Cap26.2: El Rey Solitario
Rudolf parece dudoso ante mi afirmación, solo unos segundos antes que la decisión llene su mirada asegurándome que hará lo que esté en sus manos para que su pueblo esté a salvo.
—Voy a lograr liderar la manada, pero no con tu ayuda, Daniela. No es bueno que te quedes junto a mí —comenta el licántropo dejándome saber que oculta un secreto.
—¿Por qué? No creo que tengas miedo a que me pase algo. Sé defenderme, simplemente me faltan algunas cosas arriba —le explico.
Eso y que este no es un cuerpo real.
—No es por eso. Estoy maldito y por ello huía de dirigir la manada, por eso solo dejaba que Diuna se ocupara de todos. —me dice sacando su lengua y dejando ver el sello de una serpiente azul. ue se come su propia cola.
¿Qué es eso?
Los signos y maldiciones son tan variados como el lenguaje de los brujos antiguos y demonios. Recuerdo que solo les enseñan pocas palabras a cada aquelarre para poder imponer sus ordenes, si no es que una sola. Es decir, los Walker, por ejemplo, conocen la palabra correspondiente a: almas y creación de cuerpos, pero esta no sé cuál es, son desconocidas para el resto. Yo la veo con esta imagen simple, pero realmente debe ser todo un lenguaje.
Aun así, en mi mundo significaba renacimiento, no muerte.
—¿Qué hace? —respondo agarrando su lengua con mis dedos para ver mejor el símbolo—. ¿Entonces estás maldito?
La lengua se escapa de mis dedos y un colmillo me roza, es curioso lo crecidos que tienen los caninos estas personas, aunque ya son cuerpos que he estudiado. Le mantengo la boca abierta con las manos mientras analizo el dibujo hasta que Rudolf se aparta.
—Sí, se me impuso el día que nos conocimos. No fue por ti, alguien de la tribu lo hizo. El problema es que hasta ahora no ha dejado de cumplirse, reiteradas veces —me dice soltándome.
—No des rodeos y dime qué clase de maldición es —respondo llena de curiosidad.
¿No solo tengo que saber quién hizo la marca de hielo, sino también la de la serpiente? Pensar que la del conde mi padre la extirpó de mi piel como medida de seguridad cuando niño. Al pensar en esto, mis manos van a mi espalda palpando la zona. Solo se borró, pero nunca se desvaneció la magia, sigo maldito con un cuerpo femenino y sin ser un vampiro noble.
Los ojos de Rudolf muestran cierto recelo en decirme, duda, pero lo quiere, no tiene con quién más compartirlo.
—Puedes hablar, no te apartaré ni diré nada a nadie —respondo tomando sus manos.
Este tipo de manipuación es más propio de Lyra. Un tacto entre los cuerpos puede evocar a la confianza.
—Quien se acerque mucho a mí, morirá al yo arrebatar su suerte —responde él, desviando la mirada—. Yo también moriré joven, a los veinte.
Dibujo una sonrisa para que él pueda verla, esta muestra la mayor tranquilidad del mundo. ¿En serio? ¿Cuándo pensaba que todo podría marchar bien, me dispongo a utilizar a alguien que puede matarme si me le acerco? ¿Hiciste a drede esto, Gabriel? No hay un ápice de clemencia en tu pluma.
—Romperemos tu maldición —comento riendo como maniática por la excitación.
Este tipo de situaciones me resultan graciosas, me resultan un reto.
—No es posible, no hay forma, ya Diuna trató de todo. Incluso murió en el proceso junto a otros miembros de la manada que enfermaron. Mi maldición la alcanzó por ser la persona más cercana a mí —dice evitando mi mirada—. Quería que te quedaras, pero no mereces morir por mí, casi lo haces una vez.
—Me da igual, la voy a romper. Sé cómo romper maldiciones. Lo que no creo poder hacerlo rápidamente, me tomará tiempo —digo pensativa—. Hay varias maneras, la primera es contactar con el demonio que le concibió o su devoto con el poder para maldecirte y hacer que lo quite con un sacrificio mayor. La otra es que esa persona esté dispuesta a quitarla sacrificando algo más.
—La persona está muerta y no sé cuál demonio fue —dice él y le obligo a mirarme.
—Me dan asco los que se rinden a medias. Vas a salir de esta situación, así que cambia esa expresión. Averiguaré cuál fue el demonio, tú luego harás el sacrificio —respondo mirando sus pupilas amarillas.
Él me abraza por la cintura con una mano y la otra la pone en mi cabeza para hundirla en su cuello.
—Detente, me falta el aire, bestia —digo a duras penas, pero no cede.
—Siempre apareces en los momentos más difíciles para mí. El día que asesinaron a padre y me impusieron esta maldición, también hoy. Voy a hacerlo bien, voy a liderarlos. Aunque me preocupa que por esto mueran todos, por eso no me les acerco tanto y me suelo mantener vagando en el bosque —me dice para soltarme.
Me separo tratando de recuperar la compostura, casi me asfixia. Tal vez no me mate la maldición, pero lo harás tú en un descuido, bruto.
—Por ahora empieza poniendo el ejemplo, tenemos que arreglar tu imagen. No lo parece, sin embargo, tienes muchas personas que están en contra tuya. Debes castigar a ese tal Glaucous como es debido o vendrán más rebeliones —le respondo poniéndome de pie.
Rudolf se levanta a la par, más calmado. Parece que realmente ya no sabe qué hacer. No es débil, sabe pelear y lo que hace bien, desgraciadamente, al final del día se aparta de todos por esa maldición. Así que por eso Diuna lo quería matar y necesitaba a otro demonio, si ella misma no lo hacía, era obvio que la maldición de Rudolf la alcanzaría y también a todo su pueblo.
—Entiendo, haré lo que digas. Confío en ti, Daniela —dice avanzando a mi lado.
—Oye, ¿tú y Diuna eran pareja? —expreso para aclarar mi última duda del momento. —Sí y no, ella era muy fuerte y se supone que tendríamos los cachorros juntos en el futuro, cuando regresara del colegio ese de humanos —responde como lo más normal del mundo, bestia.
Debe ser normal el tema de la reproducción entre estos animales. Mi familia lo trata como un tema delicado, más como un ritual. Uno donde dividimos nuestras almas para pasar una parte a otro cuerpo.
Los motivos de Diuna ahora los veo más claros. Quizás no lo odiabas, sino que lo amabas, estabas incluso dispuesta a desaparecerle a él y todos esos alumnos por tu gente. Algo que aceptaría Rudolf. Curioso, todo lo contrario a ese humano que se cegó contigo en nombre de un indecente amor.
Fuera de la cabaña rústica, nos encontramos a un grupo de mujeres volver con un venado en mano y conejos atravesados por una rama desde sus bocas a sus anos. Los cargan sin hacer esfuerzo alguno. Una de ellas me mira apretando los colmillos. Lo huelo y noto, aquí no soy bienvenida. Si no fuese por Rudolf ya estaría siendo devorada.
—No te preocupes, no te harán nada —dice él tomando mi mano.
No me gusta que lo haga, pero debo agradarle. No me gusta que me vea como alguien dependiente, qué desgracia que sea esa la situación.
—Rudolf —dice un hombre de un metro ochenta y cabellos negros, acá todos tienen tonos similares. Piel morena y el cuerpo lleno de cicatrices. Parece que es de unos treinta años o más.
—Dime, Bruno, ¿ya tienes listo los preparativos para la noche de caza? —responde con una voz fuerte y masculina, no parece para nada la persona que hablaba conmigo hace un rato este niño.
—No, el bosque está lleno de ghouls, siguen aún rondando el campamento. Logré cazar a uno esta tarde, el problema es que aparecen esporádicamente —expresa Bruno.
—Sería un peligro exponer a los jóvenes a ello. Aun así, la iniciación es importante —responde Rudolf, pensativo.
—Matar a un ghoul no es difícil. Son estúpidos y solamente atacan siguiendo ordenes directas de su dueño. Tienes que entender por qué rodeaban el campamento antes de atacarles de frente. Incluso, si no se les ordena que ataquen llegan a ser más débiles que los humanos —expongo sumándome a la conversación sin permiso para sentir la mirada de Bruno, desde lo alto, clavada en mí, parece descontento de que haya abierto la boca.
—Tranquilo, Bruno, es una amiga mía, desde pequeños —responde Rudolf—, vino a ayudar.
—Bien, es tu decisión, Rudolf, puedes mantener la iniciación o no. Solo da la orden y se hará —dice de forma tosca.
Parece que le incomodo, pero no se le ve hostil luego de las palabras del otro.
¿La iniciación? ¿Qué es? Pues, un ritual de caza entre los lobos que hacen cuando tienen de diez a quince años. Deben traer el animal más grande y fuerte que puedan esa noche. Se suele dar calificación de Alfa, Beta u Omega. Ciertamente, que Rudolf no logre la calificación Alfa, sería un total problema. Al tener trece años, debe de participar, porque tiene que ocupar el cargo de líder por herencia lo más pronto posible ahora que Diuna está muerta.
—Si vas conmigo al bosque, Rudolf, podemos saber las intenciones de los ghouls. Puedo ayudarte a matarlos o detenerlos antes de la hora establecida —digo mirando a los ojos de Bruno.
—¿Estás segura? —me pregunta Rudolf.
—No fallaría ante unos seres tan bajos —comento suavemente y miró a Bruno.
—Los humanos suelen ser los más bajos de la cadena alimenticia. Curioso que una enclenque diga eso, ante ti me arrodillo si lo logras —responde el extraño entre risas y su jefe le manda a callar.
—Lo haremos —dice él sin dudar—. Encárgate de todos los preparativos. Si Daniela dice que podremos, podremos deshacernos de ellos antes de la hora.
—Entiendo, Rudolf. Entonces tendré todo listo para ese momento. Me retiro —expresa antes de marcharse el tal Bruno, no deja de lanzarme una mirada escéptica y es normal.
Nos terminamos quedando relativamente solos, a nuestro alrededor el movimiento continúa. Necesito mis objetos o no podré matar a esos seres.
—Voy al bosque a cazarlos. Quédate acá tú —me dice Rudolf.
—Ese no es el trato, voy contigo —expongo sin perder la calma.
—No, es peligroso. Tú solo dame las explicaciones y lo lograré. Dime lo que sabes de esos llamados "ghouls" —me responde sin ceder.
Me molesta el hecho de que se cuestione mis órdenes, pero me pongo en situación. Solo soy Daniela, una humana sin familia aquí, no Lewis Roosevelt, debo aguantar el insulto a mi persona.
—Los Ghouls son animales sin conciencia. ¿Sabes quiénes son los Roosevelt? —pregunto con cierta curiosidad en su respuesta.
—Sí, los verdugos... —dice y veo como aprieta sus dientes, también sus ojos toman ese iris afilado.
—No solo eso, son vampiros puros y nobles. Ellos pueden crear más vampiros a través de su mordida. Un ritual simple, pero también esos vampiros que ellos crean pueden convertir a otros humanos en ghouls. El problema es que al no ser nobles, estos nuevos obtienen ese cuerpo deforme y su única voluntad es la de su amo —le argumento.
—Se más directa —me pide él sin entender.
—Básicamente, son humanos mordidos por vampiros creados a su vez por vampiros nobles. Cosa que les hace estar incompletos. Son errores que no deberían existir, cosas que no tienen conciencia —sentencio.
—¿Cómo los mato? —Pide él ignorando lo demás.
—Sencillo, atraviesa su corazón o desintegra su cuerpo. Necesitas algo de madera. Tú eres un lobo, muérdelos y los matarás —.
Tengo que tener extremo cuidado con esto pues la información acerca de la debilidad de los vampiros ante las mordidas de los licántropos no es información pública precisamente.
Mira a los lados en el campamento, debe estar evaluando las miradas de todos. Sí, son hostiles hacia mí, deberías de llevarme contigo. Posiblemente, me cargue como un saco de papas y termine por llevarme.
—Debería ir contigo, las personas aquí no me ven de la me...
Voy a completar la palabra, pero soy callada pues Rudolf se me sostiene por mi cintura, también me invade la boca con su lengua en un beso algo rudo. En mi mirada se nota la ira y trato de separarlo por el pecho con mis inútiles brazos.
Él no me suelta, ni yo logro apartarlo, solo aumenta la intensidad del beso a un punto que casi no logro respirar. No parece querer que lo disfrute o algo por el estilo, solo quiere hacer eso.
—No deberían meterse contigo ahora. Si alguno te ataca, otros te van a defender —me dice una vez me suelta, está evitando mi mirada y con una garra se rasca la mejilla.
Evalúo su cuerpo, trazo una estrategia para poder acabar con su vida en este punto por su afrenta a mi persona. El único problema es que atacarle ahora pondría en riesgo todo mi plan. Mi mente empieza a contar hasta el cien y se le acaban los números de dos cifras.
—Lárgate —es lo único que respondo, adornando mis palabras con una sonrisa. Una que sé que queda de forma extraña por la expresión del rostro de Rudolf al verla.
—En serio, cuídate mientras no estoy. Regresaré con los ghouls, será como ir de caza —me responde antes de tratar de irse.
—No tienen conciencia, ni vida. No se diferencian de cualquier animal que comas. Imagínalos como si fuese un ave. No deberías dejar de ver al unicornio por ellos —le respondo y él se detiene un segundo, luego se termina de marchar al bosque.
Concluyo por perder su espalda entre la distancia y vegetación. Espero que se divierta con mis mascotas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro