👑4. Inesperado👑
Canción: This one's for you - David Guetta feat. Zara Larsson
"Siempre he creído en el destino,
en la buena suerte y en el karma,
pero tú volviste a abrirme las puertas de la felicidad.
Puse sentirla y creer en ella...
Y en ti."
—¿Has estado pensando la excusa toda la noche? Anda, Kyle, es domingo, no me fastidies. El restaurante está abierto, por la tarde hay mucha gente... ¿Me estás diciendo que vas a dar un paseo para hacer el trabajo? ¿Te crees que soy tonto?
—No me hagas responderte.
No me levanté temprano ese día, no soportaría que Steve me volviera a molestar como el día anterior con su interrogatorio. Además, Roxanne no trabajaba los domingos. Por eso, era el día que terminaba de hacer mis tareas y quería acabar —o empezar— mi trabajo para tener todo el curso libre y con la mente tranquila de saber que tenía algo menos que hacer.
Pero algo me decía que ese trabajo del demonio no iba a dejarme.
Creo que decidí mala ciudad. Teníamos que hacer una descripción detallada de una ciudad grande, describir los lugares más importantes, eventos que ocurrían en fechas especiales... Y yo elegí la ciudad en la que vivía en ese momento y de la que no tenía ni idea de nada. Había mirado cosas por Internet pero prefería verlo con mis propios ojos para no bajar de mi sobresaliente en la materia.
Y eso se me hacía difícil ya que no tenía ni idea de cómo se iba ni a la plaza.
—Mira, Steve, tengo que hacer el trabajo para no preocuparme más en todo el curso. Y no, no voy a ir al restaurante porque hoy ella tiene el día libre.
—Estás hecho un acosador profesional.
—Persigue lo que quieres o déjalo ir —cogí el móvil y las llaves para meterlas en el bolsillo y le miré—. Y yo prefiero la primera opción. Además, si fuera acosador profesional ya tendría su número, su dirección y tendría apuntado en todos los sitios en donde está a cada segundo.
—Bueno, lo último...
—Yo no tengo apuntado nada —reí—. Solo sé su horario en el restaurante porque voy mucho y he acabado memorizándolo. Aprovecho los domingos para hacer las cosas. ¿Ya puedo irme o quieres seguir hablando de alguna otra bobada? Tengo un trabajo pendiente.
—Vale, vale... No te molesto más.
—Gracias —cogí una pequeña libreta que metí en el bolsillo de la chaqueta y le miré mientras seguía con la cara de "sé que vas a ver a la chica del restaurante y no me vas a hacer cambiar de opinión"—. Pásalo bien con tu...
—No es mi chica —negó pero se lo pensó—. Es suya. Yo solo quiero ser el chico que la acompaña por la vida.
—Qué filosófico. Además, iba a decir con tu querida novia. Pero bueno, hasta luego.
Abrí la puerta, le despedí con la mano y me fui. Bajé las escaleras del piso, ya que no había un maldito ascensor, y respiré el aire fresco cuando llegué a la calle. Tenía mapas de la ciudad y me sabía varias direcciones para no perderme pero era imposible. Iba a perderme seguro y yo lo sabía. Aún así, salí tranquilo y con el mapa digital del móvil en la mano.
Las calles estaban repletas de gente. Los pasos de cebra eran imposibles, se amontonaba tanta gente que creías que no ibas a salir vivo cuando todos cruzaban. De todas maneras y con mucho esfuerzo de mi parte, llegué a la plaza. Se notaba lo cerca que estaba el día de la mujer, en todo el camino ya había visto varios carteles pero lo que vi en ese lugar me sorprendió aún más.
Roxanne.
Estaba hablando con un hombre mucho más mayor que ella, señalando el centro de la plaza. Solo unos segundos después, se despidió de ella con un apretón de manos y se fue. Seguía sonriendo de la misma forma en la que siempre me hipnotizaba y me seguía encantando cómo lo hacía sin importar la hora, el lugar... Solo su sonrisa... Y el secreto que escondía.
En ese momento, se me había olvidado por completo el trabajo. Nunca me había encontrado con ella, claramente, no salía mucho de casa porque sabía que estaría perdido en cuanto saliera de mi apartamento. Y ese día, al arriesgarme, encontré lo que no buscaba ni me esperaba.
—¡Kyle! —gritaba una voz conocida detrás de mí, haciendo que Roxanne también se girara en mi dirección—. ¡Hola! ¿Te acuerdas de mí? ¡Soy la de ayer! —chillaba mientras corría hasta llegar a abrazarme.
—Claro que me acuerdo de ti, Lilly. ¿Cómo estás?
—¡Bien! —miró detrás de mí y corrió de nuevo—. ¡Roxy!
—Hola, linda. Siempre te encuentro por aquí, ¿ya no vas al parque?
—¡Sí! Iba ahora pero mamá se ha quedado hablando con una señora mayor que no conozco y he venido con vosotros. ¿También ibais al parque? Podéis venir conmigo, a mamá no le importará. ¡Vamos! Podemos jugar los tres. ¡Kyle! ¡Ven!
—Pero... —susurré mirando el mapa en el móvil y la libreta que tenía en el bolsillo. Solo tenía dos opciones... Guardé el móvil junto a la libreta y me acerqué a las dos—. Si insistes, iremos. ¿Te deja tu madre?
—¡Sí! Bueno, no lo sé. Creo que sí. ¡Voy a preguntarla! No os mováis de aquí —se fue corriendo antes de que pudiéramos contestarla y Roxanne negó divertida con la cabeza.
Vimos cómo se alejaba corriendo y le tiró del vestido a la que seguro que era su madre, una mujer joven, muy joven, estaba hablando con una señora mayor como había dicho ella. Miré a la chica que tenía a mi lado y su mirada coincidió con la mía.
Mi vida acababa de cobrar sentido.
—Creo que es la primera vez que te veo por aquí. ¿Me equivoco?
—No, no vengo mucho. Sinceramente, es la segunda vez que vengo y la primera fue por error.
Se tapó la boca mientras se reía y desvió la mirada hacia la niña que ya venía corriendo. Ese gesto era adorable.
Ese día, comparado con el anterior, el sol calentaba mucho. La luz que desprendía hacía que algunos de sus mechones se volvieran rubios como por arte de magia. Esa tarde llevaba unos pantalones vaqueros cortos y una camiseta blanca de manga corta.
Me preguntaba si aún tendría el resfriado porque no lo parecía.
—¿Ya te encuentras mejor?
—Sí, gracias. Ya no hay rastro del resfriado.
Miré hacia la madre de Lilly y vi que estaba haciendo señas a Roxanne quien las entendía a la perfección. Asintió con la cabeza y se despidieron con la mano. No me había enterado de nada.
—¡Sí me deja! —Nos cogió de la mano a los dos y nos tiró hacia una calle que desconocía. Aunque no era raro, no tenía ni idea de dónde ir.
Por el camino, Lilly nos contó que el día anterior por la tarde hizo dibujos, fue al parque con sus amigos, vio la televisión y leyó un capítulo con ayuda de su madre de un libro del cual olvidé el nombre por completo. Alguno de niños, seguramente.
El parque estaba a unas cuantas calles de allí pero no podía considerarlo como lejos. Era un espacio muy amplio, lleno de columpios pero también varios bancos en donde se sentaban los que acompañaban a los demás niños. O eso me parecía. Nosotros fuimos con ella a todos los sitios a los que iba. Todos.
Después de tirarse por el tobogán, balancearse en el columpio y miles de cosas más, se tumbó cansada en la hierba. Nos sentamos a su lado y Roxanne empezó a hacerle cosquillas mientras ella se retorcía de risa.
—¡Kyle! ¡Ayúdame! ¡Para! —fue lo único que logró decir antes de echarse a reír otra vez.
Me quedé unos segundos con una sonrisa en el rostro pero decidí ayudarla. Le devolví su medicina a Roxanne los suficientes segundos como para que se echara a reír al igual que Lilly. La pequeña, al recuperarse, se tiró encima de ella.
—¡Eso no vale! —se quejó ella con la respiración agitada—. Sois dos contra uno. Estoy en desventaja.
—Gracias —dijo Lilly alzando la mano. Hice lo mismo y chocamos los cinco como si hubiésemos sido un equipo por un pequeño momento—. Has empezado tú.
Nos reímos de nuevo y la pequeña se tumbó. Hicimos lo mismo que ella y empezó a señalar nubes con formas distintas. Varias veces nos echamos a reír por nuestra imaginación. Al menos era mejor eso que hacer un trabajo.
Lo peor fue la despedida. Steve volvió a llamarme para que fuera a cenar, que había encargado pizza y ya sabía yo lo que seguía, una noche de juegos a la consola. De esos en los que no parábamos de hacer tantas tonterías que a veces nos sorprendíamos a nosotros mismos.
—Tengo que irme —dije mirando la hora—. Se hace tarde.
—Vale pero tenemos que quedar pronto para jugar —condicionó Lilly mientras me abrazaba—. ¿Mañana?
—Ya lo veremos, todo depende de los deberes que tengas.
—Los haré rápido.
Asentí contento y nos levantamos de la hierba. Miré por un segundo a Roxanne y acabamos dándonos dos besos en la mejilla. Era la mayor cercanía que había tenido desde que la conocí.
—Nos vemos —se despidió con una sonrisa. Asentí.
Les despedí con la mano mientras iba por una calle cualquiera hasta que perdí de vista el parque. Ellas volvieron a la plaza, donde les esperaba su madre en quince minutos. Eso lo dijo mientras estábamos tumbados cuando le llegó un mensaje.
Volví con la mano en los bolsillos y con una sonrisa en la cara que no se me quitó en toda la noche. Tardé en llegar a casa pero eso no me importaba. Había pasado uno de mis mejores días de la historia y no lo iba a olvidar tan fácilmente. Al contrario, de tanto pensarlo, llegué a creer que esa noche soñaría con ella.
Pero no me equivoqué. Así fue.
Hola, buenaaaaaas
Iremos conociendo más la vida de todos...
💙RGD💙
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