Capítulo ocho: Un domingo diferente.
Capítulo ocho: Un domingo diferente.
6 de marzo, 2016.
En cuanto termina el servicio y las personas comienzan a salir de la iglesia, yo solo permanezco sentada en una de las bancas, con la vista al frente. Escucho a algunas personas conversar, yo no conozco a alguien. Muy pocas veces vengo a la iglesia, porque en donde solía vivir, mi iglesia me dio la espalda y, entonces, yo dejé de confiar.
Nací y crecí en Lynton un pueblo pequeño en Devon. Siempre fui a una misma iglesia, siempre conocí los mismos lugares. Ese pueblo era todo el mundo que conocía y que se me permitía conocer. No es que me queje, adoraba ese pueblo y muchas veces lo extraño, sobre todo cuando me siento particularmente muy sola. En la iglesia a la que íbamos cada domingo, todos nos conocíamos, mi mamá siempre conversaría con alguna de sus amigas al salir mientras Celine, Denise y yo esperaríamos junto a ella, y papá se llevaría a mi hermano Michelle con él. Teníamos una estructura, no todas las personas en el pueblo, pero al menos en mi familia era muy machista.
Nosotras teníamos que limpiar y atender, Michelle podría jugar. Papá sería el primero a quien se le serviría el plato de comida y Michelle no podría hacer cosas que papá catalogara de maricas. ¡Jesús! Mi pobre hermano creo que más que amar toda la atención, le asustaba hacer lo equivocado y decepcionarlo. Cuando yo estaba pequeña, la iglesia me aterraba. Me asustaba lo grande que era y lo pequeña que yo era. Al entrar a la adolescencia creí entenderlo.
Me sentía asustada, diminuta e intimidada porque era lo que quería mi padre. Que me sintiera diminuta con mis pecados en un sitio tan puro y limpio como me repetía. Por ello detestaba ir cada domingo al crecer, porque me hacía sentir juzgada. No era problema de la iglesia, la religión o las personas que acudían, el problema era la cabeza de mi familia que cambió todo el significado y concepto del servicio religioso. Y cuando me alejé de casa, entonces, lo extrañé un poco. Y ahora, en la actualidad, ir a la iglesia algunas veces, me da la falsa ilusión que al hacerlo al mismo tiempo que mi familia, es como tenerlos conmigo.
No rezo, pido e imploro. Solo me quedo con mis pensamientos en un lugar majestuoso donde tengo sentimientos encontrados. Lo que me enseñó mi padre, colisiona con lo que otras personas me mostraron como creyentes y con lo que también me enseñó la ciencia. Tengo un conflicto en cuanto a mi creencia.
Fui castigada tantas veces en mi infancia y condenada a rezar sin comer por horas, que la idea de orar de nuevo me genera malestar, miedo y angustia. No se supone que sea así, pero es como me siento. Miro a mi alrededor a las personas que todavía quedan rezagadas y me pregunto si ellos consiguen la paz viniendo aquí, quisiera implorarles que me enseñarán a hacerlo.
Hoy es el cumpleaños número veinte de Michelle y mi felicitación no llegará a tiempo si no consigue conectarse al teléfono de un amigo y hacerme saber que lo llame. Es el único de mis hermanos con el que logré una especie de contacto y es solo unas pocas veces al año. Sé que Celine, mi hermana de veintitrés años, se casó el año pasado; y mi hermana pequeña de dieciséis años, Denise, aún sigue en la escuela. Mis padres todavía los controlan y no juzgo que vivan de esa manera cuando es lo que conocen, no tuvieron la oportunidad que me brindaron a mí de estudiar lejos y descubrir otro mundo.
Conseguir hablar con Michelle, no fue fácil, había mucho resentimiento de por medio y poca comunicación, pero un día recibí una carta, era un pasaje de la biblia y luego me decía que me extrañaba, que finalmente había encontrado su perdón para mí. No alegué que no tenía que perdonarme porque yo no fallé y es de humanos errar, todo lo que pude hacer fue responderle y esperar que poco después consiguiera de dónde llamar. Con mis hermanas es diferente, Celine está llena de resentimiento y es la mujer que papá quiso que fuéramos; y Denise no le interesa saber de mí. Estoy fuera de mi familia y él único que me deja ver a través de una pequeña rendija es Michelle, el pequeño niño por el que muchas veces asumí castigos.
—Que mi hermano pasé un cumpleaños estupendo y encuentre su verdadero camino, uno que él elija. Es todo lo que pido hoy —susurro antes de ponerme de pie.
Comienzo a caminar por el largo pasillo hasta llegar a la salida. Me pongo unos lentes de sol, aunque no haya, para evitar cualquier contacto visual. Mi celular vibra con una llamada de Jocker, contesto.
—Hola, Jocker. ¿Ya estás ahí?
—Sí, justo acabo de llegar.
—Estoy cerca, ya voy caminando.
— ¿Quieres que pida un café para ti? ¿Cómo te gusta junto a unas galletas saladas?
—Mis gustos ya no son los mismos, he cambiado —Hay unos torpes segundos de silencio incómodo—. Quiero decir, un chocolate caliente me gustaría y las galletas de canela que venden en el lugar.
—Está bien, te veo aquí.
Vivo cerca de esté lugar, por eso escojo siempre caminar cuando salgo a los alrededores y por eso conozco bien lo que venden en la cafetería en la que me espera Jocker. No tardo en mucho en llegar y tampoco tardo en encontrarlo. Me detengo sonriendo observando como lee algún libro y toma anotaciones en una pequeña libreta, es muy él. Retomo mi caminata y me siento frente a él, en donde en la mesa ya descansa mi orden. Marca la página de su libro y me sonríe.
—Buenos días, Val.
—Igual para ti. ¿Qué lees?
—Un libro sobre los países exportadores de petróleo, pero creo que está un poco floja la investigación. Algo no me encaja en los planteamientos y citan a este autor que suele hacer investigaciones un poco sosas.
—Un crítico en toda la regla —Bromeo, toma su té y da un sorbo—. ¿Cómo está Adelaide?
—Bien, ella está con Alexa, por lo que temo un poco qué puedan hacer, pero comienzo a acostumbrarme.
Es bastante agradable poder conversar de este modo con Jocker sin sentir que se me parte el corazón. Finalmente he llegado a mi etapa de cierre, en una donde aprendí a no ser dependiente de sus cuidados y entender que tiene a alguien más. Creo que nos ayudó estar separados, y no es que ame el recuerdo de él en la Guerra, pero eso junto a la conversación que tuvimos antes de que partiera, me ayudó a desprenderme de las migajas que aún quedaban de lo que fue nuestro matrimonio. Él me hacía mal con sus cuidados, me hacía dependiente, supo ver lo que yo me negaba admitir. Y le agradezco, porque desde entonces siento que he crecido, avanzado y progresado. No soy la misma Valerie débil temerosa de hacerse cargo de su vida.
—Alexa me escribe por correo con listas de libros que cree que yo debería leer. ¿Hace eso con todo el mundo? —pregunto, volviendo a nuestra conversación.
—Con los que le agradan —Hay diversión en su mirada. Él es feliz, incluso con sus malos recuerdos, lo es.
—Estuve en misa antes —Enarca su ceja—, tenía casi dos meses sin ir, quise hacerlo hoy. Es el cumpleaños de Michelle.
— ¿Cuántos años?
—Veinte. Conozco la rutina. Sé que mamá lo levantaría, le daría un beso en la frente y le diría que se preparara para ir al servicio. Desayunarían y papá sonreiría más porque hoy cumple años su hombrecito, y porque Michelle es tan bendecido que cumple el día que se reencuentran en el templo de Dios —Visualizo, Jocker hace una mueca que me hace saber que no le gusta para nada como manejo esto—. Muchos de la iglesia lo felicitarán, luego volverán a casa en donde mamá se esforzará en hacer una comida deliciosa, un par de amigos de Michelle irán a casa para festejar. ¿Y sabes qué otra cosa es predecible? Que mis felicitaciones llegarán tarde y que ni siquiera podré enviarle un regalo.
—No es sano que te tortures de ese modo. Tú no hiciste nada malo ni le diste la espalda a tu familia.
—Lo sé, pero no quiera decir que no duela —Suspiro—. Fue una linda misa, estuvo reflexiva.
— ¿Vas porque lo quieres o para aferrarte a una idea errada de cercanía?
Juego con mi taza sin responder y él suspira, no quiero hablar más de esto porque pasará muy poco para que él sienta culpa y pida disculpa por algo que no estuvo en sus manos.
—En realidad te cité para hacerte unas cuantas preguntas —Siento que me sonrojo y eso parece desconcertarlo—. Confío en ti.
—Y yo en ti, estaré feliz de responder cualquier pregunta que tengas.
— ¿Seguro? —Tanteo.
—Sí, seré de ayuda.
Tomo una bocanada de aire, armándome de valor para mi siguiente pregunta.
— ¿Fui buena en el sexo?
Jocker se me queda viendo con fijeza, la boca cerrada y sus cejas enarcadas. Esta es un poco como su expresión de sorpresa. Mis mejillas no se encuentran intactas, un rubor las cubre, pero lucho para mantener su mirada.
— ¿Yo escuché mal tu formulación? —cuestiona con lentitud antes de dar un sorbo a su té.
—Fui bastante clara y odiaría tener que repetir la pregunta. Todo lo que debes darme es una respuesta, Jocker. Es todo lo que espero de ti y una sincera.
—No es tan fácil.
—Lo es —Suspiro y paso una mano por mi cabello, llevando un mechón detrás de mi oreja—. Mira, yo puedo decir que tú eras bueno en ello, ¿De acuerdo? No tenía —No tengo, pero prefiero dejar el hecho de que ha sido el único a un lado— con quién compararte, pero siempre supe que fuiste bueno. ¿Lo ves? Pude darte mi sinceridad.
—Bueno, gracias, pero no te lo pregunté.
Él lo está haciendo más difícil de lo que esperé. Juego con mi taza de chocolate bajo su atenta mirada. Necesito que diga algo, incluso si su respuesta va a dolerme. Es el único hombre con el que he mantenido relaciones sexuales, incluso si no fue constante, aprendí cosas con él, lo disfruté y temo que él no.
—Jocker, solo habla. Soy una chica grande, podré lidiar con lo que sea que me digas.
—Val, calma —Estira su mano y toma la mía, me da una ligera sonrisa—. No me gusta hablar de esto porque creo que sería incómodo para nosotros, pero no quiero que pienses que hay algo mal en ti, ¿De acuerdo? —suspira—. Si hubieses sido mala no hubiese tenido orgasmos. Sí, obtuve placer y tú también, éramos buenos juntos. Quizá no fue lo que esperábamos, pero no fue malo ¿Está bien? No tienes problema en ello.
Dejo escapar con lentitud la respiración que no sabía que contenía, él aprieta mi mano antes de volverla a su té. Yo no puedo evitar sonreír. Si bien no me hice una experta del sexo, me gustó lo que obtuve cuando lo experimenté y sé que puedo aprender muchas cosas más. Suspiro porque no he terminado con las preguntas con Jocker y creo que él lo intuye porque exhala lentamente como si se preparara para mi ataque.
— ¿No termina aquí, verdad?
—Sabes que he experimentado muy poco del mundo, te tengo confianza y ahora que hemos tenido suficiente distancia, creo que las cosas son claras entre nosotros, nuestra amistad y siento que puedo preguntarte estas cosas.
—Está bien, ¿Qué pasa, Val?
— ¿Crees que está mal si yo...Experimento? Ya sabes, ese tipo de cosas.
—Debes ser más específica porque en mi mente armó un montón de historias.
—El tener relaciones sexuales con alguien porque simplemente me guste, porque yo sienta deseo...Pasión.
Pasión, yo Valerie Evans creo que por primera vez lo estoy experimentando y con la persona equivocada o al menos con quien menos esperaba.
—Es una pregunta de respuesta compleja, te seré honesto con mi respuesta ¿De acuerdo?
—Es lo que quiero, tu sinceridad.
—Sé que creciste en una familia que se regía por ciertas creencias y respeto que tuvieras una promesa de castidad que yo arruiné.
—No fue tu culpa, Jocker.
—Sí, estábamos hasta arriba porque un supuesto amigo nos dios éxtasis sin nuestro permiso, pero participé en mucho sobre el hecho de que tu promesa quedara rota, pero no tocaremos ese tema.
—Gracias.
—No veo mal el sexo fuera del matrimonio, creo que si una persona quiere experimentar ese tipo de placer y descubrir su sexualidad no hay por qué señalar que sea malo, siempre que sea consensuado. Pero ese es quien soy yo y lo que pienso yo, tú tienes tu propio criterio y debes considerar con lo que te sientes cómoda.
—No quiero ser juzgada.
Él hace una pausa y puedo intuir lo que pasa por su cabeza, la pregunta que un día dejó escapar cuando vivíamos juntos: ¿Qué daño te hicieron, Valerie? De nuevo estira su mano para tomar la mía.
—Nadie debería juzgarte por tomar tus decisiones sobre tu cuerpo, y si lo hacen, que se jodan, Val. Que se vayan al infierno porque es tu vida, tu cuerpo, tus decisiones. No pienses en lo que dirán ellos, piensa en lo que tú quieres. ¿Lo consideras malo?
—No, ahora veo el sexo como algo natural que sucede cuando se desea.
—Tu criterio es en el que debes basar tu decisión, la sociedad dirá miles de opiniones que chocarán, no es una ley universal establecer lo malo y lo bueno sobre el sexo esporádico. Aquí el poder lo tienes tú. Tú decides.
No tengo palabras para agradecer sus palabras, por eso quise hablarlo con él. Porque amo al resto de mis amigos, pero ello dirían un simplemente: ¡Demonios, eso está rico! Jocker me diría lo que necesito escuchar, que yo tengo el poder. Yo determino si está bien o mal. Y aunque me decepciona saber que necesitaba escucharlo de alguien más para creerlo, sé que es un paso para poco a poco avanzar.
Quizá no tengo el progreso más rápido, pero mis piezas poco a poco están siendo unidas. Me va gustando cómo van quedando. Estoy amando quien soy.
—Val, creo que ha sido mi error nunca decirte lo importante que eras y eres para mí. Sé que piensas que fui obligado casarme contigo, pero tenía sentimientos por ti. Quise hacerte feliz, quise que fuéramos felices juntos y lamento que nos hiciéramos daño. Pero quiero que sepas que eres perfecta.
»Eres preciosa, inteligente, triunfadora y valiente. Sé que te aterra el mundo en el que vivimos, ese que está afuera de lo que tu familia te enseñó a ver, pero lo estás haciendo bien y sé que lo harás aún mejor. Te esperan cosas grandes y siento una profunda admiración por ti, por tus logros, triunfos y la mujer que eres. No hay nada malo en ti, eres valiosa y es mi pérdida no haber sido digno de los sentimientos que albergaste para mí, pero afuera hay un afortunado que te merecerá y enloquecerá por tener el corazón de alguien valiosa como tú —Toma aire, yo parpadeo para contener mis lágrimas—. No creas por un momento que tú fuiste la culpable de que las cosas fallaran, éramos jóvenes y tomamos decisiones apresuradas, pero todo ello nos ayudó al aprendizaje. Quiero que seas feliz y sé que lo serás, Val. Te quiero un montón y te agradezco que continúes en mi vida, que juntos encontráramos este equilibrio que nos permite estar en la vida del otro.
No lo aguanto más, las lágrimas caen incluso cuando lucho contra ellas. Le sonrío haciéndole saber que no me lastima, que de hecho, sus palabras sanan un lugar de mí que siempre se ha culpado de nuestro matrimonio fallido. Con la mano que él no sostiene, tomo una de las servilletas y limpio mis lágrimas, me da una sonrisa completa.
—Te amo, Jocker, y no lo digo en plan romántico, han sido años de sanación y finalmente entiendo el tipo de amor en el que se transformaron mis sentimientos por ti. Me siento feliz de que tú lo seas y yo sé, en el fondo de mi corazón, que algún día yo también lo seré y estarás feliz por mí.
—De eso no hay duda, Val —Acaricia mis nudillos—, incluso podría decirle a Holden que hiciera una fiesta sorpresa ese día, ya sabes que eso es lo suyo.
Ahora estoy riendo mientras termino de limpiar mis lágrimas, retiro mi mano de la suya para recomponerme y tomo una de las galletas. Él me habla sobre un artículo que está escribiendo, pide mi opinión y discutimos de ello junto a otros temas. Hoy he recuperado una de mis piezas, esa que se sentía perdida en una culpa por haberme vuelto la opresora de Jocker, pero finalmente, con su ayuda, he entendido que fue una falla de los dos, que éramos jóvenes y la vida sigue. Que hoy él es feliz y mañana yo también lo seré.
Conversamos durante dos horas y me siento tan ligera, tan relajada. Es como cuando nos conocimos, la facilidad y lo espontaneo. Tenemos un pasado que nos une, pero que no nos destruye. Hemos crecido, madurado y podemos vivir con ello. Es importante en mi vida, pero entiendo, ahora, que de una manera amistosa. Siempre apreciaré los buenos recuerdos, pero me dedicaré a que construyamos nuevos con base a la actualidad de nuestras vidas. Cuando salimos de la cafetería le doy un fuerte abrazo que me devuelve y siento que por primera vez en años recupero a quien fue un día mi mejor amigo.
Camino con una sonrisa las cuadras necesarias para llegar a mi casa, creo que hay un fotógrafo capturando mi imagen, pero no es como si estuviese haciendo algo malo y estoy tan de buen humor que no me importa. Vuelvo a saludar al portero de mi edificio y le entrego una de las galletas que compre de camino a casa. Me adentro al ascensor y marco el último piso, donde vivo. Saco las llaves en mi bolso cuando siento mi celular vibrar en el bolsillo de mi chaqueta. Es un número no registrado.
No suelo recibir llamada de desconocidos porque muy pocas personas tienen mi número, sin embargo, contesto por curiosidad.
—Niña buena.
Llevo una mano a mi pecho como si quisiera contener los latidos de mi corazón, no puedo evitar mi reacción. No me esperaba esto, es una sorpresa...Agradable.
— ¿No es un poco acosador tener mi número sin que te lo diera? —susurro, pero estoy luchando con mi sonrisa. Hay unos pocos segundos de silencio.
—No cuando tu amiga es novia de mi amigo, puedo borrar tu número de mi teléfono si es lo que deseas.
— ¿Sabes? No tienes que ser siempre un asno.
— ¿Un asno? —Me toma por sorpresa cuando escucho una risa ronca. Está riendo, aunque el sonido no dura mucho—. ¿Me hace menos asno si digo que no quiero borrarlo?
—Un poco.
Me doy cuenta que estoy afuera del ascensor sin caminar, así que doy pasos hacia mi apartamento, en este piso solo hay tres, es exclusivo. Recargo mi espalda contra mi puerta todavía cerrada.
— ¿Quieres que borre tu número? —cuestiona con lentitud y ahí está mucho más marcado su extraño acento.
—Por los momentos no, te diré cuando lo quiera.
—Me gusta.
— ¿La idea de que te diga cuándo borrar mi número de teléfono?
—No, esa confianza.
Cubro con una mano mis ojos, como si él pudiera verme, así se siente. Tiene el poder de hacerme sentir eso con tan solo estar escuchando su voz al teléfono. Me envuelve y no sé si eso es bueno, pero me gusta.
—Entonces, ¿Me llamas por...?
— ¿Quieres...? —Se detiene y espero pacientemente.
— ¿Si?
— ¿Quieres, quizá, salir a comer algo? —Parece que me regaña con las palabras y no puedo evitar reír. Parece que él no hace estas cosas o está fuera de práctica.
Me quedo en silencio devolviéndole un poco de lo que me hace. Siempre aprovecho los domingos para estar en mi apartamento y probar alguna receta nueva, siempre sale delicioso solo que termino triste porque hago para más de una persona cuando mayormente estoy sola. Solo que está vez, podría venir Edmun.
Recuerdo lo que hablé con Jocker, sobre basar mis decisiones en mi criterio y no en lo que dirán. Puedo hacer eso.
—No, pero podrías venir. Siempre hago almuerzo los domingos.
—Uhm...
—No te estoy obligando. ¡Santo cielo! Contigo es difícil hablar, solo es una simple invitación a comer no a casarte conmigo —Me desespero—. Pensé que nos estábamos haciendo amigos.
—Pensé que dejé en claro que no quiero ser tu amigo —Estoy a instantes de colgar cuando suspira—. ¿Por qué te enfadas? No dije que no, solo hice un pequeño sonido. Te veo en un rato, niña buena.
Ya ni siquiera me enfoco en recordarle mi nombre porque lo he escuchado usarlo, y la verdad es que ya ni siquiera me molesta su apodo, podría pensar que a una parte de mí le gusta. Sacudo mi cabeza y me doy cuenta que colgó. Ruedo mis ojos y abro la puerta entrando a mi hogar. Miro mi ropa y decido cambiarme por algo más relajado y luego buscar una nueva receta para probar.
Hoy no como sola. Edmun estará conmigo y siento una cosquilla emocionante en mi interior. Me siento viva.
Holisssss, disculpen si hay errores en el capítulo, pero cuando es borrador a uno se le escapa algo incluso si lo revisas mil veces.
El Hada vuelve con todas sus fuerzas, así que enamorala en este espacio a ver si tu brillo llega hasta sus ojos.
Y vuelvo a algo que me encanta:
1. Valerie y sus pensamientos en la iglesia.
2. No pretendo crear discordia, pero ¿Algunos sintiéndose como Valerie en la iglesia? Espero que nadie se haya ofendido y de ser así, lo siento, pero entonces no sé si disfrutarás la historia siendo que apenas comienza.
3. TODAAAAA la charla de Valerie con Jocker. A mí me encantó escribirla, creo que era el momento y ellos estaban finalmente, luego de de dos libros, listos para ello.
4. La llamada de Edmun.
5. Se viene un almuerzo chévere 7u7
ADELANTOS DEL PRÓXIMO CAPÍTULO:
Tamborileo los dedos contra el mesón y tomo mi celular para entretenerme. Enarco mis cejas al ver la cantidad de mensajes en el grupo del programa.
***
Hablé con Jocker hace apenas un par de horas, ¿Por qué no me lo dijo? Y estoy confundida sobre cómo sentirme.
***
— ¿No hacen eso también los adultos? Supongo que me equivoqué —dice sin más, dejando caer una flecha que me llega directo.
***
Se queda en silencio viendo su plato de comida, luego emite el más profundo de los suspiros para luego sacudir su cabeza.
***
>>Acabas de arruinar tantas cosas a la vez que prepárate para cuando te vea. Limítate a respirar, no hagas nada.
Fin de adelantos.
Espero les guste el capítulo.
Un beso
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