Cap23: Cegado
—Victoria —dejo salir el pensamiento que he tenido sobre sus decisiones y acciones a lo largo del día—: ¿Tú estás enamorada de mí?
Una bofetada es lo primero que recibo ante mi pregunta, no puedo decir que me sorprenda.
—¿¡Cómo te atreves siquiera a pensar eso!? —grita cubriendo sus pechos con el rostro hecho un poema.
—Porque hoy has sido en extremo obvia. ¿Querías que notara que te vas y reaccionara pidiéndote que te quedes? Es estúpido, sabes que no lo haré. ¿Acaso no me conoces? —comento sentándome en la cama para retirar la pieza superior de mi bata, dejando ver las vendas frente a ella.
Acto seguido retiro los vendajes dejándolos caer; mi cuerpo poco femenino, pero con las características aún notables, se deja ver ante ella. Unos senos que no dejé desarrollar, algo que espero le desagrade. También está bien definido por los entrenamientos y con varias cicatrices a lo largo de mi piel.
—No dejaré de lado la tradición familiar. Lewis, de esta forma puedo hacer que nuestros hijos sean reyes, puedo hacerlo. Solo debo casarme y luego tener los tuyos, mataré a mi esposo y... —comenta con toda la calma del mundo, hasta que le acaricio la mejilla, haciendo que se detenga de golpe con los labios entreabiertos.
—Victoria, no hagas lo que no deseas. Los sueños de poder son míos, no tuyos —le digo mirando sus ojos, estos no lucen escarlatas.
—Te equivocas, yo también deseo poner el nombre de la familia en alto, quiero hacerles crecer, quiero ser una digna Roosevelt —dice ella a viva voz.
—Eso es lo que te enseñaron que querías —respondo sin dudarlo.
Creo que privé a este personaje de buscar su camino. La Victoria original veía lo mal de sus actos por Oliver y empezaba a ser compasiva, empezaba a ser más noble de corazón. Ella llegó a desatarse de sus doctrinas, en cambio, esta Victoria sigue presa en ellas.
—No sabes nada, Lewis. —Baja el tono de su voz.
—Sí, lo sé. Pero da igual. —Llevo mi mano a su mejilla para acercar su rostro al mío y la otra a su cintura. Nuestros cuerpos quedan juntos y nuestros labios en un beso.
Corromper al personaje principal, ¿la mejor forma de salvarme del tortuoso final que trae mi muerte? Tengo más posibilidades de sobrevivir de esta manera, pero sería un poco... de villano, ¿no? Al final es lo que debo ser...
Un buen villano.
Victoria se resiste al beso, pero cede a los segundos para colocar suavemente los dedos en mis hombros haciendo presión. Ella cierra los ojos, sin embargo, yo no, veo sus pestañas, también los tonos rosas que toma su rostro tras los nervios. Ella debe ser completamente inexperta en esto y no es el momento.
Rompo el beso y deslizo mi mano por su cabello. Observo sus ojos, estos por instinto se vuelven rojos, también sus colmillos están afuera, las ganas de tomar mi sangre deben de ser enormes.
—¿Por qué demonios paras? —expresa molesta.
—Si quieres irte del castillo o te hacen algo, avísame —digo centrándome en mantener el contacto visual.
—¿Ahora lo dices? —comenta para empujarnos sobre la cama hasta quedar acostadas con ella sobre mí.
—Mata a quien te haga algo —le digo acariciando sus cortos cabellos blancos—, y no me agrada ese Oliver, aléjate de él, si te toca lo mataré.
¿Eso bastará para alejarla de él? Necesito que se distancien.
—Es mi amigo, irá conmigo a la capital este tiempo. Dijo que lo haría de alguna forma, pero no sé cuál.
—Escúchame, si te hace algo lo mataré y cualquier cosa que pueda pasar entre nosotros será solo una ilusión. Poco me va a importar la tradición familiar —expreso tajante.
—Oliver me recuerda a ti cuando niño, en cambio, tú ahora me recuerdas a padre. Lewis, ¿a quién te recuerdo yo? —Ignora mis palabras.
La tomo por la cintura para girar en la cama, logrando ponerme sobre ella para besarle de nuevo y subir mi pierna entre las suyas, lo que hace que se ponga sumamente nerviosa tras la presión en su intimidad. Me es demasiado fácil ya leer a Victoria.
Siento que muerde mi labio dejando correr la sangre haciendo que ella tome de esta con su lengua. Rompo el beso y bajo mi boca a su cuello para dejar mordidas en este, no tomo en cuenta la fuerza con que las hago, solo sé que deseo que sangre, aunque se regenere de forma rápida. Escucho los sonidos de placer salir de su boca, ella disfruta sentir dolor o eso entiendo, de igual manera...
La estoy marcando.
No puedo negar que me excita el cuerpo de Victoria, pero es solo eso, no puedo dejar que alguien más la tenga. Deslizo la mano por su muslo con fuerza dejando la marca de mis dedos en su piel pálida mientras bajo con mi boca a sus senos para lamerlos.
—Lewis, no te detengas, sigue por favor. —Escucho sus palabras y llevo una mano por su abdomen para llegar a su entrepierna, pero me detengo antes de llegar a donde desea.
Levanto la vista a su rostro y está hecho una flor con colores rosas sobre pétalos blancos, parece el ser más indefenso ahora mismo. ¿A dónde fue esa loca desquiciada que me amenaza de muerte e insulta? ¿Dónde está esa niña que abusaba de mí cada vez que podía?
Me rindo, no puedo hacerle esto a Victoria.
No así, no si pone ese rostro de entrega total. Dejo ir mis malas intenciones y subo donde ella para abrazarla fuertemente.
—¿Por qué te detienes? —exige mi respuesta sin saber bien qué hacer con sus manos que se agarran con fuerza al colchón.
—Vamos a dormir, Victoria —le digo acomodando su cabeza en mi pecho.
—Yo quiero hacerlo —agrega— No es por ti.
—Cállate, no lo haré, por ti —le confieso cerrando los ojos. No me hagas sentir asco de mí mismo. ¿Realmente pensé usarte de esa forma? ¿En qué me estoy convirtiendo?—. Tú no me recuerdas a nadie, eres una ruleta rusa.
—¿Ruleta Rusa? —No entiende qué digo pues acá no existe Rusia, pero se calma.
—No es nada, duérmete —sentencio para hacer más presión y cerrar mis ojos esperando quedar dormidos así.
—Rompe tu maldición algún día. Así podremos estar juntos —comenta ella. Duerme por mí, realmente no necesita hacerlo, es una Roosevelt real.
Victoria, yo no quiero volverme un vampiro, ni noble, ni de la servidumbre.
Quiero ser solo yo y volver a ser "humano"
Gracias por recordarme eso, Helios. Perdón por intentar utilizarte de esa manera, Victoria. Debo arreglar demasiadas cosas en mí que rompí.
A la mañana siguiente despedimos a mi gemela de la mansión. Madre y yo nos miramos en la entrada unos segundos y cada cual toma su propio camino dentro de la casa. Si tuviese que decir las dos personas que peor se llevan en este lugar, seríamos ella y yo. Solo hablamos lo necesario y suficiente como para no intentar deshacernos del otro, algo que impide su marido.
Llego a mi pequeña oficina y me recuesto a la mesa, pensativo. La herida de la mordida de Victoria en mis labios duele, pero me la merezco por hacer esa idiotez ayer. Quizás si le dejo ser, pueda salvarme de otra manera, aunque fallé el plan con Diuna por confiarme y pensar que podría cambiar algo, no debo hacer las cosas así. Ojalá Víctor pueda encontrar su propio camino sin ella. Debería afrontar la muerte de más estudiantes y por desgracia, solo llevará la de su cómplice.
Respiro profundo y me asomo a la ventana a ver las afueras de la mansión. Hay un jardinero enano cortando los arbustos a petición de Lyra. Tan tranquilo se ve todo ahora.
Camino hasta mi escritorio y reviso una entrega que había pedido hacía un tiempo. Es una caja negra cuadrada con detalles en dorado. Por ahora no me hará falta, mas, eso no la hace inútil para el futuro.
¿Si me enamorara realmente de Victoria todo estaría mejor? Me es difícil verla así.
Aunque ella lo intente, la sigo viendo como aquella niña que hacía mi vida un infierno. Puedo tolerarla y cuidarle por ser mi sangre, pero no amarla como pide a gritos con sus acciones.
Vago por mis pensamientos hasta recordar la escena de Diuna descuartizada delante de mí, algo que debo cargar como cada vida que he arrebatado. De muchas no me acuerdo ya, pero trato de tener presente que las llevo en los hombros. Siento que olvidarlo podría hacerme profundizar más en el monstruo que soy.
Las palabras de Helios sobre saber mi verdadera naturaleza, me preocupan. Es algo que me podría destruir y de cualquier manera aun necesito sus servicios. No creo en la verdadera lealtad, este mundo me ha demostrado que hasta tu sombra puede apuñalarte por la espalda. Si no lo llegase a creer, solo debo mirar al conde Walker y su hijo Oliver.
—Se acabó, hora de trabajar. Depender de alguien nunca ha sido la solución. Ya veré que hago. —Salgo de mi despacho a la habitación de Victoria para tomar un vestido nuevo de ella y luego buscar a Helios.
Me siento sobre mi cama con el cabello recogido por una coleta y el vestido de colores negros puesto sobre mi cuerpo. Es uno sencillo, pero bastante elegante. Me queda un poco pequeño por el ancho de mis hombros, así que no lo cierro, igual mis brazos no parecen los de una dama.
¿Sería algo así como una chica muy fuerte?
—¿Se puede saber qué hace, joven amo? —pregunta Helios pegado a la puerta y mirándome con su usual inexpresividad, pero muere por saber qué hago.
—Tú cállate y ni una palabra de esto a nadie —digo muerta de la vergüenza, hacía años no usaba ropa femenina, de hecho, en este mundo nunca las usé.
—Joven amo, últimamente creo que está perdiendo la cabeza —comenta Helios mirando mi rostro.
No quiero ver ni cómo estoy, ni siquiera logro cerrar las piernas al sentarme por la incomodidad.
—Esto es necesario, solo debo estar así un rato más. Tch, ridículo —digo dejando pasar una hora en silencio en la cual no dejo de sentirme vigilado.
—¿Puede compartir conmigo qué planea? Usted últimamente se me está haciendo difícil de leer —dice al empezar yo a desvestirme delante de él, no es que me importe que me vean, pues perdí ese pudor cuando las continuas torturas eran desnudo.
—Necesito que este vestido quede impregnado con mi olor, no indagues tanto. Padre nos dejó la misión de investigar las marcas de hielo y la única pista es Diuna. Por lo que lo mejor será ir a donde los licántropos —explico comenzando a ponerme el pantalón y la camisa, Helios, en cambio, se acerca a ayudarme.
—Eso es ir a morir —expone él con calma, mirando mi ropa mientras la acomoda.
—Tú también irás, es algo que debemos hacer juntos. Primero debemos ir a ver al conde —le respondo mirando sus pestañas negras centrarse en mis botones.
—Yo no pienso entrar en territorio de licántropos, un vampiro es mucho más débil contra ellos que un humano —argumenta.
—No será de esa forma, ya verás. Helios, si quieres sobrevivir hasta el final tienes que confiar en todo lo que yo diga y haga sin cuestionar —digo tomando su mentón levantándolo sin cuidado para verle a los ojos.
—Sigo siendo vuestro sirviente —contesta para alejarse centrándose en ver mi atuendo masculino otra vez.
—No voy a dejar que mueras, ni tampoco yo, incluso Charlotte, voy a pensar mejor las cosas a partir de ahora —expreso cambiando la vista.
—Usted siempre ha pensado en demasía las cosas. Lo que ahora se permite influenciar por nosotros —expresa Helios sin dudarlo.
—Tú usarás mi ropa. Necesito que tengas mi olor —le comento ignorando lo que dijo y entregándole un atuendo mío—. Te debe de quedar un poco grande, pero no importa, ajustaremos tu cuerpo a él.
—¿Qué? —dice tomándolo y sin entender.
—Vamos donde el conde —es lo último que digo antes de salir de la habitación.
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