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04. El lenguaje de los ancianos es demasiado complicado

— Y por eso tengo prohibido acercarme a Hello Kitty, ¿y tú?

Wakasa miró incrédulo al mayor, preguntadole silenciosamente si aquella historia era verdad o si le estaba mintiendo como a todos los niños que iban a su tienda a escuchar sus historias; sin embargo, Shinichiro lucia muy seguro sobre su anécdota de cómo terminó con una orden de restricción contra un personaje ficticio.

— Yo... definitivamente no tengo una historia mejor que esa —admitió, envolviendo la pasta alrededor del tenedor. Joder lo bien que sabía cocinar ese hombre.

— Vamos, debe de haber algo interesante. —lo alentó y Wakasa lo pensó.

No era que su infancia fuera aburrida, pero la mayoría de anécdotas giraban alrededor de una pequeña niña albina y no de su actual él.

No era capaz de contar alguna historia de su pasado sin sentir que alguien más la había vivido, una persona que no era él pero que a la vez compartían cuerpo y memoria. Raro pero cierto.

— Nada interesante, en serio — reafirmo, metiéndose un pedazo de comida a la boca para excusar su silencio.

— A este paso comenzaré a pensar que te mantenían encarcelado en un calabozo alimentado con cabezas de pescado.

— Eso es asqueroso.

— Lo se.

Wakasa rodó los ojos divertido y antes de tomar otro bocado recordó una historia.

— Aunque no me mantenían en un calabozo alimentado de pescado crudo, una vez mis padres si me encerraron en una habitación.

— ¿En serio?

— Si, por accidente, pero para un niño de mi edad sentía que me quedaría atrapado ahí para siempre, así que se me hizo lógico saltar por la ventana.

— No jodas.

— Lo juro, aún recuerdo la cara de mi madre —rió por el recuerdo de la mujer pálida y asustada viendo como de la ventana del segundo piso llovían niñas justo de la apariencia de su hija—. No me rompí nada, pero terminé con una cicatriz en el tobillo que nunca se fue.

— Al parecer desde pequeño tenías complejo de felino, Wakasa.

— En mi cabeza sonaba como una gran idea.

— Necesito ver esa cicatriz, quiero enviarle una foto a Takeomi y Benkei y hacerlos que adivinen la historia detrás, apuesto que nadie pensará que te la hiciste saltando de una ventana.

Imaushi rió pero no se negó a la idea. No le había contado a nadie más esa historia, así que también le interesaba descubrir que pensaban sus amigos que había detrás de esa marca.

Pronto Shincihiro estaba arrodillado frente él, mientras el albino subía el pie a su silla y levantaba su pantalón para descubrir la larga línea que atravesaba el final de su pierna hasta su tobillo.

Tomaron la foto y la enviaron al grupo de amigos que tenían en WhatsApp, con la pregunta ¿Como creen que Waka se hizo esto?, esperando pacientemente la respuesta de los mayores.

— ¿Y está? —preguntó Sano, tocando con cuidado otra cicatriz que surcaba el interior de su pantorrilla— ¿Otra ventana?

— No, tonto... fue una puerta —respondió con vergüenza, por lo tonto que sonaba en voz alta. Shinichiro soltó una carcajada y se acomodó en el piso sentado delante de él, listo para escuchar la historia—. Fui con unas amigas a un edifico abandonado, tuve que entrar por una puerta rota para abrir desde adentro una habitación y me terminé cortando. Aquí están las otras.

Subió la tela de su pierna izquierda y mostró otro par de cicatrices más pequeñas en el costado de su rodilla, apuntando después a otra marca que sobresalía en su pálida piel.

— Y esa la hizo un gato cuando salía del colegio. El maldito me ataco sin siquiera hacerle nada.

Shinichiro volvió a reír pero luego soltó una pregunta que le hizo contener por un segundo la respiración.

— Supongo que usabas muchas faldas, ¿no?

Y el cuestionamiento ni siquiera fue hecho con mala intención, o como puente para hablar de aquel tema, solo fue una suposición que sacó su torpe cerebro al suponer que las faldas dejaban sus piernas al descubierto y las hacía propensas a ese tipo de accidentes. Pero la pregunta sonó tan normal y natural, que Wakasa en verdad se preguntó si Shinichiro Sano practicaba algún tipo de brujería como para hacerlo sentir tan cómodo en una situación que jamás se sintió así.

— Si... —contestó por fin, sintiéndose raro al notar que la respuesta tampoco se sentía incómoda o forzada—. Usualmente; supongo por eso las cicatrices se marcaron más.

— Bueno, eso y que te ponías a saltar por ventanas.

— ¡Solo fue una vez!

— Oh mira, Benkei contesto.

Ambos miraron el teléfono del mayor, donde su amigo ya había respondido a la pregunta " ¿Como creen que Waka se hizo esto?" Con un "¿A quien mató?"

Sano se echó a reír y Wakasa tomó el teléfono con el ceño fruncido para regañar virtualmente a Benkei por su falta de confianza y la imagen que tenía sobre él, sin importar que el mensaje fuera enviado desde el chat de Shinichiro.

"¿Entonces no hay cadaver?" Pregunto Takeomi, ganándose otra reprimenda de Imaushi.

El mayor le quitó el teléfono, enviando una nota de voz explicándoles que no había ninguna víctima y que deberían de adivinar cómo "el pequeño Wakasa" se había hecho la cicatriz, mientras detrás de él Imaushi recitaba una lista de insulto para sus desconfiados amigos.

"¿Ustedes están juntos?" Pregunto Akashi, después de mandarle una foto de su dedo medio como respuesta a los insultos del albino. "No me refiero a juntos juntos, sino a solo... juntos"

"Wow, el lenguaje de los ancianos es demasiado complicado" le volvió a responder Wakasa, recibiendo la misma imagen por segunda vez.

"Estamos teniendo una noche de chicos" escribió Shinichiro, recibiendo al contrario de Wakasa, un stikers de gato sorprendido de parte de Benkei.

— A mi si me quieren.

— Es Benkei, no cuenta, él es 90% de amor.

Sano río de acuerdo con eso, volviendo a la conversación con sus amigos.

"Noche de chicos, eso suena horrible" "Eres líder de una pandilla, idiota" "Si estás buscando una excusa para meterte en los pantalones de Wakasa al menos busca un buen nombre" "Nada contra ti, Waka, todos sabemos que eres débil ante los sujetos con neuronas limitadas. No te culpamos" decían todos los mensajes de Takeomi; mientras Benkei solo respondía con un "¿Noche de... qué?"

Wakasa no tardó en arrebatarle el teléfono, enviándole una larga nota de voz con insultos que Shinichiro no había escuchado jamás y que seguramente infartarían a medio Vaticano si lo escucharan en ese momento, para al final terminar con un "nada contra ti, Benkei, tu duerme tranquilo, te queremos"

No espero a ver la respuesta de Akashi, pues dejó el teléfono en la mesa y miró a Shinichiro con tranquilidad, como si antes no le hubiera recitado los mil juramentos prohibidos a su amigo.

— ¿Te quedas a dormir?

— ¿Puedo?

— Por supuesto, es nuestra noche de chicos, ¿no?

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