💘 2. Él 💘
El viaje fue una oportunidad
de descubrir, de aprender...
pero no supe hasta que lo hice
que fue la gran oportunidad de conocerte.
Seguí a Anastasia hasta el servicio. Iba demasiado rápido entre toda la gente y yo me entretenía mirando los rostros que pasaba de largo. Era divertido inventarse de dónde eran, incluso me inventaba nombres de nacionalidades. Sonreí yo sola y continué el camino hacia el baño, siguiendo a mi amiga de cerca.
Bajé unas escaleras y descubrí un sofá que parecía de lo más cómodo justo debajo, casi oculto. Los baños estaban en el pasillo de al lado. Me dirigí hacia allí, pero alguien me detuvo tomando mi brazo. Sentí su mano cálida. Cuando me giré, no lo reconocí, no me sonaba de nada. Era un chico un poco más alto que yo, aunque no tanto por los tacones que yo llevaba. Parecía que sus ojos verdes me atravesaban el alma. Su sonrisa pudo conmigo.
—Oh, my Goodness...
Ay, Dios mío. Eso quise decir. Lo tenía que traducir todo en mi mente para acordarme de cómo se decía cada palabra. No estaba segura de hacerlo bien, la verdad, por eso le daba mil vueltas en mi cabeza, a pesar de que mi profesora de inglés me dijera que no lo hiciera.
Me sonrió y me soltó el brazo para meterlo en su chaqueta. Se dispuso a sacar algo de su bolsillo haciéndome fruncir el ceño, pues no entendía la situación, pero la pregunta que formuló llegó primero. No estaba muy segura de que fuera de fiar, por lo que me separé un paso más de él.
—Are you Tracy?
Inglés, Tracy, inglés. ¿Cómo se hablaba inglés?
Sacudí la cabeza en lo que se suponía que era un asentimiento y sonreí de oreja a oreja. Su belleza me llegó de forma inesperada e hizo que todo se me olvidara. Por fin descubrí cómo se hablaba un poco en inglés después de dudar unos segundos. Al mismo instante me di cuenta de algo que no me encajaba del todo. ¿Había dicho que si era Tracy? ¿Cómo sabía mi nombre?
—Yes... Wait. How do you know it?
—Oh, sorry. I found this and I saw you come here.
Había dicho que encontró algo y me vio venir hacia ese lugar. Su mano sacó mi DNI de su bolsillo y me sorprendí al verlo. Lo cogí, asintiendo, y lo guardé en el bolso, asegurándome de que lo cerraba bien. ¿Cómo podía haber sido tan despistada como para dejarlo caer? Sabía que la chaqueta no era buena idea para guardarlo, pero nunca me había sucedido eso, aunque también era verdad que no había necesitado llevarlo encima todavía hasta esa noche.
Algunos dirían que no podía salir ni de casa porque lo perdía todo. Yo les diría que no tenía importancia. Lo único importante era yo, mi persona. Si yo no me perdía, el día habría acabado bien. Las cosas como el DNI podían recuperarse al fin y al cabo de una manera o de otra. Eran recuperables, aunque una bronca quizá me llevaba. No, quizá no, estaba segura de que sí.
Cuando lo guardé bien, sonreí de nuevo al chico de enfrente y se lo agradecí con algún piropo que le venía de perlas y de los pocos buenos que había aprendido gracias a las clases de inglés.
Solo le llamé guapo, ¿vale?
—Thank you so much, handsome.
No pareció sorprendido. Al contrario, su sonrisa aumentó por segundos y una pequeña carcajada salió de él. Sabía que no podía irme de Grecia sin conocer a alguien y él era la persona indicada. El destino lo cruzó conmigo por alguna razón y yo debía dejarme llevar.
Sus ojos me llamaban demasiado. Su sonrisa me atrajo aún más. Además, había sido el primer chico que no me había mirado a primera vista de arriba abajo. No apartó la mirada de mis ojos marrones decorados con toques de maquillaje. Eso hizo que me detuviera mucho más en él y los detalles, pues acababa de decirme sin palabras que se fijaba en la mirada o que no podía apartar los ojos de los míos. De todas maneras, me gustaba.
—Are you flirting with me, Tracy?
¿Me acababa de preguntar si estaba ligando con él? Por su expresión pude entender que sí. Esperaba no equivocarme porque entonces quedaría en ridículo. Aunque, pensándolo mejor... ¿¡Qué más daba!? No volvería a verlo nunca más.
Mi voz se transformó en otra distinta. La seducción que había en ella hizo que la suya también apareciera. Juro que eso no me lo esperaba para nada. De todas formas, si se presentaba la ocasión de estar con alguien que a primera vista me había gustado, ¿iba a dejar pasar la ocasión?
No. Las oportunidades se aprovechan, no se dejan ir.
—Maybe.
—Wow. How you dare... I like that, daring.
Fruncí el ceño. ¿Qué me acababa de llamar? Mi nivel de inglés no era tan bueno como el suyo, pero al menos intentaba disimularlo. Le pregunté si era bueno o malo. Eso sí sabía decirlo.
—Is that good or bad?
—For me? Oh, good.
Eso significaba que estaba bien, pero no sabía exactamente hasta qué punto. No podía evitar seguir traduciendo todo en mi mente. A veces me traicionaba y no podía fastidiarla en ese momento con él. Aunque seguro que me echaba a reír si me pasaba. Yo era la primera en reírme si hacía el ridículo.
Me puse una notita mental sobre todas las demás: Buscar en el diccionario el significado de daring. No sonaba a insulto porque esos me los sabía bien. Mis compañeros se habían encargado de que supiera reconocerlos. Los profesores no lo daban por importante, pero mis amigos, sí. De eso servía saberlos, para identificar si te habían dicho algo malo o no cuando no tenías ni idea de lo que te habían dicho.
—Perfect.
Mi cuerpo se dio hacia delante sin ni siquiera pedírselo y choqué mis labios con los suyos mientras ponía mi mano en su cuello. No iba a presionarlo al comienzo, pero el siguiente paso lo dio él, sorprendiéndome. Posó una mano en mi cintura y me acercó aún más. Me separé unos segundos después y vi su mirada encendida tanto como lo estaba la mía.
¿Quién necesitaba palabras en ese momento? Le cogí de la mano y anduve hacia el sofá que había visto debajo de las escaleras. Le empujé con suavidad para que se sentara y me puse encima a horcajadas.
—Awesome.
Su impresionante me sacó una sonrisa. Otra de muchas que me había robado en los minutos que llevábamos hablando. Aunque él aún no había visto nada, y eso fue exactamente lo que le dije.
—You haven't seen anything yet.
Esa vez fue él quien me acercó primero para besarme. Lo seguí sin problema y encajamos como si fuéramos piezas de distintos puzzles pero relacionados entre sí. Aparté mi pelo para que no me molestara y, en un movimiento veloz, me tumbó en el sofá con él encima. Su mirada de insuficiencia pudo conmigo. Su pelo me rozó cuando bajó despacio y atacó mi cuello. Ese chico pretendía matarme esa noche.
Aunque quizá fuera él quien muriera de placer.
**
—Nice to meet you, boy!
Le di el último beso de despedida y me fui corriendo después de decirle que estaba encantado de conocerlo en inglés. Después de todo, no había necesitado utilizar el idioma tanto como había pensado.
La energía brotaba de mis venas aún más que en cualquier otra ocasión. Me puse el pelo hacia atrás para realzar mi maquillaje aún existente y salí del gentío que no parecía disminuir a pesar de la hora que era. Ni siquiera quería mirar el reloj, pero podía suponer que era bastante tarde. O temprano, según mi criterio.
Abrí la puerta de salida con una sonrisa y Anastasia me devolvió a la realidad cuando casi se chocó conmigo. O mejor, casi me choqué yo con ella. El aire soplaba con fuerza e hizo que me estremeciera un momento. Me toqué los brazos para darme cuenta de que mi piel estaba ardiendo. El frío de fuera se contrarrestó conmigo y por poco me hace explotar. Ese cambio de temperatura no era nada bueno.
A pesar del frío que hacía, el sol ya comenzaba a hacer de las suyas. Se notaba que acababa de salir hacía poco. Un nuevo día. El último en Grecia.
—¿Dónde te habías metido? Llevo diez minutos buscándote por toda la discoteca.
—Eso es que estaba bien escondida. Solo he conocido a alguien, tranquila. ¿Ya volvemos?
—Son las ocho y media de la mañana. Acaba de llamar Daniel para saber dónde estábamos.
—Dijo Clary que llegáramos temprano, ¿no? Es muy pronto.
Anduve dos pasos y me apoyé en un pie para quitarme un tacón. Después me apoyé en el otro e hice lo mismo. Miré hacia atrás donde Anastasia se partía de risa. Sonreí al ver que volvía a ser la amiga emocionada y divertida y cogí los tacones en una mano para ofrecerle la otra.
Ella me copió y cogió mi mano, poniendo los tacones en la otra. Su peinado estaba un poco desordenado, pero nada que en ese momento tuviera importancia. Nada a las ocho y media de la mañana después de una fiesta importaba. Mi pelo aún seguía como al comienzo de la noche, con algún que otro mechón fuera de lugar. Nada con importancia.
—¿Le has dicho a Dani que no estaba? Ya sabes cómo es de preocuparse por su hermanita mayor —dije, comenzando a andar hacia el hotel.
—No, nada. Le dije que estabas en el baño y no podías hablar.
—Me perdiste hace dos horas. ¿Qué has estado haciendo? Solo tengo dos mensajes tuyos y eso es raro en ti a no ser que...
—Te mandé un mensaje y me choqué con un chico francés. Menos mal que escogí el idioma en el instituto y supe defenderme un poco. Acabamos hablando en inglés y luego...
—No hicieron falta más palabras, ¿verdad?
—Pues no. —Sonrió y le dirigí una mirada traviesa. Solo con eso llegábamos a entendernos—. ¿Y tú qué? ¿Qué te ocurrió? O mejor, ¿quién?
—Un inglés. Se me cayó el DNI y me siguió hasta el baño para devolvérmelo. Lo demás vino solo. Ya sabes, nadie se resiste a mis encantos. —Nos reímos a carcajadas cuando me aparté el pelo hacia atrás con gesto egocéntrico—. En realidad, tenías que haberlo visto. So wonderful boy!
Creo que dije bien que ese chico fue impresionante, si no me equivocaba. Una pena que no volviera a verlo ni supiera dónde vivía. Al menos debí haberle hecho una foto. Podría pedir a tía Aisha que viajáramos allí de nuevo en las mismas fechas y quizás me lo encontraría otra vez. En el fondo sabía que eso era imposible, pero se valía soñar. A la próxima me lo pensaría antes.
Nos reímos en mitad de la calle y llegamos al hotel agotadas. Abrimos la puerta con sigilo y nos tiramos en la nuestra cama. Nos quedamos dormidas en cuanto las sábanas tocaron nuestro cuerpo. Aunque yo me desperté unos segundos después por una duda que sobrevoló mi mente.
—Anastasia... —Bostecé—. ¿Sabes qué es daring?
No obtuve respuesta. Obviamente, ya estaba dormida. Volví a cerrar los ojos y mis pensamientos se remontaron al chico de los ojos verdes. Mi amor fugaz de Grecia al que nunca volvería a ver... Y caí rendida.
El despertador sonó. Más bien, la voz de mi tía sonó como un aparato que se había roto nada más empezar. Me quejé al instante de escuchar la puerta abrirse. Solía despertarme fácilmente con cualquier cosa que sonara más alta de lo normal, pero ella había levantado tanto la voz que todos nos despertamos al instante.
—¡Arriba, arriba, arriba, arriba, mis niños! Se acabó este maravilloso viaje, pero aún quedan unas horas de vuelo a casa que seguro que aprovecháis para dormir. ¿A qué hora volvisteis ayer?
—Temprano, tía, temprano —dije, tapándome con las sábanas que quité a Anastasia.
—Dame las mantas, ladrona.
La luz entró de repente en la habitación y un sonido de molestia salió de todos nosotros. Lo peor de salir de fiesta era tener que madrugar al día siguiente, por eso siempre escogía días en los que no tenía que despertarme unas horas después a cuando llegara de fiesta. Lo calculaba todo en realidad. La salud era lo primero y el sueño era un gran porcentaje de ello.
—Quedan dos horas para tomar el avión y una para que nos recoja el taxi. Tenéis una hora para cambiaros, hacer la maleta, desayunar algo y arreglar esa cara de muerto viviente que tenéis los cuatro —dijo Marvin, aplaudiendo para hacer ruido y despertarnos aún más—. ¡Arriba, arriba! Quien llegue tarde, se queda en Grecia.
—No me lo digáis dos veces que lo hago. Me encanta Grecia, ojalá vivir aquí. —Se levantó Clary mientras decía eso adormilada.
Mis tíos siempre tan simpáticos.
—Oye, tía —murmuré, aún medio dormida—. ¿Qué es daring?
—Atrevida, ¿por qué?
—Nada, nada, simple curiosidad.
Creo que no había un adjetivo que me definiera mejor. Ese chico había dado en el clavo sin ni siquiera conocerme.
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