Prólogo
Prólogo.
13 de agosto, 2013.
No sé cómo explicar lo que siento en este momento. Es indescriptible.
Me quedo de pie frente a la pintura más extraordinaria que he visto en mi vida y he visto muchas porque desde pequeña, aun cuando no fui buena para pintar, aprendí a disfrutar de la magia que otros hacían, pero esto es diferente.
Veo el paisaje robusto de colores vivos. Colores que parecen reflejar fuego y pasión, llamas consumiéndolo todo, excepto a la chica. Una solitaria mujer desnuda, arrodillada y dando la espalda con un cabello negro llegando hasta sus hombros. Una mujer opaca y apagada mientras las llamas a su alrededor lo consumen todo.
Hay tanta vida alrededor de esa mujer mientras ella se apaga, se vuelve una sombra.
Trago.
Repentinamente siento que yo soy esa mujer, esa que es absorbida y se deja opacar mientras a su alrededor todo es vivaz y elocuente. Me siento perdida.
No puedo evitar que mis ojos se humedezcan ante la repentina soledad que me invade mientras observo la pintura. Soy esa cascara vacía y solitaria.
Estoy tan sola, me siento tan triste. Siento que incluso yo misma me he abandonado.
Lucho fuertemente contra las ganas de abrazarme a mí misma. Decido avanzar porque la pintura me destruye y contengo el aliento cuando veo el cuadro que sigue. Es la misma mujer. Esta vez su cabello va a un poco más largo, ella está de perfil y mientras ella es todo color y vida, el fondo es oscuro, tenebroso y solitario.
Ahora es ella quien absorbe la vida de todo. Quien se lleva la alegría y exprime a los de su alrededor. Hubo un tiempo en el que fui esa mujer. Si lo pienso muy bien, quizá, yo le hice eso a Jocker. Le quité su felicidad cuando hizo lo que todos esperaban fuera correcto, pero le dio infelicidad.
¿Qué clase de persona soy? ¿Quién se supone que soy?
Avanzo y entonces me paralizo mientras los vellos de mi piel se erizan. Tomo una profunda respiración.
Esta vez la mujer está de pie, su rostro está hacia el cielo, su cabello es largo y parece esparcido por el viento. Ella se ve fuerte, ella está llena de vida y su entorno también; el paisaje es tan hermoso como ella. Ella no le hace daño a nadie y ella no está sola. El atardecer está detrás de ella y la mujer es parte de él.
Siento algo cálido en mi pecho mientras observo a una pintura que seguro es sencilla y no la más destacable de éste pintor, pero es la que me atrapa, la que me hace sentir que hay esperanza, que hay un equilibrio. Puedo ser feliz sin hacerle daño a nadie, puedo estar sola pero no quiere decir que no le importe a alguien. Puedo sentirme sola, pero afuera, con pinceles y pinturas, hay alguien que sin conocerme entiende mi alma.
No sé cuánto tiempo me quedo de pie viendo la pintura, sintiéndome parte de ella y evaluándola desde todos los ángulos. Sonrío, lo hago de manera amplia a la vez que meto mi cabello detrás de mi oreja.
—Si una pintura toca tu alma, definitivamente eso es arte—susurro—E. , tu arte es magnífico.
Siento la necesidad de llevar conmigo la pintura y rápidamente me abro paso entre las personas que están delirando por los cuadros de éste anónimo pintor austriaco. Consigo al encargado y estoy muy dispuesta a aprovechar mi fama para conseguirlo, pero el alma se me cae a los pies cuando me hace saber que el cuadro que deseo ha sido vendido.
No importa cuánto intento negociar, me voy a casa con las manos vacías, pero con un alma fortalecida por la pintura de un artista que no sabe que la tocó y me dio esperanza. Entonces, nace mi pasión y admiración por el pintor austriaco.
***
7 de agosto, 2015.
Veo a Elise del local segundos después de que Matthew baja del escenario, luego de lo que fue una impresionante interpretación de Justin Timberlake, él va detrás de ella. Los sigo con la mirada y no puedo evitar sonreír. Hay que ser muy tontos para no darse cuenta de que ahí sucede algo. Solo con ver la pasión que los rodeaba ya sentía que me quedaba sin aliento.
Pasión, algo de lo que carezco al parecer.
Krista y Holden están de pie conversando y riendo sobre lo que fue su presentación caliente hace unos minutos. Alexander, amigo de Matthew, parece ocupado en algo en su celular. Ubico mi barbilla sobre mi mano mientras mi codo descansa sobre la mesa y reprimo un bostezo.
Soy conductora designada y no he ingerido ni una gota de licor, a pesar de que me gustaría olvidar el sermón que Kennedy, nuestro productor sexista, me dio sobre ser más atrevida y menos mojigata. Incluso me atrevo a decir que él se acercó demasiado a mí y no me gustó la manera grotesca en la que me hizo saber que quiere que muestre más, que sea una lanzada porque soy, en sus palabras: "demasiado aburrida y conservadora para el mundo moderno." Las palabras me supieron acidas.
Cansa todo el tiempo escuchar sobre que soy muy seria, muy remilgada, muy conservadora o muy buena. No saben lo difícil que es luchar contra la crianza que obtuve. Seguro de pequeña luché sin medidas por mi creatividad, mi espíritu aventurero y diversión, pero mis padres fueron buenos aprendiendo a domarme, a reprimir todo ello hasta convertirme en la imagen de lo que deseaban. En su concepto de mujer modelo. Incluso cuando no lograron atraparme del todo, puesto que fui a una buena universidad y fui la mejor de mi clase para luego estar en el programa, todavía hay en mí toda esta nube oscura que sembraron en mi sistema.
Ya no recuerdo lo que era divertirse, cómo se sentía ser creativa y solo dejarse llevar sin tener que pensar en cada consecuencia, cada pro y contra. Ya no sé lo que es ser libre y hacer solo lo que quiero. Aprendí a domar mis impulsos, a dormir cualquier pieza salvaje que pudiera existir. Y ahora soy ésta aburrida y descolorida mujer que vive la vida como si tuviese un manual y con miedo del que dirán si hago lo que no se espera.
No puedo evitar soltar un suspiro tan pesado como mi ánimo mientras desplazo mi mirada por la mesa. Frente a mí unos ojos grises me observan. Él enarca una de sus cejas a la vez que imita mi postura y lleva una mano bajo su barbilla llena de barba. Parte de su cabello castaño muy claro, casi rubio, y largo cae hacia adelante. No puedo evitar devolverle la mirada.
Nunca había estado rodeada de un hombre tan descuidado y greñudo, sin embargo, es difícil tener una mala impresión de su físico cuando parece algún tipo literario sacado de alguna película de gladiadores o incluso de alguna historia griega. Es chocante que incluso yo pueda notar cuán magnifico y atractivo es. En un principio quita el aliento y hace temblar tus piernas, pero luego comete el error de hablar y si te llamas Valerie Evans, entonces, él va a atacarte incluso cuando no le has hecho nada y apenas lo conoces.
Solo bastó que me viera, le echó un vistazo a mi ropa, escuchó mi forma de hablar y de inmediato fui encasillada como la niña buena, incluso noté el tono condescendiente con el que lo usó. Como si lo esperara, como si solo fue un hecho predecible en su camino. Mi instinto inmediato fue replicar y eso solo pareció intensificar más su teoría.
Me molestó, me hizo querer rabiar y llorar que un completo desconocido en tan solo minutos decidiera encasillarme de tal modo.
Supe entonces que Edmun Matters y yo no seríamos amigos, capaz, ni siquiera conocidos.
— ¿Estás aburrida, niña buena? ¿Ya pasó tu toque de queda?
Muerdo mi lengua y evito responder, solo lo observo, él sostiene mi mirada. No entiendo cómo su piel tiene ese toque dorado y tampoco entiendo por qué simplemente decidió que iba a odiarme.
»Las niñas buenas a esta hora se encuentran durmiendo, puedo ver como solo deseas irte y dormir en tus sabanas de seda.
—No sabes lo que deseo.
—Ya, pero tiene que ser algo con clase, niña buena. Es lo que mereces ¿O no?
— ¿Qué te hice? —No puedo evitar preguntar, nos conocimos hace apenas unas horas, choqué contra su espalda y el resto ha sido historia. ¿Es que lo ofendí?
De algo estoy segura, éste individuo no me agrada. Para mí, él ya se encuentra en mi lista negra.
—No me hiciste nada—Se encoge de hombros incorporándose—. Eres intocable, buena e inocente. No necesitas suciedad. ¿Me equivoco?
—Oye, Ed. Ya, párale a la bebida—interviene Alexander guardando su celular—. Lo siento, Valerie. Creo que trae tragos de más.
Pues yo creo que no, él va muy lúcido, pero no replico mientras cuento los minutos para irnos. No vuelvo a hablar con Edmun y francamente espero no volver a coincidir con él. Somos opuestos, no congeniamos y este primer encuentro ha sido caótico. No hay ningún futuro vinculándonos.
Aquí muere cualquier posible intercambio que pudiera haber entre nosotros.
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