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Capítulo 10

Enciendo la computadora. Cojo el teléfono y llamo a recursos humanos para pedir lo más pronto posible los expedientes de todo el personal de nanotecnología. Tras colgar el teléfono este suena y al mirar el identificador veo que es Jessy. Descuelgo el teléfono, pero ella no me deja hablar.

—Hay un chico frente a mí con un paquete para ti. —dice muy emocionada.

— ¿Un paquete?

—Sí, deja de hacerte la tonta y ven a buscarlo. —dice mientras me cuelga el teléfono.

Me levanto de la silla y me encamino a la recepción. Junto al escritorio de Jessy se encuentra un chico con una caja en la mano.

— ¿Katerine McClean? —me pregunta en cuanto me detengo frente a él.

—Sí.

—Firme aquí. —me dice tendiéndome un papel que firmo deprisa.

—Gracias. —dice dando media vuelta y caminando hacia al ascensor.

La caja es más grande que la anterior. Y trae una nota doblada y pegada en esta. Sé quién me ha enviado esto. Despego la nota con cuidado y la desdoblo para leerla:

Disculpa mi atrevimiento...no me pude resistir...espero te guste.

DRC

— ¿Qué dice? —pregunta Jessy detrás de mí, ansiosa.

Le tiendo la tarjeta para que la lea mientras yo abro la caja. Dentro hay una tela roja que se siente muy suave al tacto. Saco la tela de la caja, y cuál es mi sorpresa al ver que es un vestido. Lo sostengo en alto para admirarlo. Es un hermoso vestido rojo, abierto en el frente a la mitad de los muslos. Es atrevido y sexy. Los tirantes pasan por los hombros y se cruzan en la espalda dejándola por completo al descubierto con un escote muy pronunciado.

— ¡Eso es un vestido! —exclama impresionada.

—Es un pecado diría yo. —le contesto mientras ella me quita el vestido de la mano para mirarlo bien.

—¡Por Dios! —es lo único que dice Jessy.

—Será mejor que lo guarde y regrese a mi escritorio. —le digo mientras recojo la caja para guardar el vestido.

Pero entonces algo más llama mi atención. Dentro de la caja, en el fondo, hay pegada otra tarjeta.

Este es mi número privado y mi correo electrónico. Llámame cuando recibas esto, quisiera que nos conociéramos en persona.

DRC

— ¿Que te sucede? Te has quedado congelada mirando la caja. —me dice Jessy mientras yo saco la otra tarjeta y guardo el vestido.

—Me ha dado su teléfono para que lo llame, quiere que nos conozcamos en persona.

— ¿Y si es un pervertido o un acosador?

—Dudo que lo sea, pero no te preocupes, le pediré a Joel que me acompañe, solo por precaución.

—Veo que lo tienes todo planeado.

—Pues sí. Nos vemos más tarde. —guardo ambas tarjetas dentro de la caja y la cierro antes de dirigirme hacia mi oficina.

Saco la tarjeta con su número de teléfono, la pongo en mi escritorio y guardo la caja con él vestido.

Me quedo mirando la tarjeta como si esta quemara. Tengo mucha curiosidad por saber quién se ha tomado la molestia de enviarme la rosa y un vestido tan hermoso. Tengo curiosidad por saber quién se ha fijado en mí.

Cojo la tarjeta con dedos temblorosos y saco mi celular. Esta llamada no puedo hacerla desde la oficina. Marco su número y comienza a sonar. Un timbre, dos, tres. Porque no responde si me ha pedido que lo llame. Al quinto timbre contesta.

—Sí, diga. —¡Mierda! No esperaba que su voz sonara tan ardiente por teléfono—. Hola... —Kate di algo.

—Disculpe, soy Katerine McClean. —le digo nerviosa mientras el teléfono tiembla en mi mano.

— ¡Oh! Estaba esperando ansioso tu llamada. ¿Te gustó lo que te envié?

¡Dios! tiene un delicioso y extraño acento, una mezcla de Chicago con acento británico, aunque tal vez son ideas mías y es que el británico que está en la otra oficina me tiene perturbada.

—Es precioso, pero no puedo aceptarlo.

— ¿Por qué no?

—Porque por muy buenas que parecen tus intenciones, no te conozco.

—Eso es lo que quiero, conocerte, que nos conozcamos.

Tengo que indagar como sabe tanto sobre mí.

— ¿Cómo sabes mi nombre y donde trabajo?

—No fue difícil, tengo muchas amistades.

—¿Acaso eres un psicópata acosador? —le digo mientras el ríe del otro lado de la línea.

—Te puedo garantizar que no lo soy. —dice mientras aún ríe.

Su risa me resulta contagiosa y comienzo a reír también. Aun no estoy del todo segura de lo que estoy haciendo, pero solo hay una forma de continuar con todo esto.

— ¿Cuándo nos podemos conocer en persona? —le pregunto llenándome de valor.

No he salido con nadie después de lo de Joey. Creo que es tiempo de rehacer mi vida.

—En estos momentos no me será posible, salgo en un viaje de negocios, quizás dentro de una semana cuando regrese.

—Al menos puedo saber tu nombre, creo que llevas la ventaja. —le digo mientras lo siento reírse una vez más.

Su risa se siente como la de alguien joven.

—Tienes razón. Mi nombre es Daniel.

Daniel.

Creo recordar con vaguedad a alguien con ese nombre. Pero el recuerdo se esfuma y desaparece rápido de mi mente haciéndose imposible de alcanzar.

—Un gusto en conocerte. —de fondo se escucha como si estuviese en el aeropuerto.

—Disculpa, tengo que colgar, debo tomar un avión a Francia. ¿Estás llamando de tu celular?

—Sí.

—De acuerdo, te llamo cuando aterrice y continuamos hablando o me puedes mandar un e-mail.

—De acuerdo. —y cuelga mientras yo me quedo mirando el teléfono.

Guardo su número en los contactos y suelto el teléfono con manos temblorosas. En ese instante tocan a mi puerta.

—Adelante. —una chica esbelta y morena entra en mi oficina.

—Aquí están todos los expedientes actualizados del personal de nanotecnología. —me dice mientras me entrega una memoria flash.

—Gracias. —respondo con una sonrisa mientras ella da media vuelta y se marcha.

Me levanto, toco a la puerta del Sr. Price y entro.

—Aquí tiene los expedientes que pidió Sr. Price. —le digo mientras le dejo la memoria en su escritorio aún con manos temblorosas por mi primera conversación con Daniel. Doy media vuelta para retirarme.

— ¿Le sucede algo? —me pregunta mientras yo me giro hacia él.

—No. ¿Por qué lo pregunta?

—Porque está sonrojada.

¡Mierda!

Esa llamada telefónica.

—No es nada, si me disculpa. —le digo mientras me retiro de su oficina a toda velocidad.

Hablar con mi admirador secreto me ha afectado. Bueno ya no es tan secreto, ahora tiene nombre. Daniel.

Tengo que indagar más sobre él; como es, que edad tiene, sus gustos. Todo. Busco la tarjeta de la mesa y abro mi correo personal. Guardo su dirección con su nombre y le envió un e-mail.

De: Katerine

Para: Daniel

Fecha: jueves, 22/10/2015, 8:34 AM

Asunto: Vuelo.

Espero tengas un buen vuelo a Francia.

Kate.

Y le doy enviar. Justo en cuanto lo hago me percato que he puesto Kate al final. Solo mis amistades me llaman así. Y aunque conozco su nombre, continúa siendo un extraño. Me olvido del correo y me concentro en el trabajo.

Al mediodía voy a almorzar con Jessy y la pongo al día sobre la llamada telefónica y el e-mail que le he enviado.

—¿Entonces ya tiene nombre?

—Sí, su nombre es Daniel. —respondo mientras regresamos a la oficina.

—Mantenme actualizada. —se queda en recepción y yo me dirijo a preparar el café del Sr. Price.

Unos minutos más tarde toco a su puerta.

—Sí. —dice mientras yo entro.

Camino hasta su escritorio y coloco la taza en su mesa. Hoy a diferencia de otras ocasiones él está sentado allí. Me dispongo a marcharme cuando él habla.

—Necesito que se quede hoy hasta más tarde, tengo...

—Tiene una reunión con el gerente del Hyatt. —le digo interrumpiéndolo.

—Sí—dice mientras se recuesta en su silla—. Ya veo porque Stella le tiene tanto aprecio, siempre va un paso por delante, me gusta eso.

—Gracias Sr. Price, no se preocupe tendré todo organizado para su reunión.

—Si es posible, la puede organizar aquí en mi oficina, no creo que sea necesario utilizar el salón de reuniones.

—De acuerdo. —respondo mientras salgo de allí muy rápido.

Cada vez que entro a su oficina los nervios se me ponen a flor de piel. Aún no me acabo de acostumbrar a su presencia imponente e intimidante. Y por mi mente desfilan decenas de posiciones en las que él me pueda tomar en su oficina. Las cuales comienzan contra los cristales panorámicos y terminan contra la puerta que comunica ambas oficinas.

«Respirar...Olvidar...Despejar la mente...» —me repito a mí misma antes de abrir el correo y enviarle un mensaje a Jessy.

De: Katerine

Para: Jessy

Fecha: jueves, 22/10/2015, 1:15 PM

Asunto: Reunión.

Hoy llegaré tarde, el Sr. Price tiene una reunión.

Kate.

Me contesta casi al instante.

De: Jessy

Para: Katerine

Fecha: jueves, 22/10/2015, 1:17 PM

Asunto: Reunión.

Disfruta la compañía.

Jessy.

Si claro.

La tarde transcurre a toda velocidad sin siquiera percatarme. Cerca de las 5:00 pm el aviso de un correo entrante en mi correo personal, hace que preste atención a la computadora.

Tengo un mensaje de Daniel.

De: Daniel

Para: Katerine McClean

Fecha: jueves, 22/10/2015, 12:22 PM, CET

Asunto: Mi vuelo.

Gracias por tu preocupación Kate, llegué bien, ya estoy en el hotel.

Daniel.

Me ha respondido el correo. Mi corazón se acelera en ese instante y no entiendo porque me emociona el que una persona extraña me haya contestado el e-mail. Me dispongo a contestarle, pero en ese instante el Sr. Price me llama a su oficina y no puedo hacerlo, lo haré después en la casa.

El gerente del Hyatt llega a las 5:00 pm, lo paso a la oficina del Sr. Price y llamo para que le sirvan un café junto a algún aperitivo. El aviso de un correo nuevo hace que rápidamente mire hacia la computadora con la esperanza de que sea Daniel. Pero no es él, es de Jessy.

De: Jessy

Para: Katerine

Fecha: jueves, 22/10/2015, 5:27 PM

Asunto: Planes.

No me esperes despierta, saldré con Alexander. Te cuento cuando regrese...si regreso.

Jessy.

Creo que hoy voy a dormir sola en el apartamento.

De: Katerine

Para: Jessy

Fecha: jueves, 22/10/2015, 5:29 PM

Asunto: Diviértete.

Disfruta tu salida.

Kate.

El reloj marca las 6:30 pm. Aún no han terminado la reunión así que me levanto y voy por un jugo y un aperitivo de la máquina que hay en el pasillo. Cuando regreso, el Sr. Williams sale de la oficina.

—Buenas noches Srta. McClean.

—Buenas noches. —le contesto mientras el teléfono suena y él se pierde por el pasillo.

—Diga Sr. Price. —contesto al ver la pantalla.

—Venga a la oficina por favor. —dice colgando el teléfono.

Tomo la agenda y entro a su oficina. En cuanto lo hago me hace una seña para que me siente frente a él. Se ha quitado la americana y se encuentra recostado a su escritorio.

—El Sr. Williams necesita una actualización de todo el sistema de seguridad de su hotel. Según me estuvo comentando, han tenido problemas con su sistema actual. —dice mientras camina por la oficina y yo tomo nota.

—Sí, tengo entendido que ya es obsoleto. —al menos lo es para él, no tiene ni dos años de instalado.

—Exacto. Me ha pedido que le envíe una selección de lo mejor en sistemas de seguridad para ver que le interesa.

— ¿Va a hacer una instalación general?

—Sí, necesitaré esto lo antes posible.

—Sí Sr. Price, me pondré en ello ahora mismo. —le contesto mientras me levanto de la silla.

—¿Que tal a primera hora de la mañana? —dice mientras mira su reloj—. Es hora de marcharnos—el Sr. Price va hasta su silla—. Recoja sus cosas—me dice mientras se pone su chaqueta.

—Enseguida. —salgo de la oficina. Busco mi bolso y guardo en él la caja con el vestido que no es muy grande, pero sobresale un poco en este.

—¿Lista?

—Sí. —confirmo mientras apago la luz.

Me hace un gesto para que vaya delante y comienzo a caminar. Al llegar al ascensor presiono el botón y las puertas se abren de inmediato. Entramos y presiono PB mientras me recuesto a la pared. El Sr. Price hace lo mismo y se recuesta a la pared opuesta.

Mirándome con intensidad.

Y me quedo mirándolo también preguntándome en que está pensando.

— ¿Sabe porque estoy recostado a esta pared? —me pregunta de repente sin apartar ni un instante su mirada de la mía.

Y no sé porque, me da la impresión de que no me va a gustar la respuesta que me va a dar.

—No lo sé. —contesto insegura y nerviosa mientras siento un nudo comenzar a formarse en mi garganta y cientos de mariposas comenzar a revolotear en mi estómago.

—Porque sé, que, si me acerco a ti una vez más, no voy a poder ser capaz de controlarme.

— ¿Controlarse? —la pregunta sale de mis labios sin siquiera yo percatarme.

—Sí, Katerine, controlarme.—creo que lo mejor es que no abra más la boca.

La forma en que su lengua acaricia mi nombre me hace temblar por completo. Las mariposas ahora revolotean más que antes y siento que mis piernas no van a aguantar mi peso. Me acomodo las gafas y un mechón de cabello detrás de la oreja. Estoy nerviosa, muy nerviosa. Sé lo que hará a continuación. Lo he leído en muchas novelas y visto en cientos de películas. Me acorralará contra la pared del ascensor y mientras coloca una mano en mi cuello, acercará sus labios a los míos y me besará de forma apasionada hasta dejarme sin sentido.

Pero en cambio, se acerca muy lento hasta donde yo estoy y se detiene frente a mí. Su estatura imponente eclipsa la mía. Tengo que levantar la vista para mirarlo a los ojos. Y esto es un error, porque al verme reflejada en el azul tan intenso de su mirada siento que voy a desfallecer. De un momento a otro, siento que mis piernas no van a resistir y él va a tener que levantarme del suelo. Y entonces voy a estar entre sus brazos una vez más.

—Tengo que controlarme de acariciar tu cabello—me coloca un mechón de cabello detrás de la oreja—...tu rostro—su mano se desliza por mi mejilla muy lento. Es suave y cálida. Mi corazón late desenfrenado mientras intento en controlar mi errática respiración—...tus labios.—continúa mientras sus dedos recorren el contorno de mi boca.

Cierro los ojos mientras su toque envía cientos de descargas eléctricas por toda mi piel y el calor se acumula mucho más intenso entre mis piernas. Me estoy excitando cada vez más con sus caricias. Deseo que me bese, me desnude y me posea aquí mismo, y así de una vez por todas terminar con esta dulce tortura. Pero no sucede nada, abro los ojos y el Sr. Price me mira fijamente.

—¿No vas a besarme? —pregunto atrevida entrecerrando lo ojos.

Él me sonríe con lascivia. El muy cabrón sabe lo que acababa de hacerme con su toque experto.

—Quiero advertirte primero.

— ¿Advertirme? —inquiero con curiosidad frunciendo el ceño.

—Voy a ser honesto contigo Katerine, si te beso, voy a querer acostarme contigo. Pero no me acuesto con la misma mujer más de una vez. En estos momentos no me interesa el romance, o una relación—no puedo creer lo que él me está diciendo. ¿De qué planeta es una persona que no le interesa una relación? —. Entonces déjame ser directo y preguntarte algo. ¿Quieres acostarte conmigo?

¿Quiero acostarme con él? Eso no tiene ni que preguntarlo. ¿Quién no querría hacerlo? Pero no con esas condiciones. No quiero volver a ser el juguete de alguien. Además, sé que, si me acuesto con él una vez, lo voy a querer hacer una segunda vez. Por no decir que romperé mi juramento de no salir con nadie que trabaje conmigo. Aunque si él quisiera una relación, estaría dispuesta a romper mi juramento.

¡Dios, que enredo!

¡Lo deseo...lo deseo...lo deseo...! Cada poro de mi cuerpo me lo grita.

A quien voy a engañar. Sí, estoy necesitada. Necesito un hombre de verdad que caliente mi cama. No como el que tengo en el fondo de la segunda gaveta de mi mesita de noches, y que es a baterías. Sí, estamos en el siglo XXI, tengo un consolador, quien no, cualquier mujer que se respete debe tener uno. Pero no pienso sucumbir a su oferta. Al menos no por el momento.

—Lo siento Sr. Price, pero creo que usted se ha equivocado conmigo. A mí sí me interesa el romance. No puedo acostarme con usted por mucho que me atraiga a menos que esté interesado en tener una relación conmigo. —respondo mientras siento que mi corazón se sale de mi pecho.

En ese instante recuerdo a Daniel, a él si le interesa el romance. Me lo ha demostrado con la rosa y el vestido que me ha regalado. Una relación con él es más real que la que el Sr. Price me ofrece. Quizás si no existiera Daniel, no lo piense dos veces y me acueste con mi ardiente y sexy jefe, aunque sea solo una noche.

No, creo que ni de esa forma pondría en juego mis sentimientos y mi corazón solo por un revolcón de una noche.

— ¿Te atraigo? —inquiere levantando una ceja.

¡Mierda!

«¿Por qué nunca aprendo a quedarme callada?»

—Por favor, olvide lo que le dije.—en ese instante las puertas del ascensor se abren y salgo muy rápido de allí.

Puedo sentir sus pasos firmes y seguros sobre el mármol mientras me sigue afuera. Llego a mi auto y tira de mi mano para girarme.

—Sabes, tengo un fuerte poder de convencimiento. —me dice levantando la comisura de sus labios en un amago de sonrisa.

Da un paso hacia delante y yo retrocedo hasta quedar pegada a mi auto. Coloca sus manos contra él, a ambos lados de mi cuerpo, acorralándome con su cuerpo imponente y su intensa mirada. En este instante me siento indefensa, y por un momento vuelvo a pensar en su oferta.

No, creo que no será lo mejor.

—No lo dudo. No quiero ni pensar cuantas mujeres han pasado por su cama. Ahora si me disculpa, debo marcharme. Buenas noches. —le digo mientras quito uno de sus brazos y salgo de allí dando la vuelta para subirme al auto.

—No me conoces Katerine, pero en poco más de una semana voy a tenerte en mi cama. —me dice muy seguro de sí mismo.

Dios que insistente es.

—Buenas noches Sr. Price. —le respondo mientras entro en mi auto dejándolo parado en la acera.

Tengo que ser fuerte, no puedo dejarme llevar. Tengo que concentrarme en el trabajo y olvidarme de él. No puedo caer en su estúpido juego. Sé que él va a hacer hasta lo imposible para que me acueste con él. Pero por mucho que yo lo desee, aún no estoy preparada para que me desilusionen y me rompan el corazón una vez más.


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Espero les guste este capítulo. ¿Que creen de la propuesta de Price?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto.

Xoxo
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