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Cap11: Odio y cariño

Tengo pesadillas una y otra vez sobre lo ocurrido en esa sala, sobre cómo la sangre brotaba de mi boca y ardían los pulmones. También de cómo mi hermano, con una sonrisa de oreja a oreja, apuñalaba a aquel debilitado vampiro sin ningún tipo de consideración.

"¿Por qué Lewis hizo eso? ¿Por qué me traicionó? Maldito hijo de perra."

Poco a poco recupero la conciencia y estoy en mi habitación, acostada en mi cama llegando a sentir la ligera luz que entra por la ventana y que solo toca mi mano. Aún no abro los ojos, pero siento que algo cálido me abraza, reconozco ese olor, ¿cómo no hacerlo?

—¿Lewis? —digo aún sin levantar mis párpados.

—Victoria, ¿dormiste bien? —Le escucho decir sin mover ni un solo músculo.

Decido verle y me coloco a horcajadas sobre él apretando su cuello con toda la fuerza que puedo, su rostro va cubriéndose de rojo por la falta de sangre. Disfruto este pequeño instante donde por primera vez, más que deseos de someterle, siento ira.

—¡Dame un motivo para no matarte ahora mismo, traidor! —escupo las palabras en su rostro mientras dejo ver mis colmillos. Ya la regeneración hizo su trabajo y puedo asegurar que tengo la fuerza para acabar con él.

—Her-mana...era ne-ce-sario. Si hu-biese querido estarías mu-erta, pero no es así, solo quería matarlo a él —dice a duras penas, sin embargo, no me ofrece resistencia, ni siquiera interviene con sus manos. Es como si aceptara el castigo con ese sucio rostro inexpresivo y que se trata de demostrar inocente.

—¡Lo que le pase a ese noble no es mi problema! ¡Me usaste, maldito, me usaste y llevaste a un estado penoso!

"Yo...jamás había estado tan cerca de morir...".

Aumento cada vez más la presión hasta lograr reaccionar recordando lo débil que es. Su cuello no sería capaz de aguantar todo el peso de mi rabia. Al liberarlo, noto las marcas rojas en su piel, las cuales van desapareciendo de a poco mientras las observo. Las marcas viejas de mis colmillos siguen allí en un tono más claro, lo que demuestra que es mío.

—Estás viva, ¿no es cierto? Calma, Victoria —me dice recuperando el aliento dejando claro que aguanta la tos.

Tomo su camisa para notar algo que me llena de rabia, unas marcas se dejan ver en el lado contrario. Las marcas de otra persona.

—¿Quién te hizo eso? —Mantengo mi tono enojado.

—Tú anoche cuando te saqué de allá, despertaste inconsciente y me empezaste a morder. Es entendible, necesitabas regenerarte. —dice mientras se cubre con la mano. No puedo cuestionarle, puede tener razón.

—No voy a dejar pasar esto, Lewis, jugaste con mi confianza —digo plasmando una sonrisa de las que odia en mi rostro—. Pero no habrá mejor castigo para ti que el que te dará padre.

—Eso es lo de menos, sé que me torturará cuando llegue. —No deja de verme a los ojos, con ese vacío que caracteriza su mirada, me frustra, quiero matarle. Muchas veces mi deseo ha sido extinguir su vida, algo que evito porque desgraciadamente mi misión vital estaría incompleta sin él.

—Acabas de poner a los nobles en nuestra contra —respondo gritándole.

—No, eso no sucederá, no debes preocuparte. —Señala el periódico sobre la mesa de noche—: léelo.

Me levanto dudosa para revisar entre sus páginas, sin embargo, no hace falta, la imagen de nuestra mansión está en primera plana. Espera esa maldita "cosa" me está hablando sin formalidades.

—Ataque sorpresa en la mansión Roosevelt, la hija menor resulta gravemente herida —leo para mí en voz alta lo que dice el titular—: Esta desgracia ocurrió mientras la familia llevaba a cabo una cena. Se desconoce el o los culpables. Cuatro miembros de la servidumbre fueron asesinados junto al marqués Blackburn. La hija menor de los Roosevelt resultó gravemente herida.

Lo coloco sobre la mesa de noche mientras pienso en todo lo sucedido, algo que Lewis deliberadamente planeó de una forma detallada. No, solo fue un golpe de suerte, Lewis no pudo predecir que yo me quedaría a vigilarlo, son demasiadas cosas fuera de lugar. Él no es así de precavido, es una basura inepta.

"Fue pura suerte, lo fue".

Trato de convencerme.

—Todo estará bien en la sociedad y el Bajo Mundo. Quedará como un crimen de odio entre razas y culparán a cualquier otro menos a unos vampiros, menos aún a los Roosevelt, ya fuimos atacados en el pasado por Williams. Una lástima que sea tan escurridizo —le escucho decir, pero no aguanto y termino golpeando su cara con el periódico de forma repetida hasta que me canso ante la nula resistencia que ofrece.

—¡Eres un imbécil, da igual qué quieras! ¿Sabes el daño que me hiciste? ¿Entiendes lo que me dolió? —Expongo llena de rabia—. ¿Por qué?

Lewis se aparta de mi lado portando las mismas ropas blancas que llevábamos juntos a juego desde que nacimos y usamos para dormir. La retira sin tener pudor de quedar desnudo delante de mí, portado solo su ropa interior. Luego, se coloca un atuendo formal, uno que se encuentra a lado del mío, pero esta vez, son de colores diferentes, el de él es negro.

—Odio a los vampiros, a cada criatura sobrenatural que usa sus poderes para torturar a otros... —me dice buscando mi mirada y haciéndome fruncir el ceño. Un ser inferior no tiene derecho a odiarnos, es algo inconcebible.

Mis ojos lo buscan con desconcierto, no lo entiendo, ¿no es algo normal? Desde siempre ha sido esa la naturaleza del mundo, la supervivencia del más fuerte, los demás solo tienen la oportunidad de vivir si nosotros lo deseamos.

—Por ende, Victoria, también te odio a ti. —Su voz sale como un puñal lleno de veneno, para colmo lo dice con calma en su tono. No entiendo por qué me molesta; él debería amarme. Yo puedo despreciarlo, pero no al revés. Yo no estoy incompleta, debería agradecer que será mi esposo.

—Es así —digo suavemente y recupero mi paciencia, no me gusta perder, no voy a perder. Vas a lamentar esto, Lewis. Llevo mi mano a los labios y sonrío levemente mirándole desde arriba cuando me paro sobre la cama separando distancias—. Pequeña rata, eres un sucio humano en el fondo. Parece que llevar nuestra sangre te ha hecho creerte más de la cuenta. Está bien, juguemos. Quiero ver qué tanto te hundes en el fango y la desesperación.

—Me retiraré por ahora, me complace saber que tu cuerpo sanó correctamente —me dice mientras envuelve su cuello con cuidado usando un vendaje previamente preparado, ignorando lo que acabo de decir como si ni siquiera le afectase.

"Me causa confusión su forma de actuar ¿Me lleva al límite de la muerte y me salva aun si me odia tanto?"

Nadie me había hecho llegar hasta ese punto, nadie se había atrevido a tratar de pisarme. Querido hermano, prometo darte esas mismas satisfacciones, prometo llevarte al límite y que lo disfrutes también. Oh, es tan divertido ver esto, corre hasta que no puedas ignorarme más, muéstrame cuánto puedes dañar mi cuerpo y yo el tuyo.

Hace una semana del incidente y hace dos días que volvió padre, desde entonces Lewis está en el salón de torturas afrontando sus castigos. A veces me acerco para escuchar sus gritos, cosa que pocas veces llega a mis oídos por los poderes de la sombra que ocupa el puesto de mano derecha de mi padre, ese malnacido hombre sombra de Gen. Dice que solo me dejará oírlo si le dejo ver mi ropa interior, asqueroso. Si no fuera tan poderoso yo misma lo hubiera eliminado. Ni siquiera he podido apreciar con mis ojos el precio de lo que hizo.

—Oye, tú —le digo a mi nuevo sirviente. La anterior terminé por matarla de la ira que me causó mi querido hermano.

—Dígame, señorita —dice él con cierto miedo. Sabe la suerte que han corrido mis niñeras.

—¿Qué eres? —le digo mientras continúa arreglando mi vestido. Uno hermoso de color azul que me regaló padre para mi recuperación, están muy atentos conmigo desde el incidente con el marqués.

—Soy mitad conejo, señorita —dice el chico menudo.

—Una raza inútil que se asusta con todo. ¿Cómo te llamas?

—Soy Devince, señorita. —Sus orejas salen de entre el cabello rosa claro, qué raro son los pelajes de los mitad bestia. Varían demasiado, pueden ser fuertes o totalmente inútiles como este. Da igual, para mí siguen siendo bestias con cuerpo humanoide.

—Devince, si quisieras ganar poder, ¿cómo lo harías? —Miro mi reflejo en el espejo viendo lo pequeño de mi cuerpo aún, solo tengo diez años y me falta mucho por aprender, a diferencia de mi hermano que parece mayor de mente y en extremo escurridizo.

—Usted ya lo tiene, señorita, es una Roosevelt. —Termina de arreglar mi ropa y continúa—. Pero si desea ganar más, hay tres formas: tener poder político, social o mágico.

—El poder mágico puedo tenerlo fácilmente. Bunny -le llamo así desechando su nombre- podría matarte ahora si quisiera, solo controlando tu sangre y hacerla salir de cada orificio de tu cuerpo. Al ser mujer el poder político me está vedado y en cambio es mi hermano quien lo tiene, bueno, lo tendrá cuando crezca, y tal vez no completamente.

Mis mejillas toman un color rosa al hablar de él, pero el enojo regresa a mi cuerpo. Es una ligera contradicción que odio, ahora quizás sea más...interesante.

—Pruebe con el social, como la duquesa. Este es importante también, señorita.

—No me gusta socializar, las personas me parecen estúpidas y frágiles. Tú me pareces comida con sabor amargo.

—Perdón por eso, señorita.

—Mi hermano me parece débil, más no estúpido. —Siento mi corazón latir más rápido y salgo de la habitación tranquilamente con el conejo humano siguiéndome—. En presencia de mi madre ni respires.

Luego de mostrarme impecable, me dispongo a ir hasta ella. Llego a la habitación de madre, una bastante llamativa y con la decoración más cuidada al detalle que la mía. Tiene a dos amantes tomados de las manos mientras se miran a los ojos tallados en la madera, todo, absolutamente todo en blanco.

—Duquesa Lyra —digo su nombre de forma suave cuando mi sirviente llama a la puerta, la cual es abierta por un hombre cubierto por sábanas de cintura para abajo. Su cabello es negro y el cuerpo está perfectamente esculpido. Justo como le gusta a madre.

—Victoria, pequeña, puedes pasar —la escucho decir desde dentro de la habitación.

—Con permiso —respondo mientras me adentro en el espacio solo para verla en la cama con las manos atadas al bastidor y la sábana de forma improvisada cubriendo lo que debe ser su cuerpo desnudo.

—¿Qué te trae por aquí, pequeña?

—Quería pedirle un consejo, pero parece ocupada —comento demostrando indiferencia emocional ante lo que observo.

—No hay problema, puedes hablar, te escucho —me dice ella y el hombre regresa a la cama a su lado ignorando mi presencia.

Reviso la habitación a detalle, todo bañado de blanco justo como la sala del piano. Ella lo prefiere así, se notan más las manchas rojas. No faltan los objetos sucios con los que han estado jugando, algunos con filos, otros con puntas curvas, no cambia en ese sentido. Si Lewis me fuera infiel, lo mataría y a su pareja también. Aunque padre y madre acepten tener este tipo de relación, no estoy de acuerdo, no puedo dejar que alguien más le roce.

—Quiero asistir a más eventos sociales con usted.

—No es un problema, puedes hacerlo. Debiste ir al del Conde Walker —me responde ella con una ligera sonrisa, una que parece incluso amable.

—Me apetecía pasar tiempo con mi prometido, solo eso —le comento.

—Un error notorio. Te daré un consejo, Victoria —me dice mientras rompe con total facilidad las cuerdas que sujetaban sus manos, demostrando que solo estaba fingiendo estar inmovilizada por el placer del juego. Nada podría detenerla realmente viniendo de ese juguete con el que se divierte—. No confíes en tu hermano, es un error para esta familia y nació de una maldición hecha para destruirla.

Mi madre abraza desde la espalda al hombre y termina por romper su cuello, deshaciéndose de los oídos que no deben saber nada de esto. Lo aparta como basura y sigue sus finos movimientos como si solo fuese un recuerdo borrado, algo que no tiene importancia. Mis ojos guardan la escena, aprendí a no escandalizarme por esto, es el día a día en la mansión.

—Pero es Lewis, mi... —digo para ser interrumpida.

Ella camina hasta mí cubriendo su cuerpo con la sábana y me acaricia la cabeza. Siempre he sido su tesoro, uno que trata con suavidad, a fin de cuentas, soy la mitad que salió bien de su misión fallida. Deshonor, lo único que debemos hacer bien las Roosevelt es asegurar que nazca nuestra próxima generación y amar a nuestro gemelo.

—Pobre niña, quiero matar a tu hermano, pero tu padre me detiene. Él cree que si lo puede volver un vampiro puro todo estará bien. Yo lo sé, yo lo sé Victoria. —Se acerca a mi oído para susurrar en este—. Lewis nos matará a todos como no hagamos algo; si dejamos que ese demonio crezca estaremos perdidos y no me limito a creer que será solo nuestra reputación.

—No lo creo madre, él no tiene el poder para ello.

Ella se aparta de mí y me cubre con la sábana haciendo que no vea nada. No debo moverme hasta que lo decida, aunque quisiera, tampoco podría.

—Cree lo que quieras; William es un peligro y este es su juego ahora. Lástima que en esa cena solo maté a un estúpido doble. Me contó esto con una sonrisa tan cínica en su rostro —me confiesa.

—Creo que lo hizo para hacernos dudar de nuestra propia familia, Lewis no es mi enemigo, pero le debo una, y se la voy a pagar madre. —La sabana es retirada de mi cabeza y ella ahora porta un vestido blanco hermoso. Ni siquiera se encuentra el cadáver ya en la habitación.

—Haz lo que quieras, Victoria, el día que tu padre no vea, eliminaré a mi pequeño error. —Me sonríe de forma dulce, esa sonrisa venenosa y que quiero imitar. Desgraciadamente, odio el blanco.

—Lo tendré en cuenta. Me retiro por ahora. —Hago una pequeña reverencia para salir de la habitación, no sin antes recibir un beso en la frente por su parte y darme una falsa bendición, una que sale con burlas dulces.

Así que el Conde Walker le dijo eso, no le creo, mi hermano no quiere matarnos, ¿o sí? Deslizo los dedos por mi garganta hasta mi pecho recordando el ardor de aquella noche. Mientras, mi corazón late con más fuerza como si fuera excitante, una sensación diferente.

—Debo hacer algo, no puedo estar un paso detrás de él —le digo a Bunny ya afuera de la habitación de mi madre.

—Señorita, ¿logró lo que deseaba?

—No te di permiso para hablar, conejo —digo suavemente y con una sonrisa—. Y sí, debo encontrar una forma de eliminar al Conde, es la única manera de recuperar a mi hermano. Su hijo me miró interesado, creo que puedo empezar por ahí para destruirle.

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