👑6. ¿Primera cita?👑
Canción: Shape of you — Ed Sheeran
"Me perdí en un camino de curvas.
Me encontraste
y todo se volvió claro.
Las curvas desaparecieron
e hiciste de ellas, sin darte cuenta,
un camino recto, directo a ti."
—Buenos días —dije alegre mientras me acercaba al restaurante. Ella estaba fuera, colocando las mesas y las sillas de la terraza. Se sorprendió pero me sonrió al verme. Esa vez tenía una coleta alta que la quedaba genial.
—Tan puntual como siempre —murmuró poniendo la última silla de la mesa—. Buenos días. ¿Lo de siempre? —asentí y miró hacia dentro del restaurante—. Marchando —entramos los dos. Ella se puso a hacer el café mientras me apoyaba en la barra—. Me pareció verte ayer en la plaza.
—Justo iba a hablarte ahora de eso —afirmé ocultando mi emoción. Creía que no me había visto, y lo hizo. De toda la gente que había, me vio... Increíble—. Lo hiciste muy bien, me gustó mucho la frase esa. Te juro que la tengo en la cabeza.
—Gracias, me alegro —me puso el café con una pasta al lado—. ¿No tenías clase?
—Sí, solo perdí una clase sin importancia.
—Todas las clases tienen importancia.
—No si todas se te dan bien y no tienes problemas de recuperar la clase perdida —dije dando vueltas al café. Desvió la mirada como para pensar la respuesta y se rio tímidamente, luego me sonrió.
—Touché.
Yo también me reí ligeramente, mirando la espuma del café la cual no quitaba por muchas vueltas que diera con la cuchara. Roxanne siguió con sus cosas en el restaurante mientras, de vez en cuando, nuestra mirada coincidía.
Me tomé de un sorbo rápido el café cuando me di cuenta que se me había ido la hora y dejé el dinero al lado de la taza. Ella estaba colocando varias sillas en su lugar pero una tambaleó cuando le dio sin querer con el pie. La puse bien antes de que se cayera y me miró.
—Gracias.
—No es nada. Espero que no se te haga muy largo el día.
—También lo espero. Suerte en clase... Aunque seguro que no lo necesitas ya que todas se te dan bien.
—No es para tanto —sonreí negando la cabeza divertido—. Gracias, nos vemos luego.
—Claro, aquí estaré —suspiró y rodó los ojos—. Qué remedio tengo.
Me contagió su sonrisa y comencé a andar hacia la universidad, metido en mis pensamientos... Como siempre. No necesitaba mencionar en quién pensaba porque estaba claro. Aunque también me quedé pensando en Lilly, hacía casi una semana que no la veía. Dudaba si aún se acordaba de mí o se había olvidado. Nunca acertaba con la loca mente de los niños.
Llegué justo a tiempo para la primera clase. El día fue como uno más, nada especial en él... Sin contar las miradas de odio que me enviaba Naira a las que yo sonreía y seguía con lo mío. Eso la enfadaba todavía más. A la salida, lo tomó conmigo y convenció a Steve para que la llevara a casa. Después de que él insistiera en que fuera con ellos, me negué todas las veces que hizo falta y volví andando a casa.
Ni siquiera llegué, me lo pensé dos veces y entré en el restaurante de Roxanne. A esa hora había ya unas cuantas personas y a ella la quedaba poco para terminar su turno. Supuse que su compañero ya había llegado.
—Hola, de nuevo —se acercó con su típica sonrisa adorable—. ¿Qué te puedo ofrecer? ¿Algo para comer?
—Sí... —dije y sin dejarme terminar me dio un papel con la comida que había. Solo me centré en los bocadillos, no tenía tanta hambre—. Gracias... Un bocadillo de... Bueno, lo que me recomiendes, por favor.
—Está bien —le di el papel de vuelta y asintió—. Ahora te lo traigo.
Esperé con el móvil, abriendo las conversaciones que no había abierto aún desde el día anterior. No tardó nada en traérmelo y lo comí con tranquilidad. Hizo una buena elección. Ni siquiera me percaté de la hora, de todas maneras, ese día no tenía prisa.
Ella se fue diez minutos antes que yo, los jueves tenía las tardes libres. Anduve alegre y despacio hasta casa, subí las escaleras y me sorprendí al oír más voces de las que debería. Eso ya me lo temía. Me asomé al salón donde estaban sentados Steve y Naira y rodé los ojos instintivamente. Qué raro.
Entré en mi habitación y cerré, intentando no hacer mucho ruido. Guardé el portátil y los libros pero recordé la tarea que había y suspiré. Los cogí de nuevo, los metí en una mochila sencilla que tenía y me obligué a buscar la Biblioteca Nacional esa tarde. Allí tenía que haber lo necesario para hacer el trabajo. La tarea podía esperar a la noche.
—Hey, tío. ¿Dónde estabas? —preguntó Steve entrando en la habitación—. Te estuvimos esperando.
—Ahora me alegro de no haber venido —susurré pero no sabía si me había oído—. Estaba comiendo por ahí. Gracias por avisar de que venía. ¿No ibas a llevarle a casa?
—Sí... No sé cómo hemos acabado aquí. En fin, no te importa, ¿verdad?
—¿Por qué me lo preguntas ahora cuando hace meses que viene? —desvié la mirada hacia él y busqué la agenda donde tenía todo apuntado—. Pero no, no me importa. Solo quiero que, a poder ser, me avises para venir lo menos posible.
—Ya, pero no sé, quizá podríamos hablar y así no habría tanta tensión cuando estemos juntos.
—¿Eso también te lo ha dicho ella? Seguro que no —negué con la cabeza y encontré la agenda, la metí junto con mi pequeña libreta y cerré la cremallera—. No empieces otra vez con que ha cambiado y bla, bla, bla... Puede que haya cambiado contigo pero conmigo no. Para ella soy invisible.
—Eso no es cierto.
—Ayer ni siquiera se dio cuenta de que estaba en clase... A su lado. Es ridículo —me colgué la mochila en un hombro y le miré—. Somos dos personas que no... No vamos bien juntas. No te digo que no vayas con ella sino que me avises cuando venga.
—Si lo intentaras... —suspiró mientras fui al pasillo para coger las llaves que tenía encima de un armario pequeño. Él me siguió de cerca.
—Tío, déjalo, nuestra relación no va a cambiar. Te está comiendo la cabeza, es una chica muy lista... Para lo que quiere. El amor te está nublando la vista.
—Deja de decir bobadas. A ti sí que te está nublando la vista... Y la cabeza también.
—Yo al menos lo admito —abrí la puerta—. Voy a perderme por la ciudad a ver si doy con algo interesante. No te preocupes si llego tarde, quizá me haya perdido de verdad. Pasadlo bien.
Cerré la puerta sin dejar que respondiera y bajé las escaleras, sonriendo al recordar la cara de Steve. Pasó de querer convencerme a estar sorprendido. En serio, pensaba que Naira le estaba comiendo la cabeza, o no, quizá había cambiado de verdad pero conmigo no lo estaba demostrando. Ver es creer.
Fui solo a la plaza después de ir dos veces por la calle incorrecta y estuve a muy poco de tirarme al suelo de la alegría. Llevaba casi medio año en esa ciudad y aún me perdía yendo a la plaza. Era patético. Hice un par de fotos y me di por satisfecho. Cogí la calle que creía que daba a la biblioteca y empecé a perderme. Otra vez.
—¿Es que a partir de ahora te voy a encontrar siempre por aquí?
Su voz me hizo girar de inmediato y le sonreí mientras ella hacía lo mismo. Ya se había cambiado y estaba aún mejor. Se acercó hasta donde yo estaba y se quedó enfrente, esperando mi respuesta.
—Demasiada casualidad sería. ¿Aprovechando tu tiempo libre?
—Tampoco tengo mucho que hacer. ¿Has visto si está Lilly en la plaza? —negué con la cabeza—. Ah, bueno... —bajó la cabeza y me sonrió otra vez—. ¿Vas a hacer el trabajo?
—O intentarlo sin perderme. ¿Sabes por dónde se va a la Biblioteca Nacional?
—Claro... ¿Pensabas ir por aquí? —preguntó señalando la dirección por donde iba.
—Me he confundido, ¿verdad?
—Totalmente, es en la otra dirección —se tapó la boca para reír tímidamente y yo con ella, acabando los dos a carcajadas. No sabía ni leer un mapa. <<Bien, Kyle, bien>>—. Voy a acabar creyendo que no sales mucho de casa. No te sabes la ciudad, ¿verdad?
—Y lo gracioso es que tengo que hacer un trabajo sobre ella —eso la hizo reír otra vez. Me encantaba su risa—. ¿Y no podrías... Guiarme al menos?
—Claro, puedo llevarte si quieres. No está muy lejos... Depende de cómo lo mires, claro.
—No... Tendrás más cosas que hacer, no quiero molestarte. Con que me digas la dirección o me guíes un poco creo que basta...
Asintió y empezó a andar hacia la plaza, se volteó al ver que no la seguía y levantó la mano haciendo un gesto para que la siguiera. Me encogí de hombros cuando continuó andando y me puse a su lado rápidamente en unos cuantos pasos.
Cada vez había más gente en la plaza, siempre había mucha, fuera donde fuera. Iban con demasiada prisa, ¿por qué? Había veinticuatro horas en el día, se podía ir con tranquilidad. Vaya mundo más ajetreado.
—Esta ciudad es demasiado grande como para solo guiarte —me miró al pararse en la calle correcta—. Y, por lo que veo, no es conveniente darte solo una dirección. No pretendo ofender.
—No, no te preocupes. Créeme, me he perdido más veces de las que pudiera recordar. No se me dan bien las ciudades grandes. Soy un desastre.
—A veces hay que perderse para encontrarse —seguimos andando—. Seguro que llegaste a algún sitio.
—A un museo —afirmé recordando las veces que quise darme la cabeza contra la pared—. Otro día lo estuve buscando y acabé en la plaza. Desde ese día, deduje que la ciudad me quería echar a patadas.
—Bueno, aquí sigues —sentí que me agarraba de la chaqueta para tirarme hacia otra calle. Me había despistado—. Es por aquí. Al final te pierdes hasta con guía.
Negó con la cabeza divertida y nos echamos a reír. No pude evitarlo, era un poco torpe. Si iba a encontrarla cada vez que me perdía... A la próxima lo haría a propósito. Aunque seguro que si intentaba perderme, llegaría al lugar que quería encontrar.
En serio, esa ciudad me quería fuera.
Quizá fue la suerte quien quiso que la encontrara... O la que quería que me convirtiera en más que en un cliente, en un amigo.
Hoooooooola
Ay me emocionan estos dos :)
¡¡Nos leemos!!
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