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Cap31.2: La mariposa del futuro torcido


Siento los brazos de Oliver cubrirme y me desplazo hacia el frente pensando que podría ser Lewis, ilusa. Me muestro molesta cubriendo mi cuerpo y dejándole ver mis ojos rojos.

—¿Qué haces aquí? —exijo.

—Vine a ver como estaba. Prometí cuidarle y estar a vuestro lado —dice él y sonrojado posa su atención en la pared para no observar mi cuerpo desnudo.

—No tiene que presentarse aquí. Si mi padre le ve le matará. Es más, yo le asesino si me arruina esto —digo y me cubro con el vestido que traía antes.

Lo siento, mis mejillas estallan en rojo por los nervios, no puedo con esta vergüenza.

—Victoria, no tiene que casarse si no lo desea. Si quiere huir, yo le ayudo. No tiene que vivir este tormento. No se casaría con un extraño. —Parece que quiere decir algo más, pero su mirada se entristece un poco—. Yo sé que ama al heredero de los Roosevelt.

¿Amo a Lewis?

No, fuera de eso, ¿qué le importa? ¿Por qué ayudarme y más si amo a Lewis? ¿Se supone que he trabajado para gustarle a Oliver y ni eso ha funcionado?

—A mí no me gusta Lewis. Es un asqueroso y maldito... —casi lo digo, que es humano, pero me trago mis palabras—: es una basura. ¿Yo he trabajado todo este tiempo en gustarle a usted y me sale con eso? No, yo los voy a matar a todos ustedes.

¡Yo no soy inútil!

—Sí, yo la amo, no sé por qué desea gustarme, ni que va a hacer con eso. Sé que es inútil y si lo hizo a drede, felicidades, da igual. No dejo de reconocer que ama a su hermano. Desde pequeños me lo dejó claro. No entiendo por qué quiere estar aquí —me dice él en un tono calmo, como derrotado.

—Lewis me dejó venir. Él quiere también esto y yo igual —digo dejando caer la ropa y vistiéndome con los atuendos de dormir a sus espaldas.

No pienso virar a esa cena.

—¡¿Él le dejó ir así?! —expresa Oliver acercándose a mí para luego volver a cambiar la mirada ante mi atuendo a medio vestir.

—Yo le voy a entregar este reino. Yo voy a poner en alto a los Roosevelt —digo orgullosa y siento cómo me aprisiona entre sus brazos.

Intento liberarme, pero no cede, solo me abraza y acaricia mi cabeza. Su cuerpo es cálido, sus brazos fuertes. Yo no lo entiendo, Oliver me recuerda tanto a Lewis de niño, luego Lewis cambió, luego me gustó su cinismo, su forma de poder librarse de todo. Yo me quedé atrás y es cierto, últimamente siento que ni me mira, antes a la mínima distancia él saltaba las alarmas conmigo, ya ni se molesta.

—Necesita descansar, Victoria. No tiene que satisfacer los deseos de todos. Da igual, si es un Roosevelt o no —me dice Oliver sin soltar mi cabeza ni detener las caricias.

¿Por qué su voz es tan dulce y empalagosa?

Me da asco.

Eso es malo.

Lo dulce y empalagoso.

Es infantil.

—Oliver, a usted en mi familia le hubiesen matado sin vacilación —digo con el mismo tono frío que usaba antes con Lewis.

—Lo sé y me da igual, detesto a los Roosevelt, son demasiado sádicos —me confiesa él sin detenerse.

—Yo soy así —digo ante sus palabras.

—Fue criada ahí, aun así, seguía fugándose a mi casa a jugar casi todos los días desde hace cinco años —responde Oliver.

—Quería enamorarle. Hacer que alejase a su padre de Lewis para poder tenerlo de vuelta —le respondo con desgano.

—¿Y no lo logró en cinco años? Podría haberlo hecho si me lo pedías. Haría cualquier cosa porque sonrieras, Vic —dice el nombre que me dijo de niña y le abofeteo.

La marca de mis dedos se queda en su mejilla mientras se acaricia la zona como si fuese preciado el hecho de que le tocase.

—Lárgate, maldita escoria —grito para apartarlo y siento cómo en el forcejeo le hago daño con mis uñas en sus brazos.

—Ve voy, estará bien, pero no creo que Lewis sea bueno para usted. Vic, voy a ganarme vuestro corazón. Si se propuso conquistarme, lo logró. Yo también lo haré —me dice él antes de soltarme.

Veo la sangre salir por su camisa blanca. Mis ojos se llenan de un rojo intenso, tengo hambre. Llevo más de veinticuatro horas sin comer y tuve que vomitar la comida humana. Mi cuerpo se encuentra debilitado por estos hechos.

—Oliver —digo acercándome a él, voy a usar la hipnosis en sus ojos, pero antes de hacerlo él me deja libre su cuello, me invita.

—Tranquila, mejor que me lo hagas a mí, antes de que te metas en líos —me dice y me rodea con sus manos por la cintura.

Pensé que sería más desagradable, que el tacto ajeno me molestaría. Pero mientras coloco mis labios en su cuello y clavo los colmillos en este, la succión de la sangre cálida hace que mi corazón se acelere.

Amo la sangre, es mi poder, es deliciosa. La de los brujos tiene un toque diferente y exótico, nunca como la de Lewis, pero no está mal. Deslizo los dedos por la herida y separo el rostro del cuello para ver a Oliver a los ojos. Él se ríe de mis labios llenos de manchas.

Veo la imagen de esas dos personas copulando, la veo de nuevo y tengo una idea.

No puedo manipular a un hombre a quien le atraigan otros hombres, pero ya tengo a Oliver, quizás.

¿Lewis, me perdonas? Lo hago para entregarte este reino.

Te entregaré todo este lugar. Lo hago por eso.

Con suavidad llevo mis labios a los de Oliver y dejo un suave beso en estos. Él aumenta la presión de sus manos en mi cintura y profundiza el contacto de nuestras bocas, ambos somos inexpertos en esto.

¿Dónde Lewis obtuvo esa forma de besar tan...experimentada?

Cierro los ojos y me dejo llevar por el impulso, siento el cosquilleo en mi abdomen, pero me separo con temor a continuar. Mi mente es dominada por el rostro de ese estúpido humano.

—No debo hacer esto. Yo debo casarme con aquel hombre —expongo y Oliver me observa con Indecisión, parece que quiere decir algo.

—Vic. —Me mira a los ojos, cosa que correspondo con otro beso suave en sus labios.

—Preferiría estar enamorada de usted, al menos le importo —digo algo que creo que funcionará.

Sin embargo, mis propias palabras me duelen.

¿Yo le importo realmente a alguien de mi familia?

—Vic, ¿quieres casarte conmigo? —expone Oliver y me deja de piedra.

—¿Eh? Sabes que no puedo —respondo molesta.

—No, me refiero a si prefieres que ocupe el lugar del príncipe. Si lo deseas, lo haré. Puedo ser él —me dice y yo no lo entiendo por lo que agrega—: Puedo cambiar de cuerpos con él. Mi magia de almas es especial. Puedo cambiar de cuerpo con las personas a voluntad. Por eso, padre evitaba enseñarme, pero me escapaba a aprender.

¿Está loco?

¿Qué clase de poder es ese?

Es una maldita locura.

—Tengo que pensarlo, Oliver. Puedo hipnotizar a ese hombre de alguna manera para evitar momentos incómodos. Sé defenderme de eso, pero eres más difícil de controlar —hablo con la verdad.

—Seguiré viniendo si se siente usted mal. Estaré acá todas las noches. Vendré a verle Vic, vendré a cuidarle —me comenta y roba otro beso de mis labios para luego besar mi cuello dejando varios en este.

Me aparto molesta luego de golpear su pantorrilla con la punta de mi tacón.

—¡Lárgate, lárgate! —grito en un ataque de rabia y le lanzo el zapato—. ¡No quiero ver a nadie!

—Victoria, le he amado todos estos años, desde niños. Para mí siempre será lo más importante —me dice desde la ventana e incluso se ríe cuando el tacón le da en el pecho—. No pierde el carácter. ¿Sabe que es de las cosas que más me gusta de su persona?

Me molesta más, mucho más, así que le lanzo el otro a la cara y lo esquiva.

—Estás sonrojada, Vic —me dice y se lanza por el balcón, dejándome otra vez en mi oscura habitación.

Lewis...Lewis...Lewis... Tú me amas, ¿verdad? ¿Tú estás tan comprometido en esto como yo? Si es así, ¿por qué no terminamos lo del otro día? Yo me quería entregar a ti. Yo quiero ser tuya.

¡¿Por qué demonios no me hiciste tuya?!

Me levanto a desayunar guiada por mis dos damas de compañía. Sí, dicen que no puedo llamarlas "sirvientas". Hoy la herida de Samantha no me llama tanto la atención, la ración que me dio Oliver fue más que suficiente.

Hay tantos alimentos en estas bandejas que puedo catalogarlo como exceso, jamás podría comer todo. Jamás podría disfrutar el sabor de esto, es amargo, todo resulta desagradable, es como degustar lodo bañado en...yo qué sé ¿Algo agrio? Quiero mis desayunos con sangre.

Mi prometido me observa desde el otro extremo, nos dejaron desayunar juntos para que pudieramos tener más privacidad. Yo mantengo mi sonrisa y toda apariencia de calma a duras penas. Pasa por mi cabeza la imagen de él copulando como un animal junto a otro hombre.

No lo odio, me importa un carajo con quién él se acueste. Yo solo quiero poder hacer eso con Lewis.

Lewis...Lewis.

Van cinco días sin verte, necesito verte.

Necesito clavar mis dientes en tu cuello.

Quiero que toques mi cuerpo así.

Mi mente me juega una mala pasada y sustituye los rostros de aquellos dos jóvenes por los nuestros, por el mío y el de mi amado hermano menor logrando tener ese nivel de intimidad. Incluso no me molesta imaginarlo aun con la fisionomía femenina, solo le deseo, da igual la forma que tenga.

—Señorita Roosevelt. —Me despiertan las palabras del príncipe Frederick.

—¿Qué desea, su alteza? —respondo de forma amable y dulce, con una sonrisa pulcra como me enseñaron.

"Siempre ten la máscara perfecta y enamora con tu sonrisa, sé como el más fino y letal veneno", las palabras de mi madre resuenan en mi cabeza.

"¿Sabes que eres en extremo tierna?", recuerdo alguna de las cosas que Oliver me dijo de niños.

"Por ende, Victoria, también te odio a ti", las palabras de Lewis en mi infancia hacen eco al final sin liberarme.

Padre y madre decían que el odio era el sentimiento más fuerte, pero llegó un punto en que ya no desee que Lewis me odiara.

Quiero que me haga caso.

Quiero que me admire, quiero que me reconozca ese maldito humano y se trague sus palabras.

Me despierto al sentir el "crack" de la copa en mi mano. Las sirvientas me empiezan a tratar de forma rápida y preocupada, cierto, las damas de compañía. Necesito a Bunny de vuelta, a él puedo golpearlo si me estreso, a estas no.

—Príncipe Frederick, no tengo ninguna queja referente a nuestro primer encuentro. Es agradable conocer personas nuevas. Sin embargo, espero algún día poder intimar de mejor manera entre nosotros —expreso y noto que no soy capaz de sonreír.

¿Yo soy buena fingiendo? ¿Por qué no puedo hacer un simple encargo de padre? Este hombre frente a mí no me interesa.

Yo no voy a huir, yo voy a lograrlo, yo ¿deseo esto?

—Deberían ser así en un futuro, luego del desayuno quería invitarle a un paseo por los jardines del palacio —dice él con todo el respeto del mundo.

¿Sabes que cuando me da en exceso el Sol, luego la piel me arde como el demonio?

¿Sabes que odio las flores si no se han marchitado?

No...

No...

Solo nuestra familia lo sabe...

¡Devuélvanme a Lewis!

—Será un placer, adoro la naturaleza y la luz solar en las mañanas. Sin embargo, no puedo estar mucho tiempo cerca de las flores porque soy alérgica —digo una simple mentira. Más que alérgica, las flores en mi presencia, cuando paso cierto tiempo junto a ellas, se marchitan.

—Evitaré vuestro contacto con ellas entonces, señorita Roosevelt —comenta el príncipe y todo intento de contacto se detiene.

¿Podré enamorarte? ¿Seré capaz? Al menos quiero creer que Lewis es mío. Mi mente recuerda ese beso que le robé mientras dormía, hace tiempo; lo siento, siento el calor en mis mejillas.

Los ojos del príncipe se clavan en mí, yo devuelvo la mirada y sonrío pensando en Lewis. Sí, solo debo imaginar que eres Lewis y podré sonreír y actuar tranquila, pero de ser así, quiero estrangularte también.

Regreso a mi habitación cansada de todo el ajetreo del día. Allí está padre, esperándome sentado en mi tocador. Él está leyendo una carta que le llegó de Lewis.

—Esta es para ti. —Me entrega un sobre blanco con el sello de la casa y con el olor del perfume que usa mi hermano.

"Se acordó de mí" Pienso y la ira acumulada de estos días se desvanece.

—Sería una sorpresa si esta escoria sigue viva —suelto las palabras esperando herir a alguien, pero soy consciente que lo que tenga que decir sobre la situación a padre no le interesa.

Me siento en la cama a leer la carta, la abro como si fuese el objeto más frágil del mundo.

Para mi hermana Victoria:

"Espero que te sientas a gusto en el castillo. Mientras no se anuncie el compromiso de forma oficial, puedes renunciar a ello. Padre puede que ignore lo que digas, pero si pides mi ayuda, sería realizable."

—¿Pedir tu ayuda? Créete eso maldita escoria —digo en vos baja como una maldición.

"Espero poder terminar los asuntos de la mansión a tiempo para ir a vuestra fiesta de compromiso. ¿Victoria, que se siente comer como humano?"

—¿Comer como humano? —Mi mente viaja a como he tenido que vomitar todas y cada una de las cosas que me han dado a ingerir aquí—. Maldito Lewis, te voy a matar escoria, lo haré.

—Eres idéntica a Lyra de joven —responde mi padre y guarda su carta en el bolsillo—. ¿Qué te dijo?

—Qué disfrute la comida humana —comento y arrugo la carta para lanzarla al suelo. Maldito imbécil—, y que si quería romper el matrimonio, pidiera su ayuda.

—Ese crío se cree demasiado. Aun así, no es menos cierto que únicamente debe de romper su maldición para tenerte de vuelta. Sin embargo, no has logrado ganarte el corazón de tu hermano —expresa mi padre y algo dentro de mí se rompe.

—No es cierto, sí lo tengo —expreso y él me toma de la mano recogiendo la manga de mi vestido.

—Tan compleja como su naturaleza. Te aseguro que te falta mucho para hacer sentir algo a Lewis, esos ojos negros realmente están vacíos. Mi pequeña Victoria. Deberíamos comer algo antes de que pasen más las horas —me dice él y clava sus colmillos en mi mano.

Nunca nadie lo había hecho y debo admitir que duele bastante. Como se raja la piel ante su entrada, el frío que siente mi cuerpo mientras el líquido lo abandona, pero estoy bien, esto se regenerará.

Lewis es humano, no se regenera.

—Quiero tener a Lewis —digo y los ojos de padre me miran en rojo para separarse y acariciar mi cabeza como la de un perro.

Quiero morderlo.

—Solo debes casarte con el príncipe de Axtrinia, resistir hasta que rompamos la maldición de tu hermano y luego embarazarte de él —mi padre repite nuestro plan como un mantra—. Matarás a tu esposo y te casarás con Lewis. Así dejarás a los Roosevelt como lo más alto, Victoria. Si haces esto, serás la que más alto haya llegado de nuestra familia.

¿Seré la mejor? No, este plan es de padre, no mío. Yo solo soy una marioneta. Aun así, de conseguirlo, ¿no sería yo la marioneta en lo más alto? Tendría el poder para dictar sobre todos. Podría ser solo un tiempo más esta marioneta y así un día, ser el marionetista.

Me dejo guiar por la hipnosis que mi padre aplica sobre mí y muerdo su brazo. Me siento viva de nuevo, es tan adictiva como la de Lewis. Mi mirada en el espejo es roja, me siento un Roosevelt, tan llenos de ambición estamos que termina siendo nuestro faro.

Lo comprendí hermano, creo que ya lo entiendo.

Para ellos dos, somos peones, ¿verdad?

¿Pero sabes?

Creo que sé tu punto, un peón puede volverse una reina y voy a lograrlo.

Si llego a mi posición, Lewis, espero que me ames, o haré que sufras, hermanito.

Pero serás solo mío, da igual si me odias o amas.

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