me siento a observar como todos bailan y disfrutan de la fiesta. No me levanto en ningún momento, no tengo ganas de hacerlo aún. Una hora más tarde, estoy ordenando mi tercera y última margarita. No quiero pasarme.

—¿Te puedo acompañar? —murmura una voz detrás de mí.

Cierro los ojos y dejo escapar el aire de mis pulmones. No necesito girarme para saber quién es. Esa voz la reconozco donde sea. ¿Me ha reconocido? O solamente está tratando de ligarse a la chica vestida de rojo sentada sola en la barra. Tengo que ver cuál de la dos es.

—Sí, porque no. —le digo invitándolo a sentarse.

Se sienta a mi lado en un asiento que de casualidad está vacío. Y entonces me giro en su dirección. Trae un elegante traje negro, con camisa blanca y corbata de lazo. Lleva puesto un antifaz negro que hace resaltar sus ojos azules. Su cabello desordenado cae por un costado de la máscara. Él se me queda mirando fijo y puedo ver en su mirada lujuria, deseo y sorpresa.

— ¡Katerine! —exclama asombrado.

No me había reconocido.

—Sí. ¿Pensabas que era otra persona? —inquiero intrigada.

—La verdad, sí. Nunca imagine que fueras tú, si lo hubiese sabido me hubiera acercado desde hace una hora y no lo hubiese pensado tanto.

— ¿Llevas una hora mirándome? —eso sí es ser descarado.

—Sí. Me preguntaba quién era la preciosidad sentada sola en la barra. ¿Esperas a alguien? —me dice mientras le hace una seña al cantinero y ordena un whisky.

—Lo hacía, pero no pudo llegar por la tormenta.

— ¡Ah! ¿Siempre invitas a personas a sentarse a tu lado sin conocerlas o sabías que era yo? —me pregunta burlón.

—Sabía que eras tú. —respondo con mi mirada fija en la suya.

Sé que necesito con urgencia algo más fuerte para lidiar con tantas emociones. Aunque las margaritas ya están haciendo de la suya. Creo que lo mejor es dejar de beber de inmediato, no quiero cometer un error del que sé me voy a arrepentir más tarde.

— ¿Otra margarita? —pregunta cuando el camarero le deja su trago de whiskey.

—No gracias, no debo beber más por hoy. —pero me quedo mirando su trago mientras digo esto.

— ¿Tienes miedo de que me aproveche de ti? —me sonríe con amplitud sosteniendo el vaso en el aire.

Y entonces me percato de algo que antes no he notado. Cuando se ríe de esta forma, se le hacen unos hoyuelos en las mejillas. ¿Qué mujer puede resistirse a eso? Imagino que ninguna.

—No luces del tipo de persona que se aprovecha de la situación por mucho que quiera tener sexo con alguien. —respondo mientras él da un sorbo a su whisky y yo observo sus labios.

—¿No imaginé que me conocieras tanto?

—No lo hago. —aún continúas siendo un misterio para mí. Uno que no tengo pensado resolver, al menos no por el momento.

— ¿Porque no me acompañas entonces a disfrutar de la fiesta? —me pide poniéndose de pie y tendiéndome el brazo.

Me quedo mirando fijamente su brazo. ¿Porque no lo acompaño? Esa es una buena pregunta. En este momento lo que más deseo es que pase el tiempo rápido, así mañana podré encontrarme con Daniel. Solo tengo que concentrarme en Daniel y todo estará bien. No puedo perder una vez más el control de la situación. Disfrutaré de la fiesta a su lado. Solo eso. Pero necesito un ultimo trago que me llene de valor. Una vez más mis ojos van hacia el vaso de whiskey.

—De acuerdo. —acepto resignada.

Le quito el vaso de la mano, mientras el levanta una ceja, y me bebo el resto del trago de un solo golpe. Dejo el vaso en la barra y me sostengo de su antebrazo. Y con una radiante sonrisa el me conduce por los diferentes salones de las fiestas hasta que nos quedamos en uno donde hay muy pocas personas. Qué extraño.

— ¿Porque hay tan pocas personas aquí? —le pregunto intrigada.

—Por la música. ¿Bailamos? —y sin esperar una respuesta a su petición, me conduce rumbo al centro de la pista de baile donde comienza a sonar una balada romántica.

¿Acaso lo ha hecho a propósito? Coloca una mano en mi cintura y comenzamos a bailar lento al ritmo de la música. Llevo mis manos a su cuello y mi mirada hacia la suya. Tengo que terminar de aclarar esta situación. Todavía hay cosas que no me cuadran aquí.

— ¿Sabías que estaría aquí? —le pregunto mientras él me mira a los ojos.

—No lo sabía. La invitación me la hicieron llegar ayer. Y la verdad es que no quería bajar, pero necesitaba una distracción.

Cierto, olvidé que él se hospeda aquí en el Drake.

— ¿El trabajo te tiene estresado? —le pregunto mientras me muerdo el labio inferior conteniendo la risa.

—Sí, desde que saliste de vacaciones y no respondes mis llamadas o mis mensajes. —me dice mientras desliza la mano hacia mi espalda baja y yo reprimo un gemido.

Corrijo su mano hacia mi cintura, dejándole claro dónde es que debe estar. El solo me sonríe con picardía. Y lo cierto es, que no puedo evitar sentir lo que siento por él, pero tengo que hacer el intento. En mi mente una vocecita me dice una y otra vez que esto ha sido una mala idea, pero la ignoro por el momento.

— ¿De que estás disfrazado? —le pregunto en un intento por dejar a un lado mis sentimientos—. No me digas que, de pingüino, porque sería demasiado obvio. —le digo mientras él sonríe.

Inclina su rostro hacia el mío y me susurra en el oído.

—No se lo digas a nadie, pero hoy, soy un agente secreto. —y ese leve murmullo hace que mi piel se erice por completo.

— ¡Ah! James Bond. ¿También traes el arma? —inquiero con curiosidad.

—Sí. —responde mientras baja mi mano desde su hombro hasta debajo de su brazo izquierdo. Y allí puedo tocar un bulto que supongo es la funda de la pistola.

Se ha tomado muy en serio lo de su disfraz. Vuelvo a subir mi mano hacia su hombro. Por un momento nos quedamos bailando, solo mirándonos a los ojos. Es uno de esos momentos en que sobran las palabras.

—Nunca me había fijado, tienes unos preciosos ojos color avellana. —entrecierro los ojos y le sonrío.

—Gracias, imagino que es un cumplido que le haces a todas las mujeres con las que te quieres acostar. —él me sonríe mordiéndose el labio. Creo que he descubierto su artimaña.

—Sí.

— ¿Y funciona?

—Siempre. —responde mientras me hace girar lento por la pista de baile y yo sonrío aún más.

A pesar de que sé cuales son sus intensiones conmigo, por un instante me dejo llevar y disfruto de estar entre los brazos de alguien. Pero sé que tengo que ponerle freno, esta noche no puede salirse de control.

—No creo que funcione conmigo, aún mantengo mi palabra.

—Sí, veo que eres difícil de convencer. Nunca he tenido que seducir tanto a una mujer para acostarme con ella.

—Entonces supongo que soy la única que se te ha negado. —confirmo y él no lo niega.

—Sí. Y eso comienza a desesperarme.

Es increíble que a pesar de tantas negativas aún continúa con su plan de querer acostarse conmigo. Lo mejor es cambiar el tema de conversación. No pienso caer en su juego.

—Para ser un agente secreto, no llevas muy oculta tu identidad. —le digo mientras el solamente me sonríe.

— ¿Me encanta el vestido que llevas? —desliza su mirada por todo mi cuerpo.

—Gracias, es un regalo que me hicieron.

—Déjame adivinar. Te lo hizo la persona que esperabas esta noche.

—Sí.

— ¿De que estás disfrazada por cierto? —no pienso decirle.

—Dejaré que lo adivines. —respondo mientras giramos por la pista de baile junto a otras parejas que se han unido a nosotros.

Una hora más tarde mis tacones me están matando, necesito descansar. Creo que va siendo hora de ir hacia mi habitación.

—¿Algo de beber? —pregunta mientras caminamos frente a una barra.

—Necesito ir a descansar. —respondo mientras él me mira con el ceño fruncido.

Al parecer sus planes de pasar la noche con alguien han quedado frustrados al ir detrás de mí.

—De acuerdo, deja que te acompañe hasta tu habitación. —me ofrece una vez más su brazo que acepto cortésmente mientras me conduce rumbo a los ascensores.

En el ascensor me sostengo de su antebrazo, me zafo los tacones y los sostengo en mi mano, no aguanto ni un segundo más con ellos puestos. Leonard a mi lado se echa a reír al verme sacándome los tacones.

—No voy a ocultarte la verdad, odio estas cosas. —le digo mientras ambos reímos a carcajadas.

Mi habitación está en el último piso y Leonard me acompaña gentilmente hasta la puerta. Se ha comportado como todo un caballero. Ni siquiera ha insistido más en su plan de tratar de meterme en su cama. Saco la tarjeta y el me la quita de la mano.

—Permíteme. —me sonríe mientras desliza la tarjeta por la ranura y la puerta se abre.

—Gracias por hacer tan amena la noche.

Aún traemos las máscaras puestas, no sé porque no nos las hemos quitado aún.

—De nada. ¿Me dirás de qué estás disfrazada? Aun no logro adivinar, lo único que se me ocurre es de diablesa. —dice con su mirada fija en la mía mientras se recuesta al marco de la puerta.

—No, no creo que lo adivines. —respondo negando con la cabeza.

—Me puedes sacar de esta tortura y decírmelo por favor.

—De acuerdo. Estoy disfrazada de Fénix. —él se me queda mirando atónito.

—Tenemos mucho en común tu y yo. —me dice mientras me sonríe de lado, ahora inclinado sobre la puerta.

No entiendo cómo he logrado resistir tanto a sus encantos. Porque la verdad es que me tiene al borde de la locura. Si no entro pronto en mi habitación, voy a cometer una estupidez. Sus labios me invitan a besarlos y lo deseo desesperadamente, a quien voy a engañar. Desde el día de la feria no he podido sacarlo de mi mente por más que lo he intentado.

—Buenas noches Leonard. —le digo mientras recupero la tarjeta de su mano, pero el me la sostiene.

El contacto eléctrico entre nuestros dedos hace que lo mire a los ojos atenta.

—Buenas noches, Kate. —susurra mi nombre mientras lleva la mano hasta sus labios y deja en ella un beso con ternura.

—Buenas noche Sr. Price. — y mientras digo estas palabras siento esa descarga eléctrica comenzar a recorrer todo mi cuerpo desde donde sus labios hacen contacto con mi piel.

Sus labios cálidos que ya han estado sobre los míos. No he apartado mi mirada de la suya, no puedo hacerlo. Es como si me hubiese hipnotizado. Entonces sus labios comienzan a ascender por mi brazo besando mi piel. Debo detenerlo, mi cerebro me lo repite una y otra vez. Pero mi cuerpo no reacciona, tiene en mente otra idea. Mi corazón comienza a acelerarse a medida que su boca asciende peligrosamente en dirección a la mía.

Y por mucho que quiero apartarlo o empujarlo para que no continúe, me es imposible negarme a aquello que llevo tanto tiempo deseando. Detiene sus besos en mi hombro al ver que no lo he apartado, separa sus labios de mi piel y tira de mí hasta que nuestros cuerpos quedan pegados. Su mirada vuelve a ser de lujuria y deseo.

Se que mañana me arrepentiré de todo y recogeré mi corazón destrozado en mil pedazos para tratar de armarlo una vez más. Pero no puedo negarle más a mi corazón y a mi cuerpo lo que desea. Entreabro los labios para respirar mejor y como si me hubiese leído el pensamiento, sus labios están sobre los míos, devorándome.

Me empuja con su cuerpo dentro de la habitación, suelto los zapatos, que caen al suelo con un estruendo, y enredo mis manos en su cuello. No puedo concentrarme en otra cosa que no sean sus labios sobre mi piel, descendiendo ahora por mi cuello hacia mi pecho y sus manos explorando tentadoramente mi cuerpo.

—Llevo toda la noche deseando quitarte este vestido. —dice con la respiración acelerada mientras desliza los tirantes muy lento por mis brazos y después lo baja por mi cintura dejándolo caer al suelo.

Lo siento gemir en cuanto el vestido cae a mis pies.

Sonrío con satisfacción por su reacción. No traigo sujetador, solo unas bragas de encaje rojo y dorado de Victoria's Secret. No sé por qué me las he puesto. Pero mientras valoro la reacción de Leonard, sonrío para mis adentros. He logrado la reacción que yo me esperaba, aunque con la persona incorrecta.

Leonard da un paso atrás y se me queda mirando de arriba abajo, devorándome con la mirada. En ese momento me siento tímida mientras él me observa. Luce como un depredador. Un depredador peligroso y dispuesto a saltar sobre su presa en cualquier instante.

Y su presa en este momento, soy yo.

Sus ojos azules brillan con malicia mientras me sonríe de esa forma tan familiar ya, que siempre me desarma. Puedo sentir la tensión sexual entre nosotros como una electricidad que nos rodea, nos atrae y nos acerca.

—Nunca imaginé que fueras de las que usan Victoria's Secret.

¿Cómo lo sabe? Será mejor no preguntarle eso.

—Las apariencias engañan. —murmuro tratando de esconder el nerviosismo en mi voz.

Estoy nerviosa, muy nerviosa. Esta es la primera vez que haré esto. Bueno en realidad es la segunda, pero esa primera vez no cuenta si estaba borracha y lo que recuerdo está borroso y confuso en mi mente. Subo mis manos, temblorosas, hacia la máscara para quitármela, pero él me detiene ahora parado frente a mí.

—Déjatela. —susurra en mi oído mientras un cosquilleo recorre mi cuerpo.

Su simple orden hace que detenga mis manos al instante. Entonces se me queda mirando inclinando su rostro hacia un costado, pensativo, mientras frunce levemente el ceño.

— ¿Estás nerviosa, o es idea mía? —me dice mientras desliza muy suave una mano por mi mejilla haciendo que casi pierda el equilibrio y me agarre de sus brazos.

—Es idea tuya. —respondo muy rápido.

Y sin darle tiempo a que continúe valorando mi reacción, dirijo mis manos hacia su ropa aún intacta. Le desato la corbata y la dejo colgando en su cuello. Le saco la chaqueta, dejándola caer al suelo y me percato entonces de la funda con la pistola que trae enganchada a un costado.

— No es real, ¿cierto? —pero no me responde, solo se la quita sonriendo mientras la pone con cuidado en una mesita.

Intento desabotonar su camisa y el me detiene en el primer botón. Me sostiene por ambas manos mientras me mira a los ojos.

— No serás virgen, ¿cierto? —pregunta entrecerrando los ojos.

— ¿Por qué lo dices? —inquiero aún nerviosa.

Cómo él puede hacerme esa pregunta en este momento.

—Porque estás nerviosa. Es lo único que se me ocurre pensar.

—No, no lo soy, no suelo hacer mucho esto. —le digo mientras retomo mi labor de zafar su camisa.

— ¿Tener sexo? —me pregunta enarcando una ceja mientras me sonríe burlón y detiene mis manos una vez más, ahora en el segundo botón.

Al parecer tiene sentido del humor después de todo.

No puedo contarle la verdad. ¿Qué pensará de mí sí le cuento que la única vez que me he acostado con alguien no la recuerdo? Y que él será el segundo con el que lo haga. Mejor no le cuento nada.

—No. Acostarme con extraños. —respondo mientras me devuelve una sonrisa divertido.

— ¡Ah! ¿Ahora soy un extraño?

—Para mí lo eres. ¿Y si fuera virgen? —inquiero—. ¿Algún problema con eso? —pregunto solo por curiosidad.

—Ninguno, solo que no quiero que te hagas ilusiones con algo que solo sucederá una vez.

Vuelve a repetir las mismas palabras que me dijo en el ascensor. Solo sucederá una vez.

— ¿Solo una vez, o solo una noche? —pregunto enarcando una ceja.

Hay una gran diferencia. No sé porque le he preguntado eso. No es como si tuviese mucha experiencia en esto. La única vez que he tenido sexo con alguien no la recuerdo muy bien. Así que, en teoría, esta será la primera vez. Creo que mi consolador no cuenta como una persona.

Ni siquiera puedo creer que esté conversando con él con solo mis bragas puestas. Aunque conversar está ayudando en algo. El nerviosismo que tenía hace unos minutos está desapareciendo. Ahora lo único que siento es mi respiración acelerada y el latir frenético del corazón en mi pecho ante lo que sé que sucederá esta noche.

—Ya veo tu punto. —me contesta entrecerrando los ojos.

— O sea que, ¿puede ser más de una vez en la noche? —le pregunto atrevida mientras me muerdo el labio inferior tratando de no reír.

¿Porque le estoy preguntando si puede ser más de una vez? Aún no me he acostado con él y ya estoy pensando en hacerlo nuevamente. Esto no va a salir bien, lo sé. Meto un mechón de cabello hacia atrás de la oreja.

—Buena deducción, nunca lo he pensado de esa forma—dice pegándose a mí—. Sí, puede ser más de una vez en la noche, así que será mejor comenzar cuanto antes.

Leonard pega sus labios a los míos una vez más. Su lengua invade mi boca, explorando, al mismo tiempo que me agarra por la nuca y su otra mano me aprieta por una nalga. Enredo mis manos en su cabello tirando suavemente de él y me dejo llevar por el revoltijo de emociones y sensaciones que siento en este momento. Caminamos por la habitación mientras nos besamos de forma desenfrenada hasta caer recostada, sin darme cuenta, en el amplio sofá que hay en la sala. Leonard se acuesta sobre mi aun completamente vestido. Su camisa a medio zafar.

Presiona su miembro duro contra mi pelvis mientras el besa muy lento mi piel. Sus labios descienden por mi cuerpo hasta encontrar mis senos. Lo cuales comienza a devorar. Primero uno, luego el otro y vuelve a subir hacia mi cuello. Dejo escapar un gemido cuando introduce una mano en mi ropa interior y me acaricia entre los pliegues haciéndome jadear de deseo.

—¡Leo! —se me escapa un gemido que intento contener mordiendo mi labio.

—Estás muy mojada. —susurra en mi oído con voz ronca mientras me muerde el lóbulo de la oreja tirando de él.

Mis piernas intentan cerrarse de forma involuntaria, pero él me lo impide inmovilizando una de ellas con una de las suyas y la otra con su mano libre. Mis manos tiran de su cabello como si así pudiera evitar que continúe con aquella dulce tortura que apenas está comenzando. Cierro los ojos y me olvido de todo mientras el introduce muy lento un dedo en mi interior. Y sin poderlo evitar arqueo mis caderas se contra su mano.

—¡Joder! —dejo escapar una maldición.

—Para negarte tantas veces, estás muy ansiosa. —me dice mientras mueve el dedo en círculos rítmicos.

Sus labios suben hasta llegar a mi boca donde deposita un beso mientras su dedo sale de mí. Dejo de sentir su peso sobre mí cuerpo y abro los ojos que hasta el momento tenía cerrados. Leonard está de pie frente a mi sacando un condón del bolsillo de su pantalón y deshaciéndose de sus zapatos a toda velocidad.

Me siento en el sofá mientras me acomodo otro mechón de cabello detrás de la oreja. Estiro mis manos hacia adelante y tiro de él hacia mí por el pantalón haciendo que quede parado entre mis piernas. Le saco el cinto del pantalón y lo dejo caer en la alfombra. Zafo el botón, bajo el zipper y lo deslizo por sus piernas hasta que cae al suelo. Tiene unas piernas musculosas y fuertes. Su miembro queda a la altura de mi mirada, aún atrapado detrás de los bóxers negros y ajustados que trae puestos. Me muerdo el labio inferior debatiéndome si hacer o no lo que tengo en mente.

Nunca he practicado sexo oral, pero mientras miro fijamente a sus bóxers, no puedo evitar pensar en cómo se sentirá cuando lo tenga en mi boca.

—¿Puedo? —pregunto sin apartar mi mirada de su entrepierna.

— ¿Qué vas a hacer? —me pregunta mientras yo alzo la mirada antes de ponerme de pie. ¿Acaso sabe lo estaba pensando hacer?

Sin dejar de mirarlo, subo una de mis manos y la deslizo por su ligera barba. Se siente tan suave como imaginé. Tiro de su rostro hacia el mío y lo beso lento, saboreando y disfrutando el momento. Introduzco la lengua en su boca mientras con mí otra mano investigo atrevidamente dentro de los bóxers. Tomo su miembro duro en mi mano y lo masajeo muy lento. Puedo sentir la ansiedad de Leonard en el beso mientras me muerde, tira de mis labios y empuja sus caderas contra mi mano.

—Estás muy ansioso. —le repito mientras el ríe contra mis labios.

Nunca me he imaginado haciendo esto. Y sé que el alcohol que he ingerido tiene algo que ver con mi desinhibición y atrevimiento para hacer estas cosas.

—Vas a terminar antes de comenzar. —me susurra contra los labios mientras me muerde una vez más.

Se me escapa un gemido cuando el aprieta mis nalgas con sus fuertes manos y en un movimiento apenas perceptible me carga y me tumba sobre el sofá. Termina de deshacerse del pantalón y los bóxers y después se inclina una vez más sobre mí. Me tiende el preservativo para que lo abra y lo hago tan rápido como me permite mi concentración, y mis nuevamente temblorosas manos, mientras Leonard besa mi piel y su miembro presiona contra mí muslo. En cuanto lo saco, me inclino haciendo que él se levante. Miro fijamente su miembro y trago en seco.

No me ha parecido tan grande cuando lo he tocado dentro de los bóxers. Pero ahora que lo tengo sin ninguna restricción frente a mí, me estoy preguntando si cabrá en mi interior.

Mi consolador no es muy grande, más bien es de talla media. Pero el miembro de Leonard parece ser de la talla XL. Muy lento deslizo el preservativo por su miembro duro y caliente. Leonard gime y yo levanto mi mirada. Verlo con los ojos cerrados mientras se muerde el labio inferior conteniendo un gemido es en extremo excitante. No aparto mi mirada de su rostro mientras deslizo mi mano sobre su miembro varias veces sintiendo como se estremece cada vez que lo hago. Y entonces abre los ojos y captura mi mirada divertida.

—Te voy a enseñar algo más divertido. —me dice deteniendo el movimiento de mi mano y apartándola.

Una de sus manos va a mi rostro. Y mientras la desliza por él, me besa y me recuesta en el sofá. Su mano baja de mi mejilla y comienza a masajear uno de mis senos, sus labios ahora muerden los míos. Se separa de mí para deshacerse muy rápido de mi ropa interior. Y después de tirarla a algún lugar de la habitación vuelve a retomar sus besos acomodándose sobre mí.

Mientras una de sus manos tortura de forma deliciosa uno de mis senos, haciéndome gemir de forma audible, sus labios muerden los míos y comienza a introducirse muy lento en mi interior. En cuanto lo siento invadiéndome, me tenso por completo y lo detengo colocando mis manos en su pecho, aun con la camisa.

— ¡Espera, espera, espera! —le digo con la respiración acelerada haciendo que se detenga.

— ¿Sucede algo? —me dice separando sus labios de los míos y mirándome con preocupación.

—No, solo déjame adaptarme. —le digo mientras él se queda muy quieto.

—Dijiste que no eras virgen. —me dice mirándome ahora muy serio.

—Y no lo soy, solo que—hago una pausa—... ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuve con alguien. —confieso apenada.

Nunca ha tenido un pene de estas magnitudes en mi interior. Y el único que ha estado dentro de mí, no recuerdo a quien pertenecía. No tengo por qué contarle la verdad. No soy virgen. Tengo la certeza de eso, y mi consolador también. Lo mejor es que me olvide de todo y me concentre en el hombre que tengo sobre mí y que está a punto de hacerme suya.

—No pienses tanto en ello. —me dice mientras me besa y en la boca muy lento y vuelve a invadirme.

Esta vez no lo detengo. Contengo los gemidos mientras lo siento centímetro a centímetro invadiéndome hasta que no lo puedo contener más y se me escapa un gemido audible contra sus labios.

— ¡Mmmm!— exclamo mientras el retrocede y vuelve a entrar en mi con un suave movimiento de caderas.

—Esto no va a durar mucho. —susurra en mi oído mientras desliza sus labios por mi cuello, mordiendo y chupando.

Mi cuerpo se amolda por completo al suyo mientras el comienza a embestir una y otra vez. Entra y sale de mi interior con movimientos lentos y certeros. Separa sus labios de mi piel y se me queda mirando mientras continúa embistiendo una y otra vez. Verlo con la máscara aún puesta hace que todo sea más erótico y sensual.

Su respiración es errática y superficial al igual que la mía. Es inevitable poder contener los gemidos que escapan de mis labios mientras me acerco cada vez más al orgasmo. El continúa con sus embestidas mientras mi cuerpo se contrae cada vez más a su alrededor. Sin siquiera percatarme dejo escapar un grito de placer y me vengo en un delicioso orgasmo que nubla todos mis sentidos. Leonard continúa con unas embestidas más hasta que se desploma sobre mí con un grito ahogado. Puedo sentir su respiración agitada en mi cuello y el latir frenético de su corazón.

—No creo que me conforme con una sola vez. —me dice mientras se incorpora en los codos, me quita la máscara y después la de él.

Me sonríe, se levanta del sofá saliendo de mi interior y me carga en sus brazos. Apenas soy consciente de que me llevaba hacia la habitación. Aún tengo mis sentidos embotados por el orgasmo que me acababa de provocar. Me acuesta en la cama y se acomoda a mi lado sonriendo con picardía. ¿Que se propone?

—Ahora, voy a saciarme de tu cuerpo. —me dice mientras sus labios se unen a los míos.

Cierro los ojos y me dejo llevar mientras el comienza a descender por mi cuerpo, saboreando cada parte de este. Su barba araña ligeramente mi piel excitada y sensible. Sus labios se deslizan por todo mi cuerpo excitándome una vez más y haciéndome gemir. No puedo pensar en otra cosa que no sean sus labios pegados a mi cuerpo y sus manos tentadoras acariciándome como si fuera una delicada pieza de porcelana que se puede romper en cualquier momento.

Nunca antes me he sentido así. Amada. Aunque sé que Leonard no me ama, esto es mucho mejor que los borrosos recuerdos que tengo de mi primera vez. Al menos esta noche si la voy a recordar.

Desliza las manos por mi cuerpo como si quisiera memorizarlo en su totalidad. Y sus labios. Sus labios hacen estragos en mi piel. Va a ser muy difícil olvidar a Leonard Price cuando termine conmigo.

Introduce dos dedos en mi interior haciéndome gemir. Y no pienso en nada más que en placer mientras enredo mis manos en su cabello y tiro de él hacia mí. No sé si pasan segundos, minutos u horas. Solo sé que dejo caer mis manos y las aferro a la sábana, mientras dejo que me conduzca al borde de otro delicioso orgasmo una vez más.

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Espero les guste este capítulo. ¿Creen que Kate hizo bien?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto.

Xoxo
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