|26| VESTIDO VERDE
Me ha atrapado.
No soy capaz de apartar la mirada, de moverme o cerrar la boca, abierta en forma de O por el impacto de haber presenciado una escena tan impactante.
Vincent aprieta la mandíbula con ira y fulmina al hombre que lo ha golpeado sin pronunciar palabra o tratar de aliviar el fuerte golpe recibido, resaltando la recién marca rojiza en su piel blanca, antes impoluta.
No obstante, espero un grito, un golpe en forma de contestación, a todos sus hombres irrumpiendo en el despacho para defenderlo—como ha sucedido en alguna ocasión en la que me he encontrado en la escena—, pero no pasa nada de eso. Lo que sucede a continuación me impacta más que cualquier respuesta violenta que habría esperado de Vincent.
Baja la cabeza y pide disculpas.
Retrocedo un paso, sin hacer ruido y me oculto junto a la entrada, manteniendo silencio y preguntándome qué hacer.
Recibo la respuesta antes de lo esperado, cuando el otro sujeto masculla algo ininteligible—lo que deduzco que podría ser sueco— y escucho pasos aproximándose, por lo que hago lo primero que me viene a la cabeza y me alejo por el pasillo con rapidez y hago como si acabase de llegar a la planta.
Debo mantener la compostura y la cabeza gacha para no delatarme.
Me mentalizo y procuro sacar a la luz mis dotes de actriz, recordando las clases de teatro a las que asistí en el instituto, no obstante, tras dar los primeros pasos y notar a la otra presencia a pocos metros, no puedo evitar alzar la vista y mirarlo, descubriendo que me estaba ojeando.
Es un hombre mayor. Sin embargo, tan solo con verlo creo paralizarme ya que siento un sentimiento desagradable recorrer mi cuerpo. Inconscientemente hago amago de frenar mi paso, pero me obligo a actuar con naturalidad. Siento repentinas ganas de vomitar y el pulso acelerado. Mi cuerpo se activa y solo puedo percibir peligro. ¿Qué me pasa?
Su mirada es de lo más temible y solo puedo sentir desprecio de forma instantánea. ¿Por qué?
—Buenos días —murmuro, tratando de no detenerme al notar no solo su poderosa mirada en mí, sino ver en él a otra persona.
Es la mirada de Vincent. Casi idéntica.
No contesta, solo me observa con una seriedad que me provoca temor, sobre todo porque creo percibir en el curiosidad.
Se aleja y escucho una puerta cerrarse detrás mía.
Suelto un corto suspiro, aliviada de que se haya ido.
¿Por qué he sentido tanto rechazo por ese desconocido? ¿Será por haberlo visto maltratar a Vincent? Pero, ¿y a mí que me importa? De hecho, por la similitud de sus rasgos podría decirse que son familia. Ambos son de estatura alta e igual de elegantes y atractivos. Su paso era aún más autoritario y su gesto muy serio. Su pelo era gris y con arrugas por el rostro, demostrando su experiencia en la vida. Podría decir que tiene entre sesenta y setenta años.
Estoy a punto de llamar a la puerta y fingir que no he visto nada, pero la voz de Vincent me frena. Parece estar hablando por teléfono.
—Déjate de preguntas, no es momento —le dice a la otra persona en la llamada—. No lo hagas esta noche.
¿Con quién estará hablando?
—Sé lo que dije, Giovanni —¿Giovanni? Lo oigo suspirar enfadado—. No. No vamos a cancelar la cena, simplemente haz lo que te diga... Tú mismo lo elegiste, te di dos opciones... Giovanni, yo también estoy cumpliendo órdenes, no eres el único.
¿Vincent? ¿Cumpliendo órdenes? ¿De ese hombre que lo pegó?
Continúa:—¿Me acabas de amenazar? —abro los ojos sorprendida de que haya hecho eso, aunque tiene sus motivos. Vincent suelta una risa—. En su día te dije que sabía más de lo que piensas, ¿acaso crees que no tengo un plan B? Giovanni, sé lo del trato y sé lo que escondes en tu casa. ¿Quieres que mande a mis hombres y se lo diga a padre?
Me congelo en mi sitio. ¿¡Lo sabe!? ¿Se ha enterado de que yo también estoy metida en ello?
—Pues cumple tu función y no diré nada, de momento... O, ¿por qué no contárselo a tu querida Meena? Cuéntale lo que has hecho, lo que has sido capaz de hacer y a lo mejor esta vez si decide marcharse de Rímini.
Doy un paso atrás, sin hacer ruido y me vuelvo a esconder al lado de la puerta, aguantando la respiración.
¿Qué ha querido decir con esto? ¿A qué se refiere? ¿Qué ha podido hacer Giovanni? ¿Y cómo de grave es para que me quiera ir de la ciudad? ¿Se estará refiriendo a su farsa con Ekaterina? O, ¿hay algo que Giovanni me esté escondiendo?
Decido seguir escuchando la conversación, sin embargo parece haber terminado.
Es momento.
Toco a la puerta, aún ligeramente nerviosa, pero, sobre todo muy confusa. Trato de aparentar tranquilidad.
—¿Señor Tjäder? —lo llamo, pero no recibo respuesta. Me atrevo a entrar—. Disculpe, ¿hola?
Me adentro y lo veo sentado en su sofá, bebiendo lo que parece ser alcohol de su copa. Ni siquiera me mira.
A pesar de que el despacho se encuentre bien iluminado, noto un ambiente cargado y apagado.
Creo que no ha sido buena idea entrar. ¿Me doy la vuelta o ya es demasiado tarde?
—Volveré en otro momento —murmuro tratando de escabullirme.
—Quédese ahí, señorita Meena —hago lo que me pide de forma casi instantánea, actuando más por el miedo que por obediencia —. ¿Cuándo ha llegado?
Su pregunta me pone nerviosa, pero no vacilo.
—Hace menos de un segundo —miento, escondiendo mis manos detrás de mi espalda, sosteniendo la bolsa de la compra.
—Ajá —responde contemplando su copa, moviendo levemente el líquido con una mano. Su silencio me inquieta cada vez más.
Nunca sé cuál va a ser su próximo movimiento, es impredecible.
De pronto, deja su copa y se pone en pie, acercándose a mí. Quisiera apartarme o no mirarle directo a los ojos, pero no puedo evitar ninguna de las dos. Mi cuerpo no me permite moverme y simplemente no puedo apartar la vista de su extraña mirada, vulnerable ya la vez fuerte. Ojalá no me haya visto.
—Siempre parece estar en los momentos menos esperados —comenta y solo puedo maldecir internamente, me ha pillado—. ¿Lo sabía?
Decido hacerme la tonta.
—Señor Tjäder, vine porque pensé que necesitaba algo, si no es así...
Me interrumpe:—La había llamado para advertirla que esta noche debe de acompañarme a una cena, mi secretaria olvidó ponerla en la lista que le adjuntó.
¿No será la cena en la que mencionó días atrás, en la que ha obligado a Giovanni a comprometerse públicamente? ¿¡Por qué quiere que vaya!? ¡Me niego a ser testigo de eso! Que no haya querido retomar la complicidad que mantenía con Giovanni no significa que quiera verlo comprometido. Sea verdadero o solo una tapadera porque Ekaterina se ha quedado embarazada —de otro—no significa que me agrade verlo. Encima, ¡después de lo que le ha exigido Vincent! Aunque, por la llamada de la que acabo de ser testigo, ¿será aquello a lo que se refería Vincent? ¿A que no lo haga hoy?
—¿A su cena familiar? —inquiero, con notable extrañeza.
Asiente, dirigiéndose a su escritorio y sentándose.
No puedo evitar mirarle la mejilla, aún roja. De pronto, alza la vista y nuestras miradas se encuentran y me sorprende encontrar en él algo diferente.
—¿Le preocupa algo?
—No —me apresuro a negar—Es solo que me llama la atención tener que asistir a su evento privado y familiar.
Me escruta con la mirada, como si quisiese ir más allá de mis pensamientos. Descubrir en mí algo de lo que tal vez ni yo soy consciente. Me incomoda cuando me mira de esta forma, ya que no es la primera vez. ¿Recordará mi ojo rojo?
Aunque mantenemos una distancia prudente, puedo ver cómo comienza a ponerse nervioso, aunque sea un poco y eso de alguna manera me intriga. Se tira sutilmente del cuello de la camisa, aflojando el nudo perfecto de su corbata. Se rasca la barbilla y finalmente se pasa una mano por el pelo. Parece dudar. ¿Por que actúa así?
—¿Qué le llama la atención? Creo no haber fallado a sus condiciones —comienza a explicar—. No es una cena a solas, sí en mi propiedad, la cuál ya conoce, y conoce a dos de los miembros que asistirán. Usted es libre de irse a partir de las 12 de la noche, incluso antes si gusta, puede ponerse la ropa que quiera siempre que cumpla con mi criterio... No veo el problema.
Aunque tenga razón, me atrevo a decir:—Yo no soy miembro de su familia para estar presente, no quisiera incomodar a sus demás invitados.
Su gesto se torna aún más serio.
—Siendo sincero, señorita Rakt — se toquetea un anillo plateado del dedo corazón, en la mano derecha. Creo habérselo visto alguna vez. Vuelve su mirada verdosa hacia a mí y pronuncia lo siguiente—. Es la única que querría tener cerca esta noche.
Me deja sin habla y me descoloca. Sin poder controlarlo, mis mejillas se oscurecen por la vergüenza de su honesta revelación.
Y, a la vez me asombro por otro hecho. ¿Tanto le entretiene mi compañía? Acaso, ¿le caigo bien?
Me aclaro la garganta, tras unos segundos sin haber podido responder de la impresión—Comprendo, estaré allí —respondo, sin tener otra opción.
Me gustaría mentir diciendo que tengo alguna cita, pero no es así. No tengo ningún plan esta noche ni la siguiente. La única persona con la que quedo es con Gabi cuando viene a verme a Rímini. No obstante, cuando cometí el error de darle mi número a Tomasso a pesar de no estar interesada, me estuvo insistiendo para vernos y aún así le he estado dando largas. ¿Para qué voy a quedar con él cuando claramente tiene unos sentimientos que yo no le voy a corresponder? En primer lugar, nunca debí de darle mi contacto personal. Actué como una inmadura por celos.
Vincent vuelve a coger su copa y da un largo trago, terminándoselo.
—Un coche vendrá a por usted alrededor de las nueve de la noche.
Acepto.
Me despido, agarrando con fuerza mi bolsa de la compra, la cual comienza a ser más pesada. Sacudo mi mano y cambio la bolsa de mano, ya que tengo marcas de las tiras de plástico por el peso.
Vincent es testigo de ello.
—Espere, llamaré a Niklas para que la lleve.
—No es necesario que se tome molestias conmigo —me apresuro a decirle, evitando más falsas actuaciones.
—Señorita Meena, yo la he hecho venir, lo justo es que me encargue de que su vuelta sea más tranquila —dice al coger su móvil y mandar un rápido mensaje de voz.
Su preocupación por mí me desconcierta. ¿El golpe que le dieron lo dejo bobo? Su comportamiento me está aturdiendo, espero que esta noche vuelva a su personalidad de siempre. No sé que está intentando.
—Gracias.
Me dirijo a la salida, para esperar a Niklas —que debe de estar por los alrededores—, pero la voz de Vincent me lo impide.
—¿Recuerda el primer vestido que le regalé? —su pregunta me saca de contexto, pero asiento. ¿Cómo podría olvidar al vestido más bonito que tengo? Si él lo pregunta lo negaré, pero es mi favorito—. Me tomé el atrevimiento porque pensé que un verde tan intenso podría contrastar con su piel y su pelo... Me gustaría saber, si es posible, algún día, si me equivoqué o no.
Se dirige a la puerta y la abre, justo al tiempo en el que aparece Niklas por el pasillo, esperándome fuera. Salgo por el umbral, buscando una respuesta válida en mi cabeza, pero no me sale. Estoy sin palabras.
Se da la vuelta, entendiendo que no habrá contestación.
Lo miro por última vez, dándole vueltas. ¿Puede ser posible que haya en Vincent aunque sea un poco de amabilidad? ¿Es posible que Vincent Tjäder tenga alma?
***
—¡Gabi! —trato de llamar su atención, pero sigue hablando sin parar en la otra línea, ¡y sin pausa!—No entiendo nada de lo que estás diciendo.
—¡Esquenoentiendocómohaspodidoestardíassincontarmenada!
—Gabi, por favor, estoy de camino a la Villa de Tjäder y no puedo entrar en detalles ahora mismo, no estoy sola —comento, haciendo referencia al guapo guardaespaldas que finge no estar pendiente de nuestra conversación y de mi mejor amiga—. Lo siento, estos dían han sido intensos.
Suspira con profundidad.
—Esta bien. ¡Pero sigo muy ofendida de no haber sabido de ti! —hace una pausa—. En unos días tengo que ir a Rímini a hacer una entrevista y así me cuentas todo. ¿Entendido?
Suelto una risita.
—Perfectamente —la oigo reír y me siento mucho mejor.
—Pues ya nos organizaremos y no te pongo más nerviosa de lo que ya estás.
Me adelanto—No estoy nerviosa —me excuso—. Bueno, un poco. No sé por qué Vincent se ha puesto en un modo menos desagradable de lo habitual.
Le mandé a Gabi antes de salir de casa fotos de los posibles atuendos ganadores, pero justo había llegado Niklas y me llamó. Le había escrito resumidamente lo que había pasado, bueno, mejor dicho, lo poco que ella podía saber que había sucedido. Cuantos menos supiese de la existencia del libro de Segismundo, mucho mejor. No puedo ponerla en peligro. Además, si llegaba a confiárselo, venía implícito lo que también sucedía conmigo misma y tratar de convencer a Gabi de la posible existencia de la magia iba a ser de fuerza mayor. En conclusión, no podía contarle la completa verdad.
—Sinceramente, no lo sé. Yo sigo manteniendo mi primera teoría.
—¿Y cuál es esa? —pregunto, poniendo los ojos en blanco.
Me hago una idea de cuál es.
—¡Es evidente! ¿Por qué sino te diría que quiere tenerte cerca? Meena, ¡quiere meterse en tu cama! —bajo a toda prisa el volumen, pero no lo consigo a tiempo.
Niklas agacha la cabeza escondiendo una sonrisa. ¿¡Y este por qué se ríe tanto?
—Cállate —murmuro al teléfono—. Ya te dije que no es eso. Además, prefiero que no sea eso.
—¿Ah, sí? —cuestiona con burla—. Pues que casualidad que justamente hoy, precisamente cuando él te lo pidió, te probaste el vestido que te regaló.
Entre los posibles looks se encontraba el hermoso vestido verde. Solo me lo probé para ver cómo me seguía quedando, ya que fui incapaz de abandonarlo en Verona.
—En mi defensa diré que fue solo para despedirme —respondo, agarrando mi espacioso bolso, preparada para salir.
—¿Qué quieres decir? —su cuestión me hace sonreír.
—Te lo cuento todo al llegar a casa —respondo y cuelgo, no sin antes escuchar cómo me maldice de broma por dejarla con curiosidad.
Si Vincent cree que porque me suelte dos o tres halagos o palabras amables me va a hacer cambiar de opinión respecto a él... No me conoce en absoluto.
El coche frena en la hermosa entrada de la casa.
—Hasta luego Niklas —me despido. Bajo del coche y dejo la puerta abierta, acordándome de algo—. Ni una palabra a Vincent sobre esta llamada o no te consigo una cita con Gabriela.
Se vuelve a poner serio, mirando hacia los lados y asiente.
Me pongo el abrigo con una sonrisa y cierro la puerta.
Tengo dos misiones esta noche.
***
¡Holi! ¿Cómo va todo gente bonita? 💘💘🌈
¿Cuáles pueden ser esas dos misiones? ¿Meena puede cometer un error? ¿A Vincent le afectó el golpe o estará intentando ser más amable genuinamente?
Espero que os haya gustado mucho! Espero vuestros comentarios fantásticos y vuestros votos.
Gracias por el apoyo y un gran abrazo
Neferet💓
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