|14| ROBO
Me desperté esta mañana, aturdida, helada de frío.
Anoche, después de hablar con Gabi, dejé la terraza abierta a pesar del frío porque necesitaba aire. Sentí que me quedaba sin él si la cerraba, comenzaba a hiperventilar y no podía controlar mis nervios. Pensé que no podría dormir, pero tuve que caer rendida después de las tres.
Mi última esperanza, la poca que tenía en Giovanni, de que fuese todo un error y de verdad tuviese una explicación, desapareció. No podía creerlo, él sabía quién era el asesino, tal vez era cómplice. Sin embargo, ¿cuál era mi posición en todo esto? Yo había sido testigo del acontecimiento, y no había hablado con las autoridades en ningún momento. Al principio quise hacerlo, pero me fie de Giovanni. Y al llegar a Rímini tuve miedo y decidí dejarlo de lado. Tal vez, si hubiese hablado yo misma del asunto a la policía no hubiera sido demasiado tarde, o, quizás a los asesinos no les habría dado tiempo a huir.
¿Era demasiado tarde? ¿Qué pasaba si iba a comisaría y contaba todo? No tenía ninguna prueba, ni de lo que pasó ni de Giovanni. Nada. Seguía pensando qué hacer, no tenía claro si denunciar a Giovanni, porque entonces sería yo también cómplice porque habían pasado unas semanas desde lo que sucedió.
No sabía qué hacer.
Traté de ponerme en contacto con Ura, indecisa de si debía continuar en Rímini, no me veía capaz de seguir en ese trabajo, tanto por Vincent como por Giovanni. Pensé que no me lo iba a coger, generándome más preocupación de la que tenía, pero, afortunadamente atendió la llamada.
Pero, no fue cómo esperaba.
—¡Ura! He estado intentando localizarte, ¿te volvió a fallar el móvil? —le pregunté, más calmada.
—Te llamo después, estoy ocupada.
Contestó escuetamente y colgó, sin darme alguna otra explicación.
Desde que había llegado a Rímini estábamos más distantes. Tal vez eran paranoias mías, pero no me gustaba por dónde iba esto. Ella nunca había sido cariñosa y al principio me afectó, sobre todo porque no podía asimilar la muerte de mis padres y era solo una adolescente, pero con el tiempo entendí que era su personalidad. Al menos, cuidaba de mí, como ella podía.
Cuando fallecieron mis padres, los servicios sociales pensaron en darme en adopción, ya que no tenía ningún tutor legal. Esa idea me aterró porque yo no quería irme a ningún sitio, quería seguir en mi casa, la que tanto esfuerzo les supuso a mis padres, y recordé que tenía una familiar con la que mis padres sí hablaban. Era Ura, la hermana mayor de mi padre. Hablé con ella y accedió a venir para cuidarme.
Las primeras semanas fueron extrañas ya que no la conocía, pero si mis padres habían mantenido el contacto con ella era por algo. Cuidó de mí y yo tuve que esforzarme mucho, ya que ella no conocía el idioma. Después, encontró el trabajo en un restaurante y desde entonces llevaba en él fregando platos y ocupándose de la limpieza. Hizo también alguna amistad y poco a poco comenzó a aprender italiano. Me ayudaba con la deuda y me escuchaba. No podría decir que era como una segunda madre, pero la quería y básicamente era lo único que tenía.
No quise darle importancia, ya que dijo que me llamaría después.
Desayuné, me duché y fui al trabajo.
Solo pude pensar en Giovanni en el trayecto, en cómo iba a enfrentarlo. ¿Qué iba a decirle? ¿Cómo podía plantarle cara? ¿Cómo podía hacerle confesar? Acaso, ¿fue un error no dejar que se explicase? O, ¿solo iba a continuar manipulándome? No lo sabía, y no sabía si estaba preparada para hacerlo. Tal vez, lo mejor era irme de aquí y volver a la monotonía tranquila de Verona, en mi casa y con mi familia. Había sido un error venir aquí.
Cuando llegué, saludé a Fiama, la cual sonrió incómoda. Por un momento, había olvidado lo que sucedió ayer. El drama con Vincent. Ese era otro motivo que se sumaba a la lista de dejarlo e irme por dónde había venido. Tal vez, Pietro Costa podría readmitirme, pero, Vicent era el jefe absoluto, lo descubriría. Bueno, entonces, siempre podía irme con la competencia.
Oí el jaleo en el vestuario de las camareras, sin embargo, cuando entré todas se callaron.
"Genial, la ley del hielo", pensé.
—Nos vemos luego, que ha llegado la cagna (perra) —dijo la maldita de Roxana.
Ayer me trataba con simpatía, incluso poniendo a parir a Fiama delante mía y ahora era yo su enemiga. Era otra de las que había alabado a Vincent y solo pude ver la envidia en su cara. Seguramente, estaría diciendo barbaridades de mí. Quise contestarla, pero se fue, rodeada de las otras, soltando burlas.
—No les hagas caso, verás que la semana que viene está olvidado —escuché la voz de Bianca y me sorprendió.
Me crucé de brazos, mirándola.
—Pues ayer no parecía que pensases eso.
Contesté, abriendo la taquilla y cambiándome. No me importaba que me viese en ropa interior.
Me dirigí al espejo y me coloqué bien la blusa, viendo en el acto la quemadura en la parte baja del cuello, dónde había estado mi collar. No podía evitar sentir el dolor de haberla perdido, ya que la llevó mi madre en su día.
Sacudí la cabeza, evadiendo esos pensamientos y subí mi camiseta interior.
—No te voy a mentir, Meena —dijo Bianca, acercándose al espejo, pintándose los labios —. Me sorprendió, pero, somos adultas, cada una tiene sus asuntos, y a mí no me gusta que nadie se meta en los míos. Así que, por mí como si no hubiera pasado nada.
Asentí extrañada, pero al menos una del grupo debía ser madura, ¿no? Salimos y nos pusimos a la obra. Hoy había habido mucho trabajo. Teníamos más habitaciones de las habituales, pero nos las contaban como horas extra, lo cual era más dinero, por lo que acepté sin problema.
Nos tocó varias habitaciones en la misma planta, así que cada vez que nos cruzábamos charlábamos un poco. Agradecía tener al menos una amiga, sino me iba a volver loca.
Una de las ventajas de este trabajo es que mientras lo hacía estaba en mi propio mundo, pensando, hablando conmigo misma, decidiendo que hacer y suplicando a la vida no cruzarme con Giovanni. Terminé de hacer la cama de la habitación 415 y fui a por la aspiradora. Mientras iba a por él, noté mi teléfono vibrando en mi bolsillo y lo cogí. Era Ura, por fin.
Volví a la habitación con rapidez y lo cogí, dejando la puerta entreabierta.
—Hola Ura, ¿todo bien?
—Sí Meena, más o menos —respondió, con su acento notable.
Nunca hablábamos en hindi, o casi nunca, entendía lo básico y con el tiempo habíamos hablado italiano para que Ura se adaptase.
—¿Pasó algo? —pregunté, nerviosa.
—Bueno, no quise asustarte, por eso no te lo conté. La noche pasada intentaron entrar a robar a casa.
Me dio un vuelvo al corazón.
—¿¡Cómo!? ¿Te hicieron algo? ¿Robaron algo?
—Estaba en el trabajo, el chico alquilado fue quien llegó tarde de su trabajo y vio a los ladrones y estos hmmm, ¿escapar? —explicó cómo pudo, mientras tuve que tomar asiento, sintiéndome mareada —. Dejaron todo revuelto, no robaron nada, solo tiraron todo. Mis cosas y tus cosas, todas en el suelo.
Me recorrió un escalofrío.
—¿Habéis llamado a la policía?
—Sí, pero no nos han hecho mucho caso. Han dicho que investigarán, pero falso. Ellos nunca hacer caso a pobres como nosotros. El chico alquilado se ha ido, no quiere seguir en piso.
—Madre mía, no me lo puedo creer.
—No te preocupes, aquí no hay nada de valor, no volverán —dijo, tratando de tranquilizarme, pero, no podía quitarme la sensación de disgusto y miedo.
No tenía un buen presentimiento.
—Mira, Ura, lo he estado pensando y quiero volver a Verona, contigo. No me gusta estar aquí, no es mi sitio. No me gusta cómo me trata mi jefe, incluso tiene unos comportamientos abusivos. Con mis compañeras también tengo diferencias. No sé. No debí venir aquí. Así que, dejaré esto cuando se acabe el mes y volveré.
—¡No! ¡No puedes volver! —gritó, dejándome sin habla al otro lado de la línea —Debes quedarte, no puedes huir de tu destino.
—Ura, pero, ¿por qué no dejas de decir estas tonterías? ¿No prefieres que estemos juntas? Encima, después de que han entrado a robar, no estaré tranquila —intenté razonar con ella, pero seguía diciendo que no.
—Tú seguirás ahí, es más dinero, aquí no debes volver. La deuda es muy grande aún, con tu sueldo de aquí no llega—replicó.
Me dolió su respuesta, parecía que solo le importaba el dinero a pesar de haberle dicho que no estaba a gusto. Por ese motivo, siempre sentí una barrera entre nosotras. En ocasiones, era muy fría. Pero, la quería de igual forma. Era mi familia.
—Está bien —finalicé, dispuesta a colgar, sintiendo un vacío.
—Meena...
—¿Sí? —respondí, esperanzada a que tuviese unas palabras de cariño.
—Necesito que me adelantes algo, mi sueldo no me da para unas facturas.
Me desinflé, pero, como siempre, le dije que sí. Comenzaba a tener menos de lo esperado.
Había venido con casi mil euros, y poco a poco, con gastos necesarios y tontos (como los ochenta euros del taxi), me iba quedando menos de lo esperado cada día. Y ahora con una generosa transferencia a Ura, me iba a quedar sin blanca. Hasta principios del mes, no más gastos tontos.
Colgué y me quedé en la silla un par de segundos. Qué duro era, sobrevivir.
Me levanté de sopetón cuando escuché un ruido proveniente del pasillo, lo que hizo que espabilase.
Fui con rapidez a al office a por el aspirador, donde lo dejó Bianca, y vi cómo la puerta del cuarto del ascensor se cerró. Tal vez fue una de mis compañeras que habría venido a por amenities a esta planta, en vez de haber llenado la suya. Pero, yo también lo habría hecho, el tiempo corre y todas queremos nuestras habitaciones hechas e irnos a casa.
Pasó la mañana y terminé con rapidez, apenas tuve una pausa, solo para beber agua de vez en cuando y compartir con Bianca alguna que otra palabra.
Fui una de las primeras en terminar, recogí mi pasillo y lo fregué. Después, fui a los vestuarios. Terminé de vestirme y meter el uniforme en una bolsita y meterlo en el bolso. Mañana tenía el día libre y el día siguiente también. Menos mal, porque no quería ver a Giovanni, así me daba tiempo a pensar qué hacer. Aunque, después de mi conversación con Ura, creía saber cuál iba a ser mi decisión: Continuar en el Hotel Varg.
Entró Bianca al vestuario, arreglándose el pelo y el pintalabios. Lo tenía corrido.
—¿Ya te vas? —preguntó, cogiendo papel y limpiándose el rostro.
—Sí. Nos vemos la semana que viene —me despedí.
—Un momento —la miré, expectante —. Yo mañana tampoco trabajo, así iba a salir con unas amigas a tomar algo esta noche, ¿te apuntas? Todavía no has salido por aquí, ¿no? —vio la duda en mi rostro, por lo que se apresuró a contestar: —No es ninguna del hotel, tranquila.
Suspiré aliviada y pensé que una distracción me vendría bien. Le dije que sí, más tarde me mandaría por mensaje el bar.
Llegué a casa y me duché, después me hice algo para comer, una pasta con salsa de tomate y me puse a hablar con Gabi, la cual me contó que no había escuchado nada más sobre el asesinato del deán, que las autoridades lo llevaban con prudencia, solo pocas fuentes lo sabían. El Vaticano se había metido en el asunto, buscando un culpable. El conocido de Gabi se había enterado a través del amigo de un amigo. Ni siquiera lo habían anunciado en las noticias.
Gabi me pidió que no dijera una palabra porque era una situación muy compleja y hasta podría ir a la cárcel. Iba a hacer lo que me pidió, pero, no prometí no volver a hablar con Giovanni, necesitaba de su parte una respuesta. Fuese la que fuese.
Habían pasado las horas y me encontraba delante del espejo, arreglándome.
Bianca me había mandado el local al que íbamos a ir, dijo que podía vestirme con ropa casual, incluso sexy si quería. A sus amigas les gustaba ir a bares a beber cervezas y luego a darlo todo en una discoteca. Estaba indecisa. Así que, al final decidí ponerme una blusa que me regaló Gabi. Era de color azul marino con purpurina, sin hombros y manga larga. Me quedaba apretada, dejando a la vista una joya brillante en mi ombligo, un recuerdo de la adolescencia. Unos vaqueros negros apretados y unas botas de tacón. Por último, una chaqueta de cuero. Creo que era perfecto para la salida.
Espero no haberme pasado, ¿debería ponerme algo más sencillo? Le pregunté a Gabi, junto a una foto en el espejo y me dio su aprobación.
Me maquillo, un poco de rímel y pintalabios de color marrón, que me queda muy bien. Me falta un poco de perfume y saldré, seguramente iré andando, no está muy lejos. Solo quince minutos andando. Las botas de tacón son cómodas, así que no habrá problema.
De pronto, mientras me pongo a hacer la cama, llaman a la puerta. ¿Quién puede ser?
Me pasan un sinfín de personas y me invade el miedo.
Voy hacia ella, haciendo ruido con los tacones, lo cual intento disimular, pero, es tarde. Se ha debido de escuchar. Miro por la mirilla, pero, no hay nadie.
¿Se habrán confundido?
Espero uno segundos y decido abrir. La luz está encendida, pero, no hay nadie, pero, sí algo.
No puede ser, ¿otra vez?
***
¡Hola! ¿Cómo estáis? 💖💖
Espero que os guste este nuevo capítulo.
¿Qué os ha parecido lo del robo? ¿Giovanni es inocente o está aliado con los asesinos? ¿Y, que ha visto Meena en su puerta? La semana que viene lo descubriréis!💖
He pensando que iré subiendo capítulos todos los domingos, ¿qué os parece?
Un abrazo fuerte y espero que estéis muy bien, un abrazo, Neferet💖
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