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Capítulo 1

No puedo dormir.

Desde hace varias noches me sucede lo mismo.

El mismo sueño.

Me siento en la cama mientras llevo una mano a mi pecho donde me late el corazón en forma desenfrenada queriendo escaparse. Tomo las gafas de la mesita de noche y me las coloco. El reloj marca casi las 11:00 pm. Hace apenas una hora que me he acostado.

Me levanto y me dirijo hacia la cocina, bajando las escaleras hacia el piso inferior, en busca de un vaso con agua. Los sobres del correo sobre la mesita de la sala llaman mi atención. Tal vez si los reviso puedo calmarme y volver a dormir.

Me dejo caer en el sofá y cojo los sobres en mis manos. Algunos son de invitaciones y otros de facturas. A mi madre siempre le llegan cientos de invitaciones de las cuales solo acepta unas cuantas. Voy mirando y separo a un lado los eventos a los que sé que va a asistir y al otro el resto junto a las facturas, esa es una de mis tareas.

Entonces llego a una invitación en particular, y mis manos se quedan congeladas sobre esta.

Han pasado dos años desde la última vez que sostuve entre mis manos una invitación a este mismo evento. El año pasado se extravió en él correo y nos llegó un día tarde, por lo que no pude asistir, aunque dudo que hubiese ido. Y ahora que la tengo entre mis manos, no sé qué hacer.

Miro una y otra vez la invitación, hasta que la arrojo junto con los sobres de las facturas en la mesita. No tengo ganas de pensar en esa fiesta en estos momentos. Es dentro de dos semanas, y la verdad es, que no creo que me apetezca ir a otro baile de máscaras en el Hotel Drake, no después de lo sucedido la última vez que asistí. No me gusta recordar esa noche, pero los vagos recuerdos que tengo, continúan regresando a mi mente en algunas ocasiones, y me atormentan mucho más cuando llega este mes.

Recuerdo su mirada intensa y sus brazos aferrándome muy fuerte mientras me condujo hacia la habitación. Y sus labios recorriendo los míos mientras me tomaba de manera salvaje.

A la mañana siguiente, desperté desnuda en mi habitación y con un fuerte dolor de cabeza. Sabía lo que había sucedido, pero por más que lo intenté, todo fue en vano. Recuerdo algunas cosas, pero el resto solo son pequeños destellos borrosos en los que tuvimos sexo desenfrenado. Nada concreto que me dijera quien era aquella persona. Lo más nítido que recuerdo, es que tiene un tatuaje en la espalda, pero no recuerdo el diseño.

Había tenido una ruptura unos días antes y aproveché la fiesta en el hotel para emborracharme y olvidarme de todo. Pero nunca imaginé que lo iba a conocer y que esa noche no iba a terminar como yo pensaba. Su mirada, aún continúa perturbándome en ciertas ocasiones cuando duermo. Y siempre hace que me despierte con el corazón latiendo fuerte en mi pecho. Tal como ha sucedido hace apenas unos minutos. No ha sido casualidad que me despertara sobresaltada. Siempre por esta fecha me ocurre lo mismo.

Retomo mi camino hacia la cocina, sin embargo, no puedo evitar continuar pensando en la invitación.

El gerente del hotel es muy buen amigo de Stella, mi madre. Ella es la presidenta ejecutiva de Tecfall, la cual se ha encargado de diseñar el sistema de seguridad del hotel, instalando lo último en tecnología. Por eso, todos los años en la fecha de Halloween cuando celebran un baile de máscaras, le envían una invitación para dos personas, donde incluyen el hospedaje en una suite del hotel.

Me gusta mucho mi trabajo, asistente personal de Stella Cooper. Tengo el mejor empleo del mundo. Al principio no me gustaba mucho lo de ser asistente personal, no obstante, esta era una buena forma de agradecerle a Stella todo lo que había hecho por mí. Además de ganar mi propio dinero. Stella siempre me había dado de todo, más prefería ganarme las cosas por mí misma y ella nunca se opuso, más bien me alentaba.

Me había graduado de la Universidad en Ingeniería Informática, siendo la mejor estudiante de mi promoción. Después de terminar la pasantía, comencé a trabajar como AP de Stella. Es increíble que ya hubiesen pasado dos años.

Quiero a Stella como si fuera mi madre y ella me quiere como a una hija.

Nuestra historia juntas había comenzado cuando yo tenía diez años y mis padres fallecieron en un accidente de tránsito, ni siquiera lo recuerdo, no recuerdo nada antes de eso. Mi mundo está por completo en blanco. En el testamento, mis padres nombraron a Stella como mi tutora. Ella me contó, era muy buena amiga de mi madre, y en ocasiones visitaba nuestra casa.

Me diagnosticaron con pérdida de memoria producto del trauma que había sufrido. Solo sé lo que me contaron que había ocurrido; tuvimos un accidente de tránsito, el auto dio varias vueltas antes de detenerse en la carretera. Lo único que recuerdo de esa noche es que estaba nevando.

Stella, se quedaba conmigo todos los días en el hospital. Con el transcurso de los días, se convirtió en un rostro familiar para mí. Creo que mencionó en alguna ocasión que tenía un hijo, aunque en los cuatro meses que estuve en el hospital, jamás volvió a hablar de él.

Había sufrido una fractura en una pierna y otra en un brazo y solo me dieron el alta después de la rehabilitación.

Stella, me llevó hacia su casa después de eso. Allí me contó lo que había sucedido con su hijo. Tenía un alto nivel escolar, por lo que recibió una beca en Londres. Su padre vivía allí, así que se mudó con él. Pero falleció en un accidente a los pocos meses de haber llegado. El autobús que lo llevaba a la escuela fue golpeado por un camión que cargaba combustible. No había quedado nada, solo cenizas.

Solo tenía catorce años.

Había muchas fotos de él en la casa, de varias edades, pero con el paso del tiempo Stella las había ido guardando. Solo quedaban dos fotos con la edad que tenía cuando falleció y estas eran las únicas que continuaban sobre la chimenea junto a una urna. Una de ellas se la había tomado unos días antes de irse a estudiar al extranjero y la otra se la había mandado unos días antes del accidente. Se parecía mucho a su madre; ojos azules, cabello castaño claro y una hermosa sonrisa.

Así que, al perder a su hijo, yo me convertí en su hija y me trataba como tal. Sé que Stella, nunca remplazará a mis padres, y yo jamás remplazaré a su hijo, pero al menos con ella soy feliz, como creo que fui con ellos. Al poco tiempo de estar viviendo con ella, comencé a llamarla, mamá.

Eso es para mí.

Me detuve frente a la encimera a beber el vaso de agua mientras dejo atrás los recuerdos del pasado y pienso en el trabajo. Hay muchas cosas rondando mi mente, como que mi madre se retira a principios de la próxima semana y su lugar lo va a ocupar alguien de quien jamás he escuchado hablar. Para muchos, esto no supone ningún problema, solo es el nuevo jefe. Para mí, es muy diferente. Ya me he acostumbrado a trabajar con ella, ahora tengo que adaptarme a otra persona muy distinta, extraña y desconocida para mí. Solo conozco su nombre, Leonard Price.

Su currículo es impresionante, pero en cuanto a aspectos personales no aparece nada. Ni fotos, ni fecha de nacimiento, ni familiares o amigos conocidos. Así que desconozco su apariencia. Solo sé que proviene de Londres. No sé porqué tanto secreto, ni como ha logrado que no aparezca ninguna foto suya.

Nada.

No hay rastros suyos en ninguna red social, ni siquiera en el buscador virtual hay información de él. Es sospechoso. Como si no existiera.

Solo espero que no decida deshacerse de mí y buscar a alguien más perfecta para ese puesto. Que no use gafas, que sea rubia, alta, y que se vista con faldas cortas para llamar su atención.

Así no soy yo.

«Debo dejar de pensar en idioteces a esta hora. A propósito, ¿qué hora es?»

Al mirar el reloj de la cocina este, marca casi las 11:30 pm. Qué extraño que mi madre no haya regresado aún. Al pasar por su habitación, después de bajar las escaleras, la puerta estaba abierta, sin rastro de ella. Es domingo, y aunque salió a cenar, jamás ha llegado tan tarde.

Busco mi teléfono para llamarla y saber que sucedió, cuando siento el sonido de un auto deteniéndose en la entrada de la casa. Dejo el teléfono a un lado y me asomo curiosa por una ventana mientras aparto un poco las cortinas.

Stella baja del auto y se despide con la mano mientras se encamina hacia la puerta. No puedo ver bien a la persona con la que fue a cenar, pero deduzco quién es. Mi nuevo jefe. La persona que la sustituirá.

Stella, después de una semana mostrándole la compañía, quedó en ir a cenar con él, para conocerlo mejor y ponerlo al tanto de las cosas más importantes de la empresa.

Al abrir la puerta se me queda mirando entrecerrando los ojos.

— ¿Me estabas esperando Kate?—pregunta con curiosidad mientras camina rumbo a la sala de estar.

— No, solo estaba tomando un poco de agua, cuando sentí el auto en la entrada—le respondo mientras cierro la puerta y la sigo. Sin embargo, ahora siento mucha curiosidad por saber que ha sucedido—¿Qué tal la cena? — Stella me mira enarcando una ceja.

La verdad es que no me interesa en lo más mínimo como ha ido la cena, solo quiero saber si aún conservo mi empleo. Pero le pregunto, solo por cortesía.

— ¿De verdad quieres conocer sobre la cena, o si aún tienes empleo? —me pregunta sentándose en el sofá.

Stella me conoce mejor que yo misma.

— Quiero saber si aún tengo empleo, aunque no me molestaría saber cómo fue la cena. —respondo encogiéndome de hombros mientras ella sonríe y yo me siento a su lado.

La compañía es de Stella, y ella ha insistió mucho en dejarme a mí a cargo, al ser su única heredera. Pero decliné la oferta. Es que no me veo a misma como CEO de una empresa donde se desarrolla alta tecnología. Ni de esa ni de ninguna otra empresa. Ella continuó insistiendo y al final llegamos a un acuerdo. Cuando cumpliera los treinta años me haría cargo yo de la empresa. Mientras, continuaría de asistente. Pero eso, nadie lo sabía.

— Ya lo imaginaba. Bueno, la cena ha ido bien, y aún tienes empleo, me he asegurado de eso.

«¿Qué fue lo que dijo?»

— ¿Cómo? ¿No te entiendo?—le pregunto intrigada removiéndome en el sofá.

— Él quería traer a su propia asistente, pero lo convencí de que no lo hiciera.—dijo levantándose y caminando rumbo a la cocina.

La sigo mientras proceso lo que me acababa de decir. Stella se sirve un vaso con agua que comienza a beber despacio haciendo más larga la espera.

— ¿No me piensas contar qué le dijiste para convencerlo?—le pregunto con determinación haciendo que ella deje de beber el agua por un momento y me mire fijo a los ojos.

— No mucho, solo le dije que antes de tomar una decisión sobre el personal, o sea sobre ti, debía leer tu currículo y verte en acción.

—Eso fue todo, ¿con eso lo convenciste?

—No, no fue todo, le entregué una copia de tu currículo para que lo leyera.—me responde como si no tuviera la más mínima importancia lo que acaba de decir.

— ¡Qué! ¿Dime que de verdad no lo hiciste?

—Lo hice. ¿Porque crees que llegué a esta hora? Se puso a leer el currículo en la cena, y quedó impresionado con tus aptitudes. Llegó a la conclusión de que eras mejor que su asistente. En conclusión, mantendrás tu empleo. —termina con una sonrisa.

— ¡No lo puedo creer!—me siento en una banqueta y deslizo las manos por mi rostro.

— No me agradezcas, aún no, primero quiere verte en acción.

— ¡Qué! ¿Eso que quiere decir?

— Te va a poner a prueba. —me contesta como si me hubiese leído el pensamiento.

— Genial, esto es justo lo que me faltaba. —respondo exasperada.

— No te preocupes Katerine, lo harás estupendo cariño, solo tienes que hacer lo mismo que has hecho los últimos dos años conmigo. —me dijo mientras desliza una mano con cariño por mi rostro y mi cabello.

— Sí, eso es lo que tengo que hacer. —respondo no muy convencida mientras sus caricias comienzan a relajarme.

Solo me queda esperar a que comience y conocerlo a ver qué tal nos vamos a llevar. Por ahora no pensaré más en ello, aún me queda una semana. Después me preocuparé por mi nuevo jefe.

— Creo que mejor voy a dormir—me levanto del asiento—. Buenas noches, que duermas bien. —le doy un beso en la mejilla antes de dirigirme rumbo a las escaleras.

— ¿No tienes curiosidad por saber cómo es? —me pregunta haciendo que me detenga con un pie en los primeros escalones y me giro una vez más hacia ella.

He tenido mucha curiosidad desde que me enteré que mi madre se retiraba y que alguien que ella misma eligió, la sustituiría. Sí, tengo mucha curiosidad por saber cómo es, pero a esta hora no me importa. Debe ser muy bueno en su trabajo para que Stella lo hubiera escogido entre la lista de candidatos que me mostró. Había más de diez nombres en aquella lista.

Ya lo conoceré en algún momento de la próxima semana o de la otra.

— Al final lo conoceré igual.—le respondo encogiéndome de hombros y continúo subiendo los escalones.

—Pienso terminar de mostrarle la compañía entre el lunes y el martes, todo depende de él.—me grita mientras yo me detengo en los escalones, congelada una vez más.

Quedan solo dos días para conocerlo. Eso hace que mi nerviosismo aumente.

— De acuerdo— reanudo mis pasos y termino de subir los escalones. Giro a la derecha y me dirijo hacia mi habitación.

Debo aclarar que no vivo con Stella. Tengo un apartamento cerca del parque Lake Shore. Suelo venir a visitarla uno que otro fin de semana al mes para quedarme con ella. Y este, es uno de esos fines de semana.

Me acuesto en la cama, me quito las gafas y sin poderlo evitar comienzo a pensar en cómo será mi nuevo jefe. Y lo imagino de unos cuarenta años, cabello negro entrando en canas, mirada penetrante y una voz grave y fría con acento británico. Sí, creo que esa es la descripción perfecta, teniendo en cuenta el auto que conducía cuando trajo a mi madre—me río yo sola—. Un auto cómodo y eficiente, se parece al auto de Stella, perfecto para alguien no muy joven. Ahora que lo pienso, tal vez él le llamó la atención por eso, alguien mayor, pero no tanto, con experiencia en el trabajo. Parecido a ella. Perfecto para ocupar el puesto. Me pregunto si a mi madre le gustó tanto como para salir en una cita con él.

Es ridículo tan sólo de pensarlo. A ella no se le ocurriría jamás salir con la persona que la sustituirá. Aunque, por otra parte, tal vez él le pidió salir a cambio de no despedirme. No puede ser, ella me dijo que le mostró mi currículo y quedó impresionado.

«Kate, deja de pensar idioteces a esta hora, lo que tienes es falta de sueño.» —me reprendo en voz alta.

Lo mejor es acostarme a dormir. Al menos intentarlo otra vez. Me acuesto en la cama y me cubro con el edredón mientras acomodo la cabeza en la almohada.

Mañana va a ser un día interesante, tal vez, si tengo suerte, conoceré a Leonard Price en persona, mi nuevo jefe, y se acabará el misterio de cómo es en realidad.

Mis ojos poco a poco comienzan a ceder ante el sueño y el cansancio del día y se cierran muy lento, haciendo que caiga en un sueño profundo, esta vez, sin ninguna interrupción.

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Espero les guste este capítulo. ¿Como se imaginan al Sr. Price?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto.

Xoxo
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