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Cap40: El apellido Walker debe morir

Esta noche soy yo quien decide ir a los aposentos de Victoria tras seguir sus pasos. Me adentro en estos y la encuentro abrazando las almohadas mientras solloza. Últimamente lo hace seguido en mi presencia.

¿Ella llorará cuando está sola?

—Victoria, hoy pasaré la noche aquí contigo —le comento sentándome en la cama y acariciando su cabello. No responde nada—. No vengo a hacer lo que pediste, solo estoy acá para que no duermas sola.

Le comento recostándome en la cama a su lado, la abrazo y ella hunde la cabeza en mi pecho deteniendo el sollozo.

—Él no iba a dejar que pasase —le aclaro sin obtener respuesta.

Solo ella puede saber qué pasa por su cabeza, solo ella puede entender sus emociones, pero se aferra a mí en su abrazo. No logro dormir, me mantengo acariciando su cabello hasta que levanta la mirada para verme un poco más calmada.

—Gracias...por rebelarte contra padre por mí —responde ella besando la comisura de mis labios y dejando mi cabeza más confundida sobre mis acciones.

No puedo hacerte daño Victoria, no si actúas así.

Dejo escapar un largo suspiro por su gesto y la abrazo con más fuerza contra mi cuerpo regresando su cabeza al sitio que estaba. Dejándome cerrar los ojos y confiando en que ella cuide mi sueño.

Sobre la salida del Sol vuelvo a mi habitación y es cuando me entero de los rumores que circulan por todo el castillo, sobre el asunto de la reina.

Tras varios anuncios se decidió establecer un mes de luto y cuando muera el rey harán la coronación oficial del prometido de Victoria, de Frederick. Realmente no sé si decirle ese nombre u Oliver.

Algo que sí no quieren retrasar es la purificación de los brujos. Walker y "Oliver". Serán quemados hoy, tendrán una ejecución pública supervisada por la iglesia. ¿Quién podrá predecir que al que se quemará vivo es al verdadero heredero de este país?

Todo el que se cruza con los Roosevelt acaba en la ruina...

El pueblo se reúne en la plaza lleno de vítores. Piden la muerte de los traidores que practican la brujería. Incluso niños están llenos de alegría por esto. ¿Saben ellos que Walker ha abogado por qué su realidad y actual vida sea así de segura? Nadie lo sabrá, y ahora le odiaran.

En lugar de reunirme donde la realeza y personas de alta clase, me cuelo entre la multitud acercándome hasta el podio lo más que puedo. Observo cómo terminan de montar los cuatro pedestales de madera, dos más para las sirvientas que le acompañaban.

Veo a mi socio de negocios llegar esposado, su rostro está perdido, su alma también. Debe ser duro el saber que su hijo fue capaz de dejarle en esa posición, de entregarle por amor o simple estupidez.

Incluso si asesinó a varias personas por su esposa, no, realmente no lo creo capaz de eso. Aunque la amara en demasía no le creo capaz de tomar esa medida.

Sus cabellos rojos están sueltos, los lleva hasta la altura de la cintura y todo desordenado mientras lo ondula el viento. Las ropas son blancas y sueltas dejando al descubierto su pecho por la abertura de los cordones.

Es la primera vez que veo su rostro tan ido.

El verdugo lo hace subir al pedestal para amarrarlo mientras el cura de la ciudad bendice estos objetos de madera. Sus ojos sin vida se cruzan con los míos y trato de que me preste atención, pero no lo hace. Hago como la multitud, aclamo su nombre y luego en voz baja digo "gracias".

Ciertamente me maldijo, pero me enseñó demasiadas cosas. Llegué incluso a verlo más como a un padre que al mismo Lewelyn. Walker me enseñó que hay grupos que sufren fuera de los humanos, que el más fuerte manda e incluso, que a veces hay que tomar los caminos más retorcidos para lograr un bien mayor. Pero no abandona a quienes lo necesitan aunque el precio sea grande.

Justo a mi lado se para un hombre que grita barbaridades a William. Le pide su muerte y que arda en el infierno, incluso menta a su progenitora. Yo por mi parte noto lo débil que soy, ni siquiera logro salvarle de esta, no tengo cómo, solo soy un simple humano.

"Lewis, solo pídelo y ven a mí", dice una voz en mi cabeza, una muy parecida a la de los demonios.

Veo a las personas empezar a lanzar tomates y toda comida que se encuentran. Incluso golpean su cabeza con piedras haciendo que la sangre se mezcle con sus cabellos.

—¡Suéltenme, soy el verdadero príncipe de Axtrinia, esto es un error! —Aclama Frederick en el cuerpo de Oliver mientras es llevado a la hoguera. Ese es al primero que prenden en fuego por sus "afrentas".

Pobre príncipe, incapaz de ser reconocido por su pueblo, perece a manos de este por los pecados de un impostor. Gritos desgarradores ante el fuego, gritos de súplica por terminar con este infierno salen de su boca mientras la piel se le calcina

¿Oliver de verdad es el protagonista masculino de este mundo?

Una vez escuché que en un incendio lo primero en derretirse son los ojos.

Debe doler.

Escucho ya molesto al hombre de mi lado y se me ocurre una loca idea. Apuñalo su cuerpo con una de las agujas sedantes y lo sostengo. Está dormido, está sedado.

—¡¡William Walker!! —grito dejando que llegue mi voz a sus oídos para dejar caer el cuerpo inconsciente al suelo y perderme en la multitud.

No se sí él puede. No sé si lo logrará, pero en este momento solo deseo que sea capaz de llevar su alma al cuerpo inconsciente.

No lo vi arder, pero no se escucharon los gritos provenientes de ese cuerpo. El brujo de los cien años ni siquiera pidió clemencia.

Su hijo lo traicionó, dio todo lo posible por salvar a su esposa y protegió como pudo a los humanos y brujos. Aun así, por tratar de detener a los Roosevelt, a mi padre, es visto por el mundo como un villano, como un monstruo.

¿Este será también mi destino?

El destino de los que son vistos a ojos del mundo como demonios sin corazón.

Por primera vez desde que llegué a este mundo decido ir a beber, este día con olor a cuerpo calcinado lo quiero pasar en una taberna bebiendo con extraños.

Me ahogo en alcohol mientras escucho a estúpidos hablar mal del brujo que me maldijo y arruinó mi vida. En lugar de alegrarme, termino por dejarlos inconscientes en el suelo.

Golpeo a uno con una silla, a otro le demuestro todo el entrenamiento que mi padre me enseñó en los combates cuerpo a cuerpo. El peor es un grandullón que alardea de haberse encamado con la esposa del brujo. Termino por golpearlo tanto que otras personas me tienen que separar y lanzarme fuera del bar o este fuese su último aliento.

Llego borracho a uno de los callejones, mientras me apoyo de las paredes, para dejarme en el suelo. Es posible que caiga en un coma etílico, nunca había bebido tanto. Solo se me ocurrió que de esta forma podría parar los pensamientos en mi cabeza.

No sé si brindé por él o por mi actual situación ante las posibilidades de sobrevivir.

No creo poder cambiar mi destino...

Solo queda aceptarlo.

Veo a Walker delante de mí, lo imagino cargarme. Cuando lo observo bien, sus cabellos ya no son rojos, solo castaños como los del hombre que dormí en la plaza durante la ejecución.

—Siempre con planes tan desesperados y estúpidos —dice una voz desconocida que hace que mi corazón se estruje—. Aunque no puedo estar en este cuerpo mucho tiempo y pronto mi alma lo abandonará.

Walker yo...le admiro —digo balbuceando por la borrachera que carga mi joven cuerpo—. Esos ineptos de la plaza no saben nada, merecen que les azoten y hagan tragar sal.

—No sea tan impetuoso, joven Roosevelt —responde el extraño mientras me lleva, ni siquiera puedo enfocar su rostro.

Si estás vivo, así no podré reconocerte, déjame verte bien, maldito brujo.

—No debía morir así... es cruel e injusto —respondo.

—Es una lástima que no fuese una mujer usted, se hubiese ganado mi corazón con esos actos —dice él con su tono usual de broma.

—Vuestra estúpida maldición sí funcionó. Desgraciadamente terminé siendo mujer... y un humano —digo volteándome para vomitar a lo que él me deja en el suelo.

—Eres sorprendente, Lewis Roosevelt —me comenta dando palmaditas en mi espalda.

—No sea un sueño, no muera —respondo apoyado de rodillas en el suelo soltando las palabras entre la tos y arcadas—. Oliver se equivocó, yo no, no muera, imbécil.

—No le puedo asegurar eso, realmente no creo tener una forma de sobrevivir, pronto mi alma será expulsada de este cuerpo, solo vine a despedirme —argumenta él y me levanto para darle un puñetazo en el rostro.

—Siempre hay una forma. Siempre la hay —digo antes de perder la conciencia y caer al suelo.

Las esperanzas de que quizás esto no sea una confusión de borracho afloran en mí.

Pero hay algo que debo recordar.

El apellido Walker, hoy murió.

Despierto en medio de un callejón en la noche y mi cuerpo está cubierto por un abrigo lleno de remiendos. No puedo creer que haya sido tan descuidado. Tengo un fuerte dolor de cabeza y la noche se asoma en las calles, deben haber pasado unas diez horas.

Evito demorarme más y sigo mi camino al castillo para ser regañado por mi padre al enterarse de que estuve llenando mi cuerpo de alcohol en una taberna de mala muerte.

El reino ha declarado un mes de luto donde todas las celebraciones han sido canceladas. Yo por mi parte, le pedí a Lewelyn regresar a nuestras tierras, estaré ocupándome de los asuntos de casa hasta que regresen, lo cual debe ser en unas semanas.

Mientras voy en el carruaje de regreso, tomo una hoja que encontré en el abrigo que había sobre mí en el callejón. En esta hay una línea simplemente, junto a una firma.

"Si no nos encontramos en esta vida, será en el más allá, pero algún día nos volveremos a ver, señorita Lewis Roosevelt."

Firma: su principal admirador.



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