Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

|17| ¿¡PRIMOS?!

   Escuchamos sus pasos detrás nuestra y no paramos.

   No sé cuanto tiempo ha transcurrido, pero he olvidado incluso que llevaba tacones. Corremos sin aliento y tenemos miedo de parar y encontrarlos a nuestras espaldas. Llega a un punto en el que me falla la respiración e intento soltar a Giovanni, pero no me lo permite.

   "Solo unas calles más" Intento animarme a mí misma.

   Continuamos durante varios minutos que se me hacen eternos, hasta que me quedo sin aliento.

   —Creo que no están —le digo cómo puedo, apenas con voz.

   Frenamos poco a poco y finalmente lo verificamos. No están, no de momento.

   —Entra por aquí, tengo que hacer una llamada rápida —nos metemos en otra calle.

   Es una calle con viviendas de planta baja a ambos lados, cubiertas con verjas. Se escucha a algún perro ladrar, pero continuamos hasta llegar al final, dónde comienza un descampado.

   —Giovanni, debemos salir de aquí.

   —Vendrá alguien a por nosotros, no te preocupes, estaremos bien —susurra, sin soltarme.

   Trata de tranquilizarme, pero no puedo. Aún sigo con todas las emociones a flor de piel, nunca mejor dicho. Me limpio el sudor con la otra mano y sigo sintiendo ese extraño calor emanar de mi piel. Sé que Giovanni lo esta sintiendo, de igual forma no se desprende de mi agarre.

   Nos agachamos y nos dejamos caer en el césped. Giovanni se trata de acomodar, adolorido. Se limpia la sangre en la manga de la camisa, antes blanca e impoluta. Lo miro, tratando de contener las lágrimas. Finalmente me suelta y a pesar de que mis venas sigan ardiendo, siento frío. Busca su teléfono y lo encuentra en su bolsillo trasero, con la mitad de la pantalla rota. No funciona.

   —Joder —masculla, dejándolo caer al suelo y apoya la cabeza contra la pared.

   Busco con rapidez mi móvil y se lo doy.

   —Usa el mío.

   Me mira fijamente, no esconde su perplejidad.

   Sé lo que está mirando.

   —No te preocupes, no es nada —miento. ¿Habrán aumentado las líneas rojas de mi ojo?

   Comienza a marcar un número y parece dudar, tarda varios segundos en darle a llamar. ¿Estará llamando a algún familiar? No puedo evitar recordar lo que dijo ese tipo sobre su familia... ¿Qué le tratan como un perro? ¿Será verdad?

   Se decide y le da.

   Esperamos.

   Se descuelga y habla un hombre al otro lado de la línea:

   —¿Con quién hablo? —escucha una voz conocida, una demasiado familiar.

   ¿¡Por qué lo llamó a él!?

   —Mándame un coche a la calle... —busca la ubicación exacta en mi dispositivo—57 Viale Carlo Zavagli.

   —¿Giovanni? Estoy ocupado. Tienes un chófer, úsalo.

   —Por favor... —suspira y pronuncia con dureza lo siguiente:—Ayúdame, no estoy solo.

   Puedo notar en su voz lo que le ha costado decir esas palabras.

   —Me debes un favor —contesta, cortante—. Recuérdalo.

   Cuelga, sin decir nada más.

   Mi cuerpo vuelve a arder.

   De todas las personas que existen o están disponibles, ¿¡tenía que ser él!?

   —¿De verdad? —le pregunto, alterada, notando mi cuerpo volviendo a arder—. ¿¡El maldito Vincent!? Me dijiste que no confiase en él y ahora, ¿¡tú lo haces!? ¿De veras crees que nos va a ayudar?

   Suelta un bufido y se pasa una mano por el pelo, frustrado.

   —Soy consciente de lo que te dije, Meena.

   —¿¡Entonces!? —respondo, sin poder controlar mis emociones. La ira, los nervios y la tristeza me inundan—. Giovanni, me he arriesgado para salvarte. Créeme, no me arrepiento de haberlo hecho, no te lo reprocho porque yo misma lo decidí, pero, ¿para que termines llamando a esa persona de todas las que podían ser? ¿¡Estás loco!? Esto es una locura, no sé cómo he acabado en esto. Tal vez yo estoy loca.

   —Meena, lo entiendo, ha sido mi culpa, yo...

   Lo interrumpo:—¡No ha sido culpa tuya! ¡Ha sido la mía! ¡Por que a pesar de todas estas mierdas que han pasado desde que te conozco no he podido evitar ir detrás tuya porque yo también siento algo!

  Por fin lo suelto.

   Crack

   En cuestiones de segundos Giovanni se pone en modo alerta y con una fuerza que pensé que no tenía por estar tan maltratado, me posiciona detrás suya y cruza un dedo en sus labios, pidiendo silencio.

   No escuchamos nada. ¿Nos habrán encontrado? Con lo que grité, para no.

   Esperamos y no oímos nada.

   Giovanni saca la cabeza con cuidado y la vuelve a meter rápidamente.

   —Estamos salvados. Vamos.

   Suspiro de alivio y nos levantamos. Me sacudo el pantalón, lleno de tierra mojada.

   Me cede la mano y la cojo, aunque hace pocos minutos le estaba gritando y confesando mis sentimientos. Salimos de nuestro pequeño escondrijo y vemos al principio de la calle un vehículo elegante y con pinta de ser muy caro.

   Ni me sorprende.

   Subimos con rapidez y el chofer no dice nada. Lo miro y lo reconozco. Es aquel que me llevo hasta Vincent el día de la ópera.

   —Ta oss hem till mig, snälla Niklas (Llévanos a mi casa, por favor Niklas) —le pide Giovanni al conductor, en ese idioma incomprensible para mí.

   Nos ponemos en marcha.

   —¿Eso es sueco? —le pregunto, poniéndome el cinturón de seguridad.

   —Sí, Vincent es sueco y lo prefiere al italiano, así que lo hablamos mucho.

   —¿Y aprendiste sueco solo por sus caprichos? —le pregunto, anonadada.

   Niega, con aspecto incómodo.

   —Ya sabía, aprendí muy joven el idioma —responde, sin añadir nada más sobre ello. Me quedo con ganas de saber más, pero cambia de tema—¿Estás bien? —susurra, aproximándose a mí.

   Lo miro y no sé en qué sentido lo pregunta. Me coge la mano y me la gira con cuidado, quedan a la vista mis venas de un leve color rojizo, ya menos marcadas.

   —¿Te ha pasado alguna vez? —pregunta con seriedad, y niego.

   —Es la primera vez —contesto, algo incómoda, mirando al hombre de Vincen, que mantiene la vista al frente.

   No me da confianza.

   —Luego lo hablamos, ¿vale? —comento, apartando las manos y escondiéndolas en los bolsillos de mi fina chaqueta.

   Acepta, mirando al tal Niklas.

   De pronto, el semblante de Giovanni cambia.

   —Niklas, jag sa åt dig att gå hem till mig, vart tar du oss? (Niklas, te dije que fueras a mi casa, ¿a dónde nos llevas?) —le dice, con un tono molesto.

   —El señor Tjäder me ha dado órdenes de ir a su casa —contesta Niklas en italiano.

   Miro a Giovanni con estupefacción. Esto sí que no.

   —Yo me bajo ahora mismo, me niego a ir. ¿¡Que estás tramando!? —replico, quitándome el cinturón y le pido a Niklas que pare el coche, sin embargo, no lo hace.

   Bloquea el coche.

   —El señor Tjäder ha dado órdenes claras.

   Contesta automáticamente, como un robot.

   —Meena, yo quería que fuésemos a mi casa, yo tampoco esperaba esto. Solo quiero que estemos a salvo.

   ¿Debería fiarme de él?

   —¿A salvo con Vincent? —pregunto con ironía.

   —No te pasará nada, ¿vale? —me asegura y pongo los ojos en blanco.

   No vuelvo a dirigirle la palabra, me dedico a mirar por la ventana, ignorándolo. Transcurre el tiempo y se me pasa volando mientras voy contando las señales de tráfico que vamos pasando. Por lo que sé, estamos lejos del centro, no se ve el mar, al menos desde este ángulo. No he apartado la mirada de la ventana, queriendo evitar toparme con Giovanni. Lo vi por el rabillo del ojo en varias ocasiones hacer el amago de acercarse a mí, pero se arrepentía a medio camino. Lo preferí. No sabía cómo tomarme esta situación.

   ¿Por qué debemos seguir las normas de Vincent fuera del trabajo? ¿Quién se cree? Me siento segura estando con Giovanni, pero es saber que estaremos en la propiedad de mi jefe y se me ponen los pelos de punta. Además, sabiendo que horas antes recibí una maldita invitación con otro vestido. Si sigue así me llenará el armario. Lo cual, sinceramente, no me desagrada, pero, no lo aceptaré. Soy una persona, es normal tener la tentación, pero aquí debe aparecer la fuerza de voluntad que creo tener.

   La velocidad va reduciendo y miro hacia delante.

   Hemos llegado.

   Las puertas automáticas se abren y aparece ante nosotros un camino rodeado de farolas de estilo victoriano y árboles que nos rodean hasta que llegamos la parte delantera de una hermosa vivienda, lo que creo que se conoce como villa italiana.

   No sé por qué me sorprende. Era evidente que una persona de la categoría económica de Vincent viviría en un sitio así, aunque no esperaba que fuese tan pintoresco. Altas paredes que llegan hasta lo que creo que puede ser la tercera planta, decoradas con colores claros y con varios balcones de piedra rodeándola.

   Es una mansión que va más allá de mi campo de visión. Salimos del coche y me quedo junto a Giovanni. Él no parece impresionado, ha debido de estar aquí antes.

   Niklas se adelanta, pero Giovanni lo frena.

   —Conozco el camino —le dice, cogiendo mi mano.

   ¿Yo en casa de Vincent con Giovanni? ¿Que podría salir bien?

   Subimos los escalones de piedra y la entrada de la casa es preciosa, una gran puerta de madera con detalles de bronce. Sin embargo, no nos dirigimos a ella. Giovanni va en dirección hacia la izquierda, llevándome con él. Lo sigo con rapidez, casi pisándole los talones en ocasiones para seguirle el ritmo. Rodeamos la propiedad y llegamos a la parte trasera. Más hermosa que la anterior. Es una zona cubierta de relax, con varios sofás y algunas estatuas abstractas. La parte exterior es un gran jardín iluminado por las mismas farolas de la entrada, y puedo percibir al fondo un tipo de paredes acristaladas cubriendo una superficie. ¿Es una piscina? Madre mía es enorme.

   Tengo la curiosidad de asomarme, pero Giovanni me conduce hacia la puerta trasera y entramos.

   —Si quieres, puedes quitarte los zapatos para estar más cómoda —comienza diciéndome— y te llevaré a una habitación para que te acomodes.

   Me abrazo a mí misma, insegura de estar aquí dentro.

   No mentiré, la primera impresión es buena. Creí que por dentro sería sosa y sin calidez. En cambio, es pura elegancia y confortable. De momento. No parece haber sido decorada por un hombre tan repugnante.

   Hago lo que me pide, ya que me sentiría avergonzada de manchar los suelos de mármol y las alfombras persas. Me ofrece unas pantuflas nuevas, las cuales acepto y que al ponérmelas creo volver a sentir mis pies. Volver a tocar el suelo con los pies rectos es una maravilla después de haber estado con tacones. Para dar un paseo son cómodas, para correr por todo un barrio no.

   —Tenemos que hablar, Giovanni —le digo, en voz baja, mirando a mi alrededor, temiendo que Vincent aparezca en cualquier momento.

   —Lo sé —se quita también los zapatos, en el mismo estado que los míos—. Sígueme.

   Cojo mis sucias botas, llenas de barro y lo sigo por las estancias.

   Siento que en cualquier momento nos cruzaremos a Vincent. ¿Dónde estará? Tal vez aún no llegó. ¿Qué debería hacer? Quedarme con Giovanni implica estar en esta casa. A lo mejor, podemos escaquearnos. No tenemos por qué estar aquí. ¿Que diablos querrá Vincent de nosotros, de Giovanni?

   Mientras cruzamos las estancias, aprecio la casa. Atravesamos un espacioso salón, que imaginé que sería una sala de estar con una gran alfombra de piel de oso y Vincent estaría en sillón esperándonos con dos perros junto a la chimenea. La imagen de villano de película desaparece y es sustituida con la realidad. Una amplia sala con todo tipo de muebles de madera, sofás de piel y cuadros de arte que desconozco. Las paredes de la mayoría de habitaciones son de colores claros, creando armonía con el espacio.

   Llegamos un pequeño rellano, dónde hay una escalera en forma de caracol y una mesa circular con bellos detales en las patas. Giovanni se apoya en ella.

   Me aproximo a él con rapidez.

   —¿Estás bien? ¿Te duele mucho? Deberíamos ir al hospital—le sugiero, sin poder ocultar mi preocupación.

   —No te preocupes, solo fueron unos golpes de nada —contesta mostrándome una sonrisa débil.

   De pronto, escuchamos una puerta abrirse. Miramos al mismo tiempo hacia el pasillo de delante.

   —Espérame arriba, no tardo —me dice y esta vez no dudo.

   Debe de tratarse de la llegada de Vincent y el máximo tiempo que pueda evitarlo es agradecido. Hago lo que me pide, sin embargo, me quedo la mitad de la escalera, expectante a ver si escucho algo.

   Primero, diferencio la voz de Niklas, seguidamente unos pasos fuertes que cada vez están más cerca.

   —Vilken glädje att se dig här (Qué alegría verte por aquí) —distingo la voz de Vincent, parece estar burlándose por su tono de voz irónico.

   —Det var inte valfritt (No ha sido por voluntad propia) —responde Giovanni, con seriedad.

   Vincent suelta una risa seca.

   —Du har blivit slagen mycket, du kunde ha försvarat dig (Te han golpeado bien, podrías haberte defendido).

   ¿¡Qué estarán diciendo!? Así no merece la pena escuchar a escondidas.

   Se me escapa un resoplo y me tapo con rapidez la boca.

   —Vaya... —dice, tras una breve pausa—. Era verdad, no estamos solos. Veo que has vuelto a hacerte el héroe.

   —Sluta med dina absurda skämt. Jag kom bara hit för att jag inte hade något val (Deja tus absurdas bromas. Solo he venido aquí porque no he tenido opción).

   —Habla en italiano, que no te puede entender sino, ¿verdad, señorita Meena? —me pongo blanca.

   ¿Cómo ha sabido que se trataba de mí?

   Oigo pisadas cercanas. Me asomo y veo una mano en el pasamanos de piedra. La manga es negra, de traje. Es Vincent.

   Me ha pillado. ¿¡Qué hago!? ¿Subo las escaleras y me hago la tonta? ¿Y si se atreve a hacerme algo? ¿Sería capaz? Totalmente. No tengo dudas.

   —¡Déjala en paz! El asunto es entre tú y yo —lo confronta Giovanni, y veo que tira de él.

   —¡En mi casa no me dirás lo que debo o no hacer! —responde Vincent airado.

   ¡Madrea mía! ¿Y si le hace algo a Giovanni?

   —Recuerda que estoy en el testamento, aún no es tu casa —contesta Giovanni, dejándome de piedra.

   ¿Cómo? ¿Qué quiere decir? ¿Eso quiere decir que...?

   —Cierto. Pero, no olvides lo que soy capaz de hacer. No cruces la línea —hace una leve pausa y continúa:—primo.

   ¿¡CÓMO!? ¿PRIMOS? ¿SON FAMILIA?

   ¿Tjäder y De Rosa? ¿Primos? Con personalidades tan diferentes, su apariencia más desigual aun. Aunque, siempre que he estado entre ellos ha habido un ambiente tenso y competitivo. Ahora todo tiene sentido. O, ¿es más confuso?

   —Meena, vámonos —me llama de pronto Giovanni.

   Suspiro, es mejor bajar.

   —Si eres aunque sea un poco inteligente, sabes que te conviene quedarte aquí hasta que arregle tu estropicio. No se atreven a entrar aquí —explica Vincent, más calmado.

   Freno mi paso.

   —Tuve que hacerlo.

   —No hay justificación, una mujer cualquiera no es una causa válida.

   Mi pecho se oprime. Está hablando de mí.

   —¡No hables así de ella!

   —No vuelvas a entrometerte en el camino de los D'abrosca porque has puesto en peligro a nuestra empresa, nuestra familia, otra vez. Hablaré con Franscesco D'abrosca. Id a las habitaciones de invitados y no me molestes más por hoy. Ah, y no olvides que me debes un favor por haberte ayudado.

   Termina de hablar y oigo unas pisadas alejándose y otras subiendo los escalones. Siento alivio al ver a Giovanni acercándose a mí, pero apenas me dirige la palabra. A pesar de que quiero preguntarle muchas cosas, mantengo silencio por todo de lo que he sido testigo.

   Subimos hasta la segunda planta, en la que hay varias puertas. Frenamos en una de las últimas, al final del pasillo.

   —Puedes quedarte en esta, si necesitas cualquier cosa estoy en la habitación de al lado.

   Sin decir añadir nada más, entra en su habitación y me quedo sola en el pasillo. 


***

¡Holaaaa! ¿Cómo estáis queridos lectores? Espero que super bien y vuestros proyectos de trabajo o escuela estén saliendo. Ya en poco tiempo en Navidad, ¿os gusta esta época del año? A mí personalmente me encanta y es el primer año que la voy a celebrar después de unos años difíciles hehehe, así que me hace ilu 💖

¿Qué os ha parecido el capítulo? ¿Vincent y Giovanni primos? ¿Esto explica muchas cosas? O ¿no? Dejadme en comentarios que os parece, y ¿pasará algo entre Meena y Giovanni ahora que admitió que siente algo por él? Próximo capítulo el domingo 8.

Muchos abrazos, Neferet💖

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro