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Cap19: Almas vendidas

Somos ocho personas en esta sala a punto de realizar un pequeño crimen. Podría detenerlos ahora pero sería un problema reportar la desaparición de cinco personas, así que les dejaré continuar por su senda de perdición y que ellos mismos se encarguen del borrado de memoria.

¿Los demonios? ¿Qué sé de ellos? Es un tema que me ha interesado desde que llegué a este mundo a causa de uno que me trajo. Son la clave para el nacimiento de las primeras criaturas mágicas, así como lo son para el nacimiento de mi familia. El demonio que hará aparición en esta sala debería ser uno menor, incapaz de crear a un Roosevelt, aunque al antiguo Lewis logró engañarlo y convencerlo de pactar con él, cosa que tampoco salió bien.

Veo a los pobres corderos, esperanzados de volverse un ser mágico, colocar, al que creen el único sacrificio, desnudo sobre una lápida de piedra que se alza en el centro de la habitación y que se encuentra manchada con sangre vieja. También hay cuatro personas talladas, dos a cada lado de este como si alabaran a lo alto. Al subir la mirada se puede notar a una estatua cubierta por una capa, que vierte una jarra vacía de la que gotea sangre de algún sitio escondido donde no se ve nada.

—Esta vez debe funcionar. —comenta uno de los desconocidos.

—Lo hará, confiemos —responde otro.

Siento las manos de Charlotte agarrar fuertemente mi brazo, también la siento sollozar, lo que hace que acaricie su cabello para calmar su malestar.

—¿Qué sucede? —le pregunto en voz baja.

—Me está ardiendo el rostro, mucho...mucho —susurra ella.

Frota su cara contra mi brazo, por lo que la abrazo poniéndola frente a mí en gesto protector. Es como una hija, alguien a quien he criado y engordado para que no se destruya al tacto. Incluso con ello y mi crianza, no ha logrado endurecer su corazón, sigue siendo la niña que llegó a mí.

—Tengo hambre. —comenta Bralen al ver a las personas pasar y la sangre del sitio, cubre con una mano sus colmillos y los ojos bajo la capa se vuelven escarlatas.

Colocan varias velas en el suelo y también completan con la sangre de la palma de la mano de Diuna las inscripciones. Se le ve más calmada que al inicio, como si el peso de su alma hubiese sido liberado de toda culpa.

—Ya podemos empezar —dice mientras se coloca frente al cuerpo en el altar—. Solo debemos repetir lo de la otra vez, Roosevelt, sigue lo que digan los demás.

La obedezco y entro en su juego, será divertido ser un sacrificio para un demonio. Una lástima que los demás no sepan que serán sus corderos en el matadero. ¿Morir? ¿Todo se acabaría si solamente me rindo y muero ahora?

Las personas se arrodillan ante el altar, pero me niego a eso, también mis dos sirvientes.


"Te invocamus domine tenebrarum. Totum ordinem habemus tuum et invocamus sicut in libro nigro dicit"

Pronuncian todos y sigo sus palabras haciendo uso de mis conocimientos de latín, algo que se estudia en los altos círculos de este mundo. Es curioso que se considere el idioma de los demonios y se conozca en mi viejo mundo.

La sala se empieza a llenar de un negro profundo tras el simultáneo apagado de las antorchas. El frio se expande en el lugar haciéndome escuchar y ver el rostro de Gabriel en la oscuridad mientras me niego a caer en los juegos de esta bestia.

—Trajiste mi comida. —Se escucha una voz proveniente de las esquinas que eriza la piel de todos y que no se deja ver.

—Tal como lo pediste, te traje los sacrificios. Ahora, a cambio de sus almas, mata a Rudolf Darkwood —dice ella, dejando notar sus intenciones a sus seguidores.

¿Matar a Rudolf? Eso es cuanto menos inesperado. Es todo un giro para alguien que en una primera versión de la historia lo amó ¿Será que ese pequeño lobezno está llevando a su tribu a la ruina?

—Diuna, no deberías decir eso. Tienes que pedir nuestra inmortalidad —comenta uno de los hombres en la sala y se abalanza sobre la chica para quitarle la daga, pero ella revela lo que es, usando sus garras para degollarlo. La sangre que brota de la herida impregna los pies de Diuna al caer el moribundo al suelo tratando de tomar su pierna.

—Lo siento, esto es más importante que sus vidas. Mi manada es más importante que ustedes —dice ella adoptando una forma más de bestia que de humana, sus orejas de lobo crecen, sus colmillos también y sus extremidades se llenan de un pelaje castaño oscuro.

—Hasta que por fin se muestra... —susurro.

Le observo mientras mantengo a Charlotte entre mis brazos, ella parece estar teniendo un ataque de ansiedad.

—Lo siento, joven Roosevelt, pero usted también será mi sacrificio. Lo prefiero a que Víctor sea el que deba morir —dice Diuna mientras corre hasta los otros dos y los asesina con rapidez sin siquiera dejarles saber que murieron.

Es una bestia desatada y de mirada triste, parece no querer matar a todos, pero lo hace sin dudar. Todo se ha vuelto un escenario de sangre y vísceras y ella baña las paredes y el suelo sin piedad. El demonio en la oscuridad, ríe de como el acompañamiento de una orquesta.

—Perfecto ¡Puedo cumplirlo ¡Es fácil¡ Puedo darles la vida eterna y arrebatar la de aquel joven, todo, todo —Se escucha exclamar al demonio lleno de placer—. ¡Diuna Darkwood, mata a Lewis Roosevelt y te cumpliré todo, hasta puedo aumentar tu poder! Solo así te servirá todo este sacrificio.

—¿No puedes tomar su alma directamente? —Le pregunta Diuna al demonio mientras se adopta una posición de ataque a cuatro metros frente a mí.

—¿Qué más desearía? Pero ese chiquillo, bueno, esa persona tiene su alma atrapada en el juego de tres demonios mayores. Yo uno menor, no soy tan estúpido para tocarlo con mis propias manos y ganarme la ira de mis hermanos diablos. —Se escucha a la voz reír y reanima los tres cuerpos en el suelo, pero no lo hace como vampiros, los convierte en Ghouls con cuerpos deformes y cerebros vacíos.

De alguna forma, les dio la sucia inmortalidad que querían.

—Charlotte, necesito que reacciones —le digo mientras acaricio sus cabellos y cubro sus ojos—. Eres la única que puede ocuparse de esto.

Diuna no me deja seguir hablando y se abalanza hacia mí, terminando por ser interceptada por Bralen. Ese niño logra hacerle la presión suficiente para lanzarla hacia atrás y hacerla retroceder solo un poco.

—¡Charlotte! ¡Reacciona! —grita Bralen, dejando ver la fractura en su brazo que se está regenerando tras el impacto con la licántropa.

Ella, por su parte, se levanta rápidamente de su caída como si nada.

—Quiero...quiero... —Trata de calmar su respiración la joven bruja—. Es mi misión y debo hacerlo, debo purgar a las criaturas nacidas de demonios.

La pequeña se aparta de mí dejando que su cabello tome un tono rojizo al igual que sus ojos abiertos sin ser capaces de ver.

—Charlotte, déjale Diuna a Bralen, encárgate de los ghouls —le digo.

—Lo haré, joven amo, yo lo haré, por Dios y por usted —dice ella sacando de su bolsillo un rosario con el cual empieza a rezar en ese idioma que aman los demonios de este mundo.

—¡Aaaaahg! —Grita Bralen al escucharlo—. Charlotte, algún día te voy a cortar la lengua.

El niño vampiro comienza a sufrir ligeras quemaduras ante las palabras de la bruja. Para él, esto en un mayor tono podría ser mortal y ahora mismo disminuyen sus capacidades, algo que le pone en peor situación.

—No te distraigas, sigue —le indico a Charlotte para alargar lo menos posible el tormento de Bralen—. Sus heridas podrán sanar.

Ella no duda, continúa con sus rezos como si nadie hubiese hablado.

—Arcángel del fuego, Uriel, acepto tu regalo y dejo de lado mi visión para poseer las llamas del fuego que eliminarán la magia, que limpiará el mal del mundo. Llévate los pecados de las bestias con tu santa purificación —expone Charlotte mientras los cuerpos degollados van moldeando sus músculos y huesos en un proceso desagradable de metamorfosis.

Tendrán la vida eterna, pero no como ellos quieren. Con un demonio nunca se ganará. Los cuatro cuerpos de los jóvenes prenden en un fuego intenso como si de columnas se tratara y quedan carbonizados hasta la desintegración casi completa.

—Vaya, quién iba a decir que una bendita de la Iglesia iba a venir a mis profundidades. —Se escucha decir al demonio en medio del jaleo—. Diuna, cambio de planes. No mates al Roosevelt, hazlo a la niña, ella tiene el alma pura y es de las más sabrosas tocadas por uno de los dioses.

—¡Roosevelt, esta pelea puede detenerse si me la entregas! —Expone la loba.

En el proceso, lanza hasta Bralen el altar, dejando caer el cuerpo que reposaba ahí y pisando el pecho de su viejo cómplice.

—No es de mí de quien tienes que cuidarte —digo calmado mientras sostengo a Charlotte entre mis brazos.

Usar el fuego de esa forma la hace caer desmayada. Ciertamente, Charlotte no es una bruja, es una humana bendecida por un arcángel, lo descubrí cuando la envíe a entrenar con el Conde Walker. Las quemaduras de sus ojos son el precio que tuvo que pagar por su magia purificadora de fuego y se encuentra atada a las leyes de la iglesia. A mi lado cumple su objetivo pues castiga a las peores criaturas, su Dios pudo ver ello y quizás más y por eso está acá conmigo, o al menos eso interpreto.

Mientras hablo, Bralen escapa del objeto lanzado por Diuna desde abajo a gran velocidad doblando sus rodillas saliendo del recorrido para que impacte detrás de él y lanzarse para golpearla en el mentón, haciéndola retroceder. Tienen una clara diferencia en fuerza bruta, dejando a la licántropa en ventaja.

—¡Si tocas a Charlotte te voy a destrozar todas las extremidades! —dice Bralen, haría cualquier cosa por ella.

—Bralen, estás débil, no la mates, solo déjala inconsciente. No debes tardar, se haría más complicado —le ordeno.

—¡Cállate, Lewis, solo entrenaba! —dice el niño.

Bralen saca dos dagas de sus magas para cambiar los impactos por cortes en los próximos ataques.

Ella por su parte corre hasta nosotros para atacarnos, pero Bralen no la deja, hace una ligera cortada en su brazo izquierdo al interceptarla. Él se mantiene como primera línea de defensa, mientras que ella toma la hoja metálica con la otra mano dejando caer la sangre por el tacto y reventándola en el acto.

—Eres débil, niño. Tu fuerza es inferior —dice la loba.

—Soy un sirviente del estúpido de Lewis, no esperes que pierda sin hacer trampa —dice Bralen con una mirada seria para patear desde el lateral a Diuna con su súper-fuerza, aunque nunca superior a la de ella esta vez por algún motivo funciona dejándola debilitada.

Ella se iba a cubrir sin resultado, su velocidad y fuerza se ralentizan, y no le da tiempo a defenderse. Termina siendo lanzada contra una columna y cayendo al suelo. En su abdomen se da cuenta de que hay una herida como la que produciría un puñal.

—No soy el más fuerte, es cierto, pero, ¡no vas a tocar a Charlotte mientras viva! —Expresa Bralen dejando ver las cuchillas que salen de sus zapatos—: No esperes levantarte, todas mis armas están bañadas hoy en acónito, solamente para ti, debilucha.

Ella empieza a vomitar sangre y ve como sus heridas se van volviendo oscuras como si fuese un veneno mortal. Bañé sus armas con lo necesario para matarla, con lo mismo que le di el beso esa noche. A fin de cuenta, estas criaturas que crio están hechas para cazar a todo el que rompa nuestras leyes, aún si nuestro inicio es débil, podemos cazarlos hasta que rueguen, sin ser escuchados.

El niño que me sirve toma a la loba por el cabello y la alza en alto, siendo ella prácticamente incapaz de moverse mientras venas azules en su cuerpo brillan dejando ver el efecto destructor del veneno.

—Te dije que no la mataras, Bralen —digo acercándome a ellos.

—Quería matar a la ciega y a usted. —La deja caer—. No merece vivir, nadie los... digo, la tocará.

—Calma, si ella muere el ritual se completa, el demonio tendría su última alma necesaria —le digo cargando a la moribunda para salir del sitio—, a ella no le importaba morir contra ti, ya que igual lograría lo que quería.

—Eres muy perspicaz, jovencito —comenta la voz del demonio en la sala—. Entrégamela, no pierdes nada y cumpliré su deseo, así las almas de los otros cuatro no se habrán ido en vano.

—No, gracias. Ya salvé una vez la vida del estúpido lobezno que quiso matar como para dejarlo morir ahora —aclaro mientras avanzo con ella cargada hasta fuera del lugar por donde mismo entramos.

Bralen por su lado, carga a Charlotte como si fuese su tesoro más preciado. Es normal, siempre han sido muy cercanos.

Charlotte y sus poderes, a lo largo de estos años traté de volverla la protagonista. Tiene todos los rasgos necesarios para ser una; bondad, un objetivo y el favor divino. Quizás con ella en mi bando podría lograr sobrevivir al final de la obra, pero es un poco tonta e infantil, algo que la hace entregarse totalmente a los demás y que no la dejaría sobrevivir sin mis cuidados.

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