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|28| SEGUNDA MISION

   Eric Tjäder no pudo parecerme más extraño.

   Y, no fue por su forma fría de tratar con su propia familia o con la neutralidad con la que trataba a su propio hijo. Fue su forma de mirarme. Nada más sentarme a pocos metros de él, desafortunadamente al lado de Vincent—y delante mía a la pareja feliz—, se presentó con cortesía y me dio un beso en la mano. Evité poner una mueca por educación, pero solo pudo parecerme desagradable.

   Traté de ignorarlo y permanecer en silencio ya que nadie parecía querer dirigirse a mí—a excepción de los comentarios sarcásticos de Vincent y algunas pullitas—, ni siquiera Giovanni. No comprendía por qué se estaba comportando de esa forma. Es decir, había que mantener la distancia, ¿pero de esta manera? De igual forma, tenía una conversación pendiente con él sobre lo que escuché esa mañana, la conversación entre él y mi jefe.

   Aunque Eric Tjäder no se dirigiese a mí, había advertido con disimulo sus miradas hacia a mí a medida que pasaba el tiempo y los platos iban vaciándose. La comida había sido exquisita. Mariscos, carnes y mucho champagne. Al menos, en ese sentido, me sentí plena.

   Eran las once de la noche y habían retirado los últimos platos cuando el anfitrión—Eric—, se puso en pie y sus familiares lo siguieron , por lo que con rapidez repetí su acción e hizo un brindis en nombre de su padre, que había fallecido hace años, pero les había dejado un legado grandioso y poderoso—fueron sus palabras exactas—.

   Todos levantaron su copa con el delicioso líquido burbujeante y al unísono dieron las gracias. Sin embargo, hice el amago de sentarme, pensando que habíamos terminado, pero nadie me siguió, por lo que me retuve. Eric se aclaró la garganta y mirándome fijamente dijo:

   —Por mi padre, Krishna Tjäder, que gracias a él nos encontramos todos aquí.

   Y, sonrió y todos bebieron con alegría.

   Y yo lo miré, recordando:

Este es el último aviso del señor Krishna. Entréguelo o iremos a por vosotros.

   ¿Era posible? ¿Cómo podía ser posible?

   No pude reaccionar. Solo me quedé quieta, con mi copa en mi mano, con mi rostro sin emoción, pero por dentro no podía dejar de contemplar las posibilidades de que hubiese conexión.

   Pero, esa heladora sonrisa me lo confirmó.

   —Señorita Meena —oí la voz de Vincent, pero no le hice caso—, ¿todo bien?

   Comencé a notar un fuerte dolor en la cabeza y apoyé mi mano en la mesa y dejé la copa con la otra, derramando la mitad de la bebida.

   Todos los presentes comenzaron a vaciar la sala y se fueron saliendo por las puertas dobles mientras charlaban animados. Primero salió Eric Tjäder y su hermano, Nils De Rosa—padre de Giovanni—. No había hablado con él, pero era todo lo contrario a Eric. De rostro amable y humilde. Se había sentado al lado de su hijo y de vez en cuando los vi charlar, pero parecía que Nils estaba más cómodo con sus propios pensamientos. Seguidamente, salieron los primos de Suecia de Vincent junto este mismo: Oskar, Alvar y Knut; y a sus respectivas esposas por orden: Lina, Ebba y Monika. Al final, Ekaterina salió con sus padres y Giovanni, quien no me dedicó ni una sola mirada más.

   Por último salí sola y decidí irme de aquí.

   Jamás brindaría por ese señor. Saber que esa familia amenazó a mis padres provocó que sintiese nauseas. Y yo trabajaba para el nieto de ese señor repugnante.

   Pensaba irme por la puerta trasera, pero antes de irme de la propiedad de los Tjäder, una alocada idea cruzó mi mente.

   Debía de haber alguna respuesta. Era la villa familiar. ¡Todo tendría que estar aquí! No sabía a ciencia cierta si tenían más propiedades—lo cual parecía poco probable, ya que poseían una fortuna—, pero mientras cenábamos, Eric dijo que era un verdadero placer celebrar de nuevo en su hogar una cena familiar y estar de vuelta. Por lo que, entendí que está era su residencia y había estado ausente.

   Sin embargo, ¿arriesgarme a ser pillada por Vincent de nuevo? O, peor, por Eric Tjäder.

   En ese momento me alegré de haber dejado el vestido en el dormitorio de Vincent, ya que si era pillada—de nuevo—, podría excusarme con haberme dejado el vestido. Era poco creíble, pero al menos era algo.

   Todos los invitados estaban en el salón, por lo que crucé con aparente normalidad por la puerta, sin despedirme, ya que mi trabajo había terminado y Vincent me había dicho que podía irme antes, por lo que no vi necesario decirles adiós a unas personas que habían ignorado mi presencia toda la velada. Por una parte lo entendía, era una desconocido y, encima, una empleada. Por otro, no habían hecho ni el esfuerzo de hacerme sentir incluida, aunque no ayudaba el hecho de que no dominasen el italiano.

   No le di más vueltas y, tras verificar que no había nadie siguiéndome—algún Tjäder—, y volví a la planta superior.

   Aquí me encontraba, tras subir las escaleras y haber esperado cerca de cinco minutos a que nadie hubiese venido por detrás, decidí que esta vez tendría más suerte.

   Mi meta era mirar por encima en la zona de despacho de Vincent, en su mesa. Tal vez no había nada, pero al menos quería intentarlo. Cualquier información era buena, aunque podría preguntarle a Gabi, ya que la familia Tjäder le interesó en el pasado por su misterio en cuanto a Eric Tjäder. La verdad, no tenía pinta de estar enfermo ni padecer ninguna enfermedad. A lo mejor la tenía, pero parecía estar sano. Supongo que fueron rumores, como su posible muerte.

   De pronto, una puerta es cerrada al final del pasillo. Esa no es la habitación de Vincent, es una más allá. ¿Será algún invitado? Aunque, juraría que los he visto a todos reunidos en el salón. Sí, estoy segura. Tal vez, no me he fijado bien.

   Decido ir hacia la puerta de la habitación, caminando encima de la alargada alfombra para que no me delante el taconeo fuerte de mis zapatos de tacón. Freno mi paso al identificar una voz conocida. Era él el que faltaba en la sala...

   Con la vista a la entrada del pasillo por si subiese alguien y me viese de esta forma tan vergonzosa, hago lo de siempre: pongo el oído en la puerta y trato de escuchar lo que acontece dentro de esa habitación antes de atreverme a entrar.

   —Aquí no está... —resopla con frustración.

   Oigo papeles y libros cerrándose. ¿Qué estará buscando?

   Tras minutos pegada a la puerta y asegurándome que está solo, pienso en la posibilidad de entrar. Sin embargo, me aparto de la madera cuando oigo pasos en la escalera. ¡Tengo que esconderme! Me invade el nerviosismo y decido girar la manilla y adéntrame en la habitación desconocida.

   Entro con más rapidez de la que creí y lo sorprendo en el acto. Me aproximo a él y le tapo la boca, evitando que haga preguntas en un tono más alto de lo que debería. Las paredes con más delgadas de lo que parecen, por lo que podría escucharnos sea quien sea que venía. Además, su expresión de sorpresa lo ha delatado. No deberíamos estar aquí.

   Poco a poco, le quito la mano. El "peligro" ha pasado.

   —¿Qué haces aquí? —me pregunta en un susurro.

   Alzo una ceja y pongo las manos en mi cintura.

   —Eso podría preguntártelo yo a ti —respondo de la misma forma, aunque con un deje molesto, que percibe.

   Suspira y cuando está a punto de responder, escuchamos nuevamente pasos en el pasillo, pero encaminándose hacia aquí. Sin necesidad de palabras, le pregunto con la mirada qué hacer, y Giovanni me coge de la mano y me dirige a un armario empotrado, lo abre y solo hay un par de abrigos colgados, los aparta y me da un pequeño empujón. Ni siquiera puedo quejarme del poco espacio cuando, al mismo tiempo que cierra el armario, se abre la puerta. Noto las rodillas de Giovanni, clavándolas sin quererlo, ya que por su altura se tiene que agachar.

   Entra más de una persona y no puedo evitar buscar su mano. Estoy muy nerviosa.

   Me mantengo en silencio. Tengo a Giovanni de frente a pocos centímetros, aunque no pueda verlo, ya que el armario tiene puertas opacas de madera, noto su respiración contra su piel.

   —Jag tror att han döljer något för mig, vet du något? (Creo que me oculta algo, ¿sabes algo?) —reconozco la voz de Eric y se me hiela la sangre.

   ¿Será posible que sea su habitación? ¿Por que Giovanni iba a estar hurgando en la habitación de su tío?

   —Han har alltid haft konstiga beteenden, är det förvånande nu? (Siempre ha tenido comportamientos extraños, ¿te sorprende ahora?) —responde Vincent.

   Genial, padre e hijo...

   Se escucha un golpe seco contra la mesa y me tapo la boca con la mano libre. Giovanni me da un apretón y lo agradezco.

   —Sluta med nonsensen en gång för alla (Deja de tonterías de una vez por todas.) —impera el mayor de los Tjäder—. Giovanni har alltid respekterat mig och gjort allt jag sagt till honom... Men nu verkar han agera utan mitt kommando. Ta reda på vad han håller på med (Giovanni siempre me ha respetado y ha hecho todo cuanto le he dicho... Pero, ahora parece actuar sin mi mando. Averigua que trama.)

   —Fader, varför frågar du inte honom själv? Han har alltid hållit dig i aktning. Han kanske är nervös inför äktenskapet (Padre, ¿por qué no se le preguntas a él mismo? Siempre te ha tenido en estima. Tal vez esté nervioso por el matrimonio) —dice Vincent en sueco.

   ¡Qué mal que no me estoy enterando de nada! Parece que están hablando de Giovanni. ¿¡Qué estarán diciendo?

   Uno de ellos camina por la habitación, poniéndonos alerta. Al menos, a mí.

   —Nej. Giovanni och jag har ett avtal och han är långsam med att uppfylla sin del (No. Giovanni y yo tenemos un acuerdo y él está tardando en cumplir su parte)—noto como el agarre de mi aliado se debilita, soltándome.

   ¿Qué habrá dicho Eric para que Giovanni actúe así?

   —Vad exakt vill du att jag ska göra, far? (¿Qué quieres exactamente que haga, padre?) —puedo distinguir la crispación de Vincent en su oración aunque no lo entienda.

   —Inget just nu, jag vill se vart det tar vägen (De momento nada, quiero ver a dónde va a llegarDe momento nada, quiero ver a dónde va a llegar) —pronuncia con lentitud—. Vincent, vad är förhållandet mellan den kvinnan och dig? (Vincent, ¿que relación hay entre esa mujer y tú?).

   Vincent carraspea antes de responder:—Ett anställningsförhållande. Inget annat (Una relación laboral. Nada más).

   Se hace silencio y solo puedo sentir curiosidad.

   —Det är bättre att stanna så här. För kom ihåg att vi Tjäder inte leker med sopor (Más vale que siga así. Porque recuerda que los Tjäder no jugamos con la basura).

   La puerta se abre y los escucho salir. Pongo la mano en la superficie para salir, pero Giovanni me frena. Al principio no lo entiendo, pero cinco segundos después sí.

   —Jävel (Hijo de puta) —masculla con rabia Vincent, y después escuchamos como sale y se cierra la puerta.

   Es momento de mi segunda misión: averiguar qué trama Giovanni. Además, debo saber por qué lo amenazó Vincent por llamada.

"Pues cumple tu función y no diré nada, de momento... O, ¿por qué no contárselo a tu querida Meena? Cuéntale lo que has hecho, lo que has sido capaz de hacer y a lo mejor esta vez si decide marcharse de Rímini".

Si voy a arriesgar mi vida, necesito poder confiar en él. 

   Abandonamos el armario y mientras respiro y aspiro, Giovanni se estira y se toca las rodillas. Habrán sido alrededor de cinco minutos, pero han sido intensos... Habría merecido más la pena si hubiese sabido qué decían.

   —¿Qué estás buscando en la habitación de Eric? Y, ¿de qué han hablado? —le pregunto, mirándole en busca de respuestas.

   Suelta un suspiro y se sienta en un baúl delante de una cama. Encima de esta hay una gran maleta de una marca reconocida, está a medio deshacer.

   Le echo un vistazo y debo admitir que es muy bonita, aunque creo que no debe de haber ningún dispositivo electrónico. Las paredes son de un blanco crema, dándole más amplitud a la habitación de la que tiene. Hay un armario empotrado delante de la cama con sábanas azules y verdes, y a ambos lados de esta dos mesillas de noche de madera maciza. En la zona izquierda, cerca de una amplia ventana, hay una mesa de la misma madera, solo hay un par de marcos en ella.

   —Solo buscaba una cosa sin importancia —aclara y le detengo cuando se aproxima a la salida.

   —Y yo me lo creo —respondo con ironía—. Giovanni, ¿que te pasa? Acordamos no tener secretos. Estamos juntos en esto. Así que, cuéntame, ¿de que hablan?

   —Esta bien, es solo que me ha pillado todo por sorpresa —se excusa y lo acepto—. Primero, hay que salir de aquí.

***

   Me quito el abrigo y cojo el vaso de agua que me tiende.

   —Tengo agua con gas, zumo, vino...

   Le hago una señal para que pare, con una sonrisa ladeada.

   —Esto es suficiente —respondo, con un ligero mareo—. Bebí demasiado champagne en la villa Tjäder. No más.

   Mi comentario nos hace soltar una corta risa y se sienta junto a mí.

   Llegamos hace unos pocos minutos a su casa.

   Después de salir de la habitación de Eric Tjäder, decidimos irnos juntos. Primero salí yo y cinco minutos después él. Pude irme de la villa sin que nadie se percatase y, no solo salí de la casa, sino de la propiedad. Estuve esperando a Giovanni durante un rato que se me hizo eterno, hasta que vi su coche y me hizo la señal. Apagó y encendió los faros delanteros. Salí como una bala y me metí en la parte delantera y partimos a su casa.

   —¿Tu excusa resulto creíble? ¿Tu novia no sospechó? —suelto sin vergüenza.

   No sé si será el alcohol o qué, pero necesitaba decírselo.

   Noto como sus ojos se apagan y contesta:—Ella sabe que lo nuestro es una farsa, así cada uno puede hacer lo que quiera en privado.

   La seriedad de su voz me sorprende, y decido no sacar más el tema.

   —¿Qué estabas buscando en la habitación de Eric?

   Antes de responder, pone el libro de Segismundo en la mesa.

   —Mi tío, Eric Tjäder, fue el que tenía el libro. Él me lo dio.

   —¿Él? —pregunto incrédula.

   Asiente.

   —Fue él quien lo heredó de su padre —explica y me viene a la mente el recuerdo de Krishna—. Nuestra familia siempre se ha dedicado a la industria hotelera, pero a mí abuelo le fascinaban las antigüedades y no sé exactamente cómo consiguió este volumen, pero para él fue su objeto de mayor valor. Luego, a su muerte lo heredó mi tío y después de leerlo, como mostré tanto interés por él me lo dio.

   —O sea que, ¿tu tío sabe lo de la piedra de sangre y lo del segundo volumen?

   —Él solo cree que es una fantasía.

   Asiento con desconfianza. Al instante, recuerdo a Nils, el padre de Giovanni.

   —¿Y por qué no heredó tu padre? —pregunto con curiosidad.

   Se encogió de hombros:—Supongo que Eric era el favorito de mi abuelo.

   Trato de reprimirlo, ya que no tengo que entrometerme en sus asuntos familiares, pero no me resisto.

   —Una pregunta —le digo y asiente—. ¿Por qué vosotros tenéis apellido italiano si sois de sangre de los Tjäder?

   Mi duda parece incomodarlo, aunque me responde:—. Hace años lo éramos, bueno, mi padre. Él siempre fue un Tjäder, pero cuando se casó con mi madre, Valentina De Rosa, decidió ponernos su apellido.

   Wow, qué romántico.

   —Que bonito, ¿y hoy no pudo venir? No creo haberla visto.

   Mi inocente comentario provoca que sonría con tristeza.

   —Falleció hace años en un accidente.

   No puedo evitar taparme la boca y poner mi mano sobre la suya, al menos un segundo, y le pido disculpas con sinceridad. Me alegro que al menos le haya quedado su padre y aunque sean los Tjäder, no está solo.

   —No te preocupes, han pasado varios años —le resta importancia y proseguimos con nuestra charla—. Entré a su habitación para saber dónde había estado estos meses. Y, la conversación entre Vincent y mi tío fue solo de temas de trabajo.

   Asiento y tras aclararlo, decido dejar—de momento—aquella conversación que escuché a escondidas y planeamos cómo me haré con el segundo volumen de Segismundo en la casa de los D'abrosca. 


***

¡Holaa! Espero que disfrutéis este capítulo lleno de información y solo os digo que se vendrán aún más cositas!!❤️😉🩵🤭

Gracias por vuestro apoyo, un abrazo

Neferet ❤️








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