|19| PROPUESTA
¡Será guarra!
Bianca... No me lo puedo creer. ¿Por eso me miró así el otro día cuando Vincent me trajo la cartera y el preservativo? Creyó que estaba con su querido ligue. ¡Ella es en realidad la amante del jefe y me ha caído a mí el rumor! ¡Qué guarra aprovechada! Es decir, que tenga sexo con quién quiera (bueno, no con todos los jefes de la cadena, no con el que tiene los ojos azules...), pero, ¿¡por qué tengo yo que recibir los insultos de las compañeras cuando es ella la que se lo folla!?
Trato de calmarme, repentinamente enfurecida por tener yo la mala reputación cuando es ella la que tanto critican. No me parece que deba ser un asunto por el que acusar o juzgar a ninguna mujer, si estamos solteras no veo el problema de mantener relaciones con quien queramos... Pero, no teniendo que soportar yo los platos rotos.
Sin volver a querer encontrare con los amantes apasionados, me tapo la cara y paso corriendo por la puerta, sin parar hasta llegar a la salida de la parte trasera. Me pongo las botas y dejo las zapatillas al lado del zapatero.
Ahora, más que nunca necesito aire.
Maldigo porque la fina chaqueta no es suficiente para el frío que hace. Sin embargo, no me atrevo a buscar por la casa alguna prenda. No vaya a ser que me los encuentre esta ocasión sin ropa y en una postura concreta.
El sol aún no ha salido, pero no falta demasiado. De igual forma, las farolas iluminan lo suficiente. Sigo el camino de piedra que conduce hasta el laberinto por el que en este momento no me importaría perderme.
La escena que he presenciado me ha sorprendido, pero lo que más me ha impactado ha sido descubrir esa faceta de Vincent. Es decir, es un hombre adulto, es evidente que mantiene su vida sexual activa, solo que, pocas veces he pensando en él de esa forma. Nunca he fantaseado con él. Admito que cuando lo vi por primera vez, deseé volverlo a ver, pero, nada más. Luego, creí que tenía esas intenciones conmigo por lo insistente que ha sido y es conmigo. Pero, verlo allí, de pie, sujetando la fina cintura de Bianca con sus grandes manos, con las venas marcadas y besándola con un ansía que me ha dejado sin habla.
Nunca pensé que sería tan apasionado.
Sacudo la cabeza, no quiero volver a ser testigo de algo así.
Saco el teléfono y entro al chat de Gabi. Su último mensaje fue a las diez de la noche.
"Diviértete y olvídate del trabajo". Escribió.
Si ella supiera... Aprovecharé que estoy fuera para contarle lo que pasó, al menos, casi todo. Giovanni dijo que debía mantenerlo en secreto, pero con Gabi... No lo creo. Es la única persona que tengo para poder contarle las locuras que han pasado.
Entro en el chat de Ura. Nada. No me ha vuelto a escribir desde la última transferencia que le hice, dándome las gracias y que tenga cuidado con la alimentación.
Sonrío con tristeza.
¿Por qué me oculta lo que sabe? ¿Qué es eso que le da miedo contarme? Acaso, ¿me estoy volviendo loca? Giovanni no mencionó nada de mi ojo, como si... Fuese normal. Recuerdo que me reveló que estudió medicina. ¿Habrá alguna enfermedad que provoqué esto y por eso no le extrañó? ¿Hay alguna posibilidad de que Giovanni sepa algo que yo no? No, él me lo habría contado.
Continúo andando, cruzando el camino, rodeada de los cuidados setos. Ni siquiera me di cuenta que ya me había adentrado en el laberinto.
Le escribo a Ura que me llame en cuanto vea el mensaje. Hago hincapié en lo importante que es y, aunque no esté bien, le miento y le digo que me ha pasado algo grave.
Tal vez de esta forma, consigo saber la verdad.
Atravieso el laberinto, tratando de recordar el camino, al menos queriendo acordarme de la senda que no debía seguir si no quería volver tras mis pasos.
Después de vagar como un fantasma por el laberinto consigo llegar al centro, a la fuente. Está en funcionamiento y es más grande de lo que parecía desde el segundo piso de la casa. A medida que me voy aproximando, escucho el agua caer y veo en todo su esplendor la escultura. Mi curiosidad aumenta cuando lo que veo no es lo que creía desde lo lejos. No es un hermoso e inocente ángel posado con calma en una nube. No, es todo lo contrario. Es un alma en pena. Un ángel caído.
Su cuerpo fibroso está tenso, sus alas parecen consumirse y su expresión es de horror. Una serpiente enrolla sus piernas y su cuello, en la que posa su mano tratando de librarse de ella y poder respirar. Sin embargo, está atrapado, para siempre. ¿Por qué Vincent tendría una escultura tan tétrica, y a la vez, con su belleza poco común?
Me siento en el borde y al sentarme, veo que debajo de la escultura, hay algo escrito. Por la oscuridad no puedo verlo, pero lo alumbro con la linterna del móvil.
Figlio del mattino, senza benedizione né perdono, oggi non vincerai. Non verserai sangue innocente. S. P. M.
(Hijo de la mañana, sin bendición ni perdón, hoy no vencerás. La sangre inocente no derramarás).
—¿S. P. M? ¿Qué quiere decir? —dije en alto, leyéndolo de nuevo.
¿Hijo de la luz? Deben referirse a Lucifer, el ángel caído. Pero, ¿el resto? No lo sé, será un pasaje bíblico. No sabía que Vincent era religioso, aunque pensándolo bien, esto debe de tener muchos años, más que los míos y los suyos juntos. Será de sus antepasados.
Miro hacia la casa, a la ventana de mi habitación, con la luz apagada. La de al lado, de Giovanni, está encendida. Está despierto. ¿Desde aquí podrá verme? Bueno, aunque fuese así me debería de dar igual. ¿A quién quiero engañar? No he podido dejar de darle vueltas a todo lo que me dijo. Me ha dolido y me he llevado una gran decepción.
Le confesé mis sentimientos y lo ignoró por completo, y no solo eso, me ha pedido que me largue de esta ciudad. Sin embargo, debería recordar que yo le hice lo mismo cuando él se atrevió a hacerlo, aunque tuve mis motivos, y esos motivos se han resuelto a día de hoy.
Este asunto, lo de la catedral, debo olvidarlo, pero ¿irme de aquí y tratar de tener, de nuevo, una vida normal?
Solo, mantente alejada de esto. Y también de mí...
Tienes que irte de aquí. Olvídate de todo....
—Supongo que podré irme y tratar de olvidarlo todo —susurro, notando como comienza a temblarme la voz y siento un nudo en la garganta. Meto los dedos en el agua, helada —. A él...
Varias lágrimas caen por mis mejillas, cayendo a la fuente.
De pronto, escucho hojas romperse y pasos. Saco la mano de la fuente asustada.
La primera persona que viene a mi mente es Giovanni. ¿Es posible? Me reincorporo y miro a ventana de su cuarto, con la luz ahora apagada. ¿¡Será él!? Mi emoción crece y miro a mi alrededor, sin saber por cual de todos los pasadizos aparecerá. ¿Vendrá a disculparse y decirme que sigue sintiendo lo mismo? ¿Lo perdono al instante o me hago la orgullosa? Me río internamente y paso mi larga melena a un lado.
—Veo que has encontrado tu sola el camino por el Il labirinto di Luzbel.
Toda mi ilusión es remplazada por decepción y una notable incomodidad de mi parte. Me cubro el cuerpo con mis brazos, dando varios pasos hacia atrás, tratando de mantener la distancia entre nosotros. Toda la que sea posible. ¿Ya habrá terminado con Bianca? ¿Me habrá visto? ¿Vendrá con otras intenciones?
Estamos solos. Por completo.
Es diferente a las ocasiones anteriores que hemos compartido cuando hemos estado a solas. Siempre ha sido en el hotel o en lugares públicos, en los que podía aparecer alguna persona en cualquier momento. Pero aquí... Estoy en su terreno, sola y totalmente indefensa. Tiemblo, y él lo nota.
Sonríe.
Giovanni no vendrá esta vez a salvarme. Vincent es el dueño de esta casa y parece tener el control sobre él. No lo tendrá sobre mí.
—Ya me iba, perdón por las molestias señor Tjäder —respondo con rapidez.
Ya he comprendido que debo mantener la compostura y no faltarle al respeto. Es un hombre peligroso.
Trato de avanzar, rodeando la fuente para evitar pasar por su lado, sin embargo, es más rápido y en tan solo unos segundos está posicionado delante mía, pero, respeta (de momento) mi espacio personal.
—¿Tan rápido, señorita Meena? —responde y levanto la vista, desde su calzado cómodo y elegante, a su bata abierta, dejando a la vista una camisa negra con los dos primeros botones desabrochados y termino en sus ojos verdes, penetrándome con la mirada—. Apenas hemos podido conversar hoy. Aunque, pensándolo bien, creo que has estado evitándome.
Me pongo nerviosa. ¿Que quiere decir?
—No salí de mi habitación en toda la noche, solo para tomar el aire.
Asiente, con una sonrisa ladeada.
—Qué extraño, porque hace unos diez minutos juraría que te he visto, en la puerta del salón, mientras que...
Lo interrumpo, sintiendo calor en mis mejillas—. ¡Pasé por allí pero no os miré!
—¿Nos? —contesta, riéndose mezquinamente por haberme pillado.
Me muerdo el labio inferior y me paso una mano por el pelo mojado, inquieta.
—Niegas mis invitaciones y mi compañía —continúa hablando:—, pero no has perdido la mala costumbre de husmear.
—¡No es cierto! —replico, molesta.
Intento calmarme, respirando profundamente. Esto es lo que quiere. Que explote.
—¿Entonces que sugieres señorita Rakt? ¿Quién más deambula por mi propiedad y escuchando detrás de las puertas?
—Vale, ¡sí! Os he visto, ¡pero ha sido por error! —le indico, fastidiada porque esté dejando caer que soy una mirona—. No es mi culpa que dejes la puerta abierta de par en par cuando estás ocupado con alguien.
—¿Ocupado con qué? —inquiere irónico.
¿¡Pero qué le pasa!? Está comportándose como un idiota, más de lo habitual.
Le ha dejado contento Bianca...
—¡Tú sabes con qué! —protesto, evitando decirlo con exactitud—. ¿Sabes qué? ¡Perdón! ¿Vale? Gracias por la ayuda, pero ya me voy. De igual forma puede correr peligro ya sea aquí o no. Y, no se sorprenda cuando mañana no responda a su mensajero.
Me doy la vuelta, enfadada y pensando en lo tonta que soy por haberme metido aquí. En su guarida y con su estúpido humor.
—Acaso, ¿ha olvidado lo que te advertí? —pronuncia con suma lentitud.
Cambia la atmósfera, al igual que su tono.
Mi piel se eriza y tras unos segundos, lo enfrento.
—¿Otra vez? ¿Con que me va a amenazar en esta ocasión? ¿Con mis amigos y familiares? ¿Con mi puesto de trabajo? —me atrevo a contestarle, dando una zancada hacia él, asombrándolo. Pierdo la cordura y decido revelarle mis próximos planes:—. No se preocupe porque he decido dejar mi puesto de trabajo. Me iba a molestar en dar un preaviso de quince días y esperar al final del mes porque soy una estúpida y quiero quedar bien con personas que no lo merecen. Pero, ya no me importa. Ya no me importa nada en esta ciudad. Ah, y no se preocupe por los vestidos que me regaló, uno se lo devuelvo, pero el otro posiblemente esté en la basura.
Me noto más excitada y molesta, quiero frenar mi ira aunque no soy capaz. Por un momento temo sentir de nuevo mi sangre hirviendo y consumiéndome, solo que a la última frase reaparece la tristeza. Giovanni aparece en mi mente.
¿¡Por qué me afecta tanto!? ¿¡Y por qué se lo he soltado todo precisamente a Vincent!?
Espero una reacción de Vincent, cualquier cosa. Aunque, lo que observo es diferente a lo que esperaba. Baja las cejas y permanece en silencio, como si estuviese meditando algo.
No estoy dispuesta a esperar.
—Adiós, señor Tjäder.
Me giro y vuelvo por donde he venido.
Ha reaccionado mejor de lo que esperaba, creí que iba a amenazarme de nuevo. Pero, después de poder haberme desahogado sigo sintiéndome frustrada. Tanto con mi puesto de trabajo como tener que dejarlo.Y el motivo es porque no deseo irme. Quiero quedarme, quiero encontrar mi lugar. No sé si los avisos de Ura me han influido tanto para creer verdaderamente que estoy siguiendo de alguna forma mi destino o es por el maldito dinero.
Mi coherencia decide despertarse y reprocharme mis arrebatos. ¿Qué haré ahora que he dimitido delante del mismísimo jefe de la cadena? Es casi diciembre y no sé si seré capaz de encontrar trabajo enseguida. En invierno no hay turismo en la costa como en verano en la industria hotelera y la ocupación baja de forma considerable. Tanto que no hacen contratos a 40 o a 36 horas, que son los que me convienen. Ni siquiera he trabajado tanto para ganarme el sueldo completo para poder permitirme mudarme de nuevo.
Por fuera parezco muy segura de mí misma. Por dentro la cabeza me da vueltas y el agobio crece cada vez más. La ansiedad se apoderará de mí en cualquier momento.
¿Qué he hecho? ¿Qué diablos voy a hacer?
Freno mi paso, abrumada por mis propios pensamientos.
Mientras respiro y espiro tratando de calmarme, escucho pasos detrás mía, temiendo que Vincent venga con intenciones de hacerme tragar las palabras que le he soltado con impertinencia.
—Así que, ¿quiere dejar el trabajo? —inquiere, llegando hasta mí.
Asiento con lentitud, cruzando los brazos, evitando enfrentarme a él, de nuevo.
—Meena —instintivamente lo miro, sorprendida porque es la primera vez que dice mi nombre sin cortesías. Me observa con una sonrisa ladeada —, y si te hiciese una propuesta que te cambiara la vida, ¿cambiarías de opinión?
"¿Es aquí dónde debo seguir mi destino o huir de él?"
***
¡Hola! ¿Alguien más esta nervios@ o soy solo yo? 🥹🖤
Creo que después de este capítulo puede cambiarlo todo... ¿qué opináis? ¿Qué hará Meena y qué es lo que quiere Vincent de ella?
Espero que os haya gustado tanto como a mí escribirlo, estoy emocionada hehehe.
Muchos abrazos, Neferet❤️🎀
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